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sábado, 3 de diciembre de 2022

Un shock antirrepública… @dealgunamaneraok...

 Un shock antirrepública… 

Recinto. Diputadas y diputados rodean a la presidenta del cuerpo, Cecilia Moreau. Un clima difícil para debatir. 

Este jueves 1°, en la reunión que tenía por objeto renovar las autoridades de la Cámara de Diputados, como se hace anualmente, la oposición no dio quórum con el argumento de una supuesta parcialidad de la presidenta del cuerpo, Cecilia Moreau, en el tema de la elección de los miembros del Consejo de la Magistratura. 

© Escrito por Carlos Heller el viernes 03/12/2022 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 


Esto hizo que tuviéramos que sesionar en minoría y aplicar el artículo 37 del reglamento de la Cámara, que establece que si no se eligen nuevas autoridades continúan las preexistentes. 

A continuación se pasó a una sesión que estaba convocada para tratar un extenso orden del día, que mayormente incluía proyectos para mejorar la calidad de vida de la gente y de reconocimiento de derechos. Por ejemplo, la creación de siete nuevas universidades en distintos puntos del país. 

Pese a la ausencia de Juntos por el Cambio, esa sesión logró el quórum necesario, pero cuando comenzó irrumpieron los diputados y las diputadas de esa fuerza y generaron un clima de difícil funcionamiento, con desbordes verbales y gestualidades ofensivas sumamente graves, golpes en las bancas, gritos y gestos obscenos. 

En un momento, un grupo de diputadas del Frente de Todos se levantó y se acercó a la cabecera porque varios legisladores opositores estaban hostigando a Moreau de una manera inaceptable. Realmente, un acto de barbarie. Un verdadero shock antirrepública. 

No puedo dejar de poner este episodio en el marco de lo que hemos vivido recientemente, y que tuvo su punto culminante en el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández.

Antes de eso vimos marchas opositoras con guillotinas, horcas, bolsas mortuorias, dibujos de personas colgadas, ataúdes. O amenazas de ahorcamiento a la misma vicepresidenta, «delante del Instituto Patria o del Senado». Todo lo cual forma parte del mismo clima: no fueron hechos aislados. 

También lo podemos vincular con el inminente fallo sobre la causa Vialidad, sobre el cual Cristina Fernández dijo en su alegato final: «Esto no es un tribunal, sino un pelotón de fusilamiento». Y agregó: «Como lo dije el 2 de diciembre de 2019, al comienzo de este juicio, la sentencia está escrita. Lo que no sabía es que está tan mal escrita que la acusación es una serie de mentiras, incluso sobre hechos que no existieron». Vale recordar que días después del atentado, el diario Clarín tituló: «Cristina entre la bala que no salió y el fallo que sí saldrá». 

En síntesis, esa violencia directa, tanto física como verbal, tiene un correlato con la violencia institucional. Estamos ante una situación de gravedad institucional que debería preocuparnos.

Como en Estados Unidos, donde llegaron a tomar el Capitolio cuando el resultado electoral no favoreció a Donald Trump, o en Brasil, donde grupos opositores al triunfo del presidente electo Lula da Silva exhibían saludos nazis, aquí vemos el recrudecimiento de una derecha antidemocrática y sumamente riesgosa para el funcionamiento de las instituciones. Ante lo cual tenemos que estar en alerta. 


domingo, 24 de abril de 2022

Bailando al ritmo de CFK... @dealgunamaneraok...

Bailando al ritmo de CFK...

Gristina. Dibujo: Pablo Temes

En sectores de la sociedad se viven aires de lo que fue la crisis de autoridad asociada a la catástrofe de 2002.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 24/04/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Es cierto que, sometida a la retahíla incesante de sus enojos, disgustos y ansiedades y otros avatares de su permanente mal humor, la calidad de los ardides político-institucionales de la ex presidenta en funciones viene en picada. Cristina Fernández de Kirchner no se toma recreos. No bien da por terminado un capítulo de su pelea contra el presidente Alberto Fernández –su elegido– se apresta a preparar el siguiente y, al mismo tiempo, sostiene a viva voz su pelea contra la Justicia. Es, en rigor de verdad, lo único que le interesa. Mantener el control férreo sobre el Poder Judicial para escapar al destino de condena y posible cárcel la desvela. El crescendo de ese desvelo ha llegado a tal extremo que ya ni siquiera le interesa cuidar las formas.

