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sábado, 10 de agosto de 2019

Un "acto intimidatorio" ante una obra de humor sobre Nisman... @dealgunamanera...

Un "acto intimidatorio" ante una obra de humor sobre Nisman...


Cinco policías fueron al teatro a pedir el guión de "La noche en que Pepe Arias veló al fiscal". Un "acto intimidatorio" ante una obra de humor sobre Nisman Agentes de la Policía Federal se presentaron en el teatro La Máscara e “intimaron” al dramaturgo Carlos Balmaceda. “¿Cuál puede ser el sentido de exigirle a un autor que entregue su obra como si se tratara de la prueba de un delito?", preguntó Balmaceda. La denuncia fue por discriminación.

© Publicado el sábado 10/08/2019 por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En un operativo que roza la censura previa contra una obra artística, la Justicia contravencional porteña y la Unidad Antiterrorista de la Policía Federal “intimaron” al dramaturgo Carlos Balmaceda a entregar el guion de su obra “La noche en que Pepe Arias veló al fiscal”, y que refiere de manera humorística al fallecido Alberto Nisman.

Como él se negó, los miembros de la fuerza que depende del Ministerio de Seguridad le advirtieron que lo convocarían a sede judicial y “deslizaron que me podrían allanar la casa buscando el guión”. “Me pareció un acto absolutamente intimidatorio”, definió el artista durante una entrevista radial.

El requerimiento judicial indica que la orden fue dada por la Fiscalía Penal y Contravencional de Faltas 22 –Discriminación- por una posible violación del artículo 3 de la ley 23.592, que penaliza la propaganda que tenga “por objeto la justificación o promoción de la discriminación racial o religiosa”.

Balmaceda no fue informado de quién le hizo la denuncia pero aclara que el espectáculo que refiere a Nisman –y que fue estrenado el 18 de julio pasado, fecha del 25º aniversario del atentado contra la AMIA- no tiene nada que ver con la discriminación ni el antisemitismo.

Según describió, la obra habla sobre “el fiscal, la invención sobre su muerte y las versiones que insisten en el comando iraní venezolano”. Tiene “una parte musical” y “está sostenida sobre el humor negro, el sarcasmo y la ironía”. Desde esa perspectiva, “yo salí a dar una respuesta teatral sobre e ese hecho y sobre la voladura de la AMIA”, explicó.

Como si fuera poco, “La noche en que...” se presenta con una dedicatoria previa a los hermanos Salomón, que habían sido detenidos tras ser acusados por el Ministerio de Seguridad como presuntos “terroristas de Hezbollah. También “a la memoria del ex canciller Héctor Timerman y a la lucha del heroico pueblo palestino”, enumeró el director. “Es más –añadió-, los policías vieron la obra, les gustó, y deslizaron que no les pareció discriminatoria.”

Balmaceda sostuvo que uno de los motivos por los que no entregó el guion es porque “se trata de un material que es de público acceso” que está en la sede de la Sociedad Argentina de Autores (Argentores), donde fue registrado.

Pero, además, “¿cuál puede ser el sentido de exigirle a un autor que entregue su obra como si se tratara de la prueba de un delito? ¿En qué estado de derecho es admisible un atropello de esta naturaleza?”, se preguntó a través de un comunicado en el que también consideró que “el gobierno cambiemista, con Patricia Bullrich a la cabeza, ha ido muy lejos en su afán persecutorio”.

Para él, “lo realmente grave” es que “teniendo o no el guion, ¿quién determina si una obra de arte tiene componente discriminador, racista o que es peligroso?”.

Balmaceda aclaró que, a pesar de las amenazas, asistirá a la fiscalía el próximo lunes y sospecha que allí le “dirán que se trata de una denuncia anónima, privada, de alguien que creyó advertir” un acto discriminatorio “y luego alegarán que la fiscalía solo es un eslabón técnico judicial que solo procede con un trámite legal”. Pero “no es así, ustedes han instalado este clima de persecución y muerte”.

“A la obra la voy a seguir haciendo”, dijo y estimó que la denuncia tendría origen en una serie de publicaciones on line sobre ella. “Aparentemente ellos, y no sabemos quiénes más, hicieron un seguimiento de videos que yo hice de la obra”, estimó.

