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martes, 26 de marzo de 2013

Habemus Morenum… De Alguna Manera...

Habemus Morenum…


Dólar e inflacion. La Presidenta no encuentra entre sus colaboradores la llave para resolver la economía. El insólito Moreno.

Aunque no se diga, para no hacer crujir al relato más de lo que éste podría soportar, el Gobierno ha comenzado a reconocer que el dólar blue y la inflación son un problema. El “Aló Presidenta” a última hora del jueves dejó en claro que ambas cuestiones ya no le son indiferentes.

El desconcierto comenzó entre las 12.30 y las 13 del martes. En media hora, el dólar subió 15 centavos y, según afirmaron fuentes del mercado, no se trató de compras al por mayor ni de grandes operaciones. “Hasta hace poco, si una empresa u operador quería comprar 1 millón de dólares, podía hacerlo sin problemas porque había un gran mercado. Hoy quedan operando un puñado de jugadores y no es fácil hacer una operación negra en este contexto”, señaló una voz que conoce lo que sucede en ese mundo. La suba del martes estuvo impulsada por la demanda minorista, ahorristas que volcaron su dinero al blue para asegurarlo. La gente exige billetes. Hace unos días, un dólar a $ 7,50 parecía caro. Hoy ese valor es cosa del pasado. El desmanejo de la economía y la consecuente aplicación de parches han llegado a la calle. Por lo tanto, el que tiene dólares no los suelta y el que no los tiene, los busca con afán.

Minutos antes de las 14 de ese martes, el mercado se frenó. Sucedió que faltaban dólares y sobraban pesos. 

El comprador ofrecía 8,25 y no había oferta. Algunas operaciones pico tocaron los 8,30. El resto ya es historia conocida: el miércoles se acentuó la tendencia alcista y el dólar cerró a $ 8,75.

Por la noche, la Presidenta convocó a una reunión de urgencia en Olivos. Allí se sentaron el ministro de Economía, Hernán Lorenzino; la presidenta del BCRA, Mercedes Marcó del Pont; el viceministro de Economía, Axel Kicillof; el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.

Fuentes que conocen los detalles del encuentro aseguran que Cristina Fernández de Kirchner estaba furiosa por lo que consideró “la peor medida de los diez años de kirchnerismo”. Se refería al cepo cambiario. La fuerza de su ira recayó principalmente sobre Ricardo Echegaray y Mercedes Marcó del Pont. “El o yo”, planteó la presidenta del Central. Desde el entorno de la economista salieron a desmentir esta situación que, dos fuentes gubernamentales que saben lo que se dice en la Babel de Olivos, confirmaron.

La reunión dejó más dudas que certezas. Hombres disímiles, enfrentados entre sí, con poderes paralelos y orgullos pronunciados, no lograron calmar a la Presidenta y el encuentro apenas alcanzó para establecer un plan de contingencia.

Moreno fue quien apuntó con mayor virulencia contra Echegaray y Marcó del Pont. El secretario de Comercio deslizó la necesidad de acrecentar el ritmo de devaluación para inyectarle algún nuevo brío a la alicaída actividad industrial y desinflar el blue. Ahí la Presidenta se plantó y le hizo saber que “no estaba dispuesta a tomar una medida tan impopular justo en un año electoral”. Igual, todos los presentes se fueron con la convicción de que esto, así, hasta octubre, no aguanta.

Lorenzino ofreció una mixtura de opciones. Habló de una solución de mercado, inyectando mayores divisas y apurando la devaluación mediante la suba de la cotización del dólar oficial para achicar la brecha entre los dos mercados. Además, apuntó a Moreno al proponer liberar gradualmente las importaciones. Mientras esto ocurría, la mano de Amado Boudou asomaba detrás. El vice, en una reunión posterior en Economía, subrayó la necesidad de concretar un gran acuerdo de precios y salarios hasta las elecciones.

Echegaray insistió en que hay que frenar el gasto y controlar la inflación, pero mantener el cepo en forma tajante.

