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lunes, 20 de junio de 2016

Luis Novaresio: "Del desamor no te reponés, son cicatrices que quedan"... @dealgunamanera...

Luis Novaresio, el costado desconocido de un hombre formal: "Del desamor no te reponés, son cicatrices que quedan"...


El reconocido periodista se entregó a una charla íntima con Ciudad.com. El recuerdo de su padre, su vida en Buenos Aires, su relación con el dinero, el día que la muerte le tocó el hombro, la fama, el ego y el periodismo, y mucho –pero mucho- más. ¡Pase y lea!

© Escrito por Sergio Florez el  domingo 19/06/2016 y publicado por ciudad.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Llegó a Buenos Aires hace cuatro años como un periodista consagrado en su Rosario natal. Y en poco tiempo, Luis Novaresio (52) clavó el talón en la tierra y supo hacerse un lugar en el competitivo mundo de los medios nacionales. Sin chicanas, sin escándalos y haciendo gala del respeto y la cordialidad como premisas fundamentales, se ganó el cariño del público y el reconocimiento de sus pares, que lo nominaron en la categoría Mejor Labor Periodística Masculina en los últimos premios Martín Fierro.

Con tono calmo y café de por medio, Novaresio se entregó a una charla íntima con Ciudad.com. El recuerdo de su padre, su vida en Buenos Aires, su relación con el dinero, el día que la muerte le tocó el hombro, la fama, el ego y el periodismo, y una herida que nunca cerró… “Del desamor no te reponés. Que te digan que no te quieren cuando vos estás profundamente enamorado… No, no te reponés. Lo piloteas a lo largo de la vida, pero el amor no cura todo. El amor posterior puede ser único, maravilloso, feliz, pero del anterior… Mmm, son cicatrices que quedan y ahí están”, asegurará convencido.

-¿Cómo estás viviendo este gran momento profesional?
-Yo estoy muy contento porque que te reconozcan tu laburo, tener laburo de lo que te gusta hacer. El año pasado y este fueron muy buenos. Hace cuatro y un poquito que me vine a vivir a Buenos Aires. Estoy muy contento y súper agradecido.

"No la paso bien con la mirada ajena, para socializar soy medio asqueroso. Diferencio entre los que somos notorios y los que son famosos. Los que somos notorios, te pasa porque trabajás de esto y te conocen. Los famosos son los que han hecho de su profesión su vida: Mirtha, Tinelli, Susana y Rial".


Se te ve un tipo reservado, ¿te resulta difícil esto de convertirte en un personaje de los medios?
-Tuve un muy buen entrenamiento porque antes trabajé 20 años en Rosario en un programa de televisión y otro de radio sumamente reconocidos. A mí me gusta decir que diferencio entre los que somos notorios y los que son famosos. Los que somos notorios, te pasa porque trabajás de esto y te conocen. Ahora, los famosos son los que han hecho de su profesión su vida.Mirtha, Tinelli, Susana, Rial y no sé quién más.

-¿Y cuál es la diferencia?
-Estos son personajes famosos como tales, donde toda la gente conoce absolutamente todo de sus vidas. Es más, en el caso de Mirtha, no forma parte de su vida si no lo hace público, es como una sinergia extraña. Nosotros somos notorios y la verdad que me llevo bien porque generalmente las devoluciones son muy amables y las que no, son por discrepancia, no por maltrato.

-¿Entonces te llevás bien con la mirada ajena, con sentirte mirado?
-Ah, no, no la paso bien porque soy muy tímido. Suelo tropezarme con las cosas, tirarlas al suelo… pero bueno, ya estoy un poco más acostumbrado. A mí no me vas a ver nunca en eventos, no la paso demasiado bien. Por ejemplo, los Martín Fierro son todo un esfuerzo para mí. Hay mucha adrenalina, hay que hablar, tenés que socializar… no vas a cenar, entonces es un esfuerzo extra en el que no me muevo ni cómodamente ni con soltura. Si me encuentro con amigos, todo bien, pero para ir a socializar soy medio asqueroso.

"Mis amigos de toda la vida no tienen nada que ver con esto, para mí son un cable a tierra fenomenal. Les importa la nada misma que yo trabaje en la tele. A veces uno se monta un poco en esta soberbia de la notoriedad y, los que de verdad te quieren, te bajan de un sopapo".


-Solés decir que a los periodistas se los come el personaje por sus egos, ¿tiene que ver con eso tu bajo perfil?
-Sí, totalmente, creo que lo peor que tenemos los que trabajamos en la tele y en la radio es nuestro ego. A veces nos juega muy malas pasadas. Hoy noto especialmente en el periodismo que hay un nivel de egolatría patológica, en donde se privilegia más al quién que al qué. Entiendo que hay firmas o presencias muy importantes, pero sin el qué que lo sostenga me parece un ejercicio de puro ego. Entonces, como mis amigos de toda la vida no tienen nada que ver con esto, para mí son un cable a tierra fenomenal. Les importa la nada misma que yo trabaje en la tele. A veces uno se monta un poco en esta soberbia de la notoriedad y, los que de verdad te quieren, te bajan de un sopapo.

