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martes, 12 de mayo de 2020

Los de afuera son de palo… @dealgunamanera...


Los de afuera son de palo…

La pandemia pone en jaque a la sociedad y, sobre todo, a sus instituciones. Problemas seculares se hacen visibles de forma intempestiva y violenta. Las cárceles, los presos y el estado de derecho en el foco de la tormenta.

© Escrito por Sebastián Giménez (*) el  jueves 07/05/2020 y publicado por el Diario La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Crisis en los penales de la República. La pandemia se puso a interpelar todas las instituciones de eso que se dio en llamar la modernidad, las que estudió el célebre Michel Foucault. La escuela, el hospital, la fábrica y la prisión. En un breve repaso, la escuela se volvió aún más asistencial repartiendo bolsones de comida y la pedagogía sobrevive como puede con los recursos virtuales, de acuerdo al dominio relativo de los mismos en los sectores más vulnerables de la población. Las fábricas cerradas, con una crisis que no sólo es del país sino del mundo: 30 millones de norteamericanos pidieron el subsidio de desempleo. La institución hospitalaria, en la primera línea de batalla frente al enemigo invisible, haciendo lo que se puede con lo que se tiene. Y la prisión, desde luego. La institución que cobró toda su notoriedad cuando tuvo lugar el motín en Villa Devoto.

El Código Penal es tal vez la cara menos simpática de lo que se dio en llamar el contrato social. Se establecen las normas, se tipifican los delitos dignos de sanción, se define la privación de la libertad en caso de corresponder y el volumen de la pena.

Pero el peligro sanitario hace temblar las leyes y los campos interpretativos de la normalidad republicana, pese a lo cual el poder legislativo tarda en retomar su actividad. Las leyes y las normas de organización social también son interpeladas porque las cruza la perpendicular urticante del derecho a la vida y a la salud, lo que pone en juego la pandemia.

La vida de los detenidos es respetada, pero una clausula implícita en el acuerdo social, la letra chica que nadie lee, parece decir que las cárceles deben ser un purgatorio. Un lugar de sufrimiento y expiación de culpa más que de reinserción social.

Y se larga la discusión, y para todo hay una grieta en este país. De un lado, Eugenio Zaffaroni y del otro Felicitas Beccar Varela, por nombrar las personas que atraen tal vez la mayor notoriedad. Garantismo versus un discurso de la conservación del orden constituido, que aquí no ha pasado nada y el coronavirus es una excusa. También hay otros protagonistas. De un lado, Sergio Berni, del otro la Ministra de Seguridad nacional Sabina Frederic, encarnando una discrepancia que no es la primera. Una especie de Restaurador de las Leyes en Provincia y una antropóloga un poco más abierta a otras inquietudes sociales y por eso considerada más flexible. Mano dura y mano blanda.

Dos extremos podría decirse. «Todos los presos son malos», de un lado, y «todos los presos son seres humanos», del otro, en el debate que también se corporiza en los medios de comunicación. La sensación es que un extremo espera la situación del detenido liberado que vuelva inmediatamente a delinquir y el otro anticipa el desarrollo feroz de la peste en el ámbito carcelario, donde desde hace años no se cumplen los objetivos declamados de respeto a los derechos humanos de los detenidos y el objetivo de su resocialización. Lo importante no es quién tiene la razón, sino brindar una respuesta en una situación sanitaria que urge. En encontrar el punto de equilibrio entre el derecho penal y el derecho a la vida y la salubridad, individual y colectiva, está el desafío.

Pero ahí estamos. La pandemia nos agarra con lo que tenemos. Con el Estado que tenemos, con la economía caminando por la cornisa del default y la pobreza extendiéndose. Con los hospitales que tenemos, y las escuelas. Con las cárceles, esos territorios a los que nadie les prestó la menor atención, como una especie de agujeros negros (en el espacio exterior a la sociedad). Nos agarra la pandemia con los respiradores y las tobilleras electrónicas que hay.

