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sábado, 15 de mayo de 2021

A 39 años del desembarco. "Malvinas está en el lugar de lo sagrado"... @dealgunamaneraok...

"Malvinas está en el lugar de lo sagrado"


Federico Lorenz es uno de los mayores especialistas en una cuestión que conmueve como ninguna a los argentinos y UNR Editora acaba de relanzar una obra suya en la que narra sus andanzas por las islas. Perspicaz y ajeno a todo estereotipo, el reconocido historiador, docente y escritor dialogó a fondo con Cultura y Libros.
 

© Escrito por Sebastián Riestra el domingo 21/04/2021 y publicado por el Diario La Capital de la Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe de la Vera Cruz. Fotografías: Federico Lorenz

El 2 de abril de 1982 todo cambió, inesperada y violentamente, para los argentinos. El desembarco en las Malvinas, decidido entre gallos y medianoche por la dictadura cívico-militar, desató una súbita ola de fervor patriótico y Leopoldo Fortunato Galtieri se convirtió de pronto en un líder de masas. Pero nada era lo que parecía: la invasión no hizo otra cosa que abrir una caja de Pandora y lo que en principio se veía como un paseo se tornó una catástrofe.

 

Las principales víctimas de la derrota militar fueron los jóvenes conscriptos que pusieron el cuerpo: muchos perdieron la vida en el áspero terreno de las “Falklands”. Antes habían sufrido la improvisación, la carencia de equipamiento y entrenamiento adecuados y también –en numerosos casos– el maltrato por parte de sus superiores. La gran paradoja es que las mismas Fuerzas Armadas que habían reprimido salvajemente con el fin de imponer un plan económico y social siniestro se habían transformado, de golpe, en las abanderadas del imperialismo y la descolonización. Todo funcionó –como era previsible– mal, y fue el principio del fin del autodenominado “Proceso”. Y de procesar tanto dolor y sinsentido se trató, justamente, lo que vino después, ya recuperada la invaluable democracia.

 

Federico Lorenz es, tal vez, el máximo especialista en la álgida cuestión Malvinas. Reconocido historiador, docente y escritor, viajó a las islas en varias ocasiones y es un profundo conocedor de su geografía física y humana. En estos días, el sello editorial de la Universidad Nacional de Rosario –UNR Editora– comienza a distribuir la reimpresión de un libro necesario: Fantasmas de Malvinas se publicó originalmente en 2008 y para esta ocasión el autor ha agregado textos que actualizan su mirada, ajena a la complacencia y los estereotipos.

 

Dos días atrás se cumplió un nuevo aniversario de aquella fecha bisagra en la historia nacional y Lorenz, siempre gentil y predispuesto, contestó las preguntas de Cultura y Libros.

 

 

–Me gustaría conocer tu opinión acerca de las razones que impulsaron a la dictadura a invadir las Malvinas, enfrentando a una potencia militar de primer orden como Gran Bretaña. ¿Fue un manotazo de ahogado, un intento de perpetuación política, un plan cuidadosamente elaborado o sencillamente una improvisación tan demencial como suicida?

 

–De todas las opciones que das, lo que ha quedado demostrado es que no fue un plan cuidadosamente elaborado, sobre todo porque no midieron las consecuencias que la acción tendría. No las midieron ni militarmente, lo que sería esperable, ni políticamente, lo que a posteriori se reveló fatal. Militarmente, por el resultado conocido y porque derivó en la improvisación para el envío de unidades a las islas. Ese despliegue apresurado tuvo consecuencias nefastas para los soldados. En lo político, porque el respaldo popular a la recuperación les dejaba muy poco margen para fracasar, o siquiera ceder. El desembarco en Malvinas fue parte de un acuerdo interno entre Anaya, jefe de la Armada, y Galtieri, para que éste fuera presidente. Es decir, un ejemplo extremo del peso de Malvinas en la política interna. No fue un "manotazo de ahogado", entonces, en tanto la decisión política no fue improvisada. Este "manotazo" es más una lectura ex post, fruto de la derrota y de las mismas dificultades sociales no tanto para explicar la decisión de la Junta Militar, sino las responsabilidades colectivas en la convivencia con el terrorismo de Estado.

