lunes, 16 de septiembre de 2013

Huracán Campeón 1973... De Alguna Manera...

1973 - 16 de Septiembre - 2013
Huracán Campeón Metropolitano
 

Cuando el Globo fue fiesta...

Los jugadores y la gente. Las grandes figuras del Huracán campeón posan mezcladas con sus hinchas. Equipazo.

Hace 40 años se consagró un equipo que entró en la historia del fútbol.

Ese equipo se transformó en preciosa mitología. Porque fue campeón, pero sobre todo porque generó lo que casi nadie antes ni después: fue una identidad. El Huracán del 73 resultó una de las últimas militancias en nombre del carácter lúdico de este deporte. Lo cuentan los que lo vieron y lo exhiben muchos de los videos que ahora se pueden observar: René Houseman gambeteaba rivales como si fueran postes; atrás de èl, Miguel Brindisi ofrecía una cátedra tras otra en cada una de sus presentaciones. A los costados, Omar Larrosa y Carlos Babington brindaban elegancia. En el fondo, el Coco Basile era un vozarrón que dirigía y Jorge Carrascosa era un líder que enseñaba adentro y afuera del campo de juego. Sí, arriba, Roque Avallay -con su sonrisa de gol- gritaba victorias.


Hoy, ahora, en este ratito, se cumplen cuarenta años de un equipo que fue un hito y una gloria sin olvido. Lo dicen muchos, incluso el padre de la cuestión, César Menotti: aquel Huracán resultó la matriz conceptual que permitió la consagración de la Argentina en su primera Copa del Mundo, en 1978. Decía el entrenador y lo repite ahora el sitio oficial de la FIFA: “Ese Huracán salvó al fútbol argentino”.

“La espera valió la pena”, escribía por aquellos días de hace cuatro décadas Osvaldo Ardizzone -crack de las palabras y del periodismo- en la revista El Gráfico. Tenía razón: Huracán volvía a ganar un título de Liga luego de 45 años, desde aquella consagración lejanísma de 1928, en tiempos de Stábile y de Onzari; y se consagraba tras 29 temporadas, luego de aquella vuelta olímpica en el Gasómetro ante Boca, en ocasión de la Copa Competencia Británica, su última celebración oficial en el ámbito de la AFA.

Hay una cuestión del tiempo que lo hace más relevante al logro: es, quizá, la única vuelta olímpica que disfrutó la amplísima mayoría de hinchas de Huracán que ahora viven. Desde la calle Viamonte homologaron en días recientes los once títulos de esta historia de más de 104 años, pero para casi todos los beneficiarios de ese pasado aquellas estrellas resultan un cielo en blanco y negro. Hermoso, pero así.

Lo contaba Angel Cappa, en las charlas de bar y vestuarios en aquel 2009 de refundaciones: “Ese equipo representó un modo de entender el fútbol. Se jugaba para ganar, pero también para gustar, para el espectador, para el hombre de fútbol. Y el aplauso era esa merecida consecuencia”. 

Roberto Fontanarrosa, hincha de Central desde lo más profundo de su alma, contó alguna vez en esta redacción que la única vez que en Arroyito se aplaudió a un rival fue en aquel año: en ese 5-0 mágico e inverosímil que Huracán ofreció bajo el cielo de Rosario. No fue la única actuación estupenda ni la única goleada. Huracán debutó con un set ante Argentinos, en el Palacio Ducó: 6-1. Luego goleó 5-0 a Racing, repitió el 5-2 ante Ferro y Atlanta, todo en esa primera rueda de encantos. El recorrido continuó más eficaz que brillante en la segunda vuelta (las convocatorias internacionales ausentaron a los magos). 

Pero cuando todos se juntaban parecían un ballet al servicio del buen gusto.

La campaña también brilló por sus números: 19 victorias, ocho empates y sólo cinco derrotas. Atrás quedaron Boca, River, San Lorenzo e Independiente. A pesar de la derrota ante Gimnasia La Plata, el 16 de setiembre, Huracán dio la vuelta en su cancha. También volvió a celebrar, en el mismo Ducó, frente a Boca, aquel viejo rival de los años veinte. Allí, en esa vuelta olímpica tardía estaba el inmenso Emilio Baldonedo. Lo contó antes de despedirse del mundo, a fines de los años noventa: “Ese equipo fuimos todos. Una manera de interpretar este juego. En definitiva, nosotros. Huracán”.

© Escrito por Waldemar Iglesias el lunes 16/09/2013 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Reivindicar aquel Huracán

Es habitual por estos días encontrar reiteradas referencias a lo que ya la memoria futbolera ha bautizado como “Huracán del ‘73”. 

Es que aquel equipo, que además fue campeón –el primer y único conjunto de ese club que alcanzó un título en el profesionalismo, más allá del abigeato (cuatrerismo) que le propinó Vélez en la definición de 2009– fue absolutamente representativo de lo que la mayoría de los argentinos entendemos por “jugar bien”.

