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lunes, 2 de julio de 2018

Cuando Macri era Gardel y Argentina Disneylandia… @dealgunamanera...

Cuando Macri era Gardel y Argentina Disneylandia…
                          
22/10/2017: Cambiemos festeja su triunfo sobre Cristina Kirchner. Fotografía: CEDOC / PERFIL

La gran promesa incumplida de Macri es terminar con la inflación, ya que sin ella se reduciría la pobreza y el déficit fiscal.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 01/07/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Se acabó. Así como Mascherano, al terminar el partido con Francia (derrota que inevitablemente deviene en metáfora), dijo “se acabó: a partir de ahora pasaré a ser un hincha más” y Federico Sturzenegger analiza volver a Harvard a ser profesor, algo se acabó para el conjunto del Gobierno.

El mismo que proyectaba su sucesión en 2023, en noviembre, cuando Macri era Gardel y Argentina Disneylandia. Para comenzar, se acabó un tipo de relato: por ejemplo, sería difícil hoy para el polémico diputado Fernando Iglesias taparles la boca a opositores con cifras positivas, como vino haciendo en tantos programas durante la campaña electoral 2017.

Pero no dilapidaron gran parte del capital político que construyeron al derrotar a Cristina por los errores cometidos en estos seis meses. Vale siempre recordar que nunca el capital es tan grande como se cree después de cualquier triunfo: en política, todos se ilusionan con la perennidad después de ganar dos elecciones seguidas. Además, podía ser previsible que muchos poderes que apoyaron a Macri, para que venciera a Cristina, cumplido ese trabajo pasaran a tener otras prioridades

El error del cambio de metas de inflación en diciembre último es parte de una cadena de equívocos que arranca durante la campaña de 2015, cuando en múltiples apariciones en los medios Macri repetía que bajar la inflación “es lo más fácil”, partiendo de los errores de sus dos principales economistas: Alfonso Prat-Gay y Federico Sturzenegger. El primero, al sostener que los precios de los alimentos al final del cepo ya habían asumido el valor del dólar blue, un 50% mayor que el dólar oficial. Y el segundo, sosteniendo que el aumento de tarifas no solo no era inflacionario sino que era desflacionario porque, al deber pagar más por los servicios públicos, la gente iba a tener que comprar menos otros productos, los que no iban a poder aumentar porque se quedarían sin consumidores.

No había un plan económico porque el plan político era ganar siempre las elecciones.

Lavagna, con más experiencia en la economía real, explica exactamente lo opuesto: cierto grado de recesión no reduce el aumento de precios sino que es inflacionario para las pymes porque el dueño de una pequeña empresa o comercio, al reducírsele la cantidad de compradores, la única forma que tiene de sobrevivir es dividiendo el costo fijo entre menos unidades vendidas, o sea, aumentando más que la inflación hasta, claro, cerrar pero no sin pelearla.

Independientemente de la cuestión de fondo y a pesar de que las metas de inflación fueran incumplibles, fue un error político anunciar su cambio en diciembre de 2017, como si se tratara de algo importante, cuando tampoco podían subir la meta a un valor verosímil porque ya habían votado el presupuesto y anunciado una pauta de paritarias del 15%.

Quedó claro que el objetivo de esa puesta era otro: que los triunfadores en una interna del Gobierno anunciaran la devaluación del propio Sturzenegger y producir el primer salto del precio del dólar justo cuando se venía aumentando la tasa de interés en Estados Unidos y ya había señales sobre cuánto la sequía podía reducir nuestras exportaciones.

Todos los errores tienen un elemento en común: soberbia y excesiva autoconfianza. La psicología podría explicar cómo el haber tenido una vida afortunada produce en las personas cierta sobreestimación de las propias capacidades. No sería el caso de Dujovne: comentan en Gobierno que fue ascendido de ministro de Hacienda a virtual ministro de Economía porque ya probaron que lo podían mortificar y no se rebelaba. Del mejor equipo de los últimos cincuenta años quedaron en el camino Prat-Gay, Melconian, Sturzenegger y Aranguren, y sobrevivió, pero como presidente del Banco BICE, Pancho Cabrera, casualmente por su disciplinamiento “al equipo”.