Desde hace añares, el acuerdo democrático es que se respeta la vida, no habilitando la pena de muerte. La pena capital, tácita o expresamente avalada en nuestro país, siempre estuvo asociada a procesos de dictadura: los fusilamientos de los anarquistas en la dictadura de Uriburu en 1931; los de 1956 durante la presidencia de Aramburu; los de 1972 en Trelew y las terriblemente extendidas desapariciones forzadas de personas durante la última dictadura militar de 1976. Nos hemos puesto de acuerdo en que la vida vale, y tanto más se exterioriza en la postura actual del gobierno de cuidar la salud relegando a la economía, una dicotomía incómoda e incluso negada por las autoridades, que también se ocupan de aclarar que se ocupan de brindar ayudas monetarias a los sectores perjudicados por la cuarentena.

También, se respeta la vida de los que cometen delitos. El ex Presidente Carlos Menem reclamó la pena de muerte para Seineldín en 1990, jefe del último alzamiento carapintada, pero no tuvo eco, menos mal.


La vida de los detenidos es respetada, pero una clausula implícita en el acuerdo social, la letra chica que nadie lee, parece decir que las cárceles deben ser un purgatorio. Un lugar de sufrimiento y expiación de culpa más que de reinserción social. Y es éste pensamiento, esta letra chica del sentido común colectivo el que entra en cuestión porque el purgatorio es peligroso para la salud del detenido, desde ya. No ahora, desde mucho antes. Pero en este momento la amenaza toma otra encarnadura. Y ahí estalla por el aire, se torna visible en toda su dimensión, entra luz al purgatorio porque los presos rompieron el techo y se hacen ver.

Unos proponen: está bien, que se construyan más cárceles, de esa manera no habría más hacinamiento. Pocos reclaman que haya más justicia, en sentido del valor en sí y también en recursos para ese poder del Estado, que le permita tramitar con una mayor velocidad las causas, porque muchos detenidos lo son sin sentencia firme. Que se hagan más cárceles, insisten. Los buenos contra los malos. O, mejor, recreando la canción Qué ves de Divididos: ¿Qué ves cuando me ves? Una pregunta que los que rompieron el techo de la cárcel le hacen a la sociedad entera.

Y el fantasma que recorre el país de que los van a liberar a todos, corporizándose el peligro en la sociedad. Ellos van a estar libres y vos en cuarentena. Una inversión radical de nuestra cotidianeidad: los que deben estar en cuarentena son ellos. Se dio vuelta el mundo, maldito coronavirus, las certezas naufragaron tanto que pareciera que el mundo anterior a la peste se hundió como la Atlántida en algún lugar misterioso.

Mientras los medios de comunicación cacarean, los jueces reciben la dura interpelación de una pandemia y de los olvidados que treparon y quemaron los techos.

¿Y cómo se arregla ahora esto? Reuniones acá y allá. Tweets aclarando, desmintiendo el éxodo masivo. Cacerolazos y reclamos. ¿Cómo lograr que todo se resuelva “en su medida y armoniosamente”, como diría Perón? Vaya uno a saber. Lo que es claro es que los extremos no contribuyen a dar respuestas. Es un problema de la Justicia, dijo el Presidente Alberto Fernández, y no mintió. No soy amigo de los indultos, aclaró y pateó la pelota a la tribuna.

Y es que cobra plena vigencia ese axioma que dice que la generalización no contribuye a nada. Hay infinitos grises. Detenidos a poco de cumplir su condena, en condiciones de pedir la libertad condicional, con situación de salud que los incluye en los grupos de riesgo frente a la pandemia. Para salir de la entente, no se puede probablemente aplicar una norma general.

El juez y los órganos actuantes son los que cuentan con más información que los opinólogos (el que esto escribe, uno más) desconocemos totalmente para tomar las decisiones más acordes considerando la situación. Caso por caso. Situación por situación. Mientras los medios de comunicación cacarean, los jueces reciben la dura interpelación de una pandemia y de los olvidados que treparon y quemaron los techos. Y son seres humanos intentando aplicar justicia. Y pueden fallar, como recordaba el mentalista Tu Sam.

Pero, si en Argentina durante un mundial de fútbol todos somos directores técnicos e incluso en una pandemia todos les discutimos a los infectólogos, en las causas en que se debe decidir cuestiones delicadas como la libertad o la privación de la misma de una persona, debe respetarse y dejarse actuar a la Justicia. Con el Código Penal en una mano, las Convenciones de Derechos Humanos en la otra, y la información de cada situación
particular que se hace carne en el expediente y la situación vital del detenido. Como dice el dicho popular, zapatero a tus zapatos. Y los de afuera son de palo.