-Nombrás los premios Martín Fierro y me parece ineludible la referencia Jorge Lanata y sus discursos.
-Si yo hubiese tenido que votar por la terna, hubiera votado por Lanata porque lo tiene absolutamente merecido. Era obvio, no había dudas. Lo que pasó posteriormente, con el discurso, los silbidos, sus enojos, bueno, Lanata es Lanata. A mí no me saldría nunca porque yo no tengo esa personalidad, esa cosa de exigir el reconocimiento, incluso de los que no me quieren. A veces me da la impresión de que Lanata tiene el gesto de un niño enojado, a pesar de ser uno de los tipos más inteligentes y creativos del medio.

-¿Y con el dinero cómo te llevás? ¿Lo sufrís, lo disfrutás, lo compartís?
-Yo soy un gringo clásico ortodoxo y culposo de tradición judeocristiana. Quizá es porque vengo de una familia de clase media laburante de inmigrantes. Mi papá vino después de la Segunda Guerra Mundial a laburar acá con 18 años. Recuerdo a mi padre, que tenía un taller metalúrgico, levantándose a las 4 de la madrugada para ir a laburar. La verdad es que la guita trato de disfrutarla, pero siempre está el ‘no vaya a ser cosa que en el futuro venga la mala…’.

"En el periodismo hay un nivel de egolatría patológica, en donde se privilegia más al quién que al qué. Si yo hubiese tenido que votar por la terna de los Martín Fierro, hubiera votado por Lanata porque lo tiene absolutamente merecido. A veces me da la impresión de que tiene el gesto de un niño enojado, a pesar de ser uno de los tipos más inteligentes y creativos del medio".


-Hablaste de la tradición judeocristiana, ¿sos religioso?
-Soy absolutamente agnóstico, la enseñanza católica me volvió agnóstico. No soy ateo porque guardo la esperanza de que si alguna vez existe la posibilidad racional de probar la existencia de Dios, entonces veremos. Mientras tanto, camino muy cómodamente en la duda que supone el agnosticismo.

-¿Y te analizás?
-Sí, desde hace muy poquito. Esta ciudad, que es maravillosa, si no venís loco, te ayuda y te da el empujón final, ja, ja, ja.

-Estás en radio La Red de 6 a 9, así que te despertás muy temprano. Después vas a Desayuno Americano y de ahí, a Infobae. ¿Tenés tiempo para una vida social?
-Me levantó a las 4.01 porque tengo una manía con los número pares y trato de acostarme temprano, tipo 11 de la noche. De golpe la noche te atropella, por eso trato de ser disciplinado, si salgo a cenar, que sea temprano. Cito a Magdalena (Ruiz Guiñazú) cuando digo que somos los peores compañeros de vida los que hacemos la primera mañana en la radio. Duermo un rato de siesta a la tarde, pero te liquida descansar así. Este año me apareció un síntoma que me bajoneó eternamente porque me sentí de 105 años: la hipertensión. Cuando me dijeron que tenía que empezar a controlarme la presión, a comer con menos sal, me dio un bajón… Es el viejazo, el principio del fin.

"Este año me apareció un síntoma que me bajoneó eternamente porque me sentí de 105 años: la hipertensión. Cuando me dijeron que tenía que empezar a controlarme la presión, a comer con menos sal, me dio un bajón… Es el viejazo, el principio del fin".


-¿Y dónde encontrás los pequeños placeres?
-Me gusta leer, voy muchísimo al teatro, yo soy un bicho de teatro, voy a ver de todo, el cine me cuesta más. (Carlos) Rottenberg dice que soy un enfermo del teatro, de cruzármelo nos hicimos compinches de charla. Salir a comer me encanta, me gusta comer rico con amigos, con familia. Volví a nadar, no todo lo que debiera y quisiera, pero volví. Y también, viajar, cuando puedo.

-A los 52 años, ¿hacés balances de tu vida?
-Para atrás no soy de mirar, es más, soy mi propio enemigo respecto de lo que hago. Soy muy severo en la crítica y bastante poco afectuoso en el elogio. Objetivamente, puedo decir que me fue muy bien y que laburo de lo que quiero, pero me cuesta.

