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domingo, 27 de junio de 2021

Empresario Obispo. Eurnekian: "Quiero ser enterrado en Malvinas"... @dealgunamanera...

Eurnekian: "Quiero ser enterrado en Malvinas"...


Tumbas. Eduardo Eurnekian frente a una de las centenas de cruces argentinas en Malvinas. Fotografías: CEDOC Perfil 

Una historia de vida que cruza las identidades nacionales, los sentimientos y resulta un paradójico espejo de la Argentina de las últimas décadas.  

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 27/06/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

El viernes en la sede de la embajada británica en Buenos Aires, el embajador Mark Kent, en nombre de la reina Isabel II, concedió a Eduardo Eurnekian la medalla de Oficial de la Orden del Imperio Británico, por sus servicios a las relaciones entre el Reino Unido y la Argentina. 

El embajador que el miércoles próximo regresa a Londres después de cinco años de representar a su país en Buenos Aires, dijo que clausuraba con esta ceremonia sus años de gestión marcados por el acercamiento entre dos países que se enfrentaron en un guerra. Visiblemente emocionado Mark Kent dijo: “Sin usted, Eduardo, la relaciones entre Inglaterra y Argentina no hubieran sido las mismas”.

Condecorado. Eurnekian junto a Mark Kent, embajador inglés.

La Guerra de Malvinas fue en 1982, quince años después los cuerpos de los soldados argentinos caídos en combate en las islas no tenían un cementerio y como gesto de distención Inglaterra propuso que Argentina construyera en Malvinas un monumento funerario con tumbas para cada argentino. Nadie de los gobiernos argentinos de 1999 y 2003 se interesó: Malvinas era una causa que todos preferían no recordar al mismo tiempo que nuestro país atravesaba la peor crisis de su historia con cinco presidentes en una semana. La embajada inglesa buscó empresarios dispuestos a donar el costo del cementerio y Eduardo Eurnekian fue quien aceptó afrontar la obra  y durante estas dos últimas décadas facilitar los recursos para que los familiares pudieran viajar a las islas a visitar la tumba de sus seres queridos. 

Esos acercamientos humanitarios sumados a los encuentros de militares de ambos bandos confraternizando varias décadas después, fueron aminorando la visión hostil que los kelpers tenían hacia los argentinos  y sin borrar las heridas de la guerra, la que los argentinos tenían hacia Inglaterra.  

Maradona. Mark Kent contó que, paradójicamente, en su última semana como embajador recibió la mayor cantidad de periodistas requiriendo su comentario al cumplirse los 35 años del gol de Maradona a la selección inglesa. Al polifacético Eurnekian también lo atraviesa esa historia. Cuando era textil y fabricaba las zapatillas Puma como Maradona era la cara de su marca generaron una amistad. Años después siendo dueño de Aeropuertos recibió a Maradona que regresaba de un viaje del exterior y el futbolista le dijo: “Eduardo acá me tenés que hacer un monumento”. Eurnekian le respondió que sí y tras su muerte lo hizo fabricar para cumplir su promesa. La estatua que eligió hacer construir es del gol conocido como  “la mano de Dios”, pero cuando la fue a colocar en el aeropuerto de Ezeiza le dijeron que se trataba de un mal ejemplo por ser un gol con la mano. Eurnekian hizo hacer otro monumento de Maradona con la pelota en los pies y puso en su propia casa el monumento de Maradona con “la mano de Dios”.

 

Darwin. El cementerio se encuentra en la isla Soledad. 

De Armenia a Malvinas. El padre de Eduardo Eurnekian fue un inmigrante armenio, una colectividad que se mantuvo unida en su diáspora por todo el mundo tras el genocidio que realizó Turquía a principio de siglo pasado.  

La historia de Armenia  es milenaria: es el jardín del Edén de la Biblia y en su monte Ararat fue donde Noé posó su barca después del Diluvio universal. El siglo XX fue especialmente complejo tras el genocidio, la Primera Guerra Mundial y luego la anexión a la ex Unión Soviética como uno de estados.  

