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domingo, 9 de enero de 2022

Reportaje a Nelson Castro de María Laura Santillán... @dealgunamaneraok...

 Nelson Castro con María Laura Santillán: “Alberto Fernández es una decepción profunda y nociva para la Argentina”...

 

Fue cocinero cuando era estudiante, un gerente que rompió su contrato en TV por sus cicatrices, hace abdominales y escucha ópera cada medianoche. Por qué dice que los dirigentes “son lo mismo” 

Escrito por María Laura Santillán el domingo 09/01/2022 y publicado por el Periódico Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Es imposible resumir todo lo que hizo a lo largo de su vida Nelson Castro. Es médico, neurólogo, periodista deportivo, periodista político, conductor, escritor, concertista de guitarra, concertista de piano, director de orquesta. Todo eso y muchísimo más.

 

— Nelson, cómo organizás tantas actividades? ¿tenés una disciplina muy estricta?

— Sí, desde chico tuve esa vocación por hacer varias cosas. Y eso me formó, me enseñó la metodología. Cuando uno tiene metodología las cosas se facilitan y no necesitás ser ningún genio para hacer las cosas que te gustan. Agradezco a la vida que me gustan muchas cosas y obviamente hago todo para que eso sea posible y no me cuesta nada.

 

— ¿No existe entonces un Nelson Castro que se tira en la cama a no hacer nada de nada?

— Una buena pregunta. Me cuesta mucho. Yo me voy a la cama a dormir, me cuesta mirar televisión en la cama por ejemplo. Me gusta sentarme, estar en el lugar como corresponde.

 

— Se conocen tus programas de radio y de televisión, sabemos que trabajaste intensamente como médico hasta el año 93, que escribiste libros que son de colección y que estás presentando “La salud de Diego”. Lo que no se conoce es tu intimidad, tus afectos, tus costumbres. ¿Cómo es tu mundo más privado?

— Mira, es un mundo muy simple porque yo soy una persona muy simple, me gusta lo cotidiano. Yo voy a hacer los mandados, hoy a la mañana estuve en un supermercado. Y me encanta, disfruto mucho. Me gusta mucho caminar. Me gusta mucho disfrutar de mi familia. Me gusta mucho cocinar cuando tengo tiempo.

 

— La gente no sabe que vos viviste de la cocina cuando eras estudiante.

— (Risas). Bueno, eso es un poco presuntuoso. Cuando estaba haciendo la beca médica en los Estados Unidos alguien me invitó a cocinar. Cociné pastas caseras y generó furor. Esa persona me dijo “unos amigos míos quedaron encantados ¿vos podés cocinarles para ellos? Te van a pagar”. Y me pagaban muy bien. Cada quince días tenía un encargo para una comida. Lo hice durante casi un año. Eran pagos de 400, 500 dólares. Imaginate hace 35 años…

 

— ¿Cómo aprendiste a hacer cada plato?

— Me enseñó mi mamá, era una muy buena cocinera. Había aprendido de su mamá, mi abuela Lola. Me gustaba cocinar, a los 15, 16 años. Seguramente en aquel momento para un varón no era una carrera. Hoy en día es una carrera para muchos chicos.

 

— ¿Por qué comés tan poco Nelson?

— (se ríe) Porque lo siento así. Hago las cuatro comidas diarias, y como lo que me satisface. Y no me privo de comer absolutamente nada.

 

— ¿Cuáles son tus vicios? No comés mucho, no tomás mucho alcohol, no fumás.

— No. No tengo vicios.

 

— ¿Ningún vicio? ¿Ansiedades?

— Vos sabés que la ansiedad la manejo. Seguramente esto que la gente ve (señala su cuello), mis cicatrices, las enfermedades que tuve que vivir, me dieron temple. Enfrentar la adversidad.


 

— A los pocos días de nacer te enfermaste y tuviste que atravesar muchas cirugías hasta los 13 años. Operaciones que te dejaron cicatrices que están a la vista ¿Vos creés que esos padecimientos forjaron tu temple?

— Sí, eso me ayudó.

 

— ¿Cómo fue llegar a la televisión con todas las cicatrices?

— La primera oportunidad que tuve de trabajar en televisión ocurrió en el año 93. Me llamaron para hacer unos micros de divulgación médica. Se hizo un piloto, lo aprobé y fui a la firma del contrato con una de las autoridades del canal. Esa autoridad cuando me vio me dijo: “No, no, usted con esa cicatriz no puede”. Me acuerdo que agarró el contrato y lo rompió en cuatro pedazos y me dijo “usted no va a trabajar nunca en televisión Nelson, yo lo escucho en la radio, está muy bien, pero en televisión no”. El momento fue impactante y no me amilanó.

