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domingo, 24 de abril de 2016

Fin de pendientes… @dealgunamanera...

Fin de pendientes…

Vía Libre. Alfonso Prat-Gay. Dibujo: Pablo Temes

El pago a los holdouts alivia y elimina obstáculos y excusas. Cristina, complicada.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 23/04/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Hasta que no arreglemos con los holdouts, no habrá plan económico”. Esa es la frase que se venía escuchando en el Gobierno desde el Presidente para abajo. Ese objetivo se logró y se terminó de concretar el viernes pasado, es decir, 14 años y cuatro meses después de aquel infausto día en que el presidente brevis Adolfo Rodríguez Saá lo había decretado entre los aplausos y vítores de legisladores que no se supo bien qué festejaban.

Cuando se escriba toda la historia de estos 14 años en default, se hará mucho más evidente –entre otras cosas– el grosero error que cometió Cristina Fernández de Kirchner cuando, mal aconsejada por su ministro de Economía, Axel Kicillof, y llevada por los arrebatos fantasiosos del así llamado “relato”, decidió frenar el último día de julio de 2014 un acuerdo en marcha con los fondos buitre que le hubiera permitido a su gobierno acceder a una solución a este litigio por muchísima menos plata de la que ahora debió erogarse.

En esa negociación dramática –contada con todo detalle por el entonces presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega–, un grupo de banqueros había decidido aportar gran parte del dinero requerido para llevar adelante la operación. “Si Cristina hubiese arreglado con los holdouts, habríamos podido enfrentar las elecciones con una realidad económica mejor y con mayores chances de ganar las elecciones”, se lamentaba por estas horas un hombre que fue parte importante del equipo de campaña de Daniel Scioli.

El cierre del conflicto con los holdouts representa una gran oportunidad para el país y un enorme desafío para el Gobierno. El viernes se vivía en el corazón de la City porteña un clima de euforia que no se experimentaba desde hace años. El reto de aquí en más es que esa euforia se traduzca en mayores niveles de inversión y no quede limitada a una circunstancia financiera que beneficie a unos pocos y deje en un limbo de penurias a millones de argentinos.

El gobierno de Mauricio Macri enfrenta una realidad económica compleja. La luna de miel ya pasó. La inflación está en el centro de los problemas que hacen difícil la vida de la mayoría de los argentinos. El aumento de las tarifas y la caída del consumo representan una combinación que está haciendo crujir al sector de las pequeñas y medianas empresas, que son los principales dadores de trabajo en el sector privado. Con tasas de interés al 30% y con negociaciones paritarias aún pendientes, se les hace muy complicado mantenerse a flote a muchas de ellas. Las inversiones llegarán. Pero no ocurrirá de un día para el otro. Eso genera impaciencia en el Gobierno.

Es que saben que necesitan que estos beneficios comiencen a ser experimentados por la población lo antes posible. Por eso, la obra pública jugará un rol fundamental. Lo primero que vendrá será la reactivación de muchas que estaban paradas ya desde los últimos meses del gobierno de CFK.

Desnuda. Hablando de la ex presidenta, la semana que pasó la puso en una realidad que inquieta al kirchnerismo duro: la paulatina declinación de su liderazgo. Su mejor momento lo vivió con los diputados del Frente para la Victoria que aún le son leales. Ya con los intendentes del Gran Buenos Aires las cosas fueron un poco más heterogéneas.

El faltazo de muchos senadores, en cambio, la puso frente a la realidad de su pérdida de poder. La decisión de retirase antes de la finalización del encuentro adoptada por Juan Manuel Abal Medina habla del mal clima que hubo allí.

“La reunión fue mala”, confesó uno de los asistentes que supo ser una de las espadas de la ex presidenta. Cuando se le pidió hacer una autocrítica por la derrota electoral de noviembre, CFK fue terminante: “Scioli perdió por no haberme escuchado más a mí” (sic).

