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domingo, 2 de mayo de 2021

Chacarita Juniors cumple 115 Años... @dealgunamaneraok...

Chacarita Juniors cumple 115 años | La historia de sus 5 (o 6) camisetas y un homenaje. 


Chacarita Juniors con su camiseta tradicional, roja, blanca y negra, el día que goleó a River Plate 4 a 1 y salió campeón Metropolitano 1969.

Este 1º de mayo el club afincado en San Martín celebra su aniversario. Contrariamente a lo que se cree, tuvo más de una camiseta. De la blanca a la tricolor y un mito que se cae. 

© Escrito por Carlos Piro el sábado 01/05/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Chacarita Juniors cumple este 1 de mayo 115 años. Fundado por un grupo de muchachos que formaban parte del “Club Atlético Defensores de Chacarita”, luego desaparecido.

 

Mucho se habla de las camisetas, de defender los colores que identifican al club y de los significados ocultos, de partidos que se ganan con la camiseta, de mufas y de suertes varias. Pero la camiseta y sus colores es quizá el último refugio de identidad de los hinchas.

 

En tiempos donde el marketing y las cábalas parecen más importantes que el talento y los entrenamientos, bien vale un repaso por la historia de la camiseta más linda y original del fútbol argentino, al menos, como la definía Roberto Fontanarrosa, que en su libro “No te vayas campeón”, escribió “Qué linda es la camiseta de Chacarita. Es más, si algún día me hacen uno de esos tontos reportajes llamados “ping-pong”, cuando me pregunten por “una camiseta”, diré: “La de Chacarita”. Es la que más me gusta (…) la de Chacarita tiene, si se quiere, un toque de sofisticación, de ingenio. Y yo creo que ese toque reside en esa línea finita, blanca, que se ha colado entre las rojas y las negras, más anchas y prepotentes. Esa línea delgada y blanca aporta un trazo de distinción, brinda luz, relieve, cierto brillo. Tiene algo de capricho, además, al ser más finita que las otras y marca la diferencia, por otra parte, con las miles de vulgares camisetas a franjas verticales de sólo dos colores.

 

Y lo hace, puntualicemos, en la medida justa, sin complicar la imagen de la divisa funebrera al punto de convertirla en una señal de ajuste televisiva o en un simple código de barras. Y es, por sobre todas las cosas —y a esto quiero llegar, mis amigos—, una camiseta de fútbol, una pura y elocuente camiseta de fútbol

 

 

Pero, ¿de dónde surge la camiseta de “Chaca”? ¿Es cierto eso de que el rojo es por su origen socialista, el blanco por la pureza de los ideales y el negro por un “toque de humor” por el cementerio? No, es un mito, lindo, bien contado, pero falso. No existe ningún documento ni testimonio histórico que lo certifique.

 

Es más, muchas veces se dice que Chacarita Juniors nació “tricolor” en aquel 1 de mayo, pero tampoco es cierto. Según el relato de José Manuel Lema, el alma de la fundación en aquel 1906 en una nota publicada por una revista partidaria del club, “la vestimenta del primer equipo que lució el cuadro estaba formado por una casaca blanca con un escudito con iniciales como bolsillo y fue obsequiado por la hermana del socio Palacios”.


Chacarita Juniors en 1984, con camiseta blanca.

 

Un año después, el 18 de abril de 1907, el diario “La Argentina publicaba, entre otras informaciones, que “El uniforme del club Chacarita Juniors será el siguiente: blusa colorada y blanca a mitades y pantalón blanco”.

 

Más tarde, en el 2 de mayo de 1908, en el diario “El mundo”, se informaba que el club cambiaba su indumentaria. “Los colores que usará el club Chacarita Juniors son los siguientes: camiseta a rayas verdes y blancas y pantalones azul marino. Ruega a sus socios se presenten al field el domingo con el uniforme mencionado”.

 

 

En los diarios de la época no se vuelve a mencionar la camiseta ni los colores del club hasta 1922. Tampoco hay documentos oficiales de aquellos años, y el primero que se conserva, el Acta de Refundación del club, de 1919, no se habla de los colores ni de las camisetas.

 

En el mencionado 1922, ya no se trata de un anuncio oficial, sino de una mención, casi al pasar, el 9 de agosto, en el diario La república. Por el “Campeonato metropolitano”, se enfrentaron Chacarita Juniors y Vida y Acción. “Llevóse a cabo el domingo último este encuentro por el campeonato metropolitano, en el parque Chacabuco, cancha del segundo de los nombrados. El partido fue intersante y pródigo en combinaciones lucidas por ambas partes, pero los blanco y celeste (Vida y acción), se impusieron a los azules (Chacarita Juniors) por el elevado score de 9 a 0”, dice la publicación. 

 

Chacarita Juniors en 1931 con camiseta celeste.

Finalmente, la camiseta que hoy se considera “camiseta tradicional”, la tricolor, la roja y negra, separada por una línea finita blanca, surge en 1924. Según una publicación del sábado 12 de abril, en el diario Última hora, se anucia que “Chacarita cambia de colores. 

