jueves, 10 de enero de 2013

Doble moral K... Affaire E.S.M.A. ... De Alguna Manera...

Doble moral K...

"Hebe continúa en estado de shock" Sra. de Bonafini. Dibujo: Pablo Temes.

La hipocresía del “asado”. ¿Y si lo hubiera hecho Macri? Amenazas contra la Justicia.

Qué habría sucedido si, en lugar de Julio Alak, hubiera sido Mauricio Macri quien hubiese organizado el asado en la ESMA? ¿Qué no le habrían dicho los representantes de algunos de los organismos de derechos humanos que, insólitamente, han salido a “bancar” al ministro y su cohorte? Este fenómeno social del relativismo moral –según el cual una conducta es mala o buena no por su valor en sí sino de acuerdo con quien la lleve adelante– constituye uno de los principales éxitos del kirchnerismo. La utilización política de los derechos humanos –por cuya reivindicación los Kirchner mucho han hecho– es otro de los éxitos del oficialismo. La ESMA, el principal campo de concentración y exterminio de la dictadura, resume la verdadera dimensión de esta situación. Allí, el 24 de marzo de 2004, Néstor Kirchner mostró su estrategia: la de apoderarse de los derechos humanos y usarlos como instrumento de construcción y acumulación de poder.

Allí, también, fue cuando mostró la hilacha de lo que sería una constante K: la reinvención de la historia a través del “relato”. En esa oportunidad Kirchner cometió una de sus más brutales injusticias, al pedir perdón por todo lo que el Estado no había hecho para castigar a los culpables de las atrocidades del terrorismo de Estado. Al hacerlo olvidó el histórico juicio a las Juntas Militares, que se desarrolló en condiciones institucionales dificilísimas, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que significaron un gran retroceso en ese proceso de búsqueda de verdad y justicia, no opacan la dimensión de aquel juicio. En aquellos duros años, y tras los levantamientos carapintadas, desde el mismo justicialismo se le pedía a Alfonsín poner fin a los juicios que restaban y que pudieron reactivarse después del fallo histórico del juez federal Gabriel Cavallo, en 2001, en el que declaró la inconstitucionalidad de esas dos leyes que consagraban la impunidad.

Aquel acto en la ESMA tuvo un después desconocido para la inmensa mayoría de la ciudadanía. Néstor Kirchner, que nunca tuvo la grandeza de disculparse públicamente ante Alfonsín, lo llamó para hacerlo en privado. Vale la pena reproducir el breve diálogo que mantuvieron:

Kirchner: Doctor Alfonsín, le pido disculpas por mi olvido de hoy. Sé que debe estar enojado, y por eso le hago este llamado.

Alfonsín: Enojado, no; dolido. Y no por mí, sino por las muchas personas que en aquellos días difíciles no dudaron en poner en peligro sus vidas para hacer posible que los juicios se llevaran adelante y los integrantes de las Juntas tuvieran sus merecidas condenas.

Desde entonces, el manejo de la ESMA ha sido motivo de disputas, a veces sórdidas, entre las organizaciones de derechos humanos. Tampoco allí se ha privado el oficialismo de generar divisiones. Por otra parte, según han reconocido otras voces cercanas al Gobierno, el asado del 27 de diciembre pasado no fue el primero de la era K. Los sobrevivientes de la ESMA les reprocharon al ministro y al Gobierno por qué para ellos ese asado fue y es una afrenta: en aquellos años de terror, la palabra “asado” era sinónimo de muerte, ya que aludía a la incineración de los cuerpos de quienes habían sido allí asesinados por la Armada, procedimiento en el que se usaban gomas de vehículos para enmascarar el olor a carne quemada. Así de impresionante y así de horroroso era eso.

En la ESMA ensayó Fuerza Bruta para su participación en los actos de la celebración del Bicentenario.
En la ESMA se dan cursos de cocina.
En la ESMA ensayan murgas sus pasos para el carnaval.
En la ESMA se hacen espectáculos infantiles.

