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domingo, 15 de mayo de 2022

La Argentina cuesta abajo... @dealgunamanera...

La Argentina cuesta abajo...

Cristina Kirchner. Dibujo: Pablo Temes

El país asiste a los devaneos de un gobierno que navega por el barro de su interna brutal e imparable.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 15/05/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


La inflación de abril llegó al 6% y volvió a impactar a la sociedad y a sacudir los cimientos cada vez más endebles de un gobierno que navega por el barro de su interna brutal e imparable. Con todo, no es ese el único dato que enciende las alarmas: el acumulado en el primer cuatrimestre llegó al 23% y en los últimos 12 meses tocó el 58%. La suba interanual, pues, es la más alta de los últimos 30 años.

Pero hay más: la Argentina hace 10 años que no crece y su PBI per cápita es 13% más bajo transcurrido el mismo período de tiempo. Y por si esto fuera poco, la inflación en el Conurbano alcanzó niveles aún mayores, pisando el 6,2% para todos los habitantes que moran en ese submundo atravesado por los contrastes y las acechanzas.

Los sectores acomodados con mayores posibilidades de hacerle frente a esta situación se protegen como pueden. Para los más pobres, en cambio, no hay protección posible. El desafío no es cómo llegar a fin de mes sino cómo llegar a mañana. Los empresarios, por su parte, no arriesgan inversiones de magnitud significativa. Tiene lógica: es mejor volar bajo radar a ver si a alguno se le ocurre gravar la renta inesperada. La clase media no da más y es, en líneas generales, la mayoría de la población (44%) sobre la cual recaen los mayores esfuerzos impositivos y laborales.

El grueso de la gente que está en la economía informal recorrió las calles de la Ciudad de Buenos Aires el pasado jueves generando un caos que ya a nadie parece sorprender. No todos, los piqueteros afines al oficialismo que tienen sus caciques dentro del propio gobierno –es decir que están de los dos lados del mostrador– como Emilio Pérsico del Movimiento Evita y secretario de Economía Social en el Ministerio de Desarrollo Social; Fernando “Chino” Navarro del mismo Movimiento, es secretario de Relaciones Parlamentarias; Daniel Menéndez, subsecretario de Promoción de Economía Social y Desarrollo Local; entre otros– no movilizaron a sus agrupaciones. El Gobierno cuenta con protección en ese sentido. De no haber sido así, la movilización hubiera sido masiva y determinante. Lo mismo puede decirse de la CGT que parece dormir una larga siesta en su rol de defensa de los trabajadores. Peronismo explícito. 

En este marco, el Reporte de Expectativas del BCRA habla del 65% de inflación para todo el año. Un reconocimiento oficial que pese a su criticidad, choca con los cálculos de consultoras privadas que la ubican por encima del setenta.

Los jóvenes y los adultos mayores son quienes llevan la peor parte; los primeros por la presión que la mayoría sufre para abrirse paso en la vida en un país donde estudiar, comprar libros, terminar el colegio secundario y la facultad al mismo tiempo que deben salir a trabajar para solventar sus gastos, algo que cada vez se les hace más difícil de lograr. Los adultos mayores, porque pese al aumento anunciado, no van a poder subsistir con solo 37 mil pesos de bolsillo. Es de un cinismo inhumano.


Las invectivas de una Cristina enceguecida por el odio ya no tienen ningún efecto.


Luego del Aló Presidenta de Cristina Fernández de Kirchner en Chaco, donde se esmeró cuidadosamente en desairar a su otrora elegido, Alberto Fernández, se ha constatado la poca efectividad de sus dardos llenos de veneno político. Máximo Kirchner le mandó otro mensaje al Presidente: “Cuando uno quiere conducir también debe saber obedecer”. Es más de lo mismo. Ya no entran las balas. “Primero fue la época epistolar con cartas cargadas de ego y cinismo, luego los ataques de sus títeres, con su hijo y Kicillof a la cabeza, luego sus propios discursos, ahora nuevamente envía sus laderos. Al principio sorprende, después genera disgusto, y ahora es como escuchar la lluvia caer. Está desquiciada y enceguecida por el odio pero, sobre todo, porque Alberto resiste sin ella”, señala una voz desde la Casa Rosada.

En el entorno del tridente económico (Martín Guzmán, Matías Kulfas y Miguel Pesce) nadie camina con tranquilidad, aun cuando cerca de los dos ministros se ufanan de una cosa: “Ellos presionaron para hacerse cargo de bajar la inflación con recetas viejas que tenían el fracaso asegurado; ahora que vayan a llorar a La Plata” –en referencia a la Gobernación del predilecto de CFK. 

En el entorno de Guzmán apuntan a Kicillof y, en el de Kulfas, se mofan del malogrado Roberto Feletti. 

El asado del martes por la noche en la casa de Sergio Massa con los economistas Martín Redrado, Marco Lavagna, Diego Bossio, Miguel Ángel Peirano y Martín Rapetti –contado en detalle por Pablo de León– es una muestra más de la falta de sustento político con el que navega la gestión de Guzmán.

El viaje del Presidente a España, Alemania y Francia –en verdad, una excursión– dejó en evidencia su intrascendencia. Por eso, de lo único que se le preguntó en los reportajes con los pocos medios europeos que mostraron interés en entrevistarlo fueron temas vinculados con la interna gubernamental. 

En medio de tanta nada, la presencia de los miembros de la Corte Suprema en la reunión de los jueces federales en Rosario representó un hecho de alto voltaje político-institucional. En primer lugar por el alerta sobre la necesidad que tiene el país de que las autoridades políticas le otorguen la prioridad que exige la lucha contra el narcotráfico. En segundo lugar, por el cuestionamiento sin tapujos a la inexistente gestión del ministro de Justicia, Martín Soria, otro vendehumo nombrado por CFK para insistir en la terquedad de su fracasado intento de configurar una Justicia adicta que incluye la ampliación del número de sus miembros. Y, en tercer lugar, por el respaldo dado a la fiscal anticorrupción de Entre Ríos, Cecilia Goyeneche, cuyas investigaciones fueron clave para lograr la condena del ex gobernador de la provincia, Sergio Uribarri.