 

El club Chacarita Juniors ha comprado en una casa europea once camisetas color negro con rayas delgadas rojas y blancas. Entienden los dirigentes de la popular institución del Norte, que hay varios clubs que usan camisetas color celeste y es por ello que resolvieron cambiar de casaca”.

 

Así, se descartaba la camiseta celeste por considerársela muy común, y se eligió una camiseta distintiva, que fue ejemplo para otros clubes, y que a casi cien años de su creación, mantiene su originalidad y su belleza. Fue a partir de una camiseta que usaba Nicodemo Perticone, uno de los refundadores de club, que se eligieron los colores.

 

 

Cuenta su hijo Miguel, que se trató de una tela que le había regalado a su abuela una señora de origen árabe, con quien habían llegado a la Argentina en el mismo barco. Como se trataba de una tela con demasiados colores como para la moda femenina de aquellos años, doña María Antonia Buzzi decidió hacerle una camiseta a su hijo, para que vaya a jugar con sus amigos. De ahí, se tomaron los colores que le dieron identidad a Chacarita Juniors, ya que a la hora de pensar en un diseño original, Nicolás Caputo, otro de los próceres de la refundación de Chaca, le dijo a su amigo Perticone que tenían que hacer las camisetas con esos colores. Esa camiseta original, estuvo por años en la familia de aquel pionero chacaritense.


Por estos difíciles días de 2021, Chaca volvió a la “celeste”, que había usado en aquellos primeros años de la década del 20, y también en los comienzos del profesionalismo, allá por 1931. Hoy es una “camiseta alternativa, diseñada completamente en celeste y con los tres colores distintivos en línea a uno de los costados. Su uso fue considerado “cábala” por muchos, ya que después de varios años de triunfos escasos, se enhebró una serie de tres victorias con la “celeste”, a la que le atribuyen un extraño poder, que se disolvió completamente al caer por 4 a 0 en la canchita del Deportivo Riestra, en uno de los resultados deportivos más humillantes de su historia. Hasta su director técnico, Cristian Aldirico, que también es hincha de Chacarita, defendió la camiseta tradicional en una conferencia de prensa y desdeñó las "cabalas".

 

 

Los tradicionalistas, los más fanáticos, los que dicen respetar la historia más que las alternativas del marketing y del pensamiento mágico defienden a ultranza la camiseta tricolor. “Con esa le ganamos la final del Campeonato Metropolitano de 1969 a River Plate por 4 a 1 y con esa, bailamos al Bayern Munich en la Copa Joan Gamper”, repiten en la platea o en las redes sociales. No es para menos. Si hasta fue la tricolor la que los hinchas le “prestaron” a los jugadores aquella tarde de 1994 en que nació el “Día del hincha de Chacarita”.

 

El día que Chacarita Juniors se vistió de rosa 


 

Chacarita Juniors en 2020 con camiseta rosa en homenaje al día de la mujer.
 

Una rareza fue ver a Chacarita con la camiseta rosa. Se trató de un homenaje por el día de la mujer. Fue en el partido que le ganó 1 a 0 a San Martín de Tucumán en el norte argentino el 8 de marzo de 2020. Se trató de una camiseta con igual diseño que la tricolor tradicional, pero en tres tonos diferentes de rosa. Si bien se ganó el partido, no se le atribuyó ningún poder mágico y hasta el momento no fue vuelta a utilizar.





domingo, 23 de agosto de 2015

Les Luthiers: Los secretos mejor guardados… @dealgunamanera…

Les Luthiers: Los secretos mejor guardados… 


Quiénes son los que nunca hacen música. Cuál de ellos trabaja más en las letras. Los asados creativos.Qué pasaría con el grupo si alguno decidiera abandonarlo ahora. Sus hobbies y sus preferencias políticas. Núñez Cortés, López Puccio, Rabinovich, Mundstock y Maronna hablan en serio.


Hubo un momento en que el todo empezó a ser más importante que cada una de sus partes. Desde entonces -pisando los 80-existe un contrato nunca explicitado: la química de Les Luthiers está por encima del talento individual. Sal! tuvo acceso a los expedientes secretos L.L. que permiten que la fórmula funcione. Veamos: hay dos integrantes que nunca hacen música; la letra de los últimos shows depende de Carlos López Puccio y Marcos Mundstock; Daniel Rabinovich, más que nada, aporta improvisación. Antes de cada estreno, primero existieron funciones internas; después, para un público de 100 personas, y más tarde, los integrantes comprobaron "científicamente" que no hay nada mejor que testear lo que vendrá durante el espectáculo que está en marcha. O sea: el año que viene, cuando terminen de representar "Los Premios Mastropiero" (ya va por la segunda temporada) se habrán probado las piezas del siguiente show.




