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martes, 18 de noviembre de 2014

Pepe Eliaschev... Q.E.P.D. Pepe Querido... De Alguna Manera...

Murió el periodista Pepe Eliaschev...


Falleció tras un cáncer de páncreas esta madrugada en Buenos Aires, según confirmó la Agencia Judía de Noticias.

Pepe Eliaschev venía luchando contra un cáncer de páncreas hace varios meses, según pudo confirmar la Agencia Judía de Noticias. Hace diez días empeoró su estado de salud por lo que tuvo que ser internado. Falleció en la madrugada de hoy en Buenos Aires a los 69 años.

José Ricardo Eliaschev nació en Buenos Aires el 31 de mayo de 1945, nieto de inmigrantes judíos que llegaron a la Argentina a comienzos del siglo XX, y estuvo muy vinculado a la comunidad judía.

Debutó en el mundo del periodismo en el año 1964, en la revista Todo y siguió en medios gráficos como Gente, Confirmado y Análisis, entre otros. Dio el salto a la radio en 1967, con ¿Y vos quién sos?, por Radio Municipal. En  noviembre de 1974, cuando trabajaba como redactor de la revista El Descamisado, fue amenazado por la organización peronista Alianza Anticomunista Argentina, por lo que partió al exilio en Caracas.

Durante su exilio vivió en Venezuela, Estados Unidos y México. A su regreso a Buenos Aires, tras la recuperación de la democracia, fue columnista y conductor de programas en Radio Continental. Además participó en el ciclo televisivo Badía & Cía., por Canal 13.

Entre los años 1985 y 1986 condujo por ATC su programa Cable a Tierra y entre 1993 y 2008 realizó su ciclo televisivo semanal Pepe Eliaschev por las señales de cable CVN, Plus Satelital y América 24.

Su programa insignia radial Esto que Pasa se mantuvo veinte años al aire sin interrupción hasta su levantamiento en 2005, año en el que Eliaschev recibió el premio Martín Fierro por Mejor Programa Periodístico en Radio. El columnista regresó con el mismo ciclo en marzo de 2012 a Radio Mitre.

A lo largo de su carrera periodística entrevistó a personalidades como Cassius Clay, Ted Kennedy, Jorge Rafael Videla, Raúl Alfonsín, José Mujica, Eduardo Frei, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato y Augusto Roa Bastos.


© Publicado el martes 18/11/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.








































jueves, 30 de octubre de 2014

El precio a pagar… De Alguna Manera...


El precio a pagar…

Frente Amplio UNEN... Foto: Telam

Mientras ya empieza a recalentarse la temporada preelectoral, preocupa la falta de definiciones en el arco opositor. 

La temporada preelectoral está abierta, nos guste o no. Aun cuando es evidente que el lapso que nos separa de las elecciones que habrán de disputarse en una fecha prácticamente idéntica a la de hoy, 28 de octubre, dentro de un año, es extenso, la velocidad que se le vienen imprimiendo las campañas en torno de los candidatos más o menos reconocibles a este proceso, es igualmente muy importante. Uno de los rasgos de la inmadurez institucional argentina, ahora que hemos visto cómo se han desarrollado las elecciones en Brasil y en Uruguay, es que la Argentina sigue sin resolver un problema que no es encarado porque mayoritariamente no es considerado importante.

Tengo para mí que esta es la pura verdad. Para una mayoría de argentinos, o al menos para un fragmento decisivo de la sociedad no es grave ni merece preocupación que el país, a diferencia de lo que sucede en la propia Sudamérica, carezca de una geografía política aproximadamente reconocible por líneas de identificación ideológicas, doctrinarias, programáticas o de valores.