En la órbita del Senado se ha cometido lisa y llanamente un fraude por orden de CFK. Se trata de la pueril jugada de fracturar el bloque del Frente de Todos contra Todos –denominación que ha dejado de ser una ironía para transformarse en una cruda realidad– para quedarse con un senador por la segunda minoría en la composición del Consejo de la Magistratura. Ese espacio correspondía al senador Luis Juez. El oficialismo pretende colocar así dos senadores afines por la mayoría y uno por la segunda minoría en el órgano encargado de la selección, nombramiento y proceso disciplinario de jueces y fiscales. Hubo un detalle que hizo aún más endeble la maniobra a todas luces espuria: el incumplimiento de los plazos establecidos para hacerlo.

La experiencia indica que del Frente de Todos contra Todos se puede esperar cualquier cosa. Lo curioso fue la tibia y tardía reacción de varios miembros de la oposición. “Hubo senadores de diferente color político, incluidos los radicales, que retrocedieron a la hora de ir contra CFK. Era el momento de programar una acción conjunta e inequívoca para marcarle la falta a la vice. Muchos se asustaron. Se derritieron ante el poder”. El autor de esas durísimas palabras fue el propio Luis Juez de acuerdo a lo confirmado por al menos tres fuentes parlamentarias. La indignación del legislador cordobés no pasaba tanto por el ardid kirchnerista sino por la falta de un apoyo contundente desde su bloque que se tradujera en acciones concretas y efectivas para detener la maniobra K.

En la Cámara baja ocurrió algo similar. Reuniones de bloque, idas y venidas incesantes que le dieron tiempo a Sergio Massa para negociar e intentar diferenciarse de la vicepresidenta. Accedió a la propuesta de Juntos por el Cambio y designó a la diputada de la UCR Roxana Reyes para integrar el Consejo de la Magistratura ampliado. La reacción de repudio para con el presidente de la Cámara baja debió haber sido inmediata.

De todos modos, la decisión de Massa enfureció a la ex presidenta en funciones, que se sintió abandonada en su cruzada por controlar el Consejo.

Ensañamiento K contra Alberto

“El único plan que desde el Gobierno se aplica sin descanso es el que busca la impunidad de CFK. En este caso la intención también tiene que ver con la suma de poderes para moverse con el desparpajo que necesitan para pisotear las instituciones”, aseguró otro legislador que no terminaba de digerir la medida.

En ese tren, la movida que rumia ahora la vicepresidenta es la ampliación de la Corte Suprema. Es una medida que busca replicar la realizada por el ex presidente Carlos Menem con el mismo afán que persigue hoy CFK: lograr una Corte adicta. Hoy es altamente improbable que esto pueda suceder. La composición de las cámaras legislativas ha dejado de estar bajo el dominio K. Habrá pues mucho ruido y pocas nueces. Lo mismo es probable que suceda con el proyecto del impuesto a la renta inesperada. Esta iniciativa va a ser agitada por el oficialismo en pos de un objetivo: la creación de un enemigo.

Este es un punto táctico clave en la estrategia para entender lo que vendrá. Lo único que puede mantener unido al oficialismo es la existencia de un enemigo. El fracaso de la gestión de AF y compañía aleja cualquier posibilidad de éxito alrededor del cual surjan coincidencias internas. La cotidianidad del Gobierno transita por un estrecho callejón en el que unos se dedican a hablar mal de los otros y viceversa. Es mucho el tiempo que se dedica a este quehacer desgastante e inútil.    

De aquí a las elecciones de 2023 todo será así, es decir, la exacerbación y la búsqueda de una Argentina binaria, de supuestos buenos contra supuestos malos.

Lo mismo sucederá en los sectores más duros de la oposición.