Al FMI le importa menos que en 2021 la inflación sea de un dígito que en 2019 pierda el populismo

Se podría decir que no hubo ministro de Economía porque no hubo plan económico, pero sí hubo un plan político: jibarizar al kirchnerismo incentivando y aprovechando el repudio que generó con sus abusos de todo tipo. Y aún hoy el plan político del Gobierno es competirle a Cristina Kirchner en 2019 en un ballottage. Pero “la droga Cristina”, que hace al Gobierno más potente, tiene efectos secundarios.

Los del pasado, cuando, con tal de ganarle en 2017, desatendieron la lucha contra la inflación cebando electoralmente el crédito, planchando artificialmente la corrección del dólar y siendo igualmente populistas que todos los demás gobiernos al hacer un año de agua caliente (el de las elecciones) y otro de agua fría, y destruir valor por esa propia ciclotimia.

Más el efecto secundario futuro: no contribuir a la creación de una oposición peronista sensata que pudiera ser alternancia de gobierno, algo que alguna vez tendrá que ser inevitable, como reconoció con sinceridad el jefe del bloque de diputados del PRO, Nicolás Massot, quien por ser la mano derecha de Emilio Monzó tampoco es de los disciplinados “al equipo”. Massot fue más allá esta semana al decir: “En el peronismo hay buenos cuadros que han ayudado a mejorar los proyectos” de Cambiemos.

La gran promesa incumplida de Macri es terminar con la inflación, ya que sin ella se reduciría la pobreza y el déficit fiscal, porque los países que pasaron de alta a baja inflación crecieron notablemente más. Y más allá de que el acuerdo con el FMI prevé bajar la inflación a un dígito entre dos y tres años, el problema estructural de 2015 continúa: la mitad del gasto público está indexado por la inflación anterior, y hay paritarias libres que también se guían por la inflación anterior.

Llevaría bastantes años con paritarias por debajo de la inflación, o una severa recesión que duplique el desempleo, llegar a tener un dígito de inflación sin un plan heterodoxo (palabra que al Gobierno escandaliza) que de alguna forma desagie la inflación pasada para los precios futuros.



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domingo, 3 de junio de 2018

Errores de cálculo… @dealgunamanera...

Errores de cálculo…

El Gobierno no detectó a tiempo la corrida por el dólar y el voto contrario en el Congreso.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/06/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los gobiernos suelen creer que la realidad es coincidente con su hipótesis más favorable. La frase, atribuible al lúcido análisis de Rosendo Fraga, encaja perfectamente con lo que hasta aquí ha sido la creencia del presidente Mauricio Macri y de parte de su entorno, y refleja el pensamiento enancado en lo más rancio del oficialismo, que está atrapado en un presente que lo contradice y que no previó ni imaginó.

Macri hace del optimismo un credo.

Es muy bueno ser optimista. Pero el verdadero optimista es aquel que, teniendo clara conciencia de la realidad, opera sobre ella para mejorarla.

Cuando el Presidente dice “lo peor ya pasó”, lo que demuestra es desconocer esa realidad. Para millones de argentinos, lo peor no pasó sino que está pasando ahora. Y entre muchos de esos hay quienes votaron a Cambiemos y hoy se encuentran atravesados por sentimientos de desilusión y entendible enojo.

“Yo estaba presente cuando Luis Caputo le dijo a Mauricio que el financiamiento externo estaba terminado”, confiesa un referente fundacional de Cambiemos que, salvo por su condición de hincha de River, no tiene diferencias con Macri. Sin embargo, nadie apreció la seriedad de esa advertencia y, cuando la realidad mostró lo duro de sus consecuencias, la tardía reacción del Gobierno fue ineficaz: la corrida cambiaria, que aún no ha cesado, se había instalado.

Imprevisión.

Lo mismo ocurrió con las tarifas. Nadie del círculo que rodea al Presidente se tomó la molestia de abrevar en la experiencia del ajuste tarifario de 2016. Los únicos que lo advirtieron fueron Elisa Carrió y el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, a quienes, por lo que se vio, no tomaron en serio. “Le dije a Mauricio que este ajuste era suicida”, confesó la diputada a quien el presidente desoyó.