Bajo el seguro influjo del Di Tella, en los 70 Les Luthiers armaba "asados creativos". Se hacían una vez por semana y duraban mil horas. De ahí salieron gemas como "La gallinita dijo Eureka", "Canción para moverse" ("Va empezar el juego, y no es complicado/estos diez deditos ya están preparados..." ¿Se acuerda?) o el "¡Flor de relós!". Casi un luthier más, el Negro Fontanarrosa participaba de esas noches de humos y mollejas. Aunque fue cambiando la modalidad, para llegar al resultado gregario, siempre hay que atravesar reuniones del tipo y-vos-qué-trajiste.



"Los Premios Mastropiero", un ejemplo, nació en cuadernos individuales y, luego, en reuniones conjuntas, los cinco en una casa como la de López Puccio, con jardín, habitaciones palaciegas, silencio de barrio y puntualidad "five o 'clock". Es "nos encontramos a tal hora", y que tal hora sea tal hora, porque estos muchachos no son muy pacientes. Un atraso puede disparar malhumores pasajeros.



"Marcos es un verdadero profesional de la demora", dice uno de los cuatro antes de que llegue La Voz. "¿Sabés qué hace?-pregunta malicioso-: él no tarda media hora, tarda tres minutos más que el resto' Y cuando todavía no pasaste de la puteada a la preocupación, aparece. Acordate: Marcos llega último", avisa con cara de yo-te-lo-firmo'.

Timbre.

Marcos.

Tercer luthier en llegar a la entrevista. "Empezamos mal. Vas a creer que estaba mancillando a un compañero", sonríe el pecador. Al ratito están todos alrededor de una mesa ratona.

¿Así que López Puccio es clave en los textos? "Sí, yo no actúo porque no soy actor y porque acá hay muy buenos actores –señalando a Marcos y Daniel-, pero me gusta mucho escribir".

Como en el 90 por ciento de los grupos, en Les Luthiers la letra se hace primero. Después llega el momento musical de Jorge Maronna, Carlos Núñez Cortés y el mismo Puccio. Maronna, "el Nene" por años, es un encanto de timidez, con sonrisa dibujada y comportamiento de nuevo stone, entre "richards" y "jaggers". A lo largo de dos horas habrá que interpelarlo si se pretende que forme parte de la nota. El dirá "sí", dirá "puede ser", nunca un "no".

-¿En qué momento de la elaboración empieza a tallar el Negro Fontanarrosa?

Maronna: -Cuando necesitamos aportes muy graciosos nos comunicamos con él por mail o por teléfono, y le contamos de qué va el asunto. El Negro tiene un archivo de chistes y así empieza su aporte.

Núñez: -Su archivo es impresionante. Vos le decís: "Negro, estoy escribiendo sobre dos borrachos" y él te manda 20 chistes de curdas. Pero a veces se equivoca. Para este show, yo estaba trabajando con nuestro luthier, Hugo Domínguez, en la construcción del nuevo instrumento que tiene copas y botellas. Le dije que se me había ocurrido hacer una obra sobre una convención entre varios barmen, una idea que luego descartamos. El me dijo sí, cómo no, y al mes me mandó cuatro páginas de chistes... de cocineros.

Rabinovich: -De todos modos, en los últimos tres espectáculos, el Negro participó bastante menos. En el anterior, incluso, no quería ni siquiera cobrar. Con todo respeto por él y por nosotros, Les Luthiers debe representar el 0,2% de su producción del Negro.

-Afrontaron la muerte de Gerardo Masana, fundador de Les Luthiers; después se fue Ernesto Acher, algunos integrantes debieron ser reemplazados circunstancialmente por problemas de salud. ¿No hay nadie imprescindible, o una determinada deserción podría precipitar el final?

Rabinovich: -Les Luthiers es más que nosotros cinco. Si alguno no está, la función se hace igual.

Núñez: -Hasta octubre (su primer faltazo) yo pensaba que era irremplazable' (ríen todos). Te lo juro, te lo juro, fue un golpe a mi autoestima.

Mundstock: -Yo tuve una licencia de casi un año. Uno de mis textos los leyó Daniel (Rabinovich) y la gente se reía igual.

Rabinovich: -¡Mentira! Se reía más...

Mundstock: -Hablando en serio, con los reemplazantes (figuraron Horacio Fontova, un integrante de Los Trisinger y Horacio "Tato" Turano, el actual suplente fijo) supimos que la imitación funcionaba. Verificamos, mal que nos pese, que el show puede seguir de lo más campante.

Rabinovich: -Yo tengo una experiencia sutilmente distinta a la de Marcos. Cuando tuve un infarto y una operación de caderas, me reemplazó Fontova. Recuerdo que con autorización del cardiólogo fui a ver a los muchachos y me encantó el espectáculo; me sentí felíz de ganarme la vida mientras me rehabilitaba. Mi institución sostenía el espectáculo, la rehabilitación y mi sueldo.

Puccio: -Al principio algunos se oponían a los reemplazos. El (Núñez) directamente era partidario de la suspensión de las funciones.

-Alguna vez admitieron que dentro del grupo hubo celos por el mayor lucimiento de Marcos y Daniel. ¿Ese fue uno de los ítems en las míticas sesiones de terapia grupal? (Aclaración: dejaron la terapia en 1992).

Mundstock: Mmm... me parece que lo van a negar...