Sobre esto, cabalga un estado del humor social que gran parte de la dirigencia no solo política no llega a detectar. La marcha del campo organizada por la Asociación Argentina de Productores Autoconvocados –de reciente creación– es un llamado de atención. Representa no solo una protesta contra las malas políticas del Gobierno, sino también un llamado de atención a la conducción de entidades como la Mesa de Enlace que se ha visto superada por sus bases.

Se vive en muchos sectores de la sociedad un estado de situación con aires de lo que fue la gran crisis de autoridad asociada a la catástrofe socioeconómica de 2002.  

Fue el tiempo en el que el eslogan “que se vayan todos” se enseñoreó en cientos de marchas y asambleas barriales que durante meses fueron parte de aquel tiempo de angustia, indignación e impotencia de una sociedad que se sintió estafada en lo económico y defraudada en lo moral. Asistimos por entonces a la materialización de un verdadero estado pre anárquico que, en general, es el caldo de cultivo del cual emergen gobiernos de sesgo autoritario y opuestos al régimen republicano que consagra la división de poderes como lo demuestra día a día el kirchnerismo que nació de esa crisis.







domingo, 10 de abril de 2022

Ensañamiento K contra Alberto... @dealgunamaneraok...

Ensañamiento K contra Alberto...


‘Bombita”. Fernández. Dibujo: Pablo Temes

La vice está en llamas porque sobreviven en el gabinete figuras que le resultan intolerables, como Guzmán o Kulfas.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 09/04/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


La ex presidenta en funciones, Máximo Kirchner y La Cámpora están nerviosos. Una nueva etapa de la ofensiva contra el Presidente se ha puesto en marcha esta semana. “El divorcio es inevitable y sin retorno. Lo que se discute ahora son los términos de esa separación. Se puede convivir bajo el mismo techo con relativa concordia o pueden venir tiempos difíciles para todos. Parece ser que está ocurriendo lo segundo” –asegura un hombre de diálogo directo con el albertismo. Por mucho menos, al entonces vicepresidente Julio Cobos el kirchnerismo lo trató de destituyente.  

Los ejemplos sobre el estrepitoso divorcio en la cúpula del poder sobran. Los K más rancios pasaron de la expectativa ante las presiones ejercidas sobre el primer mandatario a la acción. Sin largas cartas autorreferenciales y con mensajes más cortos y contundentes salieron a la cancha nuevos-viejos interlocutores. Hay que proteger a la Reina y al Príncipe. Axel Kicillof y Roberto Feletti tomaron la posta. El gobernador bonaerense pidió al Fondo Monetario Internacional que no haya más ajuste porque en la Provincia “la situación social no da más” a la vez que el secretario de Comercio, Roberto Feletti, le advirtió al ministro de Economía Martín Guzmán que hay que tener una política económica clara sino, con el aumento de la inflación –que el propio Feletti no puede controlar –“esto se va a poner feo”.

En rigor de verdad –aseguran diversas fuentes que conocen la génesis de la puja– la vicepresidenta y los suyos han decidido acelerar el nivel de conflictividad al ver que el Presidente resiste los embates en su contra más de lo esperado. Un reconocido hombre de negocios coincidió con el diagnóstico: “Lo van a apretar contra los flejes, están jugando al límite porque Alberto no termina de definirse. No hay independencia total ni la habrá, pero tampoco sometimiento absoluto. Resiste como puede. Más allá del ruido mediático sobre la labilidad del Presidente, CFK está en llamas porque todavía sobreviven en el gabinete figuras que le resultan intolerables”, –sentenció.

El último tren de Alberto, Cristina no puede ubicar a Máximo y Macri con el corazón en Bullrich

Concretamente La Cámpora quiere fuera del gabinete al ya dado varias veces por terminado Martín Guzmán y al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas mientras mantienen en la mira al presidente del Central, Miguel Pesce. Lo que pretenden es aislar por completo a Fernández y asumir el mando de las relaciones con el Fondo Monetario de una manera más acorde con los manuales del buen populista. Si el acuerdo legislativo que respaldó la refinanciación de la deuda con el FMI enojó a Cristina Fernández de Kirchner, el incipiente lanzamiento de un grupo de irresponsables que salió a blandir la idea de la reelección de AF terminó de sacarla de quicio.

