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domingo, 12 de febrero de 2012

Cipayos y Cipayas II... De Alguna Manera...

Refutación a la refutación sobre Malvinas...

 Jorge Lanata y Mempo Gardinelli...

La anterior columna generó la respuesta del escritor Mempo Giardinelli. Aquí, la réplica que ratifica la idea de que hay que integrar a los isleños y no hostigarlos.

Decidí seguir el consejo de Daniel Filmus (lo recomendó por Twitter) y leí una nota de Mempo Giardinelli publicada por lanacion.com titulada “Refutación a Jorge Lanata sobre las Malvinas”, respondiendo a una columna de mi autoría publicada en PERFIL, “Cipayos y cipayas”. Como no puedo suponer que los lectores de PERFIL lean siempre La Nación, y Giardinelli planteó el debate desde ahí, voy a reproducir algunos de sus planteos:

Yo sostengo que “pensar, en la Argentina, se parece a un delito” y Giardinelli dice que no, hablando de “miles de colegas que en este país diariamente dicen y escriben lo que se les ocurre y se les antoja”. Lamentablemente, Giardineli no entendió la metáfora: no hablo de un “delito” literal; obviamente, nadie ha ido preso por sus pensamientos (por ahora, habrá que ver qué pasa cuando se aplique la Ley Antiterrorista), pero es evidente que la capacidad del Gobierno de respetar opiniones contrarias es igual a cero. Para citar al vicepresidente, si el “poskirchnerismo es un acto de traición”, qué queda para los que ni siquiera son K. El Gobierno usa discrecionalmente el aparato de medios estatales y paraestatales como parte de un fenomenal grupo de propaganda dedicado, básicamente, a destruir cualquier crítica en base a la extrapolación de frases sueltas, la manipulación y la información falsa. Ese es el rol de Diego Goebbels en los canales 7 y 9, de Javier Ramero en Internet, de la SIDE en Miradas al Sur y de los grupos de Sergio “Honesty” Szpolski y el tándem Vila-Manzano. A eso me refiero con “delito”: a la acusación –a veces encubierta, otras explícita– de traidor vertida sobre todos los que piensan distinto.

Giardinelli sostiene que “el aislamiento de los isleños no es obra de nuestros gobiernos sino un hecho incontrastable. Y es que son una isla”, dice. Ok, Giardinelli no es muy bueno haciendo chistes, pero más allá del juego de palabras, con ese criterio habría también que aislar a Tierra del Fuego. ¿Habrá notado Giardinelli que se trata de otra isla? Todo esto viene a cuento de que en mi artículo de marras propuse integrar las islas, no aislarlas. Y me permito repetir brevemente el razonamiento: se posee un territorio por la guerra o por la paz; por la guerra ya sabemos cómo nos fue, y vivimos aún hoy esas consecuencias. Antes de Galtieri había vuelos de Aerolíneas, oficinas de YPF e YCF y mayor relación con la población civil. Médicos que hagan residencia en sus hospitales, estudiantes que vengan de las islas al continente, trabajadores temporales en uno y otro lado, vínculos culturales y económicos y el paso del tiempo son la única manera de recuperar las islas. Prohibir el desembarco de buques pesqueros con bandera malvinense es un truco para la gilada: se tarda diez minutos en cambiar la bandera por otra “de conveniencia”, de Panamá o Liberia, por ejemplo, y seguir pescando. Lo de los buques está en la línea del papelón protagonizado por la Presidenta el martes, cuando anunció que se dará a conocer el informe Rattenbach (fue publicado en 1988 en su totalidad y parcialmente el año anterior por Siete Días y Página/12) y que se denunciará ante la ONU la “militarización de la zona”: la base militar de Mount Pleasant, con 3 mil soldados ingleses, existe desde 1982. En cualquier momento, Cristina también anuncia la publicación del Martín Fierro.

Giardinelli discute además mi afirmación de que “la política de Argentina hacia las Malvinas es una locura, errática y sin sentido”, diciendo que es una “exageración” y que se pueden discutir muchas decisiones presidenciales, pero no calificarlas como “locura”. Lamentablemente, leyó apresurado: hablo de la política de la Argentina, y no de Cristina en particular. Quizá Giardinelli no lo notó, pero Argentina y Cristina no son lo mismo. Me refiero en esa frase a la política del Estado argentino en su historia, frente a un hecho que trasciende a este gobierno: y sí, fue errática, una locura; pasamos de la integración a la guerra, de ahí a los ositos Winnie-the- Pooh, al desinterés y ahora al aislamiento retórico. Hay una Argentina más allá de Cristina, aunque cueste creerlo.

