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domingo, 3 de septiembre de 2023

Realineamientos. Massa, en plan “vamos viendo”… @dealgunamaneraok...

Realineamientos. Massa, en plan “vamos viendo”…

 

El bono del ministro-candidato chocó con los gobernadores del PJ. Y la meta fiscal con el FMI es de difícil cumplimiento. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 02/09/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

No fue una buena semana para Sergio Massa. Las cosas no le vienen saliendo bien al ministro-candidato. El plan platita que necesita implementar desesperadamente para darle aire a su desvaída campaña electoral chocó contra una piedra impensada: los gobernadores, incluidos los propios. La negativa a pagar el bono de 60 mil pesos fue contundente. Nunca había ocurrido algo así en un gobierno peronista. El enojo de Massa es mayúsculo. “A lo mejor así Sergio se termina de dar cuenta de que son muchos los que dentro de Unión por la Patria no lo quieren”, afirmaba en la tarde del jueves una voz desde las entrañas de la Casa Rosada. Está claro que entre quienes lo quieren poco está el presidente saliente. En su creciente tiempo libre, Alberto Fernández se dedica a compartirles a algunos de sus interlocutores sus amargas quejas contra Cristina Fernández de Kirchner y contra el exintendente de Tigre.  

El plan platita representa un brutal aumento de la emisión monetaria. La maquinita está funcionando a full. Al ministro no le importa nada; al Gobierno, tampoco. Hay que ganar la elección como sea. Esa desaprensión también encuentra su razón de ser en que, en caso de no llegar a ser reelectos, la tremenda maraña de emisión de pesos que van directo a la inflación será un problema mayúsculo que deberá afrontar el próximo gobierno.

El porqué de los elogios a Milei

El resultado definitivo de las PASO confirmó el pronóstico de Cristina Fernández de Kirchner: el escenario electoral está dividido en tercios. Matemáticamente, Unión por la Patria tiene chances de acceder a la segunda vuelta. A Massa, eso lo envalentona. Es un dato que hace incomprensible a la Argentina en muchas partes del Mundo. “¿Cómo es que el ministro que ha llevado al país a la inflación más alta de los últimos treinta años tenga chances de ganar la elección?”, se preguntan con una pizca de azoro muchos analistas prestigiosos de distintos países.

Pero aún hay más en este descontrol económico y financiero desatado para sostener el plan de emergencia de cara a las elecciones generales. El Gobierno modificó el Presupuesto y otorgó un millonario aumento del gasto con partidas para subsidiar la campaña y ayudar a sostener a las empresas públicas. Todo debe estar aceitado a la perfección. Se trata de una de las mayores ampliaciones presupuestarias de los últimos tiempos. “No es el plan platita, es el plan justicia”, se atrevió a decir el presidente Alberto Fernández, como si él y su administración no fueran los responsables de este presente lleno de penurias que dejó al país al borde del abismo.

La vicepresidenta en funciones mantiene el silencio. Sabe que es mejor callar que hacer el papel de comentarista de la realidad que le es hostil y con un final abierto de cara a los comicios de octubre. No se jugará por Sergio Massa; ni ella ni los intendentes y gobernadores que le han dado vuelta la cara esta semana al ministro-candidato quieren quedar pegados a una posible derrota. CFK es experta en salir de la escena cuando las papas queman.

En este festival de emisión descontrolada, la meta fiscal del 1,9% de déficit que el Gobierno se comprometió para este año ante el Fondo Monetario Internacional parece difícil de cumplir. Es parte de otro modus operandi del kirchnerismo en general y de Sergio Massa en particular: el “vamos viendo”. Así lo describe un funcionario identificado con la antigua ancha avenida del medio: “Cuando estás tan cerca de las elecciones, no tenés opción: o pisás el acelerador o te despedís. Sergio es un campeón en ganar tiempo. Sabe cómo patear la pelota para adelante”.