La Argentina asiste a los devaneos de un gobierno de la nada que no tiene remedio.




sábado, 22 de octubre de 2016

Para alimentar el relato macrista… @dealgunamanera...

Para alimentar el relato macrista…

Marcos Peña tendrá un límite del 10 por ciento para reasignar partidas aunque el kirchnerismo no había superado el 5. Imágen: DyN.

El Ejecutivo envió un proyecto al Congreso que establece un tope para la reestructuración de partidas por parte del jefe de Gabinete. Se pasa al 10 por ciento en 2017, 7,5 en 2018 y 5 en 2019. Se tratará en comisión la próxima semana.

© Escrito por Sebastian Abrevaya el sábado 22/10/2016 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Con el primer año parlamentario de Cambiemos entrando en su tramo final, el Poder Ejecutivo envió ayer tres proyectos de ley al Congreso con la expectativa de sancionarlos antes del 31 de noviembre. Se trata de una modificación a la ley de administración financiera para limitar los denominados “superpoderes”; la creación de un régimen de responsabilidad penal para las personas jurídicas por delitos contra la administración pública y un cambio en la ley de ART (ver nota aparte). 

Si bien el macrismo venía hace meses amagando con plantear el límite a la facultad del jefe de Gabinete para reasignar partidas, el proyecto llegó para su tratamiento recién ahora, mientras se debate el Presupuesto Nacional. Aunque no despertó rechazos, desde la oposición calificaron esta iniciativa como “marketinera” y advirtieron que en su artículo 51, el Presupuesto presentado por el PRO le otorga facultades extraordinarias a Marcos Peña, incluso superiores a las que ahora se restringen. “Lo que limitan por un lado lo dan por el otro”, aseguró el presidente del bloque del FpV, Héctor Recalde.

Con el ánimo de mantener en agenda su discurso de preocupación por la “transparencia”, el Gobierno envió al Congreso el breve texto de reforma de la ley de administración financiera. Se modifica el artículo 37, que en el 2006 había sido reformado por el kirchnerismo. La redacción vigente hasta ahora establece que “el Jefe de Gabinete de Ministros puede disponer las reestructuraciones presupuestarias que considere necesarias dentro del total aprobado por cada ley de presupuesto”. 

Si bien no existe un tope, fuentes del kirchnerismo remarcaron que la reasignación de partidas durante las gestiones del FpV siempre fueron por un porcentaje muy bajo, incluso inferior a la marca máxima que el macrismo establece ahora. La redacción propuesta para ese artículo fija una disminución gradual, de un máximo de 10 por ciento para el 2017, un 7,5 para el 2018 y un 5 por ciento para el 2019.

“Nosotros pedíamos la limitación de los superpoderes cuando éramos oposición y lo seguimos exigiendo ahora que somos oficialismo”, aseguró ayer el titular de la comisión de Prespuesto y Hacienda de la Cámara Baja, Luciano Laspina. El diputado macrista adelantó que la propuesta será tratada en comisión y que buscarán firmar dictamen el mismo día en que obtenga despacho de mayoría el Presupuesto 2017. Laspina señaló que el cinco por ciento de tope que se fijó para 2019 es el mismo que ya existe actualmente en la Ciudad de Buenos Aires.

En los fundamentos del proyecto firmado por el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, y por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se recuerda que la modificación de la ley de administración financiera de 2006 se produjo para evitar, como se hacía hasta el momento, prórrogar anualmente la facultad de reasignar partidas que se daba en la ley de Presupuesto. “Se considera necesario propiciar la sustitución del artículo 37 de la ley a fin de posibilitar una situación de mayor equilibrio entre las facultades propias reservadas al honorable Congreso de la Nación y una razonable flexibilidad en la ejecución presupuestaria por parte del Poder Ejecutivo nacional”, aseguran en su mensaje Prat Gay y Peña.

Contentos por la coincidencia con su prédica republicana, los radicales respaldaron el proyecto. El radical Miguel Bazze consideró que “es un avance para recuperar las atribuciones del Congreso” y agregó que se debería avanzar hacia la “eliminación” definitiva.

Desde la oposición no cuestionaron específicamente el proyecto, sino que advirtieron sobre la actitud del macrismo. “Limitar este artículo no es opinable, lo que llama la atención es que lo haga el propio Gobierno porque él tiene la facultad de no extralimitarse de lo que considere racional. Además, es bastante marketinero porque por otro lado hay otras leyes que autorizan la reasignación”, aseguró la diputada Diana Conti. “Nosotros relegamos lo secundario para priorizar lo importante. Y lo importante ahora es el Presupuesto”, completó Recalde, en diálogo con Página/12.

El Bloque Justicialista, liderado por Diego Bossio, había denunciado que el macrismo había escondido en la ley de Presupuesto el otorgamiento de facultades extra para la cartera que conduce Peña. El artículo 51 de la previsión de gastos e ingresos le otorga al jefe de Gabinete la facultad de “crear unidades ejecutoras especiales para gestionar planes, programas y proyectos de carácter transitorio, pudiendo disponer de las partidas presupuestarias necesarias para determinar la estructura, el funcionamiento y la asignación de recursos humanos que correspondan”. “Con este artículo hay un super jefe de gabinete plus”, alertó Bossio hace 10 días.

Desde el macrismo explicaron que la reforma a la ley ya estaba lista desde hace un tiempo y que se envió ahora para que se tramite junto al presupuesto. Sin embargo, por lo bajo señalaban que el timming del proyecto coincide también con un momento en el que el Gobierno viene recibiendo algunas críticas de sectores no kirchneristas por una supuesta falta de compromiso en la lucha contra la corrupción.


domingo, 14 de febrero de 2016

Cuestión de tiempos… @dealgunamanera...

