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jueves, 9 de abril de 2020

Música. El largo y sinuoso camino… @dealgunamanera…

Medio siglo de la 'muerte' de los Beatles a manos de Paul McCartney…

Paul McCartney y Linda Eastman, poco después del final de los Beatles. GTRES

El 10 de abril de 1970 el autor de 'Yesterday' anunció su marcha del grupo. Su carrera en solitario no ha sido tan excitante, pero su vida sí: intensos amores, un sonado divorcio y mucha marihuana.

© Escrito por Diego Prieto el jueves 09/04/2020 y publicado por el Diario El Mundo de la Ciudad de Madrid, Reino de los Españoles.

Canal Youtube The Beatles

Paul McCartney (77) escribió en 1969 la que terminaría siendo la última canción de The Beatles. "Al final, el amor que te llevas es el amor que haces", cantaba en 'The End', como una premonición de lo que estaba por suceder. La grabación, para el álbum 'Abbey Road', en agosto de 1969, fue la última vez que los cuatro miembros del grupo hicieron música juntos. Poco después John Lennon comunicó su intención de abandonar a sus compañeros, aunque la situación ya era lo suficientemente tensa como para ver que el final, efectivamente, estaba ahí.

Sin embargo, hubo que esperar unos meses más para que llegase el desenlacé definitivo del cuarteto de Liverpool. Aunque grabado antes de la marcha de Lennon, el disco 'Let it be' cerraría la majestuosa discografía del grupo. Ya sin Lennon, los tres beatles restantes (McCartney, George Harrison y Ringo Starr) remataron aquel trabajo antes de que el productor Phil Spector se hiciese con las cintas para su polémica mezcla.

De forma paralela, Paul comenzó a grabar su primer disco en solitario. Deprimido por la marcha de Lennon, McCartney experimentó un cambio: si bien se podría decir que el autor de 'Yesterday' consiguió prolongar un par de años la vida los Beatles, también es cierto que su empeño en mantener unido al grupo acabaría con éste.

Aunque en un principio la idea era publicar de forma escalonada el disco de debut de Ringo Starr ('Sentimental Journey'), el 'Let it be' y, por último, el álbum de McCartney, el cantante y bajista decidió ir por su cuenta y adelantó la fecha de salida al 17 de abril de 1970. Fue a través de una de las notas promocionales del disco, remitida el 10 de abril, que McCartney anunció la disolución oficial del grupo. Esto enfadó a sus ex compañeros y provocó un proceso legal sobre los términos del final. Incluso McCartney llegó a denunciar a Lennon, Harrison y Starr. Finalmente, en 1975 el caso quedó cerrado.


Aunque 'McCartney', que fue como Paul llamó a su primer disco en solitario, estuvo en el número 1 de las listas estadounidenses hasta la publicación de 'Let it be' (el 8 de mayo), no cosechó buenas críticas. Es más, se podría decir que quien más brilló como compositor en los Beatles ('Golden slumbers', 'Eleanor Rigby', 'Blackbird') quedó luego por detrás respecto a las carreras en solitario de sus ex compañeros, sobre todo Lennon ('Plastic Ono Band', 'Imagine') y Harrison ('All things must pass').

Sin embargo, tras las tensiones por la disolución, de la que ahora se cumplen 50 años, McCartney empezó a sentirse más cómodo en su nueva piel. En ello tuvo una influencia crucial su matrimonio con Linda Eastman, fotógrafa y rica heredera con la que se casó en 1969 y con la que tuvo tres hijos: Mary (fotógrafa, nacida en 1969), Stella (prestigiosa diseñadora de moda, nacida en 1971) y James (compositor, nacido en 1977).

Al frente de su grupo Wings, McCartney cosechó un gran éxito comercial durante la década de los 70. Su ojo con los negocios le ha llevado a convertirse en el músico más rico de Reino Unido y en una de las mayores fortunas de la industria del entretenimiento mundial, con cerca de 1.000 millones de euros, según 'Forbes'.

Aún así, McCartney siempre ha peleado con la imagen de perfeccionista estirado que muchos le colgaron tras el final del grupo más importante de la historia del pop. Ahí está su detención en Japón en 1980 por posesión de marihuana, por lo que estuvo en prisión durante nueve días. De hecho, hasta que dejó los 'canutos' en 2015, fue un ferviente defensor de la legalización del cannabis.

