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martes, 15 de diciembre de 2015

La locura y la razón… @dealgunamanera...

Guaranga hasta el final…


La última grosería de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta fue no asistir a la ceremonia de traspaso de mando. Según el diccionario, guarango significa “descortés, incivil, grosero”. En esta materia, la ex presidenta superó incluso a su difunto esposo y a Eva Perón.

© Escrito por Diego Bigongiari el lunes 14/12/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cuando el pasado mes de mayo entregué mi libro Guarangadas K al editor, quedé con la certidumbre de que Cristina Fernández de Kirchner no podría con su genio y en los seis meses que le quedaban de gobierno produciría más groserías que la última reflejada en el libro, con Barack Obama en la Cumbre de Panamá. No me equivocaba.

Desde entonces sumó una buena cantidad de groserías y destratos a su ya copiosa producción: en Roma,  ante una conferencia de la FAO, aseguró que en Argentina había 5% de pobres y 1% de indigentes.

Se despachó por cadena nacional contra los premios Martín Fierro: “Todos saben por ahí cómo se otorgan algunos premios”.

  • Inauguró un centro cultural al que le puso el nombre de su difunto esposo. Inspiró los ataques contra el “casi centenario” miembro juez de la Corte Suprema Carlos Fayt.
  • Usó la cadena nacional para informar que “el doctor Mariano Grondona, que es un chacarero, cobró 21.600 pesos de devolución de retenciones”.
  • Colgó en la Casa Rosada un retrato de su esposo y del dictador Hugo Chávez.
  • Bajó a Florencio Randazzo de su candidatura a la presidencia de tal modo que éste se enteró por televisión.
  • Hizo remover al juez Luis María Cabral de la Cámara de Casación. Afirmó que el tumor del canciller Héctor Timerman lo causó la comunidad judía con sus críticas.
  • Llamó “pistolero, mafioso, extorsionador” al juez federal Claudio Bonadio.
  • Se permitió arreglarle el cabello al periodista Dexter Filkins cuando la entrevistó, a quien le dijo su famoso “bad information”.
  • Usó la cadena nacional para hacer campaña electoral en favor de su propio hijo.
  • Tildó de “dispositivos antidemocráticos” a programas periodísticos como el de Jorge Lanata y dijo: “Antes había grupos de tareas con miembros de las fuerzas armadas. Hoy han cambiado los grupos de tareas, se conforman con un trípode: denuncia mediática, opositores de centroderecha y el Poder Judicial”.
  • Afirmó que la casa de la diputada Lilita Carrió “es casi un aguantadero”.
  • Aseguró que Skanska, uno de los primeros escándalos de corrupción del gobierno de su difunto esposo, “a mí me suena a nombre de yogur”.
  • Dijo que el nazismo “fue la consecuencia de las condiciones que los aliados impusieron a la Alemania vencida en el Tratado de Versalles” y llamó “burro” al profesor Alejandro Gorbacho, que la contradijo.
  • Violó la veda electoral en las elecciones de octubre y de noviembre. Ignoró a su candidato Daniel Scioli en un acto público.
  • Comparó al candidato Mauricio Macri con el ex presidente Fernando de la Rúa, denunciando una “campaña cloaca” en su contra.
  • Hizo afirmaciones grotescas en su último discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
  • Gastó fortunas a cuenta del próximo gobierno, nombró cientos o miles de empleados públicos semanas y días antes de abandonar el poder e incluso embajadores, que son representantes del gobierno y no del Estado.
  • Y puso la cereza sobre la torta con el vodevil egocéntrico del fallido traspaso de los atributos de mando presidencial: en un par de entrevistas radiales a propósito de Guarangadas K, dije hace meses que la última grosería de Cristina podría ser no asistir a esa ceremonia.
Hay kirchneristas que comparan a Mauricio Macri con Hitler. Pero en rigor, Cristina Fernández de Kirchner tiene mucho más de hitleriana que el nuevo presidente. Fue Hitler quien descubrió que tener un enemigo puede ser el mayor activo de los líderes carismáticos y que para éstos es más fácil definir su identidad por lo que se odia antes que por lo que se cree: la ex presidenta siguió al pie de la letra estas enseñanzas.

Al igual que el Führer, fue de esos contados mandatarios que se permitió maltratar a reyes, presidentes y embajadores de otros países: la lista es larga. Y como el de Hitler, su legado será discutido largo tiempo entre quienes analizan la historia desde la racionalidad y quienes dejan la puerta abierta al fatídico influjo de la psicopatología.

La locura nunca puede ceder el mando a la razón.




domingo, 6 de abril de 2014

Cristina cinéfila, entre La Noche de los Cristales Rotos y "Cabaret"... De Alguna Manera...


Cinefilia…

La noche de los cristales rotos. Dibujo: Pipo Gueler
  
Dada su compulsión por hablar sin guión ni referencias sólidas, Cristina Kirchner no titubeó días atrás en meterse con la llamada Noche de los Cristales (Alemania, 1938). No parece tomarse el tiempo de estudiar y reflexionar, o al menos pedir que la asesoren bien, una autosuficiencia altanera que sería sólo un rasgo psicológico individual si no fuera porque ella es la presidenta de la Nación.