Pasaron cuarenta años de aquel memorable cachetazo a lo que el pensamiento único –“lo único que importa es ganar”– pretendía por entonces establecer como verdad revelada, y continúa en su incesante y malsana prédica reivindicando ahora, ya en 2013, alfileres y bidones bilardeanos, y alguna frase pretendidamente graciosa de Juan Carlos Lorenzo como aquella bien de pícaro de café: “en eshte paí, cualquier gil ashe un reló”.

© Escrito por Diego Bonadeo el lunes 16/09/2013 y publicado por el Siario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.











Izquierdismo... De Alguna Manera...

Izquierdismo...


Hay verdades y hay mentiras. También hay deschaves. O sincericidios, esa palabra colosal que inventó la perspicaz Silvia Bleichmar. Un sincericidio es como quitarse la vida diciendo la verdad. Por algo, Cristina Kirchner anunció “mañana me van a matar” cuando esta semana reveló que votó a Perón en 1973, pero “desde la izquierda”. Curiosa confesión, abre un espacio digno de volver a visitar.

En una expedición a los pobres de la Villa 21-24, al regresar de la zarista San Petersburgo, Cristina se sintió en confianza como para blanquear lo que hizo a los 20 años, en septiembre de 1973. El 23 de ese mes, la Argentina eligió presidente de la Nación por segunda vez en un año. Ya se había votado el 11 de marzo. El electo Héctor Cámpora asumió el 25 de mayo. Juan Perón lo echó el 13 de julio, 49 días después. Puso en su lugar al yerno de José López Rega, un oscuro coleccionista de corbatas llamado Raúl Lastiri. Las nuevas elecciones las ganó Perón, llevando como compañera de fórmula a María Estela Martínez. Asumieron el 12 de octubre.

En esas elecciones, la fórmula Perón-Perón obtuvo 7.359.252 votos, el 61,85%. Pero algo curioso sucedió. Mientras que 6.497.815 de esos votos fueron depositados con la boleta del Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), 883.434 fueron emitidos con la de otro “frente”, el de Izquierda Popular (FIP). Entre éstos estaba el de esa veinteañera Cristina.

El FIP fue una derivación del Partido Socialista de Izquierda Nacional, fundado por Jorge Abelardo Ramos, y sus seguidores. El Colorado Ramos fue un infatigable polemista que se plegó al peronismo en los años 40. Trabajó para Perón como divulgador y en su época fue muy conocida su columna, que firmaba como Víctor Almagro, en Democracia, uno de los varios diarios de aquel gobierno.

Pero Ramos provenía del trotskismo, y ésa fue su residencia ideológica central. Durante años, editó libros con el sello Coyoacán, nombre del barrio de México DF donde vivió y fue asesinado León Trotsky. Al igual que la corriente inspirada en el mítico Nahuel Moreno (Hugo Bressano, 1924-1987), para Ramos había que estar con el peronismo porque allí estaban “las masas”. Hacia allí fue y allí se quedó. Más de tres lustros después, Ramos sería embajador de Carlos Menem en México. Siempre junto a las masas.

Pero la maniobra de votar a Perón “desde la izquierda” fue un mamarracho muy grosero. La boleta (se consiguen ejemplares carísimos en Mercado Libre) era igual a la del Frejuli (Perón-Perón), pero con la sigla FIP. Pretender que esos 883.434 votos apoyaban a Perón “desde la izquierda” fue un grueso insulto a la inteligencia. Por una razón muy simple: el 11 de marzo de ese año, mientras que el Frejuli obtuvo para Cámpora el 49,5% (5.908.414 votos), el FIP presentó la candidatura presidencial del propio Ramos, que recibió 48.571 votos, o sea el 0,41%. ¿La “izquierda nacional” multiplicó en septiembre por 18 sus 48.571 votos de marzo?

Trapisonda típica de su oportunismo camaleónico, a Ramos demasiados colectivos siempre lo dejaban cerca.

Al evocar su gesto de supuesta radicalidad ideológica, la Presidenta perpetró uno de sus habituales trucos, aunque desnudó ¿sin quererlo? su viejo objeto del deseo. Encuadrado en un relato de izquierda, el peronismo sería el domicilio eterno del pueblo. Eso explica que epígonos de aquellos viejos avatares sean referentes centrales del Gobierno. El hoy ciudadano británico Ernesto Laclau, nacido en 1935, fue seguidor de Ramos, que había nacido en 1921. Aunque mucho más joven (1952), el actual secretario de Cultura, que acaba de fijar residencia en la Villa 21-24, Jorge Coscia, también proviene de la misma incubadora, la “izquierda nacional”. El peronismo de matriz “troska” comparte algo con el maoísmo criollo del PCR, que en aquellos años vio en Isabel y López Rega a los protagonistas centrales de una supuesta guerra entre la Argentina y el “social imperialismo” soviético. A esta tribu perteneció Carlos Zannini, otro ícono del modelo nacional y popular que venera la Presidenta.