“Lo que ocurrió también indica que cuando uno toca determinados temas sobre un escenario” y sufre “una intimidación” por ello, “toma un buen camino”, porque le permite detectar cuáles son los asuntos más sensibles para determinados sectores.

En este sentido agregó: “’La noche que Pepe Arias veló al fiscal’ seguirá representándose con toda su carga de sarcasmos, ironía y humor negro, haciendo lo que el teatro político tiene que hacer. Hacer que duela, que se sepa, que al menos desde esa misa que es el teatro, la verdad se cuele por los intersticios del poder”.



martes, 26 de septiembre de 2017

Conspiraciones… @dealgunamanera...

 Conspiraciones…


Mientras la sociedad se pregunta dónde está Santiago Maldonado, sectores del oficialismo y algunos de los medios más poderosos inventan un nuevo enemigo interno: “los mapuches separatistas financiados desde el extranjero”. Esta teoría engrosa la lista de las teorías conspirativas presentes durante toda la historia argentina.…

© Escrito por Esteban Campos y publicado el jueves 20/09/2017 por el Diario La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La multiplicación de las imágenes de Santiago Maldonado en las redes sociales y las movilizaciones que reclaman por su aparición han debilitado al gobierno de Mauricio Macri, inmerso en una coyuntura electoral decisiva, que esperaba sortear sin mayores problemas a partir de su buena performance en las PASO.

Si hasta el 1º de agosto la estrategia polarizadora del elenco gubernamental se había limitado a repartir las estampitas del buen gobierno lanceando a la bestia negra del populismo, la movilización de sentimientos que provocó en un sector de la población la desaparición de un joven militante en un operativo represivo planteó otra clase de desafío. El peligro para el gobierno era, hasta hace unos días, la universalización del reclamo, con la potencia de despolarizar la conflictividad política hasta sustituir el gran relato de la grieta por otros escenarios más incómodos, donde el Estado es presionado desde abajo.


Sin embargo, el gobierno recuperó la iniciativa y tuvo cierto éxito en instalar la idea de que el reclamo por la aparición con vida de Santiago Maldonado tiene una matriz impura, debido a su utilización política en tiempos electorales. El conflicto fue reubicado en la trama previsible del antagonismo entre el kirchnerismo y la administración del PRO, con sus desconfianzas recíprocas, con su catarata de insultos que reemplazan la política por la reafirmación de la propia identidad.

Es en este contexto de tire y afloje donde el gobierno, los medios amigos y la minoría intensa que constituye su base electoral más leal hicieron circular la versión de una densa trama conspirativa, una amenaza a la puesta en acto del Estado mismo, que se ve obligado a defenderse.

Desde la asunción de Mauricio Macri, el PRO ha configurado a un contendiente imaginario, denunciando constantemente el ataque del populismo a las instituciones democráticas. La tenebrosa vuelta de tuerca actual es que la construcción de esta amenaza está incorporando elementos cada vez más radicales, cada vez más “otros”, cada vez más amenazantes, lo que nos ubica en las coordenadas de la teoría del complot.

El PRO ha configurado a un contendiente imaginario denunciando el ataque del populismo a las instituciones democráticas. La teoría del complot se ha incorporado a su discurso.

El primer paso firme en la invención de un nuevo enemigo interno fue el informe del periodista Jorge Lanata, que denunció la existencia de una guerrilla mapuche en el sur, al mismo tiempo que las redes sociales se inundaban con la pregunta por Santiago Maldonado. A partir de ese momento, los periodistas oficialistas citaron declaraciones de funcionarios y boletines de inteligencia que destacaban las supuestas conexiones entre la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, grupos armados del Kurdistán, La Cámpora y las Madres de Plaza de Mayo. Pero como la RAM es un colectivo demasiado pequeño y remoto como para calar hondo en la imaginación popular, la amenaza se traslado a las grandes ciudades y empezó a articular grupos e identidades cada vez más amplios, en coincidencia con la masiva manifestación por Santiago Maldonado el viernes 1º de septiembre, mientras el gobierno y los medios denunciaban una ola de atentados, ataques a las fuerzas de seguridad y amenazas contra la familia presidencial.