 

 

 

–En esa contradicción que constituye el hecho de que la causa era indudablemente justa, pero el que la impulsaba era un gobierno siniestro, vive una paradoja cruel. En tu libro, que fue publicado por primera vez en 2008, la definís de este modo: "…los conscriptos de Malvinas habían muerto en nombre de una patria manchada con sangre de compatriotas. Pagaron esa circunstancia con un ninguneo de décadas". ¿Creés que ese "ninguneo" continúa?

 

–Creo que no. Creo que hay, que siempre hubo un reconocimiento popular a quienes combatieron en Malvinas, los canales para que se expresara son otra cuestión. Lo que sí continúan son las consecuencias sociales del ninguneo institucional de la primera posguerra. La matriz simbólica con la que aún pensamos Malvinas se forjó en el quinquenio que va entre 1982 y 1987. A lo sumo, hasta la última sublevación carapintada, donde si te fijás, un veterano de Malvinas, Balza, enfrenta y derrota a otro, Seineldín. Ahora bien, lo que intento señalar es que lo que no somos capaces aún es de afrontar y enfrentar esa dualidad: el país que aplicó el terrorismo de Estado y el país que enfrentó a los británicos es el mismo. Escindirlos no es más que un mecanismo para reconstruir una zona de confort social que se vuelve incómoda cuando se leen las superposiciones de actores, empezando por el hecho de que muchos militares con actuación destacada en las islas cometieron violaciones a los derechos humanos en el continente, años antes. El oficial que muere en el asalto a la casa del gobernador inglés era miembro de los grupos de tareas. Un comando condecorado en las islas participó en la masacre de Margarita Belén en 1976. Los aviones navales que eran un hilo de vida en el 82 arrojaban desaparecidos vivos al mar años antes. Malvinas, entonces, encarna una deuda social no solo con los ex combatientes, sino sobre todo con nosotros mismos como sociedad. No se puede enunciar la palabra "nación" de la misma manera después de 1982. O no se debería poder. 

 


–Planteemos, si no te parece mal, una hipótesis contrafáctica y de cumplimiento ciertamente imposible: Argentina salía triunfante en la contienda. ¿Cómo hubiera sido ese país?

 

–Si bien no soy muy amigo de la historia contrafáctica, lo que creo es que la crisis económica y la oposición de algunos sectores de la sociedad (los sindicatos, el movimiento de derechos humanos) hubiera terminado por generar un clima de confrontación social importante. De todas maneras, el hecho de que hipotéticamente se hubieran recuperado las Malvinas le habría dado a la dictadura un aire enorme. Cuán extenso, duradero, no lo sé. De todos modos, es política ficción, pues realmente Argentina no podía vencer. En el contexto de la Guerra Fría, sería impensable creer que la alianza Estados Unidos-Gran Bretaña iba a ceder así como así un enclave estratégico. Ahí volvemos a la pregunta anterior: la desmesura de creer que se podría producir un hecho así sin consecuencias, en un contexto como el de los años 80. Ahora que está de moda decirlo, los dictadores vivían en una burbuja también.

 

–Vos recorriste Malvinas a fondo, sos si me permitís la palabra un experto en el tema. ¿Cuál es el sentimiento que experimenta hacia los argentinos la población nativa de las islas, aquellos a quienes despectivamente se denomina "kelpers"?

 

–Yo no puedo generalizar sobre lo que sienten. ¡Lo que me gustaría pasar un tiempo largo allá para aprender más! Porque es un paisaje tan hermoso… Sí en cambio puedo hablar de lo que he recibido yo cada una de las tres veces que viajé. Yo tengo amigos y conocidos en las islas, respetuosos del dolor de los familiares de los soldados muertos, respetuosos de quienes estuvieron allí, en los montes, pero a la vez seguros de ser isleños y querer seguir siéndolo. O de ser nativos en otro país, por ejemplo chilenos, y querer hacer su vida allí. Obviamente el tema de la soberanía es tabú, no entra en la cabeza de ellos hoy. Sí manifiestan desconfianza hacia los argentinos, sobre todo la gente más grande, que a la vez experimentó la política de comunicaciones de los años setenta. Ellos, particularmente, los que eran niños cuando había maestras de castellano, o sus padres que se beneficiaron de las políticas estatales argentinas, se sienten engañados. En lo personal, nunca fui agredido o maltratado, pero tampoco tuve actitudes que produjeran eso. Es evidente que sabemos poco y nada de la gente que vive en las islas, eso es algo que resulta claro a los dos minutos de conversar con ellos. Que dicho sea de paso, son malvinenses, como otro argentino es cordobés, porteño o puntano.