Desde el albertismo no se quedan del todo quietos. Puertas adentro celebraron la caída del ex gobernador de Entre Ríos y actual embajador en Israel Sergio Urribarri. Como no podía ser de otra manera, el Presidente le pidió la renuncia de inmediato. El mensaje que se pretende dar de cara a la sociedad es el siguiente: el kirchnerismo duro protegía y toleraba la corrupción, nosotros no vamos a proteger a nadie. Una verdad a medias teñida de épica. ¿Ese “nadie” incluirá a CFK?

La seguidilla de disgustos para la vicepresidenta no parece tener pausa. Germán Martínez, jefe del bloque del Frente de Todos contra Todos en la Cámara de Diputados, dijo que no hay tiempo para aprobar la reforma al Consejo de la Magistratura. Ésta fue una afirmación que le puso los pelos de punta a Cristina que había logrado la media sanción en el Senado. La composición actual del órgano que designa y remueve jueces surgió de un proyecto impulsado por la entonces senadora Kirchner en 2006 que, con excesiva mora, fue declarado inconstitucional por la Corte Suprema que, a la vez, le dio un plazo de 120 días al Congreso para avanzar en una nueva conformación que reemplace a la actual. Caso contrario, se deberá retornar al viejo esquema de veinte miembros con el regreso del Máximo Tribunal a la presidencia del organismo.

Hay que recordar que uno de los objetivos esenciales de CFK para volver al poder fue asegurar su impunidad ante las distintas causas por casos de corrupción que la tienen en el banquillo de los acusados. Como están las cosas hoy en día, ese objetivo parece cada vez más inalcanzable.

"Si se quieren ir, que se vayan": Alberto Fernández solo aspira a concluir su mandato

La inflación y las paritarias

Ya no es un secreto que la inflación del mes de marzo llegará al 6%. Más allá de la utilización política del kirchnerismo –que actúa como si ya no fuera parte de este gobierno– para instalar este bombazo, los números reflejan la realidad. Un economista de contacto fluido con los gremios y sectores productivos lo definió con una claridad meridiana: “Hay que poner el ojo en la paritaria para descubrir movimientos subterráneos y verdaderas intenciones. Si los gremios más combativos van por un número racional –hoy un pedido racional giraría en torno al 50%– las cosas podrían sostenerse sin mayor conflictividad; en cambio, si la pauta de negociación se eleva por encima del 50 y llega hasta el 60% las turbulencias provocadas adrede serán inevitables”.

Como se vio desde un principio, el Gobierno carece de un plan económico. Todos son parches. Las aguas revueltas por las que navega el ministro de Economía, que demuestra cada día un creciente apego a su poltrona, son fatales. La interna en el Ministerio es feroz. “Guzmán está creído que es un gran ministro. Su ambición de poder no deja de sorprender”, señala una voz que conoce al dedillo lo que pasa en el laberinto gubernamental. Las quintas columnas que fustigan su gestión se multiplican. Algunas lo hacen público, como el secretario de Comercio. Los más, lo hacen aún por lo bajo.

No hace falta ser un oráculo de la política para caer en la cuenta de que nada de lo que intente hacer el Gobierno en materia económica va a funcionar. Así como están las cosas, la Argentina no despierta el interés de ningún inversor de importancia. El gobierno de AF es y será sinónimo de fracaso.




domingo, 10 de diciembre de 2017

Creer (I)... @dealgunamanera...

Creer (I)


No puedo creer. Me gustaría. Sería más fácil creer si la verdad no importara y con la emoción fuera suficiente.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 09/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No puedo creer. Me gustaría. Sería más fácil creer si la verdad no importara y con la emoción fuera suficiente. Tengo amigos, a los que respeto intelectualmente, que me enviaron mensajes de alegría por la detención que ordenó el juez Bonadio con textos del tipo “quiero que vaya presa toda la banda, no me importa por qué causa. Perdón, no soy de Corea del Centro”.