-Contaste que tu papá era metalúrgico y que murió hace unos años. ¿Sos de reflexionar sobre la muerte?
-Mi viejo falleció en el 95, en plena revolución productiva de Carlos Saúl de Anillaco. De hecho, el menemismo liquidó a mi padre como a tantísimos otros. La apertura indiscriminada de importaciones liquidó todo lo que fue el gran cordón industrial de Rosario. Mi padre se murió de tristeza, tuvo un infarto, pero yo sostengo que se murió de tristeza. De ver que un taller que era próspero ya no funcionaba más. Tenía 61 años, era un hombre muy joven. Muy joven. Fue la pérdida más grande y más inesperada de mi vida. Me llamaron una noche y me dijeron que se sentía mal, fui a la casa de mis padres y se murió.

"El menemismo liquidó a mi padre. Se murió de tristeza, de ver que un taller que era próspero ya no funcionaba más. Fue la pérdida más grande y más inesperada de mi vida. Lo extraño enormemente, me hubiese encantado que estuviera acá y que viera mi desarrollo profesional".


-¿Cambió tu relación con la muerte a partir de ahí? ¿Le temés?
-No, a mí muerte no le temo la verdad. Cambió mi modo de percepción de un montón de cosas. No muchas veces pasa que uno quiere y admira a sus padres, y a mí me tocó esta suerte. La verdad que es una gran cagada porque yo extraño enormemente a mi viejo. Me hubiese encantado que estuviera acá y que viera mi desarrollo profesional. Era un tipo de una enorme referencia para mí, un autodidacta de una lucidez y una brillantez genial. Mi padre vino de Italia sin saber una palabra de castellano y aprendió solo. Era un lector empedernido, un curioso hacedor, la verdad es que lo extraño un montón.

-¿Alguna vez la sentiste cerca?
-Sí, la verdad que sí, es una experiencia de la que no me gusta hablar demasiado, pero sí.

"La sentí cerca a la muerte, es una experiencia de la que no me gusta hablar demasiado. Fue una enfermedad y en aquel momento la verdad que lo sobrellevé con más entereza de la que yo esperaba de mí mismo. Uno comprueba a lo largo de la vida que frente a situaciones extremas, hace lo que puede y no lo que quiere. Estoy acá y fue una gran enseñanza".


-¿Una enfermedad?
-Sí... No me gustaría morirme, no tengo ganas de morirme. Me encanta esto y en aquel momento la verdad que lo sobrellevé con más entereza de la que yo esperaba de mí mismo. Un poco me gusté por cómo reaccioné en aquella oportunidad. Uno comprueba a lo largo de la vida que frente a situaciones extremas, hace lo que puede y no lo que quiere. Estoy acá y fue una gran enseñanza.

-Parecés un tipo nostálgico. ¿Sufriste mucho por amor?
-Creo científicamente que del desamor no te reponés. Que te digan que no te quieren cuando vos estás profundamente enamorado… No, no te reponés. Probablemente te vuelvas a enamorar, pero de aquel duelo que significa que quien vos amás no te ame, no te reponés. Lo piloteas a lo largo de la vida, pero el amor no cura todo. El amor posterior puede ser único, maravilloso, feliz, pero del anterior… Mmm, son cicatrices que quedan y ahí están.

-La última: ¿tenés cuentas pendientes?
-Hacer dieta, ja, ja, ja. Montones de cosas. Mi deseo de futuro es inabarcable. Dentro de lo personal, descansar y disfrutar un poco más. Yendo a lo estrictamente profesional, conseguir un espacio de entrevista en calma, de charlar. Me parece que lo mejor que me sale es charla con la gente y ese espacio está medio vacante en la tele de hoy. Hay como una fiebre de la agilidad y hay que volver a la medianía de la charla y la tranquilidad.


martes, 31 de marzo de 2015

Reportaje al Dr. Santiago Kovadloff... De Alguna Manera...

“Quien ofende a un muerto es porque advierte lo vivo que está”…

Derechos humanos. “El triunfo de la dictadura (de la que se cumplió un aniversario) fue lograr que la civilidad no pueda reconstruirse (como era necesario) tras del terrorismo de Estado”. Foto: Sergio Piemonte

Opina que al fiscal lo asesinaron. Asegura que los feriados en torno al 24 de marzo buscan “promover el olvido” y critica al Gobierno por manipular el pasado reciente. 

Mientras transcurre este largo feriado puente acudimos a la lúcida y filosófica mirada del Dr. Santiago Kovadloff para comprender un momento (como éste) en el cual en nuestro país se ofende a un muerto (el fiscal Nisman) que no puede defenderse y, al mismo tiempo, se lo utiliza políticamente.
—Me daría la impresión, –explica Kovadloff– que quien ofende a un muerto es porque advierte lo vivo que está… Es decir, el peso que tiene su figura en el sentimiento colectivo. Ofendiéndolo se aspira a descalificarlo, a minimizar ese sentimiento colectivo tratando de homologar su figura con alguien que no merece consideración. Y si lo hacen, insisto, es porque han advertido la estima que recibe de parte de la gente. Creo que esto es tan profundamente cierto en el caso de Nisman porque su muerte representa la indefinición de una sociedad ante un Estado que es incapaz de protegerlo frente al delito. En consecuencia, esa orfandad cívica, encuentra en la muerte de Nisman su expresión más desesperante porque se trata de un fiscal.