(*) Escritor y trabajador social. Escribió tres libros y ha publicado artículos en distintas revistas como Marfil, Zoom, El Sur, El Estadista y el Economista.




martes, 28 de abril de 2020

Quién es quién en el plan que está en marcha para liberar presos masivamente… @dealgunamanera...

Quién es quién en el plan que está en marcha para liberar presos masivamente…

El violento motín se desencadenó la semana pasada y la tensión continúa pese al acuerdo.

Un mapa de los protagonistas y sus planes para utilizar al COVID-19 como excusa en una negociación que solo busca dejar en libertad a delincuentes.

© Escrito por Luis Beldi el martes 28/04/2020 y publicado por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

En la provincia de Buenos aires, el Servicio penitenciario está alerta. El fin de semana, los jefes hicieron inspecciones en las unidades clave, por temor a que se desaten motines y mandaron a agentes a recabar información. Ellos están haciendo un verdadero trabajo de inteligencia. La mayoría cree que la paz firmada con los presos de Devoto, penal que están en la órbita del Servicio Penitenciario Federal, mantendrá en suspenso las rebeliones programadas en la provincia hasta el jueves, fecha de vencimiento del acta y cuando se dará a conocer qué puntos del acuerdo se van a cumplir.

Por de pronto y como muestra de buena voluntad, el domingo liberaron a Francisco Ignacio Salas, que estaba detenido en Devoto y los agentes lo custodiaron hasta su domicilio en un lote de Capilla del Señor a la altura del kilómetro 74. Mejor llegada a casa, imposible: auto con chofer y dos custodias, un gasto exagerado que sale de los impuestos pero que aluden que debe hacerse así por el aislamiento.

Pero el proceso comenzó mal, porque el acuerdo fue firmado violando una de las primicias del manual del buen carcelero: no se debe negociar bajo presión.

No es una demanda inocente que los encarcelados pidieran elevar el número de presos que deben cumplir prisión domiciliaria de 1.350 a 1.600. En la diferencia incluyen homicidas porque para ellos no cuenta el delito que cometieron, sino la vulnerabilidad al COVID-19.

Por otra parte, hay una curiosidad entre los firmantes del acta. El secretario de Justicia, Juan Martín Mena, está entre los acusados en el juicio que se hará por la firma del Memorándum con Irán y entre los delegados de los presos, hay un múltiple homicida con cuatro asesinatos en su prontuario.

Pero esta es una parte de una historia que se inició con la gente más allegada a Cristina Kirchner, aunque la ex presidente no está presente ni apoya esta situación que parece no conformarla. Una de las caras visibles es la del ex juez Eugenio Zaffaroni vinculado a la Comisión de la Memoria que preside Roberto Cipriano García, este último fue quien llamó públicamente a los presos “compañeros prolibertad”. Por supuesto, los presos estrenaron sus celulares, enviando audios con la arenga de García. 

Eugenio Zaffaroni ex ministro de la Corte Suprema durante la administración kirchnerista.

Los integrantes de la Comisión albergan la idea de que los presos pueden ser parte de una fuerza revolucionaria si se canaliza su violencia hacia una sociedad más justa. Los abogados de esa organización fueron los que presentaron miles de recursos para liberar detenidos vulnerables al COVID-19.

Los primeros logros fueron la liberación de algunos presos por pedido de la Comisión de la Memoria. Dos de los que consiguieron prisión domiciliaria son violadores de un chico de 8 años y de una nena de 6 años. Los dos violadores viven cerca de los violados. Uno es vecino y el otro está radicado a cincuenta cuadras del domicilio de su víctima.


El juez que les concedió la liberación fue Víctor Violini, un apellido que en estas circunstancias parece una condena del destino. El hombre integra en soledad una sala de Casación, fue oficial de policía y se recibió trabajosamente de abogado. No había alcanzado los puntos suficientes en el examen final. Pero su adhesión al kirchnerismo le facilitó la vida profesional y comenzó a ejercer la profesión. Es el responsable de que los presos hayan recibido celulares que conectan a todas las cárceles para preparar un plan de motines, si las liberaciones no llegan al nivel que quieren, es decir a casi toda la población carcelaria.

