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domingo, 30 de junio de 2013

A paso redoblado... De Alguna Manera...


Cristinismo en armas...

A paso redoblado, Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

Con el nuevo jefe del Ejército, el Gobierno busca que las FF.AA. sean un aporte para construir más poder. La inspiración chavista. Cristina puso en marcha la última etapa de un peligroso plan para “cristinizar” a las Fuerzas Armadas y convertirlas en un instrumento más de su intento de eternizarse en el poder.

La sorpresiva designación del general César Milani como jefe del Ejército, confirma que la Presidenta no reconoce límites institucionales y está dispuesta a cumplir su promesa de ir por todo a tambor batiente y a paso redoblado.

Fiel a su lógica de construcción que implica fracturar cada institución para luego intentar cooptarla con tropa propia, la Presidenta tomó la inédita decisión de colocar en la cima de los uniformados a su militar preferido, peronista de cuna, admirador de Hugo Chávez y dueño del aparato de inteligencia más sofisticado y oneroso para el Estado después del que dispone la ex SIDE.

Milani construyó una íntima relación con la ex ministra de defensa Nilda Garré y con su asesor Horacio Verbitsky quien, curiosamente, también fue un experto en inteligencia pero de Montoneros. La mesa chica mas ideológica del kirchnerismo fomenta que los militares chavistas sirvan como espejo para nuestras fuerzas armadas. Involucrar a los hombres de armas en la política en general y en las internas partidarias en particular, es un proyecto inquietante y casi suicida. 

El terrorismo de estado debería haberles enseñado que la sociedad civil debe profesionalizar y mantener a los militares totalmente alejados de la política sectorial. Pero la generación de Cristina, Garré y Verbitsky nunca abandonó el delirio de contar con esos “ejércitos nacionales y populares” que hoy tienen en Venezuela a su máxima expresión. La condición militar de Juan Domingo Perón y las formaciones especiales de la guerrilla peronista abonaron aquella utopía durante lo que se llamó “Operativo Dorrego”. 

Fue en 1973, con Héctor Cámpora como presidente y se realizaron acciones conjuntas entre la Juventud Peronista de las regionales que encabezaba el actual legislador Juan Carlos Dante Gullo y el Ejército a cargo del genocida llamado Albano Harguindeguy quien luego fue ministro del Interior de Jorge Videla. Marcharon y acamparon juntos para realizar tareas sociales. Hoy las versiones en lo más concentrado del poder dicen que el trabajo de La Cámpora durante las inundaciones en La Plata contó con gran colaboración logística del ejército argentino y que eso sólo fue un primer paso con la excusa de la integración definitiva de los militares a la democracia.

El plan empezó hace varios años con la excelente intención de extirpar a los militares nostálgicos de la dictadura. Luego se enrareció cuando empezaron a discriminar a varios oficiales por portación de apellido y, finalmente, todo terminó por ensuciarse definitivamente a la hora de ascender discrecionalmente, sólo a los amigos o a los que manifestaron a viva voz su pertenencia al proyecto cristinista. Esa actitud es antidemocrática pero además es letal para la eficiencia y fortaleza profesional de la fuerza. Genera resentimiento entre los militares cuyas carreras no progresan gracias a sus méritos, como debería ser.

Así como en los últimos tiempos el gobierno de Cristina intentó colonizar y domesticar a la Justicia y los medios de comunicación para evitar que los controlen, ahora intentan colocar al brazo armado de la Nación al servicio de sus intereses personales.

Fracasaron cuando lo quisieron hacer con la Gendarmería y la Prefectura quienes se insubordinaron por maltrato y mal pago. Hoy, están ubicando en los puestos más altos a los encargados de hacer inteligencia estratégica que, sin tener hipótesis de conflicto a la vista, cuentan con un presupuesto de 333 millones de pesos, tal como adelantó Perfil ayer. Hay un sector de los espías civiles que conducen Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher que viene trabajando en forma mancomunada con los topos verde oliva, sobre todo en la búsqueda de mugre personal y de todo tipo, para erosionar la credibilidad de opositores, jueces y periodistas. Esto es más grave si recordamos que este gobierno aprobó la ley antiterrorista y mantuvo hasta que se descubrió el “Proyecto X” que tenía intenciones persecutorias y represoras de distintos referentes gremiales y sociales.

El general Milani no se mantuvo al margen en ninguna de las ocasiones en que la política atravesó en forma traumática al Ejército.

Ni durante la dictadura, con su tarea conspirativa en Tucumán; ni durante los nefastos levantamientos carapintadas de Aldo Rico y Mohamed Ali Seineldín. Precisamente durante el ataque institucional que comandó este último en 1994, Milani recibió una de las dos sanciones que registra su legajo: 8 días de arresto.

En Cosquín, en la calle Obispo Bustos, hay una Unidad Básica llamada César Milani. Es en homenaje a su padre que se llamaba igual. En su juventud, llegó a la capital nacional del folclore de una manera muy extraña. Había contraído tuberculosis durante la colimba y por ley, el Ejército debió hacerse cargo de su tratamiento en los legendarios sanatorios serranos dedicados a ese flagelo. Además tuvieron que darle el mínimo grado militar. Peronista de libro, César Milani integró la comisión que ideó el célebre festival coscoíno y fue un dirigente negociador si lo comparamos con Olga Pérez, su esposa, mucho más combativa y seguidora de Eva Perón.

Milani, el flamante jefe del Ejército, se llama César Santos Gerardo del Corazón de Jesús. Suele visitar en forma reservada a su hermano Rodolfo, un abogado que junto al intendente Marcelo Villanueva, lograron la ayuda de Julio de Vido para construir una importante obra vial que, como todas, fue con la designación de la empresa constructora amiga incluida. Sus vecinos, consideran a los Milani como buenos peronistas que alguna vez se encolumnaron con José Manuel de la Sota. El hijo de Rodolfo, que comparte nombre y profesión con su padre, en su twitter se auto titula hincha de Belgrano aunque exhibe la imagen del Che Guevara en la Plaza de la Revolución de Cuba y celebra a Hugo Chávez porque “dejó un pueblo lleno de fuerza para seguir con su revolución”. 

Tal vez el sobrino exprese en esos 140 caracteres las convicciones más arraigadas del flamante supe jefe del Ejército K. Ojalá no le guste jugar con fuego. Ya se sabe que a las armas las carga el diablo.

© Escrito por Alfredo Leuco el sábado 30/06/2013 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.