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domingo, 25 de noviembre de 2018

Después del Museo Malvinas, el historiador y novelista Federico Lorenz quiere dirigir el Nacional de Buenos Aires… @dealgunamanera...

Después del Museo Malvinas, el historiador y novelista Federico Lorenz quiere dirigir el Nacional de Buenos Aires…

Aspirante a rector entre otros seis candidatos, Lorenz cree que la gran visibilidad y el capital simbólico del CNBA desdibujan su misión en la educación de vanguardia. Fuente: Diario La Nación. Crédito: Santiago Filipuzzi

En septiembre de este año, el historiador y escritor Federico Lorenz (Buenos Aires, 1970) renunció a su cargo como director del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Aunque desde varios sectores se atribuyeron razones políticas a esa decisión (Lorenz había accedido por concurso a la dirección del museo en 2017), el autor de “Los muertos de nuestras guerras” declaró que lo habían motivado dos cuestiones. Una, vinculada a la muerte de su padre, era de índole personal y la otra estaba asociada a su primera y más fuerte vocación: la docencia.

© Escrito por Daniel Gigena el 22/11/2018 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Acompañado por una decena de profesores, presentó ahora su proyecto de gestión institucional en calidad de candidato para el cargo de rector del Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA). "Se trata de una institución compleja, de gran visibilidad pública y de enorme capital simbólico, lo que muchas veces desdibuja lo que debería ser: un establecimiento de educación secundaria, dependiente de una universidad nacional, y de vanguardia pedagógica", dice Lorenz en conversación telefónica con La Nación.

Desde el martes se encuentra en Chubut, donde participa del Foro de Estudios sobre Historia Reciente organizado por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco en la sede de Comodoro Rivadavia.

Este año, poco antes de su renuncia a la dirección del Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur Lorenz dio a conocer: En quince días nos devuelven las islas  (UNR Editora), un ensayo-ficción donde conjetura qué ocurriría si el gobierno británico decidiera restituir las Malvinas a la Argentina. Mientras tanto, escribe un libro sobre el rol de los docentes de escuelas secundarias en el siglo XXI, que será publicado por Paidós a inicios de 2019. En el museo, como director interino, lo reemplaza Gustavo Álvarez Rodríguez.

El escritor e investigador egresó del CNBA en 1988 y, desde 2008, es profesor de Historia Antigua y de Historia Argentina y Mundial Contemporánea. Deberá competir con otros seis candidatos que aspiran a suceder al profesor Gustavo Zorzoli en su cargo. El hijo de Lorenz también se formó en esa prestigiosa institución y su hija cursa el tercer año.

No es muy auspicioso el contexto en que se anuncian las candidaturas para dirigir el "Colegio", como se lo conoce en círculos académicos y entre graduados. Con tomas que se extienden en el tiempo, denuncias de abuso hechas por estudiantes en actos de graduación y reiterados episodios de violencia, el CNBA fue noticia a lo largo de 2018. "Del Colegio siempre se dan informaciones como esas y las críticas de algunos comunicadores ya son parte del folclore. Sin embargo, son muchas las familias que quieren que sus hijos se formen en el Nacional y la institución se da el lujo de elegir a los estudiantes mediante un exigente curso de ingreso. Debemos usar esa fuerza para impulsar un pacto de convivencia", arriesga Lorenz.

Fuente: Archivo - Crédito: archive

Entre sus propuestas, que se pueden leer en la página web del CNBA, figuran una evaluación institucional para impulsar una reforma del plan de estudios, el cumplimiento de la ley sancionada en 2006 que establece la Educación Sexual e Integral, la creación de un Museo del CNBA y la crítica de la idea de meritocracia. "Hay muchas presunciones y mandatos que pesan sobre los estudiantes que asisten al CNBA; nosotros queremos reemplazar la meritocracia por una épica de la solidaridad que toda institución pública debería alentar", señala.