En Washington no piensan lo mismo. El humor está caldeado. Los burócratas del Fondo exigieron –con razón– conocer el impacto fiscal de las medidas de auxilio anunciadas por el ministro de Economía en modo campaña. Estas son las consecuencias del doble rol del tigrense. No solo es una aberración ética, también aparecen las consecuencias de su accionar en materia ejecutiva. Un delgado equilibrio que ya ha sido violentado en otras oportunidades.

En No Tan Juntos por el Cambio siguen ensayando fotos de unidad para intentar tapar las heridas autoinfligidas en la riña de campaña. No será tarea fácil. En la Ciudad de Buenos Aires, luego del ajustado triunfo de Jorge Macri sobre Martín Lousteau, un abismo separa a la UCR del PRO. Muchos radicales se sienten más cerca de Leandro Santoro a sabiendas de que no es un kirchnerista confeso. A nivel nacional la película no es muy distinta. En el radicalismo nadie está dispuesto a pactar con Javier Milei para “auxiliarlo” en materia de gobernabilidad y crece la desconfianza sobre el rol de Mauricio Macri en ese sentido. Ya no es un secreto que, ante un triunfo del libertario, el PRO cerrará filas con él. Las horas de la coalición opositora están contadas.

Hora de un baño de realidad

Patricia Bullrich tampoco se siente cómoda. “Si no es todo; es nada”, rezaba su claim de campaña mostrando su costado extremo de firmeza que apelaba al orden y el apego a la ley sin diálogo posible con el kirchnerismo. Sin medias tintas, cargaba contra Horacio Rodríguez Larreta. Ese perfil inflexible y aguerrido, sin lugar para los débiles, hoy es patrimonio de un irascible Javier Milei. En el intento de reconfigurar su perfil, la extitular de la cartera de Seguridad optó por cerrar filas con Carlos Melconian como su ministro de Economía. Un hombre experimentado en surfear las olas de las múltiples crisis argentinas y muy hábil declarante en los medios. Ideal para desarticular los puntos débiles del plan Milei que, según dijo el propio Melconian, hace agua por todos lados.

Entre tanta frivolidad, la realidad ha vuelto a golpear a la sociedad con el asesinato del joven ingeniero Mariano Barbieri. Un recordatorio cruel de que la Argentina actual es inviable. No se trata solo de la inseguridad. Es la impericia de todo el arco político, que dejó en su camino generaciones diezmadas sin educación, sin oportunidades y a merced del narcotráfico como mecanismo de ascenso social en el submundo de la delincuencia.

Una deuda gigantesca que los políticos y toda la clase dirigente tardarán años en pagar.



    

sábado, 5 de noviembre de 2022

Sobre las PASO. Modificar las reglas… @dealgunamaneraok...

 Sobre las PASO. Modificar las reglas…


Patricia Darth Vader. Dibujo: Pablo Temes. 

Cuando el kirchnerismo no puede ganar en la cancha, quiere cambiar el árbitro.
 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/11/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

“Yo siempre haré lo que diga el pueblo”, le dijo María Eva Duarte de Perón a la multitud que le pedía que aceptara la candidatura a la vicepresidencia de la Nación para acompañar a su esposo, el general Juan Domingo Perón, en lo que se denominó “la fórmula de la patria”. En su afán de protagonismo infinito, Cristina Fernández de Kirchner apeló a una frase con reminiscencia de aquella pronunciada por Evita el 22 de agosto de 1951: “Voy a hacer lo que tenga que hacer para que nuestro pueblo pueda realizarse y recuperar la alegría”, dijo el viernes en el acto de la Unión Obrera Metalúrgica.

La interpretación de este párrafo deja abierta claramente la puerta a su candidatura presidencial. La incógnita es algo de lo cual los políticos en general y la ex – presidenta en funciones se valen para crear expectativas en torno de sí. ¿Fue este el primer paso del operativo clamor? De ser así, no parece haber sido muy auspicioso.