En Argentina viven alrededor de 80 mil armenios, la mayoría llegados a principios de siglo pasado siendo  la tercera mayor comunidad de armenios del mundo. Fiel a la tradición de solidaridad con su tierra natal y su gente Eurnekian se convirtió en el mayor inversor extranjero en la actual República de Armenia incluyendo además el aeropuerto de su capital Ereván. 

 

La visita de parte de los familiares de los 227 soldados que pudieron ser identificados. 

Y hasta que llegara a su vida la posibilidad de construir el cementerio argentino en las islas Malvinas Eduardo Eurnekian siempre pensó que que deseaba ser enterrado en Armenia junto a sus familiares. Pero un día visitando el cementerio argentino en Malvinas vio que una tumba de un soldado estaba vacía. Preguntó qué había pasado y le explicaron que los familiares llevaron los restos de ese soldado a la Argentina y Eurnekian sin pensarlo dijo: “en esa tumba que quedó vacía, quiero ser enterrado yo”. 

Eduardo Eurnekian cuenta que en la casa de su padre los domingos se juntaban a almorzar otros parientes llegados de Armenia y tenía un tío que era del Ejército de Salvación. Cada domingo al terminar el almuerzo el tío salía a la vereda, se subía a una silla, comenzaba a predicar y lo terminaba rodeando la gente del barrio para escuchar su sermón.  

Ese tío le insistía siempre al  padre de Eduardo Eurnekian que ese niño de 10 años tenía dotes para ser obispo y lo tenía que enviar a estudiar teología. No fue obispo sino empresario, pero algo de obispo le quedó. 

 

En Malvinas. Eurnekian y los dos últimos embajadores ingleses Robin Christopher y Mark Kent visitan el monumento funerario.

Su  discurso. 

Cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel...” 

Las palabras que Eduardo Eurnekian leyó durante la ceremonia en la embajada inglesa: 

“Aún tengo presentes los pasos previos que me llevaron a participar en el ‘Proyecto Cementerio Darwin’, en memoria de los soldados argentinos caídos en las islas. 

Fue el 14 de julio de 1999, fecha en que los cancilleres Di Tella y Cook firmaron la resolución conjunta que delegó en los familiares de los muertos en las islas, la responsabilidad por el mantenimiento y cuidado del cementerio militar. 

Posteriormente, recibí el llamado  de Sir Robin Christopher, embajador a la sazón del Reino Unido en la República Argentina, convocándome para la construcción del nuevo monumento funerario, y finalmente, el 13 de septiembre de 2016, la resolución Foradori-Duncan, dio lugar a la identificación de los cuerpos sepultados en dicho cementerio de Darwin. 

En este contexto, fue para mí un privilegio ser vehículo de consuelo, en medio de tanto luto y dolor. Estos gestos, sumados a los conmovedores reencuentros protagonizados por soldados de ambos países  son prueba de que la paz es un bien, una virtud un proceso dinámico y constructivo, que requiere un continuo cuidado de las causas que la perturban. Tenemos sobradas pruebas de la relación global que vivimos, y los procesos  que  la fomentan: asistencia humanitaria, así como el intercambio de bienes, servicios, información, ciencia y tecnología. 

 

El presente nos impone, que seamos capaces de articular lo diferente, según un proyecto común que no pueda ser separado, a riesgo de perder la confianza entre las naciones. 

Señor embajador más allá de los puntos de vista particulares, nos encontramos frente a seres humanos caídos en cumplimiento del deber, y en  dramáticas  circunstancias, por la furia destructiva de la guerra .de un lado y del otro. 

Recordar el pasado, es comprometerse con el futuro, y es por eso mismo que el Cementerio de Darwin se levanta como  un  ‘Monumento a la Paz’. 

