sábado, 10 de noviembre de 2012

Narcosocialismo, las pelotas... De Alguna Manera...


Cruda desmentida…
Será por la prisa verbal imperante, o acaso por el gusto del apócope a ultranza, que nos hemos acostumbrado últimamente a decir solamente “narco”. De esa forma se fueron escurriendo del discurso la palabra “tráfico”, la palabra “traficante”. Quedó tan sólo el prefijo “narco”, desgajado de su más cruda verdad de mercado, de su más estricta razón de comercio.

Así suelto, desligado, el prefijo vino a estar disponible para los más diversos ensamblamientos: “narcocorridos”, “narcoavión”, “narcomodelo”. Este hábito verbal halló hace días, como es por todos sabido, una nueva y perturbadora variante, vociferada por un resonante diputado justicialista, a quien apodan “el Cuervo”: la variante del narcosocialismo.

El narcotráfico, al igual que la prostitución, expresa en un grado tan alto (vamos a decir así: “de máxima pureza”) la lógica capitalista de oferta y demanda, de compra y venta, de negociabilidad absoluta, de rentabilidad a ultranza, que parece no poder tolerarse tamaño sinceramiento. La lógica brutal del capitalismo como tal aparece allí bajo un riesgo de saturación (digamos así: “de sobredosis”) de su propia verdad, de su propia condición: la confesión de sus más inconfesables miserias, sin la disimulación habitual.

Por eso mismo correspondería decir que el narcosocialismo no existe. Y no sólo porque el comisario Tognoli se ha visto, en primera instancia, eximido de las imputaciones del caso. Incluso si esa determinación judicial se revirtiera, incluso si hipotéticamente una connivencia de los políticos provinciales se demostrara, ¡incluso si alguien dijera que ha visto a Binner en plena transa!, de todas formas correspondería decir: el narcosocialismo no existe. No existe.

© Escrito por Martín Kohan en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 9 de Noviembre de 2012.

 

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