Núñez: -Creo que los estrenos nos ponían muy sensibles, muy nerviosos. Ese era el tema. Lo del protagonismo de Marcos y Daniel se da hace tiempo, y cada vez se nota más. Hay largas tiradas en las que ellos sostienen el espectáculo. Ambos cuentan con una gran densidad humorística y los shows, sí, se apoyan en ellos dos. En mi caso, no siento celos. Les estoy muy agradecido.

Maronna: -Antes, hace años, intentábamos equilibrar un poco la cosa, tratando de que cada uno presentara alguna de las obras. Buscábamos que Marcos no fuera el único presentador'

Puccio: -Claro, era una forma de habilitar las capacidades escondidas de los demás. Pero nos dimos cuenta de que no estaban escondidas. No estaban...

-En estos casi 40 años, imagino que la relación laboral se transformó en amistad...

Rabinovich: -Al revés. Eramos un grupo de amigos de un coro y eso se transformó en trabajo. Encima, un trabajo que nos daba de comer de manera muy generosa. Al principio creímos que la cosa iba a durar dos años y que terminaríamos mandándonos al carajo...

-¿A Ernesto Acher lo echaron o se fue?

Rabinovich: -Fue íntimo amigo mío, y después, por suerte, me peleé. Fue un alivio grande. Era una cosa de tensión espantosa. Me peleé en sesión y también en la calle. Los dos nos mandamos a la mierda, nos dijimos que nos odiábamos mutuamente. Y se fue.

-¿Ustedes se reparten la plata en partes iguales?

Puccio: -Sí. Al principio había derechos de autor, se firmaban las obras, pero después quedó todo como Les Luthiers.

Núñez: -Igual, ojo, sabemos muy bien de quién es cada aporte.

-A esta altura, ¿son millonarios?

Núñez: -¿En qué moneda? ¿Pesos, dólares, euros?

-Hablemos en pesos.

Mundstock: -No, no somos millonarios. Recaudamos muchísimo en una temporada que dura dos meses, o en una gira de tres semanas. Ganamos bárbaro. Yo firmaría para una siguiente vida por la mitad de esto, pero no puedo darme el lujo de no laburar más. De ninguna manera le resolvería la vida a mi hija en los próximos 15 años.

Núñez: -Es que Les Luthiers es una fábrica que funciona con nosotros.

-¿Nunca se les ocurrió armar, como De la Guarda o los Harlem GlobeTrotters, una suerte de franquicia que les permita tener varios Les Luthiers en simultáneo dando vueltas por el mundo?

Rabinovich: -Lo pensamos, pero ni siquiera logramos encontrar más que dos reemplazantes buenos.

-¿Existió algún contexto histórico menos propicio que otro para el humor que practican?

Mundstock: -No, nunca nos jodieron.

Núñez: -Pero, Marcos, una vez nos autocensuramos, ¿te acordás? (Hacen memoria y recrean un sketch inédito donde el "bip" represor simulaba una salva de metralleta. Hablan de una canción "bien Quilapayún" y empiezan a gritar "Revolución, revolución").

-¿Y algún militar con buen gusto los ha ido a ver?

Mundstock (con voz de cadalso): -Sí, Videla... Videla vino al teatro un par de veces con su familia. Entraba al camarín y nosotros teníamos un cagazo' ¡Era el Videla del 77, 78!

Puccio/Rabinovich: -Nosotros sabíamos muchas cosas por nuestros viajes a México, a Venezuela... Teníamos contacto con exiliados, amigos...

-¿Creen ser un grupo popular?

Mundstock: -Borges era popular, pero lo leyeron 20 tipos...

Puccio: -Hay una acepción que dice que lo popular está con el pueblo, ¿no? Bueno, si es así, hay cierto humor nuestro que pasó al acervo popular.

Rabinovich: -Somos más populares que (Diego) Capusotto y menos que Víctor Heredia. Recién el día que canten una canción de Les Luthiers en la cancha, te voy a decir que lo logramos.

-Cuando venía para la entrevista, le dije al taxista que iba a juntarme con Les Luthiers y me dijo: "Uh 'yo no los entiendo, a mí me gustan Los Midachi". ¿Alguna vez vivieron esa antinomia?

Núñez: -Hay cierta gente que viene a ver a Les Luthiers y me desilusiona profundamente con comentarios tipo: "Me gustaron, pero Midachi hace otra cosa". Algunos nos comparan, y a mí realmente me jode.

Mundstock: -El Negro Fontanarrosa, medio con vergüenza, me dijo que los Midachi lo hacen cagar de risa. Lo dijo él, un humorista fino...

Rabinovich: -Bueno, el Negro Fontanarrosa se ríe con "Los 400 Golpes" de Truffaut' (carcajada general)

Mundstock: -Hay un 90 por ciento de la población que no ve Les Luthiers. Le decís "Flor de relós", y no tiene ni la más pálida idea lo que estás hablando. No, definitivamente, no somos populares.

Núñez: -Lo popular es la televisión.