 

— ¿Cómo te sentiste después?

— Yo me acuerdo que le dije “mire, no se preocupe, yo voy a trabajar en televisión no por mi figura sino por lo que diga”. En mi vida, el destino ha tenido cosas increíbles María Laura. Una de ellas fue esa. Al año siguiente me llama Eliseo Álvarez, que había asumido la dirección de noticias, para trabajar en ese mismo canal. Tuve que ir a firmar con el mismo gerente que no sabía cómo pedirme disculpas.

 

— ¿Alguna vez te dijeron “hay que maquillar las cicatrices”? ¿Quisieron disimularlas?

— No, nunca. Además es una cosa que pedí, mostrarlas. Lo cuento para estimular a la gente, no para darme corte de nada. Para estimular a quien tenga un elemento de diversidad a enfrentarla. Son pruebas de la vida. Era un tema que tanto a mi mamá como a mi papá sí los angustiaba. Cuando aparecí en televisión mi mamá me confesó que tanto ella como mi papá pensaban que me iba a generar un obstáculo, que me iba a frustrar.


 

— Para cuidar tu salud hacés gimnasia. Con una agenda tan organizada, ¿cuál es el horario posible?

— A la medianoche. Es una rutina de gran placer. En la quietud de la noche escucho ópera y hago una hora de gimnasia que me transporta.

 

— ¿Nunca una cumbia villera?

— No realmente. (Risas).

 

— ¿Escuchaste alguna vez cumbia villera?

— Obviamente, es imposible no escucharla. Y además conocerla. No es la música que más me gusta, pero entiendo lo que representa hoy en la cultura, tiene un valor de testimonio cultural.

 

— ¿Escuchaste a L-Gante?

— A L-Gante lo escuché.

 

— Podrías hacer abdominales con L-Gante?

— (Risas) Ay, qué bueno, qué bueno. En realidad lo hago mejor con La sonámbula de Bellini te voy a decir.

 

“Enojarse es un signo de necedad”

 

Nelson Castro es muy severo con los políticos, con el poder. Esa actitud pública contrasta con su trato puertas adentro. Nelson es de una amabilidad extrema, no se enoja nunca.

 

— Le agradezco a la vida eso. Enojarse es un signo de necedad ¿no? Y yo lo vivo como tal. Hay una frase que dice “el que se enoja pierde” y realmente es así. Hay gente que se enoja conmigo, tendrá el problema de desenojarse.

 

— He visto cuando no te han tratado como merecés y que no reacciones.

— Las críticas podés responderlas o no. Si hay un hecho falso vos decís “bueno no, esto no es así”. Insultos y ofensas nunca.

 

— Cuando no estás cómodo en un lugar, ¿cómo te defendés?

— Trato de apurar mi salida de esa situación. A mí me hace bien porque el enojo es tóxico, no hace falta que lo explique esto ¿no es cierto? Te carga de una energía negativa. No me hace feliz. Si yo tuviera que enojarme con alguien, insultar, no me sentiría feliz.


 

— ¿Qué te hace llorar?

— Hay dos tipos de situaciones. A mí me emociona mucho la generosidad de la gente. Y me emociona profundamente el recuerdo de mis seres queridos. Recuerdo a mi papá y a mi mamá y me emociona.

 

— Toda una vida muy cerca, muchos años viviendo en una casa pegada a la de tus padres.

— Le agradezco a Dios haberlos podido cuidar hasta el último minuto de sus vidas. Ese es un regalo que me dio Dios. Y lo agradezco todos los días y siento que ellos me cuidan, que están a mi lado cuidándome todos los días.

 

— ¿Eran muy cercanos?

— Mucho. No eran perfectos por supuesto, pero tuvieron dos cosas: lucharon mucho, gracias a ellos estoy vivo, y confiaron en mí. Y eso se los agradezco porque me dieron una fortaleza enorme.

 

— Tu hermano debe tener celos de vos.

— (Risas) Con Daniel nos llevamos muy bien. Está muy bien lo que decís, ellos no tuvieron actitud de sobreprotección. Cuando yo tenía que enfrentar una situación la tenía que enfrentar. Y arreglatelas. Lloré cuando fallecieron. Muchísimo. Pero con un sollozo de que los voy a extrañar y de gratitud.

 

— Viviste toda la vida en Villa Urquiza. ¿Por qué ahora te mudaste a Recoleta?

