jueves, 31 de octubre de 2013

La asombrosa, veloz (y vergonzosa) reconversión de Massa... De Alguna Manera...



La asombrosa, veloz (y vergonzosa) reconversión de Massa...


Luego de las elecciones, el clima se puso más y más espeso. Al mismo tiempo, Daniel Scioli trató de encontrar consuelo en La Plata, donde le juraban que las encuestas daban como ganador al oficialismo por tres puntos.

Mientras tanto, en el bunker del Frente para la Victoria empezaron los reproches, los cuales llegaron hasta los insultos contra los intendentes del conurbano. Es que, en varios distritos, los jefes territoriales cosechaban sus propios votos, alejados del oficialismo.

Fue entonces que se improvisó una reunión de urgencia, en la cual, a la familia presidencial se sumaron Scioli, Massa, y, a último momento, el ministro del Interior, Florencio Randazzo.

Aunque parece una crónica de lo sucedido el domingo pasado, en realidad es la trama de lo acaecido el 28 de junio de 2009, cuando el kirchnerismo tuvo la peor elección legislativa desde 2003.

Así lo conto entonces diario La Nación: “El encuentro duró poco. (Néstor) Kirchner se deshizo en críticas por cómo Randazzo había cargado el escrutinio. Para Massa hubo miradas fulminantes: en su distrito (Tigre), su esposa, que era candidata, estaba sacando más votos que el líder peronista”.

Al tiempo que esto sucedía, los ministros del gabinete deliberaban sin saber qué hacer: las explicaciones públicas se demoraron al tiempo que recrudecían los gritos e insultos.

El matutino reflejó con precisión lo que pasó luego de esas ingratas horas: “Afuera llovía a mares. Unos 40 militantes de La Cámpora intentaban entrar para colgar banderas. No los dejaron y hubo trompadas e insultos. Los jefes de seguridad cerraron todas las puertas. El búnker se transformó en una suerte de hermética fortaleza”.

Quien intentaba tranquilizar los ánimos era el entonces jefe de la Juventud Peronista, el hoy cuestionado Juan Cabandié: "Compañeros, tranquilos, estamos achicando las diferencias. Tengan paciencia". La esperanza duró poco: después de las 2 de la mañana, Kirchner aceptaba la derrota.

Cuatro años más tarde, la historia les daría revancha a varios de los actores de este culebrón. En realidad, la mayoría siguió gravitando en su propio devenir, solo dos referentes sorprenderían a la ciudadanía al paso del tiempo: Néstor Kirchner, por su fallecimiento; y Sergio Massa, por posicionarse en la vereda de enfrente del gobierno pocos meses más tarde.

El hoy diputado por el Frente Renovador fue cultor de su propio destino. Pasó de ser satirizado en el programa de Marcelo Tinelli a provocar la reverencia de los principales referentes de la política vernácula. ¿Quién no recuerda acaso la burla de un hiperquinético Mariano Iúdica que reflejaba la hipérbole de la obsecuencia de Massa?

Apenas cuatro años más tarde, el destino quiso que el intendente de Tigre se recobrara por completo, como si jamás hubiera existido su pasado por el seno del kirchnerismo.

Un dato no menor: “Massita”, como solía llamarlo Néstor Kirchner, ha sabido lidiar con contradicciones mucho más complejas que esa. Lejos de su actual “progresismo”, sus orígenes lo vinculan con la UceDé, el partido conservador creado por Álvaro Alsogaray.

Más aún, todavía son recordados los días en que fue presidente de la Juventud Liberal de la Provincia de Buenos Aires: ocurrió entre los años 94 y 96. Posteriormente, fue uno de los pocos que se animó a saltar a las filas del menemismo y no dudó en trabajar para el polémico sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo.

Se insiste: si Massa pudo sortear esas contradicciones, ¿cómo no podría ahora reinventarse como si jamás hubiera sido K?

El destino quiso que el hoy diputado fuera eyectado del círculo íntimo del kirchnerismo y armara su propio camino en la provincia de Buenos Aires. Lo hizo con una gestión cuidada, pero también a fuerza de gastar millonadas de dinero oficial en autopromocionar su mandato.

Como sea, Massa logró forjar una figura de buen administrador y hombre público comprometido con la sociedad. Y, lo que es más importante, consiguió convertirse en el principal enemigo de Cristina Kirchner de cara a 2015.

Es un dato de una elocuencia a prueba de balas. Pero no es lo más importante, sino el hecho de que finalmente la disputa que viene —en realidad, que ya está en discusión— es qué peronismo será el próximo que gobierne la Argentina.

Porque, hay que decirlo, la lectura real de lo sucedido el domingo pasado, es que la mayoría de los votos se los llevó el justicialismo, en sus distintas versiones.

Massa es más peronismo, desde otra óptica —o no— pero es más de lo mismo. Para graficarlo, solo basta prestar atención a su discurso, sin críticas directas hacia Cristina Kirchner y solo centrado en golpear a los únicos “soldados” indefendibles del oficialismo, como Guillermo Moreno y Luis D’Elía.

El tigrense convive con esas tribulaciones y muchas otras, como su cercanía al siempre cuestionado empresario mendocino Daniel Vila y sus conversaciones subrepticias con Eduardo Duhalde. Con esos antecedentes, ¿cómo puede hablar de ética y principios?

Massa puede ser muchas cosas, pero siempre será él mismo: aquel obsecuente jefe de gabinete que solo atinaba a agachar la cabeza cuando Cristina lo retaba en público por no haber sabido responderle cuál era la cotización del real brasileño.

© Escrito por Christian Sanz el martes 29/10/2013 y publicado en Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

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