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jueves, 20 de junio de 2019

“Argentina: Maniobra arriesgada en Central Nuclear”… @dealgunamanera…

Medios de Alemania exponen que Macri puso en riego una central nuclear tras el apagón…

Central Nuclear Embalse

Argentina experimentó un apagón a nivel nacional en una escala nunca antes vista. Poco se sabe sobre qué pasó en las centrales nucleares.

© Publicado el martes 18/06/2019 por el Portal de Internet Telepolis de la Ciudad de Hanover, Alemania.

El apagón, que según los medios argentinos afectó a 48 millones de personas, comenzó abruptamente alrededor de las 7 de la mañana, hora local. Aproximadamente tres horas más tarde, la red se volvió a poner en funcionamiento gradualmente. Hacia la noche, alrededor de tres cuartas partes de los hogares estaban abastecidos.

El Presidente Mauricio Macri no pudo proporcionar ninguna información sobre las posibles causas del apagón. Los análisis necesarios tomarían de 10 a 12 días, dijo su ministro de Energía, Gustavo Lopetegui, como informamos en Gefa.

Como las centrales no han reportado ningún incidente en particular, la mayoría de los expertos ven la falla en la red interconectada SADI de Argentina, a la que Uruguay también está conectado. Posiblemente debido a las lluvias prolongadas, una falla previamente desconocida desencadenó un efecto dominó de apagones automáticos. En cualquier caso, no hubo cuellos de botella en la demanda.

Se desactivan las centrales nucleares

Sin embargo, la seguridad inicial de que la crisis no fue desencadenada por las tres centrales nucleares del país en Zárate (Atucha-1 y -2) y Embalse se está evaporando rápidamente. La causa técnica de la SuperGAU de Fukushima en marzo de 2011 fue la interrupción total del suministro eléctrico (apagón de la central) y, en caso de un gran corte de energía, siempre es necesario comprobar si las centrales nucleares están afectadas y, en caso afirmativo, si los generadores de energía de emergencia han funcionado. En la actualidad hay poca información concreta que se pueda obtener al respecto: el Estado nuclear no quiere que le miren las cartas.

En el transcurso del domingo, los medios de comunicación argentinos informaron que las centrales eléctricas habían sido desactivadas como resultado de la interrupción, lo cual es una medida obvia. Varias plataformas de Internet informaron de un retraso en la restauración de la red debido a que las centrales eléctricas tendrían que someterse a las pruebas necesarias cuando se reiniciaran. Atucha-2 ya ha alcanzado los 250 MW, dijeron. El 17 de junio, se informó sucintamente del estatus de Atucha-2 en un 40% en la página web del operador de la central nuclear Nucleoeléctrica Argentina. Atucha-1 y Embalse tienen el estatus 0%.

El reactor CANDU de Embalse es un reactor de agua pesada (PHWR) de tipo canadiense, que fue conectado a la red hace 36 años. En general, se revisó entre 2016 y 2018 con el fin de suministrar electricidad durante otros 30 años (!) según la voluntad de los operadores. Hace un momento, el 30.5.2019, se informó de que se había reanudado la explotación comercial. Así que no pasó mucho tiempo hasta la primera interrupción.

Para Atucha-1, la central nuclear más antigua de Sudamérica con 45 años de antigüedad, la autoridad supervisora nuclear argentina aprobó hace un año una prórroga de cinco años. El viejo reactor figura como "en funcionamiento" en las diferentes bases de datos de la comunidad nuclear. Se trata de un PHWR originalmente suministrado por Siemens - un modelo comercial derivado del antiguo reactor de investigación MZFR de Karlsruhe

Central nuclear Embalse con reactor envenenado

Atucha-2, una modernización y ampliación del modelo alemán de PHWR a 745 MW, se completó en 2014 después de un período total de construcción de 33 años. Esto no habría sido posible sin las garantías de Hermes de Berlín. Desde 2016, la planta suministra electricidad con una disponibilidad del 67%.

