Mostrando las entradas con la etiqueta Fabián Ferrante. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Fabián Ferrante. Mostrar todas las entradas

sábado, 12 de diciembre de 2015

La era del ciclamato político. Macri y un discurso Zero… @dealgunamanera...

Macri y un discurso Zero…


Lo primero que viene a la mente al escuchar el mensaje del nuevo presidente, es que, otra vez, tenemos un gobernante que muestra terribles problemas para poder expresarse con mediana fluidez y elocuencia, y que exhibe una alarmante carencia de conceptos políticos puntuales, aunque esté leyendo un discurso pre redactado, y ensayado hasta el cansancio.

© Escrito el por Fabián Ferrante el viernes 11/12/2015 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Esto puede parecerle trivial a algunos, pero políticamente no es un dato menor. Trasunta la esencia cultural y la formación del disertante, y lo que sus interlocutores (especialmente cuando se habla de dignatarios internacionales), fácilmente advierten. Tal como en su momento lo advirtiera la ex embajadora de USA en Argentina Vilma Martínez, cuando lo calificó de grosero y maniqueísta.

Macri fue curioso. Se lo pasó hablando de los equipos, y en contra del individualismo, pero, simultáneamente, se cansó de repetir la palabra "yo", y de auto referenciarse. Esta hubiera sido una situación inmejorable para utilizar, antes que el "yo" y el "me",  el "nosotros" y el "nos". No lo aprovechó.

Dijo que el país no está dividido, pero también dijo que llamaba a peronistas y "antiperonistas". Lo considero un error no forzado. No hacía falta caer en ese desatino. ¿Sabés por qué? Porque, justamente, divide más.

Globalmente fue un discurso sumamente light, tan edulcorado como se esperaba. Repleto de obviedades como la unidad nacional, el trabajo común, el amor, la gente, etc, etc.

Poca política, y demasiado ciclamato. Claudio María Domínguez.

No hubo mensajes a sectores puntuales, no hizo referencias a sus promesas económicas de campaña que tanto temor generaron y que hasta precios dispararon. Pareciera que estos temas no merecían explicación alguna por parte del nuevo presidente.

Básicamente, Macri repitió su discurso intendentista de siempre, y trató de proyectarlo a la nación, con éxito más bien módico.

No obstante, tocó un tema muy importante cuando habló de la corrupción, declarándose implacable para con aquellos que no cumplan lo que dice la ley.

Lo que no dijo es que la ley, tal como está, presenta innumerables vericuetos para poder robar dinero legalmente, tal como lo hizo él mismo con el decreto 556/10 en la Ciudad de Buenos Aires, que sirvió para enriquecer a gente como Fernando Niembro o Eduardo Amadeo, y para falsear pauta publicitaria que nunca cobraron sus presuntos destinatarios, a lo largo y a lo ancho del país.

Ese decreto es legal; es "la ley", pero sirve para robar. Y Macri roba mediante la ley. Toda su vida robó mediante la ley. Ya sea que las dictara Domingo Cavallo, o él mismo.

El discurso aperturista de Macri podría reemplazarse con aquellas notables estrofas de Joan Manuel Serrat:

"Pero, eso sí, los sicarios no pierden ocasión de declarar públicamente su empeño en propiciar un diálogo de franca distensión que les permita hallar un marco previo, que garantice unas premisas mínimas que faciliten crear los resortes que impulsen un punto de partida sólido y capaz, de este a oeste y de sur a norte, donde establecer las bases de un tratado de amistad que contribuya a poner los cimientos de una plataforma donde edificar un hermoso futuro de amor y paz".

Fidel, pero no Castro: Pintos.

Finalmente, un detalle para nada menor, que debiera hacer reflexionar un poco a todos aquellos que traen años de lucha en defensa de la república y de las instituciones.

A lo largo de los 27 minutos de su discurso, el presidente Macri mencionó apenas en una ocasión la palabra "instituciones", pero no mencionó jamás la palabra "república".

Dios proveerá.




martes, 24 de noviembre de 2015

Confiar por Confiar, no más: Rarezas del Macrismo... @dealgunamanera...

Rarezas del Macrismo...


La consagración de Mauricio Macri representa una alegría importante para muchos argentinos. Millones de personas que han depositado su esperanza en él, le abrirán una línea de crédito político que Macri deberá saber administrar, para que no le ocurra lo mismo que a Cristina Kirchner luego del 2011, cuando dilapidó de manera extraordinaria aquél 54% de apoyo popular, cometiendo un error tras otro.

Hay dos maneras de intentar confiar en Macri. La primera, que es la más directa, y la que ha seguido la enorme mayoría de sus votantes, consiste en hacerlo, más por necesidad imperiosa de sacarse de encima al kirchnerismo, que por otro asunto.

