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martes, 20 de junio de 2017

Nadur: “No vine a Huracán para hacer amigos”… @dealgunamanera...

Nadur: “No vine a Huracán para hacer amigos”…

Nadur "El Cotur"... Presidente del Club Atlético Huracán.

El actual presidente del club aspira a un tercer mandato. Además de enfrentarse a dos candidatos que crecen en las encuestas, su principal rival electoral es el riesgo latente de un nuevo descenso. En esta larguísima entrevista anuncia el levantamiento de la convocatoria de acreedores, la inminente sanción deportiva de FIFA a Cruzeiro y ensaya una teoría sobre la influencia del primer cordón de socios del club.

© Escrito por Marcelo Benini el viernes 09/06/2017 y publicado por el Periódico El Barrio de Parque de los Patricios, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Comenzó la cuenta regresiva que sellará, en las próximas dos semanas, el futuro de Huracán y del hombre que condujo a la institución durante los últimos seis años. Este junio es particularmente frío, aunque la temperatura de los hinchas está alta y sus corazones acelerados. Trepado a una cornisa de apenas un punto, el viernes 16 el Globo recibirá a Unión en el Ducó y el jueves 22 visitará la Fortaleza granate. El domingo 25 son las elecciones presidenciales en el club y al día siguiente el último partido del torneo, con Belgrano de Córdoba, otra vez en el Palacio, igual que en 2015. El principal factor para este sufrimiento ha sido el errático armado del plantel en los últimos dos mercados de pases. Desde su regreso, al equipo le costó asentarse en Primera División. Quizá porque anduvo tres años de copas, siempre que volvió a casa lo hizo mareado.

El contexto no es el ideal para una entrevista con Alejandro Nadur, el presidente de Huracán desde 2011: muchas de las preguntas que quisiera hacerle en este delicado momento difícilmente puedan ser respondidas sin generar más tensión de la que ya existe en el mundo quemero. Hay secretos a voces que es difícil revelar sin causar un daño mayor del que deportivamente ha sufrido el club. Y las semanas que se avecinan son demasiado importantes como para agitar aún más un ambiente que, por presiones futbolísticas y políticas, sin dudas se calentará. Lo único cierto es que, salvo el primer semestre de 2016, el Globo no la pasó bien hasta ahora en su retorno a la máxima categoría del fútbol argentino, a pesar del inédito orden económico alcanzado en dos gestiones simultáneas, los títulos obtenidos y la final sudamericana.

Después de varios intentos frustrados, Nadur accede finalmente a la entrevista. La cita es en Automotores San Jorge, la empresa que creó con un hermano hace tres décadas y que paradójicamente está ubicada frente al supermercado que alguna vez fuera la cancha de San Lorenzo. Rodeado por pintadas azulgranas, el exitoso empresario juega de local en un barrio visitante. No falta quien por este motivo lo ha tratado de cuervo, entre otros adjetivos humillantes que le dedican últimamente desde las redes sociales. A simple vista uno ingresa a una concesionaria Chevrolet, pero luego de subir escaleras, atravesar oficinas y recorrer pasillos accede a una propiedad de estilo clásico y exquisitamente decorada, de muchas columnas y habitaciones. Un enorme laberinto arquitectónico que, metafóricamente, podría ser la encrucijada en la que se encuentra Nadur.

Próximo a cumplir 65 años, Nadur impone respeto al hablar. Lo hace con firmeza y convicción. No en vano es el dueño de la empresa que más autos vende en el país. Antes de los 20 años manejó un remís Rambler, luego fue colectivero de la línea 85 y también taxímetro. Es Analista de Sistemas y en 1985 soñaba con tener cinco Súper Europa. No sólo lo logró, sino que se volvió millonario. Llegó a la presidencia de Huracán a mediados de 2011, económicamente hecho y con el 70% de los votos. El equipo había descendido recién a la B Nacional, tras una pésima gestión de Carlos Babington. Fue reelecto en 2014, semanas después de la final perdida por el ascenso a Primera con Independiente, con el 73% de adhesión. Ahora aspira a un tercer mandato, pero su crédito ha disminuido considerablemente…

-Pasaron ya seis años de su llegada a Huracán. ¿Qué recuerda de esos días?
-Cuando asumimos en Huracán, había 61 contratos profesionales, las divisiones inferiores estaban devastadas y ya se habían consumido los ingresos de la televisión correspondientes a la primera temporada en la B Nacional. Muchos jugadores, como CámporaQuiroga y Machín, habían solicitado la libertad de acción ante Agremiados. Llegué a poner tres millones de dólares de mi bolsillo para cubrir deudas. Huracán no sólo me devolvió esos préstamos sino que tiene activos por alrededor de 20 millones de dólares. Poseemos el 50% de Ábila, el 80% de Mendoza y la totalidad de las fichas, entre otros, de Romero GamarraDíazNervoBogadoPussettoBriasco y Angulo.

-¿Cuál es el presupuesto actual de Huracán?
-Hoy el club tiene un presupuesto de diez millones de pesos mensuales, que se autofinancia fundamentalmente con los ingresos provenientes de las cuotas sociales, el sponsor de la camiseta, la publicidad estática y los derechos de televisión.
Económicamente, Huracán está en orden. Deportivamente, no tanto. Nadur destaca el regreso a Primera División, la obtención de dos nuevos campeonatos después de 41 años, la participación en certámenes internacionales y el crecimiento patrimonial como sus principales logros. Pero el riesgo de un quinto descenso se acentuó desde la partida de Ábila hace un año exacto: “Ojalá hubiéramos podido retenerlo, pero era imposible. Quizá si la operación de Cristian Espinoza a Villarreal se hubiera producido algunas semanas antes se habría podido hacer un esfuerzo por Wanchope”. Por ese traspaso, que se concretó al mes siguiente, a Huracán ingresaron cinco millones de euros. El mérito de Nadur fue haber renegociado el contrato dos años antes y elevado el monto de la cláusula de rescisión: de un millón y medio de dólares a cinco millones de euros.

-¿En qué instancia se encuentra el reclamo por el pase de Ábila a Cruzeiro?
-Es inminente la sanción de FIFA contra Cruzeiro, que consistirá en quita de puntos e incluso el descenso de categoría, si no regulariza la deuda con Huracán. Además, seguramente en el próximo libro de pases, venderemos el restante 50% del jugador y no precisamente al Cruzeiro.
La salida de Ábila fue un dolor de cabeza para Huracán, ya que jamás se pudo reemplazar su promedio de un gol cada dos partidos: Mendoza nunca estuvo a la altura y los refuerzos que llegaron menos aún. Barrales, Lesman y Depetris, entre lesiones, sobrepeso y falta de nivel, resultaron un fiasco. Nadur admite con resignación esa realidad y trata de justificarla: “Habíamos llegado a un principio de acuerdo con el Palmeiras por el pase de Lucas Barrios y también con el salario del jugador. Luego el club brasileño solicitó no realizar la operación. En cuanto a Fernando Zampedri, luego de una negociación llegamos a un acuerdo económico con sus representantes y con el jugador por su sueldo. El tema era que sus derechos económicos correspondían dos tercios a su entorno y un tercio a Atlético Tucumán, existiendo una cláusula de rescisión que Huracán debía ejecutar contra una institución en Argentina. Solicitamos que lo hagan sus representantes, estos se negaron y la operación no pudo realizarse. Pero no decido yo solo: todas las determinaciones vinculadas a refuerzos están consensuadas con la mesa chica y el entrenador de turno”.