Cuestión de tiempos…

Contando la Hacienda, Alfonso Prat-Gay. Dibujo: Pablo Temes

Por ahora, la política da más satisfacciones al Gobierno que los números. Lo que vendrá.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 14/02/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Se asiste a la crónica de una situación anunciada: el campo minado que la administración de Cristina Fernández de Kirchner le dejó a la de Mauricio Macri va haciendo sentir inexorablemente el peso de sus consecuencias. “No habrá luna de miel para el nuevo gobierno sea cual fuere el candidato que ganare”, señalábamos en esta columna poco antes de la segunda vuelta electoral que consagró al actual presidente. No era un presagio sino una certeza producto del conocimiento de los datos negativos que emanaban del análisis de las distintas variables de la economía argentina. Es algo en lo que, salvo el kirchnerismo duro, coincidieron todos los postulantes que tomaron parte de la competencia electoral por la presidencia. “Por eso no puedo aceptar que se critiquen medidas que son producto de lo que nosotros fuimos causantes”, dijo el ex titular de la Anses Diego Bossio, a quien Carlos Zannini llamó para decirle que, a causa de su alejamiento del bloque de diputados del Frente para la Victoria, para Cristina Fernández estaba “muerto”.

Como siempre ocurre, frente a un sinceramiento de la economía de la envergadura del que se está atravesando, una cosa es decirlo y otra cosa es vivirlo. En el decirlo aparece la comprensión de la problemática que está en el origen del verdadero descalabro económico que recibió el actual gobierno. En el vivirlo se manifiesta, en cambio, el impacto que esto genera en las aspectos esenciales que hacen a la vida diaria de cada persona según su circunstancia, por lo que el que menos tiene es el que más sufre los efectos adversos de estos ajustes. Al Gobierno le corresponde, pues, no sólo reconocer un problema sino buscar las soluciones. Para eso se postularon y para eso los eligieron. Es como cuando alguien va al médico; primero le interesa saber qué le está pasando –el diagnóstico–; y después, espera –demanda– que acierte con el tratamiento que lleve a la cura. Por supuesto que hay tratamientos que acarrean dolores; pero en esos casos, el médico busca paliarlos hasta que, si la terapéutica es la correcta, la cura llegue.

Macri está ansioso por este tema. Comienza a comprender que los tiempos políticos y las exigencias del día a día no siempre van de la manoAlfonso Prat-Gay le dijo que hay que mantener la firmeza y que la reducción del déficit fiscal será el instrumento clave que llevará a poner freno a la inflación. La falta de cifras por parte del Indec le genera al Gobierno otro problema, ya que no todos creen que lleve tanto tiempo lograr obtener números creíbles. A falta de ello, se conocieron los inquietantes datos de la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, que hablan de una inflación de 4,1% en el mes de enero. Este guarismo deja descolocado al ministro de Hacienda, quien hace unos días había señalado que el índice estaría “más cerca del 3%”.

Una cosa es hablar de sincerar la economía y la otra es vivirlo

En busca de soluciones el Gobierno está requiriendo la ayuda de los consumidores. Conceptualmente es una herramienta válida si va acompañada de otras medidas. Esa fue la causa del poco éxito que tuvo durante la administración de CFK. El lunes saldrá publicada en el Boletín Oficial la resolución que el pasado viernes firmó el secretario de Comercio y que habilita legalmente a llevar adelante este sistema informático de monitoreo de precios.

Esta resolución obliga a las cadenas de supermercados (con facturación de más de 463 millones de pesos anuales) a informar un listado diario de, en principio, mil productos y sus precios, por cada punto de venta particular.

Si el producto publicado no está o no corresponde el precio, habilita a la Secretaría de Comercio a elevar una sanción aplicando la Ley de Lealtad Comercial y la de Defensa del Consumidor.

En cuanto a los jubilados, desde la Secretaría de Comercio están tratando de implementar un acuerdo con la Anses para que, en cada delegación o club de jubilados, el organismo pueda ayudar y enseñar a los jubilados a usar esa herramienta.

La idea es que este sistema, además de ayudar al consumidor, le permita al Gobierno establecer precios de referencia y así intentar limitar sus asimetrías. “Esta no es una herramienta antiinflacionaria. Es una herramienta que le da más poder al consumidor. Esperamos poder tenerla funcionando para el 15 de marzo”, reconoce una voz desde la Secretaría de Comercio. Por lo que se sabe, esta medida se iba a presentar dentro de cuatro meses, una vez que caducara Precios Cuidados, pero las circunstancias llevaron al jefe de Estado a avanzar rápidamente en su implementación. Macri está muy preocupado por la inflación, cuyo impacto negativo en la encuestas se está haciendo sentir fuertemente.

La reunión con los líderes sindicales fue producto de esta situación, que complica las venideras negociaciones paritarias. En el encuentro, que marcó también un cambio de época –Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Jerónimo Venegas habían sido borrados del mapa por CFK–, el Presidente, quien reconoció el problema de la inflación y lo justo del reclamo gremial, les dijo que necesitaba su ayuda. Los sindicalistas atendieron las explicaciones, pero insistieron en que mantendrán sus posturas. Habrá que ver qué efecto tiene para modificarlas el aumento del mínimo no imponible, el desdoblamiento de las paritarias, la reducción del IVA a los alimentos de la canasta básica y el pago de parte de la deuda que el Estado tiene con las obras sociales. Dentro de este clima de diálogo, el Gobierno comete un error al marginar a los gremios estatales, con los que las diferencias son mayores. Eso lo hacía CFK.

En lo político, las cosas le vienen saliendo mejor al Gobierno. El buen trato hacia los gobernadores está dando sus frutos, ayudado esto por el indiscutible malestar que a lo largo de su mandato generó CFK en sus propias filas. El proceso de fractura dentro del FpV es imparable. La información dice que las nominaciones a la Corte Suprema de los doctores Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz serán aprobadas, al igual que las de los embajadores y militares. En relación con los decretos de necesidad y urgencia, la impresión es la misma. “Nada tarda tanto como aquello que no se empieza”, una frase de Alain refleja algo de lo que el oficialismo parece estar aprendiendo rápidamente: la clave para manejar este difícil momento exige mucha muñeca política, algo que una concepción excesivamente gerencial del Gobierno pareció ignorar.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.


domingo, 7 de febrero de 2016

Yin y Yang... @dealgunamanera...