Hubo otros errores. Uno de ellos –clave– fue creer que los senadores justicialistas actuarían como soldados de los gobernadores peronistas dialoguistas y les obedecerían ciegamente. Eso sucede cuando el peronismo está en el poder. Cuando el peronismo está en el llano y carente de liderazgo interno, los comportamientos son otros. Hubo además en ese bloque cansancio por sentirse socios solo en las noticias negativas y turbación cuando se les endilgó ser títeres de Cristina Fernández de Kirchner.

Otra cosa que nadie puede entender es la ausencia absoluta en el debate público del ministro de Energía, Juan José Aranguren. El debió haber salido a hablar para rebatir los argumentos de la oposición y para responder los cuestionamientos de mucha gente que no puede pagar sus facturas. “El problema de Aranguren es que no puede salir a hablar porque una persona que dice que tiene el 80% de su patrimonio fuera del país porque todavía ‘no cree en la Argentina’ carece de autoridad moral”, explica una voz del oficialismo.

Él tendría que haber sido el vocero de tarifas, haber salido a explicar cuál era la propuesta del Gobierno, cuáles son las perspectivas, por qué no se puede dar marcha atrás, y por qué el Gobierno sigue insistiendo en que las tarifas vayan por un ascensor y los salarios vayan por la escalera. Pero, claro, no tiene credibilidad ante la sociedad.

El Gobierno debe ahora retomar la iniciativa y replantear muchas cosas frente al presente y el futuro.

La clave pasará –una vez más– por la economía. La inflación está desbordada. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional es ahora prioritario. Viene un tiempo de recortes. Habrá una desaceleración de la obra pública. Se congelarán vacantes en los distintos niveles de la administración pública. “Por necesidad y por vocación política tenemos que seguir convocando a todos”, afirma un hombre de la cercanía del ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

No hay otra alternativa para un gobierno que tiene minoría en ambas cámaras del Congreso y solo 5 de los 24 gobernadores del país, y que acaba de hacer una convocatoria al acuerdo nacional a partir de la cual, después del acuerdo con el Fondo Monetario, se empezará a elaborar el Presupuesto 2019. En medio de la batalla parlamentaria por el tema tarifario, el Presidente perdió una oportunidad de generar un ámbito acuerdista ya que, más allá de haber criticado la aprobación de la emergencia, podría haber elogiado que, al mismo tiempo y en la misma sesión, la oposición haya votado tres proyectos de ley del Ejecutivo para “modernizar y agilizar” el Estado derivados de un DNU firmado a comienzos de año y que no tuvo aprobación parlamentaria.

Desafíos.

Macri sabe que debe estabilizar la economía este año para tener aspiraciones en 2019. El peronismo también tiene un desafío. El Gobierno le dejó servida en bandeja una victoria política que el justicialismo no desaprovechó. Fue lo que buscó consciente de que, desde un punto de vista técnico, sus propuestas eran inviables. El veto anunciado del Presidente les dio, paradojalmente, vía libre para aprobar alegremente una ley que sabían que era devastadora para las arcas fiscales.

Lo más significativo de todo este episodio para el PJ es que, de repente y gracias a los muchos errores cometidos por el oficialismo en estos últimos dos meses, se encontró con que la posibilidad de disputar el poder con chances de ganar en 2019 ya no luce como una utopía. Para eso necesita la unidad. El discurso del senador Miguel Ángel Pichetto dejó en claro que la unidad del peronismo tiene en CFK un escollo hasta ahora insalvable. Sus críticas a la ex presidenta no fueron casuales. Tuvieron como objetivo no solo hacer memoria de la desastrosa política energética –si es que hubo alguna– implementada a lo largo del kirchnerato, sino también marcarle la cancha.

Desmenuzado todo este análisis, lo que queda en el sedimento es la ciudadanía con sus problemas. Y se supone que la actividad política tiene como objetivo solucionarlos.  

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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domingo, 29 de mayo de 2016

Judicializados... @dealgunamanera...

Judicializados...

Vienen por todo, Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

Lázaro Báez y el pacto con Irán puede complicar a la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Las tarifas, a Tribunales.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 29/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La reactivación de una causa intrincada tiñe de nubarrones el cielo de la cúpula de lo que fue el gobierno kirchnerista. Ello podría ser un golpe inesperado. Para comprender el derrotero, recordemos primero que la causa conocida como “Ruta del dinero K”, ha dado un giro sorprendente.