La prehistoria del CNBA se remonta a los tiempos de la colonia, cuando en el predio de la Manzana de las Luces funcionaba el Real Colegio de San Carlos. Luego de la emancipación de la corona española, la institución adoptó otros nombres hasta que, por decreto del presidente Bartolomé Mitre, se creó el CNBA en 1863. Desde entonces se lo conoce como "el colegio de la patria", destinado a la formación de dirigentes. En 1911, fue incorporado a la Universidad de Buenos Aires por decreto del presidente (y exalumno) Roque Sáenz Peña. El actual edificio del CNBA (Bolívar 263) fue proyectado por el arquitecto francés Norbert Maillart. Su construcción costó fortunas, duró más de veinte años y se lo pudo inaugurar recién el 25 de mayo de 1938. En julio de 2016, el presidente Mauricio Macri lo declaró monumento histórico nacional.

Varios libros reconstruyen la historia del CNBA. Entre ellos, se pueden mencionar Breve historia del Colegio Nacional de Buenos Aires (Juvenilia Editores), de Horacio J. Sanguinetti, que fue rector de esa casa de estudios por un extenso periodo a partir de 1983, y, más reciente, el de Alicia Méndez, El Colegio. La formación de una elite meritocracia en el Nacional Buenos Aires (Sudamericana). "El Colegio es una personalidad espiritual. En él se formaron los próceres de la independencia, la hueste civil de Echeverría que dictó la Constitución Nacional, los organizadores del 80, y muchedumbre de sabios, artistas, profesores, magistrados y hombres útiles a la República", escribió Sanguinetti.

Con una importante carrera docente, Lorenz fue también alumno del Colegio, adonde asisten sus hijos. Fuente: Diario La Nación. Crédito: Santiago Filipuzzi

"Al comenzar a transitar el armado de esta propuesta de gestión, recibimos recomendaciones de colegas, que se pueden sintetizar en que nuestro mayor desafío sería volver a hacernos sentir a todos parte de un proyecto colegial. Algo se rompió en el colegio que teníamos y no va a ser fácil recuperarlo", admite Lorenz. Consultado sobre la decisión de aspirar a conducir el CNBA por cuatro años, agregó: "Mantengo muy buena relación con estudiantes y colegas, y mi único capital es la legitimidad que siento que tengo para funcionar como puente entre ellos". Según él, los adultos muchas veces olvidan que el CNBA es un colegio secundario al que asisten menores de edad que necesitan reglas claras y consensuadas. Más de 2100 estudiantes y alrededor de 350 profesores al frente de cursos habitan el Colegio Nacional de Buenos Aires en los tres turnos diarios. En ciento cincuenta años de historia, tuvo poco más de cincuenta rectores. Hasta ahora, solo dos fueron mujeres.

El próximo miércoles 28, una junta integrada por profesores, estudiantes y graduados elevará una terna de candidatos al Consejo Superior de la UBA, organismo que decidirá quién regirá los destinos del CNBA entre 2019 y 2023. El nombre del rector o de la rectora se conocerá entre diciembre y los primeros meses de 2019. El inicio del ciclo lectivo en la institución en la que se formaron Bernardo Houssay, Alfredo Palacios, Alberto Vanasco, Martín Caparrós, Ana María Shua, Mario Bunge y Alberto Kornblihtt, entre tantos otros cuando eran adolescentes, está previsto para el 3 de marzo.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Soviético... De Alguna Manera...

Soviético...


Cabría preguntarse por qué lo llaman “soviético”. Lo de “ruso” es previsible, es un apodo que suele darse en la Argentina a los judíos askenazis. En el caso de Axel Kicillof, a quien Cristina Kirchner insiste en italianizar llamándolo Kichiloff (sic), además de “ruso” le han colgado lo de “soviético”, una sugestiva pirueta más o menos macartista que juega con el combo ruso judío, ruso de Rusia y, además, ruso soviético.


La nación soviética se extinguió en 1991, aun cuando el Partido Comunista originariamente fundado por Lenin, suprimido por la restauración capitalista en 1991 y refundado en 1993, retiene hoy 92 de las 450 bancas de la Duma y 460 de los 3.787 legisladores de los parlamentos regionales, tras el 23,19% de los votos obtenidos en las elecciones parlamentarias de 2011. En las presidenciales de 2012, el candidato del PC ruso, Guennadi Ziuganov, logró sólo el 17,2%, mientras que Vladimir Putin se alzó con el 63,6%.