No puedo creer en la denuncia de Nisman, a quien se elogia a la par de Pepe Eliaschev, cuando se olvida que Nisman no sólo desestimó la denuncia de Eliaschev en 2011 sino que criticó al periodista. Además, en diciembre de 2014, al mismo tiempo que escribió su denuncia contra Cristina Kirchner escribió otro documento elogiando a la ex presidenta para tener preparado el texto que le conviniera (ver e.perfil.com/rafecas), y finalmente decidió presentar lo que esencialmente había denunciado Eliaschev cuatro años antes recién cuando temió que iba a ser echado, volviendo de urgencia de sus vacaciones en medio de la feria judicial.

La memoria es siempre afectiva, un afecto corporal. Rememorar exige esfuerzo cognitivo


Tampoco puedo creer en la existencia de traición a la patria porque su sola figura jurídica resulta tan anacrónica como la categoría de “enemigos de la patria” que menciona el artículo 214 del Código Penal. ¿Enemigos de la patria son Irán desde 1994 y 1992 por AMIA y la embajada e Inglaterra desde 1982? Tengo mi propio ejemplo personal de lo arbitrario que es el uso del artículo 214 cuando, al terminar la Guerra de Malvinas, fui puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional justamente por traición a la patria simplemente porque lo que había publicado Editorial Perfil irritó a la dictadura.

Este diario fue el que difundió la denuncia de Eliaschev del pacto con Irán que hoy termina con el procesamiento de la ex presidenta. Lo hizo marcando un serio error político, develando algo que el gobierno por entonces quería mantener en secreto, dando una información relevante para el debate público, pero sin acusar al gobierno de traición a la patria, entre muchos otros motivos porque, aunque se tuvieran sobradas sospechas, aún no se había condenado al Estado de Irán ni este país nos había declarado la guerra. Si entre 2011 y 2013 se estaba cometiendo el delito de traición a la patria, Nisman y el propio Bonadio deberían haber actuado antes, en el momento en que se producía el delito.

Creer en el juez Bonadio es una tarea aún más difícil. Es uno de los pocos jueces federales designados antes de la creación del Consejo de la Magistratura, a partir de la reforma constitucional de 1994, que obliga a los aspirantes a jueces a competir en un examen. Hasta 1994 los jueces federales no surgían de un concurso sino que eran propuestos directamente por el presidente, facultad que a partir de 1994 quedó limitada sólo a los miembros de la Corte Suprema. Bonadio fue nombrado juez por Menem poco antes, en 1992, y fue sindicado como el más notorio integrante de los jueces de la famosa servilleta del ex ministro del Interior Carlos Corach, que respondían a los pedidos del Poder Ejecutivo. De hecho, antes de ser juez, Bonadio fue subsecretario de Legal y Técnica de Carlos Corach.

Tampoco creo en la victimización de Cristina Kirchner, que atribuye todos sus recurrentes problemas con la Justicia a Macri. No son lo mismo las discutibles causas del pacto con Irán y el dólar futuro que las causas por corrupción, donde las apreciaciones son más objetivas.

Por qué creen. En De memoria y reminiscencia, Aristóteles diferencia el recuerdo –que sobreviene como una “afección” donde el sujeto es pasivo– de la rememoración, que es producto de una búsqueda activa. Uno, atravesado por lo emocional, y el otro, con mayor proporción de lo racional. La memoria es de lo corporal, y la rememoración, de lo mental. A diferencia de aquello que es sensitivo, la reminiscencia demanda esfuerzo cognitivo: pensar y contextualizar. Siglos después, Freud explicó que la verdad nunca importó a las emociones.

Que vayan presos Cristina Kirchner, Zannini o D’Elía alegra el alma sin importar por lo que sea. Pero ese sentimiento es el mismo que hizo apoyar al kirchnerismo por bronca con lo anterior. Y hoy a Macri. De ilusión a desilusión van las emociones convertidas en votos y opiniones que los políticos, jueces y no pocas veces nosotros, los medios, aprovechamos. ¿Importa la verdad sobre Nisman, sobre Bonadio? ¿O sólo importa que nos sea útil a nuestros sentimientos?

