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domingo, 28 de mayo de 2017

Juegos de Mesa, pasión de inmigrantes... @dealgunamanera...

Pensar, Divertirse y Conservar la Tradición…

TAVLI. Uno de los tableros del Club Unión General Armenia de Cultura Fisica, en Villa Sarmiento, Morón. / Foto: Pedro Lázaro Fernández.

Juegos de mesa, pasión de inmigrantes. De origen milenario, van manteniendo su vigencia gracias a la raigambre entre varias colectividades.

© Escrito por Pablo Raimondi el domingo 28/05/2017 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Tablero bajo el brazo, el juego de mesa recorrió miles y miles de kilómetros a través de los años atravesando mares, desiertos y caminos. De esta forma, las distintas culturas plantaron bandera en tierras desconocidas.

Vale aclarar que en esta producción periodística se enfocó sólo en juegos de fichas (y no de cartas) que tienen escasa trascendencia en Argentina en relación a su nutrida prosapia, como el tavlí (adoptado por varios países de Medio Oriente y exportado a América) y los asíaticos go y mahjong riichi. Se dejaron de lado prácticas más conocidas, que también tienen su interesante historia. Es tiempo de repasarlas.

En Basur Höyük -sureste de Turquía- fueron halladas 49 piedras talladas con pinturas que representaban animales y pirámides junto a prototipos de piedras con agujeros. ¿Su antigüedad? Aproximadamente cinco mil años para el tataratatarabuelo de los dados.

Otro hito ineludible es el senet egipcio, cuya referencia más antigua se encontró en el muro de la tumba del alto oficial Hesy-Ra (dinastía III, 2650 a.C.) como así también en la tumba de la reina Nefertari (siglo XIII a.C.), en dónde se la ve jugando frente a un tablero con piezas. Este pasatiempo también fue hallado en la tumba del famoso faraón Tutankamon.

Otro mojón en la prehistoria lúdica, de similar antigüedad al senet, es el Juego real de Ur, hallado en la antigua ciudad del sur de la Mesopotamia. Aquel tablero -que constaba de 20 casillas repartidas entre dos zonas separadas por una franja de dos casillas- se conserva en el Museo Británico.

Un caso aparte es el juego de damas, cuyo prehistórico antepasado egipcio (hacia el año 1400 a.C.) se conoció como alquerque y tenía un fin supuestamente militar. La evolución de este juego (de un tablero de 5x5 a otros de mayores dimensiones) se cristalizó en la fusión con el tablero de ajedrez y su conquista europea: un juego de fichas, aristocrático y sólo para mujeres.

Durante el siglo IV, los indios jugaban en un tablero en forma de cruz. En sus orígenes, los "dados" -del por entonces pasatiempo llamado chaupar- consistían en seis cauríes, conchas de moluscos que contaban un punto si caían con el hueco hacia arriba. El descendiente de este entretenimiento fue el pachisi (juego nacional de la India y Pakistán) del que derivaron el ludo (Inglaterra), el parchís (España), el parcheesi (Estados Unidos) y el parqués (Colombia).

Otros juegos populares fueron el dominó -cuyo origen chino se dio en la dinastía Yuan a mediados de siglo XIII- o el hnefatalf, originario de los pueblos germanos y vikingos, que se comenzó a practicarse en el año 400 d.C. Este último, como si se tratase de un “abuelo” del ajedrez, con fichas circulares blancas y negras en un tablero cuadriculado. El objetivo era intentar llevar al rey desde el centro hasta las esquinas mientras el rival busca atraparlo con sus peones.

Y hablando del ajedrez, su predecesor se originó en la india bajo el nombre de chaturanga (“chatur”, que significa “cuatro” en sanscrito y “anga”, que quiere decir “miembros”) en relación a las cuatro partes que integraban un ejército: infantería, caballería, elefantes y carruajes. Este juego luego llegó a China, Irán y diversos países árabaes a mediados del siglo VII. El deporte ciencia luego accedió a Europa -a través del imperio bizantino- para afincarse en Rusia en el siglo IX, a través de los vikingos suecos. Y de allí, a todo el mundo.

TAVLI. Uno de los tableros del Club Unión General Armenia de Cultura Fisica, en Villa Sarmiento, Morón. / Foto: Pedro Lázaro Fernández.