El sábado siguiente a la manifestación, el diario La Nación informó que -según el Ministerio de Seguridad- los mapuches tenían apoyo de corrientes anarquistas, trotskistas y kirchneristas, organismos de Derechos Humanos, sindicatos combativos y “manifestantes revolucionarios”. La palabra “extremista”, que no se utilizaba con regularidad desde las décadas de 1960 y 1970, cuando era parte del lenguaje de las dictaduras militares y los gobiernos civiles de matriz autoritaria, volvió a circular por los grandes medios de comunicación.

El domingo 3 de septiembre, el periodista Joaquín Morales Sola escribió en referencia a los incidentes posteriores a la desconcentración de la marcha: “A esa mezcla de mapuches desautorizados por los propios mapuches, de bordes políticos, de neonazis, de marxistas frívolos y de cristinistas resentidos se les unen a veces grupos anarquistas, que sólo aparecen de vez en cuando”. Un día después, el periodista Alfredo Leuco trató de elevar la moral de sus filas y dijo al aire con tono castrense: “Nos han declarado la guerra”, en referencia a esta virtual amenaza multiforme donde se confunden adrede las bombas molotov con pacíficas demostraciones de masas. Dando crédito a la existencia de un complot para derribar el gobierno, las estrellas del periodismo y la TV se convierten en voceros de los servicios de inteligencia, que viven de inflar o inventar amenazas para obtener mayor presupuesto, de ese que todos pagamos con nuestros impuestos. ¿Por qué deberíamos tomarnos en serio entonces a las teorías del complot?

La teoría del Complot. 


Mapuches apátridas, guerrilleros colombianos, separatistas kurdos, vascos terroristas, capitalistas británicos, anticapitalistas libertarios, kirchneristas radicalizados, trotskistas que cierran fábricas, docentes que amenazan con transformar a nuestros inocentes hijos en militantes barbudos, neonazis…¿¿También neonazis?? Que este juego de identidades intercambiables parezca una ensalada ridícula no debería hacernos olvidar la eficacia de las teorías conspirativas como mapas cognitivos de nuestras sociedades de masas. Como decía el crítico literario Frederic Jameson en La estética geopolítica: “Ante la general parálisis de lo imaginario colectivo o social, para el que «no pasa nada» cuando se enfrenta al ambicioso programa de imaginar un sistema económico a escala mundial, el viejo tema de la conspiración adquiere una nueva vitalidad en cuanto a estructura narrativa capaz de reunir los elementos básicos mínimos: una red potencialmente infinita, junto a una explicación plausible de su invisibilidad”. Dicho en otras palabras, para la mayoría de la gente es más fácil imaginar a un puñado de malvados preparando un golpe de estado en una alcantarilla, que pensar en los mecanismos de la ley del valor. Esto aplica no solo en la percepción de los sistemas económicos complejos como el capitalismo global, sino también en cómo son representadas cotidianamente la sociedad, el estado y la política.

La trama del complot, sigue diciendo Jameson, requiere la conciencia de su imperfección para poder funcionar como mapa cognitivo, por eso la mentalidad conspirativa siempre está dispuesta a creer en algo oculto que certifica la realidad de la amenaza. Por eso, la tentación iluminista de educar al fascista no alcanza para desnudar la falsedad ideológica del complot, porque la falta de evidencias no hace mella en su estructura (y así resulta paradójico que sean los defensores del gobierno y las fuerzas de seguridad quienes piden pruebas contundententes sobre la responsabilidad de la Gendarmería, como si la desaparición forzada de personas pudiera tener éxito sin borrar las huellas de su acto).

La creencia en la conspiración no se vincula solamente al nivel más ordenado y simbólico de la  ideología, ya que también apela a profundas fantasías colectivas, una realidad aumentada contínuamente por la literatura, el cine, la televisión y la industria del entretenimiento en general, desde los filmes de la saga de James Bond como Spectre a best-sellers como El Código Da Vinci, junto a video-juegos populares como Tomb Raider y Uncharted.


