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domingo, 15 de agosto de 2021

Cuando la mentira es la verdad… @dealgunamaneraok...

 Cuando la mentira es la verdad… 


Guitarra vas a llorar. Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes. 

El Presidente se ha convertido en un personaje de caricatura. Lo grave es que, a su vez día a día, demuestra ser un mentiroso.

Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 


El artículo 53 de la Constitución –referido al juicio político al Presidente– expresa lo siguiente: Solo ella (la Cámara de Diputados) ejerce el derecho de acusar ante el Senado al Presidente, vicepresidente, al jefe de Gabinete de Ministros, a los Ministros y a los miembros de la Corte Suprema, en las causas de responsabilidad que se intenten contra ellos, por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones; o por crímenes comunes, después de haber conocido de ellos y declarado haber lugar a la formación de causa por la mayoría de dos terceras partes de sus miembros presentes. 

Es decir, el mal desempeño o el delito en el ejercicio de sus funciones o crímenes comunes –entendiéndose como crimen una acción indebida o reprensible– son causales de juicio político contra el jefe de Estado. 

El decreto 576/2020, que fue promulgado por el profesor de Derecho Alberto Fernández, expresaba en su artículo 29 que, de constatarse la inobservancia de sus disposiciones referidas al distanciamiento social, preventivo y obligatorio o de otras medidas destinadas a la protección de la salud pública en el contexto de la pandemia causada por el covid-19, se procedería “de inmediato a hacer cesar la conducta infractora y se dará actuación a la autoridad competente, en el marco de los artículos 205, 239 y concordantes del Código Penal”. 

El artículo 205 del Código Penal establece que “Será reprimido con prisión de seis meses a dos años el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes, para impedir la introducción o propagación de una epidemia”. 

Por su parte, el artículo 239 expresa que “Será reprimido con prisión de quince días a un año, el que resistiere o desobedeciere a un funcionario público en el ejercicio legítimo de sus funciones o a la persona que le prestare asistencia a requerimiento de aquél o en virtud de una obligación legal”. 

No quedan dudas de que el Presidente violó una norma por él mismo promulgada. Es decir que incurrió en una acción indebida o reprensible. Por lo tanto, tampoco hay dudas de lo que institucionalmente corresponde hacer de no mediar su renuncia: su destitución a través del juicio político pertinente. Es lo que los legisladores de todos los sectores políticos –incluyendo el oficialismo– tendrían la obligación de hacer, ya que estamos frente a un episodio que está por fuera de toda duda. No solo está la evidencia de la comprobación dada por la foto sino que –si algo faltara– está el reconocimiento del hecho por parte del mismo Alberto Fernández según se vio y se escuchó en su infeliz discurso pronunciado en Olavarría en el ocaso de la tarde del viernes último.  

Para tener una idea cabal del significado de la violación a la norma cometida por el jefe de Estado, valga mencionar que, por una conducta exactamente similar, hay miles de personas a las cuales se les ha abierto una causa penal por haber infringido las disposiciones de la larga cuarentena impuesta por el Gobierno a lo largo de la pandemia producida por el covid-19. ¿Debería el Presidente ser exceptuado de este proceso judicial? La respuesta es simple y contundente: no. La apertura de un proceso penal debería incluir también a la Primera Dama, Fabiola Yañez, y a todos los asistentes a la fiesta de celebración de su cumpleaños. 

Pero hay más. Echarle la culpa a su “querida Fabiola” de lo que pasó en esa noche del 14 de julio pasado fue no solo un acto de poca hombría por parte de AF sino también una falacia. En primer lugar porque no es cierto. El Presidente pudo haber evitado o puesto fin a la reunión. 

