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domingo, 26 de abril de 2020

1973. Seguro que el Quijote era hincha de Huracán, Sancho de Vélez… @dealgunamanera…

1973. Seguro que el Quijote era hincha de Huracán, Sancho de Vélez… 

Siempre dicen que "la tarde cae". Esta vez el pibe Houseman la volvió a levantar allá en Liniers... El suspenso angustioso de esa maniobra interminable. Olivera pasó. Antes otro. Fenoy en el piso. Después, la zurda para el gol. “EL GOL”. ¿En qué habrá pensado el pibe Houseman? No, en la tierra no estaba... Fotografía: El Gráfico

La crónica de Osvaldo Ardizzone sobre la victoria del Huracán de Menotti frente a Vélez es uno de los mejores artículos publicados en El Gráfico en sus casi 100 años de vida.

© Escrito por Osvaldo Ardizzone el martes 10/04/1973 y publicado por la Revista el Gráfico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. Fotografías: Alfieri, Carreño, Alfieri (h), Rodríguez, Gordon. Por Redacción EG · 23 de abril de 2020


Sí, allí estaban enfrentadas las dos eternas contrafiguras. El de la Triste Figura y el Otro. ¿Qué Sancho muchas veces tuvo razón? Sí que la tuvo. Y la tiene... La vida es lo que se toca. La vida es sentido común. "Que el verdadero amor murió en la sopa", decía el viejo Discépolo en su amargura... Esquema. Planteo. Diagrama. Logística. Computadora. I.B.M. Cero, cero, siete. Pero alguna vez vamos a mirarles el color de los ojos a las muchachas en vez de tomarles las tres medidas... Vamos a jugarnos la parada a un sueño, a la carta que nunca se da, al número que nunca sale. A sentirnos con una pluma en el sombrero, en una raída corbata voladora y una rosa en el ojal de la chaqueta... Y a contemplar cómo el pájaro se vuela, aunque en la esquina esté Sancho acechándolo con la mezquindad de una trampera...

¿Qué fue Vélez? Cerebro. Cálculo. ¿Cuál fue su argumento? Impedir. Destruir. Vélez ya sale subalternizado a la cancha. A favor de los golpes que suponen fortaleza, virilidad, está denunciando, justamente, conciencia de inferioridad, pusilánime dependencia. ¿Por qué Tagliani comete cuatro infracciones antes de los cuatro minutos de juego? Porque eso está en el argumento de los Sanchos. ¿Por qué Riestra va fuerte contra el pibe Houseman sobre los quince minutos? Porque en el sentido práctico y realista de los Sanchos está contemplada la importancia de Houseman. Y por eso mismo es que Riestra tiene que irse de la cancha antes de los noventa. Porque en la semana del hombre de Vélez hay un cuidadoso trabajo cerebral. ¿Qué Sancho ganó muchas veces? Sí. Generalmente gana. Todos los días sucumbimos ante su gran sentido práctico y realista de la Vida... Pero no conquista. No seduce. No enamora. Y, por ahí, tampoco gana. Como ocurrió en esta oportunidad. Yo sé que hay que vivir, que hay que luchar para ganarse el mango. Que se hace duro andar por este mundo con un ramo de flores en la mano y una canción... Pero, a veces pienso, ¿es posible que alguien se deje influenciar a tal punto por esa maliciosa pitonisa que sólo susurra malos pensamientos?... Tagliani. Pienso en Tagliani. Un foul violento al minuto contra Roque Avallay. Otro foul a los dos minutos. Otro a los nueve. Pero no es la infracción que surge del enfrentamiento. No está relacionada con los vaivenes del juego. Porque vos vas a una pelota y yo también. Y por ese ponemos fuerte los dos. Y gana el que más fuerte pone o el que sabe más. No. Son los malos pensamientos de Sancho. Es el cálculo. Es el programa. Es lo que se toca. Lo único que vale. ¡Y pobre Roque Avallay! ¡Así seguirán siendo de oscuros los desventurados domingos que le esperan!... Los ejércitos de Sanchos que estarán maquinando la trampera sórdida para el pobre pájaro que apenas si aspira a que le permitan volar... Así serán de oscuros los desventurados domingos que le esperan a este pibe Houseman... 