Pero si Cristina votó “desde la izquierda” a Perón en septiembre de 1973, ¿habrá votado también a Ramos en marzo? ¿Ella era peronista? La triquiñuela de Ramos fue una pompa de jabón, porque ni siquiera se proponía desmarcarse, apostando por ejemplo a votar a Perón para presidente en una fórmula con otro vicepresidente. Cristina votó desde “la izquierda” a Isabel y López Rega, el creador de la Triple A. La izquierda real estaba en el Frejuli en marzo de 1973. Y en septiembre la Alianza Popular Revolucionaria, con Oscar Alende y Horacio Sueldo, recogió 885.201 votos (7,56%) con candidatos y programa propios, mientras que el trotskista Partido Socialista de los Trabajadores, con Juan Carlos Coral y Nora Sciappone, recibía 181.474 votos.

El sincericidio cristinista desnuda la frivolidad juguetona e irrespetuosa con que se maneja el grupo gobernante. Es la misma ligereza con la que, improvisada como es habitual, bautizó “Carupé” (sic) a la Virgen de Caacupé, la misma superficialidad que exhibió al enrostrarles en la cara al padre Pepe Di Paola y a los curas de la 21-24 que si las cosas cambiaron en la villa fue gracias a este gobierno, ignorando con su desdén proverbial una tarea social que empezó mucho antes de que la Presidenta supiera que esa barriada existe.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 15 de Septiembre de 2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 15 de septiembre de 2013

Defensa y Justicia 1 vs. Huracán 0... De Alguna Manera...


Un partido que se definió desde el inicio...


El conjunto dirigido por Antonio Mohamed sufrió una nueva derrota en el Torneo al perder esta tarde en Florencio Varela frente al local Defensa y Justicia por 1 a 0, gol convertido en el inicio por Claudio Guerra.


Un encuentro que desde el inicio tuvo al local dueño de la mitad de cancha, donde en una pelota que anticipan a Gonzalo Martinez nació la jugada que a los 4 minutos le diera lo que fue el resultado final; un pase entre líneas para el ingreso del ex Huracán, Claudio Guerra, quien definió ante la salida de Diego Pozo.

A partir del gol tempranero el equipo de Diego Cocca controló el balón y dispuso de situaciones para estirar la ventaja; Huracán estuvo lejos de lo que fue el último encuentro con Independiente, careció de ideas, Leandro Díaz estuvo muy sólo arriba y desconectado de Leandro Caruso y Matías Defederico -de bajo nivel-, sólo la firmeza de Víctor Cuesta, la presencia y distribución de Alejandro Capurro en la parte central del campo de juego y la peligrosidad que Gonzalo Martinez podía darle en cada pelota que pasaba por su zurda; así fue hasta el cierre de la primer etapa.

El inicio de la segunda no varió casi nada, sólo el equipo de Mohamed tuvo un par de jugadas de pelota parada; una se le anuló el gol a Cuesta por posición fuera de juego y en otra Capurro estuvo cerca, y en el final un tiro desviado de Cristian Espinoza; el local mereció estirar el marcador, en algunas se lo negaron los palos y la mala definición y en otras Diego Pozo lo evitó; a esto se le sumo la expulsión por doble amarilla de Federico Mancinelli -el tercer expulsado en la misma cantidad de partidos-.

El equipo de Mohamed tuvo hoy su peor partido desde que se inició el Torneo, careció de ideas y tuvo algunos jugadores por debajo de lo que venían jugando. El miércoles el rival será Instituto de Córdoba en el Ducó y será de vital importancia volver al triunfo.


Síntesis:

Defensa y Justicia 1 


Eduardo Pellegrino; Javier Báez, Emanuel Aguilera, Emir Faccioli y Marcelo Benítez; Gonzalo Bustamante, Nelson Acevedo y Washington Camacho; Walter Busse; Claudio Guerra y Brian Fernández.


DT: Diego Cocca.

Huracán 0


Diego Pozo; Federico Mancinelli, Alexis Ferrero, Víctor Cuesta y Guillermo Sotelo; Lucas Villarruel y Alejandro Capurro; Matías Defederico y Gonzalo Martínez; Leandro Díaz y Leandro Caruso.

DT: Antonio Mohamed.

Gol: 3m. Claudio Guerra (DyJ).

Cambios: ST 9m. Germán Mandarino por Defederico (H), 18m. Martín Lucero por Fernández (DyJ), 21m. Lucas Villafáñez por Caruso (H), 23m. Yacob por Bustamante (DyJ), 31m. Cristian Espinoza por Villarruel (H) y Gonzalo Díaz por Guerra (DyJ).

Incidencias: ST 8m. expulsado Federico Mancinelli (H) por doble amarilla.

Estadio: Defensa y Justicia.

Arbitro: Diego Abal.

© Publicado el sábado 14/09/2013 por Departamento de Prensa “Huracán, el corazón de Buenos Aires” de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos:




Los goles:



Proxima fecha:

Instituto de Córdoba

Miércoles 18 de Septiembre. Hora: 18:15

Estadio Tomás A. Ducó





Clarín 2... De Alguna Manera...

Clarín 2...