En segundo lugar porque Fabiola Yañez no puede defenderse. Y en tercer lugar porque es algo típico del kirchnerismo: la culpa es siempre del otro o, como en este caso, de otra. Curiosamente, no se escuchó ni a la titular del Inadi, Victoria Donda, ni a la ministra de las Mujeres. Diversidad y Género de la Nación, Elizabeth Gómez Alcorta, emitir reproche alguno contra esta expresión del Presidente o el horrible comentario sobre la pareja de AF realizado por el inefable Aníbal Fernández. La doble moral del kirchnerismo no tiene límites.  

Se sabe que todo esto ha generado la furia de Cristina Fernández de Kirchner. “Ella lo hizo Presidente; que no se olvide porque día tras día está dilapidando el rol y el mandato que ella le dio. Es un traspié tras otro y lo que más bronca da es que en ésta no hay forma de ayudarlo” –aseguró una voz calificada del Instituto Patria.  

El principio de autoridad incluye un concepto esencial: la credibilidad. De esa credibilidad emana el liderazgo del gobernante. Ese es un rasgo esencial sin el cual el ejercicio del poder se torna no solo dificultoso sino también estéril. Un gobernante puede tener legalidad y legitimidad, pero carecer de liderazgo. La condición esencial para ejercer el liderazgo es la aptitud moral. En el caso de un presidente, esa aptitud moral se ve reflejada en sus acciones y en sus palabras. Es imposible para quien hace de la mentira una parte de su comportamiento consuetudinario lograr el respeto y la consideración que demandan el ejercicio de la autoridad. 

Alberto Fernández ha destruido el valor de su palabra. A los que hicieron lo mismo que él –violar las normas de la cuarentena– los descalificó, los amenazó con sanciones penales y los trató sucesivamente de “imbéciles”, “idiotas” y “malas personas”.   

El Presidente se ha transformado en un personaje de caricatura. Esto es penoso. Lo grave es que, a su vez, día tras día demuestra ser un mentiroso. “No me preocupa que me mientas, me aterra que nunca más te pueda creer” (Friedrich Nietzsche).

 




lunes, 29 de junio de 2020

¿Se evita el colapso?. “El último esfuerzo”... @dealgunamanera...

¿Se evita el colapso?. "El último esfuerzo”

Sin título. Dibujo: Pablo Temes

Se llega al retroceso en materia de aislamiento luego de una larga cadena de errores de cálculo.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 28/06/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


No pudo haber peor forma de presentación de la nueva fase –restrictiva– que la elegida por el Presidente. La postergación del jueves para el viernes, las demoras horarias ocurridas el mismo viernes y la decisión de hacerlo a través de un mensaje grabado y no de una conferencia de prensa fue producto de una situación muy clara: los desacuerdos entre Alberto Fernández y Axel Kicillof con Horacio Rodríguez Larreta, y la necesidad de evitar eventuales preguntas incómodas que seguramente no hubieran tenido respuestas satisfactorias. “Si seguimos así, colapsa el sistema en unas semanas”; esa frase resume la única coincidencia plena que hubo y hay entre los tres. Después, lo que abunda es el recelo y la chicana. Hay que decir con todas las letras que quien mucho hizo para eso fue Axel Kicillof.

“Hemos decretado una cuarentena prematura para preparar al sistema de salud (…) Creemos tener dominado al virus. Lo estamos controlando”, le dijo el Presidente al famoso cantautor puertorriqueño René Pérez durante un reportaje el 30 de marzo pasado. Hoy sabemos que, lamentablemente, eso no es así.

Las Unidades de Terapia Intensiva del sistema público corren el riesgo de colapsar en el ámbito del AMBA. Se podría pensar que ello es resultado de una avalancha de casos. Afortunadamente no es así. Con 472 casos, el sistema en el AMBA está ocupado en más de un 50%. ¿Esa fue la preparación?

La cantidad de casos no sorprende. Están dentro de los parámetros esperados. Se suponía que esto se tendría en cuenta para armar la infraestructura de equipamiento y  personal para enfrentar esta demanda que incluye a los pacientes que, por la gravedad de su cuadro, requieren ser derivados a terapia intensiva.