Yin y Yang...


La ruptura del bloque de diputados peronistas: promotores y beneficiarios. Consecuencias y proyecciones posibles. El dilema de la sustentabilidad política. El modelo kirchnerista y el ensayo macrista. El mundo no termina en Davos. La saña y sus riesgos. El PJ y sus movimientos.

© Escrito por Mario Wainfeld el domingo 07/02/2016 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El oficialismo consiguió un avance importante merced a la ruptura del bloque de Diputados del Frente para la Victoria (FpV). Crecen sus perspectivas de construir mayorías contingentes (vez a vez) en el Congreso.

Velozmente el presidente Mauricio Macri convocó a sesiones extraordinarias en el Senado para abordar pliegos varios: los que importan son los de los potenciales nuevos integrantes de la Corte Suprema.

La Comisión Bicameral que trata los Decretos de necesidad y urgencia se reunirá el miércoles 9. Con composición empatada 8 a 8 pactó con el FpV una presidencia anual rotativa. El sensible primer turno es para Cambiemos y estará en manos del senador radical Luis Naidenhoff.

El presidente de la Cámara Baja, Emilio Monzó, operó en parte la movida desde afuera, acumuló puntos en su haber. Pero los méritos o deméritos corresponden a los peronistas.

El gobernador salteño Juan Manuel Urtubey (FpV al cierre de esta edición) fue el principal gestor interno de la jugada. El número de tránsfugas es desde ya alto, se parangona a la sangría que sufrió el kirchnerismo entre 2008 y 2009 como consecuencia del conflicto de las retenciones móviles. El contorno es diferente, más adverso para la principal oposición. En aquel entonces el ex presidente Néstor Kirchner revistaba en el bloque conducido por Agustín Rossi y el FpV gobernaba el país.

La magnitud e incidencia de las deserciones se calibrarán mejor en meses. Los compañeros dirigentes justicialistas son avezados en eso de cruzar Rubicones y Jordanes, de ida o de vuelta: en este trance uno de los recorridos está más de moda. La cifra de la sangría posiblemente crecerá. El tamaño, en esos menesteres, es importante.

Amén de tanto gobernador peronista que busca un nuevo espacio, moviendo a “sus” diputados habrá que mirar a la mandataria santiagueña Claudia Ledesma Abdala del apodado radicalismo K.

Urtubey es el segundo beneficiario, el primero es el presidente Mauricio Macri.

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Los funcionales y sus modos de votar: El sindicalista Oscar Romero fue quien articuló la partida, el que armó listas, llamó por teléfono, persuadió a quien anhelaba ser persuadido/a (la seducción política se parece en ese aspecto a la de la vida personal). Las palabras a usar dependen de la pasión del intérprete. Vienen a cuento: la traición, la defección, la cooptación. Rótulos aparte, es clavado que el nuevo bloque es funcional a la estrategia parlamentaria de Cambiemos. Su impacto se medirá con el correr del calendario.

En el Congreso se vota de dos modos, describen los baqueanos: con la mano o el brazo (levantando o pulsando el botón) o con la colita habilitando quórum para sesiones trabadas. La segunda modalidad de cooperación, tan frecuente en el bipartidismo bobo que perduró hasta los mandatos kirchneristas, es la de “la opo de su majestad”. Quienes fingen diferenciarse en el discurso (o aún en las votaciones) mientras posibilitan que las leyes se aprueben. Ese apoyo, da la impresión, está garantizado. Gravita mucho, descompensa la relación de fuerzas precedente, es maná para el gobierno.

Sobre las posturas que tomarán los disidentes es prudente no precipitar conclusiones. Sus explicaciones han sido entre parcas y patéticas. Ninguno es una figura conocida por el gran público o un cachito vistosa, con la sonada excepción de Diego Bossio. Hasta para quien extreme la transigencia costumbrista respecto de la capacidad peruca de cambiar de camiseta durante el partido, es un caso extremo de deslealtad.

Manejó la Anses durante años, uno de los mayores presupuestos del país. Obtuvo un sitial desproporcionado a sus méritos previos, se desempeñó bien, fue agasajado en el primer nivel del kirchnerismo, coló en la lista sábana. Apartarse en una etapa difícil habla de su valía como cuadro político y también es indiciario de errores de Palacio que se perciben claramente cuando llega la malaria.

Bossio no merece un gran futuro político y quizá por una vez haya justicia: cuesta imaginar cómo podría tenerlo. Se traslada solito con su cuerpo al área que trillan el diputado Sergio Massa y Urtubey que sí saben construir política y sumar apoyos en las urnas. Corre de atrás, en un espacio superpoblado.

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La doctrina Mendieta: La Bicameral prosigue siendo muy reñida pero aumenta la perspectiva de aprobar los DNU dictados por Macri. Basta con que una Cámara lo haga. Diputados cambió, ya se dijo. En Senadores no hay ruptura de bloque pero (¿o porque?) su titular Miguel Pichetto derrama transigencia y buenas ondas con el oficialismo.

La influencia de los gobernadores del FpV es notoria en la Cámara Alta. Diputados es más pluralista, barullera, rica en matices: la única en la que están representados partidos minoritarios.

Los mandatarios provinciales, ayer y hoy, precisan un ida y vuelta permanente con la Casa Rosada. En el trayecto se mueven muchos factores: el dinero contante y sonante o ciertas variantes como las obras públicas como pilar.

Reacomodar la Coparticipación Federal es un objetivo a la vez cotidiano y estratégico que el torpe texto de la Constitución de 1994 hizo imposible. La falta de “nueva ley” deriva de la imposibilidad creada por las normas vigentes. La Copa se mira pero no se toca, porque no hay cómo hacerlo. La unanimidad exigida para un nuevo reparto lo torna utópico porque (¡ay!) los intereses de 24 distritos no son idénticos ni convergen,

El ideario de los “gobernas” está connotado por la prédica del filósofo canino Mendieta: “Negociemos, don Inodoro”.

