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domingo, 7 de agosto de 2016

‪#‎PAZPANYTRABAJO… @dealgunamanera...



A horas de la marcha de San Cayetano a Plaza de Mayo reproducimos las cartas que recibió el equipo de Comunicación La Garganta Poderosa.

© Publicado el sábado 06/08/2016 por
http://revistasudestada.com.ar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“YO MARCHO CON USTEDES, POR LA PAZ”
* Adolfo Pérez Esquivel

Pronto, en pocas horas, mucha gente hará crecer las interminables colas frente a la iglesia, para pedirle ayuda a San Cayetano, con la esperanza de alcanzar una vida digna, cuando la situación social y política mejore. Sin embargo, la realidad nos indica que la pobreza está aumentando, casi tan rápido como los despidos, mientras avanza un proceso inflacionario galopante, que hace imposible sostener las necesidades básicas de millones.

A la vista de todos, este gobierno neoliberal ha lanzado sus tarifazos, privilegiando al capital financiero sobre la vida del pueblo, algo realmente muy grave, porque la gente lo siente en todos los niveles, especialmente en las periferias del interior, donde la desigualdad se agudiza. Pues sí, Macri fue elegido como corresponde, o sea, dentro de un ejercicio democrático, pero guarda, porque la democracia no consiste solamente en votar. No hay que confundirse: democracia significa igualdad frente a los derechos. Y eso hoy no existe.

Entonces, ¿cómo no marchar este domingo junto a los Trabajadores de la Economía Popular, si hay más chicos viviendo en situación de calle? ¿Cómo faltar, si viene la pobreza y acompañada de la represión? ¿Cómo no gritar por la paz, frente a un panorama tan angustiante? ¿Cómo no reclamarle al gobierno que se ponga al servicio del pueblo y no de las grandes empresas, si fue precisamente esta conducción la responsable de levantarles las retenciones a las mineras y al campo, a las sombras del tarifazo? ¿Que recibieron una herencia dura? Sí, es verdad, pero la deben superar: asumieron esa responsabilidad.

Muchas veces, la paz puede confundirse con la pasividad. Y no hay cosa más contraria. La paz tiene que ver con aprender a vivir la diversidad, porque ahí habita la riqueza de los pueblos, aun cuando nos tratan de imponer la uniformidad. Así como sucede sobre los monocultivos de soja, echando por tierra la biodiversidad con agrotóxicos como el glifosato, sobre el monocultivo de las mentes también nos meten el tóxico de las propagandas, desde los medios masivos y desde las estructuras gubernamentales que nos necesitan pasivos, aguardando inocentemente un derrame que no llegó, ni llegará jamás.

Por todo esto, entiendo que la movilización del domingo 7 de agosto será como un caleidoscopio: de acuerdo a cómo se mueva, la realidad social, cultural y política podrá transformarse. Por todo eso, no se puede faltar. Por todo eso, yo no voy a faltar.
Sólo caminando juntos, podremos alcanzar la paz.

“YO MARCHO CON USTEDES, POR EL PAN”
* Norita Cortiñas

Una vez más, este domingo caminaré con todos ustedes, junto a esos miles de trabajadores de la economía popular que cada día me recuerdan a nuestros 30 mil hijos. Pues ellos luchaban para que ninguna familia tuviera la necesidad de acudir a un comedor, ni debiera privarse de comer en su casa, entre sus seres queridos. Incluso mucho tiempo antes, mi papá y mi mamá ya conformaban una familia de clase media baja, que también laburaba siempre para que nunca faltara un plato de comida. Sin embargo, hoy hay miles de padres que no pueden gozar de ese “privilegio”. Y sinceramente, pensé que nunca más viviríamos este sentimiento tan desolador, pero acá estamos, cada vez peor.

Para colmo, jornada tras jornada, el presidente nos sorprende con alguna de sus desafortunadas medidas, asociadas todas a su cercanía con los militares. ¿Tiene ganas de reconciliarse con asesinos y genocidas? Hágalo, pero no lo haga a nombre del pueblo, porque el pueblo ya gritó nunca más, en la cara de los represores que mancillaron a toda una generación. El pueblo ya decidió que no habrá olvido, ni perdón.