Kicillof, en tanto, se volvió a mostrar partidario de formalizar el desdoblamiento cambiario. Entonces, la Presidenta, demostrando poseer una buena apreciación de la realidad, le espetó: “Eso es lo que viene ocurriendo en los hechos”. El joven economista, cuyo protagonismo parece diluirse, intentó explicarle las ventajas de oficializar la medida y realizar algunos ajustes técnicos para corregir el rumbo. No la convenció.

Marcó del Pont, cansada y debilitada por las peleas internas (sobre todo con Moreno y Echegaray), apuntó contra el titular de la AFIP, a quien responsabilizó por la última suba del dólar negro.

Hoy, el mercado financiero, atomizado y diezmado por las restricciones, puede controlarse con unos diez a 15 millones de dólares. En la City aseguran que esa cantidad de dinero en la plaza alcanza para hacer subir o bajar la cotización del blue.

No es casualidad que la calma llegara el día jueves, antes del discurso presidencial, con una baja del paralelo de  treinta centavos. El plan oficial incluyó aprietes telefónicos, gendarmes en las calles y operaciones ilegales que inyectaban dólares oficiales al mercado negro mediante el aporte de algunos bancos y casas de cambio allegadas al Gobierno. El viernes, el blue recuperó tres centavos.

El panorama es claro y, aunque nadie se atreve a decirlo, las llamadas intimidantes de Moreno no bastan para bajar la cotización del blue. “Creer que con un loco diciendo que va a hacer bajar el paralelo a $ 6 se arregla la economía es no tener idea de nada”, se quejaba con preocupación un líder sindical de la CGT oficialista. Fuentes del mercado aseguran que los operadores son pocos y se conocen entre sí. Todos los relatos coinciden en señalar a una entidad financiera que sirve al Gobierno para inyectar dólares en el mercado paralelo a fin de hacerlo bajar de manera inmediata. ¿Será verdad la mecánica que varios operadores de la City describen con precisión, por la que algunas entidades financieras reciben los dólares del BCRA a un precio casi igual al oficial y lo vuelcan al mercado paralelo vendiéndolo a 8,40? Si es así, ¿quién se queda con esa diferencia?

El “Aló Presidenta” del jueves dejó en claro que el congelamiento de precios hace agua. De ahí, el anuncio de la apertura de las importaciones en algunos rubros. Dos de los destinatarios de esa medida parecerían ser Sancor y La Serenísima. El “gran acuerdo” de precios y salarios entre la CGT oficial y los principales empresarios, es –para desagrado de Moreno– idea de Boudou, a quien el secretario de Comercio detesta. En medio de estas pujas e intrigas en la cúpula del poder, la economía navega a bordo de una nave que se va asemejando cada vez más a un Titanic cuyo capitán cree que los icebergs no existen.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 24/03/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




martes, 27 de noviembre de 2012

El relato irreal… De Alguna Manera...


El relato irreal…
Desde la casamata.... Hugo Moyano. Dibujo: Pablo Temes.

La huelga general, el juez Griesa y las restricciones económicas imponen la agenda.

Como no podía ser de otra manera, la realidad se abre paso por sobre el relato del Gobierno de manera inexorable. El paro organizado por la CGT Azopardo y la fracción de la CTA que encabeza Pablo Micheli y el duro fallo del juez de Nueva York, Thomas Griesa, fueron esta semana los hechos que, con su impronta, han impactado sobre el complejo presente que afronta la Argentina. El fallo de Griesa es desmesurado. El caso es así: en 2005 la Argentina solucionó la mayor parte de su deuda con los bonistas privados a través de un acuerdo que totalizó 57.267 millones de dólares. El grupo que quedó afuera de ese arreglo, porque no lo aceptó, representa un monto que alcanza la cifra de 6.514 millones de dólares. Por otra parte, y a los fines de clausurar este complicado proceso, el Congreso sancionó una ley por la cual se cerró cualquier posibilidad de reabrir una negociación con aquellos bonistas que no entraron en el canje. 