Su alocución fue desordenada, contradictoria y, por momentos, delirante. La acepción segunda del significado de la palabra delirio que da la Real Academia Española de la Lengua lo define como disparate o despropósito. Eso es lo que representa la adjudicación hecha por CFK al macrismo de estar tras el intento fallido de asesinarla por parte de los integrantes de la así llamada “banda de los copitos”.


 

A la oratoria de la expresidenta en funciones le faltó el punch de otras ocasiones. La actitud del auditorio –bullicioso y poco generoso en el aplauso– fue un buen termómetro de ello. En verdad, aplaudieron más al secretario general de la UOM, Abel Furlán, cuyo discurso pareció durar una eternidad. Salvo el cantito alusivo a la candidatura de CFK para 2023, la concurrencia demostró no haberse conmovido por su discurso, que fue más corto que lo esperado, una confirmación más de que su perorata distaba de otras que supieron ser más explosivas y, por ende, de mayor impacto.

 

Les pasó facturas a la CGT, al Presidente y a los movimientos sociales junto con el consabido “¡ah, pero Macri!” cada vez más obvio y, por consecuencia, cada vez menos efectivo. También fue obvia la defensa que hizo de Sergio Massa. De todos modos, hay un detalle interesante para señalar: no pudo hablar de ningún logro puntual de la gestión del ministro de Economía. Solo dijo que Massa “está haciendo un enorme esfuerzo”. Está claro que el ministro es la única opción que tiene el oficialismo para evitar la debacle económica.

 

Esto explica el silencio del kirchnerismo ante las expresiones del viceministro, Gabriel Rubinstein, quien dijo ante la Comisión de Hacienda del Senado que hay que bajar el déficit fiscal y alertó sobre el riesgo de sufrir un proceso hiperinflacionario.

 

En otras circunstancias, CFK hubiese estallado de ira y exigido su renuncia. “En este momento Massa y Cristina son los únicos que pueden respetar un acuerdo de convivencia”, dijo una fuente del instituto Patria. De todas maneras, se sintió el reclamo que le hizo al Gobierno para que les otorgue a los trabajadores una suma fija por fuera de las paritarias, aunque nada dijo acerca de la suspensión de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Es una muestra evidente de la contradicción que para ella significa proponer esa medida, que es propulsada por lo más rancio del kirchnerismo.

 

Habló, en cambio, de algo que supo mencionar el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro: el proyecto de eliminar las elecciones intermedias. Esto es consecuencia de las derrotas que el kirchnerismo sufrió en las elecciones de medio mandato en 2009, 2013, 2017 y 2021. A sus “cualidades” de contradictoria, delirante, confusa y poco apegada a la verdad, la expresidenta en funciones debe agregarles otra: la de obvia.

 

 

Cada vez que el kirchnerismo no puede ganar en la cancha, intenta cambiar de árbitro o modificar las reglas del juego. En vísperas de un año electoral, esta actitud reviste mayor gravedad.

 

También resulta obvio el intento de despegarse de su propio gobierno. CFK detesta a su criatura política y reconoció que las decisiones “hay que evaluarlas en el momento en que fueron tomadas”. Más claro, agua.

 

Despegarse del Gobierno para culpar de todo a Alberto Férnandez es el plan evidente que se ha puesto en marcha.

 

En la oposición hacen todo lo posible para darle vida futura al proyecto kirchnerista. Peleas, exabruptos, personalismos y traiciones están a la orden del día. “Con el cabaret opositor y emprolijando un poco los números de la economía tenemos todas las chances para 2023. Ni hablar si la jefa decide postularse”, dijo un reconocido kirchnerista del ala dura.

 

Efectivamente lo que está ocurriendo puertas adentro de Juntos por el Cambio es algo que solo se explica por el afán de poder y protagonismo. Hace muy poco tiempo desde el PRO criticaban a los miembros de la Unión Cívica Radical por sacar los trapitos al sol cada vez que embestían contra sus “compañeros” de coalición. Pero el equipo amarillo colapsó internamente y le dio aire al oficialismo.