 

 

– ¿Qué futuro ves para los reclamos diplomáticos argentinos en torno de la soberanía?

 

–Creo que el actual contexto nos encuentra en una posición débil para negociar, sobre todo por pereza intelectual. Si la política es ritual y es acción, no podemos quedarnos solo con lo primero. Creo que buena parte de la política exterior se hace sin pensar prospectivamente, enormemente condicionados por la política interna, donde Malvinas está en el lugar de lo sagrado y entonces correr un milímetro el eje del pensamiento de lo posible es poco menos que una traición. Es curioso que Malvinas sea el único aspecto del pasado donde vemos la historia como algo congelado, sin antecedentes ni consecuencias posibles. Es casi como esperar al Mesías, ¿no? Un día las vamos a recuperar porque son argentinas. Entonces, alcanza con enunciarlo para que suceda, como un conjuro. Se ha transformado en una religión y no en una política. Es cómodo pero poco eficaz. Entonces, en el corto plazo, mientras no se piense regionalmente el tema, mientras no se entienda que hablar de "negociar" pero pensar en la "lógica del todo o nada" es una contradicción, no veo una solución. Aún pensamos Malvinas con mentalidad pampeana. Si no sabemos pensar el mar, si no pensamos este país más descentradamente, será muy difícil encontrar una salida. Este es un país tremendamente centralista, nuestra forma de entender el pasado y nuestra historia común aún es la de la Generación del 80. Al punto que incluso el revisionismo, por poner un ejemplo, se apropió de la causa Malvinas sin resignificarla o repensarla, solo le agregó un mito de raíz popular, el del gaucho Rivero. La política sobre Malvinas, entonces, es rendidora en términos internos para quien la ejerza, pero no en términos nacionales. Es enormemente funcional en este clima hiperbólico de "grieta", además. Se sabe lo que hay que decir para no salirse del mapa, no para revisarlo.

 

–En la página 123 del libro escribís una frase tan breve como inquietante, que se refiere a los argentinos: "A veces pareciera que hay algo de lo que no podemos salir", decís. ¿Cómo definirías, hoy, ese "algo" que nos empantana como Nación?

–Creo que me refiero precisamente a esto que decía antes. Que no terminamos de pelear una guerra civil. Que aún la parte –Buenos Aires, a lo sumo algunas ciudades grandes más– explica un todo muy diverso y fascinante que llamamos "Argentina", pero que ni por asomo es lo homogéneo o monolítico que asoma en algunas concepciones acerca de nuestra colectividad, de nuestra historia como sociedad. Y creo que esos acuerdos tácitos, silencios consentidos, omisiones aceptadas, han costado sangre, dolor y postergaciones. Es decir, yo creo que la patria, como vos decías hace un rato, sigue manchada de sangre. Y no planteo el olvido, pues mi trabajo va en el sentido opuesto a eso, precisamente, pero creo que hay una autopercepción nacional autocomplaciente que prolonga esas historias dolorosas. Entonces, "Malvinas" puede ser la cifra del universo, casi una metáfora borgeana, aquello que nos une, y en un contexto como el actual, creo que puede ser peligroso. Me explico: son tiempos de consignas fáciles y adhesiones tan superficiales como momentáneamente ardorosas. Más de uno ha colocado a Malvinas por encima de la grieta, como prenda de unidad. Para mí, en el actual contexto, eso es muy peligroso. ¿Todos entendemos el país, al otro, de la misma forma? ¿De verdad? Entonces, no tanto los muertos, sino los argentinos que aún no nacen merecerían algo mejor de nosotros, un mayor esfuerzo intelectual, que no renunciáramos tan fácilmente a la imaginación de lo que deseamos para este país. Es un fenómeno mundial, no privativo de la Argentina: el vuelco al pasado ante la falta de imaginación de un futuro.


 

La maldita casa (texto incluido en el libro Fantasmas de Malvinas, de Federico Lorenz) 

Rara vez deja de haber ironía incluso en el mayor de los horrores. Algunas veces forma parte directa de la trama de los sucesos, mientras que otras sólo atañen a la posición fortuita de éstos entre las personas y los lugares.


H. P. Lovecraft, La casa maldita.

 

No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza.