Quienes aprecian la vida, saben que los derechos y diferencias se pueden defender y dirimir en términos civilizados, humanos sin renuncia, pero evitando la barbarie. 

Con palabras del poema de Jorge Luis Borges puedo decir que: 

“A nuestros soldados les tocó una época extraña, hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez – cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel”. 

Hago votos para que nunca se marchiten las energías creadoras de nuestros pueblos, y que todos los testimonios que podamos dejar, sirvan de estímulo para continuar sosteniendo los pilares y la complementación fructífera entre ambos países”. 

 

Familiares de los soldados argentinos visitan su tumba en Malvinas.

 



 

lunes, 9 de noviembre de 2020

Dos excombatientes de Malvinas son candidatos al Nobel de la Paz… @dealgunamanera...

 Dos excombatientes de Malvinas son candidatos al Nobel de la Paz… 


Los ex combatientes promovieron la identificación de soldados enterrados sin identidad en el cementerio de Darwin Fotografía: Gentileza Diario La Capital. 

Julio Aro y Geoffrey Cardozo impulsaron el proceso de identificación de los soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas.

© Publicado el lunes 09/11/2020 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Los ex combatientes promovieron la identificación de soldados enterrados sin identidad en el cementerio de Darwin Fotografía: Gentileza Diario La Capital. 

Julio Aro Geoffrey Cardozo, excombatientes en la Guerra de Malvinas, serán candidatos al premio Nobel de la Paz 2021, según notificó el Comité Noruego del Nobel, que cada año entrega el galardón en Oslo.

El argentino y el británico recibieron la nominación por impulsar el proceso de identificación de los soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas.

 

Aro comenzó a promover el trabajo de identificación tras un viaje en el que visitó el cementerio de Darwin en 2008, y descubrió que casi la mitad de las tumbas tenían a un soldado desconocido, con la leyenda "soldado argentino solo conocido por Dios".


A 38 años de la Guerra de las Malvinas: el horror de la contienda en 26 fotos


Fue a raíz de esto que se reunió con veteranos de guerra británicos y allí conoció a Cardozo, que se había encargado de recoger a los muertos argentinos en la guerra y brindó información clave para la identificación. Así surgió en 2009 la fundación No me olvides, que devolvió la identidad a decenas de caídos argentinos en las islas.

 

En 2017, 88 héroes argentinos recuperaron su identidad gracias al trabajo de su fundación, que involucró a los gobiernos de Argentina, Reino Unido, la ONU y el Comité Internacional de la Cruz Roja, como así también del Papa Francisco.


Encuentran la cédula militar de un excombatiente de Malvinas en un sitio de subastas


El ex combatiente argentino, que es además profesor de educación física dijo que tanto el cómo Cardozo están "muy contentos”. “Ya hablé con Geoffrey, que también está enterado. Las mamás también. Tengo el celular repleto de mensajes que me rompen el corazón. Me tratan como a un hijo y eso me emociona muchísimo", dijo a diario La Capital de Mar del Plata. 



Aro aseguró estar “muy emocionado” por esta posibilidad, aunque destacó que el agradecimiento de las familias y las madres de los excombatientes por haber devuelto la identidad a los soldados ya es un premio: “Ya tenemos un premio noble que nos da paz: el abrazo y agradecimiento de las madres y las familias”.






martes, 2 de enero de 2018

Los chicos argentinos del capitán británico en Malvinas: "Cada vez que identificaba a un caído, era una fiesta"… @dealgunamanera...

Los chicos argentinos del capitán británico en Malvinas: "Cada vez que identificaba a un caído, era una fiesta"…

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos (Foto AP)

Una entrevista con el oficial del Ejército británico que trabajó en el proceso de desenterramiento, identificación y enterramiento de los caídos en el archipiélago.