En disconformidad con esta circunstancia, los “fondos buitre”, que compraron gran parte de esos bonos a precio vil, han venido litigando contra esa decisión. Uno de esos juicios se lleva a cabo en Nueva York, el lugar que se fijó como sede judicial. En ese marco, y tras un procedimiento complejo que incluyó a la Corte de Apelaciones del distrito, Griesa dictaminó que la Argentina debe pagarle a esos “fondos buitre” la totalidad de la deuda que reclaman, los 6.514 millones de dólares. Esto es una desmesura. En su sentencia, el juez señala que está dispuesto a embargar los pagos correspondientes a los bonistas que entraron en el canje. Por ello la Reserva Federal se ha expresado contraria a este fallo, ya que entiende que termina afectando derechos de terceros.

Las expresiones “tribuneras” de hace unos días de la Presidenta, diciendo que nunca les pagarían a los fondos buitre, repetidas luego por el Jefe de Gabinete y el ministro de Economía, constituyeron un grave error estratégico porque implican el no cumplimiento de un fallo. Y esto fue lo que enfureció al magistrado. El extracto del diálogo final entre el abogado del estudio que defiende los intereses de la Argentina y el magistrado lo muestran a éste enojado con las declaraciones de la Presidenta en la que aseguraba que nunca les pagaría a los “fondos buitre”. Otra vez aparecen aquí los problemas que tiene Fernández de Kirchner para distinguir los matices de la realidad. El Gobierno se ha acostumbrado a tomar como habitual el no cumplimiento de aquellos fallos judiciales que le disgustan: ahí están los casos de la no reposición en el cargo del ex procurador de Santa Cruz, del no pago de las sentencias a favor de la recomposición de haberes de los jubilados, por citar algunos. Pero el mundo es otra cosa. En buena parte de ese mundo, los fallos de la Justicia se cumplen. Respecto de los EE.UU., la Presidenta debería abrevar en algunos casos de su historia judicial para comprender el peso institucional que tienen allí los jueces. 

Enojarse con un juez es un camino que no conduce a nada. Es lo que ha pasado aquí. El no cumplimiento de una sentencia es un acto de desacato. Algunos indicios señalan que la Presidenta no esperaba este fallo. Ello es producto de las gruesas falencias informativas que complican la gestión del Gobierno. Si alguien se hubiera tomado el trabajo de hablar con el abogado de la Argentina, habría tenido un anticipo de lo que vendría. Como consecuencia de todo este embrollo, el Gobierno está en una situación muy delicada; si cumple con el fallo del juez Griesa, incumple la ley sancionada por el Congreso; y si no lo hace, incumple con el fallo del juez de la jurisdicción en la que se dirime el caso. Y ello podría llevar al país a entrar en un “default técnico”, constituyendo esto un escenario de pesadilla.

En medio de esta encrucijada, el Gobierno se topó esta semana con una huelga. Que el primer paro general contra el kirchnerismo lo haya tenido como uno de sus principales impulsores a Hugo Moyano es una paradoja impactante. No fue sólo el piquete –metodología siempre criticable– el que detuvo muchas de las actividades en los principales centros del país. La inadecuación del mínimo no imponible complica la vida de muchos trabajadores, sobre cuyos bolsillos la inflación está teniendo un impacto negativo de una magnitud como no se había sentido hasta ahora. Por eso que inmediatamente después del Aló Presidenta en el que se anunció que el medio aguinaldo de diciembre no tributaría impuestos, Fernández de Kirchner se reunió en la Casa Rosada con la conducción de la CGT Balcarce, a la que le confirmó que el año próximo se subiría el mínimo no imponible, aunque sin precisar el momento a partir del cual se concretaría tal promesa y advirtiendo que las cuentas fiscales están en un delicado equilibrio, ya que el superávit es cosa del pasado con pocas posibilidades de recuperarse en el futuro.