También hay que recordar que desde 2006, por iniciativa del kirchnerismo, el 24 de marzo se ha transformado en feriado. Antes, en los colegios, se utilizaba el día para hacer memoria. Ahora es un feriado más que nutre al rubro turístico. ¿Eso es la memoria?

La escalada gubernamental contra la Justicia no se detiene. El que calla otorga. Ese es el valor del estrepitoso silencio oficial ante las barbaridades dichas contra la Corte Suprema por Hebe de Bonafini en las escalinatas de los Tribunales. A eso le agregó más: la promesa de hacer públicos supuestos hechos y antecedentes de los miembros del alto tribunal, con la excepción, claro, de Eugenio Zaffaroni. Cabe preguntarse quién o qué organización es la que proveerá a la fracción de las Madres de Plaza de Mayo, que encabeza Bonafini, esa información. Que se sepa: esta agrupación no tiene la estructura necesaria para llevar adelante una investigación, con fines intimidatorios, de tamaña envergadura. No hace falta un esfuerzo neuronal extraordinario para buscar en los servicios de inteligencia del Estado la respuesta a tal interrogante.

Es lo que hace siempre el Gobierno cuando tiene enfrente a alguien que, por no responder a sus órdenes o deseos, adquiere la categoría de enemigo. Ahí entran en acción, entonces, los servicios de inteligencia o la “Gestafip”. Las piruetas son de antología. La misma Corte que hasta ayer constituía algo así como una gema que le generaba al kirchnerismo un reconocimiento mayoritario –que incluía el de sectores que le son críticos– es hoy objeto de uno de sus mayores denuestos. El principal motivo de la furia de la Presidenta contra la Corte es su independencia. Supuestamente era eso lo que dijeron buscar los Kirchner cuando forzaron su modificación.

El otro frente abierto en estas horas por la Presidenta tiene como protagonista –en realidad, víctima– al intendente de Bariloche, Omar Goye. Llegó a ese cargo tras ganar la elección el año pasado. Goye es kirchnerista. Cristina Fernández de Kirchner lo crucificó, sin nombrarlo, durante el Aló Presidenta en el que se refirió a los saqueos; ella está convencida de que ese funcionario –y no la crisis social– fue clave en la génesis de esos actos de vandalismo que se desataron allí y amenazaron con extenderse por todo el país el 20 de diciembre pasado. Alguien debería recordarle a la Presidenta –abogada exitosa, según ella– que hay un mecanismo institucional para desplazar a un intendente: el juicio político. 

Curioso: cuando al intendente de Necochea se lo removió del cargo a través de un juicio político, desde el oficialismo se habló de un golpe institucional, cuando en verdad lo que ocurrió allí fue que se cumplieron los pasos que marca la carta orgánica municipal. En cambio, nada se dice cuando –ignorando la ley– es la Presidenta la que ordena que a un intendente lo saquen de su cargo manu militari. Sin sutileza alguna, a Goye ya le hicieron saber que, si no se va, no le enviarán los fondos que requiere para su gestión. Es lo mismo que le está pasando al gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta. He aquí la esencia del kirchnerismo: para los amigos, todo; para los enemigos, ni la ley.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/01/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



miércoles, 9 de enero de 2013

Fragata A.R.A. Libertad... En casa... De Alguna Manera...


 Con bienvenida popular, la Fragata entró al Puerto de Mar del Plata...
 
La Fragata Libertad entraba así a la Base Naval marplatense. Foto: Télam

Agrupaciones y turistas coparon La Feliz para recibir al buque insignia, que entró a la Base Naval. La megaproducción de TV.

La Fragata Libertad arribó esta tarde a la Base Naval de Mar del Plata, después de haber estado casi tres meses retenida en Ghana por una acción judicial de fondos buitre.

Miles de turistas y militantes oficialistas recibieron minutos después de las 17 a la tripulación del buque con aplausos y cánticos.