La otra ya es más compleja. Porque parte del análisis de lo ofrecido, y de las personas que lo están ofreciendo.

Y ahí es donde, a este cronista, se le complica mucho poder confiar.

Porque PRO me dice que, para confiar en ellos, debo asumir que Mauricio Macri no tiene nada que ver con Franco Macri, que Adrián Menem no tiene nada que ver con Carlos Menem, y que Jorge Triaca hijo, (que suena para Trabajo), no tiene nada que ver con el Jorge Triaca que vació SOMISA, para que Techint la pueda comprar al 10% de su valor.

La misma Techint de Paolo Rocca que ha sido financista sustancial de la campaña de Mauricio Macri.

Y la verdad es que a mí me resulta demasiado extraño que en PRO se hayan juntado tantos muchachos que piensan con 180 grados de divergencia respecto de los que portan su mismo apellido, y hasta su misma cara.

Me explican, incluso, que la primera diputada nacional, Patricia Bullrich, no tiene nada que ver con la Patricia Bullrich que bajó 13% sueldos y jubilaciones.

O que Federico Sturzenegger no es el mismo que fuera procesado por el megacanje, ni es el que explicó en USA que, para debatir, la estrategia consistía en no decir jamás lo que pensaba hacer, y , simplemente, engañar a la gente.

Para confiar en PRO, o en Cambiemos, o en Macri, debo asumir que un ex Shell en YPF, que un ex Monsanto en Asuntos Agrarios de Bs Aires, o que un ex J.P.Morgan en economía, han hecho un vuelco absoluto respecto de los intereses que defendieron en el pasado, y ahora vienen a cumplir funciones públicas en defensa de lo nacional.

Otra vez, me resulta durísimo creer que en PRO se nucleen personas que han girado 180 grados respecto de los intereses que defendieron hasta hace 5 minutos.

Respecto del presidente Macri, se supone que debo olvidarme del origen espurio de su fortuna, de sus varios procesamientos judiciales, y de sus actitudes y expresiones del pasado reciente.

Debo creer que el presidente Macri no es el mismo que con la UCEP apaleaba indigentes por las calles, ni tiene algo que ver con aquél que reprimió pacientes y enfermeros en el Borda, que el presidente que ahora promete luchar contra la corrupción no tiene nada que ver con el intendente del decreto 556/10, mediante el cual se extrajeron millonarios fondos de la ciudad de Buenos Aires con fines insondables, o que el Macri que se quejaba de la fundación de nuevas universidades, que decía que el salario es un gasto, o que ponía alumnos a estudiar dentro de containers, era un Macri diferente a este que ganó la elección.

Mire...en cualquier parte del mundo, incluso aquí, para obtener un buen conchabo usted debe presentar un curriculum vitae. Se presenta para conocer qué cosas usted es capaz de hacer, pero básicamente, para saber cuáles fueron las cosas que ya hizo.

Personalmente estoy convencido de que la mejor forma de conocer quién es alguien, consiste en observar quién fue. Es un asunto simple, pero que prácticamente nunca falla.

Y cuando miro quiénes fueron estos muchachos, de dónde vienen, y qué es lo que representaron, es cuando se me hace arduo poder confiar en ellos.

La política argentina me quiere obligar a formatear razonamiento y memoria, e instalarme, periódicamente, un nuevo sistema operativo. Y todo en nombre de la esperanza, aunque eso consista en elegir a estas personas.

Lo siento. Pero me resisto a eso. Conmigo no, muchachos: Conmigo no.

El 15 de octubre de 2011, cuando CFK ganó con aquél 54% de los votos, escribimos para este mismo medio un artículo que contenía la siguiente frase.

"La mitad de los argentinos hoy me ha dicho que no le interesa que le contemos o analicemos lo que ellos desconocen. No les importa el pasado ni el futuro, y son clara y legítima mayoría".

4 años más tarde, la sensación es prácticamente la misma.

No diré lo que todos dicen "ojalá que a Macri le vaya bien", porque históricamente, cuando le fue bien a Macri, me fue mal a mí, y a un montón de tipos como yo.

A Macri le fue fantástico en los ´70 y en los ´90. A la argentina le fue espantosamente mal en esos lapsos.

Digamos que los intereses de Macri nunca estuvieron vinculados a los míos, ni a los del 90% de la gente que conozco.

Sí diré "ojalá que a los argentinos nos vaya bien", que es otro asunto sustancialmente diferente, y comparativamente mucho más importante.

© Escrito por Fabián Ferrante el lunes 23/11/2015 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 23 de febrero de 2013

A usted, Aliverti… De Alguna Manera...

A Propósito de víctimas, política y carroña… 

 Eduardo Aliverti.