El Diario Democracia informa sobre el funcionamiento de los reactores inmediatamente después del apagón nacional: "Central Embalse con reactor envenenado. - Central Atucha-2 informa que el reactor se mantiene estable durante la fase de arranque (sin envenenamiento)". Esto concuerda con el informe de situación ya citado por Nucleoeléctrica Argentina.

"Envenenamiento" aquí sólo puede significar el llamado envenenamiento por xenón. Durante la operación del reactor, se produce yodo-135 entre muchos otros materiales fisionables, que se descompone en xenón-135. El Xe-135 se transforma en el Xe-136 estable por captura de neutrones y, después de apagar un reactor, el primero de estos dos procesos centrales continúa, pero no el segundo, porque el flujo de neutrones se ha detenido. 

Esto lleva a una concentración excesiva de Xe-135 en el reactor, lo que se conoce como envenenamiento. Por esta razón, el reactor suele funcionar a plena carga sólo después de uno o dos días. En Chernobyl, esta regla había sido ignorada, lo que fue uno de los factores que finalmente impidió que el reactor fuera detenido.

Los equipos operativos de las centrales nucleares argentinas son obviamente conscientes de esta situación. Atucha-1 y Embalse permanecen apagados por un tiempo hasta que el envenenamiento por xenón haya disminuido. Por qué el problema con Atucha-2 supuestamente no existe - "sin envenenamiento"- y el reactor se mantiene "estable" con sólo un 40% de carga, sigue siendo misterioso y contradictorio. Parece como si la compañía operadora hubiera actuado bajo presión desde arriba para reiniciar el reactor inmediatamente después de su cierre, a pesar de los riesgos conocidos, con el fin de restablecer la energía en la región lo más rápidamente posible.

No se debe permitir en ningún caso que se produzca una intervención política de este tipo en el ámbito de la energía nuclear. Si esta suposición resultara correcta, haría absurdas las innumerables garantías de los operadores de que la seguridad es la primera prioridad. En Argentina, sin embargo, es tradicionalmente el Presidente quien decide lo que funciona y lo que no funciona.


martes, 1 de enero de 2019

Energía perdida… @dealgunamanera...

Energía perdida…

Entre ceja y ceja. Juan Iguacel. Fotografía: Pablo Temes

El año termina como el fin de 2017: malos anuncios y más cambios. La apuesta única.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 30/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Si no fuera por lo dramático de sus consecuencias, lo sucedido hace un año en la Argentina bien podría haber sido catalogado como uno de los chistes de mal gusto que solían hacerse durante los 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes. Dicho sea de paso, una práctica absolutamente inadecuada para la esencia de la conmemoración, que se refiere a la matanza ordenada por el rey Herodes I de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, con el objetivo de eliminar a Jesús. Pero volvamos a la actualidad.

El hecho político vernáculo en cuestión fue la conferencia de prensa de aquel jueves 28 de diciembre de 2017, en la que hablaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Economía, Nicolás Dujovne; el ministro de Finanzas –cargo que no existe más–, Luis Caputo, y el entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Anunciaban el nuevo índice de inflación para 2018 –iba a estar entre el 15% yel 17%– y las proyecciones para los años subsiguientes –10% para 2019, 5% para 2020% y casi cero a partir de 2021. Todo –absolutamente todo– fue un error.

El año pasado terminó en un clima de cierta euforia. 

El oficialismo había ganado las elecciones y la mayoría de la dirigencia política–incluyendo la opositora– daba por descontado que nada podría frenar la reelección de Mauricio Macri. Nada de aquella euforia ha quedado ni en el Gobierno ni en la mayoría de la ciudadanía. El fin de año transcurre en medio de una retahíla de anuncios que perjudican fuertemente el bolsillo del ciudadano de a pie: aumento del costo del transporte público, aumento del gas, aumento del agua y aumento de la electricidad.

Otra vez. 

