Mostrando las entradas con la etiqueta Ministerio de Economía. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Ministerio de Economía. Mostrar todas las entradas

miércoles, 2 de agosto de 2017

No aprendemos más… @dealgunamanera...

No aprendemos más…

Macri –Dujovne - Caputo. Más temprano que tarde habrá una nueva crisis de la deuda. 


Es triste escribir esta frase. En dos, cinco o diez años habrá una nueva crisis socioeconómica. Sólo es cuestión de tiempo. Y ya conocemos las dramáticas consecuencias que esta situación ocasionará a los sectores populares.

© Escrito por Reynaldo Sietecase el 31/07/2017 y publicado en Periodismo.com

Escucha la entrevista radial:


Pasó y volverá a pasar.

La dirigencia política argentina funciona como un adicto que se recupera y vuelve a recaer con un entusiasmo cada vez mayor. Los que firman estos acuerdos aberrantes lo saben. Los opositores también pero casi todos callan.

Según datos oficiales, el año pasado la deuda externa aumentó en 35 mil millones de dólares.

Entre enero y mayo de este año, la emisión de deuda fue de 40 mil millones de dólares. Cuarenta mil millones en cinco meses. Estos datos los consigna el Ministerio de Economía no el Partido Obrero.

Hace algo más de un mes, el gobierno firmó un bono de deuda a un plazo de cien años con una tasa mucho más alta que el promedio del mercado (casi ocho por ciento). La sola enunciación parece un chiste de mal gusto.

Se tomó deuda por 2.750 millones de dólares pagaderos a razón de 200 millones de dólares por año durante un siglo (se estima que en 14 años se pagará el capital y los otros 86 años serán para pagar los intereses).

Todavía hay algo más grave que el plazo delirante del empréstito. Semejante endeudamiento no tiene como objetivo renovar infraestructura, ni hacer grandes obras sanitarias, ni carreteras ni escuelas. La plata será utilizada para solventar el déficit y pagar intereses de la deuda.

Para Ismael Bermúdez, el periodista económico de Clarín, la única explicación a esta operación es “la necesidad de los acreedores” de colocar su exceso de fondos.

Una decisión que compromete a 25 gobiernos y a varias generaciones de argentinos no pasó por el control del Congreso de la Nación y sólo tomó estado público cuando se concretó. Es decir cuando el gobierno ya la había realizado.

Algunos medios y periodistas presentaron el bono a cien años como si se tratase de una buena noticia: “Un signo de confianza en el país”. Apenas hubo algunas voces críticas. El silencio de la CGT y otras organizaciones intermedias fue atronador.

En pocos días el tema pasó al olvido. La deuda no se ve pero siempre está. Y crece. En la actualidad el 43 por ciento del déficit fiscal está compuesto por intereses de la deuda.

“Lo que el gobierno se ahorró en el pago de subsidios por el aumento de las tarifas se perdió en el pago de intereses de la deuda”, señaló Bermúdez. La conclusión es simple: el esfuerzo de los usuarios que pagaron los aumentos en los servicios públicos terminó en el segmento financiero que sigue haciendo grandes negocios saltando de las letras al dólar y viceversa.

La mayoría de las fuerzas políticas son corresponsables del endeudamiento. Avalaron sin chistar el presupuesto que contemplaba esta posibilidad sin que se tenga la necesidad de consultar a los legisladores y ahora callan.

Varias generaciones deberán hacer frente a esta hipoteca que no para de crecer en una lógica perversa: más se paga, más se debe.

Esta cuestión no está en la agenda electoral. Esta cuestión no se discute en los medios. No es tema. Se entiende el silencio de los cómplices. No se entiende el silencio de los inocentes.



viernes, 24 de octubre de 2014

Momento estratégico… De Alguna Manera...


Momento estratégico…

Grito munchiano oficial. CFK. Dibujo: Pablo Temes

De cómo el Gobierno elija cerrar el conflicto por la deuda dependerá la suerte de su último tramo de poder.

La caída de la actividad económica no cesa; la caída de las reservas del Banco Central, tampoco. Los empresarios sostienen que el Gobierno ha desarrollado una infraestructura legal para sostener el relato y cuidar la caja, a fin de ocultar la falta de dólares. El mecanismo que se ha decidido implementar para el caso del pago anticipado de las importaciones es la reducción del tiempo máximo para demostrar el ingreso aduanero de los bienes adquiridos de 360 a 120 días. Esta medida, que afecta directamente los procesos industriales, parece haber sido redactada por alguien que nunca pisó una planta industrial. Veamos un ejemplo: cuando una empresa tiene necesidad de una nueva matriz, solicita el diseño al proveedor internacional; éste envía los detalles, que terminan de definirse luego de un proceso de perfeccionamiento en el que interactúan ambas partes. Todo esto insume un tiempo no menor a los cien días. Una vez consensuado el diseño, llega el proceso de fabricación, para enviar posteriormente el producto a puerto internacional, a la espera de la carga en el contenedor, y encarar finalmente la etapa de navegación. Todo el proceso puede demorar hasta un año.