 

Una oposición desmembrada que no discute ideas ni propuestas no es garantía de cambio y debería ser consciente de que, sin concordia y sin racionalidad, las chances electorales del kirchnerismo crecen. Si no generan acuerdos sostenidos y muestran madurez política, una parte importante de la sociedad no se lo perdonará jamás.




   

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Opinión. Opinión. Fin de ciclo K… @dealgunamaneraok...

Fin de ciclo K… 

Domesticadora domesticada: el otoño de Cristina. Dibujo: Joaquín Temes. 

La construcción de una Cristina Kirchner omnisciente es útil para asustar a opositores. Los cohesiona y presenta un relato atractivo para el entretenimiento del público masivo. En otras subjetividades puede cumplir el papel del goce masoquista frente a una dominadora sádica.  

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 04/12/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Pero nunca tuvo el poder que se le asigna y por eso precisó disculpar a Sergio Massa, cuyos agravios no fueron menores que los de Macri, y entronizar a Alberto Fernández, también crítico punzante de su presidencia. Y peor aún, de aquel “con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede” de 2019, cuando se le asignaba tener el 30% del total de los votos nacionales, se pasó en 2021 a “ella suma y resta” con posibilidad de llegar a un 2023 en que la frase a aplicar sea “con ella no se puede” y el kirchnerismo deba ir escondido y diluido detrás de intendentes en la provincia de Buenos Aires y de gobernadores más poderes fácticos pejotistas a nivel nacional. 

La derrota del  Frente de Todos es atribuida a la cristinización de la coalición.

Sus cartas, que son siempre leídas como clave de fortaleza de una diosa que envía a su representante tablas con mandamientos a seguirse esculpidos en piedra, no pocas veces son una demostración de debilidad. La última, una forma de armisticio con potencialidad de rendición, no puede no ser relacionada con la de septiembre, tras la mayor derrota en las PASO. En aquella oportunidad demostró debilidad haciendo público que tuvo que insistir para reunirse con el Presidente, que al no ser escuchada tuvo que hacer renunciar a los ministros más cercanos y, cuando temió que aceptaran sus renuncias, tuvo que escribir esa carta echando el resto para, como Pirro de Epiro, vencer en una contienda al costo de mandar a la muerte a todos sus soldados. 

Al revés del cuento que mereció ensayos de Lacan y Derrida: La carta robada, de Poe, donde un ministro roba a la reina una carta comprometedora para manipularla, en el caso de Cristina es la propia reina quien asume los costos reputacionales haciendo públicas sus cartas. 

La metamorfosis de Cristina se podría resumir en el tránsito de disciplinadora a disciplinada. Cada año pierde una parte de su fuerza sin poder traspasarla a sus discípulos. Probablemente, su prospectiva más imaginable sea hacer su último servicio electoral acompañando como senadora de la provincia de Buenos Aires la boleta de su hijo Máximo como candidato a gobernador, quien hoy tiene dificultades hasta para asumir en el Partido Justicialista bonaerense. 

Los intendentes del Conurbano se arrogan la remontada de votos entre las PASO y las elecciones de noviembre y, lejos de interpretar que el mejor caudal electoral obedeció a que se les hizo caso a los cambios que demandó Cristina, en el oficialismo se cree que hubieran remontado más y hasta ganado en la provincia de Buenos Aires si ella no hubiera creado la crisis de la semana posterior a las PASO. 

Hoy todo el Frente de Todos y el propio kirchnerismo tienen solo un plan: encolumnarse detrás de Alberto Fernández y Martín Guzmán rezando para que el Gobierno pueda generar mejoras económicas en estos dos años que restan de mandato y el candidato que los represente sea el Presidente en su intento de reelección. Quedó en el olvido la posibilidad de que un candidato de La Cámpora pueda encabezar la fórmula en 2023, y no sería extraño que tampoco pudiera encabezarla para gobernador bonaerense. 