Lo único que quiere el amo es que la cosa funcione y no saber por qué ni cómo funciona. El esclavo es quien se tiene que preocupar por hacerla funcionar. Pero como explicaba Hegel en “Autonomía y dependencia de la autoconciencia: dominio y servidumbre” en su libro Fenomenología del espíritu, el amo termina siendo víctima de su propia comodidad. El “esclavo” Bonadio hoy es el amo que juega con toda la clase política: ¿resulta verosímil que no haya habido especulación en el pedido de prisión preventiva de Cristina Kirchner dictado recién cuando contó con fueros después de jurar como senadora?

Macri también se transformará en esclavo de este sistema de memoria donde el cuerpo y los sentimientos no dejan lugar a la mente y el pensamiento de jueces, periodistas y ciudadanos. Donde el dolor por las agresiones del kirchnerismo sufridas durante 12 años que se siente en el cuerpo nubla la razón y hace olvidar que el propio Bonadio fue removido en la causa AMIA en 2005 y denunciado por amenazas por el propio Nisman en 2010.

"Traición a la patria" o "enemigo de la patria" son figuras jurídicas inverosímiles, arcaicas y preglobalización


Como tantas veces se sostuvo en ésta y otras columnas de Perfil, la grieta que tan útil le fue electoralmente a Cambiemos terminará haciéndolo caer en el precipicio. No sale beneficiada Argentina con la prisión de ex presidentes por decisiones que, al ser políticas, tienen otras formas de castigo, como la derrota en las urnas y la propia declaración de inconstitucionalidad que dejó sin efecto la ley del pacto con Irán votada por el Congreso. Tampoco se puede creer que todos los diputados y senadores que la votaron no fueran responsables de la misma traición a la patria porque actuaron bajo “obediencia debida” hacia la ex presidenta.

Querer creer es sólo querer. Puro cuerpo, puro afecto.

Continúa en: Creer (II)



sábado, 21 de octubre de 2017

Caso Maldonado. Seamos Humanos… @dealgunamanera...

Caso Maldonado. Seamos Humanos…


En la escena de Sergio Maldonado y su mujer custodiando durante siete horas el cuerpo hallado en el río porque no confían en nada se concentra la degradación del sistema de justicia. ¿Esa es la participación que tanto se les ha prometido a las víctimas en los procesos penales? Se le pide a la familia que sepa de peritajes, autopsias, rastrillajes. ¿Y los jueces? Además de ajustarse a protocolos y procedimientos, ¿se ponen alguna vez en el lugar de las víctimas? El caso Maldonado y la matriz deshumanizada del aparato de Justicia.


© Escrito por Irina Hauser el sábado 21/10/2017 y publicado por la Revista Anfibia de la Ciudad de San Martín, Provincia de Buenos Aires.

Sergio Maldonado y su esposa, Andrea, estuvieron más de siete horas esperando al lado del cuerpo sin vida que flotaba boca abajo en el Río Chubut sabiendo que podría ser Santiago. Decidieron quedarse ahí, como quien echa raíces en esa tierra, después de 78 días de búsqueda, porque no confían en nadie. Tienen miedo a todo. Descreen. Y con motivos. Esa imagen que trazaron de sí mismos, esperando junto a un cadáver entre el ramerío, el agua, el silencio y un grupo de agentes de Prefectura, desnuda el nivel de degradación al que ha llegado el sistema judicial, a punto tal que las víctimas deban garantizarse a sí mismas que nadie les mienta, manipule nada, ni les hagan trampa. ¿Esa es la participación que tanto se les ha prometido a las víctimas en los procesos penales? ¿Y la reparación? Está todo tan trastocado que tuvieron que recordar en voz alta que son seres humanos. Se lo dijeron a los periodistas, pero bien pudo estar dirigido a la “Justicia”.  

Es evidente que si un cuerpo aparece después de tres meses a menos de 300 metros del lugar donde la Gendarmería desató la cacería contra un pequeño grupo de la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen, algo anda mal en los tribunales y las estructuras que los auxilian. El problema es que algo anda mal desde el día uno, empezando por la obstinación de los distintos órganos del Estado en negar que los gendarmes que corporizaron la persecución en medio de la que desapareció el joven tatuador hubieran tenido algo que ver. Es un absurdo querer borrar ese papel determinante de la Gendarmería, pero el marketing político hace milagros.