Es así que a lo largo de tres décadas, pero sobre todo a lo largo de los últimos quince años, se sigue repitiendo este fenómeno de una temperatura preelectoral recalentada, pero al fuego artificial de los asesores, operadores, comandos y campañas que tienen muy poca capilaridad respecto de la sociedad civil. ¿Qué implica tener “poca capilaridad”? Que las construcciones políticas siguen siendo en la mayor cantidad de los casos – no quiero ser contundente y rotundo – de laboratorio. Y es por eso que en lugar de que los expertos vengan al pie de las fuerzas políticas, como sucede en otros países, en la Argentina, las fuerzas políticas se pongan al pie de los así llamados expertos. Categoría en la cual englobo a pollsters – como se les llama en los Estados Unidos – encuestadores, analistas de campaña y consultores profesionales. Esta problemática no se resuelve y genera incertidumbre y titubeos por la sencilla razón de que la mayoría de la sociedad descree, desconfía o vitupera de la política. Me apresuro a decir que este no es solo un fenómeno argentino por antonomasia. La política a escala mundial no atraviesa hace años un momento de respetabilidad. Esto sucede en Europa occidental, en los Estados Unidos y también en América del Sur. Con todo eso, sin embargo, uno advierte que en las recientes experiencias de Brasil, Uruguay, Bolivia e incluso Chile, más allá del descrédito, la poca credulidad social en los partidos o en todo caso la actitud reticente que uno advierte en la sociedad de cara a los partidos políticos, hay, al menos, un mapa electoral ideológico discernible. Uno sabe qué estaba detrás de Tabaré Vázquez. Y uno sabe qué está detrás de Dilma Rousseff. Uno sabe qué estaba detrás de Michelle Bachelet, y qué estaba detrás de Evo Morales.

Con sus más y sus menos, con sus pros y sus contras, estos personajes –en el caso de Vázquez, dirigiéndose de manera casi inexorable a un segundo mandato presidencial- son fácilmente asociables con posturas que se contraponen o diferencian de sus rivales. Esto no sucede en la Argentina. No es fácil, por no decir imposible, trazar un perfil diferenciante, filiatorio, que permita decir en qué no son iguales, o en qué no son parecidos Daniel Scioli y Sergio Massa. O en qué se diferencian Sergio Massa y Mauricio Macri.

Por eso, el peso, en esta oportunidad, recae sobre la fuerza que había generado expectativas como un intento valioso de aportarle al menos al debate político argentino un valor agregado. Y eso era el Frente Amplio UNEN. He dicho ante este micrófono, que arrancaron con la adopción de un nombre que no responde a la realidad. Porque el Frente Amplio es una marca registrada de la política uruguaya, se fundó en 1971 –hace 43 años– atravesó una larga penuria electoral; ya en democracia se incorporó al Frente Amplio lo que quedaba de los Tupamaros, y se fue transformando en una fuerza de izquierda que llegó al primer mandato presidencial doctor Vázquez. Los contornos del Frente Amplio uruguayo siguen siendo relativamente los mismos hoy que hace 25 años. Y de ahí surgen las presidencias de Vázquez y de José Mujica. El primero de ellos del viejo partido socialista, y el segundo, que culmina ahora su mandato en marzo, uno de los históricos líderes del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.

Lo mismo cabe, desde luego, para Rousseff. Y aun cuando la política brasileña está cruzada por fragmentaciones y hay una estrategia de alianzas en el Parlamento Federal de Brasilia que es bastante demencial, la opción que se presentó el domingo 24 de octubre era muy evidente: Aécio Neves y Dilma Rousseff, representaban no fronteras impenetrables, pero diferencias bastante evidentes. Ni hablar de lo que implicó el triunfo de Michelle Bachelet en Chile.

¿Qué tenemos en la Argentina? Anoche lunes 25, la escuchaba a Elisa Carrió conversando con Joaquín Morales Solá en su programa de televisión. Me llama la atención el nivel de tolerancia que la sociedad tiene para ciertos modelos de conducción. “Estamos bárbaros en Capital Federal”, dijo Carrió. Quizás tenga razón. Yo soy de los que no se dio cuenta a qué llama ella “estar bárbaros”, y qué significa el concepto de “bárbaros”, una palabra para una generación bastante posterior a la que encarna Carrió. Eso sí: admitió que falta organizar la provincia de Buenos Aires y que sacar el 10% en esa provincia implica perder las elecciones nacionales. Nada más que eso. Pequeña carencia, doctora Carrió.