La falsificación más conocida de una conspiración en el siglo XX fue probablemente Los Protocolos de los sabios de Sión, un panfleto antisemita de la policía secreta zarista publicado por primera vez en 1903, para justificar los pogromos que se producían en el Imperio Ruso. El folleto consistía en la transcripción de una serie de protocolos o actas de un supuesto gobierno judío mundial, que se reunía para planificar el control del planeta. Básicamente, los temas principales del documento apócrifo eran la crítica del liberalismo y la democracia, la explicación de los métodos que los judíos debían utilizar para conquistar el mundo, junto a una descripción del nuevo orden mundial que emergería. Para que los sabios de Sión tomen el poder era necesario promover la agitación obrera, las insurrecciones populares, los regímenes democráticos, la formación de monopolios y la especulación financiera. Por eso, para el antisemitismo militante, los judíos, los revolucionarios bolcheviques, la banca internacional, los liberales y los masones eran extremos que se unían con el fin de destruir a la gente común. En consecuencia, Los Protocolos de los sabios de Sión le regalaron al fascismo décadas de prejuicios y odio, amparados en una fábula que hizo las veces de manual escolar de lectura obligatoria en la Alemania nazi.

En la Argentina tenemos nuestras propias teorías conspirativas, inspiradas en el modelo de los Protocolos. Como indica el historiador Ernesto Bohoslavsky, el Plan Andinia fue pergeñado en nuestro país a comienzos de la década de 1960 por Horst y Klaus Eichmann, los hijos del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann. Sin embargo, la responsabilidad de su propaganda entre círculos más amplios como las Fuerzas Armadas a partir de 1971 corrió por cuenta del economista antisemita Walter Beveraggi Allende, autor de libros como La inflación argentina (1975), donde explicaba que la crisis económica argentina se debía al proyecto desestabilizador del judaísmo.

El Plan Andinia, según los hermanos Eichmann, sería un vasto complot de Israel para crear un segundo Estado judío en la Patagonia. De acuerdo a esta versión, en 1969 un rabino de apellido Gordon habría expuesto en una sinagoga de Buenos Aires un plan para corromper la moral y la economía de la Argentina, con el fin último de dividir el territorio nacional. Esta historia, que ha encontrado eco en grupos neonazis de Argentina y Chile alarmados por la presencia de turistas israelíes en el sur, responsabiliza a un grupo étnico local por actuar como quinta columna para entregar la Patagonia a intereses extranjeros. Cualquier semejanza con grupos mapuches separatistas financiados por Inglaterra no es una pura casualidad.

La teoría de los “mapuches separatistas financiados por Inglaterra” se suma a una larga lista de teorías conspirativas (de distinto tipo y color) presentes en la historia argentina.

Otra teoría que circuló en la derecha peronista en los años ’70 fue la teoría del complot sinárquico, elaborada por el profesor universitario Carlos Disandro, padrino intelectual de la Concentración Nacional Universitaria (CNU) que terminó siendo una de las patas de la Triple A. Desde la década anterior, Disandro afirmaba que había una conspiración en marcha para infiltrar al movimiento peronista, acusando a los curas renovadores inspirados por el Concilio Vaticano II de actuar digitados por la Iglesia católica para controlar al justicialismo. Más tarde, los Montoneros se convirtieron en su blanco predilecto, señalados como agentes del comunismo internacional. En resumen, detrás de las organizaciones armadas peronistas, los sacerdotes tercermundistas, el camporismo, el judaísmo y la masonería se escondían las fuerzas convergentes del Vaticano y la Unión Soviética. La idea del complot de la Sinarquía internacional fue utilizada por Perón y la derecha peronista como un insumo discursivo e ideológico en la depuración del movimiento de sus corrientes más izquierdistas.

Los demonios familiares de la Argentina.

Teniendo en cuenta estos antecedentes, que sectores del gobierno y los medios de comunicación vuelvan a la teoría del complot como parte de su estrategia de polarización de la sociedad argentina es como mínimo un acto de irresponsabilidad. Como hemos visto, la conspiranoia apela a profundas fantasías colectivas, desde los Protocolos de los Sabios de Sión pasando por la Sinarquía Internacional y el Plan Andinia a esta temible amenaza multiforme que parece representar el anarcokirchnerismo. En la presentación del otro indeseable se activan y entrelazan distintas sensibilidades sociales: el miedo a la contaminación y el desorden -la devaluación perversa del desparecido como un “hippie mugroso”-; la envidia encubierta en toda ética protestante del trabajo, la austeridad y la sobriedad  -el odio al kirchnerista corrupto y voluptuoso que se enriquece sin esfuerzo-; la xenofobia amparada en grandes mitos nacionales -los mapuches invasores, que vienen de Chile financiados por el oro británico para mutilar el suelo patrio como un deja vú de Malvinas-. Por último, la amenaza subversiva externa materializada en el enemigo interno al mejor estilo de la contrainsurgencia setentista -los “marxistas frívolos”, los trotskistas con los pies en el país y la cabeza en Moscú,  las “células” anarquistas de la internacional antiglobalización-. Todas las brujas y los demonios que invadieron el sueño de la Argentina liberal desde la Conquista del Desierto, pasando por el Centenario de 1910, el “aluvión zoológico” del peronismo y el trauma setentista hasta el presente.