Como en todo juego de suma cero, una reducción del peso específico de Cristina Kirchner y La Cámpora implica un crecimiento de los otros componentes del Frente de Todos. Se puede imaginar un peronismo que gobierna dos terceras partes de las provincias aspirando a convertirse definitivamente en un partido institucionalizado. El otoño de Cristina Kirchner abre la posibilidad de una primavera para el desvalorizado Alberto Fernández, esta vez con la lapicera en sus exclusivas manos. 

Durante estos dos años la imagen más repetida del Presidente ante la opinión pública fue la de ser esclavo de la vicepresidenta. Y más allá de lo desproporcionado de la representación, tomarla literalmente sirve para apelar a la Dialéctica del amo y el esclavo, de Hegel, donde solo el amo podía desear y el esclavo estaba al servicio del deseo del primero. El deseo de Cristina Kirchner era que Alberto Fernández fuera el puente hacia la presidencia de Máximo Kirchner, que sería como serlo ella misma y su propia reivindicación. “El deseo es presencia de una ausencia”, decía Hegel. Es lo que falta;  falta que la vicepresidenta ya deberá percibir o no será subsanada. Al revés, el deseo del esclavo Alberto, si bien difícil, tiene más posibilidades de concretarse y en ese punto se produce la inversión de roles. El sujeto (amo) pasa él mismo a ser objeto (esclavo) y viceversa, haciendo que uno sea medio para el fin del otro. 

Alberto Fernández no aceptó la renuncia de esos ministros pero se fueron desdibujando al punto de parecer no integrar el Gobierno. 

El centro es el espacio donde el Frente de Todos tendría votos de 2019 para recuperar.

Hegel lo explicaba en su dialéctica como el encuentro de dos mentes autoconscientes con sus perspectivas diferentes del mundo en un contexto de poder asimétrico. Cambia el contexto y cambian los roles. 

Trascendiendo a Cristina Kirchner y a Alberto Fernández, el verdadero conflicto reside en la visión del mundo del kirchnerismo en tensión con la visión del mundo del peronismo. A un fin de ciclo K, asumiéndolo como ala izquierda, tendría que operarle la emergencia de un ciclo PJ, el ala de centro. Es el centro el único espacio donde el Frente de Todos podría aspirar a recuperar en 2023 los votos perdidos entre 2019 y 2021.





domingo, 12 de septiembre de 2021

Más allá del voto… @dealgunamaneraok...

 Más allá del voto…

 

El día después de estas PASO, el día después de las elecciones de noviembre y más aún de las elecciones de 2023, valdrá la misma pregunta: cómo hacer para que –al igual que desde hace cincuenta años– más allá de quién sea triunfador y perdedor, al gobernar todos terminen derrotados y perdemos con ellos.

 

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 11/09/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

 

Se asocian o distancian partidos que construyen nuevas alianzas, cambian los nombres de las colaciones y sus conformaciones internas, pero se repiten las mismas dos explicaciones –narrativas– sobre la causa de nuestra decadencia. Unos la explican a partir de que a mediado de los años 70 en Argentina se comenzaron a aplicar ideas neoliberales abandonando las “keynesianas” del peronismo de mediados de siglo pasado. Otros, que la continua aplicación de esas ideas desde 1945 terminó por consumir los stocks de capital acumulados a principio de ese siglo dejando exhausta a la Argentina a mediados de la década del 70 y ya sin más recursos para volver a crecer. 


Tanto con una u otra la explicación al punto de inflexión se produce a mediados de los años 70 cuando la Argentina tenía solo 4% de pobreza, la que desde allí subió de manera sostenida multiplicándose por diez. Difieren las interpretaciones de las causas que la producen, difieren los remedios que proponen, pero coinciden en el fracaso de sus terapias probablemente porque ambas narrativas estén equivocadas.

 

A mediados de los setenta algo mucho más importante que cierta hegemonización de las ideas de la escuela económica de Chicago –neoliberalismo– fue que Estados Unidos decidió promover el desarrollo de China para separarla de la ex Unión Soviética y desarmar la amenaza militar de ésta última. 