Esta contratapa continúa la de ayer, ambas dedicadas al tema central de la audiencia pública de la Corte Suprema de Justicia por la Ley de Medios, que fue el de la escala: cuanto más grande es mejor, y cuanto más grande es peor. Por cuestiones de espacio focalicé ayer sobre si (y si sólo) se puede hacer periodismo de investigación político crítico de los gobiernos desde una empresa de medios muy grande. Y en la de hoy, sobre si el tamaño de Clarín afecta la pluralidad, dificultando el desarrollo democrático y/o la libre competencia, trabando el desarrollo económico.

Habría que comenzar diciendo que si una empresa es la primera en diarios, la primera en televisión, la primera en radio, la primera en cable y la primera en internet, o todos los demás son tontos o existe alguna ventaja que ese conglomerado tiene y dificulta a cualquiera competirle.

En un reportaje publicado en Perfil el sábado de la semana pasada, el CEO de Cablevisión, Carlos Moltini, dijo que sin la fusión de Multicanal con Cablevisión “la empresa no era sustentable en el largo plazo”. O el problema está mal planteado, o nos encontramos frente a un raro caso donde una empresa o muere o es líder en todo.

Yo no creo que Moltini mienta ni tampoco que Sabbatella esté totalmente equivocado, cada uno tiene su parte de razón. El problema es que, aunque la Corte Suprema pudiera descifrar lo verdadero de cada lado, no podría resolver el problema de fondo porque no tiene el poder absoluto del rey Salomón, quien ejercía simultáneamente el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. La tarea quedará para un nuevo gobierno y un nuevo congreso a partir de 2015. Lo que la Corte ahora podrá hacer es impedir que se rompa lo irreparable.

De cualquier forma, el debate es enriquecedor y preparativo para 2015, además de orientar a la Corte sobre qué cuidar.

Moltini dijo que Clarín no es sustentable en el largo plazo porque “la pérdida de lectores del diario es permanente. En TV abierta no hay un programa que supere los veinte puntos de rating. Los consumidores evolucionaron en la manera de acceder a los contenidos. Todo medio independiente hoy en la Argentina tiene algo atrás que le da sustentabilidad”.

Primero habría que aclarar qué es ese “algo” que tendrían atrás y que da sustentabilidad a los medios independientes, porque el diario La Nación o Editorial Perfil no tienen ninguna otra actividad que no sea medios gráficos y son a la vez independientes y hoy sustentables. Habría que precisar entonces a qué se refiere Moltini con “largo plazo”: ¿cinco años o cincuenta años? Ya Bill Gates pronosticó el fin del papel para el año 2000 y se equivocó por mucho. 

Hoy en día no se habla de una desaparición total del papel pero sí de una reducción sólo a la elite –como, por ejemplo, el teatro– para 2030 en Estados Unidos y progresiva a 2050 en el resto de los países. Paralelamente los diarios Clarín, La Nación o Perfil no serían sustentables en un largo plazo dentro de algunas décadas sólo si no hacen nada, mientras que, por el contrario, podrían encontrar en lo digital una oportunidad más grande que en el papel para entonces.

En televisión, cine o música continuamente aparecen ideas similares de catástrofe y de que la industria se acaba. Generalmente es hecha por gente que siente tener una edad profesional en la que ya superó su cenit y se deprime.

Siempre habrá información, entretenimiento y producción de contenidos. Quizás la nostalgia anticipatoria de Moltini podría relacionarse con lo que plantea el libro lanzado en abril pasado y que ya se transformó en un best seller de los medios, titulado The End of Big: How the Internet Makes David the New Goliath (para reforzar su idea, Moltini lo puede comprar por 18 dólares en papel en Amazon o sólo por 14 para leerlo en Kindle). Volviendo al teatro como ejemplo anticipado de los medios offline, después de varias décadas de reducción de la cantidad de espectadores, el teatro llegó a fines de los 90 en Argentina a un piso de 3 millones de espectadores anuales, para alcanzar más de 5 millones de espectadores anuales en la actualidad. Eso sí, las salas son más chicas que antes.

Pero seguramente Moltini no mira los medios como productor de contenidos sino como un técnico en telecomunicaciones y, desde la perspectiva de la conectividad, que es bien distinta a la de la producción de contenidos, Moltini tiene razón. La finlandesa Nokia era la mayor fabricante de celulares del mundo hace cuatro años y perdió todo su mercado porque no pudo competir contra Apple y Samsung. Fue vendida ahora a la norteamericana Microsoft, que tendría tamaño suficiente para competir con otra norteamericana y una asiática (el producto bruto de Finlandia es la mitad del de Argentina).

Previamente al 7D, Moltini dio una entrevista a Mariano Grondona y dijo: “Telefónica es 16 veces más grande que Cablevisión, la fusión de Cablevisión y Multicanal fue la convergencia de infraestructura para el desarrollo de los servicios triple-play y cuádruple-play. Cablevisión y Multicanal se fusionaron porque era la única posibilidad que tenían de subsistir en un mercado competitivo de las comunicaciones en el cual la masa crítica es absolutamente necesaria para seguir prestando los servicios. La fusión trajo la digitalización, el HD y el Fibertel 30 megas.