 

Edgar Allan Poe, La caída de la Casa Usher.

 

El lugar donde murió Alejandro Vargas es hermoso y plácido. Lo conocí una de las tardes que caminamos por las viejas posiciones de los soldados de La Plata. Un brazo de agua que aparece y desaparece entre colinas que bajan ondulando hacia sus orillas, rumbo a Stanley. Del lado Sur, donde se atrincheraron los argentinos, el terreno está poceado por las explosiones. Hay una lengua de tierra, frente a unas casas. Durante la guerra, se suponía que sus ocupantes las habían abandonado, pero los ex combatientes del Regimiento 7 dicen que por las noches se veían luces de distintos colores, y que seguro eran los kelpers haciéndoles señales a los ingleses, o tropas especiales. Como en la vivienda habían quedado comestibles, ropas, y se podían bañar, muchos se hicieron escapadas a esa casa. Alejandro fue uno de ellos. Para hacerlo, tenían que usar un bote en el que se embarcaban en la orilla más próxima a las posiciones de los argentinos, remar un poco, desembarcar con mucho cuidado, hacer rápido las cosas y volverse.

 

El Regimiento 7 llegó a Malvinas el 13 de abril. Era un martes. Los sobrevivientes tienen gastados los chistes con eso. Todos recuerdan la lluvia feroz que los recibió durante toda la marcha desde el aeropuerto a Moody Brook, y cómo muchos tuvieron que dormir en unas barracas, que todavía se ven, aunque destartaladas, a la salida de Stanley.

 

En los días subsiguientes, distribuidos por compañías, se dedicaron a fortificar el Longdon, el Wireless Ridge, y la península de Camber. Tuvieron que subir a pulso por ese terreno que se traga las cosas sus equipos, cajas de municiones, piezas de mortero y unos cañones sin retroceso, tender cable telefónico y organizar los suministros. Cavaron los pozos en los que vivirían y se defenderían. Muchos de ellos se anegaron, como patéticamente muestran las fotografías de los reconocimientos aéreos ingleses: Argentine position flooded:

 

–Posición argentina inundada.

 

Y luego, enterrarse y esperar, contando los días, las bombas inglesas y los muertos.

 

Las posiciones, hoy día, son manchas negras que parecerían haberse caído de alguna gigantesca bolsa, como al descuido. En muchos lugares, hay un pequeño rectángulo de piedras, unos alambres enredados con cenizas o harapos en el medio: una carpa, los restos de una posición. Esos pozos, en particular, parecen tumbas sin cruz.

Allí, en las covachas, aguantaron los bombardeos, desde el primero de mayo, y el hambre, que enfrentaron como pudieron. Vieron pasar a los Harriers camino al aeropuerto, por ese mismo corredor por donde hoy fluye el agua. A veces, recibieron sus disparos. Las mañanas de buen tiempo, vieron pasar a un isleño en moto, que los saludaba y se alejaba rumbo a Estancia, de donde finalmente salió el ataque sobre el Longdon. Hoy sabemos que levantaba información para las fuerzas británicas, embarcado en su propia guerra de resistencia.

 

Marcelo Postogna era de la Compañía A, la misma de Alejandro. Fue uno de los servidores de uno de los cañones sin retroceso. Su posición, que se conserva bastante bien, miraba al Norte. Muchas noches miró impotente hacia las luces de la casa: estaba harto de ver movimientos allí. Con sus compañeros le querían tirar a la casa, pero estaba prohibido. Le tenían bronca porque sospechaban que la precisión del tiro inglés tenía que ver con ella, y porque desde allí salían las patrullas de reconocimiento que por las noches hostigaban sus posiciones. Demasiado tiempo enterrados en sus pozos, recibiendo fuego sin poder devolverlo, demasiada hambre y castigos acumulados por querer saciarla aumentaron las proporciones de la bronca concentrada en cualquier objeto, y la casa era ideal.

Y más motivos tuvieron después de lo de Alejandro y sus compañeros.

La casa, como si tuviera vida propia, se comió a cuatro compañeros de Marcelo. Una noche, Alejandro y tres soldados más, Pedro Horacio Vojkovic, Manuel Alberto Zelarayán y Carlos Alberto Hornos, agarraron el bote y se mandaron para la casa, con la autorización de un superior. Pero calcularon mal, o había bruma, y el bote detonó una mina antitanque argentina. Imagino la corrida torpe de los soldados, vestidos como pingüinos y con borceguíes, apurados por la desesperación mientras el humo se disipaba. Imagino puteadas, y lágrimas, pero también mucho de fatalismo que sin duda creció en esas vigilias en los pozos.