¿Responde acaso Kicillof a lo que significaba ese PC de la URSS que monopolizó el poder entre 1917 y 1991? Con lo de “soviético” se pretende formatear la imagen del economista argentino en clave de radicalidad ideológica; ¿sería un “comunista”? Claro que no lo es, aunque no parece tener inquietudes religiosas, puesto que el miércoles juró por la Patria, sin mencionar a dios alguno. A los 42 años, este egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires se reconoce en una corriente que anima los medios universitarios de Estados Unidos y Europa bajo el temiblemente reduccionista apodo de “neokeynesianos”. Dicho sin vueltas, Kicillof expresa la resurrección de la vieja creencia en un Estado que asigna más y mejor los recursos que el hoy denostado mercado. En las universidades occidentales hay académicos convencidos de la superioridad del socialismo, al que se arribaría previo paso por una fornida experiencia de intervención estatal.

Ya desde fines de los años 70 del siglo anterior, revistas marxistas europeas y norteamericanas aludían al “estatalismo”, una versión si se quiere más densa y exigente que el mero y superficial estatismo. Se trata de una compacta convicción en dicha superioridad del Estado para fijar e implementar políticas, haciendo caso omiso a las presiones y/o necesidades de los actores privados. Un caso verdaderamente aleccionador de esta deriva es la hoy indescriptible Venezuela, con un Estado grueso, fofo y, además, intimidatorio. ¿Es Kicillof, entonces, un chavista argentino? Error. Son situaciones y paradigmas diferentes. El chavismo rojo-rojito, además de fenomenalmente incompetente en la gestión cotidiana del Estado, es mucho más castrista que peronista. El peronismo tiene una larga tradición de acomodamientos y zigzagueos respecto de los paradigmas marxistas. Ferozmente anticomunista desde 1945 y hasta por lo menos 1960, practicó a partir de aquel año diversas y ambiguas danzas nupciales con el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda.

Kicillof, que nada tuvo que ver jamás con la vieja izquierda, no debería alarmar ni irritar a quienes pretenden seguir adhiriendo a una mirada convencional del peronismo como fuerza alejada, a la vez, del socialismo marxista y del capitalismo liberal. Lo que tienen en común hoy estas variopintas formas de cuestionamiento del mercado y de la iniciativa privada es, precisamente, su pesada e irredenta fe en el Estado, no la opción por un socialismo que en ninguna parte del mundo se ha demostrado sustentable. Estudiosos como Kicillof no podrían ignorar que los modelos dictatoriales aún sobrevivientes (China, Vietnam, Cuba, Corea del Norte) son irremediablemente extravagantes y obsoletos para la Argentina.

Sin embargo, esos socialismos de mano dura se asumen con naturalidad como todopoderosos capitalismos de Estado. Son regímenes estatalistas puros y duros en los que el mercado es manejado desde grupos gobernantes excluyentes y muy concentrados. La centenaria idea soviética, de cariz colectivista y ambiciones de minucioso igualitarismo social, discurrió como economía de guerra en la Rusia atrasada de 1917, pero dos décadas más tarde lo soviético se transformó en feroz dictadura concentracionaria. Tal vez nada habría sido diferente si Lenin, en lugar de morir en 1924 a los 54 años, hubiese vivido dos o tres décadas más. Stalin fue la versión gruesa y feroz de un modelo de pensamiento esencialmente enamorado de la verdad poseída por minorías iluminadas, las vanguardias esclarecidas del proletariado.

De soviético, nada, pues. Kicillof es un lector de Marx convencido de que la deriva al liberalismo tras el derrumbe mundial del cínicamente llamado “socialismo realmente existente” a fines de los años 80 fue un hiriente traspié ocasional, que ya se ha superado. Ese es el problema cardinal: más y no mejor Estado; mercados, sí, pero relativamente, bajo condición de que admitan una musculosa conducción estatal con su secuela interminable de permisos, autorizaciones, normas a ser dadas desde un gobierno enorme y muy inmiscuido en la cotidianidad. Lo soviético hoy no existe, si es que alguna vez tuvo vida.