Violini, un férreo defensor de las libertades, no cumple con sus deberes: todavía no presentó su declaración jurada patrimonial como lo exige la ley.

La paradoja, es que fue ayudado en su momento por actual ministro de Justicia bonaerense, Julio Alak y ahora están en veredas opuestas porque en el gobierno bonaerense no aprueban ninguna de sus medidas tomadas por el juez.

El otro motor es Andrea Casamento, fundadora de la Asociación de Familiares de Detenidos de Cárceles Federales (ADAF) que está casada con Alejo Fernández preso en Devoto y uno de los firmantes del acta. La mujer fue premiada por su defensa de los derechos de los detenidos.

Sus conexiones políticas parecen infinitas según el relato que le hace a los presos, es allegada a Mena, el secretario de Justicia, a varios intendentes de la provincia de Buenos aires, entre ellos Pablo Zurro, el intendente de Pehuajó, un defensor de la llegada de los médicos cubanos al país.

Casamento quiere sumar delegados en cada cárcel y hace públicas sus relaciones con el poder. Alejandro Alagia, que fue fiscal de la Unidad de Derechos Humanos, de estrecha relación con Alejandra Gils Carbó y cercano a la vicepresidente de la Nación. Casamento es profesora en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo que fundó Hebe de Bonafini y donde estuvo involucrado Sergio Schocklender.

Ella habría arengado a los delegados de los penales de la provincia para que comiencen a presionar para armar una verdadera mesa de diálogo como la del penal de Devoto, ignorando que esa mesa ya existe oficialmente y sesionó por primera vez el miércoles 22 en la Unidad 48 de San Martín, un establecimiento que aloja a delincuentes con penas severas. No hubo avances en los diálogos, pero los presos saben que el Servicio Penitenciario Bonaerense no tiene la intención de liberar a los 2.300 internos con riesgo de contraer el Corona virus, porque 1.100 son de alta peligrosidad. Ellos están opuestos a las decisiones individuales de Violini y las frenaron por ahora, ya que debe consultar a un comité integrado por jueces y funcionarios policiales y del Servicio Penitenciario bonaerense.

Durante el motín hubo incidentes con familiares que se acercaron al lugar.

Por el otro lado, Violini tiene un problema: hay jueces encarcelados que le recuerdan a diario favores recibidos. Entre ellos, está César Melazzo detenido en Ezeiza. También le demandan ayuda ex policías y sindicalistas. “Hay un verdadero pase de facturas”, señaló un ex juez que no quiso ser nombrado.

Lo cierto es que la pandemia dejó al descubierto una alianza entre los abolicionistas más puros y los que buscan beneficios políticos y económicos. El problema más grande es que en los juzgados de ejecución federales y de la provincia, priman los jueces abolicionistas.

Un ex jefe penitenciario teme que, si triunfa la asonada de los presos, haya problemas. “No olvide que en la primera línea de fuego están los guardia cárceles que están muy nerviosos. Luego los siguen los policías y los gendarmes y en la última línea están los ciudadanos que pueden ser víctimas de los homicidas y de los ladrones liberados”.

Fotografías: Adrián Escandar, Franco Fafasuli

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sábado, 15 de septiembre de 2018

La imagen de Mauricio Macri sigue cayendo... @dealgunamanera...

Según un estudio, el 53% de los argentinos no votaría a Macri…

Presidente de la Nación Argentina. Ingeniero Mauricio Macri. La imagen de Mauricio Macri sigue cayendo. Fotografía: AFP.

Si bien el Presidente parece decidió a ir en busca de su reelección en 2019, un relevamiento estima que sólo el 31,7% lo votaría. Por otro lado, el 50% está a favor del aborto y la pena de muerte.

© Publicado el martes 13/03/2018 por por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 Mientras el presidente Mauricio Macri parece decidido a ir en busca de su reelección en 2019, una encuesta elaborada por la consultora Raúl Aragón & Asociados, reveló que el 53% de los argentinos dice no estar dispuesto a votarlo.

