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lunes, 22 de mayo de 2023

Ingratitudes y traiciones… @dealgunamaneraok...

 Ingratitudes y traiciones…

Hasta que rompa el hervor. Ilustración: Pablo Temes

La campaña genera demasiadas preguntas ante una realidad dura que no ofrece respuestas al ciudadanía.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 20/05/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Tenemos que entrar en el ballottage”, fue la frase con la que Cristina Fernández de Kirchner reconoció la posición de debilidad en la que se encuentra el Frente de Todos contra Todos. Y, al hacerlo, confirmó implícitamente la razón por la que decidió no presentarse como candidata a la Presidencia en las elecciones de octubre próximo: el objetivo del oficialismo ya no es ganar. 

“Se bajó, porque no le dan los números y encima está molesta porque siente que todos en el peronismo están tratando de exprimir hasta la última gota del limón” –dijo un dirigente que la conoce bien y agregó: no puede seguir cobijando al movimiento detrás de su pollera, más aún cuando siente que nadie, pero nadie, se jugó por ella en estos cuatro años para el olvido”. Ella sabe que el FdT se encamina a perder. Sabe también que no hay magia posible que pueda revertir la debacle económica que castiga a los sectores más pobres de la sociedad, a los que la vicepresidenta dice cuidar. 

La aparición televisiva de CFK en C5N, en lo que quiso disfrazarse de una entrevista a la que ella manejó en todo momento y con total comodidad, generó mucha atención mediática, a la vez que careció de peso político. La expresidenta en funciones ha perdido poder. Es el resultado obvio de una gestión gubernamental catastrófica de la que, por más relato que haya, no se puede despegar. Alberto Fernández es a quien ella designó como candidato hace cuatro años. Sergio Massa es ministro de Economía porque ella lo decidió y dio su visto bueno. 


Lo más notable de las apariciones y manifestaciones públicas de CFK es que generan un zafarrancho interno que hacen más compleja la complicada situación interna del FdT. Viene el tiempo de los hijos de la generación diezmada, dijo, y mencionó a su hijo Máximo –cuya relevancia deviene del hecho de ser su hijo y ninguna otra cosa más– a Eduardo “Wado” de Pedro y a Andrés Larroque. 

La pobreza de ese elenco habla a las claras de la falta de visión política de CFK, y a la ausencia de figuras con llegada real al electorado. Es lo que le ocurre cada vez que se siente arrinconada. Nada que sorprenda. Esa falta de visión política y esa angurria de poder y plata del matrimonio político que constituyó con Néstor Kirchner, está en la base del fracaso del proyecto que intentó imponer el kirchnerismo.

No fue precisamente un tono de alegría el que utilizó el ministro Massa en su perorata del viernes pasado, para fustigar a quienes pretenden competirle en la interna. El exintendente de Tigre estaba exultante con el elogio que le prodigó CFK cuando dijo que “había agarrado una papa caliente”. Sin embargo, no lo incluyó dentro de la lista de posibles presidenciables. No es un dato menor. El efecto “humo” de toda la gestión de Massa se va diluyendo día tras día. Se hace un despliegue sobreactuado de reuniones, declaraciones y medidas que tiene efectos escasos o directamente nulos. Claro ejemplo fue lo que pasó a comienzos de la semana con las inspecciones a los que importan frutas y verduras en el Mercado Central, cuando una veintena de camionetas con agentes de la AFIP y de la Aduana ingresaron en medio de un gran aspaviento para controlar tan sólo diez puestos de venta de verduras y frutas. 


Tamaño despliegue no hizo más que espantar a los compradores, lo que generó un enorme perjuicio a la mayoría de los puesteros que viven al día. Si esa es la metodología con la que el Gobierno pretende controlar o hacer bajar la inflación, el fracaso está asegurado. Pero hay otro motivo determinante para que la vice en funciones no termine de bendecir al superministro. Cristina Fernández no confía en Sergio Massa. Sabe que si colabora para sentarlo en el sillón de Rivadavia, finalmente la traicionará. La soledad del poder abraza a la líder del Frente de Todos como nunca antes. Son horas aciagas que deberá transitar. Ni siquiera la promocionada marcha del 25 de Mayo podrá llenar ese vacío. 