Ahora sabemos que, más allá de lo que se dijo en las diferentes conferencias de prensa referido al aumento del número de estas unidades, lo hecho fue sorprendentemente insuficiente. Ahora nos enteramos también de que lo de Tecnópolis, exhibido como una evidencia de previsión, ha tenido errores de cálculo que tornan todo eso en inservible.
 
¿Y entonces? Es evidente que el Gobierno cayó en un triunfalismo vacuo sostenido por encuestas que, hace un mes y medio, le daban a Alberto Fernández altísimos niveles de aprobación.

Esta semana se generó un nuevo conflicto entre el gobierno de la provincia de Buenos Aires y los intendentes del interior, a causa de un convenio para el traslado de pacientes Covid-19 positivos desde el AMBA hacia el resto de los distritos que adhieran a ese convenio. Se acordaba el pago de 2 mil pesos diarios por paciente.


El punto de conflicto se dio por la falta de información de Provincia y la ambigüedad del convenio. Finalmente todo terminó mal, que es como acaban siempre estas iniciativas manejadas con impericia. Por lo tanto, el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, afirmó que no va a haber traslado de pacientes del AMBA al interior.

Este convenio fue pedido por intendentes de la Primera y Tercera sección.
Estuvo mal hecho el convenio, con una redacción y un contenido para nada  amigable y sin consulta previa. Los intendentes del interior que adhirieron lo hicieron por obediencia. Eso les generó, a su vez, muchos problemas en sus localidades porque, en términos de salud, la gente no distingue peronismo de radicalismo; la lectura es que van a mandar gente infectada del Conurbano.

Y eso, sin información y preparación adecuada, es literalmente explosivo.
Las grandes ausentes en estas jornadas han sido las provincias. Muchos gobernadores están molestos porque están queriendo realizar más testeos y se encuentran con que el Gobierno no les envía suficiente cantidad de kits. Es un tema del que no se habla pero que preocupa.  

Estas son falencias garrafales que complican el manejo de la situación a futuro. Es indiscutible que, ante la precariedad de la infraestructura del AMBA, la única decisión posible es la restricción. El problema es cómo lograrla cuando a la gente se le viene pidiendo un “último esfuerzo” desde hace meses. Se hace necesario un gran trabajo de contención y una gran capacidad de convencimiento para que la gente cumpla. El enojo y la adjudicación de culpas no sirven. Discutir “runners” sí “runners” no ha sido una pérdida de tiempo.    

Y la República. Cristina Fernández de Kirchner está ausente de este debate. No ha habido de su parte prácticamente ninguna alusión a la pandemia, la prolongada cuarentena y sus consecuencias nocivas o los fallecidos. Su interés pasa por otro lado. El enorme impacto de esta catástrofe la ayuda en la consecución de su proyecto de acaparar espacios dentro del gobierno en pos de sus objetivos: impunidad y permanencia. El objetivo de esta semana fue Vicentin. Bloqueado –por el momento– por la jueza Lorenzini el tema de la eventual intervención, esta semana se produjo la creación de la comisión bicameral para investigar los préstamos que, por parte del Banco Nación, le fueron otorgados a la empresa durante el gobierno de Mauricio Macri.

Más allá de esa máxima del general Perón –“si quieren que algo no se investigue, creen una comisión”– que CFK parece haber olvidado –o nunca aprendido–, la vicepresidenta cometió una violación severa de las normas que, supuestamente, debe respetar. Como bien lo expresaron constitucionalistas de prestigio, la creación de una comisión debe ser aprobada por los dos tercios de la Cámara de Senadores. Para así lograrlo necesitaba 48 votos a favor. Tuvo 41.

Pero no terminó todo ahí. Las cámaras registraron en detalle el momento en que CFK le cortó el micrófono al senador Luis Naidenoff cuando este intentaba  presentar una moción de queja por esa irregularidad. Nada que sorprenda en la vicepresidenta. Su autoritarismo lo sufren no solo los opositores, sino también muchos dentro del oficialismo.