En la semana que pasó, el riesgo país escaló hasta los 837 puntos. De ese número elevadísimo, que aleja a la Argentina de cualquier posibilidad de acceso a créditos a tasas de interés que no superen el 4% o 5%, un 5% se le puede atribuir al contexto internacional, otro 5% a los mercados emergentes y la renta financiera, y el 90% a la política económica interna. La Argentina tiene este altísimo riesgo país por cuestiones locales, que son la suma –imposible de medir– de la mala praxis del gobierno de Macri y de la herencia de Cristina Fernández de Kirchner, verdadero combo que no hace más que repetir los vicios de la economía y la política de una buena parte de la historia nacional.

En los hechos, el que ahora se ha hecho cargo de la política económica en Argentina es el Fondo Monetario Internacional.

Y esto –más allá de las chicanas de la oposición– es la estricta verdad. Fue así en junio, cuando el Fondo cometió su propio error al subestimar la dimensión de la crisis y luego, ya más severamente, en septiembre, momento en el que armó un programa muy ortodoxo, muy difícil de violar, con información de carácter diario al Fondo. En este contexto, el presidente del Banco Central y el ministro de Economía tienen muy poco por hacer.

Lo que el Fondo Monetario pide ahora en términos de ajuste recesivo tiene dos aspectos importantes a señalar: el primero es que no se lo puede incumplir porque de su cumplimiento depende la llegada del dinero que es fundamental para evitar el default; y el segundo es la corrección de lo que no se quiso hacer en el año 2016. Recuérdese que ese año se pasó en medio de una discusión sobre si aplicar políticas de shock o políticas gradualistas, discusión que tuvo algún sustento porque varios alocados rentistas del exterior financiaron a la Argentina dos años a cambio de ganancias que no se obtenían en ninguna otra parte del mundo. Los que dentro del oficialismo advirtieron sobre lo peligroso de este esquema que ya había fracasado en otras gestiones –que no era poco– fueron catalogados de pesimistas o de antigobierno.

De la misma manera, hoy es muy difícil para aquellos mismos inversionistas alocados, pseudoarrepentidos, pensar a favor de algo para Argentina, porque le han hecho la cruz.

La carga impositiva, sacando la “anécdota” reciente de las retenciones y del impuesto a la renta financiera, es la misma que dejó CFK y que Macri no pudo o no quiso bajar. Cuando el tándem de Dujovne y su viceministro hicieron la reforma tributaria muy mediocre y modesta el año pasado, no daba nada, porque en verdad ningún impuesto se puede bajar cuando se tiene el agujero fiscal de nuestro país. Es imposible de bajar.

Nueva baja. 

La renuncia del secretario de Energía, Juan Carlos Iguacel, es una anécdota más de un gabinete que ha mostrado desde el inicio mismo de la gestión una absoluta disfuncionalidad de su área económica.

Su personalidad extrovertida, su avidez de protagonismo y sus diferencias con Dujovne fueron su “tumba” política. Claro que no todo es culpa suya. A nadie se le ocurre pensar que haya hecho el anuncio de los aumentos sin una venia del Presidente. Al ahora ex secretario de Energía le ha pasado lo mismo que a su predecesor, Juan José Aranguren: exhibir una absoluta falta de estrategia y visión política para manejar el complicado asunto de los ajustes tarifarios, que nadie discute en cuanto a su esencia pero que una mayoría rechaza por el cómo de su instrumentación.

La vuelta a los primeros planos de Marcos Peña y de Gustavo Lopetegui muestra que la campaña electoral ya está en marcha. La incompetencia de gestión Peña está fuera de toda duda y la falta de perspectiva política de Lopetegui, también.

El “señor Excell” –como lo llaman varios de los miembros del gabinete nacional– goza de poca simpatía y aprobación en muchos despachos de la Casa Rosada y sus adyacencias.


Solo la manifiesta desarticulación de la oposición y el factor CFK hacen que el Gobierno aún mantenga la esperanza de tener alguna chance de ganar la elección presidencial del año que está a punto de comenzar.