-Durante su mandato pasaron diez técnicos: Juan Amador Sánchez, Diego Cocca, Héctor Rivoira, Juan Manuel Llop, Antonio Mohamed, Frank Kudelka, Néstor Apuzzo, Eduardo Domínguez, Ricardo Caruso Lombardi y Juan Manuel Azconzábal. Salvo Kudelka, Apuzzo y Domínguez, aunque a la larga terminaron también yéndose mal, el resto fracasó. ¿Qué sucede en Huracán para que nada sobreviva?
-Hace mucho más de 30 años que Huracán padece problemas deportivos, económicos, financieros e institucionales. Hace mucho tiempo que en Huracán hay un primer cordón de socios -políticos y medios partidarios- que quieren siempre acceder al poder de Huracán sin tener una condición que debería ser de las más importantes: idoneidad. No se maneja fácil Huracán, es un club grande. Tienen que ser muy profesionales los que quieran conducir a Huracán. Durante mucho tiempo, los más idóneos estuvieron muy lejos de la política de Huracán. No importa de qué forma, pero ese primer cordón siempre quiere acceder a la gestión del club. Hubo un lapso corto, entre 2011 y 2014, que los integrantes de ese cordón político se alejaron un poquito de las ambiciones desmedidas y ahora volvieron otra vez. ¿Por qué? Porque hay un botín increíble en Huracán, en los próximos libros de pases, de más de 20 millones de dólares. No tienen idea de cómo manejar una institución como Huracán. Sin embargo, van a tratar de llegar al poder porque tienen como objetivo manejar el dinero en activos que hoy tiene Huracán. Somos el primer gobierno en 30 años que completará dos mandatos seguidos.

-Ese primer cordón al que usted se refiere, ¿es un problema de todos los clubes o sólo lo padece Huracán?
-Lo tienen todos los grandes clubes del fútbol argentino, pero en esos clubes grandes la influencia de ese cordón es menor comparada con la cantidad de socios y no se notan tanto. Es Huracán ese cordón es importante porque con la menor cantidad de socios que tenemos se hace notar. Pero ya se van a ir.

-¿Se puede conocer el pasivo?
-Menos de la cuarta parte de los activos. Hoy Huracán es activo total a corto plazo, transformamos económicamente al club. Además hay cuatro o cinco chicos en reserva que cuando lleguen a la Primera harán crecer en cifras mucho más altas ese activo. El trabajo que se hizo fue muy bueno, aunque fallamos este año por un montón de cosas. Pero Huracán va a salir. Tiene una combinación muy buena de juventud y experiencia. Ya hemos salido de crisis importantes. La del 1 de noviembre de 2014 fue muy grande y sin embargo, en menos de 45 días, Huracán transformó esa crisis en triunfos, los más importantes de los últimos 40 años. El 22 de junio la asamblea va a aprobar después de mucho tiempo el primer balance con resultado positivo de Huracán. Durante años eran negativos, lo que hacía aumentar el pasivo constantemente.

-¿Por qué no pudimos entonces consolidarnos en Primera estos tres años?
-Fíjese que Huracán es la única institución de fútbol en la Argentina que es campeón de un torneo importantísimo y clasificó a la Copa Libertadores estando en el Nacional B. Eso trae sus consecuencias. Normalmente, los equipos que clasifican a copas internacionales ocupan los primeros puestos en los torneos de liga y les permite acumular muchos puntos en el promedio para mantener la categoría. Competimos en torneos internacionales, llegando en algún caso a la final, con una declinación en el rendimiento en los torneos locales. Eso es lo que sucedió. Pero no podemos pensar en que Huracán va a perder la categoría: eso no va a suceder.

-Me decía que suele decidir la contratación de refuerzos con los directores técnicos de turno y la mesa chica. Algunos le reprochan que esas decisiones no son acertadas por la falta de un mánager. Huracán tuvo la breve y malograda experiencia de Mariano Juan, pero luego no buscó un reemplazante.
-En ese momento Mariano Juan era la persona ideal. Eligió buenos jugadores, entre ellos a Domínguez, pero no soportó las pintadas que en un momento determinado ese primer cordón realizó y decidió apartarse. No es fácil conseguir un mánager. River lo tiene, Boca no, Vélez lo tuvo por un momento y ahora no. Debe tener condiciones especiales, no podemos importarlo de otra institución ni mucho menos de otro país.

-Además de las ventas por jugadores, Huracán sumó grandes ingresos por los premios obtenidos en las diferentes copas nacionales e internacionales.
-Aquí corresponde hacer una aclaración. Cuando el dinero que le ingresa alcanza para pagar el traslado, la estadía y los premios, usted está haciendo una muy buena gestión. El mejor premio es la cotización de los jugadores.

-Los jugadores de Huracán están al día, ganaron importantes premios y se cotizaron. ¿Están satisfechos con Huracán, están aburguesados? ¿Por qué uno percibe desde afuera que la pertenencia no está al 100 por ciento?
-Lo que puedo decir es que los jugadores que Huracán, igual que los directivos, los socios y los hinchas, no están contentos con este momento.

-¿En cuánto influye en su rendimiento la distancia pública que ellos manifestaron tener con usted, la falta de diálogo? ¿Por qué se produjo ese distanciamiento?
-Distanciamiento o no, siempre las relaciones son buenas por momento y en otros no tanto. Es responsabilidad nuestra recuperarla.

-Usted me dijo que es una persona que no vino a hacer amigos a Huracán. ¿Esa cintura menos política que la habitual le juega en contra a veces?
-No tengo ninguna duda de que en Huracán, como en todas las instituciones, el responsable máximo además de ser idóneo debe tener autoridad. Sin autoridad no se consigue un campeonato, un ascenso, otro campeonato, jugar copas internacionales… Responsabilidad, dignidad, autoridad y honestidad son mis principios. Para romper ese cordón siempre dije que a Huracán no vine a hacer amigos. Mi otra premisa fue generarle activos. Daba el ejemplo de que así como en una concesionaria los activos son los autos, en un club de fútbol los activos son los jugadores.