 

El único cuerpo que pudieron rescatar los que llegaron al lugar es el del Alejandro. Supieron que era él porque tenía puestas unas medias a rayas inconfundibles. De los otros tres no quedó nada. Durante un tiempo, después de la guerra, en la playa todavía estaban los restos del bote. 

 

 

Sin embargo, la casa sobrevivió a la guerra. Durante los combates del 11 y el 12, antes de la retirada y mientras le llovían encima las bombas británicas, Marcelo se juró que esas paredes iban a volar. Apuntó el cañón, pero cuando fue a dispararlo, no pudo hacerlo. Hasta ese momento, le habían tenido que estar dando con un palo y un destornillador, porque no funcionaba.

 

Acompañamos a Marcelo mientras buscaba su pieza. Cuando llegamos a su antigua posición, donde aún estaba el cañón, se sacó el cigarro de la boca y dijo con bronca:

 

–Me lo corrieron.

 

– ¿Eh?

 

–Yo no lo dejé así. Estaba listo para tirarle a la casa.

 

Y fue ahí cuando nos explicó que antes de retirarse lo había dejado apuntando hacia la casa, inútil y desafiante. También nos contó cómo la artillería inglesa los buscaba rabiosamente, y tenían que estar cambiando de posición todo el tiempo.

 

Ahora, en 2007, pegó una plaquita sobre el caño oxidado, y volvió a dejarlo apuntado hacia la casa. Tengo una foto de Marcelo de pie junto a su cañón. Abraza un contenedor oxidado y doblado de uno de los proyectiles y tiene la mirada perdida mientras nos cuenta cómo era hacer la guerra con un cañón que funcionaba a golpes de destornillador.

 

Quién sabe qué piensa mientras tanto. A lo mejor, ya se esté organizando para la noche que pasará cerca de allí, en su viejo pozo.

Hago puntería con la cara pegada sobre el hierro frío. Allí, en línea recta, donde termina la boca del cañón, están las casas de chapa, de paredes rojas y blancas. Hay un puente nuevo y un camino de tierra que zigzaguea hacia las alturas.

 

Hay una camioneta estacionada.

 

Y la playa, una franja negruzca, como si recién hubiera sido la explosión que mató a Alejandro y a sus compañeros.




 

jueves, 13 de mayo de 2021

La forma de la flor... @dealgunamaneraok...

La forma de la flor...

Juan Carlos Zabalza, fundador del Partido Socialista Popular en 1972, en la despedida a Miguel LifschitzFotografía: Sebastián Suárez Meccia

En este hombre que sostiene una rosa roja en la mano se condensan mil significados. En 1972, hace casi 50 años, fue de los miembros fundadores de un partido.

 

© Publicado el martes 11/05/2021 por el Diario La Capital de la Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe de la Veracruz, República de los Argentinos.


Difícilmente alguien podría haber dicho en ese momento que bajo ese emblema político Rosario sería gobernada treinta años y la provincia durante tres períodos. Algo que en la odiosa humedad de la mañana seguía sonando a sorpresa.

 

Juan Carlos Zabalza fue protagonista y testigo de ese tiempo echado a la aventura en aquel acto fundacional.

 

Seguramente algunos de sus sueños de hace cinco décadas se habrán encarnado, seguramente otros no. El devenir de las acciones públicas encuentra aciertos y desaciertos.

 

A veces se quiere y no se puede. Otras veces se puede, se quiere y falta algo. En la vida política, como en las de las personas, las satisfacciones conviven con desdichas.

 

En esa mueca que aguanta el sollozo, en las manos que sostienen la rosa, una pizca de eso parece atisbarse. Algo de uno siempre se marchita con la melancolía velada por el compañero perdido.

 

En este caso, aquel con el que se frecuentaba cada miércoles en las reuniones de gabinete en la Intendencia entre 1995 y 2003. Al que trató en los plenarios partidarios, con el que habrá cavilado más de una vez, acordando o disintiendo, en cada ocasión brava o en el posible albor de una victoria.