Los líderes sindicales –a los que el fallo de Griesa ha preocupado mucho– se fueron con angustia porque entendieron el metamensaje: las paritarias del año que viene serán muy difíciles, y eso caerá mal en las bases a las que no les está resultando fácil contener. De hecho, si bien el paro del martes no tuvo mayor impacto sobre los gremios industriales (UOM y Smata), en otros como comercio y transporte, ligados a la CGT oficial, hubo apoyos a la medida de Moyano que dejaron mal paradas a sus conducciones. Lo del senador Aníbal Fernández con su infeliz alusión en forma despectiva a la figura de Augusto Timoteo Vandor –víctima de la violencia política– para descalificar a Moyano, lo terminó complicando a Caló cuya agrupación lleva precisamente el nombre del líder sindical asesinado en su despacho en 1969.

En tanto –y como respuesta a las alternativas de la hora– la Presidenta lo mandó al ministro de Planificación, Julio de Vido, a hablar de la re-reelección. Nadie sabe de quién fue la idea, aprobada por Fernández de Kirchner, de ponerlo a De Vido, funcionario que es la imagen de los cortes de luz y de la tragedia de Once, a hablar de la re-re el mismo día que se anunciaba un aumento de las tarifas de gas y electricidad. ¿Serán los que le dicen que no hay inflación? ¿Serán los que le dicen que con el fallo de Griesa no irá a pasar nada? ¿Serán los que le dicen que después del 7D se acabarán los problemas en la Argentina?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

DESDE LA CASAMATA... Hugo Moyano DIBUJO: PABLO TEMES.


© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 24 de Noviembre de 2012.


martes, 20 de noviembre de 2012

Aires de cambio… De Alguna Manera...


Aires de cambio…

Gobernador Daniel Scioli. Dibujo: Pablo Temes.

El 8N actuó como bisagra política, puso en evidencia al Gobierno y alienta alternativas.

Hasta la semana pasada, y sobre todo después de la masiva manifestación adversa al Gobierno, para la Presidenta la clase media era no sólo una de las peores cosas de la Argentina sino también una de las causas de sus mayores males. De repente, esta semana todo cambió y ahora Cristina Fernández de Kirchner se siente orgullosa de pertenecer a la esforzada clase media. Más allá de que los niveles de riqueza de dudoso origen que exhibe la Presidenta la ponen en un nivel varios pisos por arriba de la clase media, la pregunta es: ¿cuál es su verdadero pensamiento? ¿Cómo es que cambia tan rápidamente de parecer? 

En la defensa del per saltum, el Gobierno pretendió hacer creer que de lo que se trataba era de dotar a la Corte Suprema de un instrumento destinado a considerar con la mayor celeridad posible casos de gravedad institucional. Bastó que la diputada Diana Conti hablara en la sesión de la Cámara baja en la que se aprobó el proyecto para que todo ese argumento cayera a la manera de un castillo de naipes. El sincericidio de Conti, que reconoció que esa ley tiene nombre y apellido –el Grupo Clarín– y un objetivo –su destrucción–, descolocó a varios de sus pares del oficialismo, que no callaron su disgusto por los pasillos del Congreso.

José Manuel de la Sota se limitó a emular a Fernández de Kirchner en sus habituales Aló Presidenta por la Cadena Nacional de Radio y Televisión, en los que aprovecha la tribuna pública para desgranar sus críticas hacia los gobernadores que no le caen bien con la finalidad no sólo de humillarlos, sino también de dejarlos mal parados o exponerlos al ridículo. El gobernador de Córdoba le hizo así beber al Gobierno de su propia amarga medicina. La furia presidencial demoró una nada en hacerse escuchar. De la Sota, que por supuesto no es una carmelita descalza desplazándose por las movedizas arenas de la política, deberá prepararse para un ostracismo que impactará en su gestión. Tal vez de ahora en más ni las secretarias de los funcionarios del gabinete nacional le atiendan el teléfono. Esto es lo que sucede en la superficie. 