Mientras tenemos a miles de compatriotas pasando hambre y padecemos una ola de nuevos despidos, algunos concentran riqueza, otros pagan deuda externa y los más humildes sufren, pero a su vez colaboran, porque sí, los pobres ayudan a los pobres, como toda la vida. ¿O por qué sobra dignidad, cuando falta trabajo? Porque la solidaridad viene de abajo.

Mi hijo, trabajaba, vivía y militaba por todos esos panes que faltan. Por eso, sin dudarlo, este domingo me alistaré para marchar a la Plaza, tal como lo haré todos los días que haga falta, en todas las marchas que sean necesarias. Con emoción y con esta profunda convicción, volveremos a empezar con la fuerza de aquellos años, para afrontar este momento con la misma entereza que enfrentamos a la dictadura cívico-militar-eclesiástica.

Y allá iremos entonces este 7 de agosto, todos juntos, con los trabajadores de la economía popular, con el pañuelo blanco y con el grito de Gustavo, otra garganta poderosa que todavía se escucha. El domingo, tomemos coraje. Y el lunes, sigamos en la lucha.

“YO MARCHO CON USTEDES, POR EL TRABAJO”
* Osvaldo Bayer

Son esas banderas, precisamente esas banderas de Paz, Pan y Trabajo, las verdaderas garantes de la democracia y la igualdad. ¿Y cómo entonces no voy a estar ahí, persiguiéndolas junto a los trabajadores de la economía popular? Para poder hablar del futuro, primero las tenemos que alcanzar. Y después las tenemos que levantar.

A lo largo de toda mi vida, he luchado convencido contra las guerras y todos los negociados que las sustentan, reivindicando el poder y la unidad de los pueblos.

¿Cómo no marchar el domingo, por la Paz?

Ahora, cómo pedir la paz, mientras miles de familias piden comida en los merenderos o comedores populares, para poder sobrevivir. Niños, adultos, seres humanos dignos de trascender, peleando por un derecho inalienable de la vida: el plato de comida.

¿Cómo entonces no marchar el domingo, por el Pan?

Ahora, la comida podría resolver el hambre y una preocupación omnipresente para ese futuro, pero el alimento del alma se llama Laburo. Todos los hombres y mujeres de esta sociedad necesitamos nutrirnos más allá de los insumos o los bienes materiales, con esa dignidad inherente a las cooperativas que nacen desde abajo, desde una asamblea villera, desde la utopía de una democracia verdadera, donde no haya patrones de clase altísima, exprimiendo villeros de clase bajísima.

¿Y cómo entonces no marchar el domingo, por el Trabajo?

Podemos recostarnos en el pasado y mirar la realidad desde casa. O podemos ir en busca del futuro, el domingo, a la Plaza. 



sábado, 7 de febrero de 2015

Luciano Arruga... El Estado lo Desapareció... De Alguna Manera...

Caravana para cambiar la historia...


Miles de personas marcharon el sábado 31 por las calles de La Matanza para conmemorar los seis años del secuestro, desaparición y muerte de Luciano Arruga. En una jornada impecable, con fuerte presencia juvenil, dos frases sintetizaron el corazón de la actividad: “La policía lo mató. El Estado lo desapareció”. Escraches, tres horas de movilización y 30 cuadras de recorrido dejaron en claro el principal objetivo de la movilización: construir condena social.

A las 10 de la mañana, Lomas del Mirador despertó. Sus calles matanceras, cubiertas de negocios y un cemento que golpea como el sol, suelen ofrecer un cuadro similar, uniforme, monótono a lo largo de los 364 días del año que cubren el ancho de la avenida Mosconi, su arteria principal. Las persianas se abren, los autos arrancan, algunos frenan, otros se saltan los semáforos en rojo, los colectivos atestados, la gente se putea, pocos piden permiso, y ese círculo humano y social que se pone en marcha y poco difiere del día anterior.

Un Truman Show conurbano. Mejor dicho: uno de muchos.