-Muchos le adjudican a Gustavo Mendelovich, uno de sus rivales electorales, un rol decisivo en el éxito futbolístico reciente de Huracán y atribuyen a su partida los fracasos posteriores. ¿Por qué se fue?
-De ninguna manera es así. Le pido por favor que no confundamos a la gente. Gustavo me agradecía continuamente poder estar a mi lado porque decía que “estaba aprendiendo”, según sus textuales palabras. Hay premisas tan falsas… La gran ruptura con Mendelovich fue cuando me pidió manejar el presupuesto del fútbol profesional. Los recursos están, se manejan, pero no a discreción. También en la venta de Gonzalo Martínez tuvimos discrepancias. Él aceptaba que River cediera a Ezequiel Cirigliano en parte de pago y yo quería que la operación se realizara al contado. Y Huracán necesitaba los casi cinco millones de dólares en que vendimos a Gonzalo Martínez. Que quede claro: Mendelovich no participó tampoco de ningún contrato de los jugadores que llegaron en la época de Kudelka. A Wanchope Ábila lo ofreció Instituto y rápidamente hicimos la compra del jugador. La incorporación la concretamos con Fernando Moroni en Cariló, estando de vacaciones. Nadie se enteró del tema hasta que se firmó el contrato. La necesidad de Instituto era de contado, la posibilidad de Huracán era con cheques diferidos que estaba cobrando en ese momento de TBS. Yo le canjeé los valores a Huracán y así el club pudo adquirir al jugador en alrededor de 360 mil dólares.

-Jorge Anca, su otro adversario electoral y actual Presidente del Ducó, edificó su candidatura a partir de la falta de recursos del Palacio y del grupo de voluntarios que trabaja con él para mantenerlo, ya que las carencias estructurales son notorias. Dice Anca que la CD no le baja dinero ni para cambiar una lamparita. ¿Es cierto que el estadio no tiene presupuesto?
-El estadio tiene el presupuesto mayor dentro de las tres sedes de Huracán y quedó reflejado con los números en un acta de comisión directiva. Siempre fue así. No es verdad que no tenga presupuesto. ¿De dónde sale el mantenimiento de la cancha, el sueldo de los empleados, la pintura que él compraba para poder pintarlo?

-Lo que sucede es que él siempre hace convocatorias para que los hinchas aporten ladrillos, pintura y otros materiales para las obras de refacción…
-Por supuesto que es muy válida esa tarea, pero el aporte mayor proviene del Departamento de Compras de Huracán. Esto es totalmente demostrable. Sí deseo aclarar que tanto en mis empresas como Huracán nos manejamos con presupuestos. Pero esos presupuestos no los debe manejar el responsable de la Subcomisión.

-Hablando de presupuestos, ¿los diez millones de pesos mensuales que gasta Huracán son acordes a su realidad deportiva? Escucho que hay contratos que superan el medio millón de pesos de jugadores que hoy no tienen una prestación relevante.
-Es un presupuesto aceptable, podría ser de un millón más o menos. Si me habla de jugadores, puede haber cuatro o cinco jugadores muy bien pagos.

-A fines de 2015 adoptó una decisión delicada que le permitió a Huracán casi duplicar sus socios. Desde entonces no se ha crecido.
-Quiero que Huracán sea mucho más que el sexto grande. Para eso necesitamos los socios. Que la gente de Huracán se haga socia y le ofrezca al club esa cuota de amor que necesita. Cada 10.000 nuevos socios Huracán puede contratar dos jugadores de jerarquía de nivel internacional o tres jugadores de jerarquía de nivel nacional.

-Perfecto. Pero no olvide que necesitamos de una final internacional para sumar esa cantidad que usted dice. Pasamos de 14.000 a casi 22.000. En este momento de crisis parece imposible crecer tanto…
-Si los socios de Huracán no pueden ser más de 20.000 entonces estamos distorsionando el tamaño de nuestra institución. No es cierto eso, yo creo que vamos a llegar muy pronto a los 30.000 socios. Y lo que además estamos logrando es que los 20.000 sean constantes, que sigan pagando su cuota y la gran mayoría lo hagan con débito automático. Es una situación atípica para lo que era Huracán. No importa los directivos de turno, esa cuota social tiene que estar siempre. Y mucho más cuando hay comisiones directivas honestas y transparentes, que todo lo que Huracán genera por venta de jugadores le ingresa a la cuenta corriente de Huracán. Y lo que ingresa por socios no va a parar a un Banco de Clubes sino también a la cuenta corriente de Huracán.

-Le pregunto por los árbitros, un perjuicio histórico. Han sido tan recurrentes los errores que quizá sin ellos hoy no estaríamos peleando la permanencia en Primera.
-Es algo que viene desde 1986, el partido contra Deportivo Italiano. También sufrimos torneos distorsivos como el de 1976, que le permitió salir campeón a Boca a pesar de sacar menos puntos que nosotros. Y la mala suerte, como el campeonato de 1994, último que otorgó dos puntos por partido ganado, donde si hubiéramos sumado de a tres unidades éramos campeones antes de la última fecha. Huracán debe transformar ese destino. Esto se hace con mucha fortaleza y aprovechando las oportunidades. Hace mucho tiempo que Huracán no tiene directivos en la Asociación del Fútbol Argentino. El peso en AFA no se crea de un día para el otro.

-¿Se arrepiente de haberse quejado públicamente de los árbitros a mediados del año pasado? ¿Estamos sufriendo las consecuencias de esas declaraciones?
-Veníamos de haber sufrido un vergonzoso arbitraje en un partido de Copa Libertadores, hubo otra situación en el torneo local y la verdad es que en ese momento me salió decir que los hinchas de Huracán estaban podridos de los arbitrajes. Hubo una solicitada de la Asociación Argentina de Árbitros, pero quiero aclarar que no me referí particularmente a los árbitros de la liga local sino especialmente al partido jugado en Medellín. Hubo una queja formal de Huracán a la CONMEBOL y nunca la contestaron. Quiero aclarar igual que confío en la honestidad de los árbitros y admito que el fútbol se está jugando a mucha velocidad. A veces la vista del árbitro y de los jueces de línea no alcanza a advertir las jugadas y cometen errores.

-Hace un año se anunció el pago de todos los acreedores y el levantamiento de la convocatoria. Sin embargo, esta noticia luego fue desmentida. ¿Cuál es la realidad?
-Tengo una noticia fresquita. El Banco Central ya se presentó a ratificar el acuerdo y la carta de pago en el Juzgado. Huracán acaba de cancelar la deuda con todos sus acreedores. En total, durante nuestra gestión abonamos una cifra cercana a los cien millones de pesos.

-¿Se arrepiente de algo? ¿Cambiaría alguna decisión?
-No estoy conforme con el armado del plantel de esta temporada, me refiero a los últimos dos libros de pases. Les aseguro que pensaba que íbamos a tener un buen campeonato. Estoy convencido de que la mayoría de los jugadores son buenos, pero los resultados no se dieron. Y cuando los resultados no se dan tenemos que aceptar que no lo hicimos tan bien. La próxima tenemos que mejorar.