En una de sus frecuentes “cadenas” de radio y TV, previendo que debía anunciar el monumento argentino a las víctimas de la Shoá (el Holocausto del pueblo judío), expresó que “sin comparar, porque no tiene punto de comparación con lo que pasó, pero siempre la historia enseña cosas terribles (…), me vino a la memoria la Noche de los Cristales. Tal vez no sepan mucho lo que es”. Sospecha razonable. Un joven argentino de 25 años no tiene idea de lo que fue la Triple A, ¿qué va a saber de la Noche de los Cristales? De inmediato, confiada como siempre en la vastedad y la profundidad de sus conocimientos, enunció su receta personal: “La Noche de los Cristales es una noche (sic), se vio en la película Cabaret, a los que les gusta la historia y les gusta el cine, por lo menos que lo vean en Cabaret, cuando por la propaganda (sic) que difundía el nazismo, se atacan todas las casas de las personas identificadas como de origen judío y se les rompen los cristales. 

Por eso se llama Noche de los Cristales”. Tras su curiosa propuesta (¿por qué no invitó en cambio a visitar el Museo del Holocausto, Montevideo 919, de Buenos Aires, que dudo que conozca?), soltó un extravagante comentario editorial: “Por favor, dejemos de lado todas las voces que convoquen a noches de los cristales. Nosotros no queremos ninguna noche de los cristales en la República Argentina”. Pregunta inquietante y central: ¿quién está convocando en la Argentina a una noche de los cristales? ¿Sabe la presidenta argentina de lo que está hablando?

En alemán, Kristallnacht, lo que se conoce hoy como Noche de los Cristales, fue una serie de feroces ataques perpetrados en la Alemania nazi y también en Austria durante la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. Los ejecutores de primera línea fueron las tropas nazis de asalto, pero millares de alemanes y austríacos participaron de los pogroms con notable fervor. En el poder desde 1933, el Führer y su régimen alentaron y dejaron hacer. Para Hitler, esa noche de pesadilla fue una reacción “espontánea” del pueblo alemán en revancha por el asesinato, el 7 de noviembre de 1938 de un secretario de la embajada alemana en París, muerto por un joven judío polaco de origen alemán. Obviamente, fue Hitler quien ordenó que esa noche trágica se consumara.

Joseph Goebbels, las tropas de asalto SA, las siniestras SS y las Juventudes Hitlerianas, apoyadas por el servicio secreto de inteligencia SD, así como la policía política Gestapo y otras fuerzas uniformadas, fueron la vanguardia de aquella inicial orgía de sangre. Los ataques dejaron las calles de las ciudades alemanas y Viena cubiertas de vidrios rotos de los locales comerciales y las casas de los judíos. No menos de 91 judíos alemanes fueron asesinados esa noche, pero otros 30 mil fueron detenidos y posteriormente “trasladados” masivamente a los campos de concentración y exterminio de Sachsenhausen, Buchenwald y Dachau.

Aquella noche siniestra del 9 de noviembre precedió en pocos meses el comienzo formal de la guerra, desatada por Alemania el 1º de septiembre de 1939 cuando invadió y ocupó Polonia. La “solución final” de lo que Hitler había bautizado como “el problema judío” fue el corolario de aquella Kristallnacht: el exterminio de seis millones de judíos. Para Hitler, los judíos eran enemigos del país y debían ser obliterados. Hitler había escrito en Mein Kampf (“Mi lucha”) que Alemania debería quedar “libre de judíos” (judenfrei).

Tras ser nombrado jefe de gobierno por el presidente Hindenburg el 30 de enero de 1933, arrancó con un boicot a los negocios propiedad de judíos desde el 1º de abril de 1933, seguido de varias leyes antijudías para restringir el derecho de los hebreos alemanes a ganarse la vida, ejercer una plena ciudadanía y educarse. Una ley prohibió a los judíos trabajar en la administración pública. El 15 de septiembre de 1935 se aprobaron las leyes de Nuremberg, una de “protección de la sangre y el honor alemán” y otra de ciudadanía del Reich, que puntualizaba quién era judío, medio judío o cuarto de judío, según su ascendencia.

Prohibió relaciones sexuales y matrimonio entre ciudadanos de sangre alemana, o afín, y judíos, a quienes privó de la ciudadanía, al igual que de la totalidad de sus derechos políticos, incluido votar, además de excluirlos de la práctica de ciertas profesiones y la educación. Al comenzar 1938, Hitler mandó confiscar los pasaportes de todos los judíos alemanes. El 26 de abril los obligó a registrar todos sus bienes, para que éstos fueran “arianizados”. El 17 de agosto les prohibió a los médicos judíos ejercer su profesión y canceló los permisos de residencia para extranjeros, incluyendo a los judíos nacidos en Alemania pero de origen extranjero. Esa noche del 9 de noviembre fueron destruidas 1.574 sinagogas (casi todas las que había en Alemania) y muchos cementerios judíos, al igual que la mayor parte de las 94 sinagogas de Viena. Más de 7 mil negocios propiedad de judíos quedaron arrasados.

