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domingo, 21 de septiembre de 2014

Fin inexorable… De Alguna Manera...


Fin inexorable…

Mateando en San Pedro. Dibujo: Pablo Temes

Fantasmas oficiales. Las imágenes que dejan La Cámpora, el conflicto con los buitres y la visita al Papa.

La aparición y el pobre discurso de Máximo Kirchner en el acto organizado por La Cámpora fue la expresión más acabada de reconocimiento del inexorable fin de ciclo al que se enfrenta el oficialismo. Sin un Kirchner en el poder, el destino del kirchnerismo es incierto. Esa incertidumbre se proyecta sobre el futuro de la militancia rentada sobre la que La Cámpora cimentó su estructura y su acción. Sin la plata del Estado, esa estructura y esa acción serán muy difíciles de sostener.

Uno de los hechos más escandalosos de los que vienen sucediendo en los últimos meses es el de los nombramientos de militantes de la agrupación que lidera Máximo en cargos estatales que impulsa su madre, la Presidenta. La evaluación que se hace del desempeño de la inmensa mayoría de esos nuevos funcionarios es lapidaria: escasa idoneidad y poco apego al trabajo.

Uno de los que lo señala con mayor insistencia es el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, cuyo enfrentamiento con Axel Kicillof se agudiza. El ministro de Economía, Ajuste, Devaluación, Inflación e Improvisación, no calla sus críticas y su desprecio por Fábrega quien, a su vez, trata a varios de los funcionarios que acompañan a Kicillof directamente de “vagos”. Un caso particular es el del secretario de Comercio Interior, Augusto Costa, a quien el desempeño de su cargo le produce un estrés que repercute sobre su salud, generándole ataques de pánico. Esto, que es conocido por todos los que frecuentan los despachos de la secretaría, ha hecho que muchos empresarios hayan empezado a extrañar a Guillermo Moreno.

El Niágara de tuits que la Presidenta desgranó el jueves escribiendo el complot contra su gobierno incitado por los EE.UU. constituye una ventana única para corroborar la psicología de su pensamiento. Uno de los males que acarrea la enfermedad del poder es la visión conspirativa de la realidad. Este gobierno ha sido rico en la utilización de este recurso. Desde la batalla por la 125 hasta aquí las supuestas conspiraciones desestabilizadoras y destituyentes denunciadas por Cristina Fernández de Kirchner han sido numerosas. Ninguno de esos hechos pronosticados con giros tremendistas se concretó. El problema que tiene el Gobierno en su disputa contra los holdouts es el fallo adverso del juez Thomas Griesa, que acaba de ser reafirmado por la Corte de Apelaciones en Nueva York. José Bordón, que fue embajador de la Argentina en EE.UU. durante la gestión de Néstor Kirchner, señaló la impericia con la que la Presidenta, su ministro de Economía y su canciller, Héctor Timerman, han manejado esta situación. “El Gobierno perdió la noción de la negociación”, sentenció Bordón, un conocedor del entramado que se vive en Washington.

Desde ese punto de vista, la insignificancia de la gestión de la actual embajadora ante Barack Obama, Cecilia Nahón, no ha hecho más que agregar lejanía a la ya distante relación que hoy mantienen los dos países. Colocar a Obama en calidad de jefe de la supuesta conspiración destituyente concebida desde su administración contra Fernández de Kirchner ha constituido un grosero error. Si el canciller y la embajadora se hubieran dedicado a estudiar un poco los antecedentes del caso se habrían enterado de que Obama podría haber activado la cláusula “Comity” (De Cortesía) para dejar de lado el fallo de Griesa. Pero para que ello hubiese sucedido, el Gobierno debería haber actuado con una estrategia ensamblada a una política exterior inteligente, atributo del cual hoy carece.

La única solución para este asunto es un arreglo que contemple el cumplimiento del fallo. 