El peronismo unido estaría hoy en condiciones de alcanzar la victoria. Pero la ex presidenta lo divide, así como divide profundamente al resto de la sociedad argentina. Esa es la apuesta casi excluyente del Gobierno.


Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

domingo, 14 de octubre de 2018

De baile en baile… @dealgunamanera...

De baile en baile…

Mucha “coreo”. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

A Macri lo alcanza el fuego amigo. Cómo será, que el dólar pasó a ser buena noticia.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 14/10/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Me voy a amigar con el Presidente cuando me lo saque a Garavano”, fue la brutal frase de Elisa Carrió que conmovió las estructuras de Cambiemos. Hubo azoramiento en quienes la escuchaban el jueves en el CCK. Así, la diputada quedó al borde de un Rubicón que trajo al presente el trauma de la Alianza.

La historia nos recuerda que fue en otro octubre –hace 18 años– cuando el entonces vicepresidente Carlos “Chacho” Alvarez renunció a la vicepresidencia de la Nación hiriendo de muerte a aquel gobierno de Fernando De la Rúa. La memoria de aquella pesadilla perturbó a algunos  integrantes de la Coalición Cívica cercanos a Carrió, quienes, presurosos, hablaron con ella  y le advirtieron sobre el riesgoso límite al que había llegado. Su respuesta, entonces, no se hizo esperar: fue tuit pidiendo disculpas y hablando de que todo había sido una broma. Lo de la disculpa se entendió; lo de la broma, no. Por eso hubo desconcierto en el entorno de la líder de la CC.

Vieja data. 

¿De dónde viene la inquina de Carrió hacia el ministro de Justicia? Hay tres cuestionamientos hacia él: dos están relacionados con los desplazamientos del ex juez federal Norberto Oyarbide y el del ex camarista Jorge Ballestero. A ambos se les aceptó la renuncia cuando Carrió pretendía que se los echara de sus cargos a través de los correspondientes juicios políticos.

El tercer cuestionamiento –que es al que se le atribuye mayor gravedad– fue la contratación como asesora ad honorem del ministro –circunstancia de la que se duda– de la ex procuradora general de la provincia de Buenos Aires, María del Carmen Falbo.

Carrió ya tenía tres cuestionamientos hacia Garavano: los desplazamientos de Oyarbide, de Ballestero y también la contratación, ad honorem, de María del Carmen Falbo. 

Responsabilidades. 

A Falbo, que se había visto obligada a dejar su cargo luego de haber sido fuertemente objetada no solo por la diputada Carrió sino también por María Eugenia Vidal, se le atribuyen responsabiidades con todo lo que tiene que ver con el bochornoso caso del ex juez César Melazo. Se debe recordar que, junto con el camarista Martín Ordoqui –acusado también de formar parte de la organización delictiva encabezada por Melazo–, Falbo  fue defensora de Aníbal Fernández en el caso en que fue declarado prófugo por el juez en lo criminal y correccional Ariel González Elicabe.

Por eso lo que hay que decir es que, a esta hora, lo de Garavano no está terminado, sino suspendido.

Atento Mauricio. 

Carrió no es el único problema que enfrenta Macri. Las tribulaciones alrededor del reajuste de la tarifa del gas han puesto en superficie –una vez más– las desavenencias, las diferencias de enfoques y la falta de coordinación existentes en la gestión gubernamental. El secretario de Energía, Javier Iguacel, no dejó error por cometer en el manejo de todo este engorroso asunto. Y lo peor fue que, tal como lo había hecho hace dos años con el tarifazo dispuesto por el ex ministro Juan José Aranguren, el Presidente se subió a ese erróneo manejo. “Iguacel se cortó solo; es un irresponsable”, exclamaba con indignación un integrante del equipo económico a comienzo de semana.