La misma sensación de ingratitud cubre a varios de los soldados del PRO. La brutalidad de la interna no cesa y sigue minando las posibilidades de No tan Juntos por el Cambio de volver al poder. Todos en la coalición opositora siguen con atención las desventuras de los miembros del equipo amarillo un poco por preocupación y mucho de oportunismo y sarcasmo. La Unión Cívica Radical espera su momento como si semejante revuelo no afectara las chances del conjunto. 


Ya no se trata de la pelea en la Ciudad donde Jorge Macri dio a entender que no aceptaría un resultado negativo de las encuestas que propusieron para dirimir entre su candidatura y la del ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. ¿Para qué tanto revuelo entonces? ¿El primo Jorge tiene tanto miedo a perder?


También en la provincia de Buenos Aires el desenlace será áspero y abierto. Patricia Bullrich eligió al intendente de Lanús, Néstor Grindetti como su delfín. Por estas horas en el entorno de Diego Santilli se preguntan si no hubiera sido mejor ir por la vía del acuerdo. Demasiadas preguntas, para una realidad dura que no ofrece respuestas al ciudadano de a pie. 




   

domingo, 19 de febrero de 2023

Cristina siempre insiste… dealgunamaneraok...

 Cristina siempre insiste…

Ella está. Cristina Fernández de Kirchner. Dibujo: Pablo Temes.

El Frente de Todos no sale del laberinto de las candidaturas por culpas propias. En Juntos por el Cambio no baja la tensión.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 18/02/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Lo más notable de la reunión de la así llamada mesa política del Partido Justicialista fue su intrascendencia. En ese encuentro –que llevó horas– el kirchnerismo apostó a marcarle la cancha a Alberto Fernández, “un presidente que no existe”, como lo expresaron dos de los asistentes a los que les angustia el presente de un gobierno sin rumbo que deja sin futuro de victoria al oficialismo. “Esto no es peronismo. Y lo peor es que, a pesar de que Cristina ya fue, es la única figura de peso nacional que tenemos para las elecciones”, agregaban sin ruborizarse esos dos hombres de larga trayectoria en el justicialismo.

Desde el punto de vista electoral, hoy el único bastión importante con el que cuenta el kirchnerismo es la provincia de Buenos Aires. La mayoría de las encuestas que se conocen muestran que Axel Kicillof sería reelecto. Lo ayuda, y mucho, en ese objetivo la dispersión en la que se encuentra No tan Juntos por el Cambio.

Este panorama gris oscuro para el Frente de Todos contra Todos hace que la construcción del relato alrededor de la pseudo proscripción de Cristina Fernández de Kirchner sea una pieza fundamental para su estrategia política en pos de dos objetivos: el primero, su victimización; el segundo, el uso de ese argumento como excusa perfecta para no ser candidata. La expresidenta en funciones sabe que, si hoy compitiera en una elección presidencial, perdería. Por lo tanto, la excusa de la pseudo proscripción le viene como anillo al dedo para zafar de ese compromiso.

Por si no quedara claro: no hay ninguna proscripción para que CFK se presente como candidata a la Presidencia de la Nación. Eso sólo ocurriría si la condena que pesa sobre ella por el delito de administración fraudulenta en la causa Vialidad fuera confirmada por la Corte Suprema. Y, para que ello suceda –si es que sucede– faltan varios años. 

Por eso, ante este panorama, varios de los gobernadores peronistas han decidido desdoblar las elecciones provinciales de la presidencial. En ese universo se manifiesta también la falta de una figura que alcance relieve nacional. Esos dirigentes con aires de señores feudales son desconocidos fuera de sus comarcas y los pocos que son conocidos a nivel nacional no gozan del favor de la opinión pública que tiene de ellos una imagen indiscutiblemente mala.

Por citar un ejemplo, veamos el caso del gobernador chaqueño Jorge Capitanich, hoy devenido en armador político y que participó del encuentro del PJ. A fin de enero había dicho que “Alberto Fernández tiene derecho a ir por la reelección. El problema central es que, dentro del mismo espacio de Gobierno, no pueden ser candidatos el Presidente, su jefe de Gabinete y el ministro de Economía”.