Pero su vida ha tenido otros momentos mucho más complejos. La muerte de Linda en 1998 le convirtió en viudo, aunque rehizo su vida con Heather Mills, con la que se casó en 2002. Su divorcio, en 2008, fue uno de los más sonados de la historia británica.




domingo, 29 de julio de 2012

Juegos Olímpicos Londres 2012... De Alguna Manera...

Las mejores fotos de la apertura...

 Logotipos Olimpíadas Londres 2012.

Desde el salto de la “reina” en paracaídas hasta el humor de Mr. Bean y las risas de McCartney. Postales para el recuerdo de la ceremonia inaugural.

La “reina” llegó en helicóptero. Y se tiró en paracaídas / AP

 Los aviones que sobrevolaron el estadio / AFP

Otra postal de los anillos / AFP  

 
 Una larga hilera de camas / Télam

 El homenaje al sistema de salus británico / AFP

Un chico y una acrobacia sobre una cama / AFP

Los anillos olímpicos / AFP

Mary Poppins dijo presente / AFP

Jóvenes vestidas de época / AFP
 Las mejores fotos de la apertuta / AFP

Un gran sol en lo alto / AFP

Mr Bean y una de las escenas más graciosas de la apertura / AFP

 Fuegos artificiales en el estadio olímpico / AFP

La cara de Danny Boyle, el director de cine que ideó la ceremonia / AFP

El pebetero, rodeado por los deportistas / AFP

 Paul MCartney / AFP

El pebetero, unión de múltiples llamas / AP

 Luces y sombras / AP
 
 Fuegos artificiales en el Tower Bridge / AFP

   
La fiesta en el Tower Bridge / AFP

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 28 de Julio de 2012.


sábado, 10 de abril de 2010

40 años sin Los Beatles... De Alguna Manera...

40 años sin los Beatles...

VERTIGO. En apenas 7 años, desde 1963 hasta 1970, los Beatles mutaron desde un latoso sonido beat a melodías más experimentales.