Leandro, el menor de los hijos de Lázaro Báez se presentó en la causa para recusar al juez   Sebastián Casanelo  alegando que la investigación estaba direccionada hacia su padre y el entorno familiar, sin ir más allá y profundizar en la posible participación de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y funcionarios jerárquicos de su gobierno.

Leandro Báez –de 26 años–, se apoyó en artículos periodísticos que dan cuenta del posible vínculo entre el juez y la ex presidenta, para dejar entrever que ése es el motivo por el que el magistrado intenta cortar el hilo por lo más delgado.

Una observación y dos conjeturas. La observación es que aquí nadie niega ningún delito. La primera conjetura es que Leandro Báez, mimado, impulsivo y cansado de los avatares por los que está atravesando su familia, se haya cortado solo en la jugada. La segunda, que se trate de una maniobra acordada para victimizar a su padre en una supuesta interna familiar, mostrarlo acorralado y preparar el terreno para que declare como arrepentido ante otro juez si es que la recusación de Casanello prospera.

Quienes deben decidir sobre la recusación del juez apodado “tortuga” son los jueces de la Sala II de la Cámara Federal integrada por Martín Irurzún, Horacio Cattani y Eduardo Farah. Este tribunal ratificó, en las vísperas del feriado del 25 de Mayo, la decisión de Claudio Bonadio de desestimar un planteo de nulidad presentado por Héctor Timerman en una causa por la aprobación del memorándum con Irán.

El expediente se había iniciado contra el ex canciller, la ex presidenta y los legisladores que aprobaron el memorándum. ¿Por qué se trata de una decisión central? En primer lugar por la gravedad de los hechos; en un audio que data del año 2012, difundido en el programa de nuestro colega Nicolás Wiñazki, se lo escuchó a Timerman admitir que Irán fue el responsable del atentado a la AMIA.

Lo peor del caso es que casi en paralelo, el entonces canciller negociaba el memorándum de entendimiento con ese país, algo incomprensible que puso de pie a casi toda la comunidad judía y que, en la presente causa, motivó el planteo de los denunciantes bajo el delito de “traición a la patria”.

En segundo lugar porque en su resolución, dos de los tres integrantes de la Sala II (Irurzún y Cattani), rechazaron las objeciones de la defensa de Timerman ratificando el planteo de Bonadio y subrayando, respecto de la denuncia original del fallecido fiscal Alberto Nisman que “la desestimación y el archivo de las actuaciones pueden reactivarse cuando –como en el caso– existen elementos no valorados anteriormente” y que serán materia de definición en la instrucción “las consecuencias de las nuevas hipótesis”, sin perjuicio de cuál sea el magistrado que siga interviniendo. Esto cobra importancia porque hay que recordar que Daniel Rafecas había archivado la causa. 

¿Bonadio podría tomarla? Eso sería una novedad respecto de la denuncia original del memorándum con Irán que, de reactivarse, se convertiría en un nuevo dolor de cabeza para CFK, Timerman y otros ex funcionarios K. En síntesis: Cristina podría volver a ser investigada y nada menos que por Bonadio.

Ahogo. La política tampoco da respiro, aunque en el Gobierno se consiguió oxígeno con los recientes anuncios del pago de las sentencias a los jubilados y el aumento en el mínimo imponible a los bienes personales que serán enviados al Congreso. El pago de las sentencias representa una reparación histórica a una injusticia cruel que se cometió contra más de dos millones de jubilados. Además de eso, la actitud del kirchnerismo de incumplir fallos refrendados por la Corte Suprema fue un agravio a la vigencia de la legalidad.

El blanqueo de capitales, en cambio, genera controversias y deja mal parado al ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, quien había criticado el blanqueo de CFK. “Parece hecho para beneficiar a muchos de los afectados por los Panamá Papers”, señala un conocedor de temas tributarios.

El tarifazo en el gas, que repercutió no sólo en la Patagonia sino también en el resto del país fue lo que marcó el ritmo de la semana y le trajo un dolor de cabeza al oficialismo. ¿Por qué se actuó con tan poca previsión? ¿Pragmatismo salvaje o error de cálculo? “Un poco de las tres cosas”, expresó un descontento miembro del oficialismo.