Señor D'Amico... Si es que en su programa de la escuela cuenta con algún capítulo debido a la inspiración de Sancho, arránquelo... Arránquelo definitivamente. No diga cattenacio. No, suprima definitiva-mente los eufemismos. Es hombre a hombre. Es hombre y golpe. Es, simplemente, eso. Nada más que eso. Eso que ya conoció mi ingenua tía Eulalia apenas vio el primer partido de fútbol... Cuando me dijo: "Pero, sobrino..., vas que me habías hablado can tantas palabras raras de este juego... Si es fácil... Tan fácil que menos que los arqueros ponemos uno a cada une. Y ya está. Y si ese uno se va lo detenemos con un golpe. Y ocurre que ese golpe apenas si equivale a una de las tantas tarjetas amarillas que el señor árbitro lleva en el bolsillo superior de su chaqueta...". Que así me dijo mi cándida tía Eulalia apenas accedió a acompañarme a una cancha... Por eso, señor D'Amico... Erradique definitivamente las directivas "prácticas" a lo Sancho de su programa de la escuela... No le pido que expida el diploma para técnicos "soñadores"... Pero que al menos vuelen, sueñen... Aunque ahora parezca una vocación de precio muy alto...

¡Ay, Roque, Roque, los domingos que habremos...! Fenoy no encontró a la pelota, pero se lo encontró a Roque en el camino. Y Roque se cae, se levanta. Y sigue. Estoicamente... Fotografía: El Gráfico


Y, esta vez, El Quijote...

No sé si Huracán dispone de una mayoría de buenos jugadores. Lo que sí sé es que se construyó con algunos elementos que estaban en la casa. Y con supuestos "rezagos" de otros clubes. Basile, el Coco Basile, libre de Racing. Chabay, libre de Racing. Larrosa, viajando y olvidado por Centroamérica. Russo, otro "enviado" de Platense. Houseman, este pibe Houseman, incorporado por apenas unas chirolas. Carlitos Babington, postergado en la opinión hasta hace un poco más de un año. Buglione, lo mismo... Pero es la vocación lo que importa. Es la influencia del Quijote que prevalece en la actitud frente al fútbol. Es lo que sustenta el Flaco Menotti y que consiguió transmitirle a cada uno de los jugadores. Que triunfe e que no triunfe, al cabo Es el hecho que menos importa para las conclusiones. Que el pobre Quijote también idealizaba a las mozas de cordel. 
Pero importa la idealización de una manera de jugar. La forma de interpretarla. Generosamente. Hasta con grandeza. Hace apenas unos días, Huracán enfrenta a Racing. Encuentra la oposición de un esquema "a lo Sancho", tan calculado como éste. Donde tampoco faltó el golpe como elemento "práctico". Y, al cabo, cinco goles. Cinco goles con un final de fiesta. Con todo el público de pie. Con todos los sueños de ese público metidos allí en el campo. Los mismos sueños que los de Roque Avallay, que los de Miguel Bríndisi. Que los de todo Huracán. Un gol, dos goles. Y al ataque. Jugar. Jugar y jugar. Que el gol no es el zapatazo fortuito ni la pelota encontrada. Es el fútbol. La consecuencia de una quimera jugada al cincuenta por ciento aunque los que estén enfrente sean molinos de viento. 

Al cincuenta por ciento de seguridad y el otro cincuenta al sueño. Por eso todos los goles son borrachera para los que están adentro y para los que están afuera. Que también la gente, esa que está en la tribuna, tiene un cacho, siempre tendrá un cacho de Quijote... Como ese gol de Roque frente a Racing. Ese de la pared con Miguel y que después alcanzó a tocar junto al palo. Ese mismo que Roque, entrando por la izquierda y clavando la pelota al segundo palo de Fillol. Ese final de Miguel Brindisi higienizando el gol en un metro cuadrado con tres hombres en el camino y el arquero en el piso... Así, como me decía el Coco Basile después de este partido de Vélez, y el de Racing... ¿Para qué voy a pasar al ataque con esos tipos que hay adelante? Si ahora aplaudo los goles desde el fondo. Lo mismo que me decía Carrascosa... Sí, puede que existan los buenos jugadores. Que Menotti se haya "beneficiado" con el aporte de cinco delanteros de gran calidad y capacidad goleadora. Pero importa la convicción. Importa lo que se siente. Importa la fidelidad a un estilo que ya está arraigado en cada uno de los hombres... Que ya hizo conciencia de equipo... Que ya hizo conciencia en las tribunas. Por eso Houseman conquista ese gol final contra Vélez, Porque no tiene trabas. Porque inventa. Porque sigue soñando como cuando llegó a Huracán. Y en Huracán el Flaco Menotti no le corta las alas. 

