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sábado, 17 de febrero de 2024

Homenaje a la tripulación de la aeronave Neptune accidentada en la Antártida en 1976… @dealgunamaneraok...

Homenaje a la tripulación de la aeronave Neptune accidentada en la Antártida en 1976…

Avión Neptune 2-P-103 de la Armada Argentina

La ceremonia tuvo lugar a bordo del buque de investigación de la Armada Búlgara “Santos Cirilo y Metodio” y en las cercanías del sitio donde científicos de ese país habrían descubierto restos de la aeronave.

© Publicado el martes 06/02/2024 por el Periódico Digital Gaceta Marinera de la Ciudad de Punta Alta, Provincia de Buenos Aires, República Argentina.


 

Islas Shetland del Sur, Antártida – En proximidades de Punta Barnard en la Isla Livingston, perteneciente al archipiélago de las Islas Shetland del Sur, se llevó a cabo una ceremonia en memoria de la tripulación del avión Neptune 2-P-103 de la Armada Argentina, que se accidentó en 1976, y del helicóptero Bell 212 AE-451 del Ejército Argentino, que se precipitó durante las operaciones de recuperación en 1977.   

Este homenaje adquirió especial relevancia debido a que actualmente el buque búlgaro transporta restos posiblemente pertenecientes a la aeronave Neptune, que impactó en esa zona durante un vuelo glaciológico el 15 de septiembre de 1976. 


La ceremonia fue presidida por el Director de la Academia Naval Búlgara, Almirante Boyan Mednikarov; acompañado por el Director del Instituto Búlgaro, Profesor Christo Pimpirev; el embajador de Bulgaria en Argentina, Stoyan Mihaylov y el Director General de la agencia oficial de noticias búlgara BTA, Kiril Valchev.

Durante la rendición de honores, en la que participó la dotación del buque y científicos de España y Bulgaria, diferentes autoridades búlgaras pronunciaron palabras alusivas. En representación de la Armada Argentina, el Capitán de Corbeta Lucas Acosta Salcedo, asesor náutico embarcado durante la expedición, dirigió una alocución, la cual fue leída en español y traducida al búlgaro frente a todos los presentes.   



Luego de describir lo ocurrido con ambas aeronaves, el Capitán Acosta Salcedo concluyó diciendo que “la tripulación del Neptune de la Armada Argentina, junto con los camaradas del helicóptero Bell 212 del Ejército Argentino, son eternos guardianes del territorio antártico, y un claro ejemplo de camaradería y abnegación en el cumplimiento del deber hasta la ofrenda de lo más sagrado, que es la vida misma”.

El accidente aéreo 

El 15 de septiembre de 1976, el avión Neptune 2-P-103, perteneciente a la Escuadrilla Aeronaval de Exploración de la Armada Argentina, despegó en horas de la mañana desde la Base Aeronaval Río Grande. La misión encomendada consistía en realizar un vuelo de reconocimiento glaciológico sobre el pasaje Drake e islas Shetlands del Sur, contribuyendo así a las actividades del Rompehielos A.R.A. General San Martín (Q-4) durante la Campaña Antártica 1976-1977. 

La dotación estaba conformada por el Comandante de la aeronave, Capitán de Corbeta Arnaldo Mutto; los Tenientes de Navío Miguel Berraz y Romualdo Migliardo; el Teniente de Corbeta Claudio Cabut; los Suboficiales Segundos Nelson Villagra, Juan Noto y Remberto Brizuela; el Cabo Principal Omar Campastri; el Cabo Primero Benjamín Scesa; y el corresponsal (camarógrafo) de Canal 13 TV Ushuaia, Rodolfo Rivarola.

Ante la falta de comunicación con el avión, se declaró la alerta y desplegaron aeronaves de búsqueda y rescate. El 18 de septiembre de 1976, finalmente, se localizó el lugar del impacto en una de las laderas del Monte Barnard de la isla Livingston, confirmándose esto unos días después, el 24, por otra aeronave con capacidad para realizar vuelos a baja altura. 