Por eso, la nueva normativa es una clara maniobra para desalentar importaciones ya que resulta imposible demostrar el ingreso de la mercadería en un plazo de 120 días. La traducción fuera de los límites del relato es clara: faltan dólares para sostener la producción. Por todo ello, en los ámbitos empresariales se espera el año 2015 con desesperación, con la esperanza de que se solucione la disputa con los holdouts. Saben que sin ese arreglo los dólares seguirán faltando. “El tiempo que resta de aquí hasta ese momento será como atravesar el desierto del Sahara con una sola cantimplora”, grafica un representante de los importadores, de diálogo frecuente con el Gobierno.

Los números que se necesitan para sostener “el relato” chocan con lo angustiante de este presente que vive el Banco Central, cuyas reservas son un poco más de US$ 27 mil millones. A esto hay que restarle los US$ 5.500 millones que se deben en concepto de pago de importaciones, los US$ 7 mil millones de encajes bancarios y los US$ 2.700 millones que Axel Kicillof le dijo a Alejandro Vanoli que van a ser utilizados de aquí hasta fin de año para sostener el dólar y desalentar las expectativas devaluatorias. Todos estos gastos dan un total cercano a los US$ 15 mil millones. De ahí la urgencia del Gobierno por solucionar el tema con los fondos buitre y obtener financiamiento internacional.

Conscientes de la inexorable realidad que obliga a buscar un acuerdo con los holdouts que, además, contemple el fallo del juez Griesa, en el Ministerio de Economía se discute cómo instrumentar esta iniciativa y hacerla compatible con el “relato”.

“Es cierto que el Gobierno está intentando por todos los medios pagarles a los buitres y al resto de los holdouts; antes de enero es imposible”, señala un economista afín al kirchnerismo que estuvo reunido esta semana con funcionarios clave del equipo de Kicillof. Las opciones que se estudian en el Ministerio de Economía son dos: la primera es una propuesta que implique una quita en el capital; la segunda, el pago de la totalidad de los US$ 1.600 millones combinando elementos que impliquen evitar la pérdida de reservas. La idea que prevalece es ofrecer bonos de la deuda a cinco años o alguna propuesta similar a la que se le hizo a Repsol por YPF.

El punto más importante para el Gobierno es, una vez caída la RUFO (Right Upon Future Offers), sumar a la mesa de negociaciones a todos los holdouts. Esto significa incluir al 7% que no litigó, porque según se ha testeado la mayoría de ellos estaría dispuesta a aceptar una quita con tal de cobrar y cerrar rápidamente el tema. A este 7% se lo conoce como los “me too”, debido a que si se pagasen en efectivo los US$ 1.600 millones a los buitres, se sentaría un precedente para ellos de manera que puedan exigir lo mismo sin litigio alguno. 

En este momento existen dos dudas que desvelan al ministro de Economía y a su equipo: una es si los fondos buitre aceptarán sumar a la mesa a ese 7% restante; la otra es si los fondos buitre, a causa de su espalda financiera, se apoyarán en la sentencia judicial favorable para estirar el conflicto incluso hasta la llegada del próximo gobierno.

Todo esto es manejado con absoluta reserva y gran celo por Kicillof, quien se enojó mucho con Vanoli cuando se enteró de la reunión que mantuvo durante su viaje a Washington con un grupo de banqueros estadounidenses, en la que con gran imprudencia hizo conocer la determinación del Gobierno de arreglar con los holdouts y pagarles lo que ordena el fallo de Griesa.

Por lo demás, la semana estuvo dominada por lo que seguramente será la estrategia que el Gobierno utilizará para navegar por las procelosas aguas de su final de ciclo: meter miedo en la sociedad contra los opositores. Tal actitud demuestra dos cosas: la primera, lo terrible que será para el kirchnerismo su alejamiento del poder; la segunda, no haber aprendido nada de la historia argentina. A ninguno de los gobiernos que echaron mano de ese recurso le fue bien. “Después de mí, el diluvio” es una frase célebre atribuida a Luis XV. Con sus dichos, agregados a los de Alex Freyre, José Alperovich y Daniel Scioli, la Presidenta parece empeñada en emular la conducta absolutista de aquel rey de Francia de triste fama.

Producción periodística: Santiago Serra.

© Escrito por Nelson Castro y publicado el domingo 19/10/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


   Bosque munchiano: Evita


martes, 14 de mayo de 2013

Blanqueo a la corrupción... De Alguna Manera...


Voltereta increíble...



Semana dificilísima para el Gobierno. Contradicciones, desacuerdos, falta de credibilidad e intereses espurios.

Declaran un blanqueo de capitales: perdonan a los evasores y, además, los premian con intereses”, sería el título que podría resumir la resonante voltereta que ha dado el Gobierno con los anuncios de las medidas económicas cuyo “cerebro” es Guillermo Moreno. “Todos tenemos dólares no declarados en el exterior”, dijo el inefable secretario de Comercio ante un reducido grupo de empresarios. Ocurrió a mediados de la semana que pasó, y los que lo escucharon respondieron con el silencio. Lo mismo hizo otro grupo que, en iguales circunstancias, lo oyó decir que los Cedin no serían voluntarios, sino obligatorios.