Pero hay un día, uno solo, que subvierte ese lienzo. Que lo toma, lo da vuelta, lo sacude y lo transforma. Por eso, cuando Lomas del Mirador, partido de La Matanza, corazón del Gran Buenos Aires, despertó, a las 10 de la mañana del 31 de enero de 2015, el mundo volvió a su lugar exacto, después de un año, luego del anterior 31 de enero, y del anterior a ese, y del otro, y así hace seis años.

Seis.

Así, envuelto en un sol que se mostró bondadoso a lo largo del día, durante 32 cuadras, La Matanza vibró bajo un solo nombre, escrito en las paredes, en las calles, en las plazas, colgado en los postes de luz y grabado en cada una de las miles de personas que participaron de una jornada memorable, impecable, sólida, histórica.

Un solo nombre. Una síntesis. Una cuestión nacional.

Luciano Arruga.

El mensaje

La caravana partió a las 12 del mediodía. Organizaciones de derechos humanos y sociales (APDH, H.I.J.O.S., Correpi, Ceprodh, La Poderosa, entre otras) y partidos políticos de todos los colores (estuvieron dirigentes como Christian Castillo, Vilma Ripoll, Pablo Ferreyra, Horacio Pietragalla, entre otros y otras), confluyeron en la placita de Perú y Pringles, en el barrio 12 de Octubre, a pocas cuadras donde Luciano Arruga vivió gran parte de su vida. Tenía 16 años y sufría un profundo hostigamiento policial cuando el 31 de enero de 2009 desapareció. No volvió a su casa. Su hermana Vanesa y su mamá Mónica lo buscaron por todos lados. Sólo sabían algo: a Luciano lo metieron en un patrullero y a Luciano lo vieron golpeado en el ex destacamento de Lomas del Mirador. Esa subdelegación policial, que dependía de la Comisaría 8º (ex Centro Clandestino de Detención en dictadura, conocido como “Sheraton”), no estaba autorizada a alojar detenidos. Sin embargo, Vanesa y Mónica ya habían escuchado cómo su hermano pedía ayuda cuando el 22 de septiembre de 2008 los policías de ese lugar – que no era ni más ni menos que un simple chalet barrial- lo detuvieron y lo torturaron.

El motivo: Luciano se negó a robar para la policía. Los oficiales le ofrecían “seguridad”, herramientas y dinero para efectuar robos. Luciano no quiso. Luciano dijo no.

Y el mensaje fue aterrador: Luciano desapareció.

Vecino, vecina

La Caravana era muy nutrida. En su gran mayoría, jóvenes. La salida de la plaza derivó en la avenida Mosconi, y de allí siguió hasta avenida San Martín. Familiares de víctimas de la represión policial y la violencia estatal encabezaban la marcha, con las fotos de sus hijos, de sus sobrinos, de sus nietos, de sus hermanos, de sus primos, unidos bajo los carteles de “Justicia”, y entrelazados, hombres y mujeres, niñas y niños, más fuerte que nunca.

Frente a ellos, un camión guiaba el recorrido. Llevaba los carteles para señalizar los lugares y albergaba los equipos de sonido. Allí, en la calle, Vanesa Orieta condujo la movilización.

Tomó el micrófono.

“Hoy nos encontramos marchando para que los vecinos y vecinas entiendan lo que significa en este barrio la violencia por parte de la policía y qué representa que un niño de 16 años estuviera desaparecido durante 5 años y 8 meses”, comenzó. “Luciano está desaparecido, vecino y vecina, por haberse negado a robar para la policía de este barrio. La misma policía que trata por medio de amenazas de incorporar a los jóvenes de los barrios humildes a redes delictivas manejadas por la policía. Vecino, vecina: usted lo sabe, sabe de las zonas liberadas, de los desarmaderos de autos, de los expendios de drogas, de los delitos cometidos en complicidad y con participación de la policía. Por lo tanto, vecino y vecina, dejemos de criminalizar a los pibes que vienen en los barrios y empecemos a poner el acento en esa policía que está al servicio del delito y somete a nuestros pibes a detenciones arbitrarias, a torturas, al gatillo fácil, a desapariciones forzadas. Empecemos a tener conciencia de que hoy, los pibes en los barrios humildes no son respetados”.