Si bien en Cambiemos parecen decididos a que Macri vuelva a postularse para Presidente, a un año y medio de las elecciones de 2019, un estudio estimó que sólo el 31,7% dice que lo votaría. Aunque, si se consideran las medidas de ajuste, la imagen del mandatario se mantiene alta -44,6%-, queda muy distante a los valores positivos cercanos al 60% que registraba anteriormente. Además, 45,9% de los argentinos lo califica negativamente.

En esa línea, el 17,8% de todos los electores, sostiene que no lo votaría porque “antes le creí, pero no cumplió”, según el relevamiento de opinión pública a nivel país sobre una muestra de 2873 casos efectivos.

En ese contexto, sólo el 6,3% cree que este Gobierno beneficia a los pobres y a los trabajadores. Mientras que el 57,9% de las personas mayores de 16 años considera que beneficia a los ricos y a las empresas.

Respecto a tres de las grandes promesas de campaña del presidente -Pobreza Cero, unir a los argentinos y eliminar el narcotráfico- solo esta última recibe una calificación positiva: el 57,3% considera que la lucha contra este flagelo está siendo exitosa.

En cuanto al objetivo de alcanzar Pobreza Cero, el 70,8% sostiene que no se está avanzando en esa dirección. Mientras que sólo el 22,5% considera que se está avanzando. En ese porcentaje (22,9%) también ronda los consultados que creen que el Gobierno busca unir a los argentinos contra el 71% que sostiene la opinión contraria.

Aborto. Respecto a la legalización del aborto, que el Gobierno terminó cediendo al pedido popular para que se debate en el Congreso, registra en el público una aprobación mayoritaria, aunque con una polarización importante. El 49,9% está a favor de su legalización, mientras que el 38,4% está en contra.

Pena de muerte. Tal cual como había asegurado Jaime Durán Barba, la mayoría de los argentinos está a favor de la pena de muerte. El 49,2% se manifiesta a favor, mientras que el 44,8% se opone a ella.

Helicóptero. Preguntados acerca del grado de acuerdo con los dichos de Eugenio Zaffaroni “deseo que este Gobierno se vaya cuanto antes”, el 34,4% dijo estar de acuerdo, mientras que el 57,7% expresó su total desacuerdo y que el Ejecutivo debe completar su mandato.

Triaca. El affaire que envolvió al ministro de Trabajo repercute en la imagen de Cambiemos, tanto es así que el 55,1% considera que el funcionario debe renunciar.



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sábado, 3 de marzo de 2018

Marcha y contramarcha… @dealgunamanera...

Marcha y contramarcha… 
VOLANTAZO Hugo Moyano. Dibujo: Pablo Temes.

El Gobierno atacó el efecto de la movilización instalando un debate como el del aborto. Qué pasará en el Congreso. 

© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/02/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En la dinámica de la Argentina, el acto y la movilización gestados por Hugo Moyano parece quedar lejos. El jueves, el Gobierno sacó un conejo de la galera y entonces, ahora, el tema de debate es la despenalización del aborto.

Vayamos por partes.

El acto de Moyano fue multitudinario. Número más, número menos, la concurrencia orilló las 100 mil personas. Son muchas. Solo la muy alta vara que puso el propio líder de los camioneros –habló de llevar entre 300 mil y 400 mil–hizo que el impacto fuera menor. Pero, en el análisis intrínseco de esa concurrencia están los problemas y las debilidades que al mismo Moyano le dejó la movilización. Las ausencias fueron muchas y de alta significación política. Los grandes sindicatos faltaron. No estuvo la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), no estuvo la Unión Obrera de la Construcción (Uocra), no estuvo el Sindicato de Empleados de Comercio, no estuvo el Sindicato de Mecánicos Automotores y Afines (Smata), no estuvo la Unión Ferroviaria, no estuvo la Unión Transporte Automotores (UTA), no estuvo la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (Uthgra), no estuvo la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN), y no estuvo el Sindicato de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh). No estuvo tampoco el Partido Justicialista a nivel nacional.


¿Y el PJ?

