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domingo, 11 de septiembre de 2016

Nueve meses de duelo y parto… @dealgunamanera...

Nueve meses de duelo y parto…

Mauricio Macri. Foto: Pablo Temes 

El viento de cola de la economía mundial que alcanzó para disimular nuestro parate de 2009 a 2015, se apagó. Hará falta mucho más que festiva impertinencia para reemplazarlo.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 11/09/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ayer se cumplieron los primeros nueve meses del gobierno de Macri, y la asociación con el embarazo es obligada. Fueron nueve meses dolorosos como un parto, con el inconveniente de no saber cuánto más se prolongará. Tampoco el resultado final de lo gestado es seguro, porque no hay una ideología clara de derecha y a favor de los ricos como creen los K, ni liberal o conservadora o republicana como quieren creer ciertos anti K. El drama tragicómico de la Aduana, o los servicios de inteligencia a los que en esencia se les mantuvo el poder, o la continuidad al frente de la Policía Bonaerense de un comisario que no podía desconocer lo mismo que hoy Vidal combate son todas señales de la debilidad fáctica y conceptual de lo que se denomina “cambio”, porque su expresión ideológica no tiene palabra y lo novedoso, tal vez, sea sólo ornamento de su vacío.

Pero Macri cuenta a favor con el enorme odio que generó el kirchnerismo en la mayoría de los medios de comunicación profesionales, que con tal de castigar todo lo K reducen la agenda del presente para dedicar la mayor cantidad de tiempo a la corrupción de los 12 años kirchneristas, empujando a gran parte de la sociedad a entretenerse con la novela diaria de Comodoro Py, como si estuviéramos preñados de pasado en lugar de futuro.

El futuro es aún terra incognita, y no se sabe si Macri es el demiurgo que precisa la época

Mientras tanto, el déficit fiscal no se reduce: sigue habiendo 36 empleos públicos por cada 100 empleos privados, cuando en Chile hay 12 empleos públicos por cada 100 privados; crece la deuda externa no sólo para obras de infraestructura sino en parte significativa para financiar el pago de sueldos de las provincias, como en los 90, y no se disipa la duda sobre si el gobierno del PRO vino a hacer kirch-nerismo más prolijo imprimiendo deuda en lugar de imprimir billetes. Shakespeare decía: “Vestir palabras viejas en nuevo modo es todo mi arte”.

Desde una perspectiva ideológicamente opuesta a la ortodoxia económica,  más que expectativas y dudas sobre el resultado del parto lo que hubo fue duelo por la reducción del consumo.

A pesar de la pérdida del 8% del poder de compra en lo que va de 2016, los sueldos privados en Argentina son en promedio 50% mayores que en el resto de Latinoamérica. Pero al no ser el resultado de una mayor competitividad, los precios de los productos también son un 50% más caros que en el resto de nuestros vecinos, creando un círculo vicioso cuya solución requerirá mucho más que un incremento sustancial de las inversiones.

Hará falta mucha creatividad para cambiar la matriz económica-cultural de la Argentina, y sorprende que después de nueve meses de gobierno el ministro Prat-Gay proponga un pacto social para tener menos inflación y recesión cuando no se hizo en diciembre, al asumir. Muestra diferencias en el equipo económico y cómo el sistema de dos CEOs supervisando a los ministros genera tensiones. Hay quienes sostienen que Macri terminará poniendo a uno de sus dos vicejefes de Gabinete  directamente como ministro de Economía, y Mario Quintana es el más mencionado.

Tampoco la obra pública alcanzará  para transformar esa matriz. La provincia de Buenos Aires tiene un territorio equivalente al de Alemania y un déficit de infraestructura de 200 mil millones de dólares; aunque Macri lograra destinarle 20 mil millones, no conseguiría un efecto como el del Plan Marshall, que después de la Segunda Guerra reconstruyó a Alemania, y tampoco se acercaría al objetivo de “pobreza cero” que pregona el Gobierno ni se verificarían en la vida cotidiana mejoras contundentes.