Hay un problema de origen a mi modo de ver, dicho con todo respeto, que pasa por la apreciación de lo principal y de lo secundario. ¿Qué es lo principal para las fuerzas pequeñas, medianas y grandes que fueron confluyendo inicialmente en el Frente Amplio UNEN? ¿La modificación de los planes económicos y sociales del kirchnerismo? ¿El estilo de gobierno? ¿Comparten todos la idea de que el país vive una gravísima emergencia institucional y que aun cuando el origen de este gobierno es perfectamente legítimo, su ejercicio del poder tiene características despóticas? Yo veo que hay distancias infranqueables; a menos que alguien me las explicara, no me imagino de qué modo Libres del Sur, Proyecto Sur y el Partido Socialista Auténtico puedan tener mucho en común con sectores mayoritarios de la Unión Cívica Radical, que han ido buscando incluso coaliciones o alianzas provinciales con el partido fundado por Mauricio Macri.

Por eso me parece que lo central es que el tiempo va pasando, se va consumiendo, ese tiempo no se recupera y esta fuerza que implicaba el intento de otorgarle a la sociedad argentina un quantum de riqueza cualitativa, unos valores –ni siquiera estoy hablando de programas, de plataformas, de ideología en el sentido viejo de la palabra- estoy diciendo “esto es lo principal, esto es lo secundario”, no lo ha hecho. Mientras que las fuerzas que aparecen liderando las encuestas –Scioli, Massa, Macri, en el orden que ustedes prefieran- se caracterizan en muchos casos por un deliberado énfasis en lo difuso, en lo poco concreto (“somos lo nuevo”, “somos lo que viene a cambiar”; “somos lo diferente”) la fuerza que debería hacer énfasis no solo en una mayor singularidad ideológica, sino además en un intento verdaderamente sincero de eliminar problemas, e ir eligiendo rápidamente un precandidato, o al menos entre los cinco existentes resumir en dos la disputa, lo sigue postergando. 

A medida que el Frente Amplio UNEN sigue dejando pasar semanas y meses sin encarar seriamente este problema, no está cometiendo solamente un error consigo mismo -y esto va dirigido particularmente a la Unión Cívica Radical, a la Coalición Cívica y al Partido Socialista, que son las fuerzas principales-. Está fallándole gravemente al país. Porque no importa cuáles sean los resultados del año que viene, la Argentina necesita ponerse los pantalones largos de la madurez ideológica.

Tal y como van las cosas, seguimos jugando con figuras carismáticas, con declaraciones rimbombantes; todo lo cual no hace otra cosa que enfatizar la penosa superficialidad de la política argentina.


© Escrito por Pepe Eliaschev el Miércoles 29/10/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



miércoles, 9 de octubre de 2013

Sinarquía... De Alguna Manera...

Sinarquía...


Lo mandó a José Mujica a ocuparse de su chacra. Lo acusó de plegarse a la extorsión de una multinacional. Lo definió como enemigo. Lo puso en la misma liga que los fondos buitre. En suma, la misma guerra, verbal y ardiente, como es habitual. Una vez más, como en 1946, en 1955 y en muchas oportunidades posteriores, la Argentina es el blanco dilecto de una temible conjura planetaria. El más tosco y mediocre canciller civil que haya tenido la Argentina no se anduvo con eufemismos. No es él quien habla sino su patrona total, la Presidenta.

Ratificación ritual de una vieja obsesión con las conjuras de quienes “no quieren el éxito de la Argentina”, Héctor Timerman reanudó esta semana la vieja batalla contra Uruguay. La excusa es que el gobierno soberano de Uruguay autorizó para 2014 un aumento de un total de cien mil toneladas más de pasta de celulosa a la empresa UPM en Fray Bentos. Es un endeble pretexto.

La noción de que los problemas argentinos derivan de la agresión de ultramar es vieja como el populismo. Munición de grueso calibre y, a la vez, de escuálida sustancia, en la Argentina se repite desde hace un siglo. En versión kirchnerista suena aguda y hostil, pero ellos no abandonan la épica retórica. Así como Mariano Recalde, el presidente de Aerolíneas Argentinas, aseguró que la empresa aérea LAN expresaba a la derecha pinochetista, Timerman acusa ahora al gobierno izquierdista de Uruguay de participar activamente de un complot mundial contra la Argentina.