Censurar un intercambio cotidiano en nombre de una ética abstracta carece de sentido y de eficacia. Esas transacciones dominan el hacer de todos y todas quienes gobiernan provincias. Tal y como ocurría con “los Kirchner” podrá señalar usted. Claro que sí, con una salvedad sustantiva: en ese devenir las provincias construyeron su propia gobernabilidad, crecieron como nunca en décadas y los propios funcionarios locales gozaron de larga legitimidad electoral. Si esas variables se alteran en contra de los territorios, sus autoridades verán cómo reposicionarse para sobrevivir políticamente. Sobre todo porque sus electorados son vivaces, celosos de sus derechos y pueden sancionar si “las cosas van mal” en 2017 o 2019.

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Economía, represión, reacciones: Políticamente, el Gobierno avanza varios casilleros. Paradójicamente o no tanto, recorre senderos trazados por el kirchnerismo y se vale de recursos materiales heredados. Presidencialismo al mango, uso de los DNU (con las franquicias permitidas por la legislación también legada), manejo de “caja” en el trato con las provincias.

Desde 2003 ese instrumental fue una parte de la caja de herramientas K que concretó años de gobernabilidad, crecimiento, legitimidad política medida en las urnas, la mayor sustentabilidad política y económica desde 1952. El logro, que no fue milagro, tuvo bases tangibles que el macrismo ha puesto en jaque en solo dos meses. Creación de puestos de trabajo, menguante nivel de desempleo, paritarias que sostenían el nivel adquisitivo del salario, amplio esquema de protección social, endeudamiento contenido medido en proporción al PBI, no represión de la protesta social. Todos estos standards tuvieron picos y caídas relativas pero se sostuvieron en promedio aun en los años de sojas flacas. Tales son las causas de la inédita continuidad del proyecto iniciado en 2003. Un modelo político-económico y cultural de gobernabilidad.

Dicho en criollo: la trabajosa aprobación de las leyes no fue el único factor de la perduración kirchnerista. El macrismo recién nacido va en procura de otra, gozando de ciertas ventajas iniciales que no dispusieron los presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Kirchner himself. Macri arranca de un piso más alto, lo está serruchando en muchas facetas. Sobrevolemos la economía, la represión, la ofensiva cultural yendo por partes como aconsejaba Jack.

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Es la economía, despedidos: El no sincerado programa económico carece de toda tangencia o similitud con el desarrollismo, en cualquier versión imaginable. Apela al clásico repertorio neoliberal. Baja o supresión de retenciones en combo jamás visto con una devaluación que no tocó techo. Despidos furibundos en el sector público ya no justificados en los ñoquis sino en vaguedades sobre eficientismo. Las cesantías burlan leyes a menudo: el quantum estricto se desconoce entre otros motivos porque trepa día a día: hay decenas de miles, desde ya.

La noción de competitividad macrista apesta a naftalina de derecha. Se finca en considerar al salario argentino una traba para el crecimiento. La idea es reducir su valor en dólares, como parte de una maratón que comprende también la pérdida de valor adquisitivo. El panorama empresario del diario Clarín habla por boca de la “burguesía nacional” o multi y se pregunta si los laburantes comprenderán que paritarias que le empaten a la inflación pondrán en jaque a la competitividad. La respuesta es evidente: nadie “comprende” lo que lo perjudica. A veces lo acepta por debilidad o temor o falta de poder.

Desde el Ministerio de Hacienda y Finanzas se amenaza con despidos para moderar el afán de los trabajadores de conservar su nivel de vida. El ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, propone que los argentinos viren a ser vegetarianos o veganos mientras se asombra por la suba del precio de la carne,

Se vislumbra un año de inflación más fornida que la K, recesión, con aumento de tarifas públicas.

El ala caritativa del oficialismo calcula que podrá compensar a los laburantes con el aumento de mínimo no imponible para Ganancias y una ampliación de las asignaciones familiares. Y lubrica la relación con los jerarcas sindicales concediéndoles el manejo de cajas suculentas. El retoque en Ganancias y las asignaciones son bienvenidos, pero no compensarán el sablazo inflacionario ni conciernen a la mayoría de la clase trabajadora.

Surge un dilema complicado en un sistema democrático: primero persuadir a los gremios de pactar convenios a la baja. Aun si se lograra, la conciencia de los argentinos de a pie registrará el perjuicio en su patrimonio. Podrá traducirse en acciones colectivas o de base. O quedará para el momento del cuarto oscuro.

El macrismo supone que una lluvia de empréstitos servirá de colchón para proveer algo de bienestar masivo. Pongamos entre paréntesis los costos diferidos y por generaciones del endeudamiento externo, no por irrelevantes sino por lo contrario: merecen un abordaje extenso que Página/12 despliega a diario.

Tras producir despidos y empeoramiento de la condición obrera el porvenir asoma cuesta arriba, suponiendo que se intentaran paliar los daños colaterales.

Las movilizaciones de trabajadores son incipientes, sectoriales. Se concentran en el sector público, el más agredido. La Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) el sindicato más poderoso del sector es un gigante dormido, llamativamente.

La teoría de un segundo semestre repuntando pierde adeptos aún entre los economistas más afines al gobierno. Un año para atrás es mucho para empezar. Destruir es más sencillo que reconstruir, tirar abajo más accesible que subir la cuesta.

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La violencia estatal: Un gobierno con altísimo nivel de aprobación reprime con saña abundante. No falta un cálculo de oportunidad, medido mirando encuestas de opinión. Los despedidos que se balean son “ñoquis”, se cuenta y hay quien lo cree. Milagro Sala recibe cien reproches y acusaciones que podrían investigarse, pero se la encarcela por algo peligrosamente parecido al delito de opinión o de ocupar el espacio público.