No era el único en ese universo. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, también estalló de enojo. El motivo: en esas horas de disputa política con la oposición –que ya se aprestaba a organizar una sesión legislativa para derogar la aplicación del reajuste– el ministro negociaba en Bali intensamente con el FMI. Allí se estaban terminando de dar las últimas puntadas del acuerdo con el organismo que aún no ha sido aprobado por su board. Dos de las condiciones para lograr esa aprobación son el control de la inflación y el Presupuesto 2019. El reajuste motorizado por Iguacel dinamitaba cualquier posibilidad de alcanzar esos objetivos.


Lo sorprendente es lo que les cuesta a Macri y a su entorno darse cuenta de estas cosas. La reunión que hubo el lunes del así llamado G5 –integrado por VidalRodríguez LarretaFrigerioPeña, y Monzó– fue reflejo de esos mundos diferentes que conviven en la actual administración. La discusión fuerte la protagonizaron Peña Monzó. "Teníamos que hacerlo; es la ley", sostenía el primero. "Esto rompe todos los acuerdos que tenemos por el Presupuesto", replicaba el segundo.

“Iguacel se cortó solo; es un irresponsable”, exclamaba con indignación un integrante del equipo económico a comienzo de semana.

No fue este el único ámbito de controversia dentro del oficialismo. En la UCR también hubo voces críticas hacia el reajuste. De hecho, antes de que el Presidente decidiera dar marcha atrás con la medida, hombres clave del radicalismo hablaron con Dujovne de algunas ideas alternativas a la propuesta de Iguacel. La cumbre radical del próximo jueves en la Capital Federal tendrá en su temario el asunto de las tarifas, el presupuesto y el panorama político para el año electoral que se avecina.

Respiro en la City. 

La calma de la semana la trajo el dólar. El viernes cerró al valor más bajo que tuvo desde finales de agosto. "Es de no creer; consguimos parar el dólar y aparecen Iguacel y Carrió y nos complican todo"se quejaba un funcionario con despacho en la Casa Rosada que lucía en su rostro un cierto agobio.

El episodio del reajuste tarifario debería servir de enseñanza para el Presidente. Macri planteó la organización de su gobierno a la manera de una verdadera ceocracia, creyendo que iba a procurarle la solución a diversos problemas. Algo así fue lo que implementó en su primera gestión al frente de la Ciudad de Buenos Aires que, de las dos que tuvo, fue la más problemática.

Llama la atención que, a la hora de ejercer la presidencia, no hubiera aprendido esa lección. Fue un error sobre el que incluso lo alertó Sebastián Piñera. “No lo hagas; no cometas el mismo error que cometí yo”, le dijo el presidente de Chile. El campo minado que dejó el kirchnerismo, junto con la minoría absoluta de Cambiemos en ambas cámaras del Congreso y en la cantidad de gobernaciones, imponía la designación de personas poseedoras de una visión política de envergadura. 

Mario QuintanaGustavo LopeteguiFrancisco CabreraLuis Caputo, Nicolás Dujovne, Marcos Peña están lejos de ese perfil. Las consecuencias de dicha carencia están a la vista. "El primer método para estimar la inteligencia de un gobernante es mirar los hombres que tiene a su alrededor" (Maquiavelo).

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


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martes, 17 de julio de 2018

Sin intocables… @dealgunamanera...

Sin intocables… 
La voz de su amo. Horacio Rodríguez Larreta. Dibujo: Pablo Temes.

En Casa Rosada circulan quejas contra la Jefatura de Gabinete. Esperando a Lagarde.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 15 de Junio de 2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los ojos y los brazos de Macri están en el ojo de la tormenta”. Así grafica una voz que conoce las tribulaciones del poder la situación que se vive en el interior del Gobierno. La frase, que nada tiene que ver con el cuerpo del Presidente, cuyos  ojos y brazos gozan de buena salud, alude a cómo se denomina en la jerga de Cambiemos al triunvirato a cargo de la Jefatura de Gabinete. Ni Marcos Peña, ni Mario Quintana ni Gustavo Lopetegui –los triunviros en cuestión– pasan por su mejor momento.

