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jueves, 5 de marzo de 2015

No me peguen, soy Giordano... De Alguna Manera...

"Trato de mantenerle el look al arco de Huracán"… 
Giordano y la dura tarea de reemplazar a Marcos Díaz.

Este Giordano no es Roberto, pero le pone estilo al arco del Globo. Reemplazante de Marcos Díaz, Matías disfruta de la Libertadores luego de una vida en el Ascenso (“Es un premio”) y cuenta que los hinchas y sus propios compañeros lo cargan con el famoso coiffeur. No le peguen... ¡al arco!

El desgarro de Marcos Díaz despeinó un poco a Huracán. Y no porque detrás de él no hubiera un suplente, o dos, sino más bien por lo que significa el arquero, que en la consagración de la Copa Argentina fue determinante atajando penales. Sin embargo, el arco del Globo parece no haber perdido el glamour.

Matías Giordano, el hombre de 35 años, le aportó su propio estilo. “Trato de mantenerle el look al arco de Huracán, intento que no crezca demasiado el pasto, je”, le cuenta a Olé el arquero de Haedo que debutó en Chacarita en 1997 y gastó las suelas de sus botines pisando casi todas las canchas del Ascenso; y que ahora, claro, comienza a lucirse en el torneo pero también en la Libertadores, en donde se dio el gustazo de jugar en el Mineirao.

-¿Te cargan tus compañeros por el apellido, igual al de Roberto?
-Ja. Y, más o menos. La verdad es que cuando lo hacen me divierto y sirve para pasar un buen rato. Pero también lo hacen los hinchas, tanto de local como de visitante. Me gritan “No me peguen, soy Giordano”. Y yo me río, la paso bien.
-Por tu presente te sobran motivos para pasarla bien...
-En lo deportivo es como tocar el cielo con las manos. Todavía no caigo. Recibo llamados de mi gente, de mi familia, y recién hoy trato de tomar dimensión de todo esto. Por el sacrificio de mi carrera yo lo tomo como un premio, aunque no quiero quedarme con eso solo. Estoy disfrutando muchísimo.

-Empezaste de abajo, mucho recorrido, ¿no?
-Y mirá, conozco todas las canchas del Ascenso. No tengo vergüenza de decirlo, eh. Sacando la Primera D jugué en todas las categorías, hasta en el Argentino A con Talleres de Córdoba. El sabor de este presente es diferente por eso. Pasar de jugar en campos de juego sin gente, sin custodia, y con tantas otras cosas, a pisar el Mineriao. Para mí fue una sensación única.
-¿Y cómo viviste esa experiencia nueva?
-Ufff, hermoso. Ya el día anterior que fuimos a reconocer el campo de juego para muchos de nosotros, la mayoría, fue emocionante. Personalmente a mí me generó muchos sentimientos. Sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de jugadores que pasaron por ahí. Tener ese privilegio, y más a esta edad, para mí es un premio.
-Más allá de su historia grande, el campo del Mineirao no estaba del todo bueno.
-Es verdad, no estaba bueno, pero para nosotros estaba bárbaro ja, ja. Más que nada por el marco, por cómo se dio, por las instalaciones de la cancha, mismo el estacionamiento cuando llegamos, todo. Un estadio que remodelaron para el Mundial y por el que pasaron tantas figuras.
-Y en donde Brasil se comió siete con Alemania... ¡Vos zafaste!
-Sí, nos reíamos de eso cuando entramos a la cancha antes del partido. El empate se festejó porque en la previa era dificil, muchos decían que íbamos de punto, ésa es la realidad. Mismo nosotros, eh, porque cuando te toca Cruzeiro en el grupo decís “es un partido perdible”. Pero nos enfocamos. Este equipo siempre se fortalece en las adversidades y nos vino bien dejar atrás la imagen de cuco que tenían los brasileños.
-Cuando debutaste en Huracán no te fue del todo bien y por ahí varios te criticaron, ¿esto es una revancha?
-Conseguir buenos rendimientos es la mejor arma que podemos tener los jugadores. Tratar de seguir trabajando cuando se habla como a uno no le gusta que se hable. Creo que ésa es nuestra herramienta para salir adelante. Siempre quiero estar preparado para cuando me toque entrar y así darles una mano al equipo y técnico.
-Pasaste de atajar muy poco a jugar dos veces por semana. ¿Cómo lo estás manejando?
-Con tranquilidad, paso a paso. Me tocó jugar con Mineros cuando se lesionó Marcos (Díaz), después con Godoy Cruz y bueno, con Cruzeiro. Ahora no voy a llegar contra Gimnasia por la distensión en un cuádriceps, aunque sí espero estar frente a Universitario de Sucre, el martes que viene en Bolivia.
-Y la otra semana el clásico con San Lorenzo, ¿lo estás palpitando?
-Yo quiero estar siempre, y para eso me quiero recuperar bien. Todavía falta, veremos qué pasa.
© Escrito el jueves 05/03/2015 por Nicolás Migliavacca y publicado por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



sábado, 26 de julio de 2014

Copa Argentina... Boca y Huracán, aquel viejo duelo está de regreso... De Alguna Manera...