 

La muerte de Mao en 1976 y poco después las frases de su sucesor Deng Xiaopin “enriquecerse es glorioso” y “no importa que el gato sea blanco o negro sino que cace ratones” hicieron que parte de los 1.300 millones de chinos pasaran a integrarse a la producción capitalista con jornadas laborales de 54 horas semanales que se mantienen hasta hoy.

 

En estos 50 años China agregó a la producción mundial industrial, tanto como lo que la humanidad había producido hasta entonces, afectando a todos los países industrializados del mundo. Japón, Europa y Estados Unidos en ese orden. Muchos de nuestros vecinos latinoamericanos no se vieron afectados porque no tenían industrias y recibieron las mejoras del aumento del precio de sus materias primas.

 

Argentina era el único país latinoamericano que había desarrollado a mediados del siglo pasado un fuerte sector industrial, sindicatos y un incipiente Estado del bienestar que la globalización fue arrasando. Como los otros países latinoamericanos siempre tuvieron a la enorme mayoría de la población en trabajos informales, sector primario, servicios y cuentapropismo, la globalización no los empobreció.

 

Parte del error de diagnóstico  consiste en confundir neoliberalismo con globalización. Se pueden no aplicar políticas económicas neoliberales, pero no se pueden eliminar los efectos de la globalización.






domingo, 13 de diciembre de 2020

CFK. El centro de todo… @dealgunamanera…

 Las cartas de Cristina... 


Menú a la carta, Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

Sus misivas revelan una personalidad enferma, con rencores, necesidades, enojos y desprecio hacia quienes la contradicen. 

© Escrito por Nelson Castro el domingo 13/12/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Las cartas de Cristina Fernández de Kirchner revelan varias cosas: su personalidad –enferma–, sus rencores, su resentimiento, sus necesidades, sus enojos, su pensamiento y su desprecio hacia quienes osan contradecirla, criticarla o juzgarla y sus objetivos.
 

La ex presidenta en funciones ha encontrado en este medio –la carta– una manera de confirmar su centralidad y de producir estrépito. Es curioso porque el estrépito más importante lo produce puertas adentro del Gobierno en el que ella es la que manda.

 

Encabeza. Nada de lo sucedido con sus dos misivas es casual, sino causal. Busca ser el centro de todo. Así como en la carta del 27 de octubre –aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner– habló de “funcionarios que no funcionan”, en esta lo más relevante, desde lo político, fue no mencionar a Alberto Fernández en las 2.407 palabras de su texto.

 

¿Qué motiva el enojo de Cristina Fernández de Kirchner, una persona que en sus apariciones públicas todo lo que muestra es fastidio? La respuesta es simple: su comprometida situación judicial. Ese hecho fue el que la llevó primero a buscar protección en los fueros que le dio su condición de senadora y, segundo, a la designación de AF como candidato a presidente para poder así ganar la elección en 2019. Seguramente, hace un año, la llegada al gobierno le hizo albergar la convicción de que, a esta altura, la maraña que la complica fuese ya cosa del pasado como consecuencia de haber logrado la tan ansiada impunidad.

 

Pero, afortunadamente para la república, todavía quedan jueces honestos e independientes del poder político. Para CFK y algunos de sus secuaces, eso es fatal. La confirmación por parte de la Corte Suprema de la condena a Amado Boudou –a quien un juez con el perfil de los magistrados que ama el kirchnerismo le consultó cómo quiere cumplir su sentencia– y la confirmación de la constitucionalidad de la Ley del Arrepentido por parte de la Sala I de la Cámara de Casación complican el futuro de CFK, para quien los jueces buenos son los que la favorecen. ¿O acaso no elogió implícitamente al ex juez Norberto Oyarbide cuando la sobreseyó en forma exprés –sin investigar nada– en la denuncia por supuesto enriquecimiento ilícito?   