 

Por descontado Zabalza sabe que la política es siempre hacer y rehacer. El compañero al que despide estaba hace apenas un mes en la perspectiva de un renacer político bien alto pensable y factible. Y en un soplido todo se derrumba en una renovada incertidumbre. Pensar en eso sin embargo vendrá después. Al fin de cuentas ni en la política ni en la vida nada está nunca asegurado.

 

La foto captura el momento de despedir al amigo. Pero la juvenil forma de la flor en las manos de un hombre con motivos para estar triste habla de un tiempo que no está caduco. Y que no es el tiempo de este o aquel partido, sino de las mujeres y los hombres que, con pegadas y mancadas, le dan su vida a la política. Y que venga lo que venga, la seguirán haciendo.





lunes, 9 de noviembre de 2020

Dos excombatientes de Malvinas son candidatos al Nobel de la Paz… @dealgunamanera...

 Dos excombatientes de Malvinas son candidatos al Nobel de la Paz… 


Los ex combatientes promovieron la identificación de soldados enterrados sin identidad en el cementerio de Darwin Fotografía: Gentileza Diario La Capital. 

Julio Aro y Geoffrey Cardozo impulsaron el proceso de identificación de los soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas.

© Publicado el lunes 09/11/2020 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Los ex combatientes promovieron la identificación de soldados enterrados sin identidad en el cementerio de Darwin Fotografía: Gentileza Diario La Capital. 

Julio Aro Geoffrey Cardozo, excombatientes en la Guerra de Malvinas, serán candidatos al premio Nobel de la Paz 2021, según notificó el Comité Noruego del Nobel, que cada año entrega el galardón en Oslo.

El argentino y el británico recibieron la nominación por impulsar el proceso de identificación de los soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas.

 

Aro comenzó a promover el trabajo de identificación tras un viaje en el que visitó el cementerio de Darwin en 2008, y descubrió que casi la mitad de las tumbas tenían a un soldado desconocido, con la leyenda "soldado argentino solo conocido por Dios".


A 38 años de la Guerra de las Malvinas: el horror de la contienda en 26 fotos


Fue a raíz de esto que se reunió con veteranos de guerra británicos y allí conoció a Cardozo, que se había encargado de recoger a los muertos argentinos en la guerra y brindó información clave para la identificación. Así surgió en 2009 la fundación No me olvides, que devolvió la identidad a decenas de caídos argentinos en las islas.

 

En 2017, 88 héroes argentinos recuperaron su identidad gracias al trabajo de su fundación, que involucró a los gobiernos de Argentina, Reino Unido, la ONU y el Comité Internacional de la Cruz Roja, como así también del Papa Francisco.


Encuentran la cédula militar de un excombatiente de Malvinas en un sitio de subastas


El ex combatiente argentino, que es además profesor de educación física dijo que tanto el cómo Cardozo están "muy contentos”. “Ya hablé con Geoffrey, que también está enterado. Las mamás también. Tengo el celular repleto de mensajes que me rompen el corazón. Me tratan como a un hijo y eso me emociona muchísimo", dijo a diario La Capital de Mar del Plata. 



Aro aseguró estar “muy emocionado” por esta posibilidad, aunque destacó que el agradecimiento de las familias y las madres de los excombatientes por haber devuelto la identidad a los soldados ya es un premio: “Ya tenemos un premio noble que nos da paz: el abrazo y agradecimiento de las madres y las familias”.






domingo, 4 de diciembre de 2016

La Política que nos parió… @dealgunamanera...

No es chiste: Macri calificó con 8 (ocho) su año de gestión...


Este jueves, Mauricio Macri calificó con un ocho su primer año de gestión, al tiempo que negó que vaya a realizar modificaciones en el Gabinete.

© Escrito por Carlos Forte el jueves 01/12/2016 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

"¿Cuánto vale haber evitado la quinta crisis terminal de los últimos 50 años? ¿Cuánto califica haber bajado las tensiones? Los periodistas se expresan con absoluta libertad, el mundo nos abrió las puertas y quiere que al país le vaya bien. Yo me pondría para esta etapa una buena nota. Yo pondría un ocho", enfatizó Macri, al ser consultado sobre la calificación de su gestión.

En declaraciones al diario La Capital, rechazó que no esté conforme con la marcha de algunas áreas del Gobierno y se mostró "contento, en líneas generales, con el crecimiento que ha tenido el equipo, con el aprendizaje de los ministros" y puntualizó: "No he planteado ningún cambio trascendente".