Rabinovich: Y Midachi hizo mucha televisión. Ellos juntan el grupo, ganan unos mangos, lo desarman. La hacen bien. Ahora quieren hacer un espectáculo con nosotros.

-¿En serio?

Mundstock: Quieren salvar su alma...

Rabinovich: -Dady (Brieva) dice "los intelectuales y los populares". No hay tal rivalidad. Es más, con Dady llegamos a hablar para alguno de los reemplazos circunstanciales.

Mundstock: -Y el Chino (Volpato) es un simpático total. Con Del Sel, bueno, Del Sel jugó a que Les Luthiers le rompía las pelotas, pero cuando nos ve nos abraza. Está todo okey con Midachi, aunque no creo que pase nada con la propuesta. Así estamos muy bien.


© Escrito por Hernán Firpo el viernes 30/06/2006 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.





  


domingo, 14 de diciembre de 2014

Enigma Messi… De Alguna Manera...


Enigma Messi…

"Messi es indescifrable. Es parte de su encanto", describe un periodista español. Getty Images 

¿Su sello es rosarino o catalán? ¿Qué tiene de Maradona o de Di Stéfano? Mágico y capaz de romper cada récord, el mejor futbolista del mundo es un enigma. O muchos.

De Messi escribió Roberto Fontanarrosa (Usted no me lo va a creer) quizá ni cuando había nacido Messi. Rosales, un ojeador de niños futbolistas, había visto un caso único, desde la esquina de un bar polvoriento de Rosario, de donde es el mejor (¿el mejor? El espejo de Blancanieves dice que sí) futbolista del mundo. La pelota iba tras un muchacho, sin que el pibe hiciera nada; la querencia era tal que no había ni sombra entre los dos, eran el muchacho y la pelota a la vez, como si esa atracción benévola ya fuera definitiva y la pelota formara parte del cuerpo del pibe.

“Era una de esas siestas agobiantes del verano donde no corre ni una sola gota de aire”, escribió Fontanarrosa en el célebre cuento en el que nace, sin haber nacido, Lionel Messi. 

“La pelota, entonces, sola, solita como le cuento, como me lo contó Rosales, empieza a rodar y se va detrás del pibe, como un perro”.

La historia es ficción, pero por esos andurriales de la imaginación de Fontanarrosa andaba sin duda Lionel Messi. Y ese fantasma, como para los de Aracataca el fantasma de Gabo, se sigue apareciendo por los bares y por las noches. Alguien le dijo a Santiago Segurola, escritor español, periodista, que escribe en Marca, algo que este excelente narrador de lo que el fútbol lleva dentro le dijo a Jorge Valdano y le sirvió a éste para el reciente documental que ha hecho con su hijo y con el cineasta Alex de la Iglesia sobre esta figura del fútbol mundial.

Lo que se dice es que, en la fantasía de los que ya creen que Messi es de ficción, como el pibe de Fontanarrosa, este futbolista de Rosario sigue en su barrio, duerme ahí, juega con sus amigos de la infancia, y por la mañana viaja a Barcelona, se entrena, y luego regresa a su casa de Rosario. No es así, pero así lo parece. Valdano, que ha estudiado su psicología y su arte, cree que Messi conserva el alma que tenía cuando jugaba de pibe (el pibe de Fontanarrosa) en el Grandoli, en su barrio, “no puede abdicar esa pasión”, y eso lo convierte en el jugador imprevisible que es. Como si se acordara de que el fútbol es una competición de muchachos, y a éstos no se los deja tirados. Hay muchos elementos (en el documental de Valdano-De la Iglesia, en la retina de cualquiera) que recuerdan a Messi de niño, cómo se solidarizaba con los que estaban en el campo y sufrían o perdían, cómo iba al rescate de los menos favorecidos de la cancha. Esa alma es pegajosa, como la pelota en relación al pibe del cuento: se vio en el Mundial, cuando se lesionó Angel Di María y él fue a defenderlo de la tristeza.

Es un niño, no ha dejado de ser un niño; hablé con mucha gente sobre Messi; vi miles de papeles, consulté libros (el más reciente, una joya, de Guillem Balagué, Messi) y en todas partes vi de nuevo la sombra de aquel pibe que iba con su abuela a los campitos a jugar a la única asignatura que le interesó en la escuela, el fútbol. Y a todos les escuché, en todas partes leí, que sigue siendo un niño.

Fue un niño siempre. Cuenta Valdano que Gerard Piqué, que lo conoce desde La Masía, la escuela del Barça, desde cuando Messi no levantaba ni tres palmos del suelo,  le dijo que ya era así, “simple e indescifrable”. En palabras del ex jugador de la Selección argentina, ahora escritor, está claro que Lionel siempre va a hacer lo mismo, “no es un jugador imprevisible, pero se empeña en hacer lo que siempre hizo y tú no lo puedes parar”. ¿Es contumaz, pues, o artista, como Maradona? “Considero más artista a Maradona que a Messi, pero me parecen igualmente geniales”. Es fascinante, según Valdano, esa capacidad con la que nacieron: “Ver cerca y lejos al mismo tiempo”. En el caso del de Rosario: “Da la sensación de que está viendo las piernas de un adversario para eludirlo y de pronto descubre una solución a cuarenta metros. Así que parecía que iba a eliminar al rival más cercano, pero aprovecha el espacio que hay en un sector de la cancha que él tenía oculto”.