Aunque María Eugenia Vidal tenga hoy el récord de casi el 70% de imagen positiva, si no logra transformar la penosa situación de la Provincia (escuelas, hospitales, comisarías y rutas con problemas crónicos de mantenimiento), corre el riesgo de que dentro de cuatro años se diga de ella que fue “Scioli con polleras”: muy querible, pero no pudo cambiar nada. La opinión pública es tan volátil que en cuatro años puede modificar totalmente las condiciones de reconocimiento: en 2011 Aníbal Fernández fue quien ganó las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires con el 57% de los votos como primer candidato a senador. 

Macri hoy tiene la ventaja de una oposición altamente fragmentada y las organizaciones sindicales desprestigiadas, aún sin liderazgos categóricos. Aunque puedan hacer movilizaciones multitudinarias y hasta paros nacionales, los sindicatos ya no son la base de un partido de oposición como lo fueron en el pasado para el peronismo cada vez que no fue gobierno. 

Pasamos de la elocuencia vulgar al discurso del silencio, donde la esperanza es la espera.

Hoy no hay una “ancha avenida” de oficialismo y otra de oposición, sino una atomización de espacios políticos todos minoritarios, con el riesgo para la oposición de que cada vez que trate de amalgamarse para adquirir peso electoral termine pasándole lo de Alfonsín-De Narváez, para quienes la suma de partes fue menor que el todo. En su acuerdo con Stolbizer, le atribuyen a Massa decir que sólo sería candidato en 2017 si Cristina Kirchner se postulara para senadora por la provincia de Buenos Aires.

Un ejemplo del estado líquido de las fuerzas políticas argentinas lo muestran los  principales cuadros de la frustrada Alianza que gobernó de diciembre de 1999 a diciembre de 2001,  sirviendo tanto para aportar funcionarios y candidatos al kirchnerismo como al PRO. 

El corolario es que duelo y parto comparten la esperanza en la espera. Ambos en el fondo tienen su poder de concepción porque se supone que, acabado el trabajo de duelo (también hay trabajo de parto), quien tiene su humor dolido se cura sustituyendo lo perdido por su reemplazo. El viento de cola de la economía mundial que sopló de 2003 a 2008 y que alcanzó incluso hasta para disimular nuestro parate de 2009 a 2015, se apagó. Hará falta mucho más que festiva impertinencia para reemplazarlo.

 

viernes, 31 de octubre de 2014

Se los digo yo que soy Radiotelegrafista... De Alguna Manera...

Al menos esta nota sí tiene un "título"…

CKF inaugurando "La Matanza Expone"

“Acá estoy después de nueve corridas”. Gracias a Dios, el discurso no fue en España y la Presi pudo mantener algo de dignidad ante los asistentes que presenciaron como Cristina mantenía una videoconferencia para inaugurar “La Matanza Expone”. Lo único que había para exponer era el concurso de natación forzosa de Laferrere y Virrey del Pino, pero no lo pasaron. Tampoco mostraron qué pasó con los dos mil millones de pesos para obras hídricas que prometió hace un año. A la vista del resultado, suponemos que se invirtieron en el Plan Verano Para Todos y llevaron piletas a los hogares de cada ganador de la década.

Más allá de eso, no deja de sorprenderme el enorme esfuerzo que pusieron para llevar a cabo la videoconferencia. No sólo llama la atención sino que resulta casi un esfuerzo supremo coordinar los astros para que, primero, dejara de llover y el intendente matancero no tenga que aparecer con esnorquel; y segundo, para que no hiciera demasiado calor y la conexión se pudiese llevar a cabo sin problemas, ni boicots antinacionalistas bajapalancas.

La noticia buena: los bonaerenses todavía no desarrollaron mutaciones aberrantes y sus cuellos permanecen libres de branquias. La mala: las escuelas que la Provincia pintó de naranja parecen boyas, pero no flotan.



Cristina estaba recién levantada, radiante y con toda la energía, como corresponde a una persona responsable que arranca el día cuando todavía es casi de noche –tipo 19,00 horas de la madrugada– así que pasó a explicar a los jóvenes metalúrgicos la importancia de ponerle “sosguar a los fierros” y que hay que aprovechar este momento “fundante” para llevarlo a cabo.