Vanesa hablaba, Vanesa explicaba, Vanesa caminaba. Vanesa conducía y hablaba a esa columna en movimiento que se extendía por cuadras, y que escuchaba, porque no podía no escuchar, porque era imposible no sentirse parte de un evento único y conmoverse con esa mujer que se ha convertido en una referente ineludible de una generación, que no paró de denunciar a todos los actores, a todos los policías, políticos, jueces, fiscales y médicos que no supieron ni quisieron decirle qué había pasado con su hermano, y que contribuyeron a que un niño de 16 años estuviera desaparecido casi seis años.

Por eso, a las 12 de la mañana, Lomas del Mirador no sólo estaba despierta.

Lomas del Mirador latía.

Los días previos

Las actividades que Familiares y Amigos de Luciano Arruga han organizado durante los 5 años de pedido de justicia se han convertido en auténticos festivales, con una convocatoria masiva brillante. Durante cinco años, la agrupación transformó ese evento en una ceremonia colectiva que enseñó cómo construir Justicia en uno de los lugares más picantes del conurbano bonaerense.

Pero los días, las semanas, los meses previos a la conmemoración de los seis años fueron movidos. El pasado 17 de octubre una noticia conmovió al país. Luego de 5 años y 8 meses de búsqueda y lucha inclaudicable, se supo dónde estaba Luciano. Una batería de medidas desatadas a raíz de la presentación de un hábeas corpus concluyó que Luciano estaba enterrado como NN en el Cementerio de la Chacarita. Luego, se supo que Luciano había sido atropellado a las 3.21 de la madrugada en el cruce de General Paz y Emilio Castro; que falleció el 1 de febrero de 2009 a las 8 de la mañana en el Hospital Santojanni; que había sido trasladado por el SAME; que fue catalogado como NN en la Morgue Judicial y ese fue su destino en el Cementerio.

Dos frases

Nada cerraba. Luciano intentó cruzar la General Paz por un lugar imposible. Vanesa, al cierre de la marcha, advirtió: “Quería que vieran ustedes mismos por donde quiso cruzar mi hermano”. Así fue: ese fue el sitio donde la actividad culminó. En ese lugar hay un terraplén de césped que sólo trepando se puede acceder a la vía rápida de la avenida. A metros del punto exacto donde Luciano fue atropellado, hay un paso a nivel. Luciano lo sabía: su casa está a 17 cuadras de allí.

Hay más. El conductor que atropelló a Luciano declaró que el joven “cruzó como desesperado”. Aclaró que “no estaba trotando ni caminando sino corriendo”. Y el punto que más llamó la atención de los funcionarios y actores judiciales que intervienen hoy en la causa: “Por lógica parecía que estaba escapando”. Pero, por si fuera poco, declaró un testigo que fue la primera persona que vio e intervino en el hecho. Fue un motociclista que, al detenerse en plena General Paz para evitar que Luciano fuera atropellado por otros vehículos, divisó una camioneta doble cabina de la Bonaerense estacionada con las balizas apagadas en la colectora de la avenida, a la altura del atropello.

Por eso, la principal hipótesis en la investigación que busca determinar que sucedió entre esas horas en las que Luciano fue visto por última vez en su barrio y las que fue atropellado, sigue la hipótesis policial.

Por eso, la convocatoria, las paredes y las banderas sintetizaban dos frases.

Una: “La policía lo mató”.

La otra: “El Estado lo desapareció”.

El villero que no quiso robar

Manzanas, bananas, agua, jugo. Algunos buscaban sombra. Otras preferían un gorro. Hizo calor y el sol, aunque menos violento que eneros anteriores, picó. Vanesa conducía, hablaba. El camión se movía a un ritmo lento para que la Caravana pudiera seguirlo a pocos metros. En la vereda, un integrante de Familiares y Amigos trepó por una escalera y colgó un cartel en un poste de luz. “31/01/09. Prohibido olvidar”, rezaba. Luego, se cruzó e hizo lo mismo en la mano de enfrente.