Es el mismo que en febrero de 2015 cuando era jefe de Gabinete de la entonces presidenta Cristina Kirchner, rompió un ejemplar del diario Clarín durante una conferencia de prensa, enojado por una información exclusiva publicada sobre el caso Nisman. El mismo que en octubre de 2021, ya siendo gobernador, inauguró el primer tramo de una obra de agua potable en la localidad de Charata –que no contaba con agua de red– y decidió acercarse con su equipo a girar la única canilla disponible desbordado por una emoción impostada. 

Entre los intendentes que asistieron a la reunión tampoco hubo figuras que puedan destacarse por su solvencia, apego a la institucionalidad o capacidad de gestión: Mayra Mendoza (Quilmes), Mario Secco (Ensenada), Fernando Espinoza (La Matanza), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Mariel Fernández (Moreno) y Lucas Ghi (Morón). Más de lo mismo para un espacio que se agota en sí mismo. 

La realidad económica tampoco acompañó en una semana para el olvido. El 6% de inflación de enero obligó al superministro de Economía Sergio Massa a recalcular. Ya no le queda tiempo para bajar la inflación. En su entorno volvieron a darse por satisfechos recordando la paupérrima situación de inestabilidad en la que le tocó asumir. Bastante poco, por cierto, para un hombre que se ha convertido en una de las únicas esperanzas del oficialismo de cara a la contienda electoral. “No lo empujen a Sergio, él sabrá qué hacer llegado el momento de las definiciones. Bastante tiene piloteando el barco en economía como para seguir soportando presiones”, dijo un dirigente que lo conoce bien, intentando poner paños fríos a lo que se viene.

Desde el otro lado de la grieta, Diego Santilli oficializó su candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires con una trillada campaña en las redes sociales. Sin embargo, lo que más llamó la atención en el mundillo político no fueron las placas rojas con consignas que aludían a las principales penurias que atraviesan los bonaerenses, sino la falta de apoyo que cosechó por parte de los intendentes de su espacio. No es culpa de Santilli, que según muestran las encuestas es el candidato mejor posicionado para competir de igual a igual con Kicillof: indica el desorden y la dispersión que atraviesa la oposición nucleada en JxC. 

Primero intentaron complicarle el camino con la postulación de Cristian Ritondo que, a todas luces, no dio el resultado esperado; en esa tarea todas las voces apuntan a Mauricio Macri. En segundo lugar, la propia dinámica interna de la pulseada de poder entre el expresidente, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, mina la estabilidad de cualquier candidato. 

La aparente “multiplicidad de figuras” que JxC presenta como su mayor fortaleza no debería empañar la carrera de quienes aparecen mejor posicionados. En el fondo anida una lucha de poder disfuncional que amenaza con complicarlo todo. Si realmente se proponen como una opción para terminar con el kirchnerismo, no deberían olvidar que la competencia bien entendida implica consensos, renunciamientos personales y reglas claras. Los argentinos no están para soportar un nuevo desencanto.





   

domingo, 18 de diciembre de 2022

Cinismo e inflación… @dealgunamaneraok...

 Cinismo e inflación… 

Volador. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

La debacle inflacionaria se sostiene sobre una irracionalidad que construye su subrelato.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 17/12/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, república Argentina. 

La inflación sigue siendo el principal problema del Gobierno. Económico y político. El 4,9% registrado en el mes de noviembre generó suspicacias entre los analistas, festejos dentro del Frente de Todos contra Todos y hasta algunas reacciones desmedidas, como la de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, que dijo muy suelta de cuerpo que “entramos en un proceso de descenso de la inflación, lo notamos todos los que vamos al supermercado”. El nivel de cinismo y de pérdida de contacto con la realidad es una marca registrada del oficialismo. Sin embargo, desde el ala dura de la coalición no se lo dejaron pasar: “La gente está sufriendo y resignando cantidad y calidad cada vez que va a hacer las compras. Es inadmisible que ante la primera señal de una leve mejora alguien salga a hacer este tipo de declaraciones. El horno no está para bollos. Nos mancha a todos”.

Pero ¿qué le hace una mancha más a un tigre que ya se parece a una pantera?

Está claro que la suba de los precios sigue generando un daño irreparable en los consumidores argentinos.

El país sigue entre las naciones más afectadas por este flagelo y acumula un 92,4% anual. La semana pasada, el Banco Central de la República Argentina publicó el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).