“La Justicia no está preparada para investigar casos como el de Santiago Maldonado o el de Alberto Nisman”, justificó el ministro de Justicia Germán Garavano. ¿Entonces quién debe hacerse cargo? ¿Las víctimas? 

El devenir del habeas corpus y del expediente sobre desaparición forzada mostraron decenas de incordios, como la demora de cinco días en hacer rastrillajes,  en levantar rastros de los vehículos usados por Gendarmería (algo que se hizo cuando habían sido ya lavados, según denunció el defensor Fernando Machado), la tardanza en explorar el río, en obtener la nónima completa de gendarmes que participaron del operativo desalojo e irrupción en la comunidad, el secuestro de los teléfonos, sin contar la falta de aceptación sobre la validez de las declaraciones de mapuches temerosos que no querían dar su identidad, y la negativa del juez Guido Otranto a entrecruzar y analizar los llamados de los funcionarios nacionales que estuvieron en el lugar, con el jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, a la cabeza. Y ahora, un cuerpo que aparece en un lugar ya rastrillado, frente al cual la gran pregunta es: ¿Cómo llegó ahí? ¿También tendrán que responderla los familiares de la víctima?


Los ciudadanos de a pie que por una u otra razón aterrizan en un juzgado, aprenden Derecho a la fuerza. De lo contrario, la realidad los devora. Devienen expertos involuntarios que distinguen figuras penales, agravantes, entienden de peritajes y autopsias. Llega un día en que hablan como verdaderos expertos. Pero debajo de toda esa jerga, son ellos mismos: seres en toda su dimensión humana.

Los jueces y fiscales, en cambio, rara vez se toman el trabajo de aprender esa dimensión, comprenderla y acceder a ella aunque más no sea por respeto. Se quedan en el cómodo lugar de que sean los otros, las víctimas, los que deban arreglárselas para entenderlos. Están los que sostienen un pensamiento basado en la aplicación estricta de los códigos penal y procesal. En el uso de la lógica, como si se tratara de un mecanismo neutral. Si el cuerpo estaba así o asá, lo mataron, pero si estaba de tal otra forma se cayó. Como si no hubiera matices, condicionantes ni contexto. Sus Señorías se “ajustan a Derecho”. Y se acabó.

Ante la desaparición de Santiago no se trata simplemente de que el aparato judicial haya actuado de manera deficiente por error o impericia. Desde sus entrañas, ha operado una amplia paleta de prejuicios que explican el destrato padecido por la familia (además de la falta de resultados): si Santiago es artesano y tatuador es hippie; si es hippie, es vago; si se instala a convivir con la comunidad Pu Lof en Resistencia, es porque no tiene nada que hacer en la vida; su familia debe ser como él; critican porque sí (no importa que buscan a un ser querido); los mapuches son peligrosos, no colaboran, mienten, ponen obstáculos, son violentos, sólo les importa defender el territorio (nada menos, propiedad originaria).

Una mirada despojada de prejuicios en tribunales hubiera llevado a tomarle declaración testimonial a la familia de Santiago en el primer momento para preguntarle lo básico: cómo es físicamente, sus rasgos de personalidad, conocer su historia. Eso sucedió después de más de dos meses, ya con el nuevo juez Gustavo Lleral. Pero antes, los familiares fueron tratados casi como unos sospechosos más, igual que los mapuches. Otra muestra de degradación judicial. Una investigación que toma ese punto de partida está lejos de ser íntegra y profunda. Si lo fuera, entendería, además, que acercarse a la comunidad originaria no es simplemente sentarse a tomar mate con ellos sino empezar por entender su historia y sus reacciones. Son los pobres de los pobres del país, los marginados al extremo. Es evidente que no va a ser fácil el diálogo. Pero las autoridades han preferido verlos como demonios, enemigos públicos.