Se cierne alrededor del entorno de la ex mandataria una situación judicial cada vez más complicada. El episodio protagonizado por Jorge Chueco, el abogado que armó toda la trama legal del lavado de dinero obtenido por Lázaro Báez a partir de los sobreprecios pagados por la obra pública que se le adjudicó, habla de la debacle que se vive en esa verdadera organización que se montó para beneficiarse de la corrupción.

Es importante señalar que, además de la declaración judicial de Leonardo Fariña –que “el valijero” amplió en la semana–, en la que se alude a Chueco, está la investigación del fiscal federal José María Campagnoli, que determinó con precisión el rol clave de este personaje en esta trama delictiva.

Tan exacta y bien fundamentada había sido esa investigación del fiscal que el kirchnerismo buscó sacarlo de la cancha de cualquier manera. Por eso fue el juicio político que montó la procuradora Alejandra Gils Carbó en el que, insólitamente, uno de los testigos fue el mismísimo Chueco.

Nadie puede asegurar a ciencia cierta cuántas cosas más se sabrán de este caso llamado “la ruta del dinero K”. Lo que sí queda claro es que “la ruta del dinero K” significará el camino de la cárcel para Lázaro Báez, Martín Báez, Daniel Pérez Gadín, Sebastián Pérez Gadín, el ya mencionado Jorge Chueco y otros. La pregunta es: en el rubro otros, ¿estarán Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.


domingo, 31 de agosto de 2014

Economía, ¿Hacia dónde nos dirigimos?... De Alguna Manera


¿Hacia dónde nos dirigimos?...

Internas. Fabrega-Kicillof.

Inyectarán $ 100 mil millones para salvar el año. Es el triple de lo que se volcó en la última parte de 2013. Será para financiar al Tesoro y vencimientos de letras del BCRA. Más presión a los precios y al dólar paralelo.

Sin dólares externos por el default y con urgencia por reactivar la economía, el Gobierno apelará a una receta conocida. Impulsar la actividad con fondos públicos. Para hacerlo, el Gobierno volcará entre $ 80 mil y $ 100 mil millones a la calle en los últimos dos meses del año, con lo que casi triplicaría la expansión monetaria del mismo bimestre del año pasado. Mientras en Economía rechazan que más emisión impacte en los precios, varios economistas advierten que podría sumarse presión sobre la inflación que ya está en el 35% anual, y sobre la cotización del dólar paralelo, que mañana arrancará la semana cerca de $ 15.

La gestión de fin de año ahondará la pulseada entre el ministro de Economía, Axel Kicillof, y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, uno partidario de darle más aire al consumo, y el otro más propenso a subir las tasas para restringir la inflación y evitar una mayor devaluación.

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La inyección de pesos estimada (que equivale también a un tercio del circulante, cifrado en cerca de $ 300 mil millones) surge de los vencimientos de Lebac (las letras con las que el Banco Central aspira pesos del mercado) más lo que se proyecta emitir como necesidades de financiamiento del fisco, según explica el director de Perspectivas Económicas, Luis Secco. Los $ 80 mil millones que se necesitan casi triplican los $ 33 mil millones utilizados en noviembre y diciembre de 2013 para financiar al Tesoro.

Para Miguel Boggiano, titular de Carta Financiera, el cuadro de default hace que haya menos dólares disponibles por cada peso dando vueltas. “Fábrega lo sabe y por eso en los últimos 15 días de julio el BCRA absorbió $ 11 mil millones”, recuerda. Las Lebac se convirtieron en una “bomba de tiempo”, según Boggiano. El 2 de enero, las letras llegaban a  $ 94.545 millones. Sólo 7 meses después, las Lebac están en $ 187.725 millones. La deuda de corto plazo del Central creció 98%, detalló.

Riesgos

Algunos economistas advierten que la caída de la actividad y del consumo y la consiguiente  menor demanda de dinero circulante generará una mayor suba de precios. Y que una mayor presencia de dinero ocioso en la calle es más combustible también para el tipo de cambio ilegal. Según sostiene el economista jefe Diego Giacomini, de la consultora Economía y Regiones, con la actual expansión monetaria y una caída del PBI cercana al 3%, si la demanda de dinero acentúa su caída de -13% a -19% durante 12 meses, la inflación promedio podría trepar hasta 44%-45% a fines de 2014 y comienzos de 2015.