TAVLI

El abuelo más directo del backgammon

El tavlí es un juego tradicional de Medio Oriente -con origen en la Edad Media- adoptado por iraníes, iraquíes, sirios, libaneses, turcos, griegos y armenios. Entre estos últimos se lo conoce como "el juego de la vida", Los lados opuestos de los dados suman siete -por los días de la semana-, el tablero cuenta con 24 casilleros -por las horas del día- y se juega con 15 fichas por participante (divididas en dos colores), lo que da los 30 días del mes.

Este pasatiempo llegó a Argentina, bajo el brazo de los primeros inmigrantes árabes, y su práctica se mantuvo intacta, de generación en generación. ¿Cómo se juega? Sobre un tablero, dividido en cuatro sectores con seis figuras triángulares en cada uno llamados picos y los dados se tiran a mano (sin cubilete). Uno de los jugadores moverá sus fichas (denominadas "hombre"), en el sentido de las agujas del reloj, según el número que sacó con los dados, mientras su contrincante lo hace en la dirección opuesta. Ningún "hombre" se puede mover hacia un pico ocupado por dos o más fichas del oponente; así, la estrategia consite en mover las fichas de forma tal que dos o más lleguen a un pico. ¿Quién gana? Aquel que logre mover sus 15 fichas alrededor del tablero y luego sacarlas antes de que el oponente haga lo mismo con las suyas.

Se lo suele practicar en la Unión General Armenia de Cultura Física -ubicada en Villa Sarmiento, Morón- club que cuenta con una docena de equipos de tavlí. Otra opción la brinda el club social Unión Patriótica de Armenios de Aintab, -sobre la calle Niceto Vega, pleno corazón palermitano-. “Allí, dos veces por año, se hacen dos campeonatos internos”, comenta Eduardo Costanian, quien en su casa tiene tres tavlí y reconoce que su hijo de 23 años juega diez veces mejor que él. “Se juega mucho online pero quizás no se le da tanta importancia como años atrás cuando nuestros abuelos se reunían a jugar en los clubes”, se sincera el titular de restaurante Armenia.

En acción. Partida en la Asociación Argentina del Juego de Go. / Foto: Constanza Niscovolos.

GO

Juego y tratamiento para la depresión

El go es un juego estratégico que tuvo su origen en la antigua China hace más de 2500 años. Comenzó jugándose sobre una cuadrícula de 17 x 17 que luego mutó al actual tablero de 19 x 19. Desde el siglo V se expandió a Corea (bajo el nombre de baduk), para luego extenderse al Japón.

Se practica sobre un tablero cuadriculado de madera con 361 intersecciones, y fichas (llamadas "piedras") blancas y negras. Para jugarlo, además de paciencia, se necesita estrategia e inteligencia. Cada jugador debe colocar sobre el tablero una ficha de su color, intercalándose con su rival- una ficha de su color. El objetivo es ocupar el tablero con la mayor cantidad de "piedras" posibles de un color. La forma de conquista consiste en rodear con cuatro fichas otra de tu oponente, que así quedará eliminada, "Capturar ´piedras´ no es un objetivo del go, es una herramienta, podés sacrificar fichas con el fin de rodear lo mejor posible a tu rival", aconseja Luciano Salerno. "En el ajedrez el objetivo es tomar al rey, pero esto es más territorial y libre", agrega David Pollitzer.

El go llegó al país hace unos 40 años: prendió fuerte (casi) con exclusividad en el ambiente de las ciencias exactas y de a poco fue ganando adeptos en otros campos: en los últimos ocho meses, 72 personas jugaron torneos y se calcula que hay un millar de fieles practicándolo en todo el país. ¿Dónde? En el primer piso del Club Jaque Mate, sede de la Asociación Argentina del Juego de Go, los sábados por la tarde, y en el Club de Go de Exactas (Ciudad Universitaria, Nuñez) los martes de 17 a 20 hs. y los miércoles de 13 a 16 hs.

Según aseguran varios estudios, el go - en el que "se ganan pequeñas batallas por más que se pierda la guerra final"- beneficiaría a la salud mental. De hecho, en el noroeste de China se lo estudia como tratamiento contra el Alzheimer: dado que mostró resultados efectivos contra la depresión, ayudaría a la calidad de vida de los pacientes. en Argentina, actualmente, también se está profundizando sobre este aspecto.

MAHJONG RIICHI. Una partida en una tienda de juegos en Villa Crespo. / Foto: Emmanuel Fernández.