Repito, como el pibe del cuento, la pelota es suya, aunque no la tenga: ella vendrá. Jugar con él es maravillarse, dice Valdano; el riesgo, como sucedía con Maradona, con quien él jugó, “es que esa fascinación te saque del partido”. Así que en el campo hay que jugar con Messi, pero debes cuidarte de jugar mirándolo, porque entonces ya eres un espectador atónito y no un futbolista.

Va a dormir a Rosario, sus sueños están en Rosario. La biografía ampara su crecimiento: no sólo es del barrio y regresa al barrio, es que se casó con la primera chica que conoció en el barrio, se recupera en Rosario cuando se lesiona en Barcelona. “Es increíble”, dice Valdano, “que un chico como él, que desde los trece años vive en Barcelona, tenga un apego tan grande a sus orígenes”.

Por eso es tan injusto, corrobora Valdano, esa especie que circuló y que tanto lo dañó: que no le hacía justicia a la camiseta argentina. Porque no es exactamente de Rosario, es concretamente (esto lo dice Diego Torres, argentino, escritor de fútbol en El País) “un argentino, un argentino provinciano”. Valdano dice –explica Torres– que “los rosarinos son los argentinos más exageradamente argentinos, los que acentúan los rasgos típicos del argentino”. En el caso de Lionel, él no lo ve así: “Messi no conoció Rosario, sino su barrio; él no sale de su barrio, aunque su ciudad no sea tan grande, él no va a Rosario, sigue en el entorno de su infancia, y sigue ahora ahí”, como el pibe del cuento, perseguido por la pelota de su niñez. “Quizá no le dio tiempo de salir, todavía, y eso es lo que explica su matrimonio, el apego a su familia, que se deje llevar por los amigos de sus hermanos y por su padre. Es, me parece, un argentino poco frecuente. Los argentinos de Buenos Aires son más extrovertidos, y Messi es un provinciano”. Un provinciano de un barrio.

Lo argentino. Patricio Pron, novelista argentino que reside en España, es de Rosario, y conoce esa pituitaria de Messi. ¿Es como el pibe que cuenta Fontanarrosa en su ficción? ¿Cómo son los niños futbolistas de Rosario? “Por lo general son muy delgados, no muy altos, nunca han tenido nada y lo desean todo, pero no de cualquier modo: quieren jugar, quieren marcar goles, pero hacerlo con cierta belleza, con habilidad”. ¿Y cómo defines a Messi?: “Messi es muy interesante. Es el tipo de jugador que en Argentina nunca será considerado un crack; para ello le faltan un talento innato y una relación conflictiva con ese talento. No digo que Messi no haya poseído ese talento desde sus comienzos, pero fue puliéndolo en los entrenamientos, volviéndose un jugador mejor y más completo con los años, lo que lo convierte en un jugador atípico para el argentino, que reconoce el fruto y la hoja, pero no considera suyo el árbol, sino un trasplante, y no se siente interpelado por la vida de Messi, que es aburrida”.

El hombre que vuela. Messi desafía la gravedad y a los rivales. Foto: AP

Consulté a Daniel Divinsky, editor de aquel cuento (y de muchos libros) de Fontanarrosa, queriendo saber de él cómo había vuelto Messi a Argentina, al afecto argentino, cómo recuperó la pelota que simbólicamente lo perseguía en Rosario. ¿Es Messi otra vez argentino? Me dijo Divinsky: “El tradicional exitismo argentino –que en el fútbol se sintetiza en la frase La gloria o Devoto– acentuó la recuperación de Messi para ‘la Patria’. Se lo denostaba porque no jugaba igual de deslumbrante para la Selección que para el Barça”. ¿Y qué supone para el estado de ánimo argentino? “Supone la restauración de la fe en el milagro (para el ánimo nacional) y la afirmación de que en el fútbol siempre es posible lo inesperado: ya lo dijo Dante Panzeri, brillante periodista, que tituló un libro suyo Fútbol, dinámica de lo impensado”.

No sólo es lo impensado Messi; dice el escritor y periodista colombiano (y devoto del Barça) Daniel Samper que el pibe de Rosario “pertenece al mundo de Kafka. Es un genio, pero inescrutable; camina, pero no sabemos si es que lo considera suficiente, o que no puede más, y de pronto estalla; es uno de los cerebros más difíciles de entender y de los grandes genios que han pasado por el fútbol. No pertenece, por eso, al mundo de sir Stanley Matthews, el milagro del fútbol inglés, sino al universo de Kafka”. Como Alfredo Di Stéfano, Messi casi no habla fuera del campo, ni en el campo, como Atahualpa Yupanqui, a quien sus numerosos acólitos de Madrid esperaban en vano alguna palabra que saliera  de su genio. “Pero es que Messi”, dice Samper, “canta con los pies. Es complicado saber qué está pensando, qué le gusta. Es genial, pero esa genialidad puede menguar  en un momento, y eventualmente un día se acabará. Aun así, te va a engañar: parecerá que termina y es cuando empieza, pues así juega. No vi en medio siglo un misterio igual entre los futbolistas”. Es que está habitado por Kafka y lleva adherida una pelota. Como el pibe de Fontanarrosa, que fue amigo, por cierto, de Samper y de Valdano.