Las consultoras y las entidades bancarias que participan de esa encuesta habían pronosticado un IPC de 6,1% para noviembre –el contraste generó algunas suspicacias respecto al número final–, también calcularon que subiría a 6,3% en diciembre y que sería del 6% en enero, Descendería en febrero al 5,9% y volvería a retomar la senda alcista en marzo al 6,2% impulsado por motivos estacionales.

El Gobierno sigue aferrado a lo simbólico. De eso se nutre para construir su subrelato. Por eso es tan importante cerrar el año con una inflación por debajo del 100%. Sin embargo, los consultores esperan que el año que viene termine con una inflación anual nuevamente muy cercana a esa cifra innombrable.

Desde lo político ya hemos narrado en esta columna la irracionalidad que sostiene y explica la debacle inflacionaria. El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, es quien endulza los oídos de la vice en funciones con los cuentos de empresarios buenos y malos, teorías conspirativas y recetas de látigo y banquito. Son tal para cual. Los dos sostienen que el elevado gasto público y la descontrolada expansión monetaria no alteran los precios. Dale a la maquinita hasta que reviente.

Déjà vù. Por si todo esto fuera poco, gran parte de la economía argentina se encuentra paralizada por el abrupto cierre de importaciones como medida para cuidar las alicaídas reservas del BCRA. Cualquier similitud con la época del “supersecretario” de Comercio Interior Guillermo Moreno es pura coincidencia. Pasaron diez años de aquel gran fracaso y la historia se repite. Empresas que no pueden operar, suspensión de personal y adelantos de vacaciones. No entran productos terminados pero tampoco insumos, incluidos medicamentos de primera necesidad para patologías crónicas que afectan la calidad de vida de los pacientes. En estos casos se registran demoras de 45 días para aprobar el ingreso de algunos medicamentos. Pero hay más ejemplos: metales para la fabricación de herramientas, plásticos y chips para tarjetas de crédito, alimento para animales y hasta insumos para contenedores domésticos de alimentos. Nada funciona con normalidad en el país donde lo anormal es la regla.

Rápido de reflejos, el presidente Alberto Fernández dijo –entre otras cosas– hace exactamente una semana en el reportaje que le concedió a Jorge Fontevecchia, publicado en la edición impresa de este diario, que “este gobierno también es el gobierno de Cristina”. No piensa hundirse solo. El problema es que, efectivamente, está cada vez más solo y distanciado de los intendentes y los gobernadores de peso. Pasa sus horas haciendo equilibrio para ganar tiempo. Sus chances se esfuman mientras repite que las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) son una buena herramienta para dirimir el frente interno de cara a las elecciones, con la esperanza de tener alguna chance real de competir de manera digna. Las cosas tampoco están fáciles para la arquitecta egipcia, ahora condenada en primera instancia. Detesta su situación y la amenaza de no presentarse a ningún cargo electivo en las próximas elecciones tiene más que ver con la realidad que con un intento de operativo clamor: como están las cosas al día de hoy, nadie le asegura un triunfo. Por eso el debate en el seno del FdT tiene que ver con la ausencia de su figura en las boletas. Esa orfandad hace más difíciles las chances para quien quiera que se pruebe el traje de candidato ya sea un gobernador peronista, el ministro del Interior Wado de Pedro o el propio ministro de Economía Sergio Massa.

En la oposición el descalabro sigue. Diego Santilli lanzaría su candidatura a gobernador provincial en los primeros días de febrero. Acto seguido, lo haría Horacio Rodríguez Larreta. La relación con Mauricio Macri sigue fría. El témpano de hielo se instaló cuando el expresidente rompió los planes más o menos acordados y propuso a Cristian Ritondo en lugar de Santilli. La Unión Cívica Radical sigue siendo un misterio. Lo único seguro es que mantiene su encono por el destrato que recibió dentro de Cambiemos en la última gestión. Hay dirigentes que no olvidan pero suman al desconcierto general que pone en riesgo las chances de empezar a construir una Argentina coherente.

Si Argentina gana esta tarde el duelo ante Francia, el Gobierno debería ser muy cuidadoso en el uso político de un posible triunfo. La gente no es tonta, y el propio plantel albiceleste se ha venido cuidando mucho de no quedar como rehén de quienes quieren servirse de él.

El pan y circo es hoy una fórmula agotada.



  

domingo, 12 de septiembre de 2021

Balance Pre Paso. Campaña de la nada... @dealgunamaneraok...