Hace cuatro décadas, el gran fenómeno musical y cultural que protagonizaron los Beatles llegó formalmente a su fin. Todas las innovaciones que introdujeron en la música popular se desvanecieron o adocenaron. Pero su existencia marcó el comienzo de una nueva época, en la que predomina el gran mundo urbano pop.
Los Beatles se separaron en abril de 1970, lo que significa que, aunque cada uno haya desarrollado su propia carrera solista, ya llevamos cuarenta años sin ellos. Ahora bien, ¿es realmente así? ¿Su rastro puede seguirse únicamente en el mero epigonismo de grupos tales como Tears For Fears o, más cerca en el tiempo, de Oasis, o trasciende incluso la música y sus modos de producción para instalarse de manera palmaria en la esfera de nuestra propia y personal intimidad?
Una primera alternativa es pensar la historia en estos términos: Los Beatles empezaron siendo un grupo de rock entre tantos otros. En sus primeros discos –vale decir, Please Please (1963), With The Beatles (1963), A hard days night (1964) y For sale (1964)– alternaron versiones del rock ´n´roll negro (Little Richard, Chuck Berry, Larry Williams), blanco (Carl Perkins, Gene Vincent, Buddy Holly) y adaptaciones del rhythm blues (Ray Charles, los Isley Brothers, The Coasters, The Miracles) con temas propios, por cierto, muy básicos. Estos últimos, sin embargo, a partir de Help (1965), Rubber Soul (1965) y, sobre todo, Revolver (1966) fueron ganando en complejidad y, al mismo tiempo, planteando lo que por entonces constituyó una gran novedad porque, de manera progresivamente excluyente, las composiciones de los Beatles fueron desplazando a sus versiones de temas ajenos. Dicho de otro modo, las canciones salían del seno del grupo, costumbre que, ya sea por motivos estéticos o puramente financieros, terminó por imponerse en el ámbito del rock y de la música popular. No importa aquí si ellos fueron realmente los primeros o no.
Lo que sí es importante es que, debido a su éxito y a la necesidad de emularlos, otros músicos empezaron a hacer lo mismo, primero, en ambas márgenes del Atlántico y, luego, en el mundo entero. Entonces, aunque hoy nos parezca lo más normal del mundo, ésta es una importante costumbre que gracias a ellos se volvió la norma de una parte sustantiva de la música popular.
Luego, en 1967 –año de la edición de Sgt. Pepper's Lonely Heart Club Band y Magical Mistery Tour –, los Beatles dieron un salto cualitativo produciendo, con el primero de esos dos álbumes, una verdadera revolución: un disco de música popular que era algo más que una mera colección de canciones y que se constituía en una serie conceptual la cual, además, de la dignidad artística brindada al objeto gracias a la tapa de Peter Blake, por primera vez en la historia ofrecía las letras de las canciones para su lectura. La música –que no fue unánimemente aclamada– apelaba a toda la tecnología disponible en el momento, comenzando de ese modo a hacer que el estudio de grabación fuera el verdadero instrumento de los músicos. Esa circunstancia se convertiría en otra personalísima marca de fábrica, repetida tanto en el White Album (1968) como, fundamentalmente, en Abbey Road (1969). El impacto para la mayoría de sus contemporáneos fue tremendo. De hecho, inmediatamente después de Sgt. Pepper´s... The Times del 29 de mayo de 1967 publicó en su portada que el disco alentaba "la esperanza sobre el progreso de la música pop", que efectivamente se produjo cuando ese mismo año tanto Pink Floyd, como los Rolling Stones, The Kinks, The Zombies y muchos otros grupos británicos trataron de copiar esa idea con muy buenos resultados.
En tercer lugar, considérese que, al tratarse de ingleses, la influencia de la música estadounidense –en el caso de los Beatles, el rock ´n ´roll, el rhythm blues, el country western– fue filtrada y sometida a una lectura particular: acentos cambiados, síncopas diferentes, arreglos cargados con elementos ajenos a la tradición norteamericana. En una rápida enumeración, los de la música de vodevil y la ópera ligera (género al que son afectos los británicos desde que Gilbert y Sullivan lo impusieron a fines del siglo XIX), los de la música de cámara y orquestal (acá no queda más remedio que hablar de la influencia del productor y arreglador George Martin, cuyas ideas y conocimiento musical lo convirtieron, sin la menor duda, en un quinto integrante del grupo –cfr. temas como "Yesterday" y "Eleanor Rugby", con sus respectivos cuartetos de cuerda, o la utilización de la trompeta barroca en "Penny Lane", o el uso de la orquesta en "A Day in the Life"), los de la música electroacústica y de vanguardia (McCartney, en sus memorias se refiere explícitamente a John Cage y son más que conocidos los experimentos de John Lennon para la composición y grabación de, por ejemplo, "Strawberry Fields Forever"), los de la música de la India (George Harrison, gran admirador y discípulo de Ravi Shankar, la popularizó en Occidente), etcétera.