—¿Usted usaría la palabra “asesinado”?
—Yo, sí –contesta Kovadloff con firmeza–. Creo que él ha sido asesinado desde un punto de vista fundamental: el Gobierno lo trató con desprecio y ese desprecio es una prueba de la intrascendencia de su vida para quienes (justamente por su investidura) deberían haberlo respetado. Nisman fue anonadado y convertido en insignificante. Esta es una manera de quitarle valor a su vida, más allá de lo cual me parece que su muerte está demasiado unida a la actividad que iba a desplegar al día siguiente frente al Congreso como para no pensar que, en un país como el nuestro, una muerte como ésta sólo puede estar ocasionada por un Estado para el cual la vida de los ciudadanos no significa nada.

—Daría la sensación de que, en nuestra sociedad, no se admite el conocimiento o el contacto con la verdad.
—Ese es un punto fundamental: el miércoles pasado, frente a Tribunales, yo decía (en un acto que realizamos con Sergio Bergman y Nelson Castro) que deberíamos impedir que la Verdad se convierta en un Desaparecido más porque justamente la Verdad es una materia de intercambio profano, corrupto. Es un recurso del que se vale el Poder para tratar de afirmarse a sí mismo con independencia de la Ley. Me parece que esta situación pone en claro hasta qué punto la Argentina es un país institucionalmente inconsistente. Y se lo digo porque es esa inconsistencia la que está en la base de la trágica desaparición de Nisman.

—Junto a la palabra “inconsistencia” que usted emplea me atrevería a agregar la de “frivolidad”: en el día de hoy (24 de marzo), en vez de hablar de los miles de desaparecidos durante la dictadura más sangrienta de nuestra Historia estamos hablando en un día feriado cuando realmente ¡no hay nada que festejar!
—Tal vez la finalidad de estos feriados sea promover el olvido… Acaso el Estado (mediante esta Feria de distracciones) aspire a lograr que el sentimiento cívico se diluya en la pereza, en un descanso innecesario en vez de promover, justamente, una valoración del trabajo y de todo aquello que genere “comunidad” a través del esfuerzo. Nos están invitando a la dispersión del descanso.

—Y si hablamos como padres o abuelos podemos comprobar que los chicos, aun los adolescentes, no saben la tragedia que ocurrió en el país. Por eso estos feriados son un atentado a la Memoria y a nuestra Historia…
—Sí. Yo creo que el gran triunfo de  la dictadura militar (de la cual se cumple un aniversario más) ha sido lograr que la civilidad no pueda reconstruirse (como era necesario) después del terrorismo de Estado. Y de esto no sólo es responsable el Gobierno actual: son responsables los sucesivos gobiernos que no han logrado completar la transición del autoritarismo a la democracia republicana. De un modo u otro, todos ellos han retrasado esa transición o, con su ineficiencia, han contribuido a que no se pueda cumplir. Me parece que lo que ha hecho el kirchnerismo es capitalizar a su favor el descrédito de la democracia tal como ese descrédito fue sembrado (lamentablemente a partir de 1987) por el final del gobierno de Alfonsín y por los gobiernos posteriores. Como le decía, a partir de 1987, el sistema democrático pierde la capacidad de representar los ideales con los que Alfonsín llegó al Gobierno.

—Volviendo al presente no sólo nos encontramos con un magnicidio, sino también con un clima de inquietud social.
—Lo que advierto es que este gobierno llega al final de su gestión habiendo radicalizado hasta tal punto la intrascendencia de las instituciones de la República en el sentimiento mayoritario que la muerte de Nisman no hace más que coronar esa indefensión. Entonces: hay un reclamo que está básicamente dirigido a la oposición, pero yo no sé si la oposición lo ha recogido como es debido. Desde el punto de vista legal el tema del esclarecimiento de la muerte de Nisman está en el centro de la campaña y no en la periferia acallada de los problemas que tendrá que afrontar el nuevo gobierno. Me parece fundamental que se le brinde a la sociedad una respuesta de esta naturaleza. No basta con referirse a las deudas que este gobierno le dejará al próximo. Hay que referirse al problema moral que, fundamentalmente, este gobierno deja pendiente. Me refiero al tema AMIA, al de Nisman, de Cabezas, de Yabrán…en fin, todos aquellos que este gobierno no ha contribuido a esclarecer, sino a entorpecer aún más como lo ha hecho mediante el acuerdo con Irán que hoy es motivo de rechazo por una gran parte de la sociedad. También hay que entender que hay un núcleo duro de la sociedad argentina (y uso el término “duro” porque es insensible) al que poco le importa lo ocurrido
con Nisman.