© Escrito por Natasha Niebieskikwiat el martes 02/01/2018 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Capitán del Ejército británico hacia 1982, Geoffrey Cardozo llegó a las Malvinas con 32 años. Entonces tenía una misión: preservar la disciplina entre las fuerzas reales del Reino Unido, Cardozo suele explicar que los soldados siempre quedan con una sensibilidad mayor después del combate y ello puede generar problemas internos, como el alcoholismo, depresión o exceso de entusiasmo.

Contenerlos fue su misión original. Sin embargo, el destino hizo que terminara involucrado en otra misión: la de encontrar, exhumar y volver a enterrar en Darwin los cuerpos argentinos que quedaron dispersos por los campos de batalla de todas las islas.

Fue Cardozo quien levantó el emblemático cementerio donde yacen los argentinos que pudieron ser enterrados. Son 230 tumbas, algunas de las cuales tienen más de un resto. Entre ellas 121 no se habían podido identificar. A las que pudo, entonces, les hizo grabar el nombre y apellido del soldado encontrado. A las que no, les puso la ya conocida placa que rezaba la leyenda "soldado argentino sólo conocido por Dios".

El año pasado, Cardozo colaboró con el histórico trabajo del Comité Internacional de la Cruz Roja, que hacia fin de año logró identificar 88 restos entre 122 muestras diferentes de cuerpos sin nombre y que se pudieron inhumar para ser analizados. Aquí se reproduce una extensa entrevista que Clarín le hizo desde Buenos Aires a Londres sobre aquella experiencia única con los muertos argentinos en la guerra, y a quienes con respeto y afecto él llama "mis chicos". Se reproducen también imágenes del llamado "Informe Cardozo" sobre el proceso de desenterramientos y enterramientos.

Primer Plano de Darwin, elaborado por Geoffrey Cardozo al finalizar la guerra de 1982.


Aunque se recibió con alegría, en Argentina sorprendió que se identificaran sólo 88 restos de los 122 que fueron exhumados y analizados entre 121 tumbas ¿A usted qué le pareció ese número? 
Esperable. Yo no soy un científico forense. Tuve una educación normal. Pero después de 35 años, que podamos lograr un resultado tan exitoso, para mí es un milagro. Hice ese trabajo con dificultad en 1982 y 1983, y cuando encontré mi primer cuerpo, vi que era muy difícil identificarlo con el viento, con el frío, con la nieve… También tenemos que tener en cuenta que los chicos tenían múltiples capas de ropa y en general guardaban sus objetos muy adentro de ellos. Era una escena de posguerra, no una escena del crimen. No era una investigación policial o forense. Era algo normal después de un conflicto, pero me ha dicho la Cruz Roja que fue extraordinario ver los resultados.

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos.

¿Qué tendría que haber pasado para el número de identificados fuera más alto? 
Que hubiera un equipo de científicos argentinos en 1982, datos dentales, huellas dactilares… Yo tenía mi determinación y mi amor por los hombres, nada más. Tenía problemas para identificarlos, y cada vez que podía identificar uno de mis chicos era una fiesta, euforia, un Eureka. ¡Era maravilloso! “Aquí está su hijo, sabemos quién es”. Hubo otros de los que no podía ver nada. Porque estaban en el suelo desde hacía tres e 3 o 4 meses, bajo la nieve. Yo tengo las fotografías aquí y nunca, nunca, las daré a conocer. Ellos pudieron verlas en mi computadora… Pero no quiero que nadie las vea. No eran cadáveres muertos hacía una hora. A pesar de esto, yo los he puesto en una sábana blanca de plástico para tomar sus vestidos, ver qué había en sus bolsillos.

Darwin Primer Plano y un primer listado de los argentinos enterrados allí. Esto es pare del "Informe Cardozo"

No tenían los instrumentos de hoy día, claro.