 Balance Pre Paso. Campaña de la nada...


Votante indeciso. Dibujo: Pablo Temes

Fue un desierto. Era una ilusión vana esperar algo novedoso de los veteranos de la política.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 11/09/2012 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Ha sido la campaña de la nada. Para que se entienda bien: la nada es la falta de proyectos que tengan carácter de verosimilitud. Decir que hay que mejorar la educación, defender la salud pública, combatir la inseguridad, acabar con los planes sociales y generar trabajo son obviedades de las que ni el mismo Perogrullo podría ufanarse. Lo que resulta trascendental y hace falta es decir qué se piensa hacer para lograr esos objetivos. Y ahí entramos en el desierto. Difícil encontrar un oasis. Era propio de una ilusión vana esperar algo novedoso de los veteranos de la política. La esperanza la representaban los recién arribados. Defraudaron. Usaron las mismas chicanas que les criticaban a sus adversarios internos y externos. Es verdad que hubo algunos –y algunas– que quisieron debatir, invitación que sus rivales no aceptaron. Fue lo único.   

En medio de tanto vacío, el cierre de una campaña con escasez de ideas dejó algunas pinceladas de color que ayudan a entender el entramado de relaciones, acuerdos –y desacuerdos– que pululan en el corazón de cada uno de los dos principales frentes electorales que se disputan el poder en el proceso proselitista que culminará en noviembre próximo. 

Los discursos del oficialismo –con el de Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza– sonaron deslucidos y lejos de todo triunfalismo. Cabe destacar que el kirchnerismo nunca ha podido ocultar su ego cuando las cosas le van bien. Nada de eso ocurrió en los actos y las palabras que pasaron de largo como si se tratara de un trámite. “La coalición está en su peor momento ya no solo por los desaires entre albertistas y kirchneristas duros, sino por la pérdida de liderazgo del Presidente entre los propios. Más allá de la pandemia nadie imaginó que llegaríamos a las PASO con la grieta dentro de la propia Casa Rosada” –reconoció un funcionario desencantado. 

En el Patria no ocultan el descontento con la gestión, pero saben que les toca mover a ellos. “No hay que apurarse. Sabemos que es el momento de hacer cambios, pero también sabemos que no podemos salir a inmolarnos para tapar los errores del Presidente. Nuestro proyecto está más allá” –resumen. 

El pálido acto de cierre de campaña en Tecnópolis fue una radiografía de lo que pasa en el Frente de Todos contra Todos. No solo se refrendó ahí la centralidad absoluta de CFK, sino que se hizo visible su desaire hacia Alberto Fernández a quien no le prestó ninguna atención durante su desangelado discurso. Lo que compartieron fue el universo de la mentira. En eso no hay diferencias. Por un lado hablan de la necesidad de crear puestos de trabajo y por el otro no hacen más que desalentar y atacar la actividad empresarial sin las cuales no será posible generar empleo. Hablan de vacunas y se olvidan de la decisión que tomaron contra el laboratorio Pfizer, que pudo haber sido la primera vacuna con la que contara el país y evitar así los miles de casos y muertes que su falta produjo. 

En No Tan Juntos por el Cambio el ánimo varió en los últimos días. “Resolvimos nuestras diferencias de la mejor manera posible. Las PASO van a ser de gran ayuda para terminar de ordenar el juego” –reflexionan. En la provincia de Buenos Aires el cierre de Juntos de la lista que encabeza Diego Santilli fue explosivo y tribunero. Discursos moderados, pero cargados de mensajes hacia adentro y hacia afuera con, al menos, dos presidenciables: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. A Mauricio Macri lo mostraron poco. En verdad, varios de los protagonistas de la campaña hubiesen querido que apareciera aún menos. Cada uno midió sus palabras y movió sus fichas como en un ajedrez. Hubo reproches por los cambios de último momento en la lista de oradores que finalmente incluyó a Juan Manuel López, candidato puesto por la Coalición Cívica, con un discurso que no cayó del todo bien por su “triunfalismo desmedido”. 