Con todo ello, los Beatles crearon un sonido de fondo que ya estaba muy lejos del rock tradicional, sobre el cual pusieron melodías fácilmente reconocibles que, notablemente enriquecidas por los arreglos de voces, les permitieron ponerse a la cabeza de la mayoría de sus contemporáneos. Estos, en más de una ocasión, debieron recurrir a otras tradiciones –principalmente, las del jazz, la música sinfónica, el blues y otras músicas folclóricas– para distinguirse de los Beatles, quienes, en cierto modo se convirtieron en una suerte de síntesis enciclopédica de varios tipos de música, algo que, más adelante podrá corroborarse en otros grandes músicos populares, como, por ejemplo, Richard Thompson, Elvis Costello y, más cerca en el tiempo, Beck.
Está claro que, por más originales que hubieran sido musicalmente, eso sólo no habría bastado. Deben entonces agregarse otros elementos, en su mayoría externos: el carisma del grupo, el hábil manejo que hicieron de su imagen, la publicidad en torno de sus vidas, las operaciones de prensa y, por encima de todas las cosas, las particulares condiciones de la época.
Aquellos fueron los días
Decir una vez más que el mundo, en la década de 1960, era otro es una perogrullada. Pero no hay otro remedio que repetirla y rendirse a su melancólica evidencia. Barry Miles en su excelente autobiografía a cuatro manos de Paul McCartney (Hace muchos años, espléndidamente traducida por Rosa Gorgatelli y originalmente publicada por Emecé en 1997), recuerda que "en 1963, el affair Christine Keeler-John Profumo pondría fin a trece años de gobierno Tory ( ...)", lo cual significó el acceso al poder del Partido Laborista de Harold Wilson, con su correlato de ascenso social de la clase trabajadora. Muchos jóvenes pertenecientes a ese estrato, beneficiados por lo aprendido en las escuelas de arte –creadas para que los hijos, cuyos padres habían muerto en la Segunda Guerra, se formaran y les dejaran tiempo para trabajar a las madres–, accedían así a una nueva época, donde "todo lo moderno era in y todas las cosas y las personas viejas eran out" y donde además, por la inmensa corrupción existente tanto en el mundo de los negocios como en la policía, había dinero fácil. "La otra cara de la moneda –anota Barry Miles– era la libertad personal y la fiesta constante que era el Londres de la década de los 60".
Había empezado el "Swinging London", termino acuñado por la revista Time para designar al lapso de efervescencia cultural que vivió la capital británica a partir de la segunda mitad de la década de 1960, convirtiéndola en el centro mundial de la cultura y la moda. "Fue como vivir en el siglo de Pericles, en la Francia de la Belle Epoque", me dijo en una entrevista Ian Anderson, el líder de Jethro Tull, y agregó: "Ese tipo de creatividad de la que estamos hablando ocurre una vez por siglo en cada dominio del arte. Tuvimos la suerte de que ocurrió cuando nosotros éramos jóvenes. Fuimos testigos y protagonistas de ese fenómeno. Tuvimos a los Beatles, a los primeros Stones, a Traffic y, por el lado de los EE.UU., a Frank Zappa y sus Mothers of Invention, a Captain Beefheart, quizás a los Grateful Dead. Fueron seis o siete años de mucha creatividad. Se hicieron cosas que nunca antes habían sido hechas y después, se acabó. Nunca más va a haber nada tan interesante en los dominios del pop y del rock".
Para corroborar estos dichos, a principios de los años setenta, cuando los Beatles ya se habían separado, John Lennon, a punto de cumplir los 30 años, señaló que el sueño se había acabado. Algo más tarde, Bob Dylan llevó esta afirmación a un extremo paradójico: cuando se perdió el "roll", el rock se terminó. Dylan se preguntaba: "¿Qué son todas esas pavadas de glam rock, rock sinfónico, new wave, grunge? ¿Estrategias de las compañías vendedoras de gaseosas? Es posible que dentro de algún tiempo la música ya no dependa de los músicos, sino de los departamentos de extensión musical de Coca Cola o Pepsi". Ese tiempo del que en los años 90 hablaba Dylan ya llegó. Hoy, más que nunca, el rock y, sobre todo, el pop son músicas adocenadas, que carecen de ideología o, a lo sumo se resuelven en eslóganes del tipo "liberen a Willy" o "no se puede vivir sin amor". No hay nada comparable a la versión que Jimi Hendrix hizo del himno de los Estados Unidos en Woodstock, imitando con su guitarra el sonido de las bombas que por esos mismos días caían en Vietnam. Ese lugar ahora lo ocupa Bono, quien después del catering, le pide a la gente en los recitales que use el celular para donar plata para una siempre hambreada Africa. ¿Es de extrañarse entonces que la poca revulsión que se le pide al género apenas esté presente en las crueles y magníficas criaturas de Diego Capusotto, a veces más reales que los propios satirizados?
