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domingo, 13 de mayo de 2012

Binner y Alfonsín... De Alguna Manera...

Binner y Alfonsín en el laberinto progresista…


Quienes obtuvieron el segundo y tercer lugar en las últimas elecciones presidenciales han justificado en los últimos días su apoyo enfático (aunque “en general”) a la confiscación de YPF como un homenaje a los principios y las tradiciones históricas de sus respectivos partidos. Los argumentos utilizados fueron muy similares, y puede que convergentes : adhieren al proyecto oficial, dicen, para dejar en claro que son los auténticos heraldos del estatismo y el nacionalismo económico, y porque será a la luz de su testimonio iluminador en la defensa consecuente de esas ideas que tarde o temprano la sociedad habrá de reconocer que el kirchnerismo no es más que una simulación oportunista, una versión degradada de dichos ideales que debe ser “superada” y reemplazada por la que ofrecen alguno de ellos, o los dos juntos.

Aunque ni Binner ni Alfonsín se han referido a ellas, es oportuno llamar la atención sobre otras razones menos históricas y más inmediatas que los inclinaron a apoyar la “recuperación de YPF” y que, pese a no ser tan coincidentes como las anteriores, pueden también alentar la convergencia entre ellos: para los socialistas, y para el FAP en general, dar su apoyo a esta ley era la conclusión obligada de una estrategia que se viene desplegando desde hace tiempo, y de la que no cabría dudar pues sería la causa de los logros cosechados recientemente; en tanto para Alfonsín, igual que para otros radicales progresistas, votar la ley se presentó como lo contrario, la oportunidad para cambiar una estrategia equivocada que estaría en el origen de los últimos fracasos y desilusiones. Veamos.

Los socialistas entienden que los votos recibidos en octubre pasado, y que convirtieron a Binner en una figura nacional y al FAP en la “principal alternativa al kirchnerismo” cabe atribuirlos a su pretensión de encarnar el “progresismo verdadero” y a las consecuencias prácticas de dicha apuesta: la toma de distancia respecto a la “oposición de derecha” (el resto de la oposición política, los medios independientes, los empresarios, etc.) y el voto a favor de proyectos oficiales de tinte “progresista” como la ley de medios, la estatización de los fondos de pensión y otros por el estilo. 

Según esta interpretación, además, el FAP no debería preocuparse mayormente por las consecuencias que ha arrojado la aplicación de esas leyes por parte del kirchnerismo: al señalamiento de los efectos indeseados u objetables que varias de ellas han tenido tanto para los directamente afectados, los jubilados, los periodistas, etc., como para la economía y la democracia en general, los líderes socialistas replican que ellos no tienen por qué rendir cuentas de esos resultados porque votaron “de acuerdo a sus convicciones”, de cuyo carácter virtuoso no cabría dudar, y la buena o mala aplicación es exclusiva responsabilidad del Ejecutivo. 

En esta curiosa inflexión principista se evita cualquier consideración más pragmática y matizada sobre las razones del voto ciudadano: se ignora el hecho de que muchos de quienes escogieron las listas del FAP el año pasado lo hicieron a pesar de que sus legisladores habían adherido a esos proyectos oficiales y no debido a que lo habían hecho, y se desconoce la considerable distancia que existe entre las creencias de los militantes y las de la mayoría de los votantes, así como el hecho harto evidente de que a la enorme mayoría de la sociedad la coherencia doctrinaria le importa bien poco y tiende a valorar más que objetar eso que el FAP tanto le critica al gobierno, el hecho de que detrás de la declamada inflexibilidad y la supuesta gravitación de las convicciones progresistas en la gestión se esconde el muy flexible pragmatismo peronista.

En cuanto a los radicales de izquierda, la coyuntura también los está empujando a sobrevalorar algunas de sus creencias compartidas con socialistas y kirchneristas, aunque por las razones opuestas: estiman haberse corrido demasiado “a la derecha” cuando se aliaron con De Narváez y haber sido castigados en las urnas debido a ello, así que buscan corregirse alejándose lo más posible de esas influencias, que se expresan hoy, por caso, en el republicanismo de los medios, en las propuestas de alianza del macrismo o en los pronósticos de crisis de los economistas.  

 El sueño de “recuperar el voto radical recuperando la identidad histórica y la unidad de la UCR” aparece así como la guía práctica adecuada para devolver el rol de segunda fuerza al partido y el equilibrio a un sistema de partidos cada vez más inclinado hacia la hegemonía peronista. Como si la salida de su laberinto fuera sólo posible para el centenario partido retrocediendo en el tiempo hasta el momento en que, se cree, perdió el rumbo.