El mito y el horizonte imaginario es el Estado, poderoso, enorme, generoso, dispendioso, magnánimo y con recursos inagotables. Esta es la clave; no hay a la vista utopías míticas convincentes, sino un retorno indulgente al viejo útero colectivo nacional, rincón proveedor de esperanzas siempre renovadas. Hasta el próximo derrape.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 24/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires .

Links: www.pepeeliaschev.comTwitter: @peliaschev


domingo, 29 de septiembre de 2013

Manual de instrucciones para tomar un colegio… De Alguna Manera...

Manual de instrucciones para tomar un colegio…


Cómo destruir la educación pública. Los penosos hechos ocurridos en mi querido Colegio Nacional de Buenos Aires, y las tomas de algunos establecimientos secundarios porteños, me han motivado a escribir las siguientes reflexiones…

Estimado alumno: si Ud. quiere tomar un colegio debe estar dispuesto a violar las leyes. Sí, y no sólo las leyes que impiden la utilización del patrimonio público con fines facciosos, sino también los tratados internacionales de derechos humanos que defienden el derecho a la educación. Debe estar dispuesto a violar los derechos de todos y cada uno de sus compañeros a educarse. El derecho de los docentes a trabajar. En suma, el derecho constitucional a “enseñar y aprender”, fundamento de todo lo bueno que tuvo y aún tiene nuestro país.

También debe tener en cuenta que la toma ha de tener un objetivo importante. Por ejemplo, que no se aplique una reforma educativa votada por el Congreso de la Nación. ¿Argumentos? Los diputados no representan a la ciudadanía. ¿A quién se le ocurre que alguien que es votado por la ciudadanía represente a los ciudadanos? De ninguna manera. Quienes verdaderamente representan al pueblo son los menores de edad en asamblea. Sí, en asamblea convocada para decidir si se acata o no la ley. Piense cómo hemos evolucionado, estimado alumno. En la antigua Roma, el senado estaba integrado por los senex (ancianos) que no entendían nada de la vida. En la Argentina Ganada, las leyes que votan los senadores sólo son aplicadas si pasan el filtro de la asamblea adolescente.

¿Le quedó claro? El sistema representativo no sirve, pero no sea tan extremista en este concepto. Recuerde que siempre es mejor que las tomas se hagan en períodos electorales. No deje que le vengan con el verso del voto a los 16. Eso es una trampa para incluirlo en el sistema, para que participe de la república, para que canalice sus expectativas por vías burocráticas y renuncie a los beneficios de la acción directa.

Otra cosa: piense que ese señor que trabaja y paga impuestos al salario, no tiene derecho a que funcionen los colegios que se sostienen con su contribución. Ese señor es un esclavo del capitalismo y debe ser liberado, adhiriendo en forma indeclinable y democrática a lo que decide la asamblea adolescente.

Si por casualidad le parece que la reforma educativa que motiva la protesta es inconstitucional y viola algún derecho, ni piense en ir a la Justicia. Después de todo, la propia Presidente de la Nación dice que es una corporación golpista. ¿Qué se puede esperar de quienes se arrogan la facultad de decidir qué leyes se cumplen y cuáles no? De ninguna manera, la Justicia no se deja en manos de terceros, la Justicia Legítima se hace por mano propia.

Ahora bien, con la toma no basta. También hay que tener la valentía de destruir un templo religioso y perderse en el anonimato, mientras las llamas de la inquisición estudiantil hacen su tarea. No se trata de ofender a un culto o poner en peligro el patrimonio histórico y cultural de la Nación. Se trata de demostrar que la asamblea adolescente está por encima de todo.