El ministro de Energía, Juan José Aranguren ha quedado muy golpeado y en la mira, aunque son varias las fuentes que aseguran que no le van a soltar la mano. El ministro les dijo a sus colegas que él mismo podía salir a dar las explicaciones; desfiló ante varios ministerios y el consenso general indicó que lo mejor sería guardarlo. La oratoria no es lo suyo.

Los que aún lo sostienen en el PRO aseguran que es un “excelente profesional técnico, pero del mundo corporativo, donde lo que prima es el resultado”. Hay quienes afirman haberle escuchado decir que “Argentina se ha quedado sin energía, ya no quedan reservas ni para luz ni para el gas”. Es cierto –reflexiona un diputado– “pero la paciencia de la gente tiene un límite y dentro de poco ya no le va a importar el desastre que dejó De Vido o las aventuras de Cristina. Quiere luz, gas y poder pagarlos”.

¿Qué ocurrió entonces? Es evidente que no se llegó a medir el impacto social de las medidas. Tampoco se realizó un tamiz exhaustivo de los casos especiales: zonas geográficas más sometidas al frío,  gente común con afecciones puntuales que las transforman en electrodependientes, etc. Se avanzó y luego vino el aluvión de quejas. Un error, según reconoce el oficialismo.

En ese contexto lo único que quedaba por hacer era poner en marcha un plan de contingencia destinado a lograr un control de daños. Por eso la conferencia de prensa del ministro del Interior, Rogelio Frigerio quien, junto a Aranguren anunció el tope a los aumentos. Los anuncios no bastaron y llegaron los amparos. La judicialización del tema prolongará el conflicto. En fin, un aprendizaje que le costará caro al Gobierno.

Producción periodística: Santiago Serra.

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domingo, 3 de enero de 2016

Ajuste de tarifas eléctricas en C.A.B.A. y G.B.A.... @dealgunamanera...

Con subas de hasta el 500% buscan racionar el uso de la electricidad…

En las próximas semanas presentarán el nuevo precio de la energía para Capital y GBA. El ala técnica ya diseñó el esquema y ahora depende de Jefatura de Gabinete. Apuntarán también a reducir subsidios. Infografía: Sergio Ucedo

Preparan el anuncio de aumentos de tarifas. En las próximas semanas presentarán el nuevo precio de la energía para Capital y GBA. El ala técnica ya diseñó el esquema y ahora depende de Jefatura de Gabinete. Apuntarán también a reducir subsidios.

© Escrito por  Nicolás Gandini y publicado el domingo 03/01/2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Pasaron la salida del cepo y la devaluación. El Gobierno se alista ahora a otro capítulo de la herencia económica: aumentar las tarifas eléctricas de la Ciudad Buenos Aires y el Conurbano. El anuncio llegaría en cuestión de semanas. En la cabeza de los técnicos que trabajan con el ministro de Energía, Juan José Aranguren, hay dos ideas centrales: que los usuarios sientan en el bolsillo el gasto en electricidad y racionen su consumo, y que las empresas vuelvan a invertir. Si fuera por el ala profesional, las tarifas deberían subir cuanto antes. Pero hay tiempos políticos de por medio.

Más de dos millones de hogares del área metropolitana pagan menos de $ 30 por mes por la energía que toman de la red. Es decir, menos de un peso por día. Son residenciales que consumen 300 kilowatt por hora (KWh). Representan casi la mitad del universo total de usuarios cubiertos por Edenor y Edesur, las dos mayores distribuidoras de la Argentina. En concepto de cargo fijo abonan apenas $ 4,46 por bimestre, según el cuadro tarifario actual, que se mantuvo congelado desde 2001.

Aranguren confirmó que en los primeros dos meses de 2016 se definirán los incrementos de las facturas de luz de la zona metropolitana, que paga tarifas tres o cuatro veces más baratas que en el interior del país. Aunque no precisó detalles de cuánto aumentará la electricidad, se sabe que el primer salto será significativo. Hay quienes hoy pagan $ 60 por bimestre, y tendrán aumentos de entre el 200 y el 500%. Más del 80% de los alcanzados son hogares, y el resto, industrias.