En respuesta al accidente, se envió el rompehielos A.R.A. General San Martin (Q-4) a la Antártida con la misión de rescatar a posibles sobrevivientes, arribando el 4 de octubre del mismo año. Aunque el helicóptero Alouette embarcado logró confirmar la presencia de algunos restos entre la montaña y el glaciar, no se encontraron sobrevivientes. Se decidió entonces intentar el rescate de cuerpos y restos de la aeronave durante el verano, aprovechando condiciones meteorológicas más favorables.

En enero de 1977, se coordinó una compleja operación de rescate en un área de difícil acceso, a 1500 metros de altura y con una inclinación de 70°, con la participación de medios de la Armada y del Ejército. 

Lamentablemente, durante el apoyo a esta tarea, el helicóptero Bell 212 AE-451 del Ejército Argentino experimentó un desmejoramiento repentino de las condiciones meteorológicas, precipitándose a tierra y falleciendo en el acto sus tres tripulantes: el Teniente Primero Mario García, el Teniente Alejandro Merani y el Sargento mecánico Ricardo Segura. 

Ante la tragedia, la mayor registrada desde el inicio de la presencia argentina en la Antártida, se decidió no volver a intentar el rescate de los cuerpos.

Potencial hallazgo de los restos del Neptune 2-P-103   

El 15 de enero actual, tras más de 47 años del siniestro de la aeronave argentina, en el marco de las tareas de investigaciones realizadas por los científicos búlgaros durante la 32° campaña antártica científica, se encontraron restos de un vehículo de tipo militar coincidentes con los de una aeronave. Geólogos, tomando muestras en el área de Punta Barnard, descubrieron los mismos, los cuales fueron embarcados a bordo del buque de investigación de la Armada búlgara.  

El 19 de enero, con el objetivo de encontrar indicios que ayudaran a identificar el origen de las partes previamente halladas, las autoridades búlgaras enviaron un grupo de alpinistas e investigadores. Estos lograron encontrar más elementos, que también fueron embarcados. 

Ya a bordo de dicha unidad, se identificaron como parte de una aeronave militar. Gracias a una inscripción en español encontrada en piezas halladas y a la imagen del “sol de mayo” típico de los timones de dirección de las aeronaves pertenecientes al componente de la Aviación Naval, se relacionó con la aeronave argentina Neptune 2-P-103. 


Luego de que las autoridades búlgaras se comunicaran con las argentinas para informar sobre el hallazgo y ponerse a disposición, se coordinó la entrega de los restos para el 21 de febrero en la Base Naval Mar del Plata, durante la escala logística prevista por la embarcación de la Armada Búlgara.  

Una vez entregados, serán trasladados al Arsenal Aeronaval Comandante Espora. Este ente técnico cuenta con la autoridad necesaria para certificar si los mismos pertenecen a la aeronave en cuestión; todo ello bajo la supervisión de la Jefatura de Mantenimiento y Arsenales de la Armada.


   

miércoles, 18 de mayo de 2022

Guerra de Malvinas. Operación Mikado... @dealgunamaneraok...

Guerra de Malvinas. Operación Mikado...

 Monumento a Malvinas. Río Grande. Tierra del Fuego

Operación Mikado: el fallido ataque británico que disparó una noche de alarma en Río Grande. 

© Publicado el martes 17/05/2022 por el portal El Ciudadano de la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, República de los Argentinos.

La ciudad alberga al Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5), una de las unidades que intervino durante el conflicto, y a una base aeronaval, desde donde partieron muchas de las misiones aéreas de combate contra la flota británica. 

La Operación Mikado, recordada por la historiografía como una frustrada acción militar que los británicos emprendieron para atacar las instalaciones de la Armada en Río Grande, Tierra del Fuego, es también la evocación de una vivencia colectiva sobre la angustia de la guerra de Malvinas en una ciudad en la cual hace 40 años sonaron las alarmas de un ataque enemigo en suelo argentino. 

Situada a 600 kilómetros al oeste de Malvinas, Río Grande es el punto continental más cercano con el archipiélago que el Reino Unido usurpa desde 1833. 

La ciudad alberga al Batallón de Infantería de Marina 5 (BIM 5), una de las unidades que intervino durante el conflicto, y a una base aeronaval, desde donde partieron muchas de las misiones aéreas de combate contra la flota británica. 