"Déle, déle... invente... juéguesela a la que le gusta...". Por eso Houseman no tira al gol apenas recibe de Babington. Se anima. Cincuenta por ciento a la seguridad. Y el otro cincuenta al sueño. Me gambeteo a uno, a dos, al arquero. Y hago el gol. Y es EL GOL. Así con todas las letras en bajo relieve. Es EL GOL donde se juntan el insensato atrevimiento del pibe con todo Huracán y con todos los que estamos afuera... ¿A ver si los que están afuera es verdad que no juegan, como pregonan los entendidos? ¿A ver si toda esa gente es realmente "gilada", como dicen los que están en la trastienda de los que saben?...

El final. El abrazo de Brindisi al pibe Houseman. El conmovido reconocimiento de la jerarquía de Miguel a ese "gran loco" que nunca aprenderá a jugar en serio... "Pero, ¿cómo te atreves a hacer esas cosas...?" Fotografía: El Gráfico


Y sigue el sueño...

Sé que todo pudo concluir en el cero. Que a favor de la calculada organización defensiva de Vélez, Huracán no pudo realizar la producción de las últimas fechas. Pero lo que importa es que el puntero siguió siendo Quijote hasta el final. Que no traicionó sus ideales. Que no se subalternizó. Que no arrojó la pluma ni renegó de la rosa. Vé!ez, en su papel, pretendió demostrar la verdad de su sentido práctico. Lo consiguió a medias. Lo consiguió hasta los ochenta y siete minutos. 


Después, Sancho volvió a su eterna condición de escudero. El pibe Houseman se jugó la parada a un gran sueño. Al cien por cien de un sueño. Porque este "atrevido" carece de todo sentido de la realidad. No pisa la tierra. No, la conoce. No sabe lo que es una I.B.M. No tiene ni una idea vaga sobre el mecanismo infalible de las computadoras. Vuela. Anda por la cancha con un duende a cuestas. Los Sanchos, el ejército de tantas Sanchos, no lo entienden. Es que no pueden entenderlo...

Antes era el Basile de la Cabeza… Ahora, de la cabeza a los pies.

El Coco Basile. La figura del partido. Fotografía: El Gráfico

La figura del partido. Porque cuando ya se habían construido "las cárceles" en toda la cancha. Cuando, pasados esos primeros veinte de Huracán, Vélez prosperaba en las capturas personales, fue necesario fortalecerse atrás. Que el Quijote que hay en Huracán a veces interrumpe sus sueños y se ve en la obligación de descender a la tierra y pensar en las mezquinas necesidades de la pitanza... Que de vez en cuando es impostergable defenderse para poder seguir comiendo... Y fue cuando en el partido apareció el Coco Basile. Este de la segunda juventud —mejor de la segunda etapa porque recién alcanzó los veintisiete años—. 

Y recuerdo que antes era el Coco de Racing. Aquel "del camión", aquel del cabezazo en aquella turbulencia del pelotazo de Martínoli y los setenta y cinco kilos del Coco atracando en el área de enfrente... Y en la nueva "mística", metido en esta logia de respetuosa amistad con la pelota, volvió a aparecer el Coco de la tercera de Racing. Aquel que jugaba como número cinco. Aquel que sabía pisotearla, aunque nunca la estampa y los movimientos se adornaran con los matices de los simplemente habilidosos, o de los que fraternizan con el lujo ocioso... 