— Fue la convicción de decir “esta casa terminó, cumplió su ciclo”. Viví muy bien en el barrio que me quería tanto. Toda la vida. Pero ya había que dejarlo, era una casa muy grande para una sola persona, un trabajo enorme. Estoy tan feliz realmente. Y recuerdo el barrio a cada minuto.

 

— ¿Sos un “paquete” de Recoleta ?

— (Risas). Soy la misma persona que soy siempre, es un don de la vida porque a veces esta profesión te hace comprar el personaje. Hay algunos a los que les pasa eso y es un verdadero problema.

 

— ¿Cómo es hacer las compras cotidianas en Recoleta?

— Es muy divertido porque la gente me dice “pase’'. Les digo “no, mire, yo hago la cola como todo el mundo”. Y entonces me dicen “no me lo hacía en el puesto de las naranjas”. “Yo compro naranjas, mandarinas, manzanas, como usted” (Risas)

 

— ¿Nunca aceptaste ningún tipo de privilegio?

— No, porque nosotros tenemos una responsabilidad. Una vez venía de Estados Unidos, estaba en la cola de Migraciones y vino alguien a decirme “pase”. Le dije que no, de ninguna manera, que iba a hacer la cola. Se fue. Y de repente aparecieron cuatro o cinco personas que estaban mirando y me dijeron “Nelson, qué decepción hubiera sido verlo a usted usar el privilegio de la notoriedad”. Tenemos una responsabilidad frente a la gente de ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos.

 

— ¿Existe en el mundo esa persona que te dice que te equivocaste? ¿Que estuviste mal en decir lo que dijiste?

— Sí, sí. Mi hermano es uno de ellos. Amigos. Y muchas veces me pasa decir “tenés razón, no me había dado cuenta”. Y me resulta de enorme aprendizaje.

 

— ¿Me parece a mí o cada vez te ponés más crítico con los dirigentes? O cada vez la dirigencia está peor?

— Es interesante el punto que planteás. Yo creo que la dirigencia está cada vez peor. Lo que hemos visto en estos días de diciembre María Laura... Desde el episodio del discurso de Máximo Kirchner, horrible, en la sesión sobre el presupuesto hasta lo que después protagonizó la oposición: los dos diputados que se fueron de viaje y no votaron y el tema de la re reelección en la provincia de Buenos Aires, o las peleas de la oposición. La Argentina tiene un problema de representatividad política muy fuerte que le quita posibilidades de solución a los graves problemas del país. La involución de la Argentina abarca a la dirigencia política, más allá de su ideología. 

— ¿Pensás que tu rol es marcar muy críticamente estos errores?

— Creo que es uno de los roles de los periodistas, y hacerlo con ecuanimidad. El otro día me pasó con una crítica a Macri, estaban los trolls macristas con todo. 

— Si criticás a todos mucho, ¿no se corre el riesgo de que parezcan todos lo mismo?

— Efectivamente. Lo que vos te das cuenta es que hay un problema metodológico muy grave de que son iguales. Con excepciones por supuesto. Pero en los hechos clave y en los lugares relevantes, te encontrás con que son lo mismo a la hora de mantener el poder y de pelearse en pos de un lugar de poder. 

— ¿No hay diferencias para marcar entre unos y otros para vos?— Desde el punto de vista de las actitudes que tienen frente a mantener el poder y disputar el poder son iguales. Con Cambiemos vivimos un nivel de respeto hacia lo institucional en cuanto a no querer quedarse con todo el poder, muy diferente al kirchnerismo. Esto está claro. Eso es indiscutible. 

— Te persiguieron en tiempos del menemismo y del kirchnerismo. ¿Te persiguieron en la época de Macri?

— En la época del macrismo tuve los trolls macristas. Pero no hubo una persecución institucional. Es una diferencia realmente importante. Cuando digo que son lo mismo es por ejemplo con esto de la re-reelección en la provincia de Buenos Aires. Intendentes del kirchnerismo, del peronismo y de Cambiemos votaron a favor. Y vos decís: ¿y dónde está la diferencia? El voto del tema Bienes Personales, que es un voto muy delicado porque va a afectar a mucha gente de clase media. Dos diputados se van y dicen “no sabíamos que había sesiones”. Si esto lo hubiera hecho un kirchnerista qué hubieran dicho los de Cambiemos ¿no es cierto? Los hubieran criticado duramente y con razón. A nosotros nos toca hacer ese ejercicio de ecuanimidad. Es duro, pero el periodismo es un factor de contrapoder. Es decir, está contra las metodologías viciosas del poder que son la hegemonía, la permanencia en el poder indefinida y en definitiva, la intolerancia. 