Durante los dos años y medio que lleva de gestión el actual gobierno, las inquinas hacia ellos vinieron desde las entrañas del gabinete. Todos sufrieron las formas y las acciones de ese triunvirato de poder. Algunos, como Alfonso Prat-Gay, lo pagaron con sus cargos. Otros sobrevivieron, pero de todos partieron y parten quejas que cada vez se callan menos.

Ruidos.

A ese universo se sumaron en estos días dos protagonistas de peso pesado: Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. El que tomó la delantera fue el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El Presidente aún sostiene a Peña. Es consciente del alto costo político y de administración que le representaría desprenderse de él. Los ministros discuten con Peña y compañía los aspectos concretos de la gestión. Lo de las planillas de Excell, usado como alusión a la mentalidad reinante en la Jefatura de Gabinete, no es algo figurativo sino muy concreto: es una metodología que denota una carencia absoluta de visión política de lo que es gobernar. Y las consecuencias de esa carencia se ahondan en momentos de crisis como los que se viven en el presente. El gran interrogante que se plantean todos los analistas es si el Gobierno tendrá la capacidad de maniobra para trabajar y lograr los acuerdos políticos que requiere la complejidad del presente.

Todo lo que está aconteciendo en el ámbito político tiene un objetivo: la elección presidencial de 2019. La crisis no solo ha precipitado los tiempos sino que ha incorporado un factor que estaba ausente hasta marzo: la incertidumbre. Lo que era una reelección casi segura de Macri hoy ya no lo es.

¿Puede entonces aparecer dentro del oficialismo la candidatura de María Eugenia Vidal como alternativa? La respuesta es terminante: no. Para 2019, el objetivo es la reelección del actual presidente. El desafío es enorme. Macri sabe –todos en Cambiemos lo saben– que si no se gana en primera vuelta, lograr la reelección se parecerá a una quimera. Por eso crece el peso de voces como las de Emilio Monzó. El presidente de la Cámara de Diputados a quien, fruto de la soberbia imperante en el núcleo duro del PRO, estuvieron a punto de arrojar a la hoguera de la indiferencia y darle una embajada secundaria a modo de premio consuelo de poca monta, ha vuelto a ganar protagonismo en el armado político con vistas a la elección del año que viene. Su manejo de la provincia de Buenos Aires fue clave en la remontada electoral que tuvo Cambiemos en 2017.  

En el peronismo las cosas están más complicadas. Cristina Fernández de Kirchner –que quiere volver a ser presidenta– está muy activa. Se mueve en silencio. Ya aprendió que cuando calla y no aparece en escena sube en las encuestas. También sabe que son muchos los que en el peronismo no la quieren. Y entre esos muchos está la mayoría de los intendentes justicialistas del conurbano bonaerense.

Visita.

La llegada al país de Christine Lagarde está llena de connotaciones políticas. La circunstancia ha querido que, por una razón fortuita, la directora del Fondo Monetario Internacional viajara a la Argentina para supervisar algunos aspectos preparatorios de la reunión del G20 que se realizará en nuestro país en noviembre. Lagarde, que está preocupada e involucrada en que el acuerdo entre el Gobierno y el FMI funcione, quiere reunirse no solo con el Presidente sino también con referentes de la oposición. Sabe que sin la aquiescencia de los opositores, el Gobierno no tiene ninguna chance de lograr que este acuerdo se haga realidad. Cuenta con un elemento a favor nada desdeñable: los gobernadores del peronismo entienden que si los números de la economía no mejoran, a ellos también les va a ir mal.

Por su parte, los técnicos del Fondo son duros con el análisis de las medidas adoptadas por el Gobierno. En un informe que se conoció en estas horas se supo que estos técnicos –Roberto Caldarelli y Alejandro Wagner– pidieron, entre otras cosas, no solo que no se continúe con las rebajas de las retenciones a las exportaciones de soja sino que se reimplanten algunas de las que se les quitaron a otros cereales en diciembre de 2015. La respuesta del Gobierno a este requerimiento fue un no rotundo.