Era muy difícil. Pero no teníamos en particular técnicas de Rayos X, muy avanzadas, que nos permitieran ver si había algún objeto en capas muy profundas de su ropa. Estuve en la morgue con la Cruz Roja estaba con ellos para ver los primeros cuerpos que se exhumaron (se refiere a los trabajos de identificación del CICR de este año). En las primeras semanas para mí todo muy conmovedor. Después de 35 años ver a mis chicos salir y ver a los científicos de la Cruz Roja, los argentinos también. Eran los mejores… Hicieron un trabajo maravilloso con los cuerpos. Eran muy profesionales, muy bien equipados. Tenían rayos X. Y había un tipo en un rincón de la morgue con una computadora. Podíamos ver cada cosa que había en el cuerpo. Yo estaba tan avergonzado de ver que yo no había observado… no sé, una lata, por ejemplo. Y ver este objeto en la computadora.... El equipo de la Cruz Roja estaba todo vestido de blanco, como una sala de operación especial. Había un silencio maravilloso, respetuoso. Yo podía oír al doctor decir a su colega “cuchillo, tijeras”, como en las películas. El doctor con la enfermera hablando… Es un monólogo del doctor, del profesor, pidiendo objetos para ayudarlo con la operación. Un silencio, sólo estas palabras cortándolo. El hombre de la computadora con los Rayos X. 

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos.

¿Usted llama "mis chicos" a los argentinos caídos en Malvinas?
Sí. Una pequeña armada de personas huérfanas, unos abandonados en los que nadie estaba interesado. Eran mis chicos. Ahora están con sus familias. Tienen nombres. Tienen padres. Pero en esta época eran cuerpos, eran chicos, mis chicos.

Usted está conmovido por todas las historias, pero ¿cuál recuerda que lo sorprendió en aquel momento?
Era un momento muy doloroso para mí. Teníamos dificultades técnicas logísticas a causa del tiempo, del frío con viento. Yo tenía que ir a una pequeña isla, la isla de Borbón, y la isla de Jasón, para ver el sitio del choque de un Jet.

¿Se refiere al Learjet comandaba el vice comodoro Rodolfo de la Colina que al ser derribado murieron también los mayores Marcelo Pedro Lo tufo y Juan José Falconier, el suboficial Principal Francisco Tomas Luna y Suboficial Ayudante Guido Antonino Marizza?
Exactamente. Me acuerdo muy bien de ese día (en los primeros meses de 1983) No podía llevar a ninguna otra persona conmigo. Era solamente el piloto de un pequeño helicóptero y yo. Los otros de mi equipo, de mi grupo, estaban trabajando en Darwin. Yo estaba solo. El helicóptero me quedó cerca del avión, y yo tenía una radio para llamarlo cuando terminase. Estuve solo durante 2 horas, para ver lo que podía hallar en este avión. Había 2 o 3 personas, que estaban ahí desde hacía cinco meses. Había cuerpos entrelazados y una pila de huesos de extremidades mezclados. No podía separarlos. Era un momento muy difícil para un ser humano. No había viento, era muy pacífico, un cielo azul. Había dos o tres albatros. Yo estaba ahí, totalmente solo, para recoger estos huesos, estas extremidades, para ponerlos en una bolsa. Creo que fue el momento que más problemas psicológicos me podría haber dado. Pero yo soy fuerte...

Geoffrey Cardozo. El británico que levantó el cementerio de Darwin para los caídos argentinos (Foto AP)

¿Qué opina de algunas denuncias e investigaciones de que también en el sector de identificados habría algunas inexactitudes y cambios por parte de la comisión de familiares?
Usted tiene mi informe, con mi firma. ¿No? Esa era la situación en febrero, cuando terminé mi operación. Yo no estuve involucrado más tarde. La última vez que estuve en Malvinas fue en febrero de 1983. Lo que pasó más tarde, yo no lo sé. Pero cuando yo saludé el cementerio y tomé el avión de vuelta a Inglaterra, el cementerio estaba ahí con cruces blancas. No sé lo que pasó después. Hay dos tumbas con dos cueros y otra con cuatro cuerpos, el caso de los tripulantes que estaban totalmente entrelazados, y yo no podía decir “esta es la mano de tal hombre, tal es la pierna de otro”. Estos dos hombres, en un caso, y cuatro en otro caso, yo los puse en una tumba conjunta. Hay algo semántico aquí. Yo he utilizado la expresión “tumba conjunta”. No es una fosa común. La palabra “fosa común” es muy desagradable, de limpieza étnica. Es de Auschwitz. No es la palabra precisa. Es “tumba conjunta” la mejor descripción. Un lugar muy pequeño y con dos o tres cuerpos. Porque eran tripulantes que estaban juntos. Mi madre y mi padre están en una tumba conjunta, no en una “fosa común”. Es algo común en cementerios de todo el mundo. Yo soy muy sensible a estas cuestiones. 