Puede que algo consigan Binner y Alfonsín con sus apuestas, pero difícilmente se acerque a lo que están buscando. Tal vez sería distinto si el peronismo no fuera capaz de generar su propia oposición, si no hubiera ya dispuestas en la arena otras ofertas competitivas, y si el constante y creciente abuso de poder por parte del oficialismo no despertara una también creciente expectativa de que alguien corra el riesgo de cargarse al hombro la defensa del estado de derecho y del liberalismo político. Valores que están presentes por cierto en los genes de radicales y socialistas, pero cuya defensa hoy no pareciera ser para ellos una urgente prioridad.

© Escrito por Marcos Navarro y ublicado por http://www.tn.com.ar el lunes 30 de Abril de 2012.


domingo, 29 de abril de 2012

Abducidos, más allá de la razón... De Alguna Manera...

Abducidos... 

 Más allá de la razón...

Resolvimos manejar las cosas a nuestra manera. Mirá cómo nos salió: a pedir de boca. Hasta la soja va de nuestra mano. De “los gallegos” ni hablemos, con el rey cazando elefantes y encima fracturándose. ¿Cómo no vamos a estar eufóricos si les estamos llenando el arco de goles? Te juro que hasta yo mismo a veces no lo puedo creer. Mirá a los radicales, golpeándose el pecho, argumentando que votan por “los principios”, pero dándonos ese aval absoluto que será decisivo para nosotros. Con ellos, como con los socialistas, compartimos una misma mirada, sólo que nosotros sabemos ejercer el poder y sobre todo no perderlo. Ellos, en cambio, se angustian, debaten, polemizan, van a internas y al final vienen al pie.

Hay gente acongojada a la que es imposible explicarle, por ejemplo, el puntapié con el que echamos a Esteban Righi, sobre todo para reemplazarlo por esa triste y obediente nada que se llama Reposo. Pero tampoco exageremos, que el famoso camporista que retaba a la Policía Federal en 1973 nos fue súper servicial y se encargó de liquidar a Garrido y a las investigaciones que nos complicaban. Hay tipos tristes porque cambiamos a Righi por Reposo, que es infumable pero, ¿viste, hermano?, es la guerra, y a los tibios los vomita Satanás.

Tan estupefactos los tenemos, tan al pie y sin reflejos, que hasta podemos darnos el gusto de humillar cuando queremos y como queremos. Miralo a Aníbal, un maestro. Su capacidad de hacer daño es descomunal. Sale periódicamente en cacería predatoria y se devora todo lo que le apetece. El martes la rompió en la Feria del Libro, que hasta hace poco era un coqueto picnic de oligarcas. Dijo que Boudou “tiene bolas”, Macri es un “conejo negro porque no lo hacen ni trabajar los magos”, Miguel del Sel es “un tipo de mierda”, De Narváez es “el coloradito que quería ser gobernador de Bogotá” y a su ex compañero Alberto Fernández le dijo “andá a cagar”. Cómo andaremos que Aníbal es senador de la Nación y al día siguiente de decir eso, los radicales nos votaron mansitos en el Senado. Por los “principios”, claro.

La contra dice que Axel la tiene hipnotizada a la Presidenta. Tonterías; son ellos los hipnotizados. Además, les estamos dando para que tengan y guarden: ahora nos manejamos con egresados del Nacional Buenos Aires, la vieja cueva del mitrismo que ellos llamaban “Colegio de la Patria”. Como diría Adelina, las pelotas. Ahora mandamos nosotros, ¿o Mariano Recalde no estudió también en Bolívar 263? Se creían dueños de todos los monumentos y se olvidaban de que Firmenich, Ramus y los hermanos Abal Medina pasaron también por el Nacional Buenos Aires. Así que, bingo, todo en orden, planetas alineados. ¿Quién hubiera dicho que los dos colegios universitarios de excelencia en la Capital serían hoy un semillero de vanguardias ideológicas, abarrotados de kirchneristas y trotskistas? Ese es nuestro mérito: politizamos a la pendejada.