Centenares de embarcaciones, un coro, luces, sonido, la presencia de agrupaciones kirchneristas de diferentes puntos del país y un riguroso operativo de seguridad figuran entre los pomposos preparativos de la Casa Rosada para recibir a la Fragata Libertad en Mar del Plata.

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Pancartas, afiches y pasacalles de intendentes bonaerenses alineados con el Gobierno y de agrupaciones cristinistas ya están colocadas en diferentes puntos de la ciudad y en el alambrado del Golf Club frente a la Base Naval desde muy temprano.

Con sus banderas como "Cristina Coraje", "Bienvenida Fragata", "Néstor vive" , La Cámpora, Kolina, Miles de Luis D'Elía, Movimiento Evita -aglutinados en Unidos y Organizados- y "Negros de mierda", quienes coparon la zona aledaña al puerto a primera hora de la mañana.

El gremio de estatales UPCN que responde a Guillermo Moreno también hace acto de presencia y hasta un grupo del vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, con una "choripaneada", viajó a Mar del Plata para celebrar la llegada del buque insignia.

El día festivo. La Fragata, en tanto, fue escoltada por unas 200 embarcaciones deportivas y comerciales, hasta entrar en el puerto.

Se dispusieron unas 20 cámaras de televisión exclusivas para la transmisión oficial, incluso algunas apostadas a distancia desde hoteles frente al golf y la Base Naval para tomar la maniobra de la Fragata e incluso se usaron elevadores cedidos por el Ente Municipal de Servicios Urbanos. La transmisión será seguida por 2 pantallas gigantes de LED junto al escenario, adelantó la agencia estatal Télam.

En el lugar se izará una bandera original del buque escuela y con una banda de música en vivo se interpretará en la voz del tenor y ex combatiente de Malvinas Darío Volonté la canción Aurora.

Por la noche, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner brindará un discurso en el acto oficial de recibimiento.

Batalla ganada. El ministro de Defensa, Arturo Puricelli, aseguró hoy que con la llegada a la Argentina de la Fragata Libertad, tras estar retenida ilegalmente en Ghana durante 77 días, “se ganó la batalla contra lo peor de las especulaciones financieras, que son los llamados fondos buitre”.

El ministro manifestó que la Fragata Libertad “permanecerá en Mar del Plata hasta el 15 de febrero próximo y podrá ser visitada por turistas y marplatenses”, y añadió que el buque insignia “luego partirá para hacerle tareas de reacondicionamiento”.

© Publicado el martes 09/01/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos:




 


 









lunes, 7 de enero de 2013

Espectros del Subte A... De Alguna Manera...


Espectros del Subte A...

El Presidente Victorino de la Plaza inaugurando el Subte de Bs. As. (01/12/1913)

No es fácil viajar en Buenos Aires. Pero no conozco viaje más grato en el trasporte colectivo de la ciudad que el del Subte A. En ciertas horas de la tarde, pareciera que hasta está por subir el propio presidente Yrigoyen. Perón lo tomó varias veces, pero para esa época ya existían la línea B, la C y la D. En el examen conspirativo al que Cortázar somete a la línea A –en su momento a cargo de la Anglo-Argentina– podemos leer: “Es cierto que entre Loria y Plaza Once se atisba vagamente un Hades lleno de fraguas, desvíos, depósitos de materiales y raras casillas con vidrios ennegrecidos”. No cambiaron mucho las cosas desde entonces, pues Cortázar quiso dar una imagen tragicómica de la vida en la ciudad a partir de los viajes metafísicos en la línea A.