“La intendencia de Río Grande y las Fuerzas Armadas generaban simulacros para que la gente esté preparada ante una emergencia. Las familias tenían que tener una linterna, radio, pilas y comida por si pasaba algo y había que salir”, recordó en diálogo con Télam el historiador riograndense Esteban Rodríguez. 

Tres días después del desembarco, el 5 de abril de 1982, al hablar en el Parlamento del Reino Unido, el diputado británico Ian Lloyd exhortó a los mandos de la Royal Air Force (RAF): “Ataquen a la aviación naval argentina para que no hostiguen a la fuerza británica, deben perder la capacidad de utilizar sus aviones porta misiles desde sus pistas situadas en tierra”. 

Un mes después, y tras el hundimiento del crucero A.R.A. General Belgrano (C-3), dos aviones Super Étendard de la Armada salieron de la base de Río Grande y cumplieron el objetivo de hundir con misiles Exocet al destructor británico HMS Sheffield, en uno de los ataques más fulminantes sufridos por la flota británica en la contienda. 

En su libro “Los cien días”, el almirante británico John Forster Woodward -quien dirigió la fuerza naval enviada por la primera ministra Margaret Thatcher a las Islas Malvinas- recuerda que durante el conflicto se pensaba como “una pésima noticia” que la Aviación Naval de Argentina pudiera “incrementar el suministro” de los misiles Exocet. 

Por ese motivo, resultaba imperioso “eliminar de alguna manera” a los Super Etendard y a los misiles que la Armada argentina alojaba en esta base de Río Grande, una ciudad que pasó a considerarse como un objetivo por parte de las fuerzas británicas. 

“En algunas esquinas de la ciudad, arriba de los postes de luz, había un motor con una sirena”, evocó en diálogo con Télam Juan Carlos Lara, un voluntario que en los días de la guerra integraba una unidad denominada Red de Observadores Adelantados (ROA). 

Como parte de ese grupo, Lara tuvo -con sólo 18 años- la tarea de vigilar los movimientos en la frontera con Chile, a más de 50 kilómetros de la ciudad. 

“Cuando sonaba la sirena había que realizar el oscurecimiento de toda la ciudad”, repasó Lara al momento de revivir aquellas traumáticas jornadas. 

Río Grande tenía en ese entonces 13 mil habitantes, además de al menos 1.200 hombres de las tres fuerzas armadas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea) y de la Prefectura Naval. 

“Dos de los 16 soldados caídos que partieron desde acá se alojaron en mi casa”, contó Lara. 

Además de ser el lugar donde cada 2 de abril se congregan miles de personas para realizar una vigilia en conmemoración del conflicto con Gran Bretaña, Río Grande fue declarada el año pasado como “Ciudad Heroica” por el importante rol que tuvo durante la guerra. 

“Había muchas razones para que la ciudad sea foco de un ataque, y eso ocurrió a mediados de mayo”, subrayó el historiador Rodríguez. 

A un mes de iniciado el conflicto, la Royal Navy lanzó la Operación Mikado, que significa “la puerta” en japonés, en alusión a la importancia que tenía para los británicos neutralizar esta base con el propósito de ganar la guerra. 

En su libro “Ataquen Río Grande”, el investigador Jorge Muñoz plantea las distintas versiones existentes alrededor de esa operación. 

En su trabajo, Muñoz aborda la historia del helicóptero Sea King que partió desde portaaviones HMS Invincible rumbo al continente llevando un equipo de nueve hombres del Servicio Aéreo Especial (SAS). 

También menciona el caso de los dos aviones C-130 Hércules que salieron de la base militar británica de la Isla de Ascensión. 

“Según los informes de la Armada, las operaciones de los comandos británicos fueron entre el 16 y 17 de mayo, cuando el A.R.A. Bouchard (D-26) detectó en su sonar a gomones que navegaban hacia la costa”, según indicó a Télam Rodríguez, quien considera que esta operación constituyó uno de los momentos “de mayor angustia vividos en Río Grande durante la guerra”. 