Boca y Huracán, aquel viejo duelo está de regreso...

 Huracán y Boca, en el Ducó, en 1954, con ambiente de clásico.

Boca y Huracán, que ya llevan un siglo de enfrentamientos, se volverán a ver las caras. Alguna vez resultó un gran clásico. Hoy se enfrentan a pesar de estar en distintas categorías.

La Copa Argentina ofrecerá este sábado (desde las 20.15, televisado por la TV Pública) una cita con historia. Boca y Huracán se enfrentarán en el estadio del Bicentenario, en San Juan. Se trata de un viejo duelo que tuvo en el escenario de las Copas Nacionales otro espacio para expresarse. Allí, se enfrentaron en diez oportunidades. Y los de la Ribera tienen ventaja: seis triunfos contra cuatro. Sin embargo, los de Parque de los Patricios ganaron la única final en la que se enfrentaron: 4-2 en la Copa Competencia Británica de 1944. Con un lujo añadido: el Globo de Newbery dio la vuelta olímpica en el Gasómetro.

Más allá de las Copas, hubo un tiempo en el que Boca y Huracán, grandes protagonistas también en tiempos del amateurismo, disputaron una suerte de superclásico de los tiempos fundacionales. Luego de la escisión de 1919, se formaron dos asociaciones: la Asociación Argentina (la oficial, homologada por la FIFA) y la Asociación Amateur. En la primera competían como principales referentes Boca y Huracán; en la segunda, Racing, River, Independiente y San Lorenzo. Entonces cada partido entre los de la Ribera y los de Parque de los Patricios tenía sensación de clásico grande, con nombres imborrables incluidos: Guillermo Stábile, Roberto Cherro, Cesáreo Onzari y Américo Tesoriere, entre otros.

En 1914 -un año después que el River-Boca y un año antes que el San Lorenzo-Huracán- se enfrentaron por primera vez. El 9 de agosto, Boca se impuso 2-1, en Parque de los Patricios. Desde entonces, en el amateurismo jugaron 22 veces: 11 victorias xeneizes, 7 empates y 4 triunfos de Huracán (entonces conocido como el club de los raneros).

El carácter de clásico tuvo lugar en los años 20, cuando ambos fueron los más campeones de esa década (con cuatro títulos de liga cada uno). Y sobre todo la rivalidad se forjó entre 1919 y 1926, cuando compartieron la Asociación Argentina. En ese lapso, jugaron 14 encuentros: ocho triunfos de Boca, cuatro empates y dos éxitos de Huracán. Boca fue campeón en 1919, 1920, 1923, 1924 y 1926; y Huracán se consagró en 1921, 1922 y 1925. Más tarde también festejaría en 1928.

Pero el episodio definitivo, que le dio espíritu de duelo de vecinos de los barrios del Sur, fue la definición de 1923. Se trató de una temporada con algunas irregularidades: Boca y Huracán tenían 51 puntos, pero los de Parque de los Patricios habían jugado un encuentro menos. Sin embargo, en un fallo cuanto menos polémico, la Asociación determinó que disputaran directamente un desempate con partidos de ida y vuelta en el emblemático escenario de Sportivo Barracas. En el primero, ganó 3-0 Boca; en el segundo se impuso 2-0 Huracán. 

Como no valía la diferencia de goles, debieron enfrentarse por tercera vez: luego de 120 minutos, en la cancha de GEBA, empataron 0-0. El 27 de abril de 1924, otra vez en Sportivo Barracas, Boca se impuso 2-0, con goles de Alfredo Garasini. Y fue campeón luego de 390 minutos y 43 días de la definición más extensa de la historia del fútbol argentino. Ahora, en San Juan, construirán un nuevo capítulo en el territorio de las Copas Nacionales.

© Publicado el Sábado 26/07/2014 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 26 de mayo de 2012

A mí qué me importa… De Alguna Manera...

A mí qué me importa…

Migliore, formado en Huracán, "llorando" por San Lorenzo... Foto: Webtatengue

Los malos ejemplos se suceden y el amante del fútbol no para de sorprenderse ante nuevas y asombrosas barbaridades. El umbral de tolerancia al absurdo es cada vez más alto. Nada abochorna y nadie hace nada. Pasan los años y se acumulan los despropósitos, pasan los años y aumenta la insensibilidad ante los problemas que aquejan al fútbol argentino.