Los kirchneristas vienen agraviando a la izquierda uruguaya desde que Tabaré Vázquez asumió el gobierno el 1º de marzo de 2005, dos años después de que Néstor Kirchner iniciara su mandato. El comisario político de Kirchner, Carlos Kunkel, definía como “Tabaré Menem” o “Carlos Saúl Vázquez” al presidente uruguayo ya a comienzos de 2007 (ver mi libro Esto que pasa. Abecedario de la Argentina, Sudamericana, página 380). Iguales a sí mismos, seis años después agravian groseramente al gobierno de tupamaros, comunistas y socialistas que encabeza Mujica. Para los comisarios del grupo gobernante, la ideología es lo de menos. El “pinochetista” Sebastián Piñera y el “buitre” José Mujica están conjurados para hacerle daño a la Argentina.

La transformación de los problemas domésticos en consecuencia de delirantes complots internacionales está en el ADN del peronismo en general (Braden o Perón en 1946), y del peronismo de izquierda en particular. Ya en 1973, Montoneros aseguraba que la CIA de los Estados Unidos había estado detrás de la matanza de junio de ese año en Ezeiza perpetrada por esbirros de Perón. El gen conspirativo es fornido al interior de regímenes y movimientos totalitarios. Algunos ejemplos recientes permiten entenderlo y, a la vez, salir del enfermizo solipsismo argentino, esa rústica creencia según la cual las cosas que “nos pasan” son excepcionales.

El pasado 22 de septiembre, por ejemplo, 85 fieles cristianos que se hallaban dentro de la Iglesia de todos los Santos en Peshawar (Paquistán) fueron asesinados, y cien quedaron gravemente heridos cuando dos suicidas se estallaron con sendos cinturones explosivos. El grupo Jundallah, una rama del Talibán ultraislamista, reivindicó el crimen. La respuesta oficial y la de varios grupos islamistas fue que se trató de un complot de la CIA norteamericana, del Mossad israelí y de los servicios de inteligencia de la India.

El 9 de octubre de 2012, el grupo terrorista Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) disparó en repetidas ocasiones con un fusil contra la estudiante Malala Yousafzai, de 14 años, impactándole en el cráneo y el cuello. Sobrevivió de milagro y ahora vive en Occidente. Razón del intento de homicidio: la niña pretendía estudiar, algo prohibido para la variante crecientemente dominante del islamismo más cavernícola. Una fuerte corriente de opinión doméstica está convencida de que el frustrado asesinato era, en realidad, una conjura occidental para desprestigiar a la República Islámica de Paquistán, una nación de más de 182 millones de habitantes, la segunda más poblada del mundo islámico, con un 97% de musulmanes (por cada cristiano hay 63 musulmanes). Los terroristas son minoría, relativamente tolerada o, al menos, justificada. Por eso la destrucción de iglesias se sigue produciendo impunemente, así como los perpetuos y letales atentados a mezquitas y mercados entre sunitas y chiitas.

El alegato ambientalista argentino en el caso de la pastera uruguaya es de una endeblez notable. La Argentina, cuyo producto interno bruto fue de 475 mil millones de dólares en 2012, se siente amenazada por una planta de pasta de celulosa instalada en Uruguay, país cuyo producto es de 53.550 millones de dólares. La Argentina, con sus cuarenta millones de habitantes y sus 2.780.400 kilómetros cuadrados, le teme a un Uruguay poblado por 3.369.000 habitantes, desplegados en un breve espacio de 176.215 kilómetros cuadrados, equivalente a la mitad de la provincia de Buenos Aires. En resumidas cuentas, los buitres uruguayos tienen una economía nueve veces menor que la argentina, una población 12 veces menor y una superficie 16 veces más chica.

Para los Kirchner, no hay “enemigo” pequeño; el mundo está en contra de ellos, desde pinochetistas hasta tupamaros. Hijos de la mítica pesadilla paranoica de la “sinarquía internacional” con la que deliraba Perón, son como eran y como serán. Falta el retorno del piquete de Gualeguaychú y ya está, sale con fritas.

Sinarquía: es el sistema político en el que el poder es ejercido por una corporación.

© Escrito por Pepe Eliaschiev el domingo 06/10/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.