Nuestros Beatles
Con todo, más allá de las razones técnicas y de aquéllas que se explican por el momento en que irrumpieron, resta todavía saber por qué además de haber marcado a fuego las últimas cuatro décadas de la música y de haberse convertido en clásicos, se constituyeron, directa o indirectamente y prácticamente en el mundo entero, en la banda sonora de al menos cuatro generaciones. , de donde salió enteramente convertido a la causa beatle.
Seguramente no tengo una respuesta que valga para todos, pero sí una intuición plausible que me indica que muchos de nosotros hemos hecho de los Beatles parte de nuestra propia intimidad. Todos recordamos cuándo los escuchamos por primera vez, cuál fue el primer disco que nos compramos, cómo reaccionamos cuando nos enteramos de que se separaban y, para ponerle punto final a la cosa, en qué circunstancias nos enteramos de que habían asesinado a John Lennon, con lo que terminaba la fantasía de una hipotética reunión. De hecho, con todos esos recuerdos ajenos alguna vez me propuse hacer un libro que nunca se publicó. Allá estaban, por ejemplo, Gabriel García Márquez, que decía: "Tengo la impresión de que el mundo fue igual desde mi nacimiento hasta que los Beatles empezaron a cantar. Todo cambió entonces". También el delirante Timothy Leary, quien había declarado que los Beatles eran mutantes, "prototipos de agentes evolucionados enviados por Dios, dotados con el misterioso poder de crear una nueva especie humana, una raza joven de hombres libres y sonrientes". Recuerdo igualmente la conversión de Tomás Eloy Martínez, por entonces en Primera Plana, quien decía haberlos detestado hasta que lo mandaron a cubrir el estreno cinematográfico de A hard day´s night, de donde salió enteramente convertido a la causa beatle.
O el testimonio de Ric Caddel, un muy buen poeta británico ya fallecido, quien me contó que, de adolescente, su hermana mayor lo había llevado a verlos en vivo en un teatro de Durham y él, al día siguiente, se gastó todos sus ahorros para comprarse algunos de sus Lp, los cuales en algún momento heredó su hija y que ahora atesoraban sus nietos igualmente fanáticos de los Beatles y de sus ediciones premium. O el magnífico relato de Hanif Kureishi, en el que contaba cómo, a los 13 años, los descubrió, en una clase de música de la secundaria, cuando el profesor le hizo escuchar a la clase "She's Leaving Home", en un intento de demostrarle que los Beatles no podían haber compuesto algo así. O el testimonio del poeta francés Yves Di Manno, que escribió que Sgt. Pepper... "contribuyó a sacarme de la infancia, pero aunque en aquel momento lo escuchaba sin cesar, estaba lejos de comprender las letras", por lo que empezó a tratar de traducirlas, dando así comienzo a una carrera que lo llevaría a ser traductor de Ezra Pound, William Carlos Williams y George Oppen. O el entusiasmo del pianista Keith Jarrett cuando se editó Abbey Road, un disco que, según declaró, se llevaría a una isla desierta ...
Y todavía mucho más acá, compartiendo experiencias análogas, los que esperamos que después de "Hey Jude" pusieran "Don't Let Me Down", para así poder permanecer abrazados un rato más con la chica que nos gustaba; los que nos indignamos cuando esa otra chica perdió en Odol Pregunta por no saber que la actriz de Maravilloso agujerito - la primera película producida por George Harrison– era Jane Birkin; los que comprábamos las figuritas de los Beatles –la número 50, los "Beatles pelados", era la más difícil–; los que discutimos cada tapa desde Revolver en adelante; los que descubrimos que "Her Majesty" estaba al final de Abbey Road, escondida; los que discutimos airadamente con los fanáticos de los Rolling Stones, porque, así como había que elegir entre Boca y River también había que hacerlo entre unos y otros; los que en la cancha cantamos usando la melodía de "Ob-la-di Ob-la-da" y los que la oyeron en el jardín de infantes, alternada con "Yellow Submarine"; los que en tiempos de dictaduras militares supimos que era cierto que los Blue Meanies se habían mudado a la Argentina; los que descubrimos que a nuestros hijos también les gustaban y un día empezaron a sacar las canciones en la guitarra, exactamente como habíamos hecho nosotros, transmitiéndoles ese gusto a sus propios hijos para llegar al punto en que, cuando Paul McCartney tocó en River, se podía ver a tres generaciones de una misma familia compartiendo la música.
Todo eso y muchas otras cosas son los Beatles: melodías que uno siempre reconoce y que nos acompañan en la versión mono o en la estéreo, ya se trate de discos analógicos, o de digitales, o de inmateriales MP3. Y así transcurrieron estos cuarenta años desde que se separaron y no hubo ya Beatles.

© Escrito por Jorge Fondebrider y publicado en la Revista de Cultura Ñ el sábado 10 de Abril de 2010