El entonces capitán del Ejército británico, Geoffrey Cardozo, en Malvinas.



Unos acusan a la Comisión de Familiares de haber cambiado nombres de tumbas identificadas en 2009, por ejemplo, cuando se construyó el nuevo Cementerio.
Sí, yo no estaba aquí, no lo sé. No es mi informe. No me involucré en la cuestión de qué tumbas iban a ser inspeccionadas, qué cuerpos exhumados por la Cruz Roja. Estos detalles que habían sido acordados, no sin dificultad, entre los 2 gobiernos, en la presencia de la Cruz Roja. No es mi asunto. Yo soy un simple soldado.

¿Usted peleó en la Guerra de Malvinas?
No, pero le cuento algo interesante. Para ustedes, los argentinos, el conflicto se terminó con la rendición de las tropas en las islas (14 de junio de 1982). Para nosotros, duró hasta octubre, noviembre, porque esperamos las noticias de Argentina de una cesación de hostilidades que nunca venía. Había una atmósfera de guerra para nosotros. Estábamos como esperando que “en un minuto viniera un Pucará, un Mirage argentino”. La guerra para nosotros duró mucho más. Yo tengo una condecoración de las Malvinas, porque estaba ahí en el período oficial de la guerra, para los ingleses. Pero no participé del conflicto. Otros compañeros sí, pero no yo.

Quizá por eso también usted se encuentra en una posición afectiva distinta
Yo llegué ahí con la misión de encargarme de la disciplina a nuestros soldados. Era mi papel. Cuando termina una batalla, un conflicto, los soldados son muy vulnerables. Tienen tanta sensibilidad... Hay un sentimiento de euforia. “Yo he sobrevivido, no estoy muerto”. Una adrenalina en las venas de cada hombre, lo que puede resultar en problemas muy difíciles: raptos de demasiado alcohol, de combate entre hombres. Este era mi trabajo. No estaba ahí para encargarme de los cuerpos. El asunto de los cuerpos era algo que se produjo más tarde. Teníamos ingenieros militares británicos que estaban en el campo, en los alrededores de Stanley, de Puerto Argentino, para hallar minas. Campos minados. Minas que los argentinos habían puesto para defender sus posiciones y nuestros ingenieros estaban trabajando para tomar estas minas, muy peligrosas. Ellos fueron los que hallaron los primeros cuerpos. Yo estaba en mi oficina, en el cuartel general, y recibía mensajes de estos hombres. “Ey, Capitán, hemos hallado un cuerpo. ¿Qué hacemos?” Yo tomaba un helicóptero para ir al lugar para enterrar al pobre chico que habíamos hallado. Yo hablo de “mis chicos”. Eran “mis chicos” en este período.




domingo, 31 de diciembre de 2017

¿Qué es malvinizar?... @dealgunamanera...

¿Qué es malvinizar?...

2016-01-12. Rindiendo honores a Nuestros Héroes de Malvinas. Cementerio de Puerto Darwin. Fotografía: Luis A. Capomasi

Frente al fuerte debate abierto en la posguerra entre quienes calificaron la guerra de Malvinas como una “gesta patriótica” y aquellos que la presentaron como una “aventura irresponsable y criminal” de una sangrienta dictadura militar, malvinizar es recuperar el verdadero significado de la causa Malvinas en nuestras vidas personales y en nuestra historia nacional.