A.R.A. Bouchard (D-26) - Fotografíahttps://deyseg.com/

Si bien no hay una fecha precisa en la que las fuerzas armadas británicas decidieron poner en marcha su ataque, la mayoría de las versiones coinciden en al menos dos cuestiones: que un operativo del SAS intentó llegar a Río Grande con la misión de destruir los misiles, los aviones y matar a los pilotos, y que esta situación disparó la alarma de la ciudad durante una noche a mediados de mayo.

“El Gobierno avisó que no había más simulacros, es decir que si sonaba la alarma era en serio”, explicó Rodríguez.

“Estábamos mirando la tele, habíamos terminado de cenar, y en un momento sonó la sirena, se apagó la pantalla, se cortó la radio y ahí nos asustamos”, recordó emocionada Graciela Quiroga, una vecina que tenía siete años cuando se estremecía la ciudad. 

“Mi vieja estaba embarazada, se metió abajo de la cama y no podía salir después. Nos costó sacarla”, agregó. 

Al igual que las distintas versiones de cómo y cuándo se desplegó la Operación Mikado, los testimonios recabados por Rodríguez para su libro también tienen diferencias. 

“Algunos decían que fue un domingo porque estaban viendo a Tato Bores, pero hay gente que no tiene registro de cuándo fue”, explica el historiador y argumenta que esto sucede porque “cada persona tiene una percepción distinta sobre la historia y sus experiencias”. 

Sin embargo, el hecho que confirma la inusual incursión británica en Tierra del Fuego fue cuando el 25 de mayo, el Ministerio de Relaciones Exteriores chileno afirmó que tres británicos habían sido encontrados al sur de Punta Arenas, en Chile, a 200 kilómetros de Río Grande. 

Los pilotos permanecieron unos días a la deriva y decidieron entregarse una vez que estuvieran seguros de que estaban en territorio chileno. 

Durante una rueda de prensa, estos militares argumentaron que fue “una falla en el motor” la que los obligó a descender de urgencia mientras hacían una patrulla marítima a bordo de su helicóptero Sea King, una nave que fue encontrada destruida también por aquella zona. 

Pese a las distintas versiones del frustrado ataque y de la información militar que puede conseguirse para intentar reconstruir los hechos, el denominador común de aquellos días en Río Grande fue el miedo y la angustia. 

“No hay certezas” de la noche que sonó la alarma. “La mayor certeza es el miedo. Lo que une a todos los relatos de los vecinos es la angustia”, concluyó Rodríguez.






lunes, 4 de noviembre de 2019

La mayor tragedia aeronaval argentina en la historia de la Antártida… @dealgunamanera...

 La mayor tragedia aeronaval argentina en la historia de la Antártida…  


Hace 43 años, el 15 de septiembre de 1976, el Lockheed SP-2V5 Neptune matrícula 2-P-103 de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración de la Armada Argentina despegó a las 8.40 de la Base Aeronaval Almirante Hermes Quijada –en Río Grande– para realizar un vuelo de exploración glaciológico a la Península Antártica. Su misión era un vuelo […]

© Publicado el lunes 16/09/2019 por el Periódico Digital Gaceta Marinera  de la Ciudad de Punta Alta, Provincia de Buenos Aires.

Hace 43 años, el 15 de septiembre de 1976, el Lockheed SP-2V5 Neptune matrícula 2-P-103 de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración de la Armada Argentina despegó a las 8.40 de la Base Aeronaval Almirante Hermes Quijada –en Río Grande– para realizar un vuelo de exploración glaciológico a la Península Antártica.

Su misión era un vuelo de reconocimiento de hielos en el Pasaje de Drake, sobre la ruta de navegación que a partir del mes de diciembre navegaría el rompehielos A.R.A. General San Martín Q-4, en cumplimiento de la Campaña Antártica 1976/77.

A.R.A. General San Martín Q-4

La dotación estaba integrada por su Comandante, Capitán de Corbeta Arnaldo Mutto; Teniente de Navío Miguel Barraz; el Teniente de Navío Carlos Migliardo; el Teniente de Corbeta Claudio Cabut; el Suboficial Segundo Nelson Villagra; el Suboficial Segundo Juan Noto; el Suboficial Segundo Reimberto Brizuela; el Cabo Principal Carlos Omar Campastri; el Cabo Primero Benjamín Scesa; y el corresponsal (camarógrafo) Canal 13 TV de Río Grande, Rodolfo Rivarola.