Y hay más. Esto le ha generado un enorme problema a Sergio Massa, que la semana que viene deberá salir a reunir 130 diputados para que aprueben un proyecto que no comparte.

La lectura de los mensajes que la vicepresidenta emite en las redes son prueba de lo incorregible de su conducta patológica, de sus obsesiones, de su tergiversada visión de muchos aspectos de la realidad, de su necesidad de crear enemigos por doquier todo el tiempo y de su resentimiento. “Nada en la Tierra consume a una persona más rápidamente que la pasión del resentimiento”. Friedrich Nietzsche.





sábado, 27 de agosto de 2016

Tristeza y victimización… @dealgunamanera...

Tristeza y victimización…


Me encuentro con amigos por la calle, con médicos en los consultorios, y todos me manifiestan su “tristeza” por “todo lo que está pasando”.

© Escrito por Daniel Link el sábado 28/08/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Me encuentro con amigos por la calle, con médicos en los consultorios, y todos me manifiestan su “tristeza” por “todo lo que está pasando”. Como es difícil entender un estado de duelo tan generalizado y tan indeterminado (¿se refieren a la situación de los emigrantes sirios, a tal accidente aeronáutico, a la degradación de la atmósfera, a las amenazas de muerte contra funcionarios públicos?), pido precisiones y me contestan: “Todo lo que está haciendo Macri”.

Por fortuna, les contesto, Macri no está haciendo ni la décima parte de lo que temíamos, y eso por la relación de fuerzas entre los tres poderes y la debilidad parlamentaria que obliga a negociaciones constantes al gobierno nacional con las fuerzas de oposición y los gobiernos provinciales. Sin ir más lejos, ahí tienen el asunto tarifas, que para mí no fue sino una artimaña publicitaria del Gobierno para mostrarse republicano hasta el tuétano.

Las democracias burguesas se caracterizan por una alternancia entre un gobierno más hacia la derecha y un gobierno más hacia la izquierda (socialismo/Partido Popular en España, laboristas / conservadores en Reino Unido, demócratas/republicanos en los Estados Unidos, etc.).

Sabido es que cuando le llega el turno de gobernar a la derecha habrá que sacar chispas contra el asfalto hasta que el turno pase y evitar los mayores males. Y, mientras tanto, procurar construir alternativas de “izquierda verdadera” (o sea: aquella que produce cambios estructurales).

En Argentina, por el contrario, hemos tenido que resignarnos a una alternancia entre una derecha más bien populista y una derecha que ni siquiera llega a liberal y que habría que llamar pospopulista.

Así vistas las cosas, da para ponerse triste, pero no son los términos en los cuales la tristeza ilustrada se manifiesta y me interpela. Habrá que recordar a Nietzsche, para quien “la pena domestica al hombre, pero no lo hace mejor”.


domingo, 24 de enero de 2016

La presunta ilogicidad de la ilusión… @dealgunamanera...

La presunta ilogicidad de la ilusión…

Macri en Davos, a la expectativa de grandes inversiones. Foto: Instagram Mauricio Macri

Un empresario de primera línea acostumbrado a tratar con todos los gobiernos  decía: “Tengo que callarme en las reuniones para no desilusionar el optimismo que en mucha gente despierta el gobierno de Macri”. También para no cosechar la reprobación y el rechazo de quienes están entusiasmados, como les sucede a los columnistas claramente no kirchneristas ante la mínima crítica a Macri, salvo que se expresen en los medios filokirchneristas.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 23/01/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En una conversación diferente –pero igualmente en off the record y para no contrariar el humor social de esperanza– otro empresario con experiencia política decía: “La apelación de Macri a que desatando los nudos que nos detienen, la riqueza de nuestros recursos naturales y humanos producirán el desarrollo es tan elemental que da miedo de que se lo crean ellos mismos. El eslogan de la dictadura fue ‘Argentina potencia’; el de Menem, ‘país del Primer Mundo’, y el de Macri ‘Sí, se puede’”.