Este discurso deja perplejo a más de uno; es como si desde cierto arco gubernamental, policial y periodístico se hubiera adoptado un setentismo contrainsurgente mal actuado, que se toma con demasiada seriedad las consignas donde el presidente se mimetiza con la última dictadura militar. Más allá de la pertinencia o no de semejante caracterización, jugar a la teoría del complot es un peligro latente en una sociedad que repite como un tic los prejuicios y las sospechas que antecedieron a la transición democrática:

“¿¿Que hacía un artesano con los mapuches??” ¿Por algo será? No seria muy temerario pensar que todo esto sirva para desacreditar cualquier reclamo popular como sospechoso de extremismo, justificando el giro autoritario del gobierno en nombre del combate a la violencia política.

Esteban Campos. Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires e Investigador del CONICET en el Instituto de de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani". Se especializa en historia de los movimientos armados en Argentina y América Latina, y en la historia de la izquierda peronista. 



domingo, 21 de agosto de 2016

Entrevista a Juan José Gómez Centurión... @dealgunamanera...

"Esto fue un operación delictiva y mafiosa"…


No asimiló todavía el impacto de la noticia. Juan José Gómez Centurión es el primer funcionario de peso apartado por una denuncia de corrupción durante la era macrista.

© Escrito por Nicolás Pizzi el domingo 21/08/2016 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El militar había sido elegido por Mauricio Macri para avanzar con reformas profundas en la Aduana, uno de los organismos más permeables a la corrupción. Durante su corta gestión, desplazó a decenas de funcionarios y atacó varios frentes de conflicto históricos como el aeropuerto de Ezeiza y el negocio de los depósitos fiscales. Su salida, por ahora preventiva, fue una decisión del Presidente. “Me duele porque soy inocente, pero entiendo la decisión”, le dijo ayer a Clarín. El encargado de llamarlo fue el titular de la AFIP, Alberto Abad.

Gómez Centurión estaba en la ruta, a la altura de Don Torcuato, luego de varias jornadas de trabajo en la provincia de Corrientes. Apenas diez minutos después, la noticia ya se había filtrado en los medios. A última hora del viernes pudo hablar con Macri. “Me explicó que era mejor para que yo me defienda y se conozca la verdad”, fue el resumen de la conversación telefónica. Pese al golpe, ayer ya comenzó a trabajar junto a sus abogados. Y mañana se presentará en Comodoro Py. Está convencido que fue víctima de una operación “mafiosa” donde están involucrados “ex servicios de inteligencia”. La denuncia, acompañada de algunos audios editados, aterrizó en el Ministerio de Seguridad, que terminó haciendo la presentación judicial.

-¿Qué evaluación hizo de las denuncias en su contra?
-No tienen sustento, ninguna de las dos. Están hechas con grabaciones editadas, en la primer pericia que hicimos ya nos surgió que tienen un alto grado de edición, con voces insertadas. La Justicia rápidamente va a establecer el disparate de las pruebas presentadas.

-¿Usted habla de una operación en su contra, de dónde proviene?
-Es el viejo modelo SIDE, una denuncia absolutamente inconsistente pero que es un fusilamiento mediático. Lo que buscan es inhabilitar a un funcionario y un equipo que avanzan sobre temas que molestan a mucha gente poderosa. Ya venía escuchando hace tiempo que había un grupo de pseudo empresarios, dedicados a las actividades delictivas en comercio exterior, que estaban buscando un equipo de los servicios de inteligencia para armar una operación. Nunca le di crédito a la versión hasta el viernes. Hay cuatro núcleos complejos sobre los que avanzamos en estos meses.