Ahora imagine, estimado alumno, que luego de seguir las humildes sugerencias de este manual, los niños y jóvenes argentinos abandonan la educación privada y acuden masivamente a las aulas de la escuela pública. ¿Lo cree posible?.¿Cree que de una vez por todas llegaremos a ver el fin de los capitalistas de la educación? Ud. puede, si se lo propone.

Por último, estimado alumno, tenga siempre presente que las humildes sugerencias de este manual sólo pueden llevarse a cabo ante la pasividad y negligencia de las autoridades públicas, y, desde ya, ante la ineptitud de sus propios padres.

©  Escrito por José Lucas Magioncalda el sábado 28/09/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Críe cuervos... De Alguna Manera...

Críe cuervos...


Críe cuervos. A sus hijos no les exija nada. No les ponga ningún límite. No sea autoritario ni padre castrador de su creatividad. Hijos de tigre. Sea compinche, cómplice de sus ocurrencias. Sea canchero, piola. Vaya a la toma del colegio y apoye la profundización de las medidas y que también corten las calles. Corra a su hijo por izquierda. Dígale que no sea pecho frío, que se la juegue. Que no sea reformista. Saque pecho y cuéntele con orgullo que en su época armaban bombas molotov como si fueran sándwiches y que los más valientes mataban policías. Si cuarenta pibes toman el colegio a la noche, y lo decide una reunión de 200 sobre un total de 2.200 alumnos explique  que la asamblea es soberana y que se deben acatar sus decisiones si no quiere ser carnero, traidor o botón. Dígale que esa es la verdadera democracia, la democracia directa.

Críe cuervos. Fomente que su hijo no respete una sola regla. Que se cague en las normas de convivencia y en la ley. Si está en contra del pensamiento religioso porque lo considera un opio de los pueblos, incítelo a que profane los lugares y elementos sagrados para millones de personas y que no sea tibio. Recuérdele que a los tibios los vomita Dios. Que intente prender fuego a la iglesia más antigua y hermosa de la ciudad. Que utilice los bancos de madera para eso. Que orine y cague el altar y que no se olvide de pintar alguna genialidad del tipo: “La única iglesia que ilumina es la que se prende fuego”. Eso sí, que sea con aerosol colorado al grito de abajo los burgueses, anarquía o muerte. Si su hijo no tuvo el coraje de participar que por lo menos no sea buchón. Que sea buen compañero y oculte el nombre de los responsables.

Críe cuervos. Comente con sus amigos lo genial y vanguardista que es su hijo. Confiese que tiene ganas de fumarse un porro con él. Que el otro día le robó plata de su billetera, pero usted se hizo el boludo para no hacerlo sentir mal ni frustrarlo. A lo sumo háblelo con su psicoanalista. O mándele un mensaje por Facebook. Usted sabe que chupa un poco, tres o cuatro noches por semana, pero que eso es parte de la vida. ¿O vos nunca te pusiste en pedo? Dedíquele tiempo a su hijo. Ayúdelo para que complete su posgrado en transgresión.
No se quede en el chiquitaje. Ofrézcale cocaína. Hay que probar de todo en la vida. Si rompe su teléfono celular, cómprele un iPad. Si se olvida el iPad en un boliche, mándelo de vacaciones a la India. La meditación ante todo. Si no estudia tenga una actitud comprensiva. ¿O vos nunca te llevaste una materia? Ni se le ocurra mandarlo a laburar, como le aconseja el troglodita del abuelo. Bastante tiene con la Play que aún no puede dominar.

Críe cuervos. Vaya al colegio y pregunte por qué persiguen a su hijo. Denuncie al rector por reaccionario y autoritario. Pida que la toma sea por tiempo indeterminado. Delante de su hijo diga que los profesores son unos inútiles y unos ignorantes. Y que no saben comprender que su hijo es un superdotado. Amenace a la profesora de Historia. Si puede, métale un cachetazo ejemplificador. Dígale a su hijo que es una histérica que necesita alguien que se la… bueno, usted me entiende. Un poco de sexo. Y ríase a carcajadas con su hijo. Y si la docente insiste en sus actitudes represivas, péguele una paliza brutal para que aprenda. Pasó ayer en Ezpeleta y está en la tapa de un diario. Es real, no le hablo de utopías.