Moreno carga con un karma: todo lo que ha intentado hasta ahora fracasó. Su último fiasco es el acuerdo de precios con los supermercados que, en la realidad, fue efectivo durante sólo un mes. A estas alturas, esto ha quedado reducido a una entelequia. En las últimas reuniones que mantuvo con los representantes del sector, se habló ya de levantarlo a partir del 1° de junio. Es que el secretario de Comercio ordenó hace unos días una medida que hizo añicos el mal llamado acuerdo: les autorizó aumentos a los proveedores, pero no a los supermercados. 

La consecuencia: el faltante de muchos productos debido a que su costo está por arriba de su precio de venta. Muchos tiemblan de sólo pensar qué pasará con los precios el día después.

La mayoría de los funcionarios de carrera del Ministerio de Economía ha expresado su escepticismo y su crítica al blanqueo. “La medida es de una inmoralidad absoluta y con futuro de fracaso; quién puede creerle a este gobierno que un día dice una cosa y al siguiente, otra totalmente opuesta”, señala una fuente oficial de la más estrecha cercanía a Hernán Lorenzino. Allí hay preocupación, además, porque este blanqueo se opone a las normativas establecidas por el GAFI para combatir el lavado de dinero en sus diversas formas. A propósito de lo que sucede en la cartera económica, va para largo un paro del personal de la Secretaría de Hacienda, que reclama la restitución de un plus que cobraban desde hace tiempo y que ya estaba incorporado a sus sueldos.

Para el Gobierno fue una semana dificilísima, no sólo porque se vio forzado a reconocer los problemas que genera el mercado negro del dólar, sino también porque dejó al desnudo la absoluta falta de política económica para enfrentar las causas profundas que aquejan a la economía. “No recuerdo en la historia reciente un grupo de funcionarios tan poco profesional y tan falto de ensamblaje en el Ministerio de Economía”, reconoció un altísimo directivo del Banco Nación absolutamente afín al oficialismo. Eso es lo que dejó plasmado el discurso de este quinteto de funcionarios que, con sus explicaciones contradictorias y poco claras, hicieron un notable aporte a la confusión general.

En el desbande que conforman los integrantes del mal llamado “equipo económico”, las tensiones están a flor de piel. Bastaba con ver las caras de Moreno cuando hablaba cualquiera de los otros integrantes de ese quinteto que, si no fuera por lo dramático de la situación, componían un cuadro que oscilaba entre lo grotesco y lo desopilante. De ellos, el más extrovertido es Axel Kicillof, que habla como si estuviera dando una clase ante alumnos de Ciencias Económicas. El discurso por momentos encendido del viceministro de Economía enfrenta dos problemas: el primero es la realidad; el segundo, sus contradicciones.

Imposible no pensar en Lázaro Báez cuando se habla del blanqueo. Tanto como es imposible no pensar en la búsqueda de la impunidad cuando se habla de la reforma judicial. Son muchos los que ya lo han escuchado al ministro de Justicia, Julio Alak, pedir disculpas por el atropello a la independencia del Poder Judicial que representan estas leyes que viene aprobando el Congreso a paso redoblado. La diminuta estatura política de Alak –los inundados de La Plata se acuerdan mucho en estos días de su desastrosa gestión como intendente, y su paso por la presidencia de Aerolíneas Argentinas fue tan malo que todo lo que quedó fueron reproches– encaja a la perfección en el contexto de un gabinete carente de iniciativa y jerarquía.

El Gobierno tiene conciencia de que le es imperioso llegar a las elecciones con una burbuja económica que dé aire a sus proyectos de re-reelección, del que tiene cada vez más necesidad. ¿Quién, si no, dará impunidad a tanto delito de corrupción cobijado por el kirchnerismo?

La madre de todas las batallas se habrá de librar en la provincia de Buenos Aires. Allí, una de las incógnitas es Sergio Massa. ¿Cuál será su actitud? Las encuestas le dan muy bien, incluso con guarismos favorables que están por arriba de los que tiene el gobernador Daniel Scioli. Para alimentar esas especulaciones, Massa mantuvo reuniones con empresarios, de quienes recibió opiniones –todas adversas al Gobierno– y a los que les delineó sus ideas. 

Dos fuentes muy cercanas a él divergen sobre lo que hará. Una señala que irá por una diputación por fuera del kirchnerismo; la otra, que se quedará donde está. Por lo tanto, hay al día de hoy una sola certidumbre: su duda.

De lo que no cabe duda, en cambio, es de que en esta elección está en juego no sólo el destino político de la Argentina, sino también su sistema de vida social. Un triunfo del kirchnerismo hará del “vamos por todo” una realidad que dejará al país a las puertas del chavismo y sus consecuencias.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.