Luego de contar las habituales bondades de su Modelo de Redistribución de Inundaciones, destacó que su gobierno continuó la gestión energética de su difunto marido, a la cual definió como “revolucionaria”. Debo reconocer que estoy de acuerdo, no sólo porque es cierto que continuó con la joda energética, sino con el concepto revolucionario, etimológicamente hablando. Cualquier cambio generalizado que ponga patas para arriba una realidad es una revolución. Y sí, el kirchnerismo también hizo una revolución en materia energética, al convertir un país autoabastecido y exportador, en uno importador. Y todo se logró a menos de diez meses de iniciada la gestión de Néstor.

En una joda loca de palabras, Cristina se mostró en su mejor nivel. La misma mujer que hizo lobby para privatizar lo que luego expropiaría, pidió a los empresarios que pongan “reglas coherentes”. No solo se notó que faltó a la clase de Constitucional I cuando dieron Poderes del Estado, sino que se olvidó que es la jefa de un Gobierno que prometió no subir las retenciones, subió las retenciones, congeló el dólar, lo devaluó, lo prohibió y lo liberó parcialmente, reguló las importaciones, las trabó, las liberó a pedido, propuso una ley de medios para todos, sacó a las telefónicas por ser amigas, subsidió concesiones y las quitó sin mayores problemas.

También se quejó porque Estados Unidos “le da a la maquinita de imprimir” y que por culpa de eso tiene “una inflación del 3 y pico”. En la embajada yanki todavía se están cambiando los pañales del ataque de risa que les dio la afirmación de la Presidenta del tercer país con mayor inflación del mundo, en el que la impresión de billetes está a cargo de un vicepresidente con más causas que canas, y no tuvieron tiempo para remarcar que la inflación del último año fue del 1,5%. Sin embargo, podemos rescatar una buena: Cristina alguna vez pasó cerca de un apunte de Economía Política.

Como andaba quisquillosa porque este país está lleno de gente con problemas, también se enojó con los intendentes que ejercen presión impositiva. Se ve que en la facu de La Plata, el aula de Derecho Tributario no era fácil de encontrar. A continuación, remarcó que el salario mínimo de Argentina es el de mayor poder adquisitivo de Latinoamérica, demostrando que, no sólo le importa tres carajos que haya trabajadores por debajo de la línea de pobreza, sino que el aula de Derecho Laboral estaba al lado de la de Tributario y por eso no se enteró que siempre tuvimos el salario mínimo más alto de la región.

Luego de pasarse los últimos 84 meses amenazando con volver a 2001, pidió que se termine con el discurso apocalíptico, para luego avisar que si se paga a los fondos buitre, se cae la reestructuración de la deuda y volvemos a 2001. Finalmente, celebró la juntada porque a los empresarios no los llevaron “por el choripan” porque no eran militantes. Habría que ver cuál es el aspiracional de cada quien: lo que para unos se arregla con el almuerzo, para otros alcanza recién con una licitación o un crédito blando. De la polémica sobre su título no habló, aunque remarcó que es abogada.



No es que pretenda encarar para el lado de sus capacidades intelectuales, dado que los conceptos que acabo de mencionar se dan en la Facultad, pero si los ubicamos todos, es porque también los vimos en la secundaria, además de pertenecer al más sencillo sentido común. Por eso, a esta altura del partido, más que reclamar el título de abogada, habría que reclamarle un psicotécnico.

Porque una persona que se la da de culta no puede hacerse la ofendida porque “Estados Unidos creció en la década del 40 gracias a la guerra”, cuando fue el mismo motivo que nos llenó de guita a nosotros. No habremos tenido Plan Marshall, pero les enchufamos nuestros productos agropecuarios a cuanto país cagado de hambre encontramos tras la matanza de 50 millones de personas y la destrucción de cualquier medio productivo europeo.

En mi opinión personal, si tuviera que inventarme un título, habría elegido otro con más popularidad que el de abogado. Astronauta, stripper, campeón de karaoke, no sé. Sin embargo, el hecho de que se haya o no recibido, no me afecta desde el punto de vista de querer que me muestre el título, dado que en la Facultad de Derecho dejás un ladrillo y en cinco años le dejaron un diploma abajo. He conocido cientos de abogados que no pueden reconocer la diferencia entre un expediente y el cuaderno de comunicaciones de quinto grado. Son los que caen en una mesa de entradas, se acodan en la ventanilla, se acomodan el traje comprado en cuotas y te preguntan cuál es el criterio del juzgado para resolver una excarcelación, como si hubiera otro criterio que el del Código de Procedimiento. Ahí radica mi única duda: el analfabestialismo de la Presi no es excluyente para tener un título universitario.