Y el poder ser una empresa competitiva e independiente que pueda dar una pelea en el espacio de las telecomunicaciones. Cablevisión sólo tiene el 10% del mercado de las telecomunicaciones en Argentina. Si fuéramos más pequeños no existiríamos, porque no tendríamos la masa crítica para invertir ni dar un servicio competitivo ni apetecible para nuestros clientes. Lo que pasaría es que los grandes operadores como Telefónica, a la que le aprobaron la fusión con Telecom, pasarían a ser prácticamente los dueños de todo el negocio de las telecomunicaciones, como sucede en Perú”.

Exacto; en el mercado peruano, más chico, no existieron un Clarín ni, como en México, un Slim, que le hicieran frente a Telefónica. Dependiendo de la perspectiva, hasta podría ser un motivo de orgullo que Argentina cuente con una empresa de telecomunicaciones con mayoría nacional (40% es de un inversor mexiconorteamericano). En México, Slim lo logró recibiendo el monopolio de la telefonía, que era del Estado cuando, en 1990, se privatizó Telmex.

Pero Brasil, seis veces mayor que la Argentina, no pudo generar una empresa de telecomunicaciones mayoritariamente nacional porque los tres grandes operadores son Telefónica, Telecom y el propio Slim. La Globo tuvo que venderle a Slim la empresa equivalente a Cablevisión que tenía en Brasil cuando no pudo pagar su deuda y no tuvo la influencia suficiente (quizá tampoco el deseo, porque esa deuda no arrastraba a todo el grupo) para hacer modificar la Ley de Quiebras y sancionar otra de Bienes Culturales, como pudo hacer Clarín en Argentina. Lo mismo sucedió con la operadora de televisión por cable de Editorial Abril, que por los mismos motivos fue vendida a Telefónica de Brasil.

Clarín logró lo que ninguna empresa de medios de Brasil pudo lograr –a pesar de ser todas ellas más grandes– gracias a que, al ser productor de contenidos periodísticos, utilizó su influencia como constructor de subjetividad política para presionar por regulaciones que le permitieran crear un “pequeño monopolio” en comparación con el de Slim, en su caso desde el cable.

Con la perspectiva de Moltini, un negocio decadente como el de la producción de contenidos se debía usar para intervenir en la creación de un negocio con futuro, como el de las telecomunicaciones. El problema aparece cuando, al tener que reinvertir parte de las ganancias de las telecomunicaciones para aumentar la influencia como generadores de contenidos y así mantener y potenciar su poder de constructores de subjetividad para seguir influyendo, terminan afectando a todo el sistema de medios y a la pluralidad.

Para la Harvard Business School, lo que hizo Magnetto es genial. Para los profesores de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia, sería criticable.

El negocio de las telecomunicaciones es en la Argentina decenas de veces mayor que el de la producción de contenidos: ninguna empresa de producción de contenidos puede competir de igual a igual con otra que además tenga una empresa de telecomunicaciones. Y Clarín es la única empresa que actúa en todos los campos de la producción de contenidos y a la vez es dueña de una empresa de telecomunicaciones, explicándose así por qué es la número uno en diarios, radio, televisión, etc.

Dos frases del mundo de los negocios que resumen esa lógica: 1) “Los productos nunca fallan por sus propios errores, siempre fallan porque falta dinero; si existe la suficiente inversión para corregir y volver a probar, corregir y volver a probar, siempre se tendrá éxito”. 2) “La creatividad se compra; lo único que no se puede comprar (porque nadie que lo tenga lo vende) es la distribución (el acceso)”.

Falta agregar que Telefónica, que internacionalmente dejó de estar interesada en la producción de contenidos, mantiene Telefe para tener una puerta de entrada al Gobierno, lo que es otra forma muy criticable de utilización de un medio.

Después de todo lo expuesto, ¿qué habría que decirles a los legisladores de 2015? Lo primero es que Cablevisión/Multicanal/Fibertel es una empresa eficiente, además con mayoría de capital nacional, que no habría que estropear. Lo segundo es que hay que evitar que las empresas de telecomunicaciones utilicen su poder económico o logístico (el acceso) para controlar la producción de contenidos. Esto vale tanto para el Grupo Clarín como para Telefónica.

En las condiciones de la tecnología actual (en diez años puede ser todo diferente), y dado que todavía hoy quien tiene la posibilidad de impedir el acceso a señales de TV por cable para favorecer a las señales propias tiene un poder abusivo, lo ideal sería que las empresas de telecomunicación tuvieran prohibido producir contenidos y que, al mismo tiempo, no se redujera ni dividiera Cablevisión/Fibertel.

Si el 80% de las ganancias del Grupo Clarín proviene de Cablevisión/Fibertel, en términos económicos sería mejor para el dueño de Cablevisión/Fibertel no contar con el diario Clarín, Canal 13, radio Mitre, TN, etc., a cambio de asegurarse de que no lo obliguen a reducir Cablevisión/Fibertel el 20%.