—¿En cuánto estima a ese “núcleo duro”?
—Diría que constituye un 30% del electorado argentino del cual no creo que deba esperarse ninguna reacción en el sentido de un fortalecimiento de la Ley. Le digo más: ese 30% aspira a una conducción política fuertemente autoritaria que sea capaz de cubrir sus demandas de supervivencia y no, en cambio, recursos de desarrollo cívico. Desgraciadamente ese empobrecimiento de la percepción de la propia identidad que caracteriza a gente que apoya a este gobierno forma parte, para mí, de un núcleo que está siendo brutalmente explotado por este gobierno. Creo entonces que es un deber para los candidatos a la Presidencia hacer referencia a esas formas de explotación social que hoy padece buena parte de la población que teme perder lo poco que tiene y a la que el futuro gobierno debe asegurar que no va a perder sus bienes, pero que tampoco debe resignarse a ser lo que es.

—¿Usted no cree que, por ejemplo, algún tipo de alianza Macri-Reutemann significaría para la oposición la aceptación de que es importante lograr formas de convivencia con un numeroso país peronista?
—Creo que esa aceptación tiene, por lo menos, dos configuraciones. Una, de profunda resignación (hablamos de aquellos que dicen “sin el peronismo, este país no puede ser gobernado”) pero, por otra parte, me parece que el peronismo a través de la figura de Reutemann estaría más bien llamado a aceptar la necesidad de un cambio en la orientación de la política argentina. Es decir, su propia modernización. Yo no creo tanto que Macri esté buscando incorporar al peronismo existente, sino que el peronismo aprenda a transformarse para seguir teniendo alguna significación. No sé si lo va a lograr o no, pero no creo que Macri aspire a incorporar a sus fuerzas algo que, de alguna manera, siempre representó para él un enorme obstáculo de desarrollo.

—De todas maneras tenemos que convenir que somos una sociedad a la cual le cuesta mucho unirse, ¿no le parece?
—Sí, yo creo que la fragmentación es un rasgo estructural de la identidad nacional. Es una característica que, desgraciadamente, no parece haberse disuelto a lo largo del tiempo. Pero, a la vez, pienso que algo hemos aprendido: me parece a mí que los esfuerzos que se han hecho en estos últimos dos años para superar la fragmentación extrema de las elecciones del año 2011 hoy evidencian algunos frutos importantes. Por ejemplo: el radicalismo y el PRO han comprendido que significan mucho más en interdependencia que aisladamente. Aún el PRO (que tiene más posibilidades, tal vez, que el radicalismo de presentar a un candidato victorioso en las elecciones) comprende que no tiene territorialidad suficiente como para representar a un gobierno nacional. Y los radicales (que sí tienen esa territorialidad) han comprendido la intrascendencia a que los condenó el partido en los últimos años (digamos desde el año 2005) y han buscado esta interdependencia que puede contribuir “¡a que nadie lo sea TODO”! Y esto lo digo, fundamentalmente, basado en lo siguiente: la Presidenta de la Nación sigue presentándose como el resultado de una totalidad autosuficiente. Me parece que, en la oposición, esa vivencia de totalización absoluta no está viva y no tiene mayor fuerza porque la demanda del electorado opositor es que se busque una unión entre las partes fragmentadas mientras que, desde el oficialismo, impera el criterio de serlo TODO y en forma autosuficiente. El drama que tiene el oficialismo es que, al presentarse como una totalidad cerrada y autosuficiente no tiene capacidad de interlocución con ninguna entidad o agrupación diferente a ella misma. Esto es muy grave…

—Para un hombre de pensamiento como usted, ¿cuánto juega la ambición en todo esto?
—Bueno, yo creo que la ambición personal puso de manifiesto su rasgo más patético en las elecciones del año 2011 porque en ese año la “estelaridad” de los candidatos, su aspiración al estrellato, alcanzó un nivel supremo cuyo escenario fue básicamente la televisión. Algo muy ridículo porque el resultado de esas elecciones probó que la fragmentación no llevaba a ningún lado a los adversarios del Gobierno. La estelaridad, en cambio, funcionó muy bien en el oficialismo porque el oficialismo venía de una gestión suficientemente satisfactoria para ella misma y para buena parte de la población en el orden económico. También para la clase media que redujo su expectativa y su demanda al nivel de lo económico como para que el oficialismo pudiera sentirse capaz de autoabastecer la demanda electoral. Pero, en este momento, a mí me parece que el
Gobierno está encerrado en un “yo-ísmo” insuficiente y la oposición discretamente abierta a una alteridad al prójimo un poco más sensata que la que tuvo en el pasado.