-¿Tiene confianza que logrará los votos necesarios para un tercer mandato? Las últimas encuestas no le son tan favorables…
-A los socios de Huracán les digo que el club necesita un nuevo mandato de Nadur. En medio de las crisis me reprogramo continuamente, estoy en combate. La crisis de la situación de nuestra querida Asociación del Fútbol Argentino supera la de Huracán del 2011 y me nombraron a mí para ocupar el lugar más complicado. Sé que los valores son diferentes, los quebrantos muy altos, pero vamos a solucionarlo. Y lo de Huracán también. Igualmente, si yo no fuera candidato y tuviera que recomendarlos a los socios de Huracán el nombre de mi sucesor, les diría que ninguno de los otros dos está preparado para manejar un club tan grande como Huracán. Ni ellos ni la gente que los acompaña. ¿Qué nosotros cometimos errores? Sí, por supuesto. Seis años de gestión es mucho tiempo y puede haber aciertos como desaciertos. Pero el desacierto mayor sería que Huracán comience una nueva gestión con alguno de los otros dos candidatos.


martes, 14 de febrero de 2017

Carlos Babington: Confesiones desde el destierro… @dealgunamanera...

Carlos Babington: Confesiones desde el destierro…


Un ascenso, un descenso, un equipo inolvidable que no pudo salir campeón, peleas con referentes y transferencias bajo sospecha son la fórmula del cóctel explosivo que empujó su salida de Huracán por la puerta de servicio. Dice que la final perdida ante Vélez y las suspicacias en el pase de Javier Pastore rompieron su relación con los hinchas. A casi seis años de su caída, sin poder pisar el Ducó ni Parque Patricios, el inglés rompe el silencio para responder a las acusaciones.

© Escrito por Marcelo Benini el lunes 13/02/2017 y publicado por el Periódico de Noticias El Barrio, de Villa Urquiza, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Yo me fui mal de Huracán. Lo primero que puedo decirte es que me duele en el alma, siento que no merecía este final. Cuando sos jugador tenés una idolatría total, cuando pasás a ser técnico empieza a declinar y cuando sos presidente caés del todo. Me metí en la política, grave error, embalado por amigos. La experiencia no fue buena por culpa de los resultados. Ese partido con Vélez marcó un clic en mi vida. De ahí en adelante nada fue igual. Caí en una pendiente que no pude remontar”.

Carlos Babington escupe este alegato amargo desde el destierro, el castigo espontáneo que purga desde 2011 por su malograda gestión al frente del Globo. Hoy no puede pisar el Ducó ni caminar en paz por las calles de Parque Patricios. Él lo sabe y parece resignado a esa condena. Enfrenta además varias causas en la justicia, impulsadas por la actual Comisión Directiva del club, debido a supuestas  irregularidades en transferencias que involucran a los jugadores César Montiglio, Carlos Quintana, Luciano Nieto y Patricio Toranzo.

Como jugador, fue un volante exquisito que disputó 12 temporadas (309 partidos y 127 goles, con un hoy imposible promedio de 0,41) y logró el inolvidable título de 1973. Como entrenador fue responsable de los ascensos de 1990 y 2000. En el medio de ambas décadas, apareció la primera mancha en su relación con los hinchas: en septiembre de 1997 renunció como DT del Globo, a poco de iniciado el Torneo Apertura, para asumir en Racing. Volvió al club a fines de 1998, para descender seis meses después. El 25 de junio de 2000 lograría su segundo ascenso. Los desencuentros parecieron quedar momentáneamente en el olvido…

El 2 de julio de 2006, con el equipo nuevamente en la B Nacional, ganó las elecciones presidenciales con el 42 por ciento de los votos y menos de un año más tarde, como dirigente, consiguió el tercer ascenso del club. Dos años después, a caballito del tiki tiki de Ángel Cappa y el espaldarazo político del entrenador, fue reelecto presidente tras obtener más del 62 por ciento de adhesión. El mejor equipo de Huracán de los últimos 35 años jugó además una final ante Vélez, perdida tras un arbitraje irregular.

Desde entonces, todo sería caída libre para el inglés más famoso de Parque Patricios. En 2010 el desencanto comenzó a ganar a la gente y Babington dejó de ir a la cancha. A fin de año, tras la séptima derrota consecutiva de visitante, los hinchas tomaron la sede y exigieron su renuncia. Acorralado por las presiones y la inminencia del cuarto descenso, concretado el 22 de junio de ese año, decidió adelantar las elecciones para el domingo 3 de julio: Alejandro Nadur se impuso con el 70 por ciento.

Pasaron casi seis años desde entonces y Babington se convirtió en un fantasma. En los foros y redes sociales su apellido mutaría al humillante “Ladrington”. Cuando le propusimos la entrevista, esperábamos encontrarnos con evasivas. Lejos de eso, se mostró predispuesto. “Vos preguntá lo que quieras que yo te voy a contestar”, anticipó, en tono casi de necesidad. Nos encontramos con él una mañana de febrero, en el Bonafide de Pedro Goyena y Bertres, Caballito. A los 67 años, vestido con chomba beige, bermudas y sandalias, el inglés buscará explicar en dos horas sus cinco años de controvertida gestión dirigencial.


-Desde que a fines de 2009 dejaste de ir a la cancha siendo aún presidente, debido al rechazo de los hinchas, poco se sabe de vos. El último año y medio de tu gestión fue una agonía…
-Esto fue de mayor a menor. El primer gobierno, a pesar de cimbronazos como la renuncia de Mohamed, ascendimos, nos posicionamos en primera división y llegó el equipo de Cappa. Gané las elecciones dos semanas antes de la final y después de ahí todo fue barranca abajo. El equipo empezó a perder, se quebró mi relación con la gente y parecía que estaba solo contra el mundo. Todas las culpas eran mías. Algunas habré tenido, pero en estos temas te aseguro que no. Siempre banqué a los técnicos porque yo también lo fui y sé cómo es esta historia.

-Mencionaste al Turco Mohamed. ¿Por qué terminaste mal con él?
-Se fue después de una derrota con Boca. Me enteré en la última práctica. ¿Viste cuando dormís de todo? Quizá él sabía que tenía a la gente de su lado, que lo quería más que a mí, y especulaba con ganarle a Boca para luego irse y arrastrarme con él, no lo sé. Conmigo se comprometió a aducir temas personales, pero a los periodistas les dijo todo lo contrario: que no le traje jugadores, que no cobraban y que el estado del campo de juego era un desastre. Quizá me pasó factura de lo ocurrido unos años atrás. Todo llevó a una relación de mierda, me hacía la vida imposible. Por mi personalidad o estoy peleado o no: no tengo término medio. Me retrotraigo a 2002, cuando regresé a Huracán como DT. Me vino a ver Manolo Corrado para decirme que Mohamed quería jugar gratis en el club, para darle una mano. Averigüé con un amigo mío en México, Jorge Davino, ex jugador de Huracán, y me dijo que el Turco no estaba en condiciones. Le dije entonces que no lo necesitaba, porque iba a traer a Cabrol. Buscaba un armador más que un delantero. Se me puso de culo mal y me hizo la cruz, sin decírmelo. Al poco tiempo se retiró. Luego, siendo DT y jugador, se sacó a él mismo del equipo porque le daba vergüenza como jugaba.