Reina el consenso nacional para abrigar y respaldar a la Presidenta porque, salvo un puñado de periodistas resentidos, ¿quién se anima hoy a cruzarla a Cristina? Nadie, es obvio. Tan absoluto es nuestro predominio que ahora hasta hacemos fulbito para los golosos, ¿o no lo viste a D’Elía dándose el lujo de arrearlo a Forster a un acto en favor de la re-reelección de Cristina? Justo D’Elía, que tanto nos cuesta disciplinar, porque trabaja para los iraníes y viene de visitar las bases de Hizbalá, el Partido de Dios en El Líbano. Tenemos tanto paño que el pobre Forster, al que no se le entiende nada cuando publica en nuestras revistas esos mamotretos con párrafos de cuarenta líneas sin puntos, tiene que meterse en el bolsillo su formación cultural judía y su apoyo al Estado de Israel para, como diría Ceferino, saltar por el bizcocho que le tiran desde el Gobierno.

Nunca estuvimos mejor. Después de enterrar lo de Ciccone y cargarnos por tibios a Righi y a Rafecas, Boudou es Gardel. Nos falta ahora atornillarlo a Reposo, pero si tropezamos, González Warcalde es perfecto. ¿Que era menemista en los años noventa? Miralo al Carlos, nuestro nuevo compañero, el que entregó YPF a “los gallegos” y ahora, para apoyar la expropiación, no va a votar al Senado.

Es cierto, hay mucha gente cabizbaja porque nos ven gobernando sin parar hasta 2019, pero son minoritarios y, sobre todo, carecen de agallas para complicarnos. Sobre todo, tienen mucho miedo, de todos y de todo. A nosotros ese miedo de ellos nos viene de maravillas; a ellos los paraliza. El que fastidia es Mauricio porque nos puede picotear el corral pero, tranquilos, mientras sus asesores sigan siendo Duran Barba o Goretti, dormimos sin frazada.

Fuimos capaces de dar vuelta todo, una proeza. Después de haberlos arrastrado a la captura de Aerolíneas (que sigue siendo de Marsans), a la toma de las AFJP y a la Ley de Medios, los del centroizquierda están en la lona. No pudimos ser más geniales: el que está en desacuerdo con nosotros es “de derecha”, listo. ¿Decía que están hipnotizados? Me corrijo: los tenemos abducidos, no pueden salirse del libreto, tienen las vías clausuradas por todas partes, si es que insisten, claro, en ser más “progresistas” que nosotros. Les pasa una y otra vez y siguen viniendo por más, ¿o el pobre Cobos no se masticó la galletita de la “concertación” y terminó votando, con un hilo de voz, “no positivo”? Esta semana, con lo de YPF repitieron pero con otras palabras: votaron por Cristina y luego se mandarán la gran “no positivo”, no respaldando el articulado de la ley. Pero nadie se enteró. Los radicales votaron por el Gobierno, punto.

Nuestros únicos enemigos ahora sólo somos nosotros mismos. Y como vendrán sacudones muy fuertes, porque la re-re de Cristina no será un bizcochito, debemos ser cuidadosos para no balearnos en los pies, con travesuras tipo Antonini, Uberti, Jaime y Amado. Si en eso somos eficaces, y como casi todos siguen chochos, no habrá moros en la costa. Vamos bien. El músculo duerme, la pasión descansa, todos con mamá, abducidos.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 29 de Abril de 2012.


Abducción:

Del latín abductĭo, la abducción es el movimiento por el cual un miembro u otro órgano se aleja del plano medio que divide imaginariamente el cuerpo en dos partes simétricas. Se trata de un movimiento de dirección transversal.

Abducción. En este sentido, el movimiento opuesto a la abducción es la aducción, que se produce cuando una parte del cuerpo se aproxima al plano de simetría sagital de éste.

Por otra parte, una abducción es el supuesto secuestro de seres humanos concretado por extraterrestres. Por lo general, quienes aseguran que han sido secuestrados dicen haber sido sometidos a experimentos en el interior de las naves espaciales.

Este fenómeno, nunca probado por la ciencia, implicaría un lapso de pérdida de conciencia o amnesia, ya que los afectados dicen sentir que han pasado un periodo extenso con las criaturas extraterrestres, aunque no recuerdan demasiado. Los ufólogos creen que, a partir de la hipnosis, es posible que el sujeto reconstruya aquellas experiencias de las que no tiene mayores recuerdos concientes.

Las supuestas abducciones también incluirían la implantación de ciertos objetos en el cuerpo de la víctima. Estos implantes extraterrestres tendrían propiedades similares a las de los chips terrestres.

Para la filosofía, un razonamiento abductivo es un silogismo cuya premisa mayor es evidente, mientras que la menor es menos evidente o solo probable. Por lo tanto, la conclusión que se puede obtener tiene el mismo grado de probabilidad que la premisa menor. Por ejemplo: “Todos los lápices de la bolsa X son negros” / “Estos lápices son negros” / “Estos lápices proceden de la bolsa X”.