El atraso tarifario es tan grande que la primera corrección deberá ser importante si se apunta a reducir los subsidios que se lleva el sector eléctrico. Sólo a partir de una primera suba de peso podrá establecerse luego un sendero gradual de aumentos”, explicó a Perfil un ejecutivo que en los últimos días se reunió con el gabinete energético.

Esta semana el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, defendió el próximo ajuste, al asegurar que “no podemos seguir derrochando lo que no tenemos”. “Asustan los porcentajes, pero una factura que se pagaba $ 150 y pasa a $ 350 implica una diferencia de $ 200, que es también igual a dos taxis o dos pizzas”. “Creo que ésa es la discusión que hay que tener”, destacó en una entrevista televisiva.

La masa de subsidios que demanda el sector energético se desmadró en los últimos años. Representa cerca de 3 puntos del PBI. Sólo el sistema eléctrico requiere subsidios anuales por más de $ 80 mil millones. Según un informe basado en datos de 2014 de Cammesa –la administradora el mercado mayorista– al que accedió este medio, las tarifas que pagan los usuarios de Edenor y Edesur sólo permiten cubrir el 17% del costo de generación, transporte y distribución de energía.

En el interior esa brecha es menor porque las distribuidoras provinciales pudieron recomponer sus cuadros tarifarios. Aun así, lo que se recauda representa el 42% de costo real del sistema. El resto lo absorbe el Estado principalmente mediante subsidios al segmento de generación. Esos fondos son los que busca achicar el Gobierno con una suba del precio de la energía. Aranguren afirmó que en una primera etapa se buscará reducir subvenciones por $ 70  mil millones, pero no especificó un horizonte temporal.

Desde lo técnico, la elaboración de una propuesta para recortar subsidios está en la cabeza de Andrés Chambouleyron, subsecretario de Política Tarifaria del Ministerio de Energía, que está abocado al diseño de los nuevos cuadros tarifarios que se darán a conocer en las próximas semanas. El funcionario –un economista especializado en regulación de servicios públicos– fue quien propuso un esquema para mantener un subsidio equivalente al consumo de 150 kWh para dos millones de hogares de bajos recursos en todo el país.

Timing político.

El ajuste final de las tarifas surgirá de una serie de mediaciones con otros exponentes de peso del gabinete como el propio Prat-Gay; el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, con voz para opinar en cuestiones presupuestarias; y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, que se apoya en Gustavo Lopetegui, uno de sus hombres de máxima confianza y virtual controller del Ejecutivo, para definir cuestiones ligadas al negocio petrolero y energético.

Para Aranguren, el sinceramiento tarifario –tal como le gustaría que se presente la medida– tiene sentido no sólo para reducir el déficit fiscal por subsidios.

Confía, además, en que con precios más altos los usuarios domiciliarios dosifiquen su consumo de energía. “Hoy la demanda está desbocada porque el costo no afecta al bolsillo”, reconocen cerca de Aranguren.

El aumento de las tarifas es, a su vez, condición sine qua non para relanzar la inversión privada.

Negocian que la nafta no trepe más de 20% en el año.

Desde mañana, el ministro de Energía, Juan José Aranguren, buscará avanzar en la redacción de un acuerdo de precios con las empresas petroleras, provincias productoras y sindicatos que sentará las bases de cuánto aumentarán los combustibles durante 2016. La intención del Gobierno es que no suban más de un 20% durante el año. 

Se trata, en la práctica, de replicar una iniciativa similar a la que impulsó en 2015 el ex titular de Economía, Axel Kicillof, que mantuvo el precio interno del petróleo en valores competitivos frente al derrumbe del barril a nivel mundial. El objetivo es el mismo: defender la mayor cantidad de puestos de trabajo. Pero, a diferencia de su versión anterior, que funcionó en base a un acuerdo verbal entre cada uno de los actores de la industria, esta vez Aranguren quiere que el acuerdo quede por escrito.

El trazo grueso del nuevo entendimiento quedó definido la semana pasada tras reuniones que funcionarios de Energía mantuvieron con representantes de YPF, la mayor productora de hidrocarburos que es controlada por el Estado, y Pan American Energy (PAE), que es propiedad de BP, la china Cnooc y los hermanos Carlos y Alejandro Bulgheroni. El precio local de crudo seguirá en cerca de US$ 65 cuando en Estados Unidos es menos de 40.