Críe cuervos. Si su hijo atropella, mata y arrastra a un ciclista durante kilómetros arriba del capó del auto, juegue a fondo. Diga que el ciclista era un padre de familia que iba bien temprano a trabajar por un lugar donde no debe transitar y que el muy turro le pegó un tremendo bicicletazo al auto de su hijo. Si su hijo no podía estar parado y tenía más alcohol en sangre que un tonel, minimice el hecho, justifíquelo y recurra al manual del buen padre que le comenté hace un instante. Repita conmigo: ¿Y vos nunca te tomaste una copita de más?

Críe cuervos. Mienta en todo. Vivimos en un Estado burgués y capitalista cuyos pilares son el engaño y la codicia. Así que todo vale. No se le ocurra pagar algún impuesto. Si el padre de un amigo le cuenta que está agobiado y a punto de cerrar la zapatería por la asfixia fiscal, cuando se vaya dígale a su hijo: “Sólo a este boludo se le ocurre pagar impuestos”. No lea un libro jamás en su presencia, es contagioso. Tome todo tipo de medicamentos delante suyo para que él pueda observar lo fácil que se resuelven las cosas. Predique con el ejemplo. Su hijo aprenderá más de lo que usted hace y no tanto de lo que usted dice.

Críe cuervos. Diga todo el tiempo: “¡Qué país de mierda que tenemos!”. Sostenga que a todos los que les va bien los ayudó la suerte o algún acomodado. Y que si usted tuvo algún fracaso es por culpa de los demás, porque no se bancan su brillante coeficiente intelectual y lo envidian. Por eso lo quieren escarmentar. Y si las cosas empiezan a complicarse, no dude en romper el vidrio en caso de emergencia: diga que todo lo malo que le pasa es por culpa del imperialismo, las corporaciones, los fondos buitre y Magnetto. No solucionará ningún problema, pero calmará sus culpas.

Finalmente, amigos, sepan que cada padre tiene los hijos que se merece. Críen cuervos.Pero, por favor, no se quejen el día que les saquen los ojos.



© Escrito por Alfredo Leuco el domingo 29/09/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 29 de abril de 2013

Yuta... De Alguna Manera...


Yuta…  

¿Qué pensará Axel?...

Llamó al adusto policía. Le pidió que actuara. Iba y venía. Hacía que hablaba por su celular. Se sentaba. Se ponía de pie. Daba órdenes. Apuntaba con el índice. Corbata con nudo corazón, trabita para ajustarla a la camisa, mirada pretendidamente incendiaria, retrato arcaico; era la imagen de una época lejana. Le importaba mucho que la policía actuara, ya, sin demoras. Se conducía como jefe de la Mazorca ordenando pronta represión. A su lado, verlo a Axel Kicillof daba un poco de vergüenza y mucha tristeza. Cabizbajo, el profesor Kicillof empequeñecía ante la exuberante exhibición de fuerza de su jefe. Nunca se vio con tanta claridad el vasallaje abyecto de un intelectual voluntarioso y soberbio, domado por los modales cuarteleros de un comisario rústico y explosivo.

El desembarco de Guillermo Moreno, llevando como cachorro silencioso a Kicillof, la noche del jueves 25 en la asamblea de accionistas del Grupo Clarín fue una clase maestra del modo de operación de quienes gobiernan la Argentina desde hace nueve años y 11 meses. Cada vez que el desaforado Moreno se dirigía a la mesa que conducía la asamblea, aludía a su supuesta condición de propietario de la empresa. “Nosotros tenemos”, “nosotros somos dueños de”; sus ametrallamientos retóricos evocaban el sueño dorado de la confiscación.

Impresionan el rictus y el recurso policial, el pedido a los uniformados para que intervinieran. ¿Razones? El pobre viceministro Kicillof habría sido destratado. El otro integrante del patibulario trío, Daniel Reposo, un mediocre esperpento bochado por mentiroso e incapaz cuando Cristina quiso designarlo procurador general de la Nación, en lugar de Esteban Righi, ministro del Interior del presidente Héctor Cámpora en 1973, se quejaba de que habían “atentado” contra él.

