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domingo, 23 de abril de 2017

Murió la escritora y periodista Sylvina Walger… @dealgunamaenra...

Murió la escritora y periodista Sylvina Walger…

Sylvina Walger, durante una entrevista en Madrid en el año 2012. EFE/Gustavo Cuevas

Autora del destacado libro Pizza con champán, donde ilustraba las frivolidades del gobierno menemista, fue también una férrea crítica de Néstor y Cristina Kirchner. Falleció el último miércoles en el Hospital Ramos Mejía.

© Publicado el domingo 23/04/2017 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La periodista y escritora Sylvina Walger murió el miércoles pasado víctima de un cáncer de pulmón con el que batalló durante sus últimos años de vida.

Walger, también socióloga, supo trabajar en diversos medios como La Nación, Newsweek, la revista Humor y Gaceta Mercantil.

Recordada por sus críticos y polémicos análisis sobre la sociedad y la política nacional, también se destacó como escritora de varios libros, entre los que figuran Pizza con Champán, crónica de la fiesta menemista y Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion.

En Pizza con Champán Walger logró esbozar los elementos fundamentales del mandato menemista de la Argentina del fin de siglo.

“Menem fue un desastre para el país, pero lo extraño. Con ellos sabías quién era el enemigo. Todos sabíamos que era un chorro y estaba claro. Pero éstos son tremendos. Se han hecho una fiesta para ellos. Son absolutamente retrógrados, tienen ese pensamiento montonero, conspirativo”, dijo alguna vez en una entrevista con el diario La Voz del Interior haciendo mención al ex presidente riojano y trazando una diferencia con el matrimonio Kirchner, sobre el que escribió años más tarde en Cristina, de legisladora combativa a presidenta fashion.

Además de analizar la mutación de Cristina Kirchner desde sus años de legisladora provincial en la Cámara de Diputados de Santa Cruz hasta su tiempo como Presidenta de la Nación, Walger hizo foco en la mala relación de pareja de los Kirchner (llegó a denunciar la existencia de agresiones físicas), en el perfil de diva obsesionada por su apariencia de Cristina y en la enorme y nociva adicción al poder que les atribuía a ambos, haciendo hincapié en el sospechoso crecimiento de su fortuna.

Ex militante de la agrupación Montoneros durante los años ´70 (en una de sus últimas entrevistas llegó a dar como válida la polémica "teoría de"los dos demonios"), vivió exiliada en España por decisión de sus padres hasta el fin de la dictadura militar. A la vuelta se dedicó de lleno al periodismo y la escritura, actividades que durante el último tiempo debió interrumpir para tratarse por un cáncer de pulmón que había reaparecido tras un primer tratamiento exitoso.

El miércoles 19 falleció a causa de dicha enfermedad en el Hospital Ramos Mejía.





martes, 1 de mayo de 2012

Cristina, Hadad, Eskenazi y Scioli... De Alguna Manera...

Expropiar rivales…

 No hagan olas Daniel Scioli. Dibujo: Pablo Temes.

Cristina quiere blindar ya el escenario electoral. La salida de Hadad y los próximos Eskenazi.

El plan sistemático para serrucharle el piso al gobernador de Buenos Aires es de una magnitud impactante. No solamente por lo simbólico, con Gabriel Mariotto y José Ottavis sentados en el palco de Vélez en primera fila, dándole la espalda a Daniel Scioli. También porque han logrado esterilizar todos los proyectos legislativos del gobernador y bombardear al ministro de Seguridad Ricardo Casal desde la agrupación La Verbitsky, en la que milita Nilda Garré. El que más claramente expresó el pensamiento de Cristina fue Martín Sabbatella, que también tuvo una butaca muy cerca de la conductora: “Scioli se disfraza de kirchnerista para heredar el proceso político y torcer el rumbo tomado en 2003”. 

El golpe más duro contra Scioli fue que Cristina haya obligado a huir de los medios audiovisuales a Daniel Hadad. No logró que se fuera sin un peso, pero estuvo cerca. Fue como quebrarle el espinazo mediático a Scioli. El gran pecado de Hadad fue no sumarse a la ofensiva contra el gobernador. Esta es la medida del cambio que representa Cristina respecto de Néstor. El ex presidente tuvo a Moyano, Scioli, Hadad y los Eskenazi (y hasta a Clarín en un primer momento) como aliados en su trepada para construir la legitimidad que Menem le había negado. Cristina no los necesita más. Por el contrario, está dispuesta a combatir contra ellos a los que identifica con el pasado.

“Unidos y organizados”, fue el lema del acto multitudinario. “Unidos y organizados contra Moyano y Scioli”, dijo con sorna a PERFIL uno de los organizadores. A Hugo Moyano ya le rodearon la manzana. Todos los días le comen un dirigente. Pero Cristina no confía ni en Antonio Caló. Les gustaría consagrar a Hugo Yasky, que ni siquiera pudo liderar la totalidad de la CTA. El cuestonamiento de la legalidad y del quórum conseguido por el jefe cegetista es la excusa que pronto parirá dos CGT como hay dos CTA.

En Vélez, Cristina marcó la cancha del futuro político. Trazó la raya que divide claramente a los amigos de los enemigos. Mostró el primer fotograma de la próxima película titulada: “Vamos por todo” o “Tarjeta roja para los tibios”. Por eso expropió tanto los restos de la Justicia independiente, como el Grupo Hadad y el 51% de las acciones de YPF. Lo sufrieron en carne propia kirchneristas no suficientemente fanatizados como Esteban Righi, Daniel Rafecas, Daniel Hadad y la familia Eskenazi. Pero es sólo el comienzo. Después de empujar a Edenor y Edesur al abismo y el cuasi default, seguramente le espera la misma medicina a Marcelo Mindlin, el primo del canciller Timerman, que probablemente sea el próximo Eskenazi.

El formulario está escrito y sólo hay que agregarle los destinatarios. Dice así: “No hicieron las inversiones, se llenaron de dinero y vaciaron la empresa. Por lo tanto hay que recuperar la soberanía”. Se le puede agregar el nombre que la Presidenta decida. ¿Gerardo Werthein será el Eskenazi de Telecom? ¿O ser el socio oculto de Cristóbal López lo blinda por ahora? Estela Carlotto le dijo al diario El País que ahora van por las mineras. Es difícil establecer si fue una expresión de deseo, un anticipo informativo o una mera confusión.

La Presidenta ya eligió su estado mayor. Máximo, su hijo, es el verdadero jefe del gabinete que integran Carlos Zannini, Héctor Icazuriaga, Guillermo Moreno y Axel Kicillof. La articulación de la militancia cristinista quedó a cargo del grupo de los cuatro: Andrés Larroque, Edgardo Depetri, Emilio Pérsico y Agustín Rossi, según el orden de afecto y confianza que les dispensa Cristina.

Esta fractura expuesta, cargada de odios que atraviesa toda la sociedad y a sus organizaciones, levanta dos trincheras de las que resulta difícil correrse. Los que intentan caminar por el medio pueden morir en el intento sin saber de qué lado salió la bala. Por ahora, el ejército cristinista tiene una conductora férrea e inteligente, mucho dinero e iniciativa y se lleva por delante a todos los que intenten ponerle algún límite. Eso, claramente, erosiona la calidad institucional de la democracia. ¿Existe algún atisbo de construcción no kirchnerista que equilibre los tantos con alguna chance de alternancia? Allí es donde el gremialismo peronista tradicional que lidera Moyano,  la mayoría de los intendentes bonaerenses con Sergio Massa a la cabeza, las estructuras históricas del Partido Justicialista, que han sido desactivadas, confluyen en un rezo cotidiano a Scioli. 

No tienen otra posibilidad a la vista. Es su única esperanza. Necesitan un jefe que demuestre más autonomía y que esté dispuesto a jugar con una imagen positiva cercana a la de Cristina. Daniel Scioli siempre se mostró leal al matrimonio Kirchner pero nunca antes sintió como ahora que le comen los garrones. No es la primera vez que la gente que lo rodea promete que, esta vez sí, Daniel Scioli va a pegar un puñetazo sobre la mesa y se va a decidir a liderar el peronismo marginado, que sufre incluso que ni siquiera se haya cantado la marchita en Vélez. Ver para creer. La falta de fondos para las intendencias, la parálisis de muchas obras públicas porque los cheques no llegan y los privilegios en todo el territorio para La Cámpora incrementaron el clima de bronca. ¿Se pondrá Scioli al frente de ese movimiento? Peronista náutico acostumbrado a flotar y ajedrecista por vocación, siempre manejó sus tiempos y no le fue nada mal.

Cristina es la única argentina que tiene prohibido ser candidata en las próximas presidenciales. La Constitución nacional es, por ahora, un impedimiento. El cristinismo no tiene, y difícilmente tenga, otro candidato. Su apuesta a los jóvenes que apenas son conocidos, el deterioro definitivo de Amado Boudou, aunque judicialmente lo salven, y el temor que el verticalismo les produce a los dirigentes para largarse solos, hace muy difícil la aparición de cuadros relevantes.

Este es el principal desafío que Cristina deberá resolver después de los comicios de medio tiempo. Con la posible candidatura de Alicia Kirchner en la provincia no alcanza. La malversación de las estadísticas públicas del Indec ha empezado a convertirse en fantasma que acecha la economía real. No hay nadie sobre la tierra que crea que en la Argentina la pobreza es sólo del 6,5% y que la indigencia casi no existe. Es una ficción que se autodestruye cuando aparece la realidad que existe fuera de la cancha de Vélez y lejos de la Unidad Básica Madero Center.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 29 de Abril de 2012.

martes, 1 de noviembre de 2011

Cristina, antes y después... De Alguna Manera...

Cristina, antes y después…

Rupturas y continuidades de la presidenta, a la luz de viejo material de archivo.

Marzo de 2000. Hay una rosa roja en cada mesa porque es el Día Internacional de la Mujer. Cristina Fernández de Kirchner comparte el programa con la voz tanguera de María Volonté y con Martha Oyanharte y María Pimpi Colombo, que en ese entonces competían en la elección interna porteña, una en la lista de Domingo Cavallo y la otra en las de Gustavo Beliz. Cristina contesta:

-¿Qué pasa con la credibilidad de los dirigentes?

-Yo siempre digo que hay dos cambios que desacreditan mucho a la política: los de patrimonio y los de opiniones.

-¿Y los de estado civil?

-No me meto en la intimidad. Ja, ja.

-Usted ha tenido afinidad política e ideológica con Cavallo y con Beliz; es más: trabajó con ambos. ¿A quién votaría en la interna si tuviese que votar en Capital?

-Es una pregunta que no te voy a responder. Tengo amigos en todos lados, incluso en la lista de Irma Roy, que también está por presentarse. Cuando el partido fue intervenido y Beliz fue por afuera lo apoyamos, pero porque era una situación especial. Ahora soy militante de otro distrito y creo que todos tienen méritos, Cavallo, Beliz, Irma. No me obligues a definirme. No sería justo.

¿Existe la posibilidad de ver a Cristina Kirchner en un reportaje televisivo defendiendo a Domingo Cavallo y a Eduardo Duhalde y criticando muy duramente, "por menemista", a su actual ministro de Defensa, Arturo Puricelli?

¿Se imagina a la primera mujer elegida y reelegida presidenta de la Nación en el estudio de un modesto programa de cable fustigando a Alfredo Yabrán y respaldando a Cuba ante una actitud de Fernando de la Rúa que juzgó "vergonzosa"? ¿Le interesaría observar el desempeño de Cristina absolutamente desenvuelta, con un discurso inteligente y seductor frente a las cámaras? ¿Alguien creería que ella trataba en forma afectuosa y por su nombre de pila a Mariano Grondona y Luis Majul, dos de los muchos periodistas hoy satanizados por la cadena estatal y paraestatal de medios K?

No hay forma de probarlo, pero debo de ser el periodista que más veces entrevistó a Cristina. Largos bloques de más de 20 minutos en una docena de programas llamados Le doy mi palabra están prolijamente archivados desde 1997. Eran los tiempos en que Miguel Núñez, luego vocero mudo de Néstor Kirchner y actualmente invisible, se ponía en contacto con los productores de medios audiovisuales para "ofrecer" como entrevistada a la diputada o la senadora santacruceña que, para ser sinceros, siempre "rendía" porque tiraba títulos y no tenía pelos en la lengua.

Allí se puede ver una Cristina al natural, sin los cuidados de la "publicidad oficial" ni los espectaculares spots de Pucho Mentasti. Por momentos sonriente y de buen humor, pero implacable, casi desalmada, a la hora de salir al cruce de otro invitado-adversario, por ejemplo Federico Storani o José María García Arrecha. No se mostraba intolerante. Pero podía paralizar con la mirada y decía las cosas de frente, sin preocuparse por ser políticamente correcta. Eran tiempos casi de amateurismo mediático para ella. No estaba atravesada por el discurso antiperiodístico que tiene ahora desde el poder ni estaba encerrada en la cápsula que hoy la aísla y la preserva, al mismo tiempo, de las preguntas molestas.

Sorprenden sus argumentos sobre las investigaciones periodísticas en temas de corrupción del Gobierno, cuando afirma que "los medios no inventan las cosas, sino que simplemente las muestran", y que decir lo contrario es "subestimar a la gente, porque los medios no la manejan a través de un aparato de radio o tevé".

Puede resultar de utilidad para el análisis ver y escuchar sin filtro el pensamiento de hace más de una década de esa mujer apasionada hoy convertida en la presidenta más poderosa desde la recuperación democrática y con mandato hasta 2015. El ex presidente Lula aconsejó ir diez años atrás en la actuación y en las declaraciones de los políticos para conocerlos en forma más genuina. La idea, entonces, es tener la mayor información posible para analizar mejor los motivos que hay detrás de cada decisión. Pero no con el ánimo de levantar el dedito acusador y subrayar las "contradicciones" en las que Cristina cae, como caemos todos los que trabajamos a telón abierto sobre un material tan subjetivo y cambiante como el estado de ánimo de las sociedades. El truco de editar en forma sesgada para demostrar que "nadie resiste un archivo" ya está agotado y fue vaciado de contenido por la patota mediática oficialista que todos sostenemos con nuestros impuestos. Además, Cristina muestra en esos años muchas convicciones firmes que no dejó en la puerta de la Casa de Gobierno y que todavía hoy impulsa a rajatabla desde el poder. Sobre todo la lucha contra la impunidad; en el terrorismo de Estado, en el caso Cabezas o en el atentado a la AMIA. Su enfrentamiento contra los poderes permanentes, su apuesta a combatir los monopolios y su condición de senadora rebelde frente a los menemistas que la expulsan del bloque. Ella aparece, en esas imágenes antiguas, concluyendo que los que le sacaron tarjeta roja "no querían tener testigos" de lo que luego se conoció como las coimas del Senado que iniciaron el final del gobierno de la Alianza.

Vale la pena escuchar los argumentos con los que Cristina defendía a Duhalde por su valentía para meter mano por primera vez en la policía bonaerense con el objetivo de hacerla menos corrupta, o por su decisión "bien peronista" de ayudar siempre a los más humildes y de no privatizar el Banco Provincia, pese a que su esposo sí privatizó el Banco de Santa Cruz. ¿Cómo fue que luego, en un discurso histórico, lo acusó de ser un "padrino" escapado de la saga de Francis Ford Coppola, y con su marido se encargaron de tirar a Duhalde por la ventana de la historia?

Hay que ver a Cristina en octubre de 1998. En el mejor de los mundos. En su lugar en el mundo. Envuelta en un finísimo sacón de gamuza, tomando el té en la hostería Los Notros. El aire que se respira es de una pureza increíble y, como telón de fondo, la fuente de energía de los Kirchner, el glaciar Perito Moreno, del que ningún científico pudo explicar cómo es que avanza en lugar de retroceder tal como el resto de los glaciares. ¿Habrá que hacer una lectura política de este fenómeno de la naturaleza?

Esta Cristina revisitada gracias a la resistencia de los casetes VHS pronuncia, hace 11 años, las mismas palabras que repitió casi calcadas en su primer discurso como presidenta reelegida: "No hay que creerse el cargo". No tiene precio escucharla caracterizar el espacio que estaban construyendo con Néstor como "una alternativa generacional que quiere construir más autonomía dentro del peronismo; somos el posmenemismo". Suena algo paradójico saber que Carlos Menem revalidó su título de senador nacional al ganar en La Rioja en concubinato con el Frente para la Victoria. Aquella Cristina, y tal vez ésta, se niega a definirse como "progresista" o como "disidente" y se ríe cuando el cronista le consulta si no conforman "el ala izquierda del peronismo". Ironiza sobre ese concepto al que define como "nostálgico" y avanza más todavía, anticipando que "se puede lograr un Estado fuerte que regule las empresas monopólicas sin volver al 45".

Las palabras no suenan prestadas. Son genuinos pensamientos de Cristina, sólo que resignificados por el paso del tiempo y por el salto inmenso y la prueba del ácido que significa para aquella legisladora haber ganado dos elecciones presidenciales. Es revelador ver cómo en 1998 impulsa las internas abiertas y la independencia de criterios y se opone al verticalismo. Se resiste a elogiar todo lo que hace "el gobierno de mi partido" (así se refiere al menemismo) y asegura que no es justa una oposición que critica absolutamente todo lo que se hace.

Sin maldad, sólo como ejercicio de reflexión, uno se pregunta qué diría aquella legisladora de esta presidenta. Algo se sabe. En aquellos tiempos se negó a votar situaciones excepcionales incluso para su esposo presidente. Ahora las exige. ¿Uno hace al cargo o el cargo lo hace a uno? Hasta puede observarse una Cristina que habla en contra de la re-reelección de Menem. ¿Será un anticipo, una primicia periodística? Cristina ya ingresó en la historia. Pero tiene una prehistoria que ofrece muchas pistas para imaginar lo que viene.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 1º de Noviembre de 2011.