© Escrito por Mario Flores (*) el jueves 02/04/2015 y publicado por el Diario Río Negro de la Ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, República Argentina.

Después de todo, la propia historia de Malvinas no empieza ni termina en 1982: las islas fueron usurpadas en 1833 y desde aquel entonces nuestro país reclama por su integridad territorial. Por ello malvinizar es “poner las cosas en su lugar”:

• es denunciar públicamente la vigencia de un enclave colonial dentro de nuestro país a inicios del siglo XXI;

• es condenar públicamente que estemos obligados a usar el pasaporte para entrar a las islas;

• es conocer el significado y alcance del justo reclamo nacional de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares que las circundan;

• es entender que la causa Malvinas es mucho más que la guerra; Malvinas resume la larga lucha del país por obtener su plena soberanía económica, política, cultural y territorial;

• es saber que las Islas Malvinas son argentinas desde 1810 por haber sido parte del territorio del Virreinato del Río de la Plata y tener en cuenta que, al momento de reconocer la independencia argentina (1825), el Reino Unido no las reclamó;

• es dimensionar las iniciativas de Miguel Fitzgerald en 1964 y de quienes conformaron el “Operativo Cóndor” con el fin de reafirmar la soberanía nacional en 1966;

• es comprender el éxito que significa para la diplomacia nacional lo dicho por la resolución 2065 de la ONU cuando “invita a ambos gobiernos a continuar con las negociaciones a fin de encontrar una solución pacífica al problema”;

• es rechazar la militarización británica del Atlántico Sur y el principio de autodeterminación de los pueblos porque los isleños de hoy son los descendientes de los británicos que expulsaron a las autoridades argentinas y a quienes ya vivían en las islas en 1833;

• es separar el amor por la bandera de una sangrienta dictadura militar repudiada masivamente por las mayorías populares;

• es dimensionar que aquellos soldados, hoy ya veteranos de guerra, no son ni fueron chicos de la guerra;

• es denunciar públicamente el ocultamiento posbélico sufrido por veteranos de guerra y familiares de caídos a comienzos de la democracia;

• es responsabilizarse como sociedad por los suicidios de veteranos de guerra ocurridos desde 1982 a la fecha;

• es querer la vida e historia de los hijos de esta provincia caídos en combate;

• es sancionar públicamente la ausencia de la bandera argentina en el cementerio de Puerto Darwin, único caso a nivel mundial que desconoce una práctica asiduamente utilizada en los cementerios militares;

• es actualizar cotidianamente el valor de la entrega de los soldados que desde 1982 custodian el Atlántico Sur. Para honrar la memoria de los caídos no alcanza con declamar que las “Malvinas son argentinas”.

Por todo esto hoy tenemos que hablar de Malvinas, recordando a los caídos y, fundamentalmente, también teniendo en cuenta el peso que la definición de esta causa tiene en el presente y en el futuro de nuestro país. De ella podría depender la soberanía argentina de lo que señalamos como nuestro sector antártico, por ejemplo.

Para finalizar, me gustaría recordar una frase dicha por don Felipe allá por 1985: “La soberanía nacional está en grave peligro. Si en pocos años más no desarrollamos la Patagonia, la presión de las potencias ante la escasez de alimentos y energía puede hacernos perder este inmenso espacio vacío, porque los costos de una conquista serán menores que los de no disponer de los bienes que tiene nuestro sur”.

“Todavía no se entiende que, cuando la Patagonia tenga por lo menos cinco millones de habitantes y una economía poderosa, las Islas Malvinas volverán a nuestra soberanía sin necesidad de esfuerzos bélicos ni diplomáticos.”


(*) Mario Flores. Miembro del Centro de Veteranos de Guerra Malvinas Argentinas, Neuquén. Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas. Comisión Neuquina de Homenaje Permanente a los Héroes de Malvinas.