-¿No creés que quizá, por respeto a su trayectoria, merecía retirarse jugando en Huracán, por más que no estuviera en su plenitud?
-Es probable, no calculé que iba a pasar de ser amigo a todo lo que fue después. Yo no me comporté mal, le fui de frente. Si me equivoqué, fue de buena fe. Después de la muerte de su hijo, recuerdo que en el Ducó vimos juntos el debut de Chiche Sosa en Huracán. Perdimos 5 a 1 con Tiro Federal y todos me puteaban, hacía un mes que había ganado las elecciones. La reflexión de mi etapa como presidente sería que me peleé con todos mis amigos, porque terminé mal también con Chiche. Después vino Mohamed, está demostrado que no es un mal técnico. Al año ascendimos, pero la relación no estaba bien. Se quedó enganchado con el hecho de no haberlo llevado a Huracán como jugador, no me lo perdonó. Estoy seguro de que es eso. Nunca más lo vi.

-Huracán perdió hace dos años un juicio con Osvaldo Ardiles por un incumplimiento contractual originado en tu mandato. También se fue mal del club…
-Fue una vergüenza lo que hizo. Lo traje por recomendación de Úbeda, que lo había tenido en Racing. Le pedí opinión a Carrascosa y me dio el OK. No lo conocía, porque vino a Huracán cuando yo me fui y volví cuando él se fue. Nunca lo había visto tête-à-tête. El equipo empezó a funcionar, andaba bien. Él era un personaje bastante atípico, hablaba la mitad en inglés y la mitad en castellano. A los jugadores les decía yes. Si me preguntás por qué se empezó a deteriorar la relación nunca supe ni él me lo dijo…

-Supongo que le gustaría la puntualidad en el pago y estaba atrasado…
-Es verdad, estaba fastidioso por el tema del pago, pero él hizo abandono de tarea, tenía contrato por seis meses más. El tucumano Montiglio me hizo lo mismo. ¿Sabés cómo se desencadenó todo con Ardiles? Un día en la cancha de Vélez estoy entrando al vestuario y veo que le están haciendo un reportaje. Estaba diciendo “porque el presidente no viene nunca” y mencionó el tema de la guita. Yo estaba atrás de él, escuchando con Pocho (N. de la R.: Norberto Giuliano, por entonces vicepresidente del club). “¿Vos escuchás lo que está diciendo este muchacho?”, le dije. Lo encaré a Ardiles, le pedí explicaciones y no sé qué me dijo. Se fue a Inglaterra y no vino más. Al poco tiempo nos inició una demanda, había que ponerse al día y Huracán no tenía un peso. Yo vivía en el Juzgado, había pedidos de quiebra todos los días.


-Ardiles nunca se sintió cómodo en Huracán…
-Un grave error mío fue alojarlo en un hotel de Constitución, donde Huracán tenía un convenio. En su época era un hotelazo, hasta paró Boca, pero luego la zona decayó, debo reconocerlo. A la semana se quejó de mala manera: “Escuchame, yo vengo de Londres, ¿cómo me vas a traer acá?”. Le pedí disculpas y hablé con el Coti Nosiglia, amigo mío, que tiene un hotel en Florida y Santa Fe, el Elevage. “Haceme un favor. Conseguime una habitación porque tengo a este muchacho que es muy pretencioso”, le pedí. Mirá qué paradoja: Ardiles tenía un Rolex Presidente y cuando fue a tomar un café a la esquina se lo robaron.

-Uno de las primeras experiencias amargas que tuviste como presidente de Huracán, seis meses después de haber asumido, fue el arbitraje de Daniel Giménez en San Juan, en una Promoción por el ascenso. ¿Tenés algo para decir al respecto?
-Huracán tiene una historia con los árbitros como ningún otro club. Se lo dije a Grondona dos días después de Brazenas: “Ya pararon dos árbitros por irregularidades con nosotros: Sinnott y Giménez”. “Y ahora van a ser tres”, me respondió Julio. ¿Te acordás del día que la gente de Huracán se manifestó en la AFA? Grondona me llamó a su oficina, apagó la luz y señalando la calle me preguntó: “¿Me merezco esto? Carlitos, si hay un equipo que no quiero que salga campeón nunca es Vélez”, me aseguró.

-¿Qué pasó en San Juan?
-Llegamos al hotel y uno de los dirigentes me señala a dos personas reunidas: Giménez y Gioja, el gobernador de San Juan. Obvio hubo suspicacias. Ahora, analizando el partido, el arbitraje no me pareció deshonesto. Huracán hizo un gol, ellos también. Es verdad que adicionó siete minutos, pero el del final fue un tiro libre de mierda y hubo una falla nuestra. No lo defiendo a Giménez pero estaba a punto de retirarse, no fue el mismo caso de Brazenas.

-¿Cuál es la verdad de lo ocurrido el 5 de julio de 2009 en Liniers?
-Brazenas traía el antecedente de Racing-Vélez en 2001, que no tuvo repercusión porque no fue una final. Tenemos la mala suerte de que nos tocó definir dos campeonatos en la última fecha, de visitante, con el rival en cuestión. Lo de 1994 igual es distinto: con Independiente no teníamos ninguna chance. Yo no vi el partido con Vélez: acompañé a los jugadores hasta la cancha y después me fui a caminar. Soy cardíaco y tengo tres stents. Por eso largué la dirección técnica y evito mirar los partidos. Decidí caminar 45 minutos por el costado de la General Paz y luego volver, para coincidir con el final del partido. Llegué no recuerdo si hasta Av. San Martín, ya se veían los tanques de Constituyentes. Pero no calculé que con el granizo el partido se iba a suspender varios minutos. Al regresar por Juan B. Justo me lo cruzo a Carlos Fren, un amigo mío, en una parada de colectivos. “Carlitos, no te des vuelta, soy Babington”, le dije. Yo llevaba una capucha y anteojos. Le pregunté cómo iba el partido, para mí ya era la hora. “Andá tranquilo, que van a pasar tres años y Vélez no hace un gol. Ya son campeones”. Entré por el portón del club y nunca voy a olvidarme de esta imagen: un gordo pelado, con la camiseta de Vélez, gritando el gol. Quería que me tragara la tierra.