 

En el entorno de uno de los ministros de la Corte Suprema le restaron importancia a la última carta de CFK. “Nadie esperaba que la vicepresidenta se quedara callada. Sus críticas parecen más compatibles con el disgusto por su situación y la de sus ex funcionarios que con una demostración de poder o un intento por ejercer presión sobre el cuerpo. La Corte tiene que funcionar de manera independiente de los otros poderes y así será”, señaló la voz desde las entrañas del Palacio de Justicia, la que agregó: “Estamos a un año de gobierno. Hay mucho camino por recorrer y lo más lógico es pensar que esta carta no será la última”.

 

Es lo que hay.  En el corazón del poder oficialista ya se empiezan a acostumbrar a la modalidad epistolar elegida por la ex presidenta en funciones para comunicar sus deseos y disgustos: “No se siente como algo incómodo. Cristina ha encontrado en la escritura una manera directa de transmitir lo que piensa hacia el interior y el exterior del Gobierno”, asegura una funcionaria de buenos vínculos con los diferentes actores del FdT. “Muchos la acusan de autorreferencial y de cierto ninguneo hacia la figura del Presidente. Nosotros creemos que Alberto puede hablar por sí mismo si quisiera hacerlo, no necesita que CFK lo haga por él. En ese sentido vemos en las cartas la prudencia de no invadirlo ni esmerilarlo”.

 

“Con o sin cartas, el FdT está unido pero hay una clara apuesta de la oposición y de algunos comunicadores por la división del espacio. Primero atribuyeron problemas con Sergio Massa y ahora directamente con los integrantes del Ejecutivo”, completó otro funcionario. Y agregó: “Lo que no terminan de entender es que la inteligencia de CFK fue haber elegido a Alberto por su temple y  formas diferentes a las de ella.Un equilibrio que se busca en todos los integrantes del oficialismo”.

 

Cerca de Massa aclararon que el líder del Frente Renovador “no se mete en la relación entre las cabezas del Ejecutivo”. Está claro que prefiere no hacerlo mientras no le lleguen las esquirlas y mantener a su grupo lejos de las controversias. Pero otros en el FR tienen una visión más realista mientras caminan entre cáscaras de huevo.

 

“Las cartas son una forma de acaparar la atención de toda la política. Ella siempre buscó diferenciarse del resto. No es el diálogo ideal para dos compañeros de fórmula, si la tensión escala, terminará siendo destructivo”.

 

“Comparto muchas de las críticas de Cristina”, dijo AF. Lo que no dijo es qué es lo que no comparte.


 

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Lo que dejó la semana. La media sanción en la Cámara de Diputados del proyecto de ley de legalización del aborto exhibió la pobreza argumentativa de un gran número de legisladores, tanto de los que votaron a favor como de los que lo hicieron en contra. En muchas de las provincias gobernadas por el peronismo, las encuestas muestran una mayoría que está en contra de la ley. ¿Qué harán los gobernadores? ¿Qué hará CFK si tiene que desempatar la votación en el Senado?

 

A ninguna autoridad pareció preocuparle el amontonamiento de gente –de ambos bandos– en la zona del Congreso durante las muchas horas que duró el “debate”. ¿Cómo se compatibiliza eso con el argumento esgrimido por los sectores del oficialismo a favor de la suspensión de las PASO arguyendo el riesgo de contagio del Covid-19 que representa la aglomeración de los ciudadanos delante de las mesas de votación? ¿Qué hará La Cámpora, para cuyos candidatos la suspensión de las PASO es letal? ¿Qué hará CFK, que fue la inventora de las PASO luego de la derrota que sufrió su difunto esposo en las elecciones de medio término en 2009?

 

El primer año del gobierno de Alberto Fernández se resume en una palabra: defraudación. La pandemia actuó como un catalizador que exhibió las contradicciones profundas del Frente de Todos. De esa heterogeneidad, la única que demuestra claridad de objetivos –impunidad y perpetuidad en el poder– es CFK. Todo lo demás es amorfo.

 

Nadie sabe muy bien qué quiere y hacia dónde va Alberto Fernández, cuyos vaivenes traen a la memoria una famosa frase de Abraham Lincoln: “Un dilema es un político tratando de salvar sus dos caras a la vez”.