“Dependiendo de la evolución del gasto y del déficit fiscal, el BCRA emitirá entre $ 115 mil y $ 135 mil millones  para financiar al Tesoro en el período agosto-diciembre, lo cual probablemente implicaría un aumento de la base monetaria del 25%-30% interanual a fin de año si es que el BCRA no sube fuertemente la tasa para absorber muchos más pesos”. Es decir, dependerá de quién prime, si Fábrega o Kicillof.

El economista del Centro de Investigación y Gestión de la Economía Solidaria (Ciges) y profesor de la UBA Ernesto Mattos consideró, en tanto, que la cuestión de la emisión de fin de año no es el tema más importante de la economía actual, sino el devenir de la reestructuración de deuda y pelea contra los fondos buitre.  “Hay que ver cómo termina el año en cuanto a la expansión de la base monetaria –o la retracción–. Pero lo central es ver cómo siguen las variables reales. Se sigue desacelerando la industria, la construcción”, detalló. Mattos reconoce que todavía el debate sobre la suba de tasas no está saldado. “La tasa que más afecta es la de adelanto de cuenta corriente a las pymes. Subir las tasas ahí quizás afecta a uno de los sectores que más influye en la economía y en la generación de empleo”, apunta, en línea con lo que podría esgrimir el ministro de Economía. Las tasas que paga hoy el Central por las Lebac rondan el 26% y atraen a inversores minoristas, aunque aún pierdan frente a una inflación. Por sus propias reservas cobra alrededor del 1% o 2%. “Las Lebac lo hacen perder plata”, dice Boggiano.

La tesis del paralelo a casi $ 20

En la consultora Economía y Regiones, el economista  Diego Giacomini usa el cálculo de la base monetaria dividida por el volumen de reservas como un indicador para anticipar la evolución del dólar paralelo, que el Gobierno remarca que es ilegal producto de un mercado pequeño. Según su perspectiva, hacia fines de año habría reservas en el orden de los US$ 24.600 millones (producto del pago de deuda e importaciones de combustibles, más algún otro bien que se permita ingresar del exterior) y una base monetaria que redondearía los $ 471 mil millones. En este escenario, el denominado “dólar cobertura” arroja $ 19,20.“Hay que recordar que desde el establecimiento del cepo cambiario el dólar blue se mueve de la mano del dólar cobertura, es decir, el dólar blue se encarece a medida que hay más pesos y menos dólares en el BCRA”, redondea.

© Publicado el Domingo 31/08/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



jueves, 7 de agosto de 2014

Riesgo Kicillof, detrás de los buitres… De Alguna Manera...


Riesgo Kicillof, detrás de los buitres…

Buscando precios, Axel Kicillof. Dibujo: Pablo Temes

El ministro apuesta a liderar la malvinización del conflicto con los holdouts. Deseos políticos.

Hay varias versiones sobre por qué no hubo acuerdo con los holdouts y caímos en default, y todas apuntan a Kicillof.

La primera explicación señala que él boicoteó el acuerdo entre privados, impulsado apenas disimuladamente por Fábrega y Capitanich, por la disputa de poder que mantiene con ellos. Cuando en la conferencia de prensa del miércoles 30 a la tarde, momento en que parecía que los banqueros de ADEBA iban a poner las garantías de pago que les venían exigiendo sin éxito los demandantes, el ministro de Economía sacó a relucir que la ley que en 2010 levantó el cerrojo en verdad lo había hecho a medias y el Estado no reconocería ni entonces ni nunca más de 35% del valor de los bonos que Brito y sus pares estaban comprometiéndose a pagar al 100%, éstos se mandaron a guardar y todo voló por los aires. Así, Kicillof habría logrado imponer su condición de única voz oficial en la materia y hombre fuerte del Gobierno.