—Pero, también hoy, nos enfrentamos con un fenómeno aterrador como es el narcotráfico… Cuando el papa Francisco habla de “mejicanización” no podemos dejar de asustarnos (recordemos horrores como decapitaciones, migrantes, etc.). Parecería que Francisco usó esa palabra con toda la intención de prevenirnos.
—Sí. Y me parece que la responsabilidad fundamental de los candidatos es hablar de todo aquello que compromete el porvenir institucional y social de la Argentina.
Entre ellos, el narcotráfico, el juego… Hablaría también de la incidencia extraordinaria que el tráfico de dinero ilegal sirve en Argentina para construir poder. Todo esto me parece que no puede ser obviado por los candidatos a menos que aspiren a alcanzar el poder sin comprometerlo con la Ley.

—No podemos ignorar el poder inmenso que otorga el juego.
—Por eso es importante recordar que, uno de los caminos para consolidar el Poder, es el delito. Otro camino, es la Ley, pero donde el Poder queda consolidado sometiéndose a la Ley las investiduras importan más que los individuos. Cuando el Poder prescinde de la Ley importan los individuos porque son los encargados de concentrar en sus figuras la significación del Poder. Y esto me parece gravísimo y creo que, a diferencia de otros torneos electorales del pasado, hoy el deber de la oposición es hablar de la gravedad de la situación en la que se encuentra un país que está al borde de la intrascendencia institucional. Es decir, que no tenga auténticas instituciones, sino instituciones espectrales donde las investiduras no representen nada.

—¿Cómo ubica a la Justicia en este cuadro?
—Creo que, en estos momentos, la Justicia está evidenciando una lucha estremecedora entre el Deber y la Conveniencia. Y que esa lucha estremecedora muestra hasta qué punto no ha sido autónoma, sino que ha estado enhebrada con el poder político de una manera que es casi inimaginable para la mayor parte de la población. Le explico: cuando Kirchner llega al Poder le devuelve al Ejecutivo un protagonismo que no había tenido De la Rúa quien no había logrado infundirle a su Presidencia el valor que la Constitución permite adjudicarle.
Kirchner le devuelve protagonismo al Ejecutivo, pero ese protagonismo empieza a crecer patológicamente y termina por devorar a los otros Poderes, devorar la autonomía del Legislativo y del Judicial y llegamos entonces a la gestión de la presidenta Cristina Fernández que ha reducido el Ejecutivo a la palabra ¡“yo”! Entonces, este personalismo extremo, desenfrenado, no es necesariamente un destino irremisible para la Argentina, pero tenemos que entender muy claramente qué significaría revertirlo… Revertirlo significaría devolverle a la Ley un papel protagónico independiente en el país. Si no empezamos por la Justicia, el país va a terminar siendo un espectro.

—Sin embargo, para el ciudadano medio tenemos una Suprema Corte que resiste el embate.
—Sí, sí… daría la impresión que la Corte está dispuesta a no dejarle la última palabra sobre su caracterización en boca de la Presidenta de la Nación. Yo pienso que esto es saludable y es de esperar que se sostenga por lo menos hasta el final de esta gestión. A mí me parece que lo que la gente espera de la Corte Suprema de Justicia es que lo sea.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guiñazú el domingo 29/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 9 de febrero de 2015

Entrevista a Julio César Strassera... De Alguna Manera...

Strassera: “La muerte de Nisman es responsabilidad del Poder Ejecutivo”

En contra de la division de poderes. “La Presidenta jamás ha respetado la independencia del Poder Judicial, y la prueba está en que las medidas que envió para democratizar la Justicia trató de imponerlas”. Foto: Nestor Grassi

El histórico protagonista del juicio a las juntas asegura que el Gobierno debía haber protegido al fiscal. Críticas a Cristina Kirchner por victimizarse.

Miles de argentinos hemos seguido con enorme angustia los acontecimientos que culminan con la muerte del fiscal Nisman. En democracia no tenemos antecedentes de un hecho al que tanto los ciudadanos como sus familiares cercanos no dudan en calificar de asesinato.

En una tarde de esta semana de calores agobiantes no queríamos dejar de consultar a un hombre como el fiscal Julio César Strassera, que pronunció aquel “señores jueces, ¡nunca más!” que ha quedado en nuestros corazones.

Y mientras los diarios del día titulan a toda página “Se quedó sin juez la denuncia de Nisman contra la Presidenta”, nuestra pregunta a Strassera es si hay antecedentes de que esto haya ocurrido en otra oportunidad.
—Bueno, éstas son las así llamadas cuestiones de competencia, pero esto sólo debe ocurrir por un breve tiempo. Será la Cámara la que resolverá a quién le toca, en definitiva, es decir al juez Lijo o al juez Rafecas.