Desparramado en un rincón del vestuario Pablo Migliore llora. San Lorenzo acaba de perder su partido ante Unión sobre el final, era un enfrentamiento clave por evitar el descenso. No hubiera sido extraño el llanto en un vestuario descendido pero es poco usual a falta de cuatro fechas para el cierre y con el equipo con chances concretas de salvarse. Las cámaras de televisión lo filman, justo encuentran una rendija entre la puerta y la pared que permite observar el interior del vestuario. De fondo se escuchan las voces de hinchas locales mofándose. “No tengo fuerzas para nada, perdón”, escribe el arquero, horas después en su cuenta de Twitter. La angustia hace tiempo que perturba a San Lorenzo, el descenso es un fantasma que tortura y somete.

El Rojo atraviesa una racha de derrotas. Una racha que arrancó, casualmente, cuando se inicio el conflicto entre barras y dirigentes. Un grupo de familias de Independiente, hinchas genuinos y socios del club, viajaron a Bahía Blanca para ver el último partido. Al llegar a la ciudad, la policía los demoró en un retén mezclándolos con los micros de la hinchada. Como era de esperarse hubo incidentes, de un lado quedaron las víctimas y del otro los victimarios. ¿Cuántos padres, después de la experiencia nefasta, decidirán llevar nuevamente a sus hijos en el próximo viaje? Los resultados del equipo tampoco acompañan. Igual, también es difícil que estos se escapen de la realidad lindante. Un resumen de las últimas noticias de Independiente hablarán fundamentalmente de amenazas, renuncias o pedidos de licencias, de deudas con proveedores, con jugadores o por cuestiones relacionadas con algunas obras incompletas del estadio. Sobre el juego, las derrotas y los compromisos con el descenso en la próxima temporada, no hay espacio.

A Racing, el otro club de Avellaneda, el cierre de campeonato también lo encuentra entre derrotas y amenazas: la única diferencia son los destinatarios. El equipo que comenzó con expectativas de pelear arriba, de buscar el campeonato, se arrastra por la mitad de la tabla. A la partida de Teófilo Gutiérrez, se le agrega el reciente apriete de un grupo de barras a Giovanni Moreno. Ambos casos tuvieron en común el uso de armas de fuego, ambos casos tuvieron en común la impunidad de los culpables. Tampoco hay paz en Racing.

Una categoría más abajo pero con problemas similares, está River. Empató con Guillermo Brown de Puerto Madryn en el Monumental y los hinchas despidieron al equipo con un coro de insultos. Algunos desde la platea San Martín, incluso llegaron a arrojarles proyectiles. Cavenaghi intentó calmarlos, su intervención lejos de cumplir el objetivo deseado, por el contrario, aumentó los reclamos. A los episodios vividos por los jugadores se le sumaron los llamados amenazantes y anónimos que recibieron algunos dirigentes, especialmente en esta última semana. La ansiedad de River por volver a Primera se está volviendo incontrolable.

Pero el equipo de Almeyda no es el único de la categoría involucrado en incidentes policiales. Hasta hace dos semanas, Instituto de Córdoba llevaba una marcha triunfal como puntero del campeonato. En su visita a Boca Unidos no jugó al nivel que venía mostrando: perdió el partido y, también, el liderato. En el camino de vuelta, al detenerse el ómnibus en una parada, subieron un par de barras a amenazar a los jugadores y les dejaron un mensaje como resumen de la charla: “Hay balas para todos sí no ganan”.

Ahora, en el fútbol argentino se debate las supuestas modificaciones para los próximos campeonatos. ¿Es mejor jugar dos torneos cortos o un torneo largo? ¿Hay promociones o descenso directo? ¿Para la decisión se utilizan los promedios o la cantidad de puntos en el año? Las discusiones del fútbol argentino a veces aparentan ser absolutas nimiedades.

A mí qué me importan los próximos campeonatos, si cuando llegue el momento, a no va a quedar nada. A mí qué me importan los próximos campeonatos, si los mejores jugadores pedirán ser transferidos porque tienen miedo a que los ataquen, asalten, ultrajen o aprieten por un mal resultado. A mí qué me importan los próximos campeonatos, si los dirigentes que quieren combatir a los violentos y a los que lucran con los clubes, renuncian porque sus familias tienen miedo de que sean víctimas de esos mismos barras. A mí qué me importa los próximos campeonatos, si ya no queda un solo árbitro del cual no se haya dudado de su capacidad para dirigir o de su honorabilidad con el referato.

Si continúa esta lógica de la derrota como fracaso y del descenso como cruz perenne e inevitable, si los violentos juegan de local en todas las canchas,  si ya no puedo creer en la veracidad de un resultado, ¿de qué me sirve un nuevo campeonato?.

© Escrito por Juan Manuel Herbella y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el miércoles 23 de Mayo de 2012.