La segunda versión llama la atención sobre una inclinación ideológica y política más general del ministro, y su preferencia por una buena pelea antes que un mal acuerdo (categoría en la que ubica a casi cualquier arreglo posible). Hace tiempo que Kicillof se convenció, y luego convenció a Cristina, de que pagar la sentencia no sólo implicaba riesgo material, por la RUFO, sino sobre todo un gran riesgo simbólico, quedar humillados ante un tribunal extranjero y los peores personeros del capitalismo financiero, con la previsible consecuencia de perder apoyo tanto en el núcleo duro que reclama coherencia doctrinaria como de votantes del común que quieren un gobierno fuerte que dé seguridades.

Se convencieron también de que la recesión, aun en caso de cerrar el litigio y conseguir algo de financiamiento, seguiría al menos por el resto del año, así que mantener abierto el conflicto ofrecía la oportunidad de echar la culpa por la mala situación doméstica a los demandantes y a Griesa. Para Kicillof resultó conveniente entonces asumir una tesitura de máxima, inflexible, apostando a que, hubiera o no acuerdo, él resultara beneficiado: si los demandantes cedían y esperaban para cobrar él habría ganado la pulseada emulando, al menos a ojos de su jefa y de las bases, al Néstor de la reestructuración de 2005; si también aquéllos se mantenían en sus trece y había default, el ministro estaría llamado a liderar la politización y malvinización del conflicto.

Probablemente lo que sucedió fue una mezcla de ambas cosas, internismo y radicalización, y también puso su granito de arena un tercer factor, la torpeza e improvisación. Si en el Ejecutivo se hubiera valorado a tiempo y en serio la oferta de los bancos locales y extranjeros se habría podido evitar la chapuza de los últimos días. El optimismo con que el propio Kicillof salió del último encuentro con Pollack, su sorpresa cuando éste afirmó que las negociaciones habían fracasado y la todavía esperanzada alusión a un acuerdo entre privados con que cerró su conferencia de prensa, para una vez consumado el default dedicarse a denostar a Brito como si hubiera entorpecido un plan maestro del Gobierno, revelan que su promesa de “tener todo estudiado profundamente” quedó en eso. 

Volviendo al rol de Kicillof, su intervención debió ser decisiva también por otro factor, que tiene relación tanto con la interna oficial como con el proceso de radicalización y “salvación simbólica del modelo”, pero los supera con creces a ambos: la propia carrera política del ministro.

Seguramente Kicillof percibió en estos días el riesgo que estuvo corriendo su cabeza. Pero como buen aventurero que es, debió estar particularmente atento a las oportunidades que la situación ofrecía para proyectarse como líder hacia el futuro. Oportunidades cuyo aprovechamiento dependía no sólo, e incluso no necesariamente, de salvar el ethos oficial, sino de salvar en particular su protagonismo.

Todos los que conocen al ministro desde sus tiempos de líder estudiantil acuerdan en algo: que siempre ha sido leal a una sola cosa y una sola idea, él mismo y el rol providencial que cree le tiene reservado el destino. De allí que jamás se incorporara a ninguna estructura u organización (ni siquiera es miembro de La Cámpora) y siempre dedicara sus mayores esfuerzos a rodearse de un séquito de obnubilados acólitos.

De allí también que se resistiera siempre a pagar cualquier costo político, incluso para defender las políticas oficiales: su renuencia a avalar las cifras del Indec hasta el momento en que asumió como viceministro, a fines de 2011, más que como homenaje a la verdad científica o muestra de espíritu crítico dentro del campo oficial, vista desde hoy (después de comprobar cómo el “nuevo INDEC” a su cargo sigue mintiendo, y en algunos casos, como el de la pobreza, lo hace más que antes, y el monolitismo doctrinario se fortaleció en vez de suavizarse desde que él y su gente lograran reemplazar a Moreno y los boudouístas) puede considerarse un indicio elocuente de ese afán de autonomía y excepcionalidad.