Sus competidores en las PASO –la lista encabezada por Facundo Manes– calificaron la campaña como “bastante ordenada y previsible”, por eso cuestionaron con dureza los desplantes del neurólogo. “Manes es un tipo muy raro. Es individualista y muy egoísta. Jugó para él, armó sus propios eventos sin abrirle el juego al resto de la lista. Incluso se cortó solo varias veces dejando plantados a sus compañeros. Fue una gran decepción” –aseguró una fuente que participó de la campaña, que concluye: “Todos presentaron quejas contra Manes. Todos. Emilio Monzó está furioso, no lo puede ni ver. No quiere ni hablarle.” 

Una de los hechos notables fue la búsqueda desesperada del voto joven. Es necesario detenerse aquí un momento. El estereotipo de los jóvenes que se exhibió fue penoso y preocupante. Es una caracterización que, salvo excepciones, habla de personas con poca aptitud para el desarrollo del pensamiento y centrada exclusivamente en una visión hedonista de la vida. A los jóvenes se les habla del futuro como algo etéreo que surge como por arte de magia. Es una manera fantástica de no hablar de la realidad. 

El futuro se construye en base al presente. Y este presente, deja a los jóvenes con muy pocas esperanzas de un porvenir mejor. La creciente cantidad de argentinos entre 20 y 30 años que se están yendo del país, lo atestigua.

Los adolescentes que hoy no terminan la escuela secundaria  no tienen ninguna chance de aspirar a trabajos de calidad que les aseguren la posibilidad de salir de la pobreza y la miseria. 

Si la Argentina se transformara por milagro en un imán para la instalación de empresas que dieran pie a la creación de miles y miles de puestos de trabajo, muchos de los jóvenes no podrían ser incorporados por falta de instrucción y formación. 

La campaña ha mostrado que el poder es lo único que interesa para una gran cantidad de dirigentes políticos vernáculos. Por lo tanto, cualquier método es válido para ganar un voto. 

Todo esto no ha hecho más que generar el desencanto, el escepticismo y el enojo de miles de ciudadanos y ciudadanas que han decidido no votar en los comicios de hoy. 

Triste realidad de un país en el que muchos dieron la vida por asegurar el derecho al sufragio, herramienta fundamental de la democracia.


domingo, 5 de septiembre de 2021

Alguien habló de traición… @dealgunamaneraok...

 Alguien habló de traición… 


Paso a Paso… Dibujo. Pablo Temes

Si los ánimos no fueran casi de ruptura, no hubiera sido necesario un mensaje presidencial jurando lealtad. 

© Escrito el sábado 04/09/2021  por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Fue el presidente Alberto Fernández. Lo dijo al encabezar un acto del Frente Contra Todos en Tecnópolis. “No voy a traicionar a Cristina, no voy a traicionar a Máximo, no voy a traicionar a Massa, ni a ninguno de ustedes, no voy a traicionar al pueblo que me votó”, aseguró. 

 

Es cierto que la frase que soltó tuvo como puntapié un tuit del ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, Andrés “Cuervo” Larroque, que rezaba: “No nos confundamos, lo que el poder no le perdona a @alferdez es no haber traicionado a @CFKArgentina”. ¿Qué lo llevó al Presidente a decir esto con tono gritón y voz destemplada? La respuesta es simple y unívoca: si los ánimos no estuvieran tomando un tinte casi de ruptura, AF no hubiera reparado en ese mensaje para reafirmar su “lealtad”. Donde hubo ya una traición por parte del jefe de Estado es a los millones de ciudadanos y ciudadanas que lo votaron creyendo que cumpliría con su promesa de acabar con la grieta. Es una traición flagrante que representa una oportunidad perdida –otra más– para la Argentina. 

 

“Es una coalición compleja sí, pero que sabe que tiene que trabajar para mantener la unidad”, señala una voz del oficialismo. En esas aguas se hizo un gran esfuerzo para leer de manera taxativa el tuit de Larroque, atribuyendo las interpretaciones “a la subjetividad de quien opina”. Tras cumplir con ese momento de “sarasa”, no hubo más remedio que reconocer que el Gobierno atravesó el peor momento de su mandato. “Según nuestros sondeos hace seis días se frenó el drenaje que veníamos teniendo y de a poco comenzamos a levantar otra vez”, detalló un funcionario con despacho en la Rosada respecto a la intención de voto para las PASO del próximo domingo.

 

El Presidente ha quedado vaciado de liderazgo político dentro de su propio espacio político.