Volvimos a ver a Basile jugador, pero siempre metido dentro de su sobria personalidad, cada vez más sobria a favor de esa experiencia y esa serenidad que trae el tiempo... Coco Basile de la cabeza a los pies. Trabajando en el fondo y en el medio, De arriba y de abajo. Cortando en el anticipo y en la espera medida. Y hasta para tenerla cuando el ida y vuelta de la pelota exigía la prudencia de una pausa- saludable... "Ellos marcaron muy bien... Nosotros anduvimos para marcar un par de goles en los primeros veinte. Después nos taparon. Pero nunca llegaron con claridad, salvo en esa jugada de Benito que para mí estaba offside... Después siempre tiraron centros y de frente... ¿Usted me pregunta por qué en el gol no tiró de primera Houseman? Porque no tira nunca. Porque se la juega siempre..."

Buglione: Y el otro elogio. A este Buglione que no está tan familiarizado con ese tipo de crítica. Muy bien el último jueves frente a Racing. Muy bien en esta oportunidad. Y todo eso está en la expresión de Buglione: "Ahora me siento seguro... Hablé con Menotti y me dijo que me mantendría. Creo que eso me hacía falta..." Bien. Defendiendo y con la pelota. 







domingo, 6 de julio de 2014

A cinco años del robo a Huracán... De Alguna Manera...


A cinco años del robo del siglo...


El ex entrenador de Huracán evoca la escandalosa final que, hace cinco años exactos, privó al Globo de ganar un campeonato memorable. Afirma ser resultadista, aunque tratando siempre de jugar bien.  Dice que el fútbol argentino es “ventajero, tramposo y corrupto” y que desde la AFA no hay intención alguna de solucionar esta crisis.

Pocas personas en el mundo son capaces de construir mitos duraderos en el tiempo. Se necesitan condiciones originales para que, aunque pasen los años, la obra de un ser humano sea inolvidable. Las grandes gestas, aquellas que ocupan las páginas más perdurables de un libro, requieren audacia y talento. Son momentos en el devenir de la vida reservados, en ocasiones, para protagonistas que no estaban en los cálculos de nadie y que, tal vez por ello, quedan grabados a fuego en la historia.
 
Es lo que sucedió con Angel Cappa y el Club Atlético Huracán en 2009. Entre los primeros días del verano y el final del otoño de aquel año, apenas un semestre, el conjunto de Parque Patricios realizó una campaña memorable jugando un fútbol que a muchos les recordó el de 1973, cuando dirigido por César Luis Menotti ganó el campeonato con un equipo que, integrado entre otros por Brindisi, Babington y Houseman, es considerado uno de los mejores de todos los tiempos en nuestro país. 

El de Cappa no sólo cautivó a sus hinchas sino que los simpatizantes de otros clubes y el periodismo deportivo coincidieron en que el Globo jugó un fútbol excelso. Lo bautizaron el tiki-tiki por su toque, que no era intrascendente: el equipo ganaba, goleaba y gustaba. Todo hacía presumir que el 5 de julio lo coronaría con el campeonato: enfrentaba al escolta Vélez Sársfield de visitante y dos resultados posibles le daban el título. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa desagradable.

Más allá de que no fuera su mejor partido, Huracán se puso rápidamente en ventaja pero ese gol fue anulado por una posición adelantada inexistente. El partido se hizo friccionado y los dos equipos dispusieron sus chances para marcar. Pero a pocos minutos del final, cuando el empate le permitía al Globo festejar un merecido campeonato, Gabriel Brazenas, el árbitro de aquel partido, omitió una grosera infracción al arquero Gastón Monzón que derivó en el gol de Vélez. Hubo una prematura invasión del campo de juego por allegados al equipo local, que no fue sancionada con el descuento correspondiente, y de esta manera el Fortín -un equipo que también había hecho méritos a lo largo del torneo- se quedó con el título. 

El sueño quedaba hecho añicos por culpa de un irresponsable que debía impartir justicia.

A los 67 años, y radicado en España desde hace muchas décadas, Cappa no ha podido digerir ese mal trago. Nada le hará olvidar a esta altura aquella injusticia. En parte por eso, cansado de los abusos del sistema, se siente cada vez más lejos de las canchas. Prefiere disfrutar el verano europeo en compañía de su mujer y sus hijos y comentando partidos para una radio de Madrid. El buzo de director técnico descansa en una percha y probablemente no vuelva a salir del placard.
 