A las 12.45 ante la ausencia de comunicación radial con el vuelo, la Torre de Control de Río Gallegos declaró al vuelo en emergencia. Comenzó así un amplio operativo de búsqueda y rescate por aire, mar y tierra.

Maqueta Neptune 2-P-103

Entre las unidades que lo buscaron se encontraban otro avión similar, el Neptune matrícula 2-P-101, que estaba realizando un vuelo sobre el archipiélago fueguino, que inició de inmediato el cruce del Pasaje Drake para buscar el avión en emergencia.

Luego de sobrevolar la zona durante varias horas, bajo severas condiciones de formación de hielo, regresó a su base por fallas.


Cerro Barnard en la isla Livingston, del Archipiélago de las Islas Shetland del Sur

Con el mismo avión y tripulación continuaron la búsqueda los días 16 y 17 de septiembre sin resultados positivos. Después de una intensa búsqueda, los restos del avión fueron localizados recién el día 18 de septiembre desde el avión Hércules C-130 matrícula TC-67 del Escuadrón I de la I Brigada Aérea y el día 24 del mismo mes confirmaron el hallazgo, desde el avión DHC-6 Twin Otter matrícula T-85 de la dotación de la base Marambio, que por sus características pudo volar a menor altura en esa zona montañosa. Se había estrellado en el Cerro Barnard en la isla Livingston, del Archipiélago de las Islas Shetland del Sur.


Hubo que esperar hasta enero de 1977 para intentar el rescate de los cuerpos de los integrantes de la dotación del avión naval. En esa tarea, cuando daba apoyo a la expedición que por tierra intentaba el ascenso a más de 1.500 metros de altura, con una ladera de hielo inclinada a 70 grados, un helicóptero Bell 212 de la Aviación de Ejército (AE-451) se precipitó a tierra, falleciendo sus tres tripulantes: el Teniente Primero Mario García, el Teniente Alejandro Merani y el Sargento mecánico Ricardo Segura.

Ante la tragedia, la mayor registrada desde el comienzo de la presencia antártica argentina, se decidió no volver a intentar el rescate de los cuerpos. Son centinelas eternos, guardianes aeronavales de los cielos antárticos argentinos.


Maqueta Neptune 2-P-103





sábado, 9 de mayo de 2015

Operación Sheffield, el día que cambió la historia... @dealgunamanera...

Operación Sheffield, el día que cambió la historia...


Un 4 de mayo de 1982, hace 33 años, ocurría un hecho que cambiaría para siempre la historia de la guerra en el mar, un hecho que por su implicancia la Aviación Naval lo tomaría como "su" día, el Día de la Aviación Naval Argentina: el ataque y posterior hundimiento del destructor HMS “Sheffield” por aviones de la Armada Argentina y su brazo armado en el aire, su Aviación Naval.

Iniciadas las hostilidades, en un vuelo ordenado por el Comando de la Aviación Naval Argentina (COAN) para realizar una exploración antisuperficie que posibilitara el arribo de 3 aviones C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina a Puerto Argentino, el 4 de mayo a la madrugada despegó desde la Base Aeronaval Río Grande el Lockheed SP-2H Neptune 2-P-112 de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración.

Se había trazado una derrota que circundaba las islas con despegue y aterrizaje en Río Grande y durante la misma se efectuaría búsqueda permanente con medidas pasivas e intermitentes con radar.

Cancelados los vuelos de los Hércules por ataque aéreo inglés a la pista de Puerto Argentino, el Neptune fue instruido para proseguir al Sur – Este.

A las 7.10 horas se obtuvo un contacto radar en latitud 53º 04’ Sur, longitud 58º 01’ Oeste. Se apagó el radar y proveniente de ese sector se detectó una señal de radar de alarma temprana de un destructor Clase 42. Comunicadas estas detecciones al COAN y después de evaluar la situación, se ordenó alistar una sección de aviones Super Etendard (SUE) en configuración antisuperficie, armados con un misil Exocet cada uno.