Sobre eso hablará la Presidenta cuando se encuentre con George Soros en Nueva York. El financista, titular de un fondo especulativo, podría ser la llave para destrabar el tema. Soros tiene bonos de la deuda e inversiones en YPF. Es decir, es un damnificado directo por el fallo de Griesa. Antes del fin de la dramática negociación del 30 de julio pasado entre Kicillof, los abogados del fondo NML y el mediador Pollack, el magnate ofreció pagar la deuda reclamada por Paul Singer. Esa oferta, que tuvo una respuesta negativa del Gobierno, se ha mantenido en pie. Habrá que ver qué pasa en esta instancia.

La falta de dólares acentúa sus efectos nocivos sobre nuestra economía. La deuda que acumulan las empresas cuya producción depende de insumos importados rodea ya los US$ 5.500 millones. La imposibilidad de girar esos montos está paralizando a muchas de ellas. El temor que crece es que para la cancelación de esa deuda el Gobierno no les dará dólares sino bonos. Eso acarrearía, como consecuencia, una mayor caída de la productividad con la consecuente secuela de nuevas suspensiones y pérdidas de puestos de trabajo.

La reunión entre el papa Francisco y la Presidenta fue cálida y distendida. Ambos se tutean. Se habló de la situación internacional. No hubo ninguna manifestación oficial y pública del Santo Padre sobre los fondos buitre. La delegación elegida por Fernández de Kirchner es un indicio de su encierro político sobre La Cámpora. Haber expuesto al Papa a una foto con José Ottavis, presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, ha sido una falta de consideración hacia Francisco. Ottavis ha sido denunciado ante la Justicia por su ex esposa por violencia de género. Parece que eso a la Presidenta le importa tanto como la nada.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el Domingo 21/09/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 24 de agosto de 2014

El Relato genial y las incongruencias K…De Alguna Manera...


El Relato genial y las Incongruencias K…

Thomas Grieta. Foto: Pablo Temes

Kicillof se ha transformado en un gran generador de los dislates oficiales. Para desacreditarnos, los buitres nos van a decir negros”, fue la frase que utilizó Axel Kicillof para atacar, una vez más, el fallo favorable a los fondos buitre del juez Thomas Griesa. De haber sido algún dirigente de la oposición quien hubiese pronunciado esa frase, ya habría sido acusado por todo el kirchnerismo de xenófobo y, seguramente, el Inadi lo habría ya amenazado con iniciarle alguna demanda judicial. Así de simple es el doble estándar que existe en el mundo K.

Lo que se vive dentro del Gobierno en relación con Kicillof inquieta y desespera a más de uno de sus funcionarios. El ministro de Economía, Ajuste, Inflación, Devaluación e Improvisación no se detiene ante nada. Los efectos deletéreos de su gestión, tampoco. Cuando asumió su cargo, el 20 de noviembre de 2013, el dólar oficial cotizaba a 6,12 y el blue, a 9,18 pesos. El viernes, el oficial cerró a 8,40 y el blue, a 13,50. Para el Indek, a noviembre pasado la inflación llegaba a 10,8%, en tanto que la inflación Congreso era del 28,3%. En lo que va del año, las cifras de inflación del Indek están en el 16,7% mientras que las del Congreso alcanzan el 39,4%. Lo preocupante es que, tanto la Presidenta como su ministro predilecto consideran que esos números son el reflejo de un éxito. ¡Increíble!

El proyecto de ley para cambiar la sede de pago a los bonistas que tienen acreencias con la Argentina ha terminado por confirmar el cambio definitivo de rumbo en esta tortuosa disputa con los fondos buitre. Recuérdese que, cuando se conoció la resolución de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos por la cual se dejó firme el fallo del juez Griesa a favor de los holdouts, Kicillof expresó su idea de mudar la sede de pago de Nueva York a Buenos Aires. A esta primera reacción le siguió otra diferente en la que la Presidenta expresó que el Gobierno cumpliría con el fallo. Allí fue cuando comenzó la negociación con el mediador Dan Pollack, que culminó en un fiasco en la calurosa tarde del miércoles 30 de julio pasado en Manhattan. Entonces, Kicillof en su conferencia de prensa en el Consulado argentino señaló que nuestro país desconocería el fallo del juez, ofreciéndoles a los fondos buitre las mismas condiciones de pago que al resto de los bonistas.