-¿Cómo ha vivido el final de la liga española, con el aparente cambio de paradigma futbolístico? Porque da la sensación de que, más allá de gustos, el Atlético de Madrid es un equipo serio.
-No me gusta el calificativo “serio”, porque a un equipo que tiene otro estilo de juego -más alegre u ofensivo- nunca se lo adjudican. Yo diría que el Atlético es un equipo capaz de competir de igual a igual con cualquier otro desde su enorme autoconfianza, su compromiso colectivo y su lucha inclaudicable. Muy digno y respetable, por cierto. El final de la Liga lo viví con emoción y al final ganó el que tuvo más fe.
 
-La antinomia que en nuestro país divide a hinchas y periodistas entre el pragmatismo y el lirismo, por no decir menottismo y bilardismo, ¿se observa de la misma manera en el resto del mundo o es patrimonio argentino? Por ejemplo, y teniendo en cuenta que usted vive en Madrid, ¿hubo consenso en España acerca del Barcelona de Guardiola o también fue objetado por determinados sectores?
-Esa antinomia proviene de dos interpretaciones totalmente diferentes y hasta opuestas del futbol y no es patrimonio argentino sino que está instalada en todo el mundo. No, no hubo consenso en España sobre el Barcelona de Guardiola, lo que pasa es que los que opinaban y opinan diferente lo respetaban porque tuvo un éxito inigualable. Y lo único que realmente respeta esta sociedad es el éxito.
 
-No obstante las evidentes diferencias de formas, ambas posiciones ideológicas persiguen los mismos objetivos: el resultado. ¿Cuál cree entonces que es la razón por la que muchos reclaman la prescindencia del jogo bonito, del fútbol total, del fútbol champagne o del tiki tiki, como se lo suele llamar, para alcanzar sus logros?
-Siempre lo bueno es mejor y gusta más, salvo para algunos. Jugar bien es la forma más racional de tratar de ganar. Y si se logra jugar bien y ganar es como ganar dos veces, como dijeron varias veces Xavi e Iniesta. Claro que jugar bien es más difícil y es más fácil adherirse a la garra o la lucha. Una vez le pregunté a Cruyff por qué el fútbol que nos gusta a nosotros no tiene tantos adeptos. “Porque hay que saber”, me dijo. Yo me refería a que no muchos entrenadores adoptan esta forma de jugar. Y si alguien pregunta qué es jugar bien es porque quiere fastidiar...
 
-También es cierto que quienes como usted abogan por el fútbol bien jugado no pueden evitar cierto cuestionamiento de quien está parado en la otra vereda. Recuerdo lo mal que la pasaba Menotti cuando iba a La Plata para enfrentar a Estudiantes, fruto de su prédica. Y usted mismo tuvo sus desencuentros con Juan Sebastián Verón, quien en una ocasión le imputó “no haber ganado nada”.
-El desencuentro con Verón fue inventado a partir de declaraciones manipuladas por cierto periodismo que utiliza el recurso del escándalo para vender. Y en cuanto a qué gané o cuánto gané, no pienso entrar en ese debate absurdo. Yo gané y perdí como casi todo el mundo.
 
-Me pongo en abogado del diablo para citarle que los últimos tres equipos que dirigió en la Argentina -Huracán, River y Gimnasia- descendieron al poco tiempo. ¿Se considera partícipe de lo ocurrido o recordar esta coincidencia es una forma de desacreditarlo?
-Entonces tendría que enviarte a mirar los números para ver qué responsabilidad puedo tener yo. Esa patraña infame la empezó un mamarracho que vive de pelearse con las figuras del momento. Y la gente a la cual no le caigo bien, sobre todo de Vélez y Estudiantes, se prendió. Pero tanto ellos como los otros, a los que sí les resulto al menos simpático, saben que es una enorme mentira.
 
-También veo algo incompatible con su espíritu lúdico la manera poco relajada con que vive los partidos. ¿Se ha reprochado esa exaltación, más típica de entrenadores resultadistas?
-En primer lugar te digo que yo soy resultadista. Quiero que mis equipos ganen, aunque jamás renuncio por ese motivo a tratar de jugar bien. En cuanto a ciertas exaltaciones, no me alcanza el tiempo para arrepentirme.
 