No hubo ningún legislador peronista y no hubo  ningún gobernador peronista que se adhiriera al acto. Entre los asistentes estuvieron la izquierda –que se fue rápidamente– estuvieron los jirones del kirchnerismo –a los que no se los dejó siquiera subir al palco–,  las dos CTA, los bancarios y los docentes. Conocedor del valor de las ausencias, Moyano –a quien no se lo vio bien–  comprendió que lanzar un paro era inconducente. Lo que ensayó, entonces, fue un discurso con críticas duras al Gobierno, pero, a la vez, no rupturista. Fue un discurso deshilachado, no porque hubiera tenido mejores –la oratoria es un don que la vida no le dio– sino porque lo utilizó para su defensa personal.

Al enfocar su discurso en su situación personal, la palabra de Moyano perdió peso. Cometió un error garrafal que dejó descolocados a los que estaban esperando otra cosa y dio la razón a sus detractores dentro del mundo sindical, un mundo que ha quedado definitivamente atravesado por una profunda división de incierto desenlace.

Reacción. 

En el Gobierno hubo alivio. La foto del acto, en términos de construcción política, lo favorece. Ese conglomerado con aires de rejunte tiene, hoy en día, pocas posibilidades de construir algo que políticamente complique al oficialismo. Sin embargo, hubo quienes interpretaron que arrojar a Moyano a los brazos de esa oposición dura y extrema no es lo mejor en el medio de una realidad que seguirá siendo dura por un buen tiempo. Lo ocurrido el jueves marca que algunos puentes todavía perduran. Las declaraciones de Moyano –“me reuniría con Macri”– y el principio de solución de la problemática situación de OCA, son indicios de que los puentes no han sido totalmente dinamitados.

Lo que Moyano debe entender es que tiene que aclarar su compleja situación judicial. Eso es inexorable. Y lo que el oficialismo no debería hacer es buscar la demonización del líder de los camioneros. Al fin y al cabo, varios de los dirigentes sindicales con los que el oficialismo mantiene una buena relación no son mejores que Moyano. Es más, bien podría decirse que algunos de ellos son peores.

En el interior del Gobierno se vive un momento de opiniones divididas que, en algún caso, genera tensiones. Por un lado, están los que piden “no perder pisada al termómetro de la calle”, como señala una fuente.

Es el ala más territorial y acostumbrada a recorrer la calle y que ha tenido siempre relación con los dirigentes sociales. Hay ahí cierto temor a las encuestas de imagen que registró caídas en los últimos dos meses. Esas encuestas reflejan el presente de mucha gente a la que le cuesta hacerle frente a la inflación y a las subas de tarifas.

Del otro lado están los que prefieren ver el vaso medio lleno y capitalizar los errores estratégicos de la oposición y mostrar todas las caras indeseables para muchos en un mismo equipo. “Mientras del otro lado estén Zaffaroni, Aníbal Fernández, Máximo Kirchner y La Cámpora es todo ganancia para nosotros porque le recuerda a la clase media todo lo malo que vivió durante 12 años”, expresa otra voz del oficialismo.

En medio de todo este ir y venir, el Gobierno sacó un conejo de la galera y produjo un verdadero golpe de efecto con el anuncio de impulsar el tratamiento por parte del Poder Legislativo de la despenalización del aborto. Quien pergeñó esta sorpresiva iniciativa tuvo un primer éxito: descolocó a los sectores del progresismo opuestos al Gobierno y produjo un verdadero cimbronazo en el kirchnerismo. Mientras varios legisladores, como es el caso de Mayra Mendoza, apoyan la iniciativa, es sabido que Cristina Fernández de Kirchner siempre la rechazó. Con la composición que tiene el Parlamento hoy, las probabilidades de que la despenalización del aborto sea aprobada son nulas.       

Lo que viene. Este es el contexto en el que el Presidente asistirá al Congreso para abrir el período ordinario de sesiones. En su discurso ratificará el rumbo y habrá críticas para todos los sectores empresariales. ¿Qué es lo que más le enoja? que puertas afuera del país todos reconozcan el cambio de rumbo y que dentro de su propio país, reciba críticas de ese sector al que le endilga falta de sacrificios y de voluntad de ayudar a salir adelante.