— ¿Hay dirigentes que rescatarías ?

— Sí, por supuesto. A Elisa Carrió, con todas las cosas que le critico, la rescato profundamente. Para dar un ejemplo. Son muy pocos. 

— Nombraste a una sola persona.

— Una sola. Fijate vos la decepción generada por María Eugenia Vidal. En su paso de la provincia de Buenos Aires, “orgullosamente bonaerense”, a dejar la provincia de Buenos Aires. Alguien con una proyección importante, que había dado una imagen importante. Alguien honesto, decente sin dudas, con una gestión que tiene sus críticas, que intentó buscar una impronta diferente en la provincia de Buenos Aires. Se va a la Capital Federal a hacer un triste papel generando una crítica interna feroz. 

— ¿Y del kirchnerismo/albertismo quién te decepcionó?

— Alberto Fernández. Alberto Fernández se ha transformado en un mentiroso, un mentiroso. Yo tenía otra expectativa. Alguien que había paseado por la televisión diciendo que Cristina Fernández de Kirchner era una psicópata política, alguien que decía que iba a buscar superar la grieta porque había vivido lo que la grieta significa, porque la grieta es sinónimo de fracaso. Mientras exista la grieta y se fomente, ningún gobierno va a triunfar. Ni kirchnerista ni de Juntos por el Cambio. Ver en lo que se ha transformado Alberto Fernández es una decepción profunda y nociva para la Argentina porque augura fracaso. Es decir, es alguien que encabeza un gobierno que no tiene capacidad de solucionar los problemas graves en la Argentina. 

— La grieta que, recordemos, se armó como estrategia.

— Obviamente. La grieta es algo que tienen las dos fuerzas políticas más importantes porque te permite ganar elecciones. La grieta la generó el kirchnerismo. Hasta que llegó el kirchnerismo, más allá de los enfrentamientos políticos, había convivencia política. Menem fue a visitar a Alfonsín cuando Alfonsín estuvo enfermo. Alfonsín fue a visitar a Menem cuando estuvo enfermo. Duhalde y Alfonsín dialogaron durante la crisis. Es decir, existía esa convivencia política con estructuras opositoras. El kirchnerismo la aniquiló, porque transformó al que piensa distinto no en un adversario sino en un enemigo. 

— Nelson, no hablamos de la música. Sos director de orquesta. Fuiste concertista de guitarra. Tocás el piano todos los días y seguís tomando clases. La música es muy importante para vos.

— Sí, para mí la música es algo muy importante. Me pongo a estudiar piano y después las cosas son diferentes. 

— Sos muy joven. Seguís estudiando.

— Estudiar lo vivo como un don de la vida y como un signo efectivamente de vitalidad y de juventud, sí. 

— Además sos el mejor compañero. Sos el que se acuerda de todos, el que trata de acercar un remedio si alguien se siente mal, el que consuela, el que da fuerza.

— Mirá María Laura, poder ser de ayuda me genera una enorme felicidad. Siempre recuerdo una frase de uno de mis maestros, de esta vida te vas dejando lo que tenés y llevándote lo que das. A mí me produce enorme felicidad si yo puedo hacer algo por vos, me hiciste feliz. Que lo que yo hice te haya ayudado a encontrar una solución es el mejor regalo de la vida que puedo tener.

 

sábado, 8 de enero de 2022

Política sin calidad… @dealgunamaneraok...

Política sin calidad… 

‘Box Populi’... Juan D. Perón. Dibujo: Pablo Temes.  

Un problema del país es que oficialismo y oposición comparten la pobreza con que representan a la gente.

 

“Siempre es bueno contar con liderazgos que no se agoten en una sola persona. La diversidad de figuras capaces de sostener un liderazgo ejecutivo es una fortaleza de JXC. Luego la gente decidirá quién los representa mejor”.


La frase pronunciada en plena campaña de cara a las primarias pertenece a uno de los dirigentes de la provincia de Buenos Aires, pero por aquel entonces, todos en la coalición opositora repetían un eslógan similar con la convicción –ilusión en realidad– de que para el 2023 faltaba mucho tiempo y que las internas se aplacarían con un triunfo en las elecciones de medio término.