Para un político con estos rasgos e inclinaciones, el estallido de la crisis con los holdouts, que puso el foco de atención de todo el mundo en él, junto a la decisión presidencial de mantener abierta la lista de posibles candidatos para 2015 y con ella la búsqueda de un sucesor a la medida para el proyecto oficial, mientras en el propio frente económico se le acumulaban problemas mucho más difíciles de hacer funcionar como trampolín a la gloria, actuó como un estímulo imposible de resistir para hacer progresar su carrera tomando altos riesgos. Kicillof los corrió y por ahora se puede decir que su juego le está dando frutos, aunque los costos para el país sean considerables y puedan terminar siendo incluso catastróficos.

En estos días varias organizaciones kirchneristas anunciaron, como para completar la semana de la desmesura, un homenaje a Boudou, según ellos para resarcirlo por la “condena mediática” que habría sufrido. Aun en su delirio, es seguro que los promotores del encuentro saben muy bien que el vicepresidente es irrecuperable como figura pública. Por eso varios aprovecharon para adelantar que su candidato preferido ya no es Urribarri, ni será tampoco Randazzo, porque quieren entronizar a Kicillof. 

La deriva que experimenta el proyecto oficial tal vez sea una buena ocasión, aunque por cierto tan costosa como penosa, para plantearse una pregunta difícil de responder, y que puede ser vital para nuestro aprendizaje político: ¿quién es más dañino: un oportunista, incluso un ladrón que dice cualquier cosa para justificarse, o un fanático que en serio se la cree y actúa en consecuencia?

© Escrito por Marcos Novaro el Domingo 03/08/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires.


domingo, 15 de junio de 2014

Amado, horas decisivas... De Alguna Manera...


Horas decisivas...

Busco mi destino. Amado Boudou. Dibujo: Temes

De cómo se resuelvan la suerte del vicepresidente y la deuda depende gran parte del futuro político.

Fue una muy mala semana para Amado Boudou. La declaración indagatoria que prestó ante el juez federal Arel Lijo precipitó los hechos que han dejado expuestas algunas de sus mentiras. La muy buena entrevista que le realizaron Ernesto Tenembaum y Marcelo Zolotogwiazda en su programa de TN Palabras+, palabras-, no hizo más que dejarlas al descubierto, lo cual empeoró aun más la delicada situación del vicepresidente.

Los que saben lo que pasó en el tercer piso del edificio de los tribunales de Comodoro Py 2002 –donde tiene su despacho el juez federal Ariel Lijo– coinciden en señalar que la exposición de Boudou fue pobre. Lo primero que llamó la atención fue el bajo nivel de conocimiento que su abogado tenía tanto del expediente como de la requisitoria del juez. Por eso, cliente y abogado quedaron sorprendidos, lo que los obligó a pedir un cuarto intermedio no bien se terminó la lectura de los cargos que pesan sobre la parte defendida. Una vez comenzada su exposición, el vicepresidente hizo agua en varios de sus pasajes. “Menos mal que no se televisó; se salvó de hacer un verdadero papelón”, coinciden las “gargantas profundas” de tribunales, que saben al dedillo lo que pasó en el despacho del juez el lunes pasado.

No se vio nada de la pose de guapo que Boudou había exhibido en su raid mediático en los días previos. No queda claro tampoco si llegó a comprender cabalmente que en una causa judicial lo único que vale es lo que está escrito en el expediente. Es posible, en cambio, que allí se haya dado cuenta de los malos abogados que eligió para llevar adelante una causa que exige una calidad profesional superior a la de quienes lo atienden. Vale recordar que son letrados del estudio de Darío Richarte –ampliamente conocido por sus vinculaciones con la Secretaría de Inteligencia–, que creen que todo este escándalo se arregla con aprietes. 