-¿Con qué sensación llegaste a ese partido? Se rumorean tantas cosas: que lo compró Vélez, que lo entregaste vos, que Grondona te pasó factura…
-Grondona era el último que quería que Vélez saliera campeón, te lo firmo. En las reuniones de Comité Ejecutivo el único que se le paraba de manos era Raffaini. Julio los odiaba: “Ustedes son una basura, ya van a ver”, les decía. La AFA no tuvo nada que ver. Si hubo un arreglo lo hizo Vélez. ¿Vos viste el partido? El gol de Domínguez lo anuló el lineman. Yo desconfío de él, no de Brazenas.


-Es verdad, Casas tampoco marcó la infracción de Larrivey cuando como asistente tenía toda la facultad para hacerlo.
-Grondona siempre nos decía que era más fácil “arreglar la banderita”. Después nosotros tenemos un arquero inexperto. Un arquero vivo se queda con la pelota una hora en el suelo. Éste la soltó. ¿Te metieron un planchazo? Faltaban siete minutos… Qué destino el de ese pibe, después de ese partido desapareció. Había atajado un penal, se llevaba la gloria, lo quería River… Al tiempo del partido fui a la AFA y me encontré con el capo de los árbitros de las tres A, Alejandro Toia. “Brazenas quiera hablar con vos”, me dijo. “Yo no tengo nada que hablar. Me arruinó la vida. Sólo él sabe lo que hizo”, le respondí. Yo estaba herido de muerte. Ese partido me hizo irme de Huracán de la peor manera, odiado. No veo cómo puedo congraciarme con la gente.

-Dijiste de Cappa: “Su ciclo fue rarísimo porque fue muy bueno el primero y el segundo muy malo. Y ahí comenzó a gestarse la situación de hoy”.
-Cappa se volvió loco, el segundo campeonato salimos últimos. Quería armar el equipo con vos y el tipo que está sentado allí (señala otra mesa del café). El creía que podía jugar con Bolatti y diez más. Así le fue. Me trajo cualquier cosa, fue a buscar a España al hijo de un amigo, Trecarichi, que no jugaba ni en la B. La amistad en el fútbol no existe. ¿Cómo le decías que no, si Ángel era el rey de Huracán? Yo fui el gran culpable de aceptarlo. Tuvo gran mérito en el equipo que armó, que lamentablemente se desarmó porque Huracán no podía sostenerlo. Se portó mal conmigo, estuve una semana seguida pidiéndole todos los días que se quedara. “Los jugadores no me escuchan más”, me dijo.

-Si bien fuiste ratificado por abrumadora mayoría en 2009, en parte gracias a que Cappa amenazó con renunciar si vos perdías, se te reprocha, entre otras irregularidades, no haber presentado balances y el ninguneo a los órganos de control, como la Junta Fiscalizadora, el Tribunal de Honor y la Asamblea.
-Como no soy político, creí que a un club como Huracán lo podía manejar por fuera de la política. La oposición no colaboraba. No es tan como se dice: los balances se hacían de la mejor manera que se podían, por ahí se presentaban atrasados. Creo que eso no tuvo que ver con mi final. No fuimos más que los de antes ni menos que los de ahora. El club estaba deteriorado en todos los sentidos y uno hizo las cosas como pudo, a los ponchazos. Creo que los que me resisten son los socios de menos de 40 años.

-¿No fue excesivo el tiempo que se quedó Pompei? El equipo no estaba para descender, pero su ciclo fue a pura derrota. Y en el club no hubo reacción…
-Es probable que Pompei no fuera el técnico indicado para ese momento. Pero el que me hace una mala jugada es Brindisi. En conferencia de prensa yo había dicho que sería el DT hasta el final de mi mandado. Hizo la pretemporada en Pinamar, un lugar insólito, gastamos una fortuna… En el campeonato estábamos en una situación media, sin demasiado riesgo de descenso: le traje a Cámpora y a Maidana. Empatamos con Argentinos, perdió con River y dijo “me voy, quiero lo mejor para Huracán”. Me dejó en banda. Y ahí me entró la locura, no sabía a quién traer. Pensé en Tito Pompei, hincha de Huracán… Yo trataba bien a todos los técnicos, pero la mayoría me abandonó mal.

El 40 por ciento del pase de Marías Defederico fue vendido en 2008 a Bluesand International, empresa radicada en Panamá de Bouza y Lavalle, en apenas 150.000 dólares. Marcelo Simonian también compró porcentajes de los derechos económicos de varios juveniles del club, entre ellos Rodrigo Battaglia y Gonzalo Martínez, ventas que no constaban en actas.
-Necesitábamos hacer caja, no había plata. Con el dinero de la televisión nos alcanzaba justo para el presupuesto del plantel, pero ante cualquier imprevisto flaqueábamos. Cuando vendimos a Larrivey, creo que en 800 mil dólares, nos alcanzó para todo el año del plantel profesional. Vendimos muchos puchitos, todos los clubes hacen en mayor o menor medida. Es una manera de subsistir cuando no te entra dinero. Pero todas las ventas pasaron por Comisión Directiva. Yo soy de Huracán de verdad y estoy dolido por lo que se dice. No soñé con irme de esta manera. Nosotros agarramos al club destruido y no lo dejamos tan mal. Pintamos toda la cancha, pusimos riego artificial, cañerías nuevas en la sede… Nadie lo reconoce. Todo lo que hicimos fue por derecha. El único error que me achaco es haberlo dejado en el descenso.

-A mediados de 2008 reconociste en “Semanario Quemero” la existencia de una opción de compra por Javier Pastore. Luego lo desmentiste y Javier fue transferido en ocho millones de dólares al Palermo. Esa compra hubiera significado la salvación económica de Huracán.
-La gente cree que yo me hice millonario con Pastore y nada que ver. Yo no me llevé la de Pastore porque nunca fue de Huracán. Este tema va adosado al partido con Vélez y fue mi perdición como dirigente. Yo iba siempre a la Quemita los sábados a ver las inferiores. Una mañana jugaban Talleres y Huracán y Pastore nos hizo cuatro goles. Le pregunté por él a un cordobés y me explicó que jugaba en cuarta porque Talleres estaba en quiebra. El pase era de Marcelo Simonian, un amigo. Le pedí que me lo diera para Huracán y llegó sin cargo y sin opción, como han venido en esa circunstancia más de veinte jugadores durante mi gobierno.

-Es algo que se cuestiona de tu gestión. Huracán fue vidriera y no tuvo beneficios.
-Por supuesto que no es la mejor opción, pero en esos años era agarrala o dejala. Pero me equivoqué con veinte jugadores, no sólo con Pastore. Simonian me lo prestó a regañadientes, los negocios los hace para él como todo empresario. ¿Por qué no me juzgan con Bolatti, que también vino sin cargo ni opción? Los 40.000 dólares por mes le pagaba el Porto. Cuando Cappa me dice “Bolatti y diez más” los 40.000 dólares debió pagarlos Huracán.