La Caravana dobló por avenida San Martín y se detuvo en la intersección con Indart. Allí, a media cuadra, funcionó el ex destacamento que detuvo, secuestró y torturó a Luciano Arruga. Allí fue visto la noche de su desaparición. Y así lo marcaba otro cartel colgado en otro poste de luz: “A 200 metros funcionó el destacamento donde fue torturado Luciano”. El verbo está en pasado. La lucha de Familiares y Amigos, que incluyó un acampe que soportó los peores climas y las peores provocaciones vecinales, logró expropiar ese lugar para instalar allí un centro cultural que lleve el nombre de Luciano. Por esa razón la voz de Vanesa se volvió ronca.

“En 2007 se inauguró en esa casa un destacamento bajo el pedido de más seguridad de un grupo de vecinos nucleados en VALOMI (Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador). Debía ser una mera base de operaciones de la comisaría 8va. Pero en este lugar se llevaron adelante detenciones arbitrarias. No tenía instalaciones para albergar detenidos. Hace muy poco conseguimos la llave del ex destacamento. Ese lugar se va a convertir en un espacio de memoria social y cultural que va a llevar el nombre de un pibe de un barrio humilde”.

Vanesa respiró hondo y largó:

“¡Este espacio se va a llamar Luciano Arruga, en memoria de un villero que se negó a robar para la policía bonaerense!”.

La calle casi se hunde.

Escrache

La marcha y las señalizaciones siguieron. La Caravana continuó por avenida San Martín hasta el predio Monte Dorrego, un lugar de recreación y actividad deportiva donde un peritaje con perros ordenado en el marco de la investigación por la desaparición de Luciano arrojó un resultado positivo. Allí fue trasladado el destacamento que funcionaba en Indart luego de su cierre producto de la lucha y la movilización de Familiares y Amigos. En ese lugar hubo escrache.

“Luciano desaparece, la sociedad Arruga”, se podía leer en el suelo, frente a la subdelegación. Otras pintadas y frases ilustraron el lugar. Hubo cantos contra la policía y la denuncia implacable de Vanesa: “Basura, cobardes, asesinos. Vergüenza no tienen, porque si tuvieran, saldrían a denunciar los graves delitos que cometen sus compañeros. 

Esta familia no va a parar hasta que cada uno de sus compañeros termine preso”.

Práctica sistemática

La columna avanzó por San Martín hasta Ruta 3. El próximo destino fue la comisaría 8va, conocida como el Sheraton en tiempos de dictadura. De esa comisaría dependía el ex destacamento que secuestró y desapareció a Luciano Arruga. El joven, tras negarse a robar para la policía, comenzó a ser hostigado y a sufrir detenciones arbitrarias por parte de esa misma fuerza. “Los vecinos de Lomas tienen que tener en cuenta que es un hecho gravísimo”, sostuvo Vanesa. “Esto pasaba habitualmente en dictadura. Los mataban, los desaparecían. Esta es una marcha que viene a demostrar que no todos queremos silenciar la violencia por parte de la policía. Y esta marcha viene a demostrar tristemente que son muchos los familiares que denuncian la violencia institucional”.

Así fue. A lo largo de la movilización hablaron, entre otros y otras, Martín Bernhardt, hermano de Matías Bernhardt, asesinado por un policía federal en 2007; Angélica Urquiza, mamá de Jonathan “Kiki” Lezcano, asesinado por un policía federal en 2009; Celeste Lepratti, hermana de Claudio “Pocho” Lepratti, asesinado en 2001; familiares de Facundo Rivera Alegre, asesinado en Córdoba; sobrevivientes de Cromañón y de la tragedia de Once.

También hubo familiares de Ismael Sosa, el joven que viajó a Córdoba para ir a ver a La Renga y desapareció. Ni siquiera pudo entrar al recital. Denunciaron que fue reprimido por la policía en el primer control de ingreso. Su cuerpo apareció flotando en el río. “Todavía no tenemos noticias de lo que pasó”, afirmaron en la marcha. El lunes habrá una movilización a Plaza de Mayo a las 19.