Los economistas coinciden en que se está en el comienzo de una etapa recesiva que no se sabe muy bien cuánto va a durar. Lo que ha habido es una maxidevaluación con inflación, y esto lleva a una caída significativa del consumo. A pesar de una reactivación incipiente en algunas industrias exportadoras –por ejemplo, las carnes–, es muy temprano para que esto produzca un empuje importante en la actividad económica. El panorama debería empezar a mejorar con la cosecha fina –si todo anda bien– a partir de enero del año próximo.

En el día a día, hay que tener en cuenta un factor de incertidumbre importante: La caída en la demanda de dinero. La gente que puede ahorrar no quiere pesos, lo que acentúa el bimonetarismo argentino a favor del dólar. Esto, que increíblemente el Gobierno no advirtió en el momento en que comenzó la corrida cambiaria, dificulta hacer política económica.

El índice de inflación de junio viene muy alto. Cierre de locales comerciales, suspensiones, pérdida de puestos de trabajo, caída del trabajo informal, se conjugan para dar como resultado un aumento de la pobreza. Macri pidió ser evaluado por el éxito o el fracaso en el cumplimiento de una promesa de campaña que repitió hasta el hartazgo: pobreza cero. Si la evaluación la hiciéramos en los términos de un examen académico, la calificación que le correspondería sería contundente y lapidaria: reprobado.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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lunes, 9 de julio de 2018

Exceso de confianza… @dealgunamanera...

Exceso de confianza… 
Re creido. Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes

El jefe de Gabinete, seguro ante empresarios y con cuestionamientos dentro del Gobierno.

Hay que tener paciencia. Ese fue el mensaje que se llevan todos los que han hablado con Mauricio Macri en estos últimos días. Terminada la ilusión del Mundial – el Presidente soñaba con viajar a Moscú para ver jugar a la selección argentina en la final–, nada hay en el horizonte que le pueda deparar al Gobierno alguna alegría. La adversidad pone a prueba –siempre– la cohesión de un gobierno. Y mucho más en un gobierno como este, que ha hecho de la idea de equipo un dogma. En verdad esa imagen tiene aires de fantasía porque esa idea nunca se concretó.

Ruidos.

Macri les dio a Marcos Peña, a Mario Quintana y a Gustavo Lopetegui un rol de supremacía que, más allá de ser inherente a las atribuciones de la Jefatura de Gabinete, generó muchos cortocircuitos entre sus integrantes. Alfonso Prat-Gay fue una de las víctimas de esas desavenencias. El ex ministro de Hacienda nunca les reconoció entidad en la materia ni a Quintana ni a Lopetegui, a quien Macri llamó –¿Y llama aún?– sus ojos. Tanto era su rechazo hacia Peña y sus adláteres que, cuando ellos conducían las reuniones de gabinete por ausencia del Presidente, directamente no asistía. Las cosas no han cambiado mucho. Los cortocircuitos continúan: Nicolás Dujovne negando en el Congreso el impuesto a los pasajes al exterior y Marcos Peña asegurando que era una alternativa recaudatoria en consideración; Elisa Carrió hablando del proyecto de despenalización del aborto y diciendo que Macri lo propuso porque le dijeron que no iba a ser aprobado por el Congreso y Peña desmintiéndola.

No va a haber acuerdos con el peronismo sino con los gobernadores. Ellos tienen que hacer ajustes. Todo va a salir bien”, afirmó el jefe de Gabinete ante el grupo de representantes empresariales del Grupo de los 6 con los que se reunió el miércoles. Mientras escuchaban esto en silencio, estos hombres de negocios curtidos por las crisis recurrentes de la Argentina entrecruzaban miradas de sorpresa. Después del resultado electoral de octubre del año pasado, descontaban la reelección de Macri en 2019. Ninguno imaginó el descalabro de la economía que se desencadenó desde el 26 de abril y que hace que muchos de sus proyectos estén hoy en veremos. Y pasaron de la sorpresa al azoramiento cuando Peña, lleno de confianza, les dijo que el oficialismo sería reelecto. En su perorata, el jefe de Gabinete habló de encuestas que muestran un repunte de la imagen positiva del Presidente.