 

Sin embargo, puertas adentro de la Casa de Gobierno la realidad es otra. En ese ámbito tóxico hubo quienes no fueron tan generosos en la evaluación de lo que está sucediendo al interior del Frente Contra Todos y revelaron que la sangría anímica no para. Es que “el albertismo más laburante, ‘bancador’ y representativo”  dentro y fuera del gabinete está “dolido y desilusionado” con su jefe. “Después de lo del Olivosgate hubo ministros que se chocaron contra una pared a los que se les cortó su carrera política. Hubo otros que salieron a poner la cara sin saber la verdad, a los que el Presidente envió a mentir sin importarle las consecuencias, porque se sentía tan impune que nunca creyó que esas imágenes se filtrarían”, dijo con la voz quebrada un miembro del entorno cercano. 

 

He aquí un punto clave del cual, evidentemente, AF no ha tomado o no ha querido tomar conciencia. El episodio de la Fiesta de Olivos y el Vacunatorio Vip han impactado negativamente dentro mismo del oficialismo porque exhiben situaciones de privilegio en desmedro del ciudadano común que no pudo celebrar cumpleaños, no pudo despedir a sus familiares fallecidos ni pudo acceder a las vacunas en tiempo y forma. 

 

El Presidente ha quedado vaciado de liderazgo político dentro de su propio espacio político. Los comentarios acerca del disgusto de Cristina Fernández de Kirchner son diarios y expresados en alta voz. De los cambios de ministros y de un nuevo gabinete se habla con total naturalidad en más de un despacho oficial. 

 

“La unidad se mantiene porque no nos queda otra. El resultado de las elecciones determinará todo. Sabemos que del otro lado de la coalición – el kirchnerismo– vienen por nosotros y nos van a eyectar por cosas en las que no tuvimos nada que ver. Nosotros creímos”, concluyó la fuente. El destinatario de estas palabras es el Presidente.

 

En ese grupo de desilusionados y quebrados militan, entre otros, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; la vicejefa del Gabinete de Ministros, Cecilia Todesca; el ministro de Educación, Nicolás Trotta; el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; y el ministro de Turismo, Matías Lammens. Todos estos, más el ministro de Economía, Martín Guzmán, gozan de la antipatía creciente de la ex presidenta en funciones. Por eso, el Dr. Fernández debería estar más preocupado por contener el ánimo de los propios que por jurarles lealtad a CFK, Máximo y Sergio Masa. Acaso, tal vez, ya no le quede otra opción. 

 

En el Instituto Patria afinan la lapicera. “Se mandó todas las cagadas – el preciosismo en el lenguaje es otra de las carencias del kirchnerismo– juntas. Está claro que hay que hacer un cambio o varios. Falta casi medio mandato y ya perdió todas sus fichas”, afirman  con la certeza de que ya nada ni nadie puede señalarlos de duros, halcones o desestabilizadores. 

 

En el transcurrir de esta campaña de la nada, todo lo que hay es estrépito.

 

En el Gobierno había alegría por la alusión al goce sexual hecho por Victoria Tolosa Paz. “Saca del foco el Olivosgate”, afirmaron varias voces del oficialismo envueltas en una nube de irrealidad. A este devenir, la oposición también se ha esmerado en hacer su aporte. María Eugenia Vidal exhibiendo un accionar desangelado que no deja de sorprender. Sus frases sobre el porro fueron tan malas que la obligaron a reconocer que había cometido un error. Horacio Rodríguez Larreta hablando de Diego Santilli como “candidato de la Ciudad”. Diego Santilli que, como propuesta de campaña, invita a “subirse a la Santileta” que el jueves tuvo un desperfecto en el embrague y terminó en el taller mecánico. Facundo Manes, que ha despertado el enojo de más de un dirigente radical de peso, y cuyo principal aporte son sus frases vacías de contenido que le aportan material diario a Ariel Tarico para sus geniales imitaciones.

 

Tampoco escapan a esta regla Javier Milei –la polémica que mantuvo con Leandro Santoro los mostró a los dos tan retumbantes como irrelevantes–, José Luis Espert y el grotesco que protagoniza en su alusión al increíble Hulk, y Florencio Randazzo, cuyo aporte más significativo de la semana –en verdad, el único– fue hacernos conocer a su mamá, Gladys.   

 

Es lo que hay. Es como si todos estos dirigentes hubieran conformado una Sociedad de las Ideas Muertas.