Lo que sugería ese cuento cortazariano era una crítica a la modernidad, a los aglomeramientos en las metrópolis. Hoy no podemos imaginar en el proyecto de cambiar esos antiguos vagones de La Brugeoise, fabricados en la ciudad de Brujas, Bélgica, ninguna reflexión satisfactoria sobre la historia urbana que ha enhebrado este subterráneo. Estos coches tuvieron muchas reparaciones a lo largo de una centuria, pero ninguna de esas transformaciones dejaron de respetar el armazón original. Son la historia misma del transporte subterráneo durante el siglo XX, un tesoro de la memoria urbana, corporal, temporal e incluso olfativa de la ciudad. Cuando frenan en las estaciones, hace casi un siglo que esos coches dejan el mismo ligero aroma a lapacho friccionado, material del que están hechas las zapatas de freno. Hay más continuidad urbana en ese perfume a madera rechinada que en casi ningún otro juego con la historia de Buenos Aires que se nos ocurra hacer.

Cuando escucho el traqueteo del tren que se acerca ensayo una plegaria subterránea. ¿Cómo llamarla? ¿Rezo por el antiguo vagón? ¿Súplica para que aparezcan los vagones belgas, la esperanza de que surjan de la boca oscura del túnel esas desgonzadas berlinas que se bambolean de lo lindo, y no los sustitutos anodinos que fueron apareciendo con el tiempo? A veces se presentan unos intrusos vagones –igual los respetamos– que provienen de la fábrica Materfer, de la ciudad de Ferreyra, Córdoba. Fue primero la Fiat la que los hizo; ahora, en otras manos, y en otros aires de época, esa fábrica se inclina a producir máquinas cosechadoras y viales. ¡Pero si aparece el tren de La Brugeoise, cartón lleno! ¿Es que está repleto? ¡Sí, pero entramos igual!

Una vez adentro, vaya lleno o vacío, el vagón que vino de Brujas ofrece su escenografía (mejor decir su coreografía: ondulan, se tuercen, se ponen tiesos, se reacomodan, tiemblan). Los bancos entablillados con finos cortes de listones macizos y las paredes de madera, chocan moderadamente entre sí. Mucho más de lo que lo hacen los pasajeros. Al viajero iniciante podría parecerle un descalabro, pero es la centenaria dialéctica del maderaje. Alguna vez, hubo asientos de esterilla, y aun antes, de cuero. Los fabricantes utilizan ahora procedimientos que llaman “antivandálicos”, que hacen de los asientos moldes fijos en serie, un tanto penitenciarios.

Los habitués del Subte A –nombre que ha resistido a la desabrida adopción universal de la palabra Metro– toleramos la abolición de la esterilla en los asientos y las respetuosas reformas que en una centuria se hicieron en los talleres Polvorín (barrio de Caballito); eso prueba que no somos fanáticos, agradecíamos si apenas lográbamos introducirnos en un viaje entre maderas que chirrían, tan solo mascullantes, haciéndonos recordar a los viajeros de antaño, a esas miles y miles de sombras con sombrero Panamá y el desvanecido fieltro, como contemporáneos de una civilización extinguida. El sombrero comenzó a desaparecer por efecto del transporte urbano (aunque ahora las mochilas estudiantiles hacen que a ciertas horas todos los pasajeros tengan doble espalda). Viajar no es fácil. Pero el Subte A, para quien sepa entenderlo, ofrece el consuelo de sus farolas interiores de vidrio ondulante, una orfebrería de estaño de diseño artístico, un vago art-nouveau a la belga.

Siempre el subte A fue semipenumbroso. Pero al estar apenas unos metros bajo tierra, he allí una compensación. Si uno se asoma por las ventanillas para ver oblicuamente las aperturas de salida, puede percibir la gente que pasa por la calle desde el propio vagón. Es como en un propiedad horizontal, proyectada en un amplio territorio para que no perdamos de vista que la vida es eso mismo, la simultaneidad visible entre los que marchan por arriba y los que marchan por debajo; todos viandantes, todos complementándose, pues los unos serán los otros.