-En los primeros meses de 2009 se decía que por 250 mil dólares Huracán hubiera podido comprar a Pastore…
-No es así. Y pese a que no había firmado nada tengo entendido que Simonian le reconoció un cinco por ciento a Huracán del 50 por ciento que poseía de Pastore. Igual creo que Pastore está sobrevaluado, tiene condiciones pero muchos defectos. No es un crack. Es un buen jugador y nada más, siempre hablando del precio que se pagó por él. Es suplente hace tres años en el PSG.

-Una de tus deudas es que no capitalizaste a Huracán con jugadores…
-Hoy Huracán está más armado por las ventas que hizo, entonces no puede traer un jugador sin cargo y sin opción para que el negocio lo haga otro, ¿pero sabés lo que era el club cuando yo asumí? Todos los días había un pedido de quiebra, levantamos más de cien juicios y dejamos sólo tres: el más importante de Ardiles. Huracán no podía comprar nada y encima no te lo permitía el juez, que a lo mejor me lo hacía a propósito porque era de San Lorenzo. Nadie se imagina cómo recibí a Huracán…

-La gente que por un exceso de personalismo tiene dificultades para delegar corre el riesgo de equivocarse. ¿Creés que fue tu caso?
-Tenía un grupo de cuatro o cinco personas afines. Antes de asumir le pedí un consejo a Jorge Peña: “Consultá, pero resolvé todo vos”, me dijo. Yo no era tan personalista, pero las decisiones del fútbol me las reservaba. Igual al único técnico que puse de prepo fue a Cappa: me lo volteaban todos.

-Muchos hinchas de Huracán consideran que la tuya fue la peor gestión de los últimos 50 años, junto con la de Jorge Batet. ¿Qué opinás?
-Me causa una pena muy grande esa comparación. Estoy muy dolido con la gente de Huracán. Muchos me saludan, pero sé que no es la realidad. Me gustaría ir a la cancha. No merezco este final, me fui de la peor manera, pero a mí nadie me quita el globo de acá (se toca el corazón). Babington es Huracán. Estoy identificado de por vida.

-No puedo evitar comparar el tuyo con el final de Passarella en River. Campeón como jugador y DT, fracasó como presidente…
-Sí, a veces pienso que él tampoco puede ir a la cancha ni caminar por la calle. Imaginate que si a mí alguien me putea, lo de él hay que multiplicarlo por diez.

-¿Te arrepentís de algo que hiciste o dejaste de hacer?
-Pude haberme equivocado en un montón de cosas, pero no me arrepiento porque todo lo hice con la intención de mejorar el club.

-Construiste dos edificios a pocas cuadras de aquí. Muchos presumen que son inversiones derivadas de ilícitos en tu gestión…
-Sí, las “Torres Pastore”. Yo me dedicaba desde antes al negocio de la construcción. Empecé en 2003 en Pinamar, después de dejar la dirección técnica. Allí construí diez casas. Cuando asumí en Huracán le dije a mi hijo que lo hiciéramos acá y nos asociamos con un arquitecto amigo. ¿Cómo le hacés entender a la gente que yo estaba en este rubro antes de agarrar Huracán?


-Me pongo en abogado del Diablo. Habiendo tantos antecedentes de conflicto con técnicos y jugadores, que se fueron mal del club, ¿no sos vos el que falló?
-(Silencio pensativo) No sé qué decirte, estoy tranquilo conmigo mismo y me considero un buen tipo, tendrías que preguntarle a ellos. Te cuento una anécdota que fue un golpe muy duro a nivel afectivo, cinco meses después de ganar las elecciones. Volvíamos de Mendoza tras el ascenso y fuimos a la sede, que estaba llena de gente, a festejar. Me asome al balcón de la presidencia a saludar a los hinchas y me putearon en cuatro idiomas. ¿Sabés qué hice? Fui al baño y me puse a llorar.


-Pensando en tu historia de desencuentros con Huracán, ¿hasta qué punto la relación con la gente se rompió definitivamente en 1997, cuando te fuiste a Racing? ¿Te reprochás hoy esa decisión?
-Yo tenía mala relación con Juan José Zanola desde que ganó las elecciones en 1988, pese a que salí campeón en 1990. En 1997 me trajo otra vez de técnico contra su voluntad. Un día en La Raya me encuentro con Coco Basile y Osvaldo Otero, el presidente de Racing, que me ofreció la dirección técnica por mucha plata: si en Huracán ganaba 200 mil dólares, en Racing me daban 600 mil. Me negué. Otero, muy pillo, me dijo “¿vos sos boludo, no sabés que Zanola te odia?”. Al otro día me invitó a su oficina, fui y mirá lo que hizo, con maldad. Llamó a Zanola, puso el teléfono en manos libres y le preguntó si podía hacerme una oferta. Juan, sin saber que yo estaba presente, le respondió: “Si me sacás ese cáncer de encima te doy lo que quieras”. Agarré el auto, me fui a La Bancaria y, sin mencionarle que había escuchado sus palabras, le comenté a Zanola que tenía una oferta de Racing. Como soy buen tipo, nunca hice público este tema. Y me comí todas las piñas.

-Lo que sucede es que en todas las internas que mencionaste -Mohamed, Ardiles, Zanola- la gente de Huracán quedó como rehén de tus disputas…
-Por ahí mi gran defecto es que nunca intenté congraciarme con nadie, soy como soy. Pero tengo argumentos para todo. ¿Te parece que alguien puede decir “sacame a este cáncer de encima”? Irme a Racing fue dejar un clavo en la pared de Huracán. Cuando volví saqué el clavo, pero el agujero quedó. Nunca me puse a pensar que debía haber actuado distinto. Soy espontáneo, hago lo que siento. Por supuesto estaba equivocado, porque los hechos lo demuestran. Pero no sirvo para ser de otra manera.

-Cuando eras DT de River cuentan que Dávicce te reprochaba tus habituales trasnoches en La Raya. En Huracán solía comentarse con preocupación tu placer por la ruleta. ¿Es un gusto controlado o se convirtió en adicción? ¿Pusiste alguna vez en riesgo tu patrimonio o el del club?
-Para romper con ese mito, hace siete años que no piso el casino. Me gusta el juego, tuve caballos de carrera, me gusta salir de noche… Ser bohemio es una manera de vivir que adopté y no me arrepiento. Jamás terminé arrumbado en un rincón a las cinco de la mañana ni fui adicto al juego. A las carreras sí voy de vez en cuando. Ponele que sea un vicio, pero la gran virtud que tengo es que lo controlo como pocos. Supongamos que llevo mil pesos para gastar, cuando se terminan me vuelvo a casa calladito. Ni mangueo ni voy a buscar y vuelvo. Lo que pasa es que me vieron tres veces en el casino y piensan “éste se va a gastar la de Huracán”. ¿Tengo que salir a desmentir algo sin asidero? Paro en La Raya, un lugar histórico donde me casé. Todos los lunes me junto con Mostaza Merlo, Horacio Pagani y Chicho Serna, pero antes lo hice con Pedernera, Di Stéfano, Néstor Rossi… Muchos asocian el lugar con la noche y el chupi. Pero yo no tomo, siempre fui muy controlado. Ahora soy muy tanguero.