MAHJONG RIICHI

Tratando de construir una "muralla china"

Cuenta la leyenda que el juego de mesa Mahjong fue inventado en el 500 a.c. por Confucio pero fue en realidad a fines del siglo XIX que se hizo conocido en Asia para recién llegar a Occidente a partir de 1920. Con variantes como la filipina, vietnamita o coreana, es la japonesa (riichi) la que protagoniza esta nota.

Se juega con 136 fichas que a su vez se dividen en cuatro grupos de 34. Estas fichas, a su vez, se subdividen en 27 fichas de palo (del número 1 al 9 de bambúes, círculos y caracteres) y otras siete fichas llamadas "de honor": cuatro representan a los vientos por cada punto cardinal (norte, sur, este y oeste) y las otras tres son las fichas de dragón (verde, blanco y rojo) que simbolizan las virtudes del hombre.

En un gran tablero (por lo general se juega entre cuatro personas) se construirá una "muralla" cuadrada: cada uno de los cuatro lados tendrá 34 fichas -17 superiores y 17 inferiores- todas ubicadas boca abajo. "El objetivo es armarlas en conjunto y según coincidan los palos y números", resumen los expertos Matías Alloattí (29) y Pablo Figoni (30).

Ellos son miembros del Club Argentino de Mahjong Riichi, que nuclea a los amantes de este juego. Cada martes por la tarde se reúnen en 2de6, una tienda de juegos de Villa Crespo, como así también en Puente Maipu (Olivos) y en el Centro de especialización en Juego (Parque Patricios).

Jess Fogel (26), una de las pocas chicas que juega al MR, sostiene que la baja tasa femenina frente al tablero se debe a que "el juego tiene cierta complejidad y eso, a veces, te aleja; muchas prefieren tomarse un cafe y hablar de chicos que estar acá", agrega ella entre risas. Otro participante es Carlos Gimenez (23), que viene de los juegos de rol como el Dungeon & Dragons y desde hace tres meses arrancó al MR. "Lo aprendí a jugar rápido, practico fuerte cada diez días y y me perfecciono vía tutoriales online. Esto es 30% azar y 70% estrategia. Paciencia y dedicación".

REVERSI. Tablero en el Círculo de Ajedrez Torre Blanca. / Foto: Martín Bonetto.

REVERSI / OTHELLO

En la Argentina también le dicen Yang

"Un minuto para aprenderlo, una vida para jugarlo bien". Ese es el lema del reversi, un juego de origen británico, creado a fines del siglo XIX por los londinenses Lewis Waterman y John. Mollett.

En 1971, el japonés Goro Hasegawa cambió dos reglas del juego (por ejemplo fijar una posición inicial de partida) y lo registró bajo el nombre de Othello (Otelo en castellano), inspirado por la obra homónima del gran dramaturgo inglés William Shakespeare. "En Argentina se lo conoce como Yang", comenta Daniel Olivares, uno de los pioneros de la práctica en nuestro país.

Este juego de estrategia se plantea en un tablero -de 64 escaques o casilleros- para el cual cada participante dispone de 64 fichas. Cada jugador tiene asignado un color y -al igual que en el go- se impone quien al finalizar la partida consiga tenga más fichas de su color sobre el tablero. El "encierro" de una ficha es entre dos del oponente, sea diagonal, vertical u horizontal. Pero a diferencia del go, en lugar de sacar del tablero a la ficha capturada, se la da vuelta en su casilla ya que son reversibles (blancas de un lado, negras del otro).

¿Algunos tips para ganar? a) Si el jugador domina las esquinas por lo general obtendrá la partida ya que puede marcar mejor el terriorio. b) El que tiene menos fichas de su color durante el 80% del partido suele resultar ganador, dado que tiene mayor libertad de movimientos para comer. c) Lo ideal es ir comiendo de a pocas fichas y -recién al final- en grupos.

Los fanáticos locales de este juego tienen sus punto neurálgico en la Asociación Argentina de Othello. Cada sábado por la tarde se reúnen en el primer piso del Círculo de Ajedrez Torre Blanca, en la zona del Abasto, congregando amantes de las fichas blancas y negras: grandes y chicos, expertos y principiantes. Como Iván, el joven ajedrecista de 10 años que logró dominarlo en muy poco tiempo. Su tutor es Maximiliano Pellizzari (26), el N°1 del ranking a nivel nacional, quien llegó a jugar unas 90 partidas de reversi por hora.