Cuando Eduardo Aliverti comunicó que fue su propio hijo quien atropelló y mató al ciclista Rodas, en Panamericana, antepusimos la decencia y el sentido común a cualquier otro comentario.

No era de bien nacido caerle a un tipo, por lo que su hijo de 28 años hubiera hecho.

Era de canallas regodearse atacando a un periodista que justifica y defiende este modelo, a causa de la desgracia que a su muchacho le tocó protagonizar.

Pero Aliverti tuvo el desatino de salir a hablar nuevamente, y, tal como acostumbra a hacer su presidente Cristina Kirchner, descerrajó una buena dosis de ese odio tan común a los izquierdistas severos de la Argentina.

Ese odio que se soporta cada vez menos, y que provoca, cada día, más indignación.

A más de tildar de "carroña" a quienes acaso injustamente lo criticaron, Aliverti se declaró crucificado.

A usted

Aliverti, no crea que lo crucifican tres tipos con micrófono. Lo crucifica la larga lista de argentinos por usted humillados, desde su tradicional soberbia, su ironía, su miserable estigmatización del que piensa distinto.

Usted es un exitoso profesional de los medios, Aliverti. Sabe perfectamente a lo que se expone cuando habla o cuando escribe. Conoce como pocos los mecanismos para decir lo que su audiencia quiere y espera oír. Y sabe también que su palabra trasciende a los del propio palo.

Sabe, o debería saber, que también llega a los que, luego de las marchas ciudadanas del 13S y 8N, usted calificó como tilinguería.

Esa masa abstracta, según palabras de Horacio González que usted destaca, a la que se preocupó de restarle cualquier tipo de entidad mínimamente atendible.

¿Recuerda cuando escribió: "Salieron a marchar no por lo que le pasaría al país sino por lo que me pasa a mí y a los míos o, aunque repique extremadamente antipático, por lo que los medios me dicen que me pasa"?

¿O cuando desde su sitial de policía moral del pensamiento ajeno los etiquetó como "gente incapaz de tolerar que los de abajo hayan subido un poquito"?

¿No fue acaso usted mismo el que declaró: "Me importa una infinita cantidad de carajos tener el más mínimo grado de consenso con esta gente. Quiero tener con ellos una profunda división"?

Bueno, Aliverti, su cruz es recoger el desprecio de las víctimas de su soberbia.

A usted lo crucifican sus palabras. Lo crucifica haber elegido ser enemigo de muchos. Tal como afirmó cuando dijo "Eso de que en una democracia no hay enemigos sino adversarios. Pues bien: uno ya está harto de estas boludeces monumentales".

Usted eligió ser enemigo de tanta gente, Aliverti, no fueron ellos.

Luego de su comunicado inicial, usted debió callar. Era lo adecuado para que no lo hostiguen algunos de sus colegas, a quienes su presunta superioridad intelectual le impide, siquiera, reconocer como tales.

Esos a los que usted llamó "salames televisados, en rol de conductor".

Nos preguntamos cómo se debería catalogar, entonces, al miserable que tituló “El hijo de Aliverti también es víctima. ¿Qué hacía el ciclista en Panamericana?”¿….lo leyó, Aliverti? ¿Le pareció un canalla Gelblung? ¿Un salame, parte de la carroña, acaso?

Usted es un periodista político que milita para su causa. Siempre lo fue.

Su estilo no es confrontativo: es insultante.

Y la política, desgraciadamente, salta siempre. Aún cuando algunas desgraciadas situaciones personales requieren que no salte. ¿Y sabe qué, Aliverti? No lo afirmamos nosotros, lo dijo usted.

"Porque cada vez que salta lo político —y no hay forma de que no salte, por un lado o por otro y más temprano o más tarde—los choques son irreconciliables"

Su carrera no se interrumpirá por este suceso, Aliverti. Su pibe es un hombre grande, usted y yo sabemos que dentro de unos años esto será recordado como un mal trago, una pifiada de las más fuleras. Y nada más.

Pero haría bien, por su pibe y por usted mismo, en callarse un poco.

Ya que éste es, como dijo, el peor momento de su vida, amerita pues que haga lo que nunca hizo, y deje de destilar odio cada vez que habla o escribe.

Quédese musicardi y lama sus heridas en silencio; que mientras a usted, mediáticamente, lo crucifican, a Rodas le están llevando flores.

© Escrito por Fabián Ferrante el sábado 23/02/2013 y publicado en Tribuna de Periodistas.



jueves, 21 de febrero de 2013

La troupe K… De Alguna Manera...


Tratando de comprender al talibán…


En momentos en que las cosas están tan divididas, cuando desde el oficialismo se estigmatiza a todo el que piensa distinto, y ante el reparto de etiquetas por doquier, cabe analizar un poco la composición de la tropa kirchnerista. En una de esas sirve para que alguien comprenda, algo mejor, por qué motivos los funcionarios dicen lo que dicen y hacen lo que hacen, y cuáles son las razones de tantas discusiones con su cuñado.