Cuando internet cambie todo y la conectividad pierda su poder, allí el contenido será el rey, como desde hace años se viene pronosticando sin acierto. Pero falta por lo menos una década, y en Argentina, más. En síntesis: los medios pueden ser (y serán) más chicos. Las que no pueden ser más chicas son las empresas de telecomunicación.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 15/09/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Humor politico... Bajá los flpas, Recalde... De Alguna Manera...

Bajá los flaps, Recalde...

Mariano Recalde, CEO de Aerolíneas Argentinas...

Mariano Recalde, CEO de Aerolíneas Argentinas, declaró ante un centenar de personas que “ no me gusta dar explicaciones en el Congreso ante tipos como el senador Morales que es un zángano, prefiero rendirle cuentas a mis compañeros” . Luego fue al Congreso y, en lugar de pedir disculpas personales y dar por terminado el episodio (que es lo que hubiera hecho cualquier tipo inteligente y educado), no quiso dar el brazo a torcer y se trenzó en discusiones inútiles. Un clásico del kirchnerismo: complicar las cosas peleando cuando se pueden resolver por las buenas con un poco de muñeca, viveza y cariño. Así, las minas nunca les van a dar bola. Allá ellos.

Al día siguiente, Recalde redobló: “Si tuviera que contestarle a Morales diría que es mucho peor que un zángano, y además formó parte del gobierno que fundió Aerolíneas (la Alianza)” . Hasta aquí los hechos.

Ay caramba, caramba, Compañero Recalde. Qué ganas de complicarme la nota. Hoy podría divertirme con temas más interesantes como la forma en que le soltaron la mano a Insaurralde, o cómo el kirchnerismo está preparando la hoguera para chamuscar a Scioli, o el hecho de que, para encarar el problema de inseguridad que vienen negando desde hace diez años, convocaron a Rambo y Rambito. En lugar de todo eso, tengo que perder tiempo con esta pavada. Pero no te la quiero dejar pasar, campeón.

Vamos por parte: soy argentino, soy judío, soy hincha de Boca y soy hincha de Aerolíneas Argentinas desde chico.

Mi primer vuelo fue en un AVRO a turbohélice. Tenía miedo porque había escuchado que una vez, en pleno vuelo, se abrió la puerta y alguien cayó al vacío. Con la ingenuidad de un chico, pensaba que se llamaba AVRO porque se le abrían las puertas en el aire. Para sacarme el miedo, me llevaron en la cabina con los pilotos. Ahí nació mi amor por tu empresa. Digo “tu” empresa porque ya sabemos que el kirchnerismo usa el Estado como propio, desde los medios hasta, justamente, Aerolíneas.

Para entonces vos ni siquiera habías nacido, aunque eso no tiene ninguna importancia. Yo tampoco había nacido el 17 de octubre del 45 y sin embargo te lo puedo contar como si hubiera estado al lado de Cipriano (si no sabés quién fue Cipriano Reyes, pegale un telefonazo a Kunkel, a Tomada, o a algún sindicalista amigo. Ni se te ocurra preguntarle a Boudou porque no tiene la menor idea).

Tiempo después, subí por primera vez al flamante Jumbo 747 de Aerolíneas y desde entonces soy amigote de azafatas, comisarios, pilotos, administrativos, directivos, etc.

Aerolíneas fue grande de entrada, cuando la creó Perón en los años 50. También en los 60, con todos los gobiernos que le siguieron. Creció aún más con el peronismo del 73 e inclusive, hay que reconocerlo, también fue grosa durante el Proceso.

Pero luego los milicos, además de la catástrofe que hicieron, terminaron desmantelando el Estado. “Achicar el Estado es agrandar la Nación” decía la publicidad en los medios de comunicación manejados por aquel gobierno, con el mismo autoritarismo neofascista con que anteriormente lo había hecho la banda de López Rega, y también con el que a veces cometen unos que yo sé.

Para 1983 ya no andaba nada. Ni la salud, ni la educación, ni la luz, ni los teléfonos, ni los trenes (en realidad los trenes tampoco andan ahora), ni los canales de televisión que eran todos del Estado. Ni Aerolíneas.

Ese desastre lo heredó Alfonsín, que poco pudo hacer para resolverlo. Don Raúl había llegado para algo mucho más profundo y fundacional: recuperar la democracia, para todos y todas. Incluyendo la democratización del PJ, que hasta entonces venía manejándose a los tiros pero, forzado por la onda democrática, se adaptó a los nuevos tiempos con la llamada “renovación peronista” liderada por Cafiero, Menem, Manzano y otros (si te interesa el tema, preguntale a Taiana, a Gullo, a Moreno, o a la Compañera Jefa. Acordate, ni se te ocurra preguntarle a Boudou porque de esto tampoco tiene la más puta idea).

Al final del gobierno de Alfonsín, el entonces ministro de Obras Públicas, Rodolfo Terragno, propuso vender una parte de Aerolíneas a SAS (Scandinavian Airlines) para tratar de mejorar la situación. La respuesta del peronismo a través del senador Eduardo Menem quedó en la historia: “¡No permitiremos que le pongan bandera de remate a nuestra línea aérea!”. Cinco minutos después asumía Carlos Menem y les regalaba a los españoles Aerolíneas enterita con los aviones, las turbinas, las azafatas y los carritos con las bandejitas y los canelones. Hasta donde yo me acuerdo, Menem era el peronismo.