¿Realmente Macri está conforme con la penosa gestión que viene llevando adelante? ¿Nadie le comenta nada sobre los índices de la economía que caen mes a mes?

Ayer mismo, se supo, según los datos difundidos por el INDEC, que la actividad tuvo una baja interanual de 19,2%, acumulando diez meses consecutivos de caída. ¿No significa nada eso para el presidente de la Nación?

No hay inversiones, el poder adquisitivo cayó estrepitosamente y los precios no dejan de subir. ¿Cómo es que merece un ocho? ¿Por qué?

Todavía no aparece el cambio tan pregonado por Macri, pero él cree que hace una gran gestión. Seguimos en Argenzuela, como siempre.



domingo, 16 de febrero de 2014

Frente Progresista... De Alguna Manera...


Solanas y Giustiniani anticipan la interna: "Debemos definir el candidato en las Paso"…

Rubén Giustiniani y Fernando “Pino” Solanas vetaron a Macri en el armado de un futuro frente electoral para 2015.

Uno representa a Unen de la Capital y el otro al Partido Socialista de Santa Fe. Son partes de un interbloque de centroizquierda en la Cámara baja y trabajan para armar un frente progresista.

Los senadores nacionales Rubén Giustiniani (PS) y Fernando Pino Solanas (Proyecto Sur) reafirmaron que el nuevo espacio de centroizquierda que se está gestando en la Argentina debe definir a su candidato presidencial en internas abiertas y no a través de un acuerdo de las distintas fuerzas que integrarán esa alianza, aún en formación: socialismo, UCR, Proyecto Sur, Coalición Cívica y Libres del Sur. Asimismo, dejaron en claro que el PRO de Mauricio Macri no tiene cabida en el esquema progresista, rechazando así la idea de Elisa Carrió y el radical Oscar Aguad de incorporar al macrismo a la conversación de esa futura coalición.

Solanas y Giustiniani participaron el viernes en Rosario de un panel donde se discutió la política energética. En un intervalo de esa actividad, ambos senadores dialogaron con LaCapital sobre las chances de la centroizquierda para llegar al poder en 2015, formularon severas críticas al kirchnerismo y acusaron al líder del Frente Renovador, Sergio Massa, de ser el representante del "pejotismo en el ocaso".

—¿La reunión del miércoles en Buenos Aires donde discutieron las bases de una futura alianza de centroizquierda fue la prolongación de la realizada en Rosario a fines de 2013?
—Solanas: Esta fue la reunión legítima. En la otra, la de Rosario, hubo un olvido, no me encontraron (risas) y tampoco a (Julio) Cobos. A nosotros nos pareció grave que no hayamos sido convocados, pero más grave aún fue que aparecimos convalidando la reunión sin estar plenamente informados. Así que después me reuní con Cobos en enero y convocamos a la unidad del espacio sin exclusiones. Frente a lo que trascendió en Rosario de que las candidatura se iban a consensuar, nosotros dijimos que el espacio se debe ajustar a la ley de las Paso. Nos tomamos un buen vino en mi casa y diez días después repetimos el encuentro en Mar del Plata. Vamos a impulsar esto que nació en Unen en Buenos Aires, donde se dirimieron las candidaturas entre ocho partidos, y no se rompió y tampoco nos agredimos. Hubo debates fuertes y después seguimos juntos. Tiene que haber unidad en la diversidad. Este espacio debe ser ejemplo de amplitud y tolerancia, como lo ha podido construir Chile o Uruguay con las fuerzas de centroizquierda.

—En esa reunión de Rosario se puso énfasis en la experiencia fallida de la Alianza. ¿Hasta dónde pesa ese karma en el armado de una futura coalición?
—Giustiniani: No pesa, porque hoy todo el Frepaso está con el actual gobierno. Lo importante sí es aprender que un frente primero debe tener éxito electoral, y para eso hay que respetar la reglas de las Paso. En segundo lugar, debe haber una coincidencia programática. Hay que tener diez puntos concretos que nos unifiquen, que hacen a la economía, a lo social, al manejo del Estado, transporte, obras públicas, salud, educación. Y, en tercer lugar, una fuerte vocación de unidad, que es lo que manifestaba Pino. Hay una perspectiva optimista en este espacio de que se puede llegar al 2015 con una alternativa de gobierno y que sea la sociedad la que defina las candidaturas. Yo veo buen clima entre los dirigentes, que se asientan en dos experiencias sólidas muy importante, que son el Frente Progresista de Santa Fe y Unen en la Capital Federal.