En las profundidades las cosas son de una complejidad mayor. El Indek acaba de revelar cifras que hablan de una desaceleración de la economía para cuyo logro el Gobierno trabaja con ahínco todos los días. El problema de la inflación va teniendo un peso cada vez más evidente en la cotidianidad de la gente. El anuncio de la Presidenta de exceptuar por única vez del pago de Ganancias el medio aguinaldo de los que ganan hasta 25 mil pesos no alcanza a tener el efecto de una aspirina para bajar la fiebre, a la vez que es un reconocimiento del efecto corrosivo que la falta de adecuación del mínimo no imponible produce sobre el bolsillo de los trabajadores.

El tema energético es una complicación seria no sólo para el Gobierno sino, en definitiva, para el país. Nada de lo planeado hasta aquí con YPF ha salido como la Presidenta esperaba. Es que no podía ser de otra manera. Axel Kicillof le dibujó a Fernández de Kirchner un paisaje de fantasía de los que ella se enamora fácil y rápidamente. Nada de lo pintado por el viceministro de Economía se ha plasmado en los hechos. Todo es tan desafortunado que hasta el único socio que más o menos se había conseguido, Chevrón, está siendo sometido a un pedido de embargo por parte de Ecuador a causa de su responsabilidad en un grave caso de contaminación ambiental. 

El desplome del valor de las acciones de YPF muestra la realidad de un contexto no atrayente para esos y para otros inversores. Por otra parte, la severidad de la situación en el área energética es tal que la Presidenta ha tenido que recurrir otra vez al castigado ministro Julio De Vido para que se ocupe del asunto que había quedado en manos de Kicillof, lo que, por otra parte, tampoco es garantía de nada.

De Vido es corresponsable de la desastrosa situación del sector por la que hoy atraviesa la Argentina. La proyección de las erogaciones que el Estado deberá hacer el año que viene para asegurar el abastecimiento energético del país constituye el principal agujero negro de las cuentas fiscales que va a consumir gran parte de los ingresos que devenguen las exportaciones de soja. Este es un verdadero problema porque en 2013 el Gobierno va a necesitar mucha plata para endulzar la campaña electoral con anuncios y obras públicas. Uno de esos anuncios seguramente va a tener que ver con el tema del mínimo no imponible, aunque con las limitaciones sobre las que advirtió la Presidenta y que se relacionan con la negociación salarial. 

Quien parece haber tomado nota del 8N fue Mauricio Macri, que se dio cuenta de que más le valía hacerse cargo de los subtes a partir de una iniciativa propia antes tener que hacerlo por una imposición. El jefe de Gobierno porteño tiene así por delante un enorme desafío y, a la vez, una fenomenal oportunidad de construir liderazgo y poder político si es que su gestión demuestra capacidad para mejorar el servicio y manejar la compleja trama sindical que allí se verifica.

La foto de Daniel Scioli con los intendentes de San Isidro, Gustavo Posse; Tigre, Sergio Massa; San Fernando, Luis Andreotti, y Vicente López, Jorge Macri, también tiene aires del post 8N. “A Scioli siempre lo invitamos a estos encuentros y hasta ahora nunca había venido. Pero esta vez decidió venir”, señaló uno de los intendentes que aparece en la foto. Enfrascado como está el Gobierno en el 7D, hecho por el cual la Presidenta tiene en vilo a sus principales funcionarios –se anuncia para esta semana una insólita reunión del canciller Héctor Timerman y el titular de la Autoridad Federal de los Servicios de Comunicación Audiovisual, Martín Sabatella con el cuerpo diplomático acreditado en Buenos Aires–, los errores de gestión se multiplican.

Ahora se sabe que Ghana había advertido sobre la inconveniencia de que la fragata Libertad tocara el puerto de Tema. La advertencia tenía que ver con el reclamo de los fondos buitre que terminó con el embargo del buque escuela. Parece que nadie se tomó la molestia de leer el informe. Tener la corbeta Comandante Espora amarrada indefinidamente en un puerto de Sudáfrica porque no se paguen los 450 mil dólares que cobra la compañía que debe proveer los repuestos y equipos necesarios para la reparación del navío es algo de una total negligencia. En fin; es lo que hay.

Producción periodística, Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 17 de Noviembre de 2012.