-¿Cuáles son?
El primero son sectores de los depósitos fiscales a los que les revocamos las habitaciones en los primeros tres meses de gestión. Algunos finalizaron con los procesos de regularización. Otros fueron a la Justicia. No descartamos que puedan tener contenedores con droga.
También hicimos un avance en el aeropuerto de Ezeiza. Era un Aduana donde reinaba el contrabando, vinculada a ex servicios de inteligencia. En los últimos meses, cada vez que movía aduaneros que estaban vinculados al servicio de courier empezaban las operaciones mediáticas.
El tercer núcleo es la gente perjudicada por la causa de los hermanos Paolantonio (N.E.: una investigación de Clarín que llegó a la Justicia y generó decenas de allanamientos). Hay mucha gente afectada por esa causa.
El último frente de conflicto fue la denuncia que hicimos esta semana por los fraudes con la DJAI. Era un negocio de 14.500 millones de dólares. Lo que más sospecha me da es que uno de los denunciados es el licenciado Aliere, que fue investigador en esa causa.

-¿Por cuál de los cuatros frente se inclina?
Están todos vinculados entre sí. Yo sabía que ir por las mafias iba a traer consecuencias. Me imaginaba una respuesta. Lo que nunca esperé es una respuesta tan mediáticamente organizada. Yo voy a contestar en la Justicia. Después voy a volver a la Aduana para terminar con todas la mafias.

-¿Reconoce su voz en los audios que están en poder de la Justicia?
-No escuché todo. Lo que me dicen es que las voces están insertadas. Estoy trabajando con un perito y voy a convocar a otros expertos (N.R.: la voz de Gómez Centurión solo aparece en algunos de los audios, parecen audios de voz enviados por WhatsApp).

-¿Confía en que la Justicia actué rápido y aclare la situación?
-Tengo plena confianza. Esto fue una operación delictiva y mafiosa, con participación de gente que perteneció a los servicios de inteligencia. Voy a demostrar quiénes son esos mafiosos.

-¿Qué le dijo el Presidente?
-Hablé por teléfono el viernes. Me explicó que se vio en la obligación de darle curso a la denuncia a través de la justicia y separarme del cargo para facilitar la investigación y el legítimo derecho de defensa. Me duele y me afecta la medida, porque soy inocente, pero entiendo la decisión del presidente. Yo hubiera hecho exactamente lo mismo.

-¿También entiende la actuación del Ministerio de Seguridad?
-(Hace un silencio) El Ministerio recibió la denuncia y lo fue a ver al Presidente. Estoy dolido, pero entiendo el mecanismo. Yo creo que hubiera hecho lo mismo.


domingo, 19 de febrero de 2012

Nilda, Gendarmería Nacional y el Proyecto X... De Aguna Manera...

Garré descabezó a más de la mitad de la conducción de la Gendarmería...

  Mando. Garré había dicho ayer que investigaría qué pasó. En solo un día dio un golpe inesperado.

Fueron pasados a retiro 19 comandantes de la fuerza. Es la purga más grande de la última década. Está en duda el futuro del jefe de los gendarmes, Héctor Schenone.

Tras el escándalo por las tareas de inteligencia interna que realizó Gendarmería, la ministra Nilda Garré aceleró la purga de la cúpula de esa fuerza al pasar a retiro a nueve comandantes generales y diez comandantes mayores. En el Ministerio de Seguridad aseguraron que el recambio de más de la mitad del personal superior responde al “ciclo normal de ascensos y pases a retiro” y descartaron que los cambios hayan tenido que ver con el escándalo que se desató por el denominado Proyecto X.

También hubo cambios y pases a retiro en la Policía Federal y en la Prefectura Naval. Pero en ninguna de las otras dos fuerzas se produjeron modificaciones tan radicales en las estructuras de mando como en los Centinelas.

Al cierre de esta edición, se especulaba con que el jefe de Gendarmería, comandante general Héctor Bernabé Schenone sería reemplazado por el segundo de la fuerza, el comandante general Juan Sainz. Entre los comandantes generales desplazados se encuentran el director general de Personal, Jorge Nieto; el director general de Operaciones, Jorge Cabral; el director genera de Apoyo, Daniel Pérez.