“Todos son directores técnicos pero nadie pone pierna fuerte en la cancha” –es el pensamiento que atribula a Mauricio Macri. Si indagara en la historia, vería que eso ya le pasó a varios de sus predecesores que tuvieron entre los destinatarios de la misma queja, incluso al grupo empresarial que fundó su padre.



martes, 13 de febrero de 2018

Polémicas Declaraciones de Eugenio Zaffaroni… @dealgunamanera…

 Polémicas Declaraciones de Eugenio Zaffaroni…

Las declaraciones de Eugenio Zaffaroni causaron repudio en varios sectores. Fotografía: Télam

El exjuez de la Corte Suprema Zaffaroni asegura que Macri "nos está llevando a una catástrofe social".

© Publicado el martes 13/02/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El juez kirchnerista quiso aclarar manifestó en una entrevista televisiva su máximo deseo: "Si se van antes, podemos resolver el problema. Es un deseo".

Eugenio Zaffaroni, exjuez del Máximo Tribunal de Justicia de la Nación y actualmente juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), intentó aclarar sus polémicas declaraciones de hace un mes atrás, cuando había pronunciado: “Quisiera que el gobierno se vaya lo antes posible”

Sin embargo, una vez que se encendieron las cámaras de C5N volvió a manifestar su disconformidad con la presidencia de Mauricio Macri y reiteró su deseo de un cambio de gobierno anticipado: “Si se van antes, podemos resolver el problema”.

“No quiero un 2001, evitemos un desastre de esa naturaleza. Evitar eso es clave, evitemos violencia”, advirtió Zaffaroni, que en el programa del periodista Marcelo Zlotogwiazda se manifestó como "populista". Ampliando la idea anterior, Zaffaroni manifestó: “Si se van antes, vamos a tener menos deuda. Si se van antes, podemos resolver el problema. Es un deseo. Puede ser que se vayan en 2019... total hay un año de diferencia, pero esto nos está llevando a una catástrofe social”.

Zaffaroni aprovechó la televisión para criticar la política de seguridad llevada adelante por la ministra Patricia Bullrich: "Cuidado con lo de la víctima, porque el control social ahora es profundizar los conflictos. Crear victimizados, criminalizados y policizados para incentivar las contradicciones entre los excluidos, para que se maten entre ellos.

Esa es la perversa técnica de este momento". "¿Qué hace el sistema penal por la víctima? ¿Hace algo?", se preguntó. Refiriéndose al caso del policía Chocobar, el juez reflexionó: "¿Por qué no recibió a los médicos que salvaron la vida de la víctima?"


lunes, 29 de enero de 2018

Mucho en juego… @dealgunamanera...

Mucho en juego…

 La caladera del diablo. Dibujo: Cedoc

De la escalada con Moyano a qué hacer con Triaca, el Gobierno tiene varios frentes abiertos. Lecciones de la gira.

La gira de Mauricio Macri por Europa confirmó algo que debería ser un aprendizaje no solo para este gobierno, sino también para los que aspiren a sucederlo: si no hay previsibilidad política, el flujo de inversiones que Argentina necesita para poder revertir la dura realidad social que representa un nivel de pobreza del 30% nunca se producirá.

El mundo político y de los negocios ha quedado escaldado con los vaivenes de un devenir pendular exhibido por nuestro país en los 34 años de democracia, producto de la falta de acuerdos partidarios y de políticas de Estado. Eso es lo que le transmitieron los empresarios con los que se reunió el Presidente a su paso por el foro económico de Davos. Es lo mismo que le sucedió el año pasado, cuando se encontró con empresarios estadounidenses en Nueva York. Eso es lo que también le transmitieron los hombres de negocios que acompañaron al canciller de Alemania, Angela Merkel, en su viaje a Buenos Aires.

El Presidente ha exhibido como respuesta a esta inquietud la presencia del gobernador de Entre Ríos, Sergio Bordet, a la que también había planeado sumar la del gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien debió quedarse en su provincia a causa del cierre del ingenio San Isidro. Ese paso es parte de un largo camino –“Todo viaje, por largo que sea, empieza por un solo paso”, Lao Tse– por desandar en pos de alcanzar ese estado de convivencia y coincidencia que reclaman los inversores. 

Ánimos. 