—¿Existe alguna posibilidad de que Macri se sume a este espacio?
—Solanas: No, ninguna. Nosotros tenemos un lema: coherencia, ética y proyecto.

—En caso de que lleguen al gobierno en 2015, ¿cuál es la situación que van a encontrar?
—Giustiniani: Está a la vista. Una situación muy seria de incertidumbre en lo económico y social. Hay que reconstituir la confianza de los argentinos en el país, que no se fuguen más capitales. No hay economía que aguante con dos o tres años seguidos con inflación de dos dígitos. No hay bolsillo de la familia trabajadora y de clase media que soporte esta coyuntura, donde los ingresos van por la escalera y los precios por el ascensor. Les vamos a hablar con la verdad a los argentinos, y un gobierno progresista debe establecer prioridades: salud, educación y generación de empleo.

—El kirchnerismo argumenta que el verdadero progresismo lo representa el actual gobierno con los índices de distribución del ingreso desde 2003 y con el inédito crecimiento económico.
—Giustiniani: Hablan de progresismo, pero devaluar, subir las tasas de interés, secar la plaza y aumentar los combustibles es un ajuste ortodoxo. Además, esos índices de crecimiento son relativos: la pobreza ha aumentado mucho en este último tiempo. Ese progresismo no se registra en los hechos concretos.

—Hay un apotegma que sostiene que el peronismo es el único que puede gobernar la Argentina. ¿Están decididos a romper con esto?
—Solanas: Algo objetivo es que este espacio que nace es segunda o tercera fuerza en la Argentina. Todo el pejotismo va muy dividido. Porque quien administró la Argentina en nombre del peronismo es en realidad el pejotismo, que es una estructura de poder para hacer negocios. En el PJ impera el cangurismo: el banco se empieza a hundir y saltan para otro lado. Un ejemplo de esto es el Frente Renovador de (Sergio) Massa, que es un rejuntado del ocaso del pejotismo. La sociedad está harta de mentiras, de la corrupción y de un nuevo pacto de impunidad. La gente pide una renovación y un recambio.

—¿Ve un escenario de ballottage en 2015?
—Solanas: Creo que sí y nosotros vamos a luchar para estar en segunda vuelta.

—¿Y contra quién o quiénes creen que van a competir?
—Solanas: No soy politólogo ni experto en el kirchnerismo, pero pareciera ser que quien tiene un respaldo más sólido es Scioli, que es de la provincia de Buenos Aires y no se la van a regalar entera a Massa. Pero nuestra misión es acabar con las divisiones. Argentina necesita remontar el big bang que va a quedar después del kirchnerismo. La situación es muy grave. Las reservas disponibles del Banco Central son menos de 17 mil millones de dólares, lo demás son encajes y préstamos de bancos extranjeros, no se puede contabilizar como plata fresca. Y de esos 17 mil millones de dólares, la mitad son letras intransferibles del Tesoro Nacional a tasa cero. Hay que reconstruir la confianza y la credibilidad. Esto es consecuencia de una piolada llamada Néstor (por Kirchner) que fue falsificar las estadísticas públicas.

—¿El gobierno no ha corregido esto con el nuevo índice de precios?
—Solanas: Eso lo creen solo ellos. Pero al menos es un paso adelante, porque difiere mucho de lo que decían antes, y eso es positivo. Por lo menos ahora reconocen que hay alta inflación.

—El gobierno le echa la culpa a los supermercados y a los formadores de precios por la inflación...
—Giustiniani: La madre de los problemas es la inflación, que el gobierno la desconoció por años. Pero mientras no exista un programa antiinflacionario y pongan parches como el de Precios Cuidados no se va a avanzar en el problema. Por eso, proponemos medidas concretas. Tenemos un proyecto en el Senado, que tiene estado parlamentario, que es eximir de IVA a los productos de la canasta básica de alimentos, que es quitar presión inflacionaria sobre los precios. Son medidas de fondo que no se están tomando.

© Escrito por Walter Palena el Domingo 16/02 2014 y publicado por el Diario La Capital de la Ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe.