Mostrando las entradas con la etiqueta Cristian Sanz. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cristian Sanz. Mostrar todas las entradas

domingo, 22 de septiembre de 2013

¡Basta de periodismo corrupto!... De Alguna Manera...


¡Basta de periodismo corrupto!


¿Por qué la prensa va perdiendo su honestidad?. Un hombre de prensa puede escribir mejor o peor, puede trabajar en un medio más grande o más pequeño, producir muchas o pocas notas periodísticas. Es indistinto.

Lo que un periodista jamás debe perder es su honestidad. Ese es el valor que hace a su verdadera esencia profesional. Lo demás se puede aprender, más temprano o más tarde.

En las últimas décadas, los medios se han transformado en un factor de poder real, muchas veces utilizado para hacer operaciones de prensa a su propio favor.

Los periodistas que se acoplaron al fenómeno, vendieron su prestigio a los mismos intereses, en general por unas pocas monedas.

Pronto, esos conglomerados fueron involucrándose en cuestiones extra periodísticas y buscaron meterse en rentables negocios públicos y privados. En ese punto, comenzaron a mezclarse los tantos y los empresarios usaron el poder de sus medios para conseguir más rentabilidad en sus propios negocios.

No hubo límite al respecto. Si había que presionar a algún funcionario a través de una nota periodística lesiva, esto se hacía sin miramiento alguno. Si había que denunciar a alguien que pudiera poner trabas a los intereses de los empresarios, también se hacía, aunque no hubiera pruebas de la imputación.

Para llevarlo a cabo siempre hubo periodistas dispuestos a hacer la tarea sucia; mercenarios y carroñeros que prefirieron privilegiar sus bolsillos a dignificar la tarea para la que fueron preparados.

Ello conspiró contra los intereses de la sociedad, que de un día para otro comenzó a sufrir el síndrome de la desinformación. Lenta, pero firmemente, los medios comenzaron a dejar de coincidir con las preocupaciones ciudadanas.

Mientras el desempleo, la inseguridad y la corrupción comenzaron a ser parte de la inquietud social, los medios impusieron a través de sus portadas sus propios intereses.

No se trata de una cuestión ideológica; mucho menos política. No tiene que ver tampoco con que los medios sean oficialistas o anti oficialistas. Es solo un tema de intereses privados.

Las operaciones que hace diario Tiempo Argentino o revista Veintitrés, no son ajenas a las maniobras de grupos como Clarín. Unos buscan una cosa y otros algo diferente, pero todos finalmente terminan convergiendo en el mismo lugar: la desinformación.

En Mendoza no es nada complicado conocer cuáles son los medios que usan su poder de fuego para operar a su favor. Se trata de la mayoría, con intereses que superan lo periodístico y aspiran a manejar —en algunos casos—los millonarios recursos de la provincia.

Basta ver algunos diarios, o escuchar ciertas radios. Allí aparecen claramente las operaciones que se llevan a cabo, elogiando o criticando a diestra y siniestra, de acuerdo a lo que más les convenga en el momento a sus dueños.

Los periodistas que trabajan allí no desconocen quiénes son sus propietarios. ¿Por qué lo hacen entonces? ¿Acaso no tienen dignidad?

Esos hombres de prensa no parecen tener miramiento alguno, solo cierta motivación económica. Desconocen el daño que le hacen, no solo a la profesión que ejercen, sino también a la ciudadanía. No les importa… ¿No les importa?

Así el estado de cosas hoy, donde la corrupción en los medios es alarmante y abrumadora. Nada que envidiar a la clase política.

Hay una máxima que dice que “la información no nos pertenece”, sino a la sociedad toda. Es lo que deberían recordar algunos colegas en estos días... Antes de que sea demasiado tarde.

© Escrito por  Christian Sanz el jueves 05/09/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



lunes, 24 de junio de 2013

La Corrupción según Carta Abierta...


Discutiendo con Ricardo Forster: ¿Existe la corrupción K para Carta Abierta?...


Ricardo Forster es integrante del colectivo oficial “Carta Abierta”, desde donde se intenta dar un cerco discursivo a la gestión de Cristina Kirchner. Para los integrantes de esa agrupación, lo que ha hecho el kircherismo es casi una epopeya, sin fisuras, sin nada que rever.

La corrupción es apenas un esbozo de golpismo y las denuncias contra los funcionarios K son un intento fugaz de volver con “las botas” a Balcarce 50. Nada nuevo bajo el sol.

No soy un tipo necio, soy de los que reconocen algunos de los logros de este gobierno, como la conformación de la Corte Suprema de Justicia o el avance sobre los dictadores de los años 70.

Sin embargo, ello no obnubila mi criterio periodístico a la hora de observar el preocupante nivel de corrupción que embebe a ciertos funcionarios que se encuentran en el “corazón” del modelo.

Las pruebas de ello abundan: ¿Quién duda de la culpabilidad de un Ricardo Jaime, un Aníbal Fernández o de un Amado Boudou? Y ello obliga a otra pregunta: ¿Por qué el oficialismo de turno se permite la existencia de esa clase de funcionarios?

Volviendo a Forster, tuve la oportunidad de entrevistarlo el pasado sábado en el programa que conduzco, “Políticamente incorrecto”, que se emite por MDZ Radio. Allí, el filósofo se mostró molesto por el hecho de que le pregunten por la corrupción en el seno del kirchnerismo y nuestra charla terminó de manera pastosa, incómoda, infructuosa.

“Yo reconozco los logros del gobierno si quiere, pero usted reconozca la corrupción”, le dije.

No tuve suerte. Forster insiste en que todo señalamiento se trata de un show mediático que está a la altura del golpismo contra Cristina.

-“Lea nuestra carta número 13”, me dijo.

-“Ya la leí”, respondí. Y es absurdo lo que allí se sostiene.

El diálogo radial merece ser escuchado, porque muestra a las claras cómo se puede ser necio sin recurrir más que al discurso.

Todo es relativo, según Forster y sus “colegas” de Carta Abierta, todo es opinable. No es que Boudou es corrupto y no puede justificar cómo hizo su fortuna, sino que ello debe valorarse según el cristal con el que se lo mire.

Suena absurdo, claro que sí, pero es lo que dice este filósofo, a quien respeto a pesar de todo. No pierdo la fe de que alguna vez pueda caer en la cuenta de su error. Mientras tanto, me conformo en volver a escuchar una y otra vez este diálogo inconducente, pero diálogo al fin. Un regalo para ustedes, caros lectores:


© Escrito por Cristian Sanz el lunes 24/06/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


sábado, 30 de marzo de 2013

Crímenes en el Vaticano... De Alguna Manera...


Coincidencias entre Francisco y el “asesinado” Juan Pablo I…


Crímenes en el Vaticano. Albino Luciani, más conocido como Juan Pablo I, fue coronado papa en el año 1978. Al igual que Jorge Bergoglio, su discurso fue de humildad y pedido de introspección en torno a la ostentación vaticana.

Luciani rechazó la milenaria tradición de la coronación papal y también la tiara: en su lugar, optó por una simple misa de inauguración. Al igual que Francisco, en su Ángelus del 27 de agosto de 1978 —primer día completo de su pontificado— impresionó al mundo con su simpatía y simpleza. "Trataré de ser útil a la Iglesia y deseo que me ayudéis con vuestras prédicas y oraciones", dijo el pontífice entonces, casi lo mismo que repitió Bergoglio casi 35 años después.

Juan Pablo supo ostentar una imagen de hombre amable, cercano y bondadoso, lo cual cautivó al mundo entero. A su vez, su presencia cordial lo convirtió en una figura muy querida incluso antes de que se le conociera la voz.

“Al mediodía, el nuevo papa hizo su aparición en el balcón central de la basílica. Debajo, la plaza se hallaba atestada con unas 200 000 personas. Muchos millones de personas, a lo ancho del mundo, vieron en sus televisores expandirse la sonrisa natural de Luciani al estallar el aplauso de la multitud. Había salido a impartir el Ángelus, pero antes de pronunciar el sermón de mediodía deseaba dar a sus oyentes un vislumbre de lo que había sido el cónclave secreto. Después de acallarse los aplausos y los vítores, Luciani rompió de inmediato con dos tradicionales normas pontificias: el paranoico deseo de mantener el secreto con el que el papa Pablo había dictaminado los reglamentos del cónclave y el uso mayestático del «nos», muestra de la aspiración papal de gobernar sus propios territorios”, recuerda David Yallop en su libro “¿Por voluntad de Dios?”.

Como puede verse, los parecidos entre Francisco y Juan Pablo no son pocos. Salvo por una cuestión: este último solo duró 33 días en el papado y se sospecha hasta el día de hoy que fue envenenado por intentar hacer una profunda limpieza en el Vaticano. A esa conclusión llegó con gran cantidad de evidencia el referido Yallop en su obra.

“Juan Pablo I, en efecto, murió repentinamente. Murió en algún momento entre las últimas horas de la noche del 28 de septiembre de 1978 y las primeras horas de la madrugada del 29, treinta y tres días después de haber sido elegido. Hora de su muerte: desconocida. Causa de su muerte: desconocida”, revela el autor.

¿Conocerá esta trágica historia Bergoglio? Es imposible que no la tenga presente, aunque es improbable que algo así vuelva a ocurrir. ¿O no?

Francisco asume con la delicada misión de regenerar los valores de la Iglesia y hacer una suerte de limpieza en el Vaticano después de los escándalos que en los últimos meses han sacudido sus cimientos.

Si desea avanzar realmente en ese sentido, deberá pelear contra poderosos intereses, los mismos contra los que no se atrevió a meterse el renunciante Benedicto XVI.

¿Lo logrará?

© Escrito por Cristian Sanz el miércoles 20 de Marzo de 2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.