—En su larga experiencia, ¿usted había vivido circunstancias como ésta?
—No, no. Jamás –asegura con firmeza Strassera–. Y le digo también que ni en plena dictadura militar tuve problemas de este tipo. Hice varios dictámenes en contra. Incluso, un día me llamó el brigadier Alvarez Estrada, que era secretario de Justicia, y me dio una orden, a lo cual le contesté que no la iba a cumplir. Pensé que iban a echarme pero no fue así. Yo estaba acostumbrado a trabajar con más libertad, y lo que sucede en este momento es algo que hay que tener bien en claro: hay un fiscal que acusó a la Presidenta de la Nación y… ¡termina muerto! Este es un episodio más que grave…

—En un reportaje reciente usted señaló que la Presidenta nunca ha respetado la independencia del Poder Judicial…
¡Jamás! Y le diré también que la prueba está en que las medidas que envió para democratizar la Justicia trató de imponerlas. Pero, aparte de eso, me refiero a críticas abiertas de las que debería abstenerse. Por ejemplo, no acatar las decisiones de los jueces, ni oponerse a la división de poderes interviniendo en cosas en las que sólo debe intervenir la Justicia. Este es un hecho muy grave.

—Sin duda. Y la muerte de Nisman (sea suicidio o asesinato) tiene un responsable. Usted señaló al Poder Ejecutivo…
—Sí, creo que es el Poder Ejecutivo. Un hecho gravísimo se trate tanto de un suicidio como de un homicidio. No puedo dejar de tener mis sospechas… Soy partidario de la teoría del homicidio porque ¡alguien que deja una nota a su empleada para las compras del mercado del lunes siguiente es sorprendente que se mate el domingo! Todo esto me parece bastante… sin olvidar las expresiones de Nisman por televisión unos pocos días antes, ¿no? Pero de todas maneras la muerte de Nisman es responsabilidad del Poder Ejecutivo Nacional.
Algo increíble, y no solamente no la asumen ¡sino que la Presidenta no tuvo la decencia de enviar por lo menos una nota de pésame a la familia! Montó una escena vestida de blanco y en silla de ruedas para mostrar su debilidad. Una forma de victimizarse. No sé cómo puede haber gente que lo justifique.
Fíjese que comienza echándole las culpas a Stiuso y todo es un plan contra ella. ¡Pero hay una sola víctima que es Nisman! ¡Y de él, ni una palabra! Vamos a suponer que Nisman no hubiera dicho nada, que no hubiera pasado nada; ¡el encubrimiento es ya de tiempo atrás porque la sola firma de ese pacto nefasto con Irán (cosa que firman ella y Timerman) ya es encubrimiento! Como decía Patricia Bullrich el otro día: ¡es como si Obama hubiera llamado a Bin Laden para resolver el problema de las Torres Gemelas!

—Usted cree (como, por otra parte, creemos muchos) que el fiscal Nisman estuvo desprotegido?
—Pienso que sí, que estuvo desprotegido, y la vez pasada conté una anécdota porque sé lo que son estas custodias. Le explico que jamás tuve custodia personal, pero tuve a un policía en la puerta de mi casa durante toda la época del Proceso. ¡Y para ejemplo le explico que la última amenaza que recibí fue a través del portero eléctrico! Así es que yo sé para lo que sirven estas custodias. Hay que organizarlas de otro modo. ¡Lo que hemos visto es una prueba de desprotección!

—Se podría pensar en una siniestra combinación entre el Gobierno, la custodia e incluso el edificio que carecía de suficientes cámaras…
—Hay mucha confusión: cámaras que no funcionan, custodios que se contradicen unos con otros no sólo con respecto a la hora sino a los lugares en los que se encontraban: ¡unos en la planta baja y otro en el subsuelo! Creo que hay que tomar las cosas de otro modo. Si yo soy un custodio y me han citado a una hora determinada (por ejemplo, a las 11), veo los diarios apilados en el piso y nadie me contesta el timbre… pues ¡hago romper la puerta! Esto es lo menos que se puede hacer…

—Yo recuerdo que cuando usted y el doctor Moreno Ocampo fueron fiscales en el juicio a los comandantes de la dictadura recibieron muchas amenazas…
—Sí, por carta, por teléfono. En la Fiscalía. Pero no les dábamos mayor importancia. No tuvimos grandes aprietes, y mucho menos desde el Poder Ejecutivo que se interesaba en el juicio. Mucho menos… Se nos dejó hacer lo que quisimos.

—Por eso aquel juicio ha quedado como un emblema del primer gobierno democrático…
—Juicio que, luego, fue lamentablemente ignorado por el presidente Néstor Kirchner en un discurso en la ESMA en el que dijo que como argentino se avergonzaba de que el país hubiera estado veinte años en deuda con los derechos humanos. Pero luego llamó a Raúl Alfonsín para pedirle disculpas. Lo que ocurre es que, en estos casos, las disculpas se piden públicamente y no en privado. En fin… a ellos nunca les interesaron los derechos humanos. Jamás. Pero, bueno, vieron que era negocio. El otro día me criticaron mucho porque yo dije, de acuerdo con Macri, que “el Gobierno está en el curro” ¡de los derechos humanos! Y de esto hace rato…

—Incluso yo recuerdo que usted subrayó que en el registro de hábeas corpus no había ninguno firmado ni por Néstor ni por Cristina, ¿es así?
—Es así. Nosotros pedíamos los hábeas corpus a los juzgados para anotar precisamente cuál era el trámite de cada hábeas corpus. Y, repito, no he visto ni uno solo firmado por Kirchner ni, porque se autotitula abogada, por Cristina Fernández de Kirchner. Le repito: ¡no vi ninguno! Ni siquiera del gobernador Cepernik, que era amigo de ellos.