En Río Grande, el comandante de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, Capitán de Corbeta Jorge Colombo, ordenó preparar dos SUE. El 3-A-202 y 3-A-203 cuyos pilotos para la misión del día eran el Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz y el Teniente de Fragata Armando Mayora.

Mientras tanto, el Neptune mantenía el contacto con otra localización a las 8.14 horas en latitud 52º 47’ Sur, longitud 59º 37’ Oeste; a las 8.43 obtuvo 3 contactos radar en latitud 52º 47’ Sur, longitud 57º 40’ Oeste y a las 9.25 el radar quedó sin servicio originando una ardua labor para solucionar el problema.

Los dos SUE, con los datos transmitidos por el Neptune a las 8.43 despegaron de Río Grande a las 9.44 con un perfil de vuelo alto hasta reunirse con el KC-130 reabastecedor (TC-70 indicativo “Rata” al mando del Vicecomodoro Pessana, con la cobertura de una sección de aviones Dagger) y luego descender al aproximarse al área de contacto manteniendo estricto silencio de radio y radar para evitar ser detectados.

A las 10.30 el Neptune con la falla de radar parcialmente solucionada obtuvo dos contactos en latitud 52º 33’ Sur, longitud 57º 40’ 5” Oeste evaluándolos como dos buques medianos y uno grande.

Ya en enlace con los SUE, a las 10.35 les pasó la información. Los blancos se encontraban a 115 millas náuticas de los aviones, que en ese momento volaban rasantes en un área de chubascos con 1000 metros de visibilidad y 150 metros de plafond.

Los dos SUE continuaron su aproximación en vuelo rasante y a la distancia planificada, se elevaron a 300 metros, encendieron el radar y volvieron a descender.

A las 11.04 lanzaron simultáneamente sus dos misiles Exocet. En sus pantallas radar habían tenido los blancos, y efectuando el procedimiento practicado tantas veces antes, habían llegado a lanzar sin ser detectados por el blanco, en óptimas condiciones y a una distancia que aseguraba el impacto. No habían registrado ningún tipo de interferencia electrónica, lo que indicaba una sorpresa total.

Luego del lanzamiento invirtieron su rumbo y a la máxima velocidad y siempre en vuelo rasante, se alejaron. Aterrizaron sin novedad en Río Grande a las 12.10, el Neptune lo había hecho a las 12.04.

En apenas 12 segundos, uno de los misiles penetró por la banda de estribor hasta las entrañas del buque y explotó.

El destructor HMS “Sheffield”, una de las unidades más modernas de la Royal Navy y orgullo de la OTAN, había sido herido de muerte. Seis días después, cuando era remolcado en un intento por alejarlo del teatro de operaciones, se hundió en las frías aguas del Atlántico Sur. 

Aunque por las características del ataque no se pudieron comprobar los daños ocasionados en el momento, fue la propia BBC quien confirmaría desde Londres que en el curso de sus tareas dentro de la Zona de Exclusión Total en torno a las Islas Malvinas, el destructor Clase 42 HMS “Sheffield” había sido atacado y alcanzado por un misil argentino.

El ataque y posterior hundimiento del “Sheffield” causaron un tremendo shock a la flota británica, que acababa de perder su primera nave en 40 años, diseñada específicamente para la defensa antiaérea, precisamente a causa de un ataque aéreo.

Fue una operación eficiente, ejecutada en forma totalmente profesional por profesionales adecuadamente entrenados. El binomio avión explorador-avión de ataque demostraba así su contundencia, implicando un medio totalmente nuevo en la guerra en el mar.

El martes 4 de mayo de 1982 a las 11.04, luchando por una causa noble, en un rincón perdido del Atlántico Sur, la Aviación Naval Argentina abría a los ojos del mundo un nuevo capítulo en la doctrina de las operaciones aeronavales, se convertía en pionera de nuevas técnicas, nunca antes utilizada por país alguno, llevada adelante por una pequeña unidad de 4 aviones con eficientes pilotos y personal subalterno altamente capacitado y motivado. 

Fruto de un trabajo notable por lo arduo y minucioso, producto del ingenio desplegado por oficiales, suboficiales, conscriptos y personal civil, casi sin ayuda externa, en sólo 30 días permitió concretar el primer ataque de aviones con misiles antibuque a unidades de superficie enemigas.