Es un niño de La Masía; la pelota que se le pegó en Rosario siguió hasta él y la tiene en esa escuela privilegiada de la que salieron Guardiola, Piqué y Xavi. Le pregunté a David Gistau, escritor español, columnista en ABC, con muchos vínculos argentinos, si este pibe sigue teniendo rasgos argentinos. “Sí, pese a que su formación terminara en La Masía y a que lleva tantos años en el Barcelona. Es un cliché, pero es puro potrero. Te lo imaginas haciendo asados en su jardín. La picardía, la gambeta corta, el no arrugarse cuando lo marcan duro”.

Eres del Madrid y de Argentina. ¿Cómo se ve a un astro azulgrana con la pelota en los pies, pero defendiendo tus colores nacionales?
Mi filiación argentina me está permitiendo saber qué se siente cuando Messi juega en tu equipo y no en el del enemigo. Si cada vez que controla la pelota en el Bernabéu el miedo me cierra la garganta, ahora es al revés: cada vez que arranca mi reacción es de fe y entusiasmo. Es muy duro que Messi juegue contra ti. Y es gozoso saber que tienes entre los tuyos a un crack tan determinante.

Les pasaba a los culés, cuando en el Madrid jugaba Di Stéfano, y éste estaba en la selección española.
La comparación con Di Stéfano es perfecta porque Messi, aunque el Barcelona ya tuviera alguna Copa de Europa cuando él llegó, es el inventor de la leyenda europea del Barça, como Di Stéfano, cincuenta años antes, lo fue del Madrid. Pero claro que da miedo.
Con esa inquietud por saber cómo se siente un madridista ante el fenómeno del pibe de Rosario fui a otro madridista ilustre. Esto piensa Vicente Verdú, autor de libros de sociología del fútbol.  Dice el escritor de Elche (y del Madrid) que Messi ha cambiado a Cristiano Ronaldo. ¿Y cómo ha cambiado Messi? “Hacia un progresivo ensimismamiento en un YO gigante que exige mucha atención y mucha alimentación”. ¿Ha cambiado al fútbol? “No es de los que cambian el fútbol pero sí de los que alteran la jerarquía en la historia individual y legendaria de los jugadores máximos”. ¿Ha cambiado al Barça? “El Barça cambió para mejor y después para peor. No es cosa de Messi, sino de la ley de vida contra la que no ha podido la fama inmortal de un jugador. Si se va a ver a Messi, se va a ver a un fenómeno particular y no de equipo”. Para Verdú, “Messi es el no va más jugando al fútbol y un enfermo mental segundos después. Cosa de genios”.

Está en el corazón del fútbol. Ahora él es el Barça. Así lo ha visto, a lo largo de la historia, alguien que lo vio (para describirlo) muy de cerca y desde que empezó a crecer. Es Ramón Besa, que escribe en El País sobre el equipo español del pibe de Rosario. “Messi entendió desde pequeño el juego del Barça, lo procesó, lo metabolizó, para después, cuando ya entró en el primer equipo, marcar las diferencias. Hasta su llegada, el delantero goleador siempre había sido alguien fichado, no producido por el club. Messi tiene la genética argentina (familiar) y la genética azulgrana (futbolística). El Barça no producía un 9 catalán hasta Messi, si es que Messi es catalán. Messi es el punto y final perfecto del juego. Por eso ha sido tan importante como goleador, más que como productor o generador de juego, o desequilibrante en el extremo. El mejor Messi es el que Guardiola puso de falso 9. Ahora es otra cosa. Messi le dio grandeza, vuelo y sentido al juego del Barça: sin él podía haber sido un equipo más chato, menos agresivo futbolísticamente, menos ambicioso. Messi nos dijo a Lu (Luis Martín, de El País ): ‘Mi suerte es haber caído en este Barça’. La del Barça es haber tenido a Messi. Los dos son complementarios.”

Cambiar todo. Marcos López, de El Periódico, de Catalunya, comparte con Besa la experiencia de ver a Messi partido a partido. “Messi cambió al Barça para siempre. Habrá un antes y un después de Leo. Un niño diminuto, llegado en pleno proceso de destrucción del club (inicio de la década del 2000), que modifica la historia de ese club. Pero Messi no hubiera existido sin el Barça. Sin este Barça, sin esta filosofía, sin estos socios, sin Xavi, sin Iniesta, sin la paciencia meticulosa de Rijkaard para gobernar su irrupción y sin la complicidad de Guardiola, el técnico que mejor escuchó los silencios de Leo. No sólo los escuchó: los decodificó. En unos años, el Barça de Guardiola y de Messi o el Barça de Messi y Guardiola figurará en el panteón del fútbol mundial. Una obra de arte”.