-Usted logró darle a Huracán, un club que lleva años padeciendo desgracias futbolísticas e institucionales, una identidad de juego como no tenía desde la década del 70. ¿Fue su máxima creación como director técnico, su obra maestra?
-Sólo quise ser respetuoso con el estilo histórico de Huracán. Fue el equipo con el que más disfruté del fútbol que me gusta. Aun perdiendo, siempre había motivos para salir lleno de fútbol.
 
-Aquel equipo comenzó a gestarse a fines de 2008 y explotó en el torneo siguiente con la incorporación de Mario Bolatti. ¿Usted se vio sorprendido como los hinchas por el nivel de juego alcanzado o fue una meta que se trazó sobre la base de los jugadores con que contaba?
-Te recuerdo que Huracán era un equipo en formación. En el 2008 yo primero respeté a los que estaban jugando ese torneo y ya en el último partido puse a todos los pibes que creía que tenían que formar el futuro plantel. Enseguida vi que había posibilidades, jugadores, para jugar bien. Bolatti fue la pieza que faltaba y Huracán el equipo que necesitaba Bolatti para ser lo que fue.
 
-Se acaban de cumplir cinco años de lo que, para muchos, fue un despojo: el partido final con Vélez, en el que a Huracán le anularon un gol legítimo y sufrió uno viciado de nulidad, entre otras irregularidades. ¿Cómo juzga lo sucedido aquella tarde, cuál es su teoría?
-Tengo indicios suficientes como para sospechar que aquello no fue casual. La AFA no quiso investigar y eso continuará alentando las sospechas.
 
-El árbitro de aquel encuentro, Gabriel Brazenas, no volvió a dirigir ni aparecer públicamente. ¿Piensa que lo suyo fue una torpeza o que hubo intencionalidad?
-No es que lo piense yo. Me lo han dicho en distintos países donde me entrevistaron: ¡fue un robo!
 
-¿Con qué frecuencia recuerda a aquel equipo y lo ocurrido a aquella tarde? ¿Estaba destinado Huracán para algo distinto en caso de haber salido campeón o hubiera sufrido el mismo final? Es decir, su prematuro desguace.
-Aquel equipo lo recuerdo permanentemente. Tengo todos los partidos, menos el último, y los veo de vez en cuando. Yo creo que el desenlace hubiera sido el mismo.
 
-¿Y por qué no guardó el último partido?
-Ese partido no lo quise ver nunca más porque fue un robo y ante ese despojo no puedo evitar la decepción por tanta injusticia impune. No sólo por nosotros -jugadores, cuerpo técnico, médicos, utileros, colaboradores- sino y sobre todo por la gente. ¡De qué forma mafiosa le arrancaron tanta ilusión!
 
-Hace algunos años, desde su blog, impulsaba la creación de una comisión para investigar lo ocurrido en aquel encuentro definitorio. Por supuesto, su idea no prosperó. ¿Cree posible que alguna vez en la Argentina, como sucedió en Italia, se castigue a dirigentes e instituciones que protagonicen hechos de corrupción?
-No, no lo creo. El futbol argentino es ventajero, tramposo y corrupto y desde las altas esferas no hay intención alguna de solucionar ni ése ni ningún otro problema esencial.
 
-Menotti definió a Huracán como “la hermosa excusa que encontró un barrio para ser feliz”. ¿Qué significó en lo personal para usted?
-Vivir el futbol desde la alegría durante seis meses. Disfrutar de cada partido y cada entrenamiento. Estar entre muy buenos jugadores y grandísimas personas. Algún día, por ejemplo, habría que hablar de la calidad humana del Gato Esmerado, un tipo formidable y esencial para que ese equipo haya sido lo que fue.
 
-Leí en un reportaje reciente que se siente cansado del fútbol, que difícilmente vuelva a dirigir. ¿Puede ampliarme sus sensaciones?
-Lo que me cansa es el entorno del fútbol, especialmente en la Argentina.
 
-En caso de que lo llamaran algún día de Huracán, ¿reconsideraría esta postura?
-Huracán es mi lugar en el fútbol, pero el tiempo pasa -como dice Pablo Milanés- y habría que ver. Un abrazo a todos los quemeros.

© Escrito por Marcelo Benini el Sábado 05/07/2014 y publicado por http://www.patriaquemera.com.ar