El argumento es elemental porque hace muchas décadas se enseña en todos los colegios primarios que Argentina es el granero del mundo, que tiene los cuatro climas, que individualmente los argentinos triunfan en el exterior  y que “estamos condenados al éxito”, mientras pasan las décadas y esa profecía no se autocumple.

Pero quizás ser elemental (en ciertos campos) sea la clave del éxito de Macri, y una persona con mayor preparación política, siendo consciente de imposibilidades que Macri ni siquiera tiene en cuenta, directamente se autoexcluiría del mismo desafío. Por ejemplo, Ernesto Sanz rechazando su postulación como ministro de Justicia al percibir la forma –no política– de conducir de Macri y su poca predisposición a ser generoso con el radicalismo.

El gobierno del PRO (¿Cambiemos quedó en el olvido?) exhibe altas proporciones tanto de ingenuidad como de dureza, en ambos casos atribuibles también a la ignorancia, aplicándose la conocida sentencia sobre que el optimista es un pesimista mal informado.

Los muchos CEO incorporados desde la actividad privada a la administración de lo público comparten la misma virginidad que los funcionarios del PRO. 

Un político que llegara a ministro después de haber completado una carrera pública de concejal, legislador provincial, diputado y senador nacional o eventualmente intendente y hasta gobernador podría arribar al Ejecutivo nacional habiendo sido testigo de tal cantidad de frustraciones políticas como para optar entre la prudencia o el cinismo si no contara con esa llama de un deseo inapagable que caracteriza a muy pocos.

Los CEO, al ser tan novatos en política, siendo seniors en la actividad privada pueden tener en lo público el entusiasmo de un militante joven para quien aún es posible cambiar el mundo cada día. De hecho, además de aportar su experiencia, volver a sentirse apasionados debería ser una de las motivaciones honestas de quienes dejan sueldos y privilegios superiores en actividades donde ya habían alcanzado la posición más alta.

Macri mismo, a pesar de sus ocho años de gobernar la Ciudad de Buenos Aires, por la gran diferencia de dimensión entre una ciudad, aunque enorme, y un país, sumado a que el PRO sólo le aporta dos  años más de vida que su propia experiencia al frente de la Ciudad, mantiene una condición de cierta candidez para enfrentar sus responsabilidades presidenciales.

Noticias como una inflación de 6% en diciembre sin aún haber aumentado tarifas ni bajado subsidios, el pronóstico del Fondo Monetario de caída del producto bruto de Argentina para 2016, las mañas a las que apelarán los fondos buitre para tratar de maximizar sus beneficios  y el enfriamiento global de la economía con crónicas y recurrentes caídas en las diferentes Bolsas del mundo asustarían a todo aquel que no creyera mucho en sus propias fuerzas.

Lo mismo sucede con la población porque a pesar de las objetivas señales de dificultad creció el porcentaje de quienes confían en que la Argentina mejorará económicamente y se contagian del convencimiento que irradia el macrismo. No hay ilogicidad en esa ilusión, tanto en los gobernados como en el Gobierno. En economía las expectativas son tan importantes, y a veces más, que los fundamentos racionales.

Creer aun sin fundamentos no es siempre ilógico porque resulta tan terapéutico en el terreno económico como en el médico: Lévi-Strauss en su texto Los hechiceros y su magia explicaba la eficacia simbólica de profesiones que habían durado siglos –aún quedan chamanes en el mundo ejerciendo su forma de medicina– por el efecto que tiene la sugestión: si el paciente padece una enfermedad que se curará sola, creer que se va a curar porque intervino alguien a quien le asigna autoridad (en este caso del Gobierno, en la economía) hará que se cure más rápido. También vale para Macri, sus ministros y CEO (los hechiceros): si ellos creen que podrán, aumentarán las posibilidades de que terminen pudiendo.