Esto resultó llamativo ya que todos los números de las encuestas de estos días muestran una caída no solo de la imagen del Presidente, sino también de María Eugenia Vidal. Nada dijo Peña cuando sus interlocutores le hablaron del impacto negativo de la corrida cambiaria en la economía real, de la ruptura de la cadena de pagos en varios sectores y de la caída del consumo.

Hablando de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, hay que decir que no está pasando su mejor momento dentro del oficialismo. Sus críticas a Peña y compañía y a Dujovne son cada vez más sonoras. El viernes la discusión fue intensa cuando en Olivos se trató el traspaso a la Provincia y a la Ciudad de Buenos Aires de los servicios de luz y agua. “Son imposibles de cubrir; nos fundimos”, señala con total crudeza una voz del gobierno provincial en donde mucho preocupa la situación en el Conurbano. Se verifica allí una caída fuerte del trabajo informal –changas– y un aumento de las demandas alimentarias en los comedores de las organizaciones sociales y de la Iglesia. En algunos lados hasta se ha reinstalado el trueque.

Quien está muy atenta a esto es Carolina Stanley. La ministra de Desarrollo Social, que es también muy crítica del triunvirato Peña, Quintana y Lopetegui, estuvo reunida con Quintana el mismo miércoles en que los empresarios se encontraron con Peña. No fue un encuentro de los mejores. Stanley, que es muy crítica del jefe de Gabinete y compañía, discutió la oferta económica a los movimientos sociales. No hubo alegría ni en su rostro ni en su espíritu cuando salió de la Casa Rosada con destino a su despacho en el edificio de Moreno y la avenida 9 de Julio.  

En estos últimos siete días, Elisa Carrió fue –otra vez– un dolor de cabeza para el oficialismo. Carrió, cuya voz ha sido y es de una enorme importancia para la construcción del ideal republicano, debería reflexionar profundamente acerca del significado de sus expresiones y del impacto que ellas producen. En el decurso de la semana ninguneó a los radicales y a la clase media y, además, pidió que se apagaran los televisores. Esto –lo de ningunear a otros y lo de apagar los televisores– es lo mismo que hacía y pedía CFK.

A las urnas.

Acabado para la Argentina el Mundial de fútbol, la movida electoral comienza a activarse. La novedad de esta semana fue la reaparición de Sergio Massa, quien estuvo muy activo. El hombre de Tigre, que ya decidió su vuelta al justicialismo, no solo propulsó el lanzamiento de las medidas económicas para enfrentar la crisis económica, sino también para mostrarse actuoso en el armado de una estructura interna que le de sostén a su candidatura presidencial. De ahí la reunión que tuvo con el gobernador de La Pampa, Carlos Verna, hombre enfrentado tanto al gobierno nacional como a Cristina Fernández de Kirchner. No fue esa la única entrevista de cara a ese armado. Otro de sus emisarios voló a Salta para encontrarse con Juan Manuel Urtubey.

La decisión de Massa de volver al peronismo dio por tierra con la sociedad pergeñada junto a Margarita Stolbizer.

Massa no es el único anotado para la carrera presidencial dentro del peronismo. Felipe Solá es otro de los que están dispuestos a presentar batalla. De todos modos, en ese universo magmático, todo gira alrededor de la gran incógnita que atraviesa al Partido Justicialista: Cristina Fernández de Kirchner. “Terminala con eso de la unidad: los votos los tenés vos”. Palabras más, palabras menos, eso fue lo que le dijo Carlos Zannini a CFK en uno de sus últimos encuentros en el que la instó a subirse a la carrera electoral por la presidencia del año que viene.

Se lee en el Eclesiastés 1:9,10: Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol. Es la Argentina.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




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