Por tal motivo, a partir de ese magno acontecimiento se celebra el 4 de mayo el Día de la Aviación Naval Argentina; y el binomio SUE – Exocet ganó el apodo de ser “El terror del Atlántico Sur”.

Por esta operación los pilotos de los SUE recibieron la medalla “Honor Al Valor En Combate”.

Los aviones y tripulaciones que intervinieron en esta operación fueron:

Aviación Naval Argentina
Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque: 
3-A-202: Capitán de Corbeta Augusto Bedacarratz
3-A-203: Teniente de Fragata Armando Mayora

Escuadrilla Aeronaval de Exploración

2-P-112: Piloto Capitán de Corbeta Ernesto Proni Leston, Copiloto Capitán de Corbeta Sergio Sepetich, Navegante Teniente de Fragata Juan Gatti, O.C.O. Teniente de Corbeta Guillermo Meneses, Radarista Teniente de Corbeta José María Pernuzzi, Mecánico Suboficial Primero Juan Heredia, Ayudante Mecánico Cabo Principal Hugo Saavedra, Radio Cabo Principal Daniel Yerba, Operador M.A.E. Suboficial Primero Aníbal Sosa, Armas Cabo Principal Luis del negro, Cabo principal Luis Núñez, Supervivencia Cabo Primero Cesar Fernández.

Sumado a las dotaciones de la Escuadrilla Aeronaval de Exploración y Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque que en tierra con su anónimo trabajo permitieron que los aviones y sus tripulantes cumplieran con total éxito la misión ordenada.

Esta operación aérea, planificada y ejecutada por la Aviación Naval contó con el siguiente apoyo de la Fuerza Aérea Argentina:

Lear Jet LR-35, indicativo "Dardo”. Tripulación: 1er Teniente Eduardo Blanco, Teniente Luis Herrera y Cabo Principal Dardo Rocha; despegó de Río Grande a las 9.40 y arribó a la 1.00.

Hércules KC-130 (TC-70), indicativo "Rata", tripulación: Vicecomodoro Enrique Pessana, 1er Teniente Gerardo Vaccaro, Mayor Eduardo Gómez, Suboficial Auxiliar Oscar Ardizzoni, Suboficial Auxiliar Mario Amengual, Suboficial Auxiliar Manuel Lombino, Cabo Principal Mario Cemino y Cabo Principal Luis Martínez. Esperó en 50º 30' S / y 65º 30' O a nivel FL 100 y reabasteció, en su vuelo de ida, a los dos Super Etendard. Despegó de Río Gallegos a las 8.45 y arribó a Río Grande a las 13.45. 

Dos M-5 Dagger, indicativo "Pollo", misión: cobertura del Hércules KC-130 y los dos Super Etendard SUE; armamento: dos cañones y misiles Shaffrir. Tripulación: Capitán Amílcar Cimatti (C-437) y Capitán Higinio Robles (C-414). Despegaron de Río Grande a las 10.20 y arribaron a las 13.

El Lockheed SP-2H "Neptune" 2-P-112 permanece en custodia del Museo de la Aviación Naval Argentina luego de su restauración, la que dio origen al mismo y el Dassault Super Etendard 3-A-202 en custodia de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque.

Fuentes consultadas

Archivo del Museo de la Aviación Naval Argentina
Archivo personal del Suboficial Principal Lorenzo Borri
Dassault Super Etendard – Serie Aeronaval Nº 22 – Jorge Félix Núñez Padín – 2006
Exocet – Suplemento Nº 10 de la revista Siete Días – Emilio Villarino – 1983
Fuerza Aérea Argentina
Historia de la Aviación Naval Argentina – Tomo III – 2ª edición – CA VGM Héctor A. Martini – 2007
Jamás serán olvidados – Claudio Meunier – 2012

Relatos de los Suboficiales Carlos Banegas, Alberto Carrizo, Marcelo Salvatierra, José Boldini, Miguel García, Sergio Silva, Daniel López Alfaro.