—De acuerdo con su larga experiencia, ¿qué es lo más grave de lo que hemos vivido en estos días?
—Mire, Nisman era un fiscal que acusó a la Presidenta de la Nación, a su canciller, a otros personajes, ¡y a los pocos días aparece muerto! Esto no había ocurrido nunca en el país…

—Entonces, nuevamente de acuerdo con su experiencia, ¿cuál debería ser entonces la actitud de la Justicia en estos momentos?
—En primer término hay que tratar de investigar a fondo la muerte de Nisman, y creo que, dentro de lo normal, se está investigando. Es bastante difícil encontrar autores, ¡pero sobre todo hay que tratar la denuncia de Nisman! ¡Hay que tratarla!

—Entre otras cosas la Presidenta dijo que la Justicia debía reformarse…
—Bueno, esto ya lo ha dicho hace tiempo cuando envió esas famosas seis leyes para democratización de la Justicia y la reforma que pretende la Presidenta es precisamente poner a la Justicia como un apéndice del Poder Ejecutivo…
Lentamente, terminamos un café en el balcón de la casa del fiscal en el barrio de Palermo.

Y, pensativo, Strassera agrega: “Cualquiera sea el valor que se le asigne a la denuncia de Nisman, el encubrimiento del atentado a la AMIA está probado con la sola firma del memorándum de entendimiento con Irán. Recordemos que se firmó en Aleppo, en secreto, en un país entonces gobernado por Ahmadinejad, un hombre antisemita furioso y negador del Holocausto. La prueba de que el objetivo era hacer caer las alertas rojas es que ambos países debían notificar a Interpol del acuerdo, cosa que no se hizo nunca.

—El doctor Rusconi, abogado defensor de Lagomarsino, dijo que la Presidenta debería declarar en la causa de la muerte de Nisman. ¿Usted concuerda con esta opinión?
—La Presidenta le retuvo el pasaporte a este hombre porque se le dio la gana, porque es ella. Hace lo que no debe y lo que no puede hacer. El respeto a la Justicia para ella es algo que está de más. Tendría que aportar datos a la Justicia sobre sus dichos sobre la muerte de Nisman pero no lo va a hacer ni creo que haya juez que se anime a llamarla.
En la famosa conferencia de prensa, la Presidenta (muy suelta de cuerpo) dijo que Nisman había dejado abandonada en el aeropuerto de Barajas a su hija de 13 años. Esto es rigurosamente cierto porque esperaba que llegara la madre que venía de Barcelona pero, ¿cómo lo sabía la Presidenta? Estaban espiando a Nisman. ¡Cuando bajó del avión en Ezeiza lo siguió una cámara continuamente! ¡Qué curioso, y todo a través de esos servicios que ella quiere reformar!

—Justamente, a propósito de servicios, ¿qué opina acerca de que las escuchas telefónicas sean supervisadas por la Corte?
—Yo creo que es lo que corresponde porque esta supervisión que se pretende sería a través de Gils Carbó, ¡que es el ariete del Poder Ejecutivo en la Justicia…! Esto, en cambio, a través de la Corte, es razonable.

—Y a propósito de la Corte, ¿qué piensa de la presunta candidatura del doctor Carlés como miembro de la Corte en reemplazo del doctor Fayt?
—¡Esa es, evidentemente, una cortina de humo! Están pretendiendo hacer algo parecido a lo que se hizo con Gils Carbó. Es decir: presentaron primero a Reposo, que es impresentable. A punto tal que los propios oficialistas tuvieron que retirar el pliego.

Encontraron finalmente apoyo en la oposición (para mí equivocado) para nombrar a otra persona: Gils Carbó. La única que se opuso (pero no podía influir por ser diputada y no senadora) fue Lilita Carrió, que reclamó que no había que darle acuerdo. La Corte puede seguir funcionando con sus tres miembros actuales. Es razonable la opinión de la oposición cuando dice que debe ser el próximo presidente constitucional quien nombre al nuevo miembro de la Corte Suprema. Hoy la embestida es contra Fayt. Al oficialismo le interesa que quede el menor número posible de integrantes de la Corte, y la respuesta del doctor Fayt esta mañana es clarísima.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guinazú el domingo 08/02/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.