El transcurrir de este enero ha tensado las cosas de tal manera que la posibilidad de lograr esos acuerdos luce aún lejana. Hay que ser claros: ninguna de esas posibilidades de acuerdo incluye al kirchnerismo. Todo lo que anida allí es resentimiento y ánimo de revancha. Sea dicho con todas las letras: en el universo K lo que importa –lo único que de verdad importa– es que el Gobierno caiga. El último estándar te de ese pensamiento fue la frase del ex ministro de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Zaffaroni, en la que abogaba por la finalización del Gobierno. Aun cuando no sea original, es necesario insistir con esto: de haber dicho esto un dirigente opositor durante el kirchnerato, habría sido inmediatamente acusado de ser destituyente. 

Comodoro Py. 

Febrero será un mes caliente. Terminada la feria judicial, ese será el ámbito por el cual sucederán hechos de alto impacto político. A estas horas, esa es la expectativa en lo referente a las causas judiciales que perturban hoy seriamente a una buena par te de la dirigencia sindical.

La dinámica de los hechos ha dado pie a una coincidencia peculiar: la causa judicial que involucra a un verdadero peso pesado como Hugo Moyano se da en el tiempo en el que comienzan a desarrollarse las paritarias. En el Gobierno anida ya la convicción de que, para enfrentar una trama tan compleja como esta, no es lo más conveniente contar con un ministro de Trabajo debilitado. Y ese es el problema que hoy representa Jorge Triaca.

El affaire de la empleada doméstica que trabajaba en la quinta de la familia –a quien, además de insultarla de un modo descalificante, se la tuvo durante largo tiempo en negro y se la contrató en el Sindicato Obreros Marítimos Unidos (SOMU), que estaba bajo la intervención del Ministerio de Trabajo – lo ha afectado severamente.

Ninguna de las acciones defensivas y de respaldo que hasta aquí ha intentado el Gobierno ha sido efectivas. Y es lógico, porque la situación del ministro es insostenible, especialmente para un gobierno que tiene el discurso del compromiso que despliega la actual administración. 

Problemas. 

Es verdad que ningún presidente entrega a un ministro por presión mediática u opositora. Esto forma parte del ABC de la política. “El gordo es uno de los funcionarios más queridos en el gabinete. Es un buen profesional y una buena persona. Pero Macri está realmente enojado y dolido con él”, se sincera una voz que conoce la realidad interna del Gobierno. A eso se agrega otro problema: no hay nadie de igual envergadura política para reemplazarlo.

En algunos otros países del mundo, un ministro envuelto en un caso así no tiene otra opción que renunciar. Puertas adentro, en el oficialismo hay muchos que comparten este pensamiento. Es que, para el estándar ético que propone Cambiemos, el episodio que involucra al ministro no debería tener otro camino que la renuncia.

Y por supuesto que, en atención a la conflictiva relación que se viene entre el Gobierno y la dirigencia sindical a propósito de la negociación paritaria y las derivaciones de las investigaciones judiciales que comprometen en estos momentos a Hugo y a Pablo Moyano, Triaca representa un problema. Por todas estas cosas es que la ida y vuelta sobre su suerte aún no está definido. Habrá que esperar el regreso del Presidente. 

Impunes. 

Las causas judiciales contra varios caciques sindicales habrán de continuar. En el ámbito de la dirigencia gremial hay un submundo dentro del cual algunos han construido verdaderos feudos. Habitan también en ese universo quienes se han convertido en prósperos empresarios. Balcedo no es el único. Son situaciones conocidas desde hace muchos años. Y a pesar de un sinfín de denuncias, permaneció inmune –tal vez la palabra debería ser “impune”– a cualquier investigación judicial. La pregunta, pues, es: ¿por qué ahora? La respuesta es una: el temor de jueces y fiscales de sufrir represalias por parte del poder político en los tiempos en que gobernó el peronismo.

Encrucijada. 

La dirigencia sindical debería pensar y analizar detalladamente la encrucijada que enfrenta a la hora de responder a estas denuncias. Si la respuesta es el patoterismo, no hará más que sumar descrédito frente a amplios sectores de una sociedad harta de esas prácticas. “La violencia es el miedo a las ideas de los demás” (Mahatma Gandhi).