Y en su misma boleta electoral venían la Compañera Jefa, el Compañero Jefe y muchos de los revolucionarios actuales (tanto en el 89 como en el 95, cuando Menem ya era Menem). La compañía fue rifada y devastada, pero no recuerdo a ningún dirigente peronista encadenado a un Boeing tratando de salvarla.

Yo no sé si el senador Morales es un zángano. No sé si vive de la jermu, si les pega a los chicos, si pasa quiniela clandestina o si colecciona cajas fuertes. Lo que sí sé es que no formó parte de un gobierno que fundió Aerolíneas porque, como todos bien sabemos, cuando llegó la Alianza en 1999 la empresa ya llevaba 8 años privatizada.

No escribo esta nota para defender al Senador. No lo conozco, nunca lo vi en mi vida y él no necesita que yo salga a defenderlo. Mucho menos voy a defender a la Alianza que hizo todos los desastres que ya sabemos, excepto fundir Aerolíneas.

La razón de esta nota es que no me gusta que cambien la historia. Que inventen el pasado. 

No, muñeco. Hace diez años que hacen ese chiste. No va más, gato. El pasado reciente tiene demasiados testigos como para tomarnos a todos por giles. Cualquiera puede equivocarse y luego cambiar de opinión, pero hay que reconocerlo, papi, pedir disculpas y jamás acusar a otro de haber hecho lo que en realidad hizo uno.

Personalmente, siempre apoyé que Aerolíneas fuera del Estado. Sobre todo cuando ustedes la privatizaron. Pero estoy seguro de que si la manejan mal inevitablemente volverán a privatizarla. Posiblemente ustedes mismos. Y entonces vamos a decir que vos sí habrás formado parte de un gobierno que arruinó Aerolíneas.

Bajá los flaps, pibe. Tren afuera. Mantené el eje de pista y corregí deriva que el viento lo tenés cruzado.

“Your attention please, we’ll be landing at the National Constitution Airport in about two years. Fasten seat belts and thank you for flying Aerolíneas Argentinas” . Si supieras algo de política, de historia o de aviones, sabrías de qué corno te estoy hablando, papá.

© Escrito por Alejandro Borensztein el domingo 15/09/2013 y publicado en el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


 

Hablemos sin saber... De alguna Manera...

Hablemos sin saber...

Hablemos sin saber...

Así se llamaba una sección del programa Sin Codificar. Un grupo de “especialistas”, periodistas quizá, decían cualquier cosa de un tema previamente estipulado. Así se debatía, por ejemplo, sobre "por qué los perros corren y le ladran a los autos" o se analizaba con mucho rigor la posibilidad de que Leo Messi funcionara mejor como arquero de la Selección de Fútbol. Algunas de esas situaciones ya tienen un lugar entre los grandes momentos humorísticos de la televisión. En ocasiones, ciertos protagonistas de la actualidad política nacional no tienen nada que envidiarle a aquellos panelistas del programa de Diego Korol.

El supuesto debate sobre la baja en la edad de imputabilidad de los menores entró en esa avenida del disparate, dónde nadie escucha al otro y muchos comentan por los títulos de los diarios. En sus ediciones del martes pasado Clarín y La Nación se encargaron de expresar las “divisiones en el kirchnerismo” por este tema.

Destacaron que el candidato del Frente para la Victoria, Martín Insaurralde, había propuesto bajar la edad a partir de la cual se puede aplicar una pena a un menor que delinque y que dos dirigentes importantes del oficialismo le habían salido al cruce. El senador Aníbal Fernández, al señalar que “yo tengo una posición muy clara al respecto. No votaría bajar la edad de imputabilidad”; y el diputado Carlos Kunkel, que tomó distancia de la idea, al afirmar que “nunca lo vamos a votar”. También la diputada Victoria Donda habló sin saber: “quieren cárcel para los chicos de la década ganada”, dijo, para no perder espacio mediático, y Marcelo Longobardi, siempre propenso a castigar verbalmente a “los marginales”, elogió la medida represiva resaltando las divisiones en el elenco oficial. 

Ni los periodistas ni los dirigentes políticos se detuvieron a analizar cuál era la propuesta en cuestión. Una cosa es bajar la edad de imputabilidad sin ningún cambio en el sistema. Es decir, que los mayores de 14 años puedan ser castigados penalmente por los delitos que cometan, como vienen reclamando los sectores de la derecha política y los partidarios de la “mano dura”. Otra muy distinta es propiciar la creación de un Régimen Penal para Menores que les otorgue a los niños las garantías necesarias para no quedar, como en la actualidad, al arbitrio de un juez.

Los magistrados en general, si se trata de chicos pobres, los terminan derivando a lugares de internación hasta que cumplan la mayoría de edad. La creación de un Sistema Penal para Menores, en cambio, es una medida progresista. Figura entre las sugerencias que Unicef hace a todos los países y cuenta con el aval de importantes especialistas como Laura Mussa y Emilio García Méndez.