De todas maneras, no se dan por vencidos en su afán de querer sacar al magistrado de la causa a base de carpetazos. El juez Lijo tuvo una fina atención con el vicepresidente cuando, en el llamado a indagatoria, le hizo saber detalladamente la trama de los hechos por los cuales se lo está investigando. De todos modos, al hacerlo, expuso sólo una parte de las evidencias en su contra, que se han venido recolectando laboriosamente a lo largo de estos dos años que lleva la causa. Para mayor infortunio de Boudou, en la semana que pasó apareció un elemento novedoso: la declaración del ex asesor de gabinete de Ricardo Echegaray, Rafael Resnick Brenner. La descripción de la reunión que dijo haber mantenido en el Ministerio de Economía con Guido Forcieri, jefe de Gabinete del entonces ministro Boudou, y con José María Núñez Carmona –su amigo y socio, que ahora parece no serlo tanto– para hablar del asunto Ciccone, fue un golpe brutal para el vicepresidente. Se abrió allí un nuevo frente de batalla. Hasta aquí, su pelea era contra los periodistas y contra el juez. 

Ahora es también contra Ricardo Echegaray. Imposible pensar que Resnick Brener, actual director de la regional Salta de la AFIP, haya revelado semejante información sin el conocimiento de su superior. Esto hace crujir al Gobierno y causa preocupación dentro de sus filas. En sus manifestaciones públicas, Boudou pretende aparecer como un mártir, categoría de la que lo separa una galaxia. El problema adicional que tiene es que no termina de darse cuenta de que se ha abierto una compuerta a través de la cual el cúmulo de evidencias que va apareciendo en su contra deja sus mentiras expuestas a la vista de todo el mundo. 

Sobre Guillermo Reinwick, yerno de Nicolás Ciccone, pasó de decir que no lo conocía a confesar que estuvo con él en una cena de tres horas en compañía de Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical, y Núñez Carmona en el suntuoso Palacio Duhau (sic). Hasta el miércoles pasado, Boudou y Núñez Carmona compartían el mismo abogado. Esto ha dejado de ser así a causa de los intereses contrapuestos que han aparecido entre uno y otro. ¿Es creíble que Núñez Carmona, que en todos los testimonios de los protagonistas clave de esta bochornosa historia aparece mencionado como amigo del vicepresidente, lo haya hecho sin que éste lo supiera?

La Argentina enfrenta mañana una instancia decisiva en su larga disputa contra los fondos buitre. La decisión de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos es crucial. Un fallo adverso al país lo dejará en una situación de default técnico, hecho que complicará su presente y su futuro económico. Por ello, fue muy importante la tarea de la comisión multipartidaria de diputados que pasó la semana en Washington hablando con congresistas de los dos partidos estadounidenses, Demócrata y Republicano. En esas conversaciones, los legisladores argentinos se encontraron con dos datos que marcan los errores de la política exterior del kirchnerismo: el primero, el aislamiento del Gobierno; el segundo, el acuerdo por la AMIA firmado con el régimen de Irán. 

Será tarea del presidente que asuma el 10 de diciembre de 2015 reconstruir la Cancillería. Lo que está sucediendo allí es catastrófico. El copamiento que de la repartición ha hecho La Cámpora ha dejado a la deriva aspectos elementales de una conducción profesional de las relaciones exteriores. Por fortuna, el caso argentino interesa a la administración del presidente Barack Obama, no por un excesivo afecto hacia el actual gobierno, sino por una cuestión de necesidad: un fallo de la Corte a favor de los fondos buitre sería malo no sólo para la Argentina sino también para los otros países que debieron renegociar sus deudas con bonistas tras la crisis económica de 2008-2009. Ahora se conoce, además, que el secretario de Estado de los Estados Unidos, John Kerry, hizo gestiones a favor del acuerdo que negoció Axel Kicillof con el Club de París. Habrá que ver si la Presidenta recibió el mensaje.

La economía, mientras tanto, sigue su curso desvaído. Las disputas entre Kicillof y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, han recrudecido. El motivo ha sido el tope impuesto por el ministro a las tasas de interés de los préstamos prendarios, personales y de las tarjetas de crédito. Claro que son exorbitantes. El problema es que son consecuencia del proceso inflacionario, que no cesa. Es lo que, como siempre, les cuesta comprender tanto a Cristina Fernández de Kirchner como a Axel Kicillof, quienes siguen creyendo que todo se arregla con la manipulación de las cifras que mes a mes da a conocer el Indek o con los Precios Cuidados que, día tras día, aparecen más descuidados.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el Domingo 15/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.