Para Kant la ingenuidad era “manifestación de la sinceridad que es originalmente natural a la humanidad”. Friedrich Schiller en sus ensayos sobre la ingenuidad escribió que “apacigua el espíritu”. Y Nietzsche hablaba de las tres grandes ingenuidades: dos de ellas “el conocimiento como medio para la felicidad” y “como medio para la virtud”. Un consuelo frente a la falta de conocimiento de Macri y algunos de sus funcionarios sobre determinados temas. Acerca de la ilusión y las apariencias Platón decía que del mundo 
sólo caben opiniones y no verdades.

El mundo de la ilusión no es real, pero tampoco es que no exista; la ilusión crea realidades.



lunes, 24 de junio de 2013

Testimonio de una realidad marginada… De Alguna Manera...


Testimonio de una realidad marginada…

Fotografía tomada en el año 2010 en Lomas de Zamora. Foto: Valerio Bispuri

El reconocido fotógrafo romano recorrió cárceles y zonas devastadas por la miseria en América Latina a lo largo de diez años. En su reciente visita a la Argentina, reflexionó sobre cómo aquella experiencia, más antropológica que estética, marcó su trabajo.

El romano Valerio Bispuri se define como un fotógrafo "di pancia", es decir, visceral. Ganador del premio Sony World Photography Awards 2013 en la categoría Contemporary Issues, desde su primer contacto con la Argentina en 2001, vuelve incesantemente a nuestro país. Esta vez, su visita estuvo relacionada con un programa dedicado a su trabajo en la Argentina para el canal italiano Sky Art. Además, brindó una conferencia en la Universidad Nacional de Avellaneda.

Las fotografías de Bispuri son testimonios y crónicas que no sólo describen la objetividad de un mundo inaccesible. Bispuri registra con su oficio un mundo mil veces fabulado por poco conocido, mientras exhibe sus miserias a la vista. A veces el extranjero es el más perseverante, el que mira con la distancia necesaria y, al mismo tiempo, se acerca como ningún protagonista al hecho. "Sentí la necesidad de contar América Latina desde un aspecto revelador de su realidad, como en una especie de homenaje más que por una vocación de denuncia, aunque ésta se volviera inevitable por la fuerza del registro al inmiscuirse en la precariedad de la vida", afirma en diálogo con adncultura . No lo seduce lo mórbido sino que lo desafía la "terribilitá" pasmosa de los cuerpos y gestos vitales tanto como sus intensidades.

El fotógrafo que recorrió durante diez años setenta y cuatro penales de todo el continente posa su mirada en los escondites donde la ley mayor deja sus huecos: en las prisiones y en los efectos del paco, en los paraísos artificiales de la precariedad. Dice que ama a Nietzsche como pensador, aunque señala que no comprende la sentencia "No hay hechos, sólo interpretaciones". Sus fotografías no cuestionan lo real ni desestiman los hechos: la cámara es el ojo de sus vísceras donde se revuelca la historia. El efecto de algunas de sus fotos es brutal como colección de gestos que nos conecta con las pasiones humanas y sus bordes más filosos. La suya es una cámara que no soslaya la ficción de cualquier punto de vista aunque se inmiscuye en los infiernos vitales sin la pretensión del arte.

Su ojo es socio del azar y de lo imperfecto. No se fascina con el exotismo del horror sino con la imagen como crónica, proverbio o máxima. "Entendí que en la cárcel había algo escondido, aparte de encerrado. Había que mostrarlo porque nada iguala la evidencia y la fuerza de una imagen, aunque un comentario reciente me hizo percibir que la fotografía que me convoca se parece al trabajo de un antropólogo o de un etnólogo."