Los sondeos en Jujuy apoyan, en la Casa Rosada cunde el éxtasis. Pero hete aquí que Jujuy no es frontera de nada. El avasallamiento suscita reacciones internacionales. La propia jerarquía de la Iglesia Católica se interesa en el asunto. El encuentro entre Macri y el papa Francisco puede comenzar una cuenta regresiva. Qué bajón sería que el Papa argentino pidiera por la libertad de la luchadora social.

El mundo es amplio, sus límites no coinciden con el ejido urbano de Davos. Los asistentes a ese cónclave celebrarán la cárcel para Milagro, otro tanto harán quienes avalan Guantánamo y la práctica cotidiana de la tortura contra el diferente. La DEA, el FBI y la CIA no agotan la lista de agencias internacionales. La protesta por el atropello crece.

La SIP aplaudirá la derogación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no carbura igual.

El funcionario porteño Darío Lopérfido da rienda suelta a su insidia negacionista. Consigue el repudio de referentes de la cultura internacional, amén de miles de argentinos que piden su renuncia. El caso es interesante porque comprueba cuan reactiva es la sociedad argentina. Joan Manuel Serrat alza su voz con sobrada legitimación porque es argentino desde hace mucho, gracias a sus buenas artes. Una tierra acogedora con los que llegan en barcos y aviones produce fenómenos formidables.

El ministro de Cultura, Pablo Avelluto, minimiza o cancherea una razzia de despidos. La respuesta es masiva, plural por demás: un abanico transversal de intelectuales, artistas y académicos lo fustigan.

El macrismo trata de generar un esquema binario, poniendo al kirchnerismo como adversario. Hasta ahí es una táctica convencional. Su problema es que no todos compran su descripción, los papelones abundan y las recriminaciones se expanden.

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Manos libres: La saña con la protesta social, la regresión en “seguridad urbana”, los vejámenes a jóvenes con aspecto “no PRO” están en el orden del día. Dejar manos libres a las fuerzas de Seguridad es un peligroso camino de ida. Nadie explicó mejor el riesgo que el ex juez Raúl Eugenio Zaffaroni cuando dijo, en distintos momentos: “ojo, que van a terminar matando a alguien”. No les espetó “son asesinos por naturaleza” sino que están jugando con fuego que no controlan. Ni De la Rúa ni Duhalde eran asesinos, pero fomentaron el contexto en que se mató bajo sus órdenes mediatas. El peligro es tremendo: ya se ha derramado demasiada sangre en la Argentina. No toda es consecuencia de un plan de exterminio, a menudo basta dejar margen a la barbarie policial.

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Bienes escasos: El porvenir jamás está escrito, pero se va trazando cotidianamente.

La gobernabilidad democrática es gema exótica. Tres recursos deben manejar los representantes del pueblo para perdurar ellos y apuntalar al sistema. La plata, la legitimidad y el tiempo, Todos son escasos. Los períodos presidenciales son breves y no se corresponden con los ciclos económicos o climáticos. Mantener los platitos dando vuelta es un pequeño milagro

No hay recetas infalibles para lograrlo porque las coyunturas mutan. Pero hay algunas que parecen destinadas al fracaso. No en un día, ni en un bimestre pero sí en los plazos que estipulan las rutinas democráticas. La legitimidad de ejercicio es todavía más inestable; se mide en el día a día. Habrá que ver, algunos indicios se acaban de reseñar.



miércoles, 25 de noviembre de 2015

Y todavía se preguntan por qué perdieron… @dealgunamanera...

Y todavía se preguntan por qué perdieron…


Con todo lo que hicieron durante los últimos tiempos, aún hay personas que no entienden qué pasó en el ballottage. 



Por esas cosas gratificantes que tiene la vida, ayer me tocó cubrir el bunker del Frente para la Victoria. No es que uno sea un sadomasoquista, pero convengamos que no podía imaginar mejor broche de oro para estos años que verle la cara a Scioli al reconocer la derrota, a Karina lagrimeando, a Zannini con cara de flato contenido, y a toda esa manga de vendedores de autos con papeles truchos que venían a representar el cambio de lo que haya que cambiar y la continuidad de lo que haya que continuiar, construyendo de abajo hacia arriba, con fe, con esperanza, con ypeéfe, desendeudamiento y papafrancisco.

Reconozco que cerca de la hora de ingreso se me llenó el upite de preguntas. Sin embargo, el trato ameno y absolutamente respetuoso con el que fui recibido me relajó bastante. Eso y el detalle de que Scioli dejó a toda la militancia fuera del bunker. De un Luna Park a un auditorio con cuatro hileras de doce butacas y la muchachada afuera. Sospeché que los números no daban bien sin necesidad de recurrir a ningún boca de urna: los sánguches eran de salame. Luego de recorrer las instalaciones y notar que los turros no prendieron ni el aire acondicionado, me dispuse a disfrutar del desfile de personajes. Alberto Pérez fue el primero en aparecer. Dijo que no había tendencia, pidió un aplauso para la militancia: aplaudieron él y los que lo acompañaban. No le avisaron que el resto éramos periodistas. A la media hora salió Diego Bossio con tres inviables de remera. Dijo que no había tendencia y se fue. Un rato después salió Gustavo Marangoni. Dijo la misma sarasa y se fue. Nos llegaron rumores de que había piñas afuera, pero sólo se trató de un suicida al que no se le ocurrió mejor forma de quitarse la vida que meterse en la Plaza de Mayo a gastar a los kirchneristas. Los números de la Dirección Nacional Electoral se gritaban en voz alta como si se tratara de un bingo y los cargadores portátiles de teléfonos eran más cotizados que un sánguche como la gente.

Mientras empezaba a correrse la voz de que había un dealer de medialunas de manteca en el recinto, nos llegaban las imágenes de la fiesta en el bunker de Cambiemos. Al que parece que también le llegó la imagen fue a Scioli que decidió postergar su salida de las 21.00 horas para las 22.00. Tanta espera, tanto calor, tanto olor a salame para que Scioli aparezca, reconozca la derrota, salude y se vaya. En mi caso particular, valió la pena. No había nada más para hacer y me retiré del lugar esquivando gente que lloraba, gente con chombas naranjas de Lacoste y un periodista al que le pegó duro la última paritaria y se guardaba sanguchitos en la mochila. En la puerta, el auto de Scioli salió arando y frenó de golpe porque el todavía gobernador bonaerense se dispuso a atender a la prensa y repetir lo mismo que ya había dicho minutos antes. Los que no lo vieron fueron los del auto custodia que chocaron entre sí. Definitivamente no era el día de Dani.