La decisión adoptada por el Gobierno y comunicada por la Dra. Cristina Fernández de Kirchner a través de la cadena nacional, la noche del miércoles, ha representado una desobediencia del veredicto de Griesa y, como tal, ha sido un paso hacia la nada, que tendrá dos resultados concretos: el primero, que el problema no se solucionará; el segundo, que el gobierno que viene recibirá una pesada herencia que lo complicará.

Una de las consecuencias de la falta de resolución del problema habrá de ser una mayor escasez de dólares, circunstancia que de por sí ya padece la Argentina. Por ende, la actividad económica se deteriorará aún más. Si al día de hoy las importaciones están complicadas, lo estarán mucho más en el tiempo por venir. El financiamiento externo que el Gobierno buscaba con los acuerdos logrados con Repsol y con el Club de París está hoy bloqueado. Para paliar este déficit se pondrá a trabajar a la máquina de imprimir billetes, por lo cual, la inflación no tendrá freno. La historia de la Argentina abunda en la repetición de situaciones como ésta, que Kicillof, un apasionado por la divulgación de la materia Historia de la Economía, parece no haber aprendido. Así de sofisticada, pues, es su gestión.

Por otra parte, su enfrentamiento “a cara de perro” con el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, no se detiene. Los banqueros que asistieron a la reunión a la que los convocó Fábrega de urgencia en los días previos al 30 de julio pasado no paran de expresar su asombro por lo que vivieron aquel día. Estaban todos los participantes en el despacho de Fábrega, quien, cuando logró que los bancos acordaran desembolsar el dinero que hacía falta para pagarles a los holdouts sus acreencias, se levantó para llamar por teléfono a la Presidenta, quien dio su visto bueno para poner en práctica la operación, pidiendo que se arreglase su implementación con Kicillof. Esto no le gustó al ministro, quien, con su ascendiente, convenció a la “doctora” –así es como se refiere a la jefa de Estado– de dar marcha atrás con la iniciativa.

Según refiere una fuente, que es uno de los engranajes entre el Ministerio de Economía y la Secretaría de Comercio, el titular de esa repartición, Augusto Costa, se limita a llevar y traer información, y acatar las órdenes del ministro Kicillof. En realidad, todos en dicha Secretaría corren al ritmo del joven ministro sin apartarse una coma de sus deseos. “El problema es otra vez la escasez de dólares vinculada a los vencimientos de deuda y al pago de bonos –aclara–. En este caso  el problema es que restan pagar unos US$ 4 mil millones en importaciones que ya llegaron a la Argentina desde las diferentes casas matrices de las empresas y aún no se ha remitido el dinero para saldar el compromiso”.

“El plan que ha bajado de Economía –se sincera la fuente– contempla la cancelación de esa deuda con bonos. Es decir que las casas matrices de las compañías que tienen sede en Argentina no recibirían dólares, sino algún tipo de papel a cobrar en un plazo a determinar. Aún no se sabe de qué manera comunicarlo o, mejor dicho, cómo meter la tierra debajo de la alfombra”.

Un importador que pidió reserva de su nombre razonó: “¿Alguien cree que en el exterior, con el fantasma del default hecho realidad, van a tomar esto con seriedad? Aun cuando tengan que aceptar compulsivamente la oferta, el riesgo es que decidan cortar el envío de insumos y productos terminados a la Argentina. Es que nadie quiere hacer negocios con otra Venezuela”, cerró. Así pues, cabe preguntarse: ¿Cuál será la próxima genialidad de Kicillof que encandilará a la Presidenta?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el Sábado 23/08/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.