Bispuri hace registros como sentencias que interpelan de manera directa; sus imágenes parecen querer aproximarse a una batalla perdida de antemano, pero muestran aquello respecto de lo que las palabras dicen poco y mal en relación con la fuerza sintética de lo visible. Reconoce que la fotografía descarnada no produce necesariamente misericordia, sino el goce fatuo del hombre visible. No se trata de recomponer de forma moral lo que la vida contemporánea descompone en sus márgenes apartados de la vista.

El fotógrafo logró entrar en las redes del paco al entablar vínculos con familias y organizaciones que dedican su vida a una lucha cotidiana y desigual. "Me enteré de la existencia del paco en 2003 y soy pesimista sobre lo que se pueda hacer con él, porque creció de forma exponencial, incluso más allá de las fronteras argentinas. Se expandió hacia sectores medios calando en el nervio social. Es una red de complicidades muy poderosa que involucra a familias, bandas de narcos, policías y políticos."

Las rutinas, la intemperie, los rostros transfigurados, los espacios semi abandonados, la impudicia de los cuerpos reposan no sin incomodidad en el reverso oscuro de los Estados como su parte maldita. Tal vez, los restos mismos del capitalismo son los que quedan congelados en la imagen fotográfica como su tierra baldía. Bispuri denuncia menos de lo que describe, aunque su trabajo sobre el paco dio a conocer sus redes a las organizaciones internacionales con la expectativa de involucrarlas en la lucha local.

Alguien que busca lo real resulta a veces indiferente ante los problemas de la estetización de la miseria o de la distancia justa respecto de los hechos. Tampoco cree en la autenticidad ingenua de la fotografía preproducida, ni en el golpe bajo como estrategia de mercado.

Bispuri cuenta la siguiente anécdota ocurrida en un penal de Mendoza: "Para lograr entrar tuve que convencer al director y a los guardias. El director me dijo que era muy peligroso y me hizo firmar un papel donde se aclaraba que entraba sin custodia y bajo mi responsabilidad. Apenas me encontré con los detenidos les hice un planteo muy diferente del que ofrecí a las autoridades. Les dije: 'Ellos me aseguraron que ustedes me harían daño, así que yo les propongo una cosa, mientras me cuentan sus experiencias en este lugar yo registro aquello que ustedes quieran denunciar'. Me acompañaron durante todo el trabajo en el lugar, que estaba en condiciones inhumanas. Los detenidos lo tomaron como una victoria ante los guardias y el director y me alentaron a que hiciera visible el problema".

Su cercanía y vinculación con la mayoría de las cárceles del continente le devolvió una perplejidad: "Lo que más me impresionó de la experiencia en las cárceles es el amor por la vida que se respira. A pesar de la situación de cada uno, de las condiciones deplorables de muchos de los establecimientos y la crueldad innegable, la mayoría de los detenidos se aferran a la vida, reproducen afectos cotidianos: el mate, el fútbol, las charlas políticas, el estudio, las fiestas..." Un amor que no excluye violencia, pero que destina, para la mirada del extranjero, la diferencia de nuestra precariedad con la racionalidad del Primer Mundo.

© Escrito por Ariel Pennisi y Adrián Cangi el viernes 14/06/2013 y publicado en el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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Cárceles de Sudamérica…






domingo, 18 de noviembre de 2012

Tragedia y locura... De Alguna Manera...


Tragedia y locura…

LA PRESIDENTA, frente al dilema de tener que elegir entre profundizar el modelo o corregirlo.

Tras el 8N, hay dos posibilidades: el Gobierno corrige el rumbo o lo profundiza. Elige cuáles deseos mantener y cuáles abandonar, o sigue yendo por todos. Se trata de una opción porque uno de los dos caminos tiene muchos más riesgos y contiene verdadero peligro. Si no, todos querrían siempre ir por todo. El dilema reside en que, independientemente de cuál sea la decisión, siempre tendrá remordimientos por no haber optado por la otra elección.