Cambiar

Faltaba poco para que la movilización llegara al final. Faltaban pocas cuadras para que la nutrida caravana llegara hasta la intersección de General Paz y Mosconi (Emilio Castro del lado de Capital). Vanesa volvió a hablar, críticó al gobernador de la provincia de Buenos Aires y futuro precandidato presidencial, Daniel Scioli (“basura política”), como uno de los principales responsables políticos de la desaparición de Luciano, y sentenció: “Es necesario que un solo objetivo tengamos en común: defender los derechos humanos de los pibes. Nuestros enemigos son las policías torturando a nuestros pibes. Nuestros enemigos son los políticos que generan discriminación y criminalización. Nuestros enemigos son esa Justicia de mierda a la llegan nuestras causas y nunca avanzan. Esos son nuestros enemigos, no una familia que denuncia la violencia institucional. Son los que matan a nuestros pibes”.

Desde el comienzo de la movilización hasta el cierre, Vanesa Orieta jamás perdió el eje de su discurso, fuertemente político. Sus palabras focalizaron en una nueva agenda de derechos humanos, que subraye cuál es el sujeto de represión de esta época: pibes pobres de barrios pobres. “Somos todos del mismo lugar: sectores humildes”, puntualizó. “Hacia nosotros están dirigidas fundamentalmente la violencia y la represión. Y somos nosotros los que podemos cambiar ese todo de las cosas. Somos nosotros los que podemos cambiar la historia”.

Parte de la historia

La última parada fue General Paz y Mosconi. Tras más tres horas de marcha y más de 30 cuadras de movilización, las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora tomaron la palabra. Primero, Norita Cortiñas: “No podemos concebir que Argentina siga siendo un país de impunidad”. Luego fue el turno de Elia Espen: “Con todo el dolor que pasamos, seguimos peleando. No hay que callarse”.

Un capítulo aparte se merece la organización de la jornada. Sólidos, ordenados, metódicos, anticipándose a cada movimiento, la seguridad de la movilización no tuvo fallas, y cada corte de calle demostró a las claras la rigurosa planificación previa de la actividad. Sin lugar a dudas, allí radica gran parte del éxito de una tarde admirable.

Pablo Pimentel, referente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (una de los organismos que acompañó a la familia desde el minuto cero), también habló: “Pasaron más de cinco años de impunidad. Los derechos humanos son para todos. 

Luciano tiene que ser la bisagra para equilibrar la balanza de la justicia. Luciano Arruga ya no es solamente de su familia. Luciano es parte de la historia argentina”.

Luego se leyó el documento de Familiares y Amigos, que llevó la adhesión de organizaciones sociales, partidos políticos y medios comunitarios y populares. El comunicado denunció la complicidad de los funcionarios políticos que posibilitaron que un joven de 16 años estuviera desaparecido durante casi seis años. También recordó la desidia de los actores judiciales que convirtieron la causa de Luciano en un monumento a la impunidad judicial: el juez Gustavo Banco y las fiscales Roxana Castelli y Celia Cejas, que este año afrontarán un jury de enjuiciamiento. “Vamos a ir hasta el final. El hallazgo del cuerpo puso al descubierto un entramado de complicidades”, leyeron.

La lucha

Mónica Alegre, mamá de Luciano, fue de las últimas oradoras. “Gracias a todos por estar, por hacernos el aguante, por acordarse del Negro todos los días y por hacerlo parte de ustedes”, dijo.

Vanesa fue la encargada de cerrar la jornada: “Acá hubo que luchar mucho, poner mucho el cuerpo y desgastarse. Y a pesar de eso, somos una familia que salimos adelante, con valor y fortaleza. Nosotros empezamos siendo un grupo de familiares y amigos que luchaban solos. Enfrentamos a la Bonaerense, fuimos perseguidos, golpeados, amenazados. Y fruto de seis años de lucha dio la posibilidad de visibilizar la causa de Luciano. Y también esta lucha dio la posibilidad que entendieran que había una familia que denunciaba que esto no se trataba de hechos aislados, sino de una problemática que se llevaba la vida de muchos pibes. Y todo este fue lo que hoy generó esta marcha”.

Vanesa agradeció a todas las personas que participaron de la movilización. Agradeció puntualmente a sus compañeras y compañeros por la impecable organización. Y esa porción de La Matanza, nuevamente despierta, luego de un año, y así hasta el próximo, se sumió en un grito unánime, completo, recargado:

“¡Luciano Arruga, presente! ¡Ahora y siempre!”.

© Publicado el domingo 01/02/2015 por http://www.lavaca.org