Arte y Messi. Picasso y Kafka en la misma figura. Un predestinado. Así lo ve Santiago Segurola. “Ha confirmado que la mayoría de los genios del fútbol son unos predestinados. 

Suelen adelantarse al tiempo de los demás, no de los buenos jugadores, sino de los buenísimos. Messi, Maradona y Pelé eran estrellas mundiales antes de los veinte años. 

Con esa edad desplegaban unos recursos inauditos, una prestancia y capacidad competitiva impensable en jugadores tres, cuatro o cinco años mayores que ellos. En todos ellos había algo mesiánico. Otro aspecto fundamental de Messi es su estilo de juego. No he visto a un delantero capaz de completar la ecuación máxima velocidad+máxima habilidad+máxima precisión=indefendible. Es un jugador de dos escuelas. Una, la original, la del barrio, que se puede considerar argentina de nacimiento. Otra, la metódica, cartesiana, del Barça. Esta última influencia le ha permitido perfilar sus recursos en un clima extremadamente favorable. Es decir, naturaleza y método. No es sencillo. La mayor parte de los jugadores como Messi se dejan llevar por sus cualidades y olvidan los elementos colectivos del juego. Messi no. Un rato era Messi, otro Xavi, otro Iniesta y otro Eto’o. Esa capacidad camaleónica para elegir cada momento es el máximo indicador de la inteligencia de un futbolista. La  ventaja de Messi es que podía ser cualquiera en el campo y ser el mejor. En cambio, ni Xavi, ni Iniesta, ni Eto’o –tres jugadorazos– podían ser Messi”.

Todavía niño. Le pregunté a José Sámano, escritor de El País. Le sorprende que Messi juegue como cuando era un niño, “con las mismas emociones”; los incidentes de los últimos tiempos (los escándalos fiscales, por ejemplo) no parecen haberle afectado. “Quizá juegue peor, pero en el campo le veo igual: con las mismas picardías, sigue saludando a la abuela tras sus goles, se sigue enfurruñando, sigue gambeteando, sigue procurando hacer sus cañitos. Quizá sea  distinto ahora, pero en el campo sigue siendo el niño de Rosario. Al fútbol le ha aportado fantasía; y siendo más enclenque que Maradona puede ser mucho más grande”.

A Santi Giménez, que conoce a Messi desde chiquito, esto le parece: “Un talento descomunal e innato que encontró el mejor laboratorio futbolístico en el fútbol base del Barcelona. Ese talento en cualquier otra parte del mundo no hubiese explotado de esta manera. Al principio, Xavier Llorens, el técnico del fútbol base del Barcelona que primero lo tuvo e insistió para que se quedara cuando la directiva casi lo deja escapar por no pagarle el tratamiento hormonal. A partir de ahí, la idea futbolística del Barcelona es la que le forma siguiendo un patrón en el que se encontraba como pez en el agua”.

Se quedó; salvó al Barça salvándose a sí mismo.

Le pregunté al dibujante Rep, argentino, si es fácil dibujarlo. “Sí, es muy dibujable. Me sale fácil, es simple, como dibujo belga. Ligeramente encorvado, mechoncito de pelo apenas asombrando la frente, nariz aerodinámica, ojos puntitos. Emoción cero, pero nunca fría. Maradona nunca fue fácil de dibujar para mí”. A Manuel Vicent, escritor español, constructor de metáforas, le pedí una que definiera a Messi. Me dijo: “Borges decía que estaba más orgulloso de lo que había leído que de lo que había escrito. Messi debería estar más orgulloso de los goles que regala que de los que marca. Pasar la pelota es la lectura. Marcar goles es la escritura”.

¿Y es posible cantarlo? Se lo pregunté a Alejo Stivel, músico argentino, aficionado al Barça, que vive entre su Buenos Aires natal y su Madrid adoptado: “Tiene el ritmo de una chacarera rápida y frenética, alegre y ligera; cuando se mete en el área, entre el fuego enemigo, suenan los rasguitos de las guitarras y los bombos legüeros. Con la fugacidad de un suspiro les mete un gol sin que casi se den cuenta”.

Pero aquel muchacho que se llevaba la pelota consigo en el cuento de Fontanarrosa se parece, en los sueños de lo que lo ven jugar, a esta metáfora que me dejó en el correo Segurola: “De Messi, que es un jugador terrestre y no aéreo, sólo se me ocurre una imagen: una rueda de fuego”. Ahí se lo ve llegar, con la pelota agarrada al pie, indiferente, y a su alrededor prende como una llamarada el fuego del fútbol.

Ahora que en España es el mayor goleador de la historia, sonríe otra vez y lleva al Barça como si fuera el balón que el personaje de Fontanarrosa manejaba a su antojo, se puede decir que a Messi lo acompaña el récord como alguna vez lo acompañó la melancolía.

© Publicado el Domingo 14/12/2014 por la Revista Viva de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.