En una época se discutía si los jueces debían tener en cuenta el contexto social, histórico y político a la hora de tomar sus decisiones. ¿No es una obviedad que debería ser así? También debería ser una obviedad el cuidado y respeto que merecen las víctimas en un país donde este año se aprobó una ley que les promete protección integral y una comprensión completa del lugar que les toca ante distintos tipos de delito.

¿Cómo confiar si el Gobierno se la pasó enviando funcionarios a meter ojos y manos en la causa? Y tuvieron las puertas abiertas: participaron de rastrillajes en los que la familia no pudo estar. Gonzalo Cané (secretario de la Corte en uso de licencia), cuya función en el ministerio de Patricia Bullrich es mantener relación con el Poder Judicial; Daniel Barberis, a cargo de asuntos de violencia institucional; Noceti, que daba instrucciones a las fuerzas de seguridad. La gran preocupación oficial siempre fue instalar que el Gobierno no tuvo nada que ver. El juzgado y la fiscalía, en el informe enviado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se hicieron eco.

¿Qué clase de jueces/as queremos?

Hace algunos años cuando los aspirantes a jueces iban a entrevistas públicas en el Consejo de la Magistratura, en la etapa final de sus concursos para llegar a la toga, se les hacían preguntas sobre derechos humanos. El respeto a la dimensión humana era mínimamente contemplado al pensar el perfil de un juez. Ahora eso ocurre a duras penas. Les preguntan si están de acuerdo con la ley de flagrancia (atrapar a alguien cometiendo un delito, hacer un juicio exprés y mostrar eficiencia), si les parece atinada la reforma procesal para generar un sistema acusatorio (que a la corporación judicial y al Gobierno no le gustan porque da poder a los fiscales), qué piensan de las cautelares que se dictan en distintos puntos del país, o qué opinión les merecen la validez de decretos del gobierno de Mauricio Macri que se han judicializado. En el Consejo de la Magistratura, Cambiemos tiene mayoría y las preguntas están destinadas a prever si los candidatos fallarían como ellos quieren. Una de las pocas preocupaciones, en especial planteadas por las consejeras mujeres, apunta a casos de violencia de género. No se han visto u oído otra clase de interés por las víctimas.


Es común que en las provincias los poderes judiciales locales y federales afincados en ellas convivan de manera muy íntima con las fuerzas de seguridad que los asisten. En Esquel, la Gendarmería es casi parte de la familia del juzgado. En otros lugares pasa lo mismo. Eso puede explicar cierta resistencia a avanzar hacia determinadas hipótesis. Pero no puede justificar los destratos y la exposición de las víctimas a la revictimización.

Detrás de la escena  que muestra a Sergio y Andrea parados junto al cadáver por horas hay cenizas, aún, de un sistema judicial que en dictadura, ante los habeas corpus, actuó como muralla pero también tuvo sus exponentes cómplices con el terrorismo estatal. A ese sistema en descomposición le sobran botones de muestra. Lo que sucede en Jujuy con Milagro Sala, por ejemplo. La justicia jujeña, buena parte, hace lo que el Gobernador Gerardo Morales pide. Es así se simple. Su primer acto de gobierno fue armarse una Corte a medida y nombrar como sus integrantes a dos de los diputados que habían votado su ampliación. Desde ahí, todo fue posible, hasta la vuelta violenta de Sala a la prisión de Alto Comedero la semana pasada. O lo que pasa en Comodoro Py, frente a cualquier expediente que tenga que ver con gestiones pasadas que puedan colaborar con minar carreras electorales o intervenir en internas partidarias.  Qué importa. Los jueces tienen una concentración extrema de poder que es la base de su perdurabilidad. Hacen lo que quieren, ya no importa qué es delito. Presionan, extorsionan. Sólo importa el efecto.

Esa es la matriz deshumanizada de nuestros tribunales, del aparato de Justicia. La que garantiza el incumplimiento de las obligaciones del Estado, entre las que está la reparación a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Lejos de eso, la revictimización es el aumento del daño, a manos del propio Estado. De eso hablan los familiares de Santiago Maldonado cuando piden que los miren como las personas que son, con derechos y sentimientos, debiendo lidiar con escenas macabras. A eso se refieren cuando dicen que no pueden confiar en nada.