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miércoles, 20 de junio de 2018

Verás que todo es mentira… @dealgunamanera...

Verás que todo es mentira…

Presidentes del BCRA: Sturzenegger y Caputo. Fotografía: CEDOC/ PERFIL

Las hipótesis a priori deben ser susceptibles de verificación en la realidad, por lo menos tendencialmente. Tantos pronósticos incumplidos ponen en duda la credibilidad de todos los economistas del Gobierno.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Con los 50 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, el dólar baja”. No bajó. Como tampoco florecieron los brotes verdes, ni llegó ningún segundo semestre, ni tampoco los precios en pesos de diciembre de 2015 asumían el precio del dólar blue antes de la salida del cepo. ¿Solo Sturzenegger es quien perdió credibilidad? Tantos pronósticos incumplidos ponen en duda la credibilidad de todos los economistas del Gobierno.

Milton Friedman, en The Methodology of Positive Economics, escribió: “Los supuestos de una teoría deben juzgarse en función de su idoneidad para suministrar predicciones suficientemente ajustadas”. No hay ciencia sin algún tipo de posibilidad predictiva. Las hipótesis a priori se deben confirmar en el testeo posterior, ser susceptibles de verificación en la realidad, por lo menos tendencialmente.

Obtener resultados predichos, esencia del apriorismo, es el fin del conocimiento. En una columna de la semana pasada, escrita con el mismo clima de escepticismo que hoy, poniendo en duda que muchos economistas argentinos cumplieran con ese estándar, recibí a pocas horas de ser publicada dos reclamos de dos economistas celosos de su profesión que por su extremadamente opuesta adscripción ideológica pintan la singularidad del Gobierno.

Un pronóstico tras otro se revela equivocado en un clima generalizado de escepticismo.

Ambos coincidían en que hubo injusticia en la generalización porque ellos habían pronosticado en diciembre lo que viene sucediendo, no como la calificadora de riesgo Fitch, que suelta de cuerpo esta semana bajó de un día para el otro (no escalonadamente) su pronóstico de crecimiento del producto bruto argentino en 2018 a la mitad de lo que había previsto en diciembre.

Con razón, Carlos Melconian me recordó la cantidad de advertencias públicas que hizo sobre cómo se subestimaba la herencia, se erraba en el diagnóstico y se cometía mala praxis. Desde la perspectiva opuesta, Axel Kicillof, a quien no conozco, en su argumentación me envió su discurso de diciembre pasado, cuando se aprobó el Presupuesto y, otro anterior donde dice expresamente: “Esto termina en el Fondo Monetario Internacional”.


Que Kicillof, que tiene aversión a Macri, y Melconian, que tiene justificados motivos para sentirse maltratado por el Gobierno, fueran de los pocos notables, junto a alguna otra excepción, que advirtieran en diciembre un futuro económico tan distinto al que preveía el Presupuesto aprobado en el Congreso no quita la importancia de que la mayoría de los pronosticadores no lo haya advertido. Ni las consultoras de economistas argentinos, ni las calificadoras de riesgo como Ficht, ni tampoco el Fondo Monetario Internacional, previeron una megadevaluación.

Una respuesta posible es porque los pronósticos siempre están guiados por intenciones, conscientes o inconscientes, lícitas o ilícitas. El Gobierno y los legisladores de Cambiemos impulsaron un Presupuesto optimista (dólar a 19 pesos en diciembre de 2018 e inflación anual entre 10% y 12%) porque deseaban que así fuera, y con su deseo quisieron contagiar las expectativas de la sociedad para que contribuyera a la realización del pronóstico: la vieja idea de que el oráculo cumple una función performativa, no adivina qué va a pasar sino que dice lo que tiene que pasar. El mismo argumento se podría utilizar para los pronósticos de Kicillof y, de forma muy diferente, de Melconian: que con su sola formulación contribuyeron a que sucediera lo que pronosticaron.

En el caso de los estudios de economistas locales, la explicación puede ser esta: venden sus pronósticos a las empresas cuyos CEO les piden que por favor sean optimistas con sus proyecciones para que los accionistas no reduzcan las inversiones y no tener menos presupuesto para todo, incluso para seguir contratando los informes de los economistas.