© Escrito por el Suboficial Principal Aeronáutico Lorenzo Borri del Museo de la Aviación Naval Argentina el 05/05/2015 y publicado el periódico Gaceta Marinera de la Base Naval Puerto Belgrano, Provincia de Buenos Aires.


domingo, 22 de noviembre de 2009

Aviso A.R.A. Thompson A-4... De Alguna Manera...

Aviso A.R.A. Thompson A-4...


 Aviso A.R.A. Thompson A-4 en 1973 (Fotografía de fuente propia)

Allá por 1971, andaba yo por Tierra del Fuego donde ejercía funciones como radiotelegrafista en la Armada Argentina... (M.R. 329.888), habiendo pertenecido a la Promoción 118 de la Escuela de Marinería que estuvo ubicada en la Isla Martín García.

Las vueltas de la vida naval me llevaron a un destino "movido" ya que fui asignado a la dotación de un buque Aviso, el cuál entre otras actividades prestaba servicios de apoyo al Servicio de Hidrografía Naval y sus tareas en ese momento era el balizamiento de todos las señales lumínicas de la costa atlántica sur, Islas de los Estados incluidas...


La especialidad de radio me abstraía del resto de vida militar que obviamente se vive en un lugar como el que trabajaba, siendo la actividad de comunicaciones muy activa y profesional, donde el operador radiotelegrafista, si bien trabajaba a destajo, poseía ventajas de bienestar sobre el resto de la tripulación. Ser Radiotelegrafista era por cierto una de las mejores especialidades profesionales.


A modo de recuerdo y haciendo revisión de mi propia historia y a pesar de haber estado en la Armada obligado por mi padre, guardo muchos recuerdos positivos de la vida como navegante.


Este es mi pequeño recuerdo de aquellos tiempos...

© Escrito por Luis A. Capomasi el martes 22/11/2016.


Cinta de gorra marinera. A.R.A. Thompson

Aviso A.R.A. Thompson A-4 en 1973 (Fotografía de fuente propia)

 
Aviso A.R.A. Thompson A-4 en 1973 (Fotografía de fuente propia)

Aviso A.R.A. Thompson A-4 en 1973 (Fotografía de fuente propia)

Aviso A.R.A. Thompson A-4 en 1973 (Fotografía de fuente propia)

Aviso A.R.A. Thompson A-4 en 1973 (Fotografía de fuente propia)

Aviso A.R.A. Thompson A-4 en 1973 (Fotografía de fuente propia)



Datos del buque:

Eslora65 metros

Manga13 metros

Puntual6.45 metros

Calado medio2.65 metros

Desplazamiento1863 Toneladas con 19.5 pies de calado

Armamento: Un montaje doble Bofors 40/60 y dos ametralladoras NA simples 20.3e).

MáquinasDos motores Diesel Enterprise DMQ-36, seis cil; sobrealimentado, 4 tiempos. Una hélice accionada por acoples electromagnéticos y una caja de reducción simple, total 2.250 hp.

Velocidad: 13 nudos (máxima).

Combustible: Diesel. Capacidad: 506 TN. Radio de acción:12.000 millas.

Tripulación60 Tripulantes.

Se llamo en la US Navy Sombrero Key, construido en Pendleton Yard de Nueva Orleans, Louisiana, para el US Army.

Concebido para remolcar en el Pacifico grandes barcazas de transporte. Al fin de la Segunda Guerra Mundial fue pasado a reserva hasta que lo compro Argentina. Se afirmo el pabellón en Norfolk el 23 de abril de 1965. Zarpo hacia Jacksonville con el A.R.A. Goyena A3, para traer un dique flotante tipo AFDL, con un buque taller YR-37 trincado en su platea, para el Paraguay.

En 1973 llevo a Bahía Crossley en Isla de los Estados, un grupo de 8 ciervos a fin de crear una reserva de fauna, también realizo el salvataje de una lancha pesquera chilena, Las Tres Marias, en aguas chilenas.

En 1974 colaboro en el salvamento del Bahía Aguirre en la Antártida Argentina (Bahía Don Samuel, isla 25 de Mayo) y lo remolcó a Ushuaia.

Paso a radiación definitiva el 3 de Abril de 1977, quedando inactivo hasta 1979. Navegó más de 80.000 millas náuticas con nuestro pabellón.