-¿Qué sentís cuando se realizan los agasajos a los campeones de 1973 y no te invitan?
-Este es un club desagradecido con las glorias. En la época que fui presidente yo lo intenté: le hice homenajes a Jorge Carrascosa, a Sebastián Viberti, a Miguel Loayza, que fue mi ídolo. La última vez que me reuní con el equipo del 73 fue porque Clarín nos hizo una nota. Del club nunca me llamaron. La política me hizo pelearme con todos.

-¿Qué opinás del presente del club?
-No estoy muy al tanto, pero el club está económicamente mejor y logró un par de campeonatos importantes. Me dijeron que el presidente es muy personalista, pero si hace las cosas bien…

-¿Creés que algún día podrás congraciarte con la gente de Huracán o esta ruptura no tiene solución?
-Mi situación personal no me gusta para nada, me siento mal. No sé cómo revertirla. Si la gente piensa que me robé todo con Pastore, ¿qué voy a  explicar? Seguiré siendo de Huracán. ¿Sabés las ganas que tengo de ir al Ducó con mi nieto? (se quiebra, traga saliva, se recompone). No quisiera que alguno me diga algo adelante de él y sé que me lo van a decir. Sería un orgullo poder llevarlo. Hoy es el dolor más grande que tengo.



viernes, 25 de septiembre de 2015

Jorge Carrascosa: Ídolo del Club Atlético Huracán... @dealgunamanera...

Carrascosa: “Éramos un equipo con una idea definida y grandes intérpretes”…


Jorge Carrascosa en dialogo con el Ojo del Huracán por AM 970 Radio Génesis se refirió a un nuevo aniversario del título conseguido en el Metropolitano de 1973: “Marcamos un momento clave en la historia de Huracán, porque éramos un gran equipo, con una idea muy definida y con grandes intérpretes”.


Pasaran los años y vendrá las nuevas generaciones, pero el mes de septiembre además de reflejar la primavera, siempre será reconocido por los hinchas de Huracán por ser el mes de la consagración de aquel equipo comandado por Cesar Luis Menotti, que reivindicó la manera de disfrutar del fútbol como un espectáculo.

“El Huracán del 73 fue una conjunción de cosas, pero sobre todas la de una idea futbolística bien marcada bajo la conducción de un técnico brillante como Cesar Luis Menotti”, remarcó Carrascosa en el Ojo del Huracán conmemorando un nuevo aniversario del título y afirmó con orgullo: “Quedamos en la memoria no solo del hincha de Huracán, sino de todo el mundo”.

Además, el ex lateral izquierdo del Globo comentó una anécdota que vivió hace poco en referencia la vigencia que mantiene ese equipo en la memoria, pese a ya haber pasado 42 años de su consagración: “Hace poco me invitaron a Rosario y cuando fui, un amigo canalla me recordó como un hito el día que le ganamos 5 a 0 a Central en el Gigante de Arrollito y todo el público Canalla se paró para aplaudirnos”.

“Lamentablemente eso hoy no podría pasar, porque cambió el mundo”, acotó con nostalgia Carrascosa y prosiguió: “Cuando yo jugaba los jugadores no usaban calzas, aritos, tatuajes ni tampoco salían de una manga al campo de juego y hoy somos todos conscientes de lo que pasa en el fútbol, donde los visitantes no pueden ir a la cancha y los partidos parecen guerra, pero cuando yo jugaba había otros valores que hoy en día la sociedad perdió”.

Cuando se le consultó por la distancia que tiene el expresidente del club, Carlos Babington con el resto de los campeones y la pésima imagen que dejó su mandato al frente del club, el Lobo respondió: “La vida te lleva por distintos caminos y yo no me puedo poner a juzgar a nadie, porque no estoy en condiciones de hablar de ninguno de mis excompañeros”.

Asimismo, Carrascosa hizo referencia a lo que le significó que Huracán volviera a dar una vuelta tras 41 años: “Los títulos de Huracán me causaron una gran emoción, ya que yo fui durante 7 años jugador del club y conozco la bohemia y la poesía que significa Parque de los Patricios, aunque al verlo salir campeón, me generaba también la impotencia de no poder estar en el campo de juego siendo participe de esos logros”.

También, el ex jugador de la Selección Argentina opinó sobre la desesperación que actualmente existe por perseguir los resultados. “El resultado desvirtúa la esencia del deporte y eso hace que achicaran los espacios, se generaran mucho más roces y los torneos sean más apretados”, sostuvo Carrascosa y continuó: “En el 73 se sumaba de a dos puntos y se jugaban 32 partidos, por lo cual siempre era el mejor equipo el que salía campeón”.

© Escrito por Matias Basconcello el jueves 24/09/2015 y publicado por Patria Quemera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Sopla un viento de triunfos y gloria, corazones que vibran de fe. Ya desfilan los grandes campeones y el concurso aplaude de pie. En sus pechos diviso la insignia confundida con el corazón. Es un Globo de fuego que vuela rumbo al cielo de su inspiración. Se oye un grito que se expande por los aires con afán. Son millares de gargantas las que nombran: ¡HURACÁN! Club glorioso de campeones con empuje de titán. Arrogantes corazones

¡HURACÁN! ¡HURACÁN! ¡HURACÁN!

Ya termina el desfile armonioso. Deportistas de gracia ideal. Y al espacio se elevan los hurras junto al Globo que vuela triunfal. Ya se marchan los bravos campeones y la hinchada que alienta a la par. El estadio dormita en silencio.

¡HURACÁN! ¡HURACÁN! ¡HURACÁN!

Se oye un grito que se expande por los aires con afán.Son millares de gargantas las que nombran: ¡HURACÁN! Club glorioso de campeones con empuje de titán. Arrogantes corazones

¡HURACÁN! ¡HURACÁN! ¡HURACÁN!

Sopla un viento de triunfos y gloria, corazones que vibran de fe. Ya desfilan los grandes campeones y el concurso aplaude de pie. En sus pechos diviso la insignia confundida con el corazón. Es un Globo de fuego que vuela rumbo al cielo de su inspiración. Estribillo: Se oye un grito que se expande por los aires con afán. Son millares de gargantas las que nombran: ¡HURACÁN! Club glorioso de campeones con empuje de titán. Arrogantes corazones

¡HURACÁN! ¡HURACÁN! ¡HURACÁN!

Ya termina el desfile armonioso. Deportistas de gracia ideal. Y al espacio se elevan los hurras junto al Globo que vuela triunfal. Ya se marchan los bravos campeonesy la hinchada que alienta a la par. El estadio dormita en silencio.

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Se oye un grito que se expande por los aires con afán. Son millares de gargantas las que nombran: ¡HURACÁN! Club glorioso de campeones con empuje de titán. Arrogantes corazones

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