La tragedia es el género especializado en situaciones en las que el agente tiene que elegir entre dos alternativas, ninguna carente de males, en conflicto ético, incompatibles entre sí y ante las cuales el protagonista se rebela. Martha Nussbaum, en su libro La fragilidad del bien: fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega, escribió que es característica de la tragedia “mostrar la lucha entre la ambición de trascender lo meramente humano y el reconocimiento de la ruina que ello acarrea”.

El ejemplo de Aristóteles era el del capitán de un barco que, para salvar a su tripulación en una tormenta, debía tirar el cargamento al mar. Pero si quería llegar a puerto con todo, emergía la tragedia. En nuestro caso, lo que la Presidenta debería enviar al fondo del mar, si deseara que la nave de su economía llegue sin mayores riesgos a 2015, sería el relato, porque le será cada vez más difícil continuar con inflación creciente, retraso cambiario, subsidios y déficit. Y en el camino puede producir una tormenta perfecta.

Pero, para ciertas personas, la vida sólo es completa cuando se la vive como si fuera obra de arte, pretendiendo unir lo sublime y lo profano. Nietzsche creía que “el gran estilo” era lo que unía la voluntad de poder con el arte, entendido como exceso, transgresión, transformación, energía, “la economía a lo grande” y el encuentro con la vida. Para Nietzsche, “el gran estilo” era la tragedia, “el amor por las cosas problemáticas y terribles”. Lo sublime identificado con la “domesticación de lo trágico” y la instrumentalización de lo enigmático.

Para el romanticismo no hay verdad sin estilo, ni estilo sin verdad. Y Nietzsche hablaba del fin de la retórica y el comienzo de la estética.

Así pensado, en muchas locuras no habría una caída del mundo inteligible al sensible sino lo contrario, un ascenso, porque sólo con la liberación de las pasiones se accedería al conocimiento, y sólo el furor divino permitiría alcanzar el saber del nivel superior.

“El hombre siente placer cuando actúa conforme al fin que ha suscitado su acción, la conformidad con el fin se manifiesta bajo la forma de belleza, bello es aquello que siendo perfecto implica una acción virtuosa”, escribe el profesor de Estética de la Universidad de Turín, Sergio Givone en su Historia de la estética.

Si lo sublime es la tragedia, ¿será más majestuoso quedar en la historia como la mujer que no cambió sus convicciones, o lo será ser re-reelegida si para ello tiene que moderar sus proposiciones? Entonces, ¿preferirá un escenario donde los kirchneristas se hagan más kirchneristas y los antikirchneristas se hagan más antikirchneristas? ¿Preferirá la fábula verdadera y una inagotable producción de significados antes que abandonar teorías derrotadas tras experimentos falseadores? Y si la economía se fuera de control antes de 2015, ¿preferirá una inflación del 50% anual y una brecha cambiaria del ciento por ciento antes que aplicar otro plan económico?

Martha Nussbaum, en su libro sobre la tragedia, escribió que “la particular belleza de la excelencia humana reside justamente en su vulnerabilidad”, el héroe siempre tiene un “esplendor fugaz” y una “frescura húmeda”. Ulises prefiere el amor mortal de una mujer destinada a envejecer al esplendor perpetuo de la hija de Atlas. “Limitando el intento de desterrar la contingencia de la vida humana –sigue Nussbaum– hubo siempre un vívido sentido de la especial belleza que atesora lo contingente y mudable, un amor al riesgo y la vulnerabilidad de la humanidad que se expresa en numerosos relatos sobre dioses enamorados de mortales”.

¿Soñará Cristina Kirchner con enamorar al destino? ¿Soñará con ser ella misma Odisea? Los 200 funcionarios que la aplauden de pie cada vez más sobreactuadamente (haciéndole mal) son la esperanza de que la Presidenta no se extravíe en el goce de lo sublime que alimente la tragedia para no quedarse ellos sin trabajo.

Ojalá que el género que practique el kirchnerismo siga siendo la comedia.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 17 de Noviembre de 2012.