En el caso de las calificadoras de riesgo puede deberse a que no cuentan con más recursos de análisis que el periodismo especializado, incluso algunas surgieron de editoriales de publicaciones económicas, y siguen en sus vaticinios lo que dice la mayoría, sin pensamiento propio.

Finalmente, respecto del Fondo Monetario Internacional, salvo que se trate de un país en beligerancia con las principales potencias que integran su directorio, sus informes tienen en cuenta el ámbito político y entonces tratan de no generar la profecía autocumplida.

 En un contexto donde hay crisis de representación, porque las instituciones políticas perdieron autoridad y legitimidad, el descrédito también afecta a la economía, que genera una sensación de vacío en los ciudadanos. A Macri se le reclama que tenga éxito en la economía o que se vaya en 2019, pero en cualquier caso la sociedad precisará volver a creer en los que saben de economía  y creer que ellos la guiarán hacia el progreso. Sin credibilidad no hay economía ni política que resistan.

Si lo que se dice que va a pasar reiteradamente no se cumple, la pregunta a formularse es: ¿“es la economía, estúpido”, como se le dijo a George Bush padre cuando competía contra Clinton por la presidencia de los Estados Unidos y perdió, o “es la política, estúpido”? Puesto en otros términos, ¿el problema era Sturzenegger o en su momento Prat-Gay y hasta el mismo Melconian promoviendo autocrítica desde dentro del Gobierno, o el problema es que el propio Presidente perdió credibilidad?

La pérdida de credibilidad no es solo de Sturzenegger sino del equipo del Gobierno

Otra forma de escaparle al tema de fondo es criticar la comunicación, el clásico “matar al mensajero”. El error de usar para el día a día del Gobierno las mismas técnicas con las que Jaime Duran Barba hace ganar las elecciones no es una explicación válida. No es lo mismo que el Gobierno recién asumido no haya explicado por cadena nacional la pesada herencia recibida que más tarde haya anunciado que lloverían dólares, que en el segundo semestre se despegaría o que ya habían aparecido los “brotes verdes”. Esto no habla de comunicación sino de una percepción distorsionada de la realidad, probablemente potenciada por los economistas argentinos y extranjeros que le pronosticaron a Macri un futuro mejor para poder venderle deuda y servicios de consultoría. En síntesis, no es ni la economía ni la política, “estúpidos”; es el deseo.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

domingo, 26 de agosto de 2012

¿Carta Abierta o Sobre Cerrado?... De Alguna Manera...


Carta Abierta…

De La Sota con Scioli en Córdoba. Luego fue Macri.

En la contratapa de ayer se desarrolló cómo el “dialecto de prestigio” de nuestra comunidad hablante pasó de ser –simplificadamente– económico en los 90 a sociológico en la última década. Sobre qué palabras debía incluir el vocabulario personal para que alguien sea reconocido por los otros como actualizado. El pasaje de un marco lingüístico caracterizado, grotescamente, por así decirlo, por Milton Friedman, en un caso, a uno por Foucault, en el otro, refleja los problemas de integración que dividen a la sociedad argentina. La elección de un lenguaje siempre implica un compromiso con las entidades (objetos mentales) que utiliza.

El rechazo a un análisis interdisciplinario produce incomunicación y sectarismo. También respuestas inmunes a la experiencia, de forma que nadie pueda ser refutado dentro de su propio marco conceptual. Genera exclusión explicativa, encerrando más y más a cada uno en su grupo de pertenencia. Con el otro ni se dialoga.

No hay relato sobre hechos sino sobre valores, y los valores nunca pueden ser verdaderos o falsos sino correctos o incorrectos.

También el neoliberalismo hipostatizó. Su abstracción materializada fue, en el caso argentino, ser del Primer Mundo. La actual es ser un ejemplo para él.

La contratapa de ayer en PERFIL –titulada “Modelo y habla”– analizó la columna del filósofo Ricardo Forster titulada “La impostura y la obsesión”, que resultó ser un verdadero anticipo de la Carta Abierta número 12 que a las 11 de la mañana de ayer leyó en la Biblioteca Nacional el espacio de intelectuales y artistas que lleva ese nombre.

No a De la Sota y Scioli. 