No se habla aquí de votos, tampoco de la troupe rentada, empleados públicos ni kiosqueros oficiales, sino de genuinas adhesiones.

El kirchnerismo atrapó a muchos veteranos izquierdistas, resentidos de la política y de los demás, que corrieron a comprar el relato escrito a su medida, por Laclau, el guionista de la remake de “Bananas”.

La pasta base residual de la "juventud maravillosa", los que nunca se animaron pero se quedaron con las ganas de meter algún que otro cañito, los eternos adolescentes que echan la culpa de todos nuestros males al imperio, a las corporaciones, y al capitalismo. Muchas veces, desde el country.

Los que jamás van a entender que la mejor labor social se hace, invariablemente, desde ese capitalismo al que tanto odian. Haga capitalismo y abra fuentes de trabajo. Haga capitalismo y urbanice villas, haga capitalismo y saque gente de la pobreza.

Son los que hace 15 años apenas se animaban a decir: "Bueno, pero mirá que en Cuba la salud, por ejemplo...", quienes hoy le saltan a la yugular, ensoberbecidos con el relato y creyendo disfrutar, incluso, de alguna cuota de poder.

Docentes que ayer les hablaban a sus alumnos de la libertad, y hoy les hablan del Che Guevara, y ensalzan al régimen que más ha hecho por abolir las libertades de la gente. Comunistas que cuando se nombra a Stalin se apresuran a decir que el comunismo nunca fue bien implementado. Como si se pudiera implementar sin pisotear al pueblo y sin atraso.

Todos empapados de la pluma rentada de los Forster, los González y los Feinmann.
Muchachos que llevan décadas mirando la vida desde el balcón, viendo pasar a la gente y sin siquiera sospechar lo que a esa gente le ocurre. Sin importarles, incluso, lo que esa gente quiere.

Cautivó también a muchos hijos de la democracia, que solo conocen la historia que les contaron, convenientemente aderezada y con las imprescindibles omisiones, y creyeron que Néstor Kirchner era el padre de la patria. Porque bajó un cuadro. (Se promete desarrollar).

Pero, fundamentalmente, (y en este punto animo al lector a pensar en sus conocidos K), el kirchnerismo cautivó a demasiada gente que nunca tuvo ni determinación, ni personalidad, ni opinión propia. Los que se casaron, por aproximación, con la vecina, porque nunca se le animaron a la más linda del club. Los que se callaron la boca siempre, por no atreverse a hablar.

El gil de cada barrio hoy es acérrimo kirchnerista. Ese al que ninguna mina le daba bola y que jamás pegó un mísero grito, hoy revolea la bandera de La Cámpora y se siente parte de la cosa. Vocifera barrabasadas con autoridad suprema, lo carga un poco, incluso, se burla y le ironiza. Agrandado.

Su cuñado, el Tito, sin ir más lejos, que se quedó manejando el taxi, de peón, porque nunca se animó a poner la galletitería, hoy le da lecciones de economía y le explica con patética soberbia que la emisión y el gasto público no producen inflación. Sigue manejando el taxi, pero contento.

Los K les dieron pertenencia a todos los resentidos y eternos perdedores de la vida. Los que siempre fueron público y jamás protagonizaron ni una despedida de solteros.

Pero, atención. No se los puede eximir de responsabilidades, porque muestran una hipocresía que subleva. Repiten hasta el hartazgo lo que todos conocemos: Menem fue un gran corrupto. Vaya noticia. Aunque a casi 14 años de dejar el poder no tenga sentencia condenatoria en ninguna de sus causas por corrupción.

Sin embargo, cuando se les habla de Néstor Kirchner remiten a la justicia. Piden pruebas, fotos, recibos de las coimas, videos violando a la monjita. Asumen con naturalidad que los desaparecidos fueron 30.000, pero firman y propalan que la inflación no supera el 10% anual.

Pueden acordarse con detalles de los pollos de Mazzorín, pero nunca se enteraron de los negociados de Hebe. Defienden a Slowhand Boudou, el DJ de la UCD.

Una importante dosis de hipocresía es necesaria para sostener ese relato. Y si estos pibes derrochan algo, es hipocresía. Dicen que hay dos países y es posible. Dicen, incluso, que hay dos pueblos distintos, y no me extrañaría, pero de lo que estoy seguro es que verdad hay una sola.

Hace casi una década que, desde la impunidad que da el carnet, delinquen. Y sus seguidores se babean aplaudiéndolos. Todo lo demás es, apenas, un relato.

© Escrito por Fabián Ferrante (@FabianFerrante) el jueves 21/02/2013 y publicado por Tribuna dePeriodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.