 

El triunfo llegó pero, lejos de amainar, la interna recrudeció. La división del radicalismo es solo una muestra de ello. Tanto es así que, hace apenas unos días, se modificó la conducción de la mesa nacional de Juntos por el Cambio que quedó conformada así: Mauricio Macri –listo para salir a jugar su “segundo tiempo”–Horacio Rodríguez Larreta, como jefe de Gobierno porteño; los titulares de la UCR, PRO, CC y el Peronismo Republicano; los gobernadores; los presidentes de los bloques e interbloques de diputados y senadores de los partidos miembro, en líneas generales. La ausencia de María Eugenia Vidal ya era un secreto a voces. Sin el cargo de gobernadora y con un año para el olvido, la ex mandataria ex orgullosamente bonaerense, no tenía ninguna chance de ocupar algún cargo de relevancia partidaria.

 

Dentro de la coalición opositora se molestan con su silencio respecto del último escándalo protagonizado por uno de los ministros de su gestión. La AFI reveló las imágenes del ex ministro de trabajo Marcelo Villegas expresando su deseo ante un grupo de empresarios de “armar una Gestapo” para terminar con los gremialistas. “MEV se expresó en duros términos por la derrota respecto a la reelección de los intendentes que tendrán una chance más de seguir al frente de sus municipios, pero no dijo nada de Villegas que era su ministro de Trabajo. 


El repudio debió haber sido inmediato. Se dilató y ahora sería un bluff por la falta de timing político. Hizo lo mismo cuando tuvo que definir su salto de la provincia de Buenos Aires a la Ciudad. Demoró tanto en dar una noticia controvertida que se la terminó devorando la expectativa que ella misma había generado” –aseguró en duros términos un dirigente bonaerense del espacio que supo tener peso dentro de su gobierno.

 

Lo de la restauración de la re-reelección de los intendentes bonaerenses marca que, en más de un aspecto, hay muchos dirigentes de No Tan Juntos por el Cambio que son iguales a los que pueblan la geografía política del Frente de Todos contra Todos.  

 

Pero los problemas de la oposición no se agotan en el radicalismo ni en Vidal. Sino en las disputas internas por el poder de cara a las presidenciales. Esa urgencia por resolver una interna todavía muy caliente los hace tropezar con errores de conducción política en todos los niveles. Son errores garrafales que termina pagando la gente.

 

El Senado de la Nación convirtió en ley el proyecto oficialista de modificación del impuesto a los Bienes Personales por falta de cohesión y de estrategia política. Un calco de lo que ocurrió en Diputados. Posibles soluciones y excusas pueriles para traspiés que nunca deberían haber ocurrido. El senador Martín Lousteau aferrándose a la idea de que el quórum se había logrado pasado el tiempo reglamentario y ya, sobre la leche derramada, el liberal José Luis Espert convocando a una rebelión fiscal para boicotear el avance del Gobierno. El aumento de la alícuota del impuesto a los bienes personales va a afectar a mucha gente de clase media que ha hecho su patrimonio en base a mucho trabajo y esfuerzo.

 

En el Frente de Todos Contra Todos también se vive la fiebre de la interna, por eso festejaron a viva voz el amateurismo de sus rivales. “Nos daban por muertos y terminamos cerrando el año mejor de lo que cualquiera esperaba y con una victoria importante en el Congreso” –se escuchó decir en el entorno de un envalentonado Alberto Fernández.

 

El año cerró sin haber alcanzado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que es imprescindible para que la Argentina recupere la posibilidad del acceso al financiamiento internacional.

 

La nueva ola de la pandemia causada por el covid-19 expone –día tras día– las incongruencias del Gobierno. Las desvaídas conferencias de prensa de la ministra de Salud, Carla Vizzotti constituyen un aporte notable a la confusión general. Desde ayer, rige en el país el pasaporte sanitario.

 

Nadie en el ámbito del Ministerio se tomó la molestia de preparar una campaña de información clara y sostenida para ilustrar a la ciudadanía sobre cómo, por qué y para qué usarlo. Lo mismo viene aconteciendo con el tema de los autotesteos, un instrumento lleno de grises al cual la mala comunicación oficial logra con gran éxito hacer aún más gris. Uno de los puntos confusos es el precio al público, que representa una sideral diferencia con el precio de costo.

 

Los que piensan mal –y aciertan–, no dejan de sospechar acerca de la existencia de un posible negociado. Las “grisuras” no terminan ahí sino que se extienden a la inexplicable diferencia entre la cantidad de vacunas distribuidas y las aplicadas, algo que a más de un año de haber comenzado la vacunación nunca pudo ser enmendado.

 

Los hechos de estos días demuestran que la Argentina tiene un grave problema con la calidad de su representación política que abarca tanto al oficialismo como a la oposición. “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. (Georg Lichtenberg).