Si bien el tercer capítulo de esta duodécima carta es donde concretamente solicita que se reforme la Constitución (ver nota de tapa), es en su primer capítulo donde se fundamenta ideológicamente toda la ponencia. Y también donde se percibe –en la “espesura” de su escritura– la mano directa de sus principales mentores por su estilo más denso, barroco y sustancioso.

Allí se dice: “No puede haber, para nosotros, continuidad” con “esa nueva derecha que quiere erigirse como heredera. Porque si apoyamos la Ley de Medios es también porque debatimos el formato bajo el cual se forjan subjetividades a la orden de la sociedad del espectáculo.

Porque si habitamos el presente con angustia y entusiasmo es porque no creemos que el horizonte pueda ser definido por una idea de felicidad colectiva centrada en el consumo y la reproducción del capital”.

“Nada de esto (formas de vida emancipadoras) persistirá –continúa– si triunfan aquellos que quieren acotar el kirchnerismo a una etapa casual del peronismo, transitoria y renunciable, declarando sucesoras a las derechas internas. Lo que está en juego no es poco. Y no se trata de una oscura disputa de poder sino de la posibilidad de que lo sucedido y lo realizado no sea liquidado por los agentes de la repetición ni conjurado por las fuerzas –múltiples y extendidas– del conservadurismo argentino, presente tanto en el interior como fuera de la alianza electoral triunfante.”

No a los medios. 

Más adelante, el texto de Carta Abierta sostiene que “... basta leer los diarios, porque en ellos está la noticia y también el ariete que las recrea a la manera de un bonapartismo mediático”.

“Podemos ver que bajo el acoso de un impresionante aparato comunicacional se emplean estilos profundamente corrosivos.” “Todo gobierno de raíz popular hoy está en riesgo y debe partir de esa premisa.” Y agrega que el momento “reclama una nueva visión crítica de los modos comunicacionales que no sólo por ideología y voluntad, sino también por su configuración tecnológica, encarnan una suerte de gobierno de las almas, donde se infunden las nociones fundamentales de miedo, el primitivismo justiciero del vengador y el pensamiento descartable y rápido, basado en golpes pulsionales que anulan toda mediación entre sociedad e instituciones. No se trata de negar la existencia de problemas, pero todos ellos, pasados por los tejidos conceptuales y las redes mediáticas, adquieren un estatuto fantasmal”.

“Contra eso nos expresamos y luchamos”, y continúa: “Los grandes medios han decidido el esfuerzo máximo de travestismo. Mientras acusan al Gobierno de apócrifo, deciden ser de derecha cuando atacan los horizontes avanzados en cuanto a las políticas de derechos humanos; deciden ser de izquierda cuando atacan las políticas extractivas; deciden ser lo contrario de lo que fueron en el 2008 cuando en el 2012 sugieren una sojadependencia; deciden ser libertarios cuando atacan a los periódicos oficiales por ser ‘pautadependientes’, abandonando como una ilusión adolescente su situación real de ser los grandes medios de comunicación que, a su vez, son empresas del capitalismo internacionalizado, siempre dispuestas a asociarse a las causas más retrógradas del vasto mundo”.

7/12/12.
 
El comienzo y el final de la Carta Abierta número 12 enlazan la tesis oficialista de dos batallas “constitucionales”: la plena aplicación de la Ley de Medios el próximo 7 de diciembre, con la continuidad del modelo a través de una reforma constitucional, y tácitamente la reelección de Cristina.

Pero el fin último es cambiar la matriz del PJ, cuya mayoría es de centro y centroderecha –donde De la Sota y Scioli no son excepciones–, por otra de centroizquierda. La tarea requiere también transformar el sindicalismo, base de sustentación del peronismo, para el que no ahorraron críticas: “La situación en el movimiento obrero organizado deja en evidencia el enorme retraso que existe en el campo nacional y popular con respecto a superar viejas modalidades de organización corporativa y de connivencia con las patronales, que hoy se transforman en un lastre para el proceso que vivimos. Durante décadas se amasó en Argentina un modelo de sindicalismo que si bien defendía, en algunos casos, los derechos de los trabajadores que representaba, al mismo tiempo fue constituyendo lógicas empresariales en su interior y cercenando alternativas”.

En síntesis, ir por todo.

La contratapa “Modelo y habla” puede ser leída en  www.perfil.com/modeloyhabla

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 26 de Agosto de 2012.