En Costa Salguero, Macri insiste con la joda de sacar a bailar a Gabriela Michetti. Afuera del NH, los de Quebracho llegaron para gritar “Patria sí, colonia no” y mientras el turro de Fernando Esteche tuiteaba “Derrotados las pelotas, vamos a frenar la entrega de un modo o de otro”, el demócrata Scioli bajó a saludarlos. Los revoltosos se fueron con su revolución del NH a pasear por Diagonal Sur, donde también me encontré con los pibes de La Cámpora que convirtieron un velorio en una fiesta y cantaban aún llorando. Al grito de “ya van a ver, vamo’ a volver”, desconcentraron la Plaza y en el camino decoraron algunas paredes con frases para que recordemos el notable compromiso con el bien común de la Nación, como “Macri prepará el helicóptero”.

Lo triste de mi generación, los que salimos a la vida cívica en el año 2000, es que somos muchos los que no nos sentimos enamorados, políticamente hablando, por nadie y, en algunos casos, lo trasladamos a todos los ámbitos. Todo blanco o todo negro, sin matices. Por eso nos cuesta entender a los que terminan llorando porque perdió el kirchnerismo. Es como si todo aquello en lo que creían se hubiera muerto. La muerte del padre, ése que todo lo protegía, al que podían recurrir para que los cuide mientras pasaban sus vidas puteando a todos los demás.

Nunca voté convencido por nadie –ayer no fue la excepción– pero siempre me sentí convencido de quién no quería que gane, aunque nunca me funcionó. Es así, estimado amigo ya exoficialista: sus victorias siempre fueron gracias a que no había nada mejor en frente, lo cual es demasiado teniendo en cuenta el nivel de estadistas made in La Salada que nos enchufaron como faros políticos de la socialdemocracia del siglo XXI.


Lo que me mata de risa es que, con todas las contras que podría tener Mauricio Macri en base a los prejuicios idiotas hacia el que tiene guita o fue criado en cuna de oro –como si Cristina no durmiera sobre fajos de dólares o los desempleados de sus hijos no hubieran crecido con todos los lujos pagos– la gente votó a ese Macri. Hay personas que creen que se la van a empomar el año que viene y lo eligieron igual. Noten lo que han hecho que con todo lo que dijeron perdieron.

Si la única verdad es la realidad, ésta es tan subjetiva como la percepción que tenga cada uno de ella en base a sus parámetros, educación, traumas y experiencias. El kirchnerismo se construyó como el enemigo de cientos de realidades que crearon, sin importar que muchas de ellas fueran incompatibles, como ese detalle de señalar a los ricos con un Rolex Presidente bailando en la muñeca. Los ejemplos se multiplican hasta el infinito. La última de sus grandes realidades –inaugurada en 2007 por Néstor Kirchner para bancar al perdedor serial Daniel Filmus– es que Macri es el cuco. Y se lo creyeron. Y ganó el cuco. No hay terapia que supere eso, pero bueno: es el problema de los fanatismos.

Fíjense todo lo que han dicho que pasaría si gana Macri y más de la mitad del electorado lo votó igual. Por mi parte no es que esté contento porque ganó Macri, ese es un detalle, si total es cuestión de –poco– tiempo para que empecemos a ser tildados de kirchneristas ante el primer detalle que no nos guste de la gestión. Pero sí estoy contento porque perdió el kirchnerismo. Sí, suena a revanchista o lo que quieran, pero no jodamos, es un sentimiento puro, natural y habitual. ¿O acaso no celebrás cuando el que te hizo bullying durante años finalmente queda expuesto? Acá nadie podía protegerte del abusador porque era el mismísimo director de la escuela.


Ayer, mientras veía las lágrimas afuera del bunker que montó Daniel Scioli, escuché a una romper en llanto y gritar que no entendía porque la gente votaba así. Confieso que me dio un poco de angustia por empatía. Pero a la tercer persona que escuché preguntarse lo mismo –insultos al mundo más, insultos al mundo menos– me di cuenta que realmente creyeron todo. No es que no lo supiera, pero una cosa es una hipótesis y otra es probarla.

La respuesta es simple y se resume en recordar qué pasó desde octubre de 2011, el pico de éxito del kirchnerismo, para acá. En el mismo discurso de festejo de Cristina, la Presi la pudrió cuando, luego de pedir respeto por el derrotado Hermes Binner, dijo que del lado del kirchnerismo estaba la bandera y la historia de la Patria. La siguió en el día de la jura, cuando hizo que su propia hija le colocara la banda presidencial, rompiendo protocolos y dando el mensaje al mundo: gobierno sola, sin control y sin que nadie me rompa la ilusión. En nombre del 54% se peleó con todos, incluyendo a los que habían aportado en buena manera a ese 54%: los sindicatos. La economía, los avances sobre la Justicia y las relaciones internacionales son cuestiones políticas, pero en nombre del 54% también se llevaron puesto todo, y cuando no quedaban dudas, la todavía Presi lo confirmó luego de días de silencio tras la muerte de 51 personas y una por nacer, cuando lloró y gritó “Vamos por todo”. Y mierda que cumplió.