Otro de los comandantes generales obligados a pasar a retiro sería Marcelo Martinengo, director de Inteligencia Criminal y jefe del área donde se desarrollaba el Proyecto X, una gigantesca base de datos con información personal de dirigentes sociales, sindicales y políticos que terminaba nutriendo el engranaje de espionaje interno. El propio Schenone admitió la existencia del sistema de inteligencia cuando envió al juez Norberto Oyarbide una jugosa explicación de por qué sus hombres espiaban a delegados de la empresa Kraft Food y Pepsico Snacks, entre otros dirigentes sociales.

También fueron pasados a retiro los oficiales que conducían el Servicio de Administración Financiera de la institución, encabezado por el comandante mayor Oscar Raúl Guidone. La salida de nueve comandantes generales representa la purga de más de la mitad del máximo escalafón de la fuerza.

Ayer, en el Ministerio de Seguridad se mantuvieron cautelosos y herméticos a la hora de hablar de los recambios. “La ministra Garré será quien va a dar mayor información cuando asuman los nuevos mandos, de todas maneras es algo común y ya estaba programado, no se hagan películas”, deslizó un funcionario de esa cartera.

En Prefectura sólo fueron pasados a retiro dos prefectos generales y cuatro prefectos mayores. Menos que lo previsto. Hasta ahora, en la cúpula de la vapuleada Policía Federal no habrá cambios, sólo se resolvió el pase a retiro de tres comisarios mayores. Pero sí se barrió a 24 comisarios inspectores, una suma considerable. “En simultáneo ascendieron 12 comisarios inspectores, incluyendo a la primera mujer que llegó a esa jerarquía, y 34 comisarios a comisarios Inspectores, consolidando un proceso de renovación generacional en la fuerza”, informaron en el Ministerio de Seguridad.

Anoche algunos miembros de la plana mayor de Gendarmería no sabían nada. “Son 19, es una barbaridad. La verdad es que no sé nada”, se excusó un oficial de alto rango.

“El proceso de selección que se inició en septiembre de 2011 implicó que por primera vez autoridades políticas del Ministerio participarán como observadores de los procesos de las juntas de calificaciones que realizaron cada una de las fuerzas. Esto permitió evaluar los procesos y los criterios aplicados por cada una de las instituciones”, informaron desde la cartera de Seguridad a través de un sorpresivo comunicado de prensa lleno de incógnitas que nadie quiso despejar.

© Escrito por Fernando Oz y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Como funciona el Proyecto X...

 Escudo de Gendarmería Nacional.

Cada tarde, los espías de Gendarmería Nacional llegaban a la Unidad de Investigaciones y Procedimientos Judiciales, con asiento en los cuarteles que tiene la fuerza en Campo de Mayo, para elaborar los informes de inteligencia. Luego, los documentos eran enviados para su análisis y archivo en la poderosa Dirección de Inteligencia Criminal que se encuentra en el complejo del edificio Centinela.

Una vez “tamizada”, la información era volcada en una gigantesca base de datos denominada Proyecto X. Pero allí no solamente ingresaban los trabajos de inteligencia que se realizan en Centro de Reunión de Información Campo de Mayo, sino que se almacena toda la “data” que llega de todo el país.

“Cada una de las regiones –la fuerza tiene cinco– tiene su Centro de Reunión de Información. Todo eso después se envía a Buenos Aires”, reconoció a PERFIL una fuente de Gendarmería que sabe de qué se trata. El Centinela aseguró que “siempre” fueron normales las actividades de inteligencia: “Sobre todo, en casos de narcotráfico, contrabando. También se recolecta información del exterior”.

Gendarmería cuenta con tres sistemas de datos. El Sistema de Antecedentes de Gendarmería (SAG) es el más común y el que se suele utilizar en los pasos fronterizos, hasta se lo comparte con los funcionarios de Migraciones. El otro es el Sistema de Gestión Operativa (SGO), está relacionado a todas las causas judiciales que investiga Gendarmería, es un listado completo de los procedimientos realizados en todo el país. La tercera base de datos es considerada como “confidencial” y de difícil acceso, su nombre es Proyecto X.

© Escrito por Fernando Oz y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Documentos publicados en la página -Plazademayo.com-


 
 
 

© http://www.plazademayo.com/2012/02/proyecto-x-vigilen-a-la-clase-obrera/