Dice Giardinelli que frivolizo la cuestión, cuando me pregunto qué haríamos con los kelpers si mañana recuperáramos las islas: ¿les daríamos Planes Trabajar o tarjetas SUBE? Hay algo curioso: los argentinos hablamos de las islas como si nadie viviera en ellas. Las Malvinas son una abstracción que nos enseñaron en el colegio; un lugar perdido donde no vive nadie.

Los ingleses repiten que, si los kelpers lo deciden, comenzarán la discusión sobre la soberanía. ¿Cuál sería la posición argentina frente a ese caso? ¿Pueden los kelpers decidir sobre su propio destino? Si recuperáramos las islas, ¿los tomaríamos como esclavos? ¿Ellos decidirían plebiscitar su destino frente a un pueblo que perciben como hostil? Nadie, ni el Gobierno ni la oposición ni Giardinelli parecen tener respuesta a esto.

© Escrito por Jorge Lanata y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 10 de Febrero de 2012.

domingo, 5 de febrero de 2012

Cipayos y Cipayas… De Alguna Manera...

Cipayos y Cipayas…

 Arturo Jaureche.

El aparato de propaganda estatal acusó a Jorge Lanata de "vendepatria". Cómo detectar traidores.

En la Argentina tratar de pensar en libertad se parece cada día más a un delito; discutir es un verbo que ha caído en desuso: nadie discute, se acusa, se señala, se grita.

El aparato de propaganda estatal tiene una actitud canina: está vigilante, atento, dispuesto a ladrar ante cualquier intrusión. La Patria tiene copyright, el campo nacional y popular tiene alambrado y los dueños de la verdad ya hicieron la escritura.

Es gracioso que un de-sobediente como Jauretche se haya transformado, hoy, en un ícono de la obsecuencia gubernamental. Eso habla, también, del nivel de ignorancia y manipulación: los chicos de La Cámpora deben creer que Jauretche es un modisto francés: consumen Jauretche pasado por la procesadora de Aníbal Fernández.

Fue justamente don Arturo quien introdujo en el ensayo político argentino la palabra “cipayo”. “Cipayo” proviene del persa, sipahi, y así se llamaban los miembros de la tropa de caballería de elite, una de las seis divisiones de caballería del ejército del Imperio otomano. En el Imperio británico llamaban cipayos a los nativos de la India reclutados al servicio del Reino Unido, Francia y Portugal.

Cipayo es el nacional que pelea a sueldo por el enemigo. Yo, que he sido comunista y terrorista en la época de Alfonsín, narco, trolo y falopero en la de Menem, golpista en la de De la Rúa, mercenario, esbirro de Magnetto y pro milico en la de El y Ella, soy ahora “cipayo” para el aparato de propaganda estatal.

El bautismo sucedió luego de que The Observer publicara en Londres, el domingo pasado, mis opiniones sobre Malvinas:

“Las Malvinas son parte de nuestra imaginación, estamos cegados por años de retórica”, dijo el cipayo.

Trataba de plantear lo siguiente: la manera de “argentinizar” las islas es integrarlas, no aislarlas; vetar los permisos de pesca es una maniobra imbécil y menor: tardan diez minutos en cambiar la bandera de conveniencia y siguen pescando. Lo que hay que hacer es poblar Malvinas, integrarlas: médicos argentinos trabajando en sus hospitales, malvinenses estudiando en Gallegos, trabajadores temporales en uno y otro lado. Crear lazos verdaderos y no retórica en tribunales internacionales que no sirven para nada.

Porque si mañana, por milagro, recuperáramos las islas, ¿qué haríamos con los 2 mil tipos que viven ahí? ¿Fusilarlos? ¿Darles planes Trabajar? ¿Tarjetas SUBE?

El aparato estatal reaccionó de manera coordinada: los programas de Diego Goebbels y la web de Javier Ramero (no es error de imprenta, Ramero, porque de eso trabaja) coincidieron en acusarme de cipayo.