En los últimos años la mayoría de las bancadas legislativas presentaron proyectos en este sentido. Incluso la del Frente para la Victoria. Claro que poner en marcha un sistema de esta naturaleza implica movilizar gran cantidad de recursos. Abrir juzgados especializados y crear institutos para recibir a los menores y prepararlos para volver a la sociedad. Esa es la razón por la que no se termina de poner en marcha. Hace falta mucha plata para garantizar que un cambio tan profundo sea eficaz.

Un régimen penal que abarque a los menores de entre 14 y 18 años, les otorgaría la posibilidad de contar con las garantías del debido proceso. Algo que en la actualidad les está negado. Como cualquier ciudadano, podrían contar con un abogado que los defienda, un fiscal que los acuse y un juez que dicte sentencia. Las sanciones deben estar acordes con la edad y sólo deberían implicar la pérdida de libertad en casos graves. La diferencia con bajar la edad de imputabilidad de manera lisa y llana, es abismal. Sin embargo, periodistas y políticos, a sabiendas o no, las homologan.

Es fundamental discutir en profundidad sobre qué hacer con los menores que delinquen. La problemática requiere un abordaje múltiple que no puede obviar la cuestión educativa y social. Pero nunca este debate puede estar sometido a las necesidades de la coyuntura electoral. En un tema tan importante decir cualquier cosa por malicia o ignorancia no quita responsabilidad.  Periodistas, funcionarios y legisladores no deberían hablar sin saber. Cuando lo hacen no provocan risa sino pena.   

© Escrito por Reynaldo Sietecase el martes 10/09/2013 y publicado por 7KC Periodismo Justo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



La muerte invisible de Kevin... De Alguna Manera...

 La muerte invisible de Kevin...

Foto: lapoderosa.org

Existe una visión tranquilizadora y bastante extendida sobre la muerte. Se cree que es justa porque no hace distinciones entre pobres y ricos, entre príncipes y obreros: a todos los fulmina por igual. El gran poeta turco Nazim Hikmet refuta esa idea en uno de sus versos. "Para que la muerte sea justa, es preciso que la vida sea justa".

El sábado pasado Kevin Molina fue asesinado. El chico de nueve años estaba en su casa en su casa de la villa Zavaleta jugando junto a sus hermanitas cuando una bala atravesó una pared e impactó en su cabeza. En los pasillos del asentamiento una banda disputaba negocios y territorio. Cerca de allí, los miembros de la Prefectura Naval, encargados de la seguridad en la zona, se negaron a intervenir. 

La muerte de Kevin estalló en las redes sociales gracias a la militancia informativa de la revista La Garganta Poderosa, que tiene su redacción en el barrio, pero casi no tuvo cobertura periodística de los grandes medios. Otra paradoja: la muerte de Kevin ocurrió en la misma semana en que las portadas de los diarios reflejaron un debate fallido sobre bajar la edad de imputabilidad de los menores.

Los que defienden la aplicación de penas más duras aseguran, amparados en dudosas estadísticas, que cada vez hay más chicos que delinquen. Sin embargo, nunca se detienen en otros datos que sí están comprobados, como el que indica que los menores de 21 años encabezan las listas de víctimas de la violencia en la Argentina. Y otro muy elocuente: casi la totalidad de los menores a disposición del Poder Judicial son pobres.

En la muerte de Kevin se reiteraron dos situaciones: la presencia de bandas vinculadas a la venta de drogas que ajustan cuentas con total impunidad y la inacción de las fuerzas de seguridad que sostienen una teoría perversa: "que lo resuelvan entre ellos".

Los referentes de La Garganta Poderosa no dudaron en señalar "complicidad de la Prefectura que deja hacer y están más para cuidar a los de afuera (hay una garita en la avenida Iriarte) que a la gente del barrio". En este caso, denunciaron además que cuando la mamá de Kevin pudo volver a su casa la encontró llena de armas que nunca había visto y todavía tiene que dar explicaciones.

"Acá no hay cloacas, no hay gas, no hay nada. Por eso nosotros no queremos hablar con el Ministerio de Seguridad, queremos hablar con el Ministerio de Desarrollo Social", reclamó uno de los referentes del barrio y agregó: "Entendemos lo de Ángeles Rawson (la chica asesinada en un edificio de Palermo) pero no entendemos la asimetría, que a nadie le importe la muerte de Kevin es muy triste".

Si el domicilio de la familia de Kevin quedara en otro barrio de la Capital Federal, Palermo o Belgrano, por ejemplo, los medios de comunicación masivos todavía estarían tratando el tema. Es posible también que el asesino ya estuviese entre rejas y que la opinión pública se mantuviera estremecida por el asesinato durante semanas.

La carita de Kevin ya se habría instalado en la memoria popular a fuerza de la reiteración de su imagen en la televisión. Pero no. El poeta tiene razón. No sólo la vida de un chico que nace en un villa vale menos, su muerte también vale menos.

© Escrito por Reynaldo Sietecase el viernes 06/09/2013 y publicado en 7KC Periodismo Justo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.