Y si se preguntan en serio por qué pasó lo que pasó anoche, la podemos seguir. Porque se pasaron años en silencio sin enterarse de que gobernaba el kirchnerismo hasta que decidieron “comprometerse” porque estaba de moda. Porque muchos son militantes de velorio que se sumaron para putearnos porque encontraron la excusa perfecta para canalizar todos sus traumas y frustraciones. Porque en sus locas cabecitas, si no tienen acceso a la vivienda y todavía están esperando que palmen sus viejos para ser dueños de lo que sus padres ya eran propietarios a la misma edad, es culpa del sistema financiero, que controla el Gobierno. Porque se metieron en todos y cada uno de los rincones de nuestras vidas, decidiendo hasta en qué orden tenían que estar los canales de televisión para que sea “más pluralista”. Porque hicieron que por primera vez notáramos la relación directa entre la corrupción del Estado y el daño provocable luego de medio centenar de muertos en un choque ferroviario absolutamente evitable. Porque Boudou, porque Ciccone, porque los Pomar, porque Candela, porque Lorenzino se quería ir, porque las patoteadas de Moreno, porque Micelli, porque el dedito acusador de Kicillof, porque los buitres, porque las cadenas, las eternas cadenas, las imposibles cadenas, porque los llantos televisados, porque la terapia transmitida, porque llorar en silla de ruedas, porque Nisman.


Porque trazaron una raya en el piso, nos colocaron del otro lado y empezaron a putearnos y escupirnos ante la necesidad de culpar a alguien de sus propias miserias nunca tratadas en terapia. Porque hasta hace 15 minutos en el mismo lado de la raya nos enchufaron a Daniel Scioli, el que manifestó su deseo de ser presidente hace un par de años y lo trataron de golpista, conservador, retrógrado y candidato de Magnetto y de los fondos buitre. Y como hicieron siempre, de un día para el otro dijeron que no era tan así, que era lo más mejor del universo todo.

Porque convirtieron al Gobierno en una máquina generadora de excusas. Que si hay un apagón generalizado por culpa de la desinversión provocada por años de subsidios sin control alguno al sector energético, es que alguien bajó la palanca. Que si hubiera sido sábado, en Once morían menos personas. Que Nisman era putañero y se merecía la violación porque le gustaba salir a la calle de minifalda. Que los padres no biológicos de hijos de desaparecidos merecen ir todos en cana, menos los del nieto de Carlotto, que la culpa de sueños compartidos es de Schoklender y no de los delincuentes que le dieron cabida. Que a una ciudad de La Plata devastada por el agua y la muerte, Cristina les dice que ella sabe lo que es una inundación porque una vez se le rebalsó el lavarropas cuando era chica. Que esto es Harvard y no La Matanza, que siempre fue una exitosa abogada sin matrícula, que Fariña y Elaskar vendieron ficción, que la diabetes es una enfermedad de gente rica, que los abuelos que quieren enseñar a sus nietos el valor del ahorro son unos viejos amarretes, que el mundo se derrumba como una burbuja –porque en el curioso mundo de Cris, las burbujas no explotan, se derrumban–, que dar la cotización del dólar blue es como dar el precio de la cocaína. Que el pacto con Irán no es una claudicación sino la necesidad de tranzar con los sospechados de dinamitar a 85 compatriotas, que todos los que vistieron uniforme en la dictadura son demonios menos el imputado Milani. Que lo importante es tener créditos de 50 cuotas, que pretender seguir consumiendo es de cipayos, que el Ahora 12 es una política de Estado.

Porque a Cristina no le alcanzaba con ser la Presi y tenía que sentirse “un poco la madre de todos”, o ser una arquitecta egipcia, capitana de la patria, reencarnación de Napoleón, contadora sin balances, médica, ingeniera, bioquímica hachedoscero, sabelotodo de todo, habladora sin saber profesional.



Por si todavía siguen sin encontrar la respuesta, paso a lo personal. A lo largo de la década larga ganada me tildaron de facho, cipayo, gorila, golpista, agrogarca que la única tierra que tiene es la que se le junta en los muebles, vendepatria de una patria que nadie querría comprar con nosotros adentro, neoliberal beneficiado por un gobierno que terminó antes de que yo termine la secundaria, cómplice de una dictadura que se acabó cuando yo tenía once meses de vida, fan del nazismo que finiquitó 37 años antes de que naciera y simpatizante del fascismo que pasó a mejor vida unas cuatro décadas antes de que mis padres decidieran que era una buena idea traerme a este mundo. Me acusaron de falta de solidaridad cuando siempre somos nosotros los que salimos a donar lo que no nos sobra para ayudar a la gente que el Gobierno abandona. Los que se sumaron a este blog en los últimos años, es probable que desconozcan el clima que se vivía en el submundo de Internet en la era en la que los grandes medios no lograban adaptarse al juego del kirchnerismo. Nos insultaron mil millones de veces, nos amenazaron otras tantas, nos apretaron y, lo que más duele, nos ningunearon como ciudadanos.

Y yo no soy eso que dicen que soy.

Discúlpenme si no me pongo a llorar con ustedes o si no logro quedarme callado la boca, pero me han basureado tanto, pero tanto, que no puedo evitar que se me escape una leve sonrisa. Eso me hará menos cristiano y podrá no quedar muy en línea con el discurso integrador del presidente electo, pero no me digan que no es humano. Si las tardes de cadena nacional las hubieran dedicado a jugar al fútbol con amigos o a visitar a la familia en vez de pasarlas viéndola desde abajo, si en vez de defender lo indefendible hubieran frenado cinco segundos a preguntarse qué estaban defendiendo, si hubieran dedicado un cachito de sus días para poner las energías en armar algo que los trascienda a ustedes y no en bancar a personas que les decían que los querían mientras se forraban en guita, quizás no habrían vivido la jornada de ayer como si se tratara de un velorio. Ganó uno, perdió otro, reglas de la democracia.

Ahora podría decirse que se viene la revancha de gente como uno. No tengo ganas ni tiempo, dado que en un par de días ya tengo un nuevo Gobierno para empezar a analizar y criticar.


Se van. En unos días nos estaremos puteando por otras cosas, nos mataremos por cuestiones opinables, seguiremos debatiendo todo porque está en nuestra esencia, pero lo haremos con caras nuevas. Y eso… eso ya es motivo de alivio. 


© Escrito por Nicolás De Lucca el lunes 23/11/2015 y publicado por el Blog Relatos el Presente