Y si bien es cierto que para ser Presidente no hay que ser, precisamente, abogado –de hecho, más de la mitad de quienes nos gobernaron no lo fueron– la discusión pasa por otro lado. Chicos, si planteamos el debate entre que tiene o no tiene que tener título por el sólo hecho de si sabe o no sabe, le estamos pifiando. Es una cuestión de principios, de a qué te podés acostumbrar, de qué estás dispuesto a permitir.

El dilema con el título sí o título no, en el caso de la Presi hasta resulta diferente del de otros casos divinos de la última década. Cristina construyó su relato personal en base a la persecución política de la década de los setentas. Y según su historia, ella es una “exiliada interna”, porque se tuvo que ir a Río Gallegos para zafar de los militares, porque está claro que en Santa Cruz gobernaba Pérez Esquivel. Según sus propias palabras, Cristina se fue de La Plata por el peligro que resultaba vivir en una ciudad con tanta persecución política. Y fue ella misma quien dijo que dio las últimas tres materias en 1979. Pero resulta que en 1979, la Universidad de La Plata tenía al mismo rector, Guillermo Gallo, a quien acusan por la desaparición de 750 personas, entre docentes y alumnos. Ahí está uno de los mayores problemas del discurso cristinista: si fue a La Plata, ingresó a la facultad, presentó el DNI para dar las últimas materias y se recibió en 1979, tan militante no era.

Independientemente de todo esto, algo tiene que quedar en claro, alguna regla mínima tenemos que mantener sin violarla ni hacerle 32 pibes. Al menos una regla. Cada vez que se percibe una mentira, un engaño, un chamuyo, se dibuja un nuevo límite. En el mismo instante en que notamos que el otro cruzó la línea, aparece una nueva, instantáneamente, esperando a que nosotros decidamos si nos importa que el otro mienta y no la cruzamos, o si nos da exactamente lo mismo y también cruzamos la frontera.




“En esto también me mintió, pero no es para tanto”, es más de cornudos conscientes que de seres racionales y con un mínimo de amor propio. Y a los hechos me refiero: dijo que no esperáramos que “esta presidenta” devalúe, nos clavó la mayor devaluación desde la salida de la convertibilidad, dijo que el país no necesitaba un Plan B frente a la crisis internacional y terminó presentando el plan canje de calefones, dice que no hay cepo al dólar, dice que bajó la pobreza cuando es imposible caminar una cuadra sin tropezarse con un winner de El Modelo, dice que no hay problemas de empleo y que las empresas no están en crisis cuando las suspensiones son más comunes que un escándalo del Diego, dice que fue opositora al neoliberalismo cuando fue colgada de la lista y de las tetas de Menem en todas y cada una de las elecciones de 1989 a 1997.

Nos dijo que el mundo se “derrumba como una burbuja”, que estamos mejor que Australia y Canadá, que el Cabo Sosa de Valentín Alsina le avisó que ISIS la quería matar, que los bondis no iban a aumentar, que la inflación son los reyes magos, que nunca se construyeron tantas viviendas, que para 2010 tendríamos el tren Bala y que para 2009 el Almirante Irizar estaría en funciones.

Si nada importó, es lógico que tampoco importe que toda su fortuna se deba a que siempre fue y es una exitosa abogada. Pero al menos esa nos tendría que dar un poquito de escozor. Algo. Porque la única forma que encontró la Presi para justificar que es una multimillonaria empleada pública, es una profesión que nadie recuerda que haya ejercido.

No es la aptitud para el cargo, es la primera mentira para justificar el choreo. Si usurpó dos títulos o uno sólo –firma sus decretos como doctora, cuando eso sí está probado que no lo es– debería generar, aunque sea, alguna pregunta.

Al menos por curiosidad.

O por pudor.

© Escrito por Nicolás Lucca (Relato del Presente) Publicado el Viernes 31/10/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.




Viernes. De la muerte, de los cuernos y de la mentira, no se salva nadie. Del kirchnerismo, tampoco.