Las voces críticas del oficialismo me hicieron reflexionar. Aquí van algunos datos que pueden servir como detector de cipayos en la Argentina:

Sólo un tercio de las 500 empresas más grandes del país son argentinas: según el Indec, sobre ese total apenas 176 son de capitales locales. La transnacionalización de la economía, iniciada en los 90, siguió aumentando con El y Ella.

Desde la reunión en 2010 de Ella con Peter Munk, el presidente de la Barrick Gold, el diputado Miguel Bonasso viene denunciando los compromisos K con las mineras. Un informe técnico publicado en 2005 advirtió que la superficie de los glaciares disminuyó entre el 56% y el 70% por las actividades en Pascua Lama y Veladero. Barrick actúa en connivencia con los gobiernos de San Juan y nacional.

En Catamarca denunciaron la aplicación de la Ley Antiterrorista contra asambleístas que se expresaron contra la ley minera en la provincia. Fue la primera vez que se aplicó la norma negociada por la Argentina con el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI).

En 2009 la Argentina condenó duramente el golpe de Estado en Honduras y dio apoyo político internacional al reclamo del destituido mandatario, Manuel Zelaya. Ahora el canciller Timerman hijo tuvo un encuentro con el presidente golpista Porfirio Lobo Sosa y afirmó que “se busca establecer un diálogo productivo y de cooperación”. En 2010 la misma Cancillería había condenado las violaciones a los derechos humanos en ese país.

Grupos económicos de Canadá, Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña y Suiza controlan en la Argentina el mercado del litio, denominado “el petróleo que viene”.

En los últimos dos años se han registrado inversiones por exploración por alrededor de 100 millones de dólares, en una riqueza que contienen los salares locales calculada en 260 mil millones de dólares.

El 30% del litio se destina a la producción de baterías para autos y productos electrónicos de consumo masivo, otro 20% a la producción de aluminio, un porcentaje similar a la confección de vidrios y cerámicas y el resto a la fabricación de lubricantes.

En Salar del Rincón (Salta) explota el litio Ady Resources, una firma australiana.

En el Salar de Olaroz (Jujuy) operan Orocobre, asociada a Toyota, y Minera Exar, vinculada con Mitsubishi.

En el Salar de Hombre Muerto, entre Catamarca y Salta, opera Rodhini Lithium, canadiense.

En los salares Incahuasi, Pocitos y Arizano, Exar. En el Salar Centenario (Salta), Bolera Minera, vinculada con la francesa Bolloré y Pininfarina, que también lo hace en el Salar Chancarí, en Jujuy.

En las Salinas Grandes, de Salta y Jujuy, explota el litio South American Salars, australiana.

En el salar salteño de Uyuni lo hace Minera del Altiplano, de la norteamericana FMC.
En el Salar de Pozuelos, la compañía coreana Ekeko. Y en el Salar de Llullaillaco (Salta), Minera Solitario Argentina, de la canadiense TNR Gold.

La merluza, columna vertebral de la actividad pesquera, se encuentra en peligro de extinción. Los buques asiáticos, en su mayoría chinos, depredan en nuestro mar la merluza y su principal alimento, el calamar.

De 95.000 buques pesqueros registrados en el mundo, 210 son argentinos y 40.000 son chinos, y la mayoría navega en el área austral. Entre 2 mil y 4 mil de estos buques pescan calamares en la milla 201 al norte de las Malvinas y también dentro del territorio argentino, porque los controles son inexistentes o ineficientes.

En Tierra del Fuego se firmó recientemente un convenio con Tdfeyq (Tierra del Fuego Energía y Química, de capitales chinos) para instalar una fábrica de fertilizantes para soja en Río Grande, que incluye la provisión de gas a 1,80 dólares por millón de BTU, mientras el precio internacional es de alrededor de cinco dólares. La oposición juntó 30 mil firmas que pedían una consulta popular sobre el asunto, pero fue ignorada.

“La presidenta Kirchner es no sólo una gran amiga mía sino también de los Estados Unidos”, dijo Barack Obama en noviembre del año pasado frente a una Cristina sonriente como Susanita en una tira de Mafalda.

“No se puede pasar por alto el liderazgo de los Estados Unidos a nivel global”, afirmó Ella.

Ahora ponga su detector de cipayos a funcionar y fíjese para dónde señala la flecha roja.

© Escrito por Jorge Lanata y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 5 de Febrero de 2012.