Esa noche en la asamblea del Grupo Clarín fue una foto rotunda de los ribetes mussolinianos que hoy se advierten en la conducta de los jerarcas la Casa Rosada. Desencajado, histérico, incoherente, el zar Guillermo Moreno me hizo acordar a ese policía italiano que Gian Maria Volonté interpretó magistralmente en Indagine su un cittadino al di sopra di ogni sospetto (“Investigación de un ciudadano libre de toda sospecha”), la inolvidable película de Elio Petri estrenada en 1970. Patán, gesticulante, rudimentario pero inconsolablemente policíaco, Moreno no es Moreno. Moreno es los Kirchner, un poco sobreactuado tal vez, pero exponente fiel de esa estirpe de poder grueso y beligerante esculpida en la ventosa Santa Cruz desde hace un cuarto de siglo.

Kicillof, que desde sus años dorados en las aulas del Colegio Nacional de Buenos Aires ha quemado sus pestañas leyendo a Marx, parecía entre embelesado y preocupado. Convertido en “che pibe” de Moreno, recibió una clase de ejercicio del poder en condiciones de extrema rusticidad, como si el secretario de Comercio Interior lo hubiese arrastrado diciéndole “vení pibe, te voy a enseñar cómo se hacen las cosas; acompañame, que esta noche te demuestro cómo nos llevamos puesta a la Corpo y hago que encima se mueran de miedo, vas a ver, vení conmigo…”.

Afuera de la asamblea empresaria, la ciudad hervía.

Veintidós grupos de tareas, cada uno de los cuales no contaba con más de veinte ejecutores, desarrollaban su anunciado plan de colapsar Buenos Aires, demencial forma de reclamar por el espacio público. Debidamente instruida por la Casa Rosada, la Policía Federal participó integralmente de los bloqueos de esquinas y barrios, con su proverbial eficacia para que nada ni nadie perturbara el objetivo de enloquecer a millares de personas que pretendían cumplir con sus rutinas.

Imposible, colapsada, caótica, intransitable, la Buenos Aires de cada día se ha convertido ya en aquella Ciudad Gótica de Batman en la que el Guasón atrapa al poder, suelta a los presos de las cárceles y desencadena el mal total. La idea es hacer imposible a la ciudad de Buenos Aires, atormentarla con una dieta cotidiana de trampas y seudoprotestas. Uno de los 22 piquetes custodiados por la Policía Federal cortó calles reclamando, por ejemplo, la restitución del monumento de los caciques de la cordillera, supuestamente desplazado del Parque los Andes.

Pero ni Moreno ni la Federal pudieron evitar la epifanía ya legendaria de Hernán Lorenzino, huyendo de una periodista griega que le preguntaba por la inflación. Los países y los pueblos siempre encuentran momentos y circunstancias paradigmáticas. Los regímenes en el poder también terminan registrados por frases imborrables. El “me quiero ir” del ministro de Economía de Cristina Kirchner es y será la luz de la verdad profunda. Sincericidio o acto fallido, adquiere el valor del no retorno. Entre los alaridos de Moreno contra el Grupo Clarín, su insistente pedido de intervención a la policía, los grupos de tareas pudriendo la vida de la Ciudad con unos “cortes” que hacían recordar las acciones callejeras de las “milicias” en la Argentina de 1973-1976 y la fuga de Lorenzino, que se vio y escuchó en todo el mundo, los triunfos legislativos del oficialismo para armar una Justicia ya totalmente adicta o al menos castrada, se hizo evidente la taciturna verdad de un ocaso, que no será precipitado pero tampoco evitable.

El pasado muerto se resiste a tomar nota de su deceso. Los países cambian sin darse cuenta de que esas transformaciones sólo aguardan ser certificadas. Cuando a los que mandan se les desfleca la tropa en la propia costra de funcionarios importantes, es porque el final ha comenzado, aunque tarde, a concluir.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 28/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.