Para Cristina, cinéfila persistente, Kristallnacht es lo que cuenta Cabaret (1972), el film rodado por Bob Fosse y protagonizado por Liza Minelli.

© Escrito Por Pepe Eliaschev el Domingo 06/04/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 19 de marzo de 2012

Resistir un archivo... De Alguna Manera...


En los 90, Néstor Kirchner financiaba un diario nazi La Voz de Santa Cruz…

 Diario Página/12 del 26 de Julio de 1997.

El fin del relato y un nuevo calificativo para desprestigiar a los periodistas. Publicado esto en el año 1997, un 27 de Julio por el Diario Página/12.

Ni una palabra de condena salió del seno del oficialismo cuando dos periodistas de La Nación y Clarín, respectivamente, fueron comparados por Amado Boudou con los encargados de limpiar las cámaras de gas durante el nazismo. Ese mismo silencio se hizo carne cuando, en enero pasado, Gustavo Sala eligió un tremendo chiste para graficar su humor en Página/12. Allí podía verse a judíos dentro de un campo de concentración participando de una fiesta con la música en vivo del conocido DJ David Guetta mientras que Hitler le pide a este que dé alegría a los recluidos y que estén relajados para que “los jabones salgan mucho mejor”.

“Hijo de un psicoanalista, bisnieto de un legendario rabino llegado de Odessa, la genealogía de Kicillof parece ser una sucesión de dogmáticas”, rezó la columna de Carlos Pagni que tanto molestó a Cristina Kirchner.

“Los camporistas parecen tener el mismo gen de la soberbia que han exhibido en los 70 los militantes montoneros”, fue asimismo la frase desafortunada de Osvaldo Pepe que tenía, según la Presidenta, tufillo nazi.

Días después, Cristina eligió proseguir su caza de nazis mientras atrás la acompañaba un gigantesco mural de Perón, el mismo que refugió a decenas de jerarcas nazis en la Argentina.

En medio de la utilización de un nuevo adjetivo calificativo para denostar a los periodistas, el Gobierno parece haber optado por la banalización del nazismo. Eso sin contar la poca resistencia al archivo que, a paso firme, viene demostrando el propio kirchnerismo.

A fines de la década de los 90, Página/12 era un medio reconocido por su periodismo de investigación. A mediados de 1997, se animó a desnudar el aporte de la generosa pauta oficial por parte del entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, a un diario local nazi, La Voz de Santa Cruz.

Según esa investigación, los empleados de ese medio llamaban "Führer" a su director (Carlos Navarro) y él firmaba sus columnas con el seudónimo de "Francisco Franco", como una suerte de alegoría al dictador español.

  Diario Página/12 del 26 de Julio de 1997.

A ese respecto, un 20 de julio ese mismo diario publicó en su tapa un saludo de los empleados al director con motivo del Día del Amigo acompañado por una réplica del rostro de Adolf Hitler. "A nuestro Führer: gracias por soportarnos en los momentos más duros".

Por si fuera poco, Navarro reconocía en esos días haber trabajado para dos empresas de Alfredo Yabrán: Intercargo y Villalonga Furlong.

La periodista Cledis Candelaresi entrevistó oportunamente a Kirchner el 27 de julio de 1997 para conocer por qué promovía con fondos del Estado a una publicación de ese tenor. “¿Qué tienen contra La Voz? Es un diario de gente muy respetable”, y disparó: “Tengan cuidado con lo que publican.”

“Pero habrá visto entonces los avisos hitlerianos y las columnas que ponen en duda la existencia de desaparecidos”, insistió la periodista. También lo hizo Néstor: “¿Estás segura de lo que vas a publicar?”

Nadie resiste el archivo

En un artículo divulgado el 24 de marzo de 1997, Navarro indicó en su publicación: "No hay parámetros que fundamenten expresamente que en la Argentina se produjeron o hubo 30 mil desaparecidos. La estructura subversiva llegó a contar con 25 mil efectivos, de los cuales 15 mil fueron combatientes, personas técnicamente capacitadas e ideológicamente fanatizadas".

Repreguntó entonces la cronista a Néstor: "¿No cree que La Voz comulga con la ideología nazi?" "Eso es absurdo”, contestó. “Vinculación conmigo no tiene ninguna. Y publicidad oficial también tiene otros medios".

Según una investigación reciente de la revista Noticias, en los tiempos de Néstor presidente, "El Führer" Navarro pasó a dirigir una consultora llamada Magna, encargada de preparar papers diarios de resumen de medios. Entre sus clientes se encontraban la provincia de Santa Cruz y la Casa Rosada.

Tiempo después todo cambió, La Voz desapareció, los periodistas críticos son nazis, y Cristina y Néstor son el adalid del progresismo. A su vez, Página /12 no investiga más al poder de turno y es ahora uno de los medios menos leídos y más beneficiados por la publicidad estatal.

La casa está en orden.

© Escrito por Eliana Toro y publicado por Tribuna de Periodistas el lunes 19 de Marzo de 2012.

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