Hoy viajamos en el Subte A junto al piélago de nuestros pasajeros antepasados. Millones de espectros mudos viajaron allí. ¿Cómo calificar el desprecio con que se habla de esos vagones? Se lee que hay expertos barceloneses, expertos chinos, examinando esas supuestas ruinas ciudadanas. ¿Sabrán que desde la escalinata de la Estación Congreso Roberto Arlt hizo su aguafuerte sobre el Golpe de Uriburu? Dentro de algunos siglos, otros espectros podrán hablar con algún técnico chino sobre estos episodios. Si hasta algunos gerentes de la Anglo-Argentina algo llegaron a comprender. Pero por el momento, la operación de demolición histórica sobre esta línea donde ciertas estaciones conservan en el molinete gastados bastones de madera, donde millones empujaron y dejaron las invisibles marcas de sus manos apuradas, es de las más desdichadas acciones en las que puede empeñarse un gobierno municipal.

El futuro viajero perderá su historia a cambio de un mendrugo de felicidad ilusoria, un poco de aire acondicionado para sentirse un ciudadano beatificado, sin sospechar que ya era un pasajero derrotado. Le habían dado los asientos de plástico premoldeados, unos minutos menos de retraso en el viaje, y los domingos, el bálsamo de pasear con algunos de los viejos trenes belgas por Caballito. Pero era ya un pasajero fosilizado. El fáustico modernizador, no se crea, es también un museólogo. El amor a la ciudad existe, pero es más verdadero cuando no se lo proclama con sospechoso fervor. Incluso a “Mi Buenos Aires querido” se le va un poco la mano. Creo que los que así lo deseemos, como síntoma cauto y efectivo de resistencia, debemos prepararnos para hacer nuestros últimos viajes por los saltarines vagones de La Brugeosie.

© Escrito por Horacio González, Sociólogo y Director de la Biblioteca Nacional, el lunes 07/01/2013 en el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

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domingo, 6 de enero de 2013

Fontevecchia, "Vendido" a los K... De Alguna Manera...


Vendido a los K…

SIETE periodistas de la corpo. Quien suscribe, Nelson Castro, Lanata, Fernández Díaz, Leuco, Van der Kooy e Ismael Bermúdez, juntos en el balance del año político en radio Mitre el último día de 2012.

El Instituto de Hanover realizó experimentos con anteojos inversores de imágenes. Al principio, las personas, al ver todo al revés, sienten desorientación extrema y una aguda crisis personal. Pero, pasado cierto tiempo, el aparato perceptivo de la gente aprende a manejarse con un campo visual invertido y puede volver a ver los objetos como antes de haberse puesto los anteojos.

El año 2002 y su epílogo kirchnerista pusieron nuestro mundo cabeza abajo y, lentamente, todos nos acostumbramos a verlo así, como si tuviéramos anteojos inversores de imágenes.

El propio acto de ver requiere de un paradigma y un proceso de educación de la percepción. Se ve lo que se sabe. Cuando cambia el paradigma, como si operase una reprogramación neuronal, se ven cosas que antes no se veían y se dejan de ver otras.

Esto vale tanto para la política y la economía como para el propio periodismo. A ese proceso de endoculturización perceptual el kirchnerismo lo llama batalla cultural. Precisamente a los triunfos del kirchnerismo en su batalla cultural en los campos de la política, la economía y el periodismo me referí en el programa de Lanata en radio Mitre, donde distintos periodistas realizamos el balance del año político el último día de 2012.

Usando un lenguaje descriptivo, el de “las cosas son así”, y no un lenguaje normativo, el de “las cosas deben ser así o no deben ser así”, choqué contra el sector más antikirchnerista de la audiencia de una radio acostumbrada en algunos de sus segmentos a escuchar que todo lo que hace el kirchnerismo está mal, y algunos de mis comentarios resultaron subversivos a sus compromisos ideológicos.

Estos son algunos de los comentarios que quedaron registrados en la web: “Escuchar a Fontevecchia reconociendo las ‘cosas buenas que hicieron’ los K es como agradecerle a un ladrón por no asesinarte”. “Fontevecchia ve inclusión social en el ciclo K: mira mal. Reparto clientelar bloquea el ascenso social, que es su opuesto.” “Sáquenle el alcohol a Fontevecchia.” “Fontevecchia estará atravesando un problema personal grave por sus comentarios irreales.” “Fontevecchia se vendió a los K.” “Quiere quedar bien con el Gobierno para que la Afsca le apruebe la compra de su radio.” “Las puteadas que está ligando Fontevecchia por Twitter después de elogiar el clientelismo K son impresionantes.”

Los interesados en construir su propia evaluación pueden escuchar el programa en: (http://e.perfil.com/debate-periodistas)

A pesar de haber pasado una hora y media criticando al kirchnerismo con Lanata, Fernández Díaz, Nelson Castro, Leuco, Van der Kooy e Ismael Bermúdez, contradije a estos dos últimos cuando sostenían que la economía kirchnerista había sido un fracaso y la inclusión, sólo relato.

Me dio vergüenza otorgar con el silencio mi aprobación grupal a quienes son los principales referentes de las secciones de política y economía de un diario que hasta 2008 sólo hablaba del éxito económico en el que vivíamos y cómo los shoppings se llenaban, se batían récords de ventas de autos y electrodomésticos y el consumo crecía sin parar.

Lanata, Fernández Díaz, Nelson Castro y Leuco fueron siempre críticos del kirchnerismo. Pero cuando los críticos conversos se ponen más duros con los K que los críticos de siempre, se le quita verosimilitud a la exposición. Me pasa siempre que escucho a Alberto Fernández criticar al Gobierno: no puedo olvidar que hasta 2008 fue el principal ejecutor de los defectos que ahora denuesta, comenzando por la política de medios.

Quizás los conversos sean más duros con los K porque no fueron críticos en su momento y hacen evidente en su sobreactuación la volubilidad de sus convicciones, anticipando que mañana podrán volver a ser oficialistas en otro contexto político.

En la columna de ayer, titulada “El agotamiento” (http://e.perfil.com/agotamiento), anticipé la de hoy criticando tanto la obsolescencia del modelo económico K como la de ciertas prácticas periodísticas. Ambos atrasos son hijos del mismo proceso de envejecimiento de quienes, habiendo tenido mucho éxito con determinadas prácticas, naturalmente quedan detenidos para siempre en ellas sin comprender que ya son anacrónicas.

Cité ayer el texto de Thomas Kuhn La estructura de las revoluciones científicas. En el mismo libro, Kuhn compara las revoluciones políticas con las científicas. Los cambios de paradigma son comunes a todos los campos: “Las revoluciones políticas tienen como objetivo modificar las instituciones políticas por caminos que esas mismas instituciones prohíben. Al comienzo, sólo la crisis atenúa la función de esas instituciones políticas, tal como ya hemos visto que atenúa la función de los paradigmas. Un número creciente de individuos se encuentra progresivamente enajenado de la vida política, conduciéndose en ella de modos cada vez más insólitos. Después, conforme la crisis se hace más profunda, muchas personas se comprometen con algún proyecto concreto para la reconstrucción de una sociedad en un nuevo marco institucional. 

En este punto, la sociedad está dividida en campos o partidos enfrentados, uno de los cuales trata de defender la vieja constelación institucional, mientras que otros buscan instituir una nueva. Y, una vez que se ha producido la polarización, el ‘procedimiento político’ (negociación más consenso) falla. Ya que difieren acerca de la matriz institucional en la que se ha de producir y evaluar el cambio político, ya que no reconocen un marco suprainstitucional para dirimir las diferencias, los partidos de un conflicto revolucionario han de apelar finalmente a técnicas de persuasión de masas, incluyendo a menudo la fuerza”.

A la fuerza y la violencia, por ahora oral, apelan tanto los talibanes K como los conversos anti K, que destilan